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Año 25
número 1181
Febrero 15, 2006
ISSN 0259-9864
Editorial: Negociarán con delincuentes
Política: La campaña de Saca
Economía: Consideraciones sobre la plataforma legislativa del FMLN
Negociarán con delincuentes
Nuevos despliegues masivos de policías, estudiantes de policías y de soldados, todos ellos con armas largas de guerra, nueva presencia de agentes en el transporte público, encubiertos y descubiertos, y búsqueda de delincuentes considerados muy peligrosos constituyen los elementos claves del nuevo plan de la nueva dirección de la policía para controlar el auge del crimen (55.5 por 100 mil habitantes). Es más de lo mismo. Por lo tanto, el resultado que cabe esperar será el mismo, es decir, el crimen seguirá su desarrollo sin impedimento alguno y las pandillas se apoderarán de más territorio y consolidarán aquel que ya está en su poder. Los empresarios del transporte público dominarán las calles como hasta ahora, así como también el comercio informal y los vendedores de mercancía ilegal, todos ellos al margen del control policial y de la hacienda pública. El Salvador continuará, con toda probabilidad, ocupando el primer lugar en la lista mundial de los países donde se cometen más homicidios.
Mucho despliegue, pero sin objetivo preciso. La dirección de la policía utiliza
con gran familiaridad el vocabulario de las pandillas, pero desconoce su
organización interna, sus patrones de conducta, sus fuentes de armas y droga,
sus movimientos, etc. La actual dirección de la policía, en pocas palabras, no
tiene nada nuevo que ofrecer, excepto un director más mediático que el anterior.
Cuando el máximo responsable de la seguridad ciudadana se informa por medio de
la prensa de la existencia de una colonia de la capital controlada en su
totalidad por las pandillas y reacciona con promesas de intervención inmediata y
drástica, improvisa. Por lo tanto, sus planes y promesas no se pueden tomar en
serio. Está desinformado y reacciona puntualmente. Los despliegues son muy
vistosos, producen imágenes más o menos impactantes, pero son completamente
ineficaces. Hasta la prensa incondicional se atraganta con el espectáculo
policial. Ya se atreve a advertirle al gobierno de ARENA que los pandilleros ni
se mosquean. Ellos saben más de la forma de operar de la policía que ésta de la
de ellos. Por eso, juegan con ella al gato y al ratón, pero con enorme ventaja,
porque tienen mejor organización, más comunicación, más flexibilidad y moral más
alta.
Los despliegues policiales brindan a la prensa una gran oportunidad para recoger
en imágenes el ángulo correcto del esfuerzo gubernamental por la seguridad. La
verdad es muy otra. La policía no puede capturar a ninguna persona si no la
sorprende cometiendo el delito. Pero los delincuentes difícilmente son
sorprendidos en flagrancia. Por eso mismo, siempre le han ganado a la policía en
este peligroso juego. La policía ha sacado una lista de los más buscados, pero
desconoce su paradero y apela a la población para que le proporcione las pistas
con el argumento que la seguridad es responsabilidad de todos. En un sentido
amplio, así es; pero primordialmente es obligación suya y sólo suya. Es
contradictorio que, mientras busca a estos criminales que supone muy peligrosos,
otros que ya tiene en las cárceles se le escapan con facilidad pasmosa. La
posibilidad para contener el avance de la criminalidad descansa, pues, en
descubrir al actor cometiendo el acto delictivo o en la denuncia de alguien,
quien después tendrá que convertirse en testigo ante el juez para que la
acusación prospere, porque la prueba científica es inexistente. Dicho de otra
manera, el esquema hace agua, porque el gobierno carece de una política
criminal.
Al gobierno de ARENA le gusta presumir de ser muy duro y con frecuencia repite
que no negocia con delincuentes. Pero siempre lo hace. Tal vez obligado, pero lo
acaba haciendo, porque no tiene alternativa. Cuando la población detenida se
rebela contra la dirección de los centros penales, siempre negocia y firma
acuerdos. Esta debilidad, cada vez más evidente, puede obligar al gobierno de
ARENA, un día no muy lejano, a tener que negociar incluso con las pandillas, su
enemigo declarado número uno. Pese a las apariencias de duro, el gobierno de
Saca no tiene mayor autoridad. En reacción al señalamiento de la prensa de que
había una populosa colonia capitalina en poder de las pandillas, el director de
la policía se preparó para la guerra e incursionó la zona. Pero la operación fue
un fiasco. No encontró pandilleros, ni drogas, ni armas. Por falta de enemigo
visible, el director de la policía no pudo pelear su guerra ante las cámaras.
Cuando las pandillas avancen en la progresiva toma del territorio, el gobierno
de ARENA puede verse obligado a negociar cuotas de poder con sus dirigentes. La
policía ni siquiera ofrece resistencia. Los tres o cuatro agentes destacados en
estas zonas están tan atemorizados como la misma población. Incursiones como la
mencionada, son un fracaso, porque las pandillas juegan con éxito al gato y al
ratón con la policía. La consolidación de estos territorios “liberados” del
control gubernamental las pueden animar a probar suerte en la política local,
por ejemplo, en las elecciones municipales o de diputado bajo el paraguas de
alguno de los partidos oportunistas de la derecha. El potencial de las pandillas
podría aumentar de manera considerable en otro frente, si las cúpulas de las dos
más grandes, hasta ahora enfrentadas a muerte, hicieran una alianza y en lugar
de destruirse entre ellas, dirigieran sus energías destructivas contra el
gobierno y la sociedad. El control del territorio y de la población y la unidad
de acción podrían llegar a convertirlas en un poder fáctico de primera magnitud,
en el país. Darían al traste con la representatividad del FMLN y pasarían a
convertirse en la oposición real. En este momento, ninguna organización social,
ni política, ni institucional posee la capacidad de acción, la inteligencia
operativa y la mística de las pandillas. Ahora bien, esta crítica situación
podría evitarse si, de una vez por todas, el gobierno, incluidos los partidos
políticos y el gran capital, otro poder fáctico muy poderoso, se deciden a
analizar lo que sucede en el país con realismo.
Los políticos son incapaces de ver el país con otros lentes que no sean los
intereses partidarios y electorales. El gran capital y el gobierno sólo lo miran
en términos de acumulación de riqueza y privilegios. Para estos últimos, el
problema todavía es cuestión de imagen. Su gran preocupación es sustituir la
imagen de país violento por otra de país paradisíaco, que atraiga turistas e
inversionistas. La tasa de homicidios, que sigue subiendo, no hace mella en sus
planes. Su opción es atrincherarse en aquellas zonas que declaren paradisíacas.
El nuevo plan no podrá contener el avance del poder emergente de las pandillas,
ni tampoco el de los otros poderes fácticos locales. El gobierno de ARENA pelea
la guerra equivocada y lo más probable es que la pierda. Entonces, podría verse
obligado a sentarse a negociar con las cúpulas de las pandillas. Será una
negociación más dura que la que sostuvo con el FMLN, porque aquéllas no tienen
nada que perder. Será, además, una negociación en la cual el gobierno, el gran
capital y los partidos políticos saldrán mal parados, porque llegarán a ella en
desventaja, puesto que cada vez pierden más poder. Este escenario puede parecer
aberrante, pero en El Salvador de hoy predominan los acontecimientos más
absurdos imaginables.
La campaña de Saca
Está claro que en los comicios actuales se elegirá alcaldes y diputados. No para el partido ARENA, ni mucho menos para su máximo dirigente, el presidente Elías Antonio Saca. La derecha critica al FMLN por hacer girar su campaña alrededor de la figura del fallecido líder Schafik Handal, pero lo que está haciendo tiene consecuencias mucho más graves. El partido oficial ha articulado su campaña no tanto en función de las propuestas municipales o legislativas —que, al fin y al cabo, no tiene ninguna—, sino de la figura del presidente Saca. Este no está postulándose para ningún escaño parlamentario ni para ningún consejo municipal; no obstante, es la figura de ARENA que pide votos con más entusiasmo. Y lo más escandaloso es que está pidiendo votos para él mismo, no tanto para el partido o para los candidatos.
Lo anterior deja en evidencia varias cosas. En primer lugar, aunque las
encuestas de opinión que las empresas mediáticas afines al poder muestren a un
presidente Saca con un aceptable nivel de popularidad y credibilidad entre la
población, el partido ARENA no da por sentada su victoria electoral. Por mucho
que se empeñe a presentar a su rival, el FMLN, como debilitado por las eternas
disputas internas y por el fallecimiento de Handal, hay muchas razones para que
los dirigentes areneros no se sientan confiados. Una es la debilidad de las
propias candidaturas, que no evidencian una renovación sustancial de cuadros,
sino que traen a las mismas caras de siempre, frente a las cuales candidatos
como el efemelenista Óscar Ortiz tienen una buena ventaja. La otra reside en las
muestras de simpatía hacia el FMLN —traducidas en marchas multitudinarias
durante los funerales de Handal— y en el despertar del movimiento social. Pero
ARENA no se distingue por dormirse en sus laureles. Las anteriores elecciones
presidenciales demostraron que era necesario que echaran mano a cualquier tipo
de artimaña para asegurarse el triunfo. Y una de esas artimañas es recurrir a la
popularidad del presidente, la cual, según los dirigentes de ARENA, podría
bastar para compensar la falta de popularidad de sus actuales candidatos.
En segundo lugar, es evidente el peso de la figura presidencial. El Salvador
tiene una larga y nefasta tradición presidencialista. Desde tiempos de los
presidentes militares, la figura del responsable del Ejecutivo es vista como una
figura que todo lo puede, desde manejar asuntos de Estado hasta arreglar una
carretera o mandar a poner el agua. El presidente Saca no se escapa de esta
tradición. Es más: exacerba el presidencialismo para sus propios fines.
Por ello, no resulta raro ver en los medios de comunicación al presidente
inaugurando obras de todo tipo, como si se tratara de un alcalde. Por esta misma
razón, tampoco es extraño que el mandatario se ponga en un plano de total
franqueza frente al electorado y pida abiertamente votos, pero no para el
candidato a alcalde o diputado, sino para él. El mismo gobernante explica que
estos votos servirán para tener una Asamblea Legislativa que “le ayude a
gobernar”. Es decir, un poder legislativo plegado a la figura del presidente.
Eso es “ayudar a gobernar” en El Salvador. Ello explica por qué su secretario
aproveche el espacio que le da uno de los matutinos para reiterar su petición de
poner a Saca al frente de la Asamblea y de las alcaldías.
Haciendo memoria, Saca entró al ejecutivo como una figura que venía a superar
las conductas ególatras y autoritarias de su predecesor, Francisco Flores. Este
último había entrado al mismo cargo como un político concertador, muy distinto
al típico político arenero. Se oponía, de esta manera, a un Armando Calderón Sol
que, en un momento determinado, llamó a la oposición “cerdos políticos”. Pero la
mascarada duró poco, y Flores mostró que era tanto o más autoritario que sus
predecesores. El presidente Saca parece estar tras los mismos pasos. Se está
perfilando como el típico gobernante que se precia de saber qué es lo mejor para
el país, ante quien lo único que hay que hacer es cerrar los ojos y seguirlo.
Este presidencialismo pone a prueba el grado de democratización logrado por la
sociedad salvadoreña después de los acuerdos de paz. Estos pusieron los
cimientos para un modelo de convivencia política basada en el diálogo y la
búsqueda de consensos nacionales, no en el poder de un partido, ni mucho menos
en el poder de un dirigente.
Pero no solamente queda en claro lo poco que ha avanzado el país en términos de
democracia política, sino también el partido ARENA. Este es un partido que jamás
se ha aventurado a hacer elecciones primarias, a fin que sus bases —y no el
presidente del COENA— designen a los candidatos que considera más
representativos. Pueden hablar lo que quieran del FMLN, pero este último es
pionero en crear un sistema de elección interna de candidatos, con todo y las
fallas que ha tenido y a pesar de las tentaciones autoritarias de algunos de sus
miembros. El muy democrático partido ARENA, en cambio, no tiene el valor de
someter a sus dirigentes ni a sus candidatos al escrutinio de la base.
Esto provoca, cíclicamente, reacciones de descontento entre sus correligionarios
y entre los dirigentes que resultan ser excluidos de los puestos importantes. Al
contrario que en el FMLN, estas reacciones no dan lugar a desgajamientos
internos, ni al surgimiento de nuevas alineaciones políticas, sino a la muerte
política de los descontentos, quienes no tienen más opción que volver al redil.
Lo anterior es muestra de que la cohesión de la que tanto se precia ARENA se
mantiene verticalmente. Por eso necesitan fortalecer la figura del presidente,
que suele ser doblemente presidente: presidente del país y presidente del COENA.
Por eso contratan a supuestas voces autorizadas del extranjero para que hablen
maravillas del mandatario, llegando, como ocurrió recientemente, al absurdo de
afirmar que, gracias a las políticas sociales del presidente Saca, el partido
ARENA ha ganado mayor popularidad y que, incluso, se está acercando a una
postura de centroizquierda, siendo el mandatario el “Tony Blair centroamericano”.
Semejante disparate no se lo toma en serio nadie en ARENA, pero es útil, porque
viene de una voz supuestamente autorizada. Además, siempre resulta conveniente
la estrategia de quitarle banderas al adversario. Según esta extraviada lectura,
el pueblo salvadoreño puede tener políticas sociales e incluso un gobierno “de
izquierda racional” sin votar por la izquierda y si le da su voto a ARENA.
Habría que ver qué tanto duran estos pretendidos aires de izquierda frente a
temas donde las posturas de izquierda se ponen a prueba: el envío de tropas a
Irak, la postura ante el CAFTA, las políticas socio-económicas neoliberales,
entre otras.
Lo cierto es que por mucha tradición presidencialista que haya en el país, nada
autoriza al presidente Saca a hacer proselitismo para los candidatos de su
partido. La gente no sabe a quién está escuchando, si al presidente de todos los
salvadoreños, o al presidente del COENA.
Desde que fue electo mandatario, Saca tuvo que haber renunciado a su cargo al
frente del COENA. Por simple sanidad política. Eso le hubiera dado un respaldo
mayor a sus promesas de concertar políticamente con todos los sectores del país.
Eso también lo hubiera mantenido alejado de los vaivenes de las contiendas
electorales y le permitirían concentrarse en sus tareas de mandatario. Ahora, el
presidente descuida su perfil de jefe de Estado y se convierte, no en un arenero
más, sino en el principal motor de su campaña política personal, en la cual los
candidatos a la Asamblea y la alcaldía son simples comparsas.
Consideraciones sobre la plataforma legislativa del FMLN
La propuesta legislativa del FMLN, conocida como Plataforma
de la esperanza 2006-2009, contiene varios puntos en materia económica que
tienen por finalidad “recuperar la economía para la gente y legislar en defensa
de los productores castigados por el neoliberalismo”. De la propuesta
efemelenista resaltan dos medidas económicas que son contrarias a los intereses
del Ejecutivo: “devolver (sic) el colón” y “derogar el TLC”. También se destaca
el compromiso de los candidatos por establecer medidas para frenar el alto costo
de la vida, redistribuir el gasto del Presupuesto Nacional y eliminar el IVA a
los productos de la canasta básica.
Los “caballitos de batalla” del Frente: la restitución del colón y la
derogación del CAFTA
Una de las medidas más determinantes en la política económica del Ejecutivo ha
sido, sin lugar a dudas, la dolarización. Dicha medida tuvo por finalidad dar un
nuevo respiro a la economía mediante la expansión del crédito a tasas de interés
más bajas. A la fecha, los resultados de la medida son presentados a la
población de forma ambigua. Por un lado, el partido oficial destaca la reducción
de las tasas de interés y la mejora en las condiciones de acceso a crédito. Sin
embargo, los datos demuestran que el crecimiento del crédito, después de la
entrada en vigencia de la Ley de Integración Monetaria, no ha sido suficiente
para dinamizar la economía. En el otro extremo, el FMLN sostiene que la
dolarización juega un papel importante en el incremento del costo de la vida.
Por ello, para el partido de oposición, frenar el alto costo de la vida pasa por
permitir de nuevo la circulación del colón.
Para algunos expertos, dolarizar fue una decisión acelerada que no consideró la
situación económica a futuro. Esta política fue ejecutada en un marco de visión
de corto plazo, que no permitió comprender que la institucionalización del tipo
de cambio fijo podía hacer mucho daño al país, si éste estaba expuesto a
“impactos externos”. Después de la dolarización, el país ha resentido la
reducción de la inversión extranjera por los ataques terroristas en los EEUU, la
fluctuación constante de los precios del café y el incremento de los precios de
los combustibles. En este ambiente de inestabilidad económica internacional, el
esquema dolarizado ha facilitado que los ajustes económicos provengan no del
tipo de cambio, sino de la fluctuación de la producción y el empleo.
Es cierto que la dolarización no ha mostrado los resultados esperados. Sin
embargo, esto no significa que la reversión de la política sea la salida.
Revertir la dolarización podría traer mayores costos que beneficios, pues los
consumidores y los productores toman sus decisiones económicas en función de la
reducción de los costes de transacción y la solidez de la moneda. Tampoco es
conveniente achacar a la dolarización el incremento de los precios. Bajo
condiciones de oligopolio y monopolio como las que vive el país, sea con dólares
o colones, es difícil reducir los precios. En este sentido, es más conveniente
que el FMLN se preocupe por la correcta aplicación de la Ley de Libre
Competencia.
Otra de las propuestas del FMLN que está en franca oposición a los intereses del
partido oficial es la derogación del CAFTA. Para el partido de izquierda, la
entrada en vigencia del convenio tendrá efectos perversos en la agricultura y en
la actividad económica de las micro y pequeñas empresas. Partiendo de que en
estos sectores se ocupan la mayoría de salvadoreños de escasos recursos, la
oposición considera importante la derogación del tratado para evitar una
“debacle social”. El Ejecutivo piensa todo lo contrario: que el CAFTA es la
mejor estrategia de desarrollo económico con la que cuenta el país. Que el
tratado permitirá la creación de más y mejores empleos para los sectores más
pobres de la población salvadoreña.
Lo cierto es que el CAFTA contiene leyes y normas desfavorables para muchos
sectores del país. Varias de las disposiciones legales del tratado atentan
contra algunas empresas. Esto es reconocido aún por gremios industriales y
empresariales que se han caracterizado por tener cierta afinidad con el partido
oficial. A pesar de esto, la propuesta del FMLN no debería ser la derogación del
convenio. Es más apropiado presionar por una revisión detenida del tratado para
hacer hincapié en aquellas normas que bajo ningún punto de vista son favorables
al país. En esta dirección, sería conveniente que estableciera consensos con
algunos sectores empresariales para presionar al Ejecutivo a fin de que realice
cambios en el CAFTA.
La redistribución del gasto del Presupuesto Nacional
Los candidatos a diputados por el FMLN se comprometen a orientar mayores
recursos al gasto en servicios sociales básicos: salud, agua y educación.
También se comprometen a frenar el “endeudamiento inútil”. En su propuesta,
quizás demasiado optimista, el FMLN deja de lado las grandes dificultades que
atravesaría su fracción legislativa para realizar dicha redistribución del gasto
presupuestario, aún cuando llegara a lograr la mayoría de curules en la Asamblea
Legislativa. En un ambiente más realista, el partido de izquierda no debe
olvidar el fuerte control que mantiene el Ejecutivo sobre el presupuesto. Es
cierto que cada año la Ley del Presupuesto debe pasar por la Asamblea antes de
su aprobación. Pero la capacidad de incidir en las partidas presupuestarias es
menor en la legislatura. Esto no significa que el FMLN tenga que renunciar a la
lucha por la redistribución del gasto presupuestario. Más bien, debe tomar en
cuenta que su propuesta va mucho más allá de su poder legislativo, aún cuando
obtuviera la mayoría en la Asamblea.
Con respecto a la reducción del “endeudamiento inútil”, la postura del FMLN
debería ser más flexible. Es evidente que la falta de apoyo para la aprobación
de préstamos es uno de los insumos predilectos de la derecha para presentar al
FMLN como “enemigo del desarrollo” del país. Es mejor que la negativa al
endeudamiento sea consensuada con otros partidos para hacer frente al Ejecutivo.
En muchos puntos, la plataforma legislativa del FMLN parece ser un programa
diseñado a la medida de un partido que tiene la mayoría de diputados en la
Asamblea Legislativa. Ojalá que esa falta de realismo no frustre a los diputados
de oposición y decidan, como en la mayoría de los casos, dejar de lado las
negociaciones en la Asamblea.
La propuesta de reformas a la ley de compras y licitaciones gubernamentales para
dar oportunidades a los sectores de la micro, pequeña y mediana empresa es
adecuada. En este campo, está comprobado que el Ejecutivo consiente licitaciones
fraudulentas que privilegian empresas que son propiedad de algunos miembros del
partido oficial. Esta medida sería adecuada para impulsar el desarrollo de las
empresas y, además, promover la libre competencia.
En líneas generales, la plataforma del FMLN para las próximas elecciones de
diputados es muy ambiciosa y la mayoría de sus propuestas carecen de “realismo
político”. Estas no consideran dos cosas importantes: que difícilmente se puede
obtener la mayoría legislativa y que hay cuestiones del ámbito administrativo
del Estado, donde el Ejecutivo tiene la “sartén por el mango”. De hecho, tal
como se dijo líneas atrás, hay medidas que difícilmente serían viables, aunque
el FMLN contara con la mayoría de diputados en la Asamblea Legislativa. Y es que
la plataforma del partido de izquierda parece más propia para una campaña
presidencial que legislativa. Ojalá que el FMLN pueda asumir con mayor
pragmatismo los próximos años en la Asamblea Legislativa.
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