Coyuntura económica actual
El Departamento de Economía de la
UCA ha realizado un informe sobre la coyuntura económica de El Salvador en
un artículo publicado recientemente en la revista Estudios Centroamericanos
(ECA). Lo que aparece en este espacio es un breve resumen de dicho informe.
El documento destaca, en términos globales, el deterioro de la gestión de la
política fiscal del actual gobierno. En este sentido, se ha dado un fenómeno
de “erosión” fiscal, es decir, que el gobierno, según el informe, no sólo ha
sido incapaz de “incrementar la captación de impuestos, sino que también ha
devuelto una mayor proporción de los impuestos recibidos de forma bruta.”
Esta situación se suma al lento dinamismo de la economía, que, según lo
indican las estadísticas analizadas, no resulta suficiente para generar un
crecimiento que posibilite saltos cualitativos en el desarrollo y bienestar
de la población.
Los aspectos fundamentales que refuerzan esta visión sobre la economía del
país son los siguientes:
La política fiscal
El deterioro es evidente a todas luces, puesto que se ha experimentado un
descenso con relación a los niveles alcanzados por los anteriores gobiernos
areneros. Básicamente, la tasa de imposición o presión tributaria promedio
durante el gobierno de Flores ha sido menor que la del quinquenio de su
predecesor, Armando Calderón Sol. El gobierno ha tenido una menor capacidad
de recaudación y ha devuelto más que en los períodos anteriores. ¿Dónde está
el problema? Según el informe, parte de las respuestas se concentran en la
influencia de los patrones de política económica determinados por el
Consenso de Washington y que ARENA ha seguido de manera fiel. Esto ha
desembocado en una política tributaria que favorece a quienes tienen mayores
ingresos y que es más severa con los que tienen menos. Es cierto que esto ha
caracterizado a los períodos gubernamentales anteriores, pero es necesario
señalar que en el actual gobierno se ha incrementado.
La regresividad de las políticas económicas areneras se nota con sólo
examinar los aspectos tributarios: Entre 1993 y 1998, las empresas aportaron
el 57% del impuesto sobre la renta, pero en la gestión de Flores, ese aporte
se redujo al 54%. En el año 2002, hubo una reducción al 42 %, es decir, que
del total de ingresos tributarios provenientes de la renta que llegan al
fisco, la mayor parte es aportada por los trabajadores (cerca del 60%
durante el año pasado).
Por otro lado, la inversión pública del gobierno todavía se muestra débil.
Actualmente, asciende al 3% del PIB, mientras que en el año anterior fue del
3.6%, aun cuando hubo un repunte obligado por las secuelas de los terremotos
de 2001.
En la gestión de Flores, el estancamiento económico se ha profundizado. El
gobierno se ha quedado pasivo y, lo que es peor, ha incidido negativamente
en el desarrollo de una sana política fiscal, progresiva y dinamizadora del
desarrollo. Por ejemplo, de 1993 a 1998, el saldo de la deuda se incrementó
en el 35.3 %, con un saldo final de 3,580 millones de dólares. En los cuatro
años del gobierno actual, ese saldo se ha elevado en 2,935 millones de
dólares, que representan un crecimiento del 82 %. ¿Qué tipo de estabilidad
macroeconómica se puede construir sobre la base de esa tendencia?
La presión tributaria siempre se ha mantenido baja: apenas constituye un 10%
del PIB, colocando a El Salvador en un nada agradable penúltimo lugar con
respecto a los países del continente americano. Pero esto no es ni siquiera
el problema más grave. Lo realmente preocupante es que con una captación
tributaria baja no hay posibilidades de satisfacer las necesidades de la
población a través del gasto público y los ingresos, cada vez menores con
respecto a las necesidades crecientes de la población, generan una inanición
económica para ésta.
Por otro lado, la orientación del gasto público ha sido ineficiente. En
términos generales, predominan los gastos administrativos sobre aquellos
destinados al desarrollo. Así, la tendencia del gasto público del gobierno
de Flores ha sido la de incrementar su participación en el PIB. Entre 1995 y
1998, se registra una participación promedio del 15.1%, mientras que, entre
1999 y 2002, sube al 23.42%, esto es, cerca de tres puntos del PIB. No
obstante lo anterior, la inversión pública durante el gobierno de Flores ha
sido del 3% del PIB; mientras que en el periodo anterior fue el 3.6. Esto
significa un aumento de la participación del sector público, financiero y no
financiero en la conformación del PIB, la cual pasa del 12.6% al 13%. Sin
embargo, la inversión pública reduce su aporte al PIB, mientras sube la del
consumo público. ¿Cuál es el resultado? Al reducir su aporte al PIB,
disminuye su influencia como elemento reactivador de la economía.
En síntesis, el nivel del déficit fiscal se ha disparado, en la actual
gestión gubernamental. Así, el monto promedio anual asciende a 430.9
millones de dólares con una participación en el PIB del 3.2%. De 1993 a
1998, el promedio fue de 155.3 millones, los cuales, respecto al PIB,
representaron el 1.5%. En 1999, alcanzó el 2.8% del PIB y en 2000, el 3%,
porcentajes superiores a los alcanzados entre 1993 y 1998.
La actividad económica
Con respecto a la actividad económica, lo que se ha visto es que, desde el
año 2000, la tasa de crecimiento del producto, al comienzo del primer
trimestre, ha sido baja —una variación anual del PIB trimestral inferior al
2.5%—. En el primer trimestre de 2003, el PIB creció el 1.7%, cifra inferior
a la registrada en el mismo período de los años 2000 y 2002, y similar a la
del primer trimestre de 2001. Según el Banco Central de Reserva, el
crecimiento del año 2003 será del 2.5 %. Esto implica que las tasas de
crecimiento de los próximos trimestres deben estar entre el 2 y el 2.5%. Sin
embargo, bajo las actuales tendencias, eso parece difícil. Además, según se
analiza en el informe, deben darse cambios en el entorno internacional,
sobre todo en Estados Unidos y en las condiciones internas del país, lo cual
es difícil, dado el clima preelectoral.
Otro signo preocupante reside en que la variación anual del promedio
acumulado del Índice del Volumen de la Actividad Económica (IVAE) fue
negativa, en abril de 2003 (-0.98%), y se ha mantenido así desde enero del
presente año. La economía, en su conjunto, no muestra signos de
recuperación. Al contrario, aparece menos dinámica que en periodos
anteriores.
Finalmente, ¿cómo se traduce esto en términos del empleo? El número promedio
de cotizantes, en los últimos doce meses, ha disminuido en 19,558, comparado
con los que había en los doce meses anteriores. De acuerdo a estas cifras,
la dinámica del empleo formal observada ha sido baja.
El comportamiento de los precios
Durante el primer semestre del presente año, el comportamiento de los
macroprecios de la economía —niveles de precios, tasas de interés y
salarios— han tendido a la baja. El Índice de Precios al Consumidor (IPC),
desde 2002 a la fecha, ha concentrado sus fluctuaciones en alrededor del
2.0%. En 2003, el indicador muestra una tendencia decreciente. Esto se
explica por el comportamiento de los constituyentes del indicador. Las
variaciones en los precios de los alimentos, durante el primer semestre, han
sido pequeñas y esto se ha aunado a las tasas negativas en la variación de
los precios de las prendas de vestir. En contraposición, se encuentran el
precio de la vivienda y misceláneos, que han experimentado un crecimiento un
poco más acentuado. A diferencia del IPC, el Índice de Precios al por Mayor
(IPM) presenta mayores variaciones, con respecto al primer semestre del año
anterior. De esta manera, se puede afirmar que los precios de la mayoría de
productos de consumo final no han experimentado grandes variaciones, al
contrario de los precios de algunas materias primas del país.
El valor de las tasas de interés ha descendido con relación a las de 2001.
Sin embargo, se encuentran muy cercanas a las del primer semestre de 2002.
Estos movimientos en los tipos de interés no se pueden explicar sin
considerar la dolarización de la economía a inicios de 2001. Debido a esto,
existe una tendencia muy marcada a que el movimiento de la tasa de interés
nacional se mueva al ritmo de las tasas de interés estadounidenses y con
esto a la política de la Reserva Federal de EEUU.
El salario nominal permaneció inalterado de 1998 a mayo del presente año.
Durante el primer semestre, por mandato del ejecutivo, se registraron
aumentos salariales en el sector comercio (10.0%), industria (7.5%), maquila
y textiles (5.0%). Es importante apuntar que en el sector agrícola, en el
que el deterioro de las condiciones de vida ha sido mayor en los últimos
años, no hubo incremento salarial. Con los incrementos registrados, el nuevo
salario mínimo nominal es de 46.2 colones y el nuevo salario real es de
27.17 colones.
Sector externo
En lo referente a este sector, no se han suscitado cambios de tendencia
sustantivos. El desenvolvimiento del sector, durante el primer semestre de
2003, continúa con las características de los últimos años. Se hace
manifiesto un déficit en cuenta corriente que trae aparejado un déficit
comercial, en el que las remesas han desempeñado un papel importante para
que el mismo no se incremente. Una balanza de pagos con saldo positivo,
gracias a un superávit en la cuenta financiera y de capital, es producto de
un excesivo endeudamiento por parte del Estado.
De enero a junio del presente año, las exportaciones han tenido un
crecimiento alrededor del 7.0%. El valor de las exportaciones para el mismo
período ascendió a 1,559 millones de dólares. La composición de las mismas
es de la siguiente manera: un 6.96% de exportaciones tradicionales, 32.34% a
exportaciones no tradicionales y 58.7% a maquila. Las importaciones, para el
mismo periodo, alcanzaron un valor de 2,829.9 millones de dólares, cifra que
representa un incremento de 14.4%, constituyendo el doble de crecimiento de
las exportaciones. El 27.04% de las importaciones es de bienes de consumo;
32.88%, de bienes intermedios; un 16.49%, de bienes de capital y el 23.58%
restante, de maquila.
Se puede notar que el incremento en las exportaciones no ha sido suficiente
para disminuir el déficit comercial. Esto se debe a que las importaciones
tienen una mayor tasa de crecimiento durante el mismo período. Ello impide
cerrar la brecha comercial del déficit.
En marzo de 2003, el déficit de cuenta corriente alcanzó los 213.9 millones
de dólares. Esto se debe fundamentalmente a un incremento del 77% del
déficit comercial en los últimos tres años. Las remesas, que para 2003 están
próximas a representar el 12.7% del PIB, cumplen un importante papel para
mitigar el impacto de dicho déficit. Los envíos de remesas, durante los
primeros seis meses del año, alcanzaron el monto de 1.006.8 millones de
dólares, representado un incremento de 3.8%, con respecto al mismo periodo
del año anterior. El papel de las mismas fue destacado, pues contribuyeron a
cubrir el 35.6% de las importaciones y el 72.8% de la brecha comercial del
país.
La cuenta financiera y de capital, para el primer semestre del año, presenta
un superávit. El saldo de la balanza de pagos es positivo, gracias a las
entradas de capital registradas en dicha cuenta. Es importante notar que, a
pesar de que el país muestra un saldo positivo en la balanza de pagos, esto
se debe al mayor endeudamiento del país y no a una disminución del déficit
de la balanza comercial. De esta manera, el país está recurriendo a
empréstitos para saldar la mayor absorción interna que ha caracterizado al
país durante los últimos años.
Moneda y banca
De junio de 2002 a marzo del presente año, los depósitos bancarios muestran
una contracción en su ritmo de crecimiento. Esto se debió a las bajas tasas
de rentabilidad que los depositantes percibieron de sus activos colocados en
los bancos del país. A partir de 2003, al observarse mayores tasas de
rendimiento para los depósitos, se observa un incremento en el crecimiento
de la variable en la banca nacional. Según los indicadores, parece ser que
el mercado crediticio se ha reactivado, después que en los últimos años se
encontrara bastante deprimido. A partir de octubre del año pasado se observa
un mayor dinamismo del crédito, concentrándose en los sectores de la
construcción, comercio, industria y consumo.
Es importante notar la mejora experimentada por la banca en carteras morosas
y las provisiones por carteras vencidas. Esto es importante, ya que
representa un mayor nivel de estabilidad para el sistema bancario del país.
La banca nacional se puede caracterizar como un mercado oligopólico, en el
cual los cinco mayores bancos del país concentran un 88.96% de los activos
de los depositantes, mientras que el resto de bancos posee únicamente un
1.57%.
Conclusiones
El informe concluye con unas consideraciones muy importantes con respecto a
la dinámica de la economía del país. Según los autores, durante los últimos
años, el país ha presentado un déficit comercial crónico que atenta contra
el equilibrio de la cuenta corriente de la balanza de pagos. El relativo
equilibrio de la balanza de pagos se logra fundamentalmente a través de dos
vías: el papel destacado de las remesas como “flotadores externos” y el
saldo superavitario de la cuenta financiera y de capital de la balanza de
pagos. Según los autores, el superávit de la cuenta capital, si bien
contribuye a la estabilidad de la balanza de pagos, está constituida sobre
la base del endeudamiento. Con ello, los autores, pretenden llamar la
atención sobre esta “virtual” estabilidad de la balanza de pagos.
Con relación al sector externo, el informe destaca que es importante
observar cómo el país está incrementando su déficit comercial,
fundamentalmente a través de una mayor cantidad de importación de bienes de
consumo, bienes intermedios y la maquila. Dada la situación de baja
competitividad y productividad del país, lo indicado sería que los bienes de
capital tuviesen un mayor peso. Finalmente, si se interrelacionan los
aspectos anteriores, el informe concluye que, al contraer mayores deudas, el
país está comprometiendo su futuro con la salida de ingresos para pagar los
empréstitos actuales. El gobierno debería apostar por incrementar la
productividad a través de una selección del tipo de bienes importados más
racional, buscando aumentar los bienes de capital y disminuir los de
consumo.
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