COMUNICADO DEL CONSEJO
NACIONAL APOSTÓLICO DE LA
COMPAÑÍA DE JESÚS EN HONDURAS
1.- Movidos por el Espíritu del Señor resucitado, y asumiendo que “El imperativo de escuchar el clamor de los pobres se hace carne en nosotros cuando se nos estremecen las entrañas ante el dolor ajeno” (Evangelii Gaudium, 193), el Consejo Nacional Apostólico de la Compañía de Jesús en Honduras, expresamos nuestra honda preocupación ante esta fase cruda y mortífera de la pandemia del COVID-19. Según expertos en salud, se ha perdido el control del virus, el número de contagiados está por encima de las precarias capacidades sanitarias para recibir una atención básica, y la vida de la población en general está severamente amenazada.
2.- En esta situación de extremo peligro para la vida de nuestra sociedad, expresamos nuestros sentimientos de compasión (cfr. Mt 9, 36) hacia los miles de pacientes infectados, tanto los que están en los centros hospitalarios en condiciones deprimentes y amenazantes, como los que andan a la deriva, en las aceras de las calles o a orillas de un centro hospitalario, porque sencillamente ya no hay cupo ni para una atención elemental.
3.- La crisis sanitaria, económica y social que estamos viviendo en Honduras se debe más que al virus, a la manera de enfrentarlo: tratamiento oficial primario con una limitada efectividad confiando en una millonaria vacuna, endeudamiento masivo del Estado, desvíos multimillonarios de los fondos estatales, impunidad, autoritarismo gubernamental que excluye la participación de otros agentes sociales, desabastecimiento del sistema de salud, desprotección del personal médico, falta de claridad en la hoja de ruta a seguir, entre otros.
4.- Elevamos nuestro reconocimiento y oración al personal de salud que ha ofrendado su vida por salvar vidas, nos solidarizamos con los centenares de profesionales de la salud que están actualmente infectados y expresamos nuestra solidaridad con todo el personal médico y de enfermería que está expuesto sin contar con todas las medidas de bioseguridad y equipo logístico requeridos ante el COVID-19.
5.- En medio de esta pandemia, nos consolamos con el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, el cual nos narra con frecuencia escenas sobre personas enfermas, a las que acoge y sana. Son personas ciegas, leprosas, cojas, paralíticas, así como personas agobiadas por enfermedades psicológicas y espirituales a las que se nombra endemoniadas (cfr. Mt 4, 24-25). El Evangelio tiene el cuidado de vincular a esta gente enferma con los orillados y los excluidos de la sociedad, a los que el papa Francisco califica hoy como “sobrantes” del sistema injusto (cfr. Evangelii Gaudium, 53).
6.- Jesús optó por la dignidad y la vida de los excluidos y pecadores, se hizo amigo y compañero de camino de ellos, puso en el centro de su quehacer a la persona enferma, y desde ella cuestiona el orden económico, social, político y religioso establecido, no solo les devuelve la salud, también les devuelve la dignidad (cfr. Mt 9, 1ss). En seguimiento a estas actitudes evangélicas, nos sentimos llamados a profundizar nuestra cercanía y solidaridad con todas las personas amenazadas de infectarse y morir, y así vencer “la tentación de mantener prudente distancia de las llagas del Señor... Jesús quiere que toquemos la miseria humana, que toquemos la carne sufriente de los demás” (Evangelii Gaudium 270). Denunciamos que el descalabro institucional está siendo ocasión para el manejo discrecional y politizado de la emergencia, como ocurre con las descaradas preferencias por poner en manos de jerarcas militares, asuntos de salud propios para profesionales de la medicina.
7.- Como Consejo Nacional Apostólico, en comunión con la misión evangelizadora de la Iglesia, encontramos en los pacientes del COVID-19 los sujetos privilegiados de nuestra misión, como nos recuerda el papa Francisco: “Hoy y siempre los pobres son los destinatarios del Evangelio, y la evangelización dirigida gratuitamente a ellos es signo del Reino que Jesús vino a traer. Hay que decir sin vueltas que existe un vínculo inseparable entre nuestra fe y los pobres.” (Evangelii Gaudium, 48). En fidelidad al evangelio levantamos con más fuerza nuestra voz de denuncia frente a la corrupción gubernamental exigiendo que las personas señaladas, junto con sus cómplices y protectores, sean investigadas, enjuiciadas y castigadas, y sus bienes sean decomisados y devueltos al sistema de salud, como nos sugiere el papa Francisco, “la solidaridad debe vivirse como la decisión de devolverle al pobre lo que le corresponde” (Evangelii Gaudium, 189).
8.- Lamentamos el papel vergonzoso y acomodado del sistema jurídico. La desprotección económica, política y judicial es enorme, por eso esta pandemia nos interpela a organizarnos comunitariamente, a cuidar de las personas contagiadas siendo solidarias con ellas. Asimismo, animamos a todas las personas y comunidades a organizarse para defenderse de las mentiras y prácticas corruptas y engañosas oficiales; buscar respuestas desde la unidad y la fuerza en la base, en donde no dudamos que encontrarán tratamientos sencillos, técnicos y científicos, baratos y mucho más efectivos, que desafían los protocolos de los gobiernos, y cuyas experiencias están dando resultados efectivos.
9.- Confiamos en el brillo final de la verdad y la justicia, y en los nuevos caminos que se han de abrir para conducirnos hacia un país en donde resurja un pueblo que tiene dignidad y libertad. Como el profeta Isaías ponemos toda nuestra esperanza en un futuro de paz, donde se hará realidad el sueño del Dios de la Vida: “Pues yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva y el pasado no se volverá a recordarlo más ni vendrá más a la memoria...Los de mi pueblo tendrán vida tan larga como la de los árboles y mis elegidos vivirán de lo que hayan cultivado con sus manos” (Isaías 65, 17.22).
Realicemos desde ahora, desde abajo, desde nosotras y nosotros mismos la Honduras con la que soñamos.
P.Gregorio Vásquez Gálvez, sj
Coordinador
Consejo Nacional Apostólico de la Compañía de Jesús en Honduras
Honduras, C.A. 14 de julio 2020