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Su producción y publicación está a cargo del Centro de Información, Documentación y Apoyo a la Investigación (CIDAI) de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” de El Salvador. Por favor, asegúrese de mencionar Proceso al utilizar porciones de esta publicación en sus trabajos.
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Año 25
número 1185
Marzo 15, 2006
ISSN 0259-9864
Número monográfico
Elecciones legislativas y municipales 2006
Editorial: Resultados modestos
Política: Elecciones: perspectivas desfavorables para la democracia
Economía: ¿Se “salvó” la Asamblea Legislativa?
Sociedad: Resultados preliminares de las elecciones para alcaldes y diputados
Regional: Tres días de incertidumbre
Derechos Humanos: ¿Quién figura en las noticias?
Resultados modestos
Después de invertir energía y recursos enormes, ninguno de los dos partidos grandes consiguió lo que se propuso en las elecciones recién pasadas, aunque ahora, cada uno a su manera, se esfuerza por presentar su mejor cara para disimular unos resultados más bien modestos. Esto no significa que las pérdidas sean considerables, pero las ganancias dejaron insatisfechos a todos. Los datos preliminares apuntan una votación muy pareja para ambos. Desde esta perspectiva, los dos reunieron la misma cantidad de votos, de tal manera que atribuirse el ser la primera fuerza política del país es una imprecisión de los dos, cuyo fin es no defraudar a sus respectivas militancias.
En una primera aproximación, los dos estarían parejos en el número de diputados,
alrededor de los treinta y tres, aunque es probable que ARENA tenga uno o dos
más que el FMLN. Visto más de cerca, el FMLN tendría uno más que los que obtuvo
en las elecciones del año 2003; pero ARENA habría obtenido seis o siete más. Es
decir, este último partido habría sacado más diputados que el FMLN, otra cosa es
que éste haya recuperado los diputados perdidos a lo largo de esta legislatura,
por sus divisiones internas. Desde esta perspectiva, ARENA habría avanzado más
que el FMLN. Sin embargo, ninguno de los dos tiene la mayoría simple en la
Asamblea Legislativa. Para eso, tendrían que concertar con el Partido de
Conciliación Nacional. Por lo tanto, ninguno de los dos, por sí mismo, podrá
sacar adelante su agenda legislativa. Tal vez por eso, los dos hablan de diálogo
y concertación, pero de antemano los dos sostienen que el otro lo rechaza. Esta
actitud no augura más que un estancamiento legislativo, más polarización y más
desgaste. En la votación cualificada, el FMLN gozará de una ventaja de la cual
carece en esta legislatura. Sus votos serán necesarios para alcanzar esa mayoría.
Esta ventaja no le viene dada por el aumento significativo de la votación, sino
por la configuración de la nueva legislatura. El aumento de ARENA a costa de los
pequeños ha despojado a éstos de su protagonismo actual. Cada año hay una serie
de elecciones que exigirán los votos del FMLN y esto le da un poder
relativamente importante para luchar por algunas de sus propuestas. La cuestión
es cómo usará ese poder, lo cual está relacionado con la actitud que adopte
ARENA. Sin sus votos, el FMLN tampoco puede sacar adelante una votación
cualificada.
Aunque casi todos los gobiernos locales del gran San Salvador son del FMLN, la
elección de la capital aún no está definida y se definirá por unos pocos votos.
Es incomprensible que en este contexto, donde predomina el FMLN, éste se
encuentre enzarzado en una cerrada competencia con ARENA por la alcaldía de San
Salvador. Alegar que esta posición es heroica por las desventajas o las
irregularidades de la competencia es desviar la atención del meollo de la
cuestión. Hasta ahora, el triunfo del FMLN en el municipio de San Salvador había
sido muy cómodo. A finales de febrero, tenía una leve ventaja sobre ARENA, la
cual perdió en la elección. El contexto rojo en el cual se encuentra enclavada
la alcaldía capitalina y el predominio de la ideología de izquierda en ese
contexto no han influido como para decidir esta elección. No obstante, tanto
ARENA como el FMLN proclamaron su triunfo de una forma anticipada e
irresponsable, puesto que ninguno de los dos tenía fundamento para ello. Al
proclamarse vencedores simultáneamente, abrieron la puerta para que el perdedor
alegue fraude. La intervención del Presidente de la República en esta aventurada
proclamación de ARENA es una irresponsabilidad mayor, porque su opinión no es la
de un ciudadano común y porque a él, más que a nadie, le corresponde velar por
la institucionalidad del país. El Tribunal Supremo Electoral tuvo que intervenir
en un vano intento por cortar por lo sano estas proclamaciones aventuradas.
El típico discurso superficial sobre la importancia del voto ciudadano como
ejercicio democrático, que forma parte del ritual electoral, en esta ocasión,
oculta irregularidades como la anterior. De todas las elecciones habidas en el
país desde 1992, esta fue la que presentó problemas organizativos más numerosos
y graves y en la que más se violentó con impunidad la legislación electoral. Por
primera vez, los centros de votación abrieron con una hora de retraso por
problemas logísticos, la tinta de seguridad no cumplió su función e incluso
causó lesiones, muchos tuvieron dificultades con el padrón, faltó señalización,
el personal no estaba bien capacitado, etc. Los tres partidos más grandes
violaron la ley electoral sin que ninguna autoridad electoral lo impidiera o
sancionara a los responsables. Tanto ARENA como el FMLN hicieron propaganda en
los centros de votación, indujeron al voto, compraron votos, llevaron a las
urnas a habitantes de los pueblos del otro lado de la frontera salvadoreña y
desplazaron población de municipios vecinos para votar en otros, confundieron
los documentos de identidad, aparecieron documentos de identidad falsos y
ejercieron violencia sobre la ciudadanía. Es cierto que estos hechos no
influyeron en los resultados de forma determinante, pero pusieron en evidencia,
desde otra dimensión, la debilidad institucional de la que adolece El Salvador.
Las irregularidades e ilegalidades ya no fueron hechos aislados como en las
elecciones pasadas, sino sistemáticas.
Al igual que en los otros ámbitos de la vida nacional, ningún funcionario
electoral ejerció su autoridad para impedir estas violaciones o sancionar a los
responsables. Ni siquiera intentaron ejercerla. Es más, las disculparon y las
atribuyeron a la pasión política o al desbordamiento de los ánimos. En realidad,
no intervinieron porque carecían de autoridad para ello. Todos los funcionarios
electorales, formalmente investidos de autoridad para garantizar la legitimidad
del proceso, desempeñan al mismo tiempo el rol incompatible de representantes de
un partido político. Por lo tanto, si el violador es del partido, el funcionario
desconoce el hecho; si es del adversario principal, entonces, sus protestas son
tan airadas como inútiles. Este desempeño de roles incompatibles comprende desde
el Presidente de la República, quien fungió como presidente de ARENA, hasta el
último funcionario electoral de los municipios más remotos del país. A todos
ellos les parece obvio asumir una función pública para defender los intereses de
su partido.
Ante estos resultados preliminares, el tiempo que los partidos y el gobierno de
ARENA dedicaron a la campaña, el bombardeo al que sometieron a la ciudadanía
durante semanas, las continuas intervenciones públicas de sus candidatos y la
intervención directa del presidente Saca no arrojaron los frutos que podrían
haberse esperado. Al contrario, la abstención ha sido demasiado elevada para el
esfuerzo hecho. Es cierto que la abstención es común en las democracias, pero,
hasta el último minuto, el gobierno de ARENA y todos los partidos hablaron de
votación masiva, de gran entusiasmo y de mucho interés en la elección. Si a esto
se agrega que la mayoría de los electores decidió su voto antes del comienzo de
la campaña, el esfuerzo y el derroche de recursos son un sin sentido.
Elecciones: perspectivas desfavorables para la democracia
Las elecciones municipales y legislativas del domingo pasado mostraron la necesidad de repensar los comicios. Se hace un considerable esfuerzo en el ámbito social, económico, político e institucional para celebrar elecciones cada tres y cinco años, pero los resultados en términos de consolidación de la democracia son pobres. El interminable escrutinio de las votaciones por San Salvador, junto a la lentitud del sistema de cómputo del Tribunal Supremo Electoral (TSE), que dio pie a declaraciones triunfalistas en las que el presidente de la República jugó un papel lamentable, todo esto simboliza el panorama de las elecciones pasadas. Pero, más allá de ello, habría que establecer las perspectivas que estas arrojan. En primer lugar, se hará un balance de la correlación de fuerzas políticas a nivel nacional. En segundo lugar, se analizará la composición de la Asamblea Legislativa que entrará en funciones el próximo primero de mayo. Finalmente, se hará una valoración del papel jugado por la centroizquierda en los comicios.
¿Se “salvó” la Asamblea Legislativa?
Pasará mucho tiempo antes que el ambiente público se desintoxique de frases como la siguiente: “yo, a ese partido, ni lo menciono, porque a la basura un escobazo y al bagazo poco caso. Por favor, quítenme las piedras del camino; por favor, ayúdenme a gobernar”. Esa declaración la dio el presidente de la República de El Salvador, Elías Antonio Saca, como parte de su campaña proselitista electoral a favor del partido ARENA, que también preside. Una buena cantidad de alusiones de este tipo han implicado para la Presidencia de la República, como institución, un grave deterioro. De hecho, el deterioro institucional es un punto que ha recibido especial señalamiento por parte de los observadores internacionales durante este proceso electoral, incluido el jefe de la Misión de Observadores de la organización de Estados Americanos, OEA, Moisés Benamor, quien hizo un llamado expreso y público a “rescatar la institucionalidad”. Krista Lee, una observadora internacional, señaló específicamente lo siguiente, “Nosotros concluiremos nuestro informe en dos semanas. Allí incluiremos la participación, por lo que nosotros vimos de tiempo casi completo, del presidente como miembro de un partido y no como presidente de toda la república de El Salvador”.
En fin, los deseos del presidente Saca de “quitarse las piedras del camino” —es
decir, los diputados del partido FMLN—para “poder gobernar”, no se transformaron
en realidad el 12 de marzo. ARENA aspiraba a obtener cuarenta y tres diputados,
lo cual le hubiera permitido formar una mayoría simple en la Asamblea
Legislativa y obtener su control. Las encuestas de opinión pública previas a las
elecciones vislumbraban la escasa probabilidad de que cualquiera de los dos
partidos que aspiraban a dicha cantidad de diputados, ARENA y FMLN, pudieran
obtener los votos necesarios para ello.
Para los partidarios de la gobernabilidad democrática, por otra parte, ha
resultado preocupante el solo deseo del presidente salvadoreño: una
gobernabilidad producto de un institucionalismo autoritario. Aunque, cabe
mencionar que esa gobernabilidad anhelada por Saca, aún con una Asamblea
Legislativa controlada por ARENA, no estaba asegurada. Era de esperar que la
oposición viniera con fuerza inusitada desde afuera de las instituciones, de los
movimientos sociales, ante la imposición arbitraria de las medidas del gobierno
de ARENA.
Resultados preliminares de las elecciones para alcaldes y diputados
Las elecciones del 12 de marzo dejaron una nueva distribución del poder en los concejos municipales. De igual forma, los comicios establecieron una nueva conformación del poder al interior de la Asamblea Legislativa. En términos generales, los partidos ARENA y FMLN continúan siendo los principales ganadores, ambos obtuvieron el mayor número de alcaldías y diputados en el país. Los viejos partidos PCN y PDC continúan teniendo una presencia importante a escala nacional, a pesar de la polarización política que vive el país. En el otro extremo se encuentra el CD, que obtuvo una cantidad mínima de alcaldías y diputados.
Tres días de incertidumbre
El lapso de tiempo comprendido entre el cierre oficial de las elecciones, pasadas las 5 de la tarde del 12 de marzo, y la declaratoria oficial de los resultados municipales en la capital, merece un análisis detenido. Al final del miércoles 15, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) todavía no había oficializado al ganador de la alcaldía de San Salvador, prolongando la incertidumbre de los electores, sobre todo de los que dieron el voto a la candidata del FMLN, Violeta Menjívar, quienes se apostaban en algunas zonas de la capital para protestar ante la tardanza del TSE.
Los otros resultados estaban más o menos claros: una victoria contundente de
ARENA en el ámbito municipal y en el ámbito legislativo, al incrementar la
cantidad de curules, con respecto a la legislatura todavía vigente. Por otro
lado, una más tímida victoria del FMLN en algunas municipalidades simbólicas del
país, sobre todo en el Área Metropolitana de San Salvador, donde ARENA sólo
retuvo la comuna de Antiguo Cuscatlán. El principal partido de oposición también
se habría agenciado una poblada fracción legislativa, suficiente como para
obligar a la negociación con la bancada oficialista. Aun así, el FMLN perdió
muchas alcaldías y estuvo lejos de obtener 43 diputados, que fue la meta auto
impuesta. Como quiera que sea, hay algunos aspectos sobre los qua hay que volver,
en el marco de esas horas de incertidumbre.
¿Quién figura en las noticias?
“Arriba” reciben toda la información, deciden qué es relevante y designan quién le dará cobertura. Él o ella se traslada al lugar de los hechos; recopila los datos y las versiones de la historia importantes a su criterio, para decidir luego el formato de presentación. Así nace la noticia. Las y los periodistas, junto a sus directores, engendran un pequeño “Frankenstein” mediático y le aseguran a la gente que es un producto veraz, real y trascendente. También le indican quién es bueno y quién no lo es; hasta le dicen cómo evaluar lo que publican. He ahí la “realidad” que recibe la población, buena parte de la cual se la cree sin más. Pero lo cierto es que desde la selección del material hasta la elección de las fuentes, el reportero o la reportera decide por sus destinatarios y busca la parte de los sucesos que considera “valiosa”. En todo ese proceso se pierde información, por descarte o cualquier otra razón, y lo que al final se entrega es la versión de la empresa mediática.
Quienes conocen de la materia hablan de una exposición sesgada de lo que ocurre
y hasta se afirma que esa es la nueva expresión de la dominación: controlar lo
que se piensa, interpretando los acontecimientos para asegurar la existencia de
la mujer o el hombre “necesarios” para la subsistencia social. El psicólogo
argentino Enrique Guinsberg afirma que toda sociedad necesita construir un
determinado sujeto que le asegure el mantenimiento y reproducción del sistema.
En dicho proceso, los medios de comunicación —junto a las iglesias, la escuela y
la familia— juegan un papel importante no sólo por lo que dicen sino también por
lo que no dicen; de esa manera, evitan el desarrollo de una conciencia crítica
en la sociedad.
Desde esa perspectiva, en algunas ocasiones los medios reproducen la realidad y
en otras la construyen, la editan o la moldean a su antojo. Reflejan las
diferencias sociales pero también definen estereotipos de belleza, inteligencia,
bondad, maldad, fracaso y éxito. Isabel Moya, periodista cubana, afirma que han
impuesto como modelo de triunfador histórico al “ciudadano varón del norte”.
Según esa lectura, es el hombre quien triunfa y lo hace cuando alcanza el
llamado “sueño americano” porque eso se afirma en televisión, radio, prensa
escrita y demás medios de difusión masiva. Por eso, además, resultan
determinantes a la hora de definir los roles de género.
Sobre esto último, cabe mencionar que el pasado miércoles 8 de marzo se
conmemoró el Día Internacional de la Mujer; en ese marco, la Asociación Mundial
para la Comunicación Cristiana (WACC, por sus siglas en inglés) y diversas
instituciones en el planeta —el IDHUCA, entre éstas— impulsaron la campaña
denominada: “¿Quién figura en las noticias?”. En la misma se presentó el Informe
del Proyecto de Monitoreo Global de Medios. Los datos analizados surgieron de
una investigación realizada en el 2005 con el propósito de revelar el papel de
la mujer en los medios de difusión, tanto en el ámbito nacional como en el
mundial.
Los resultados de tan valioso esfuerzo fueron contundentes y confirman la
afirmación de Moya. En general, los hombres son los protagonistas de las
noticias; su voz domina los medios de comunicación y les permite asegurar que
esa versión de los hechos predomine para ser presentada como “la realidad”. Pese
a que las mujeres constituyen el 52% de la población en el mundo, sólo veintiuna
de cada cien aparecen en las noticias. Al profundizar en los datos, resulta que
los hombres son la fuente informativa preferida de las y los periodistas cuando
se trata de noticias “duras”; léase las políticas, gubernamentales y económicas.
Mientras, las mujeres aparecen con más frecuencia en la información relativa a
celebridades y artes.
En el fondo, se confirma que los medios consideran más capaces a los hombres
para cubrir esos temas; se consideran las voces autorizadas para referirse a los
mismos, reafirmando así su posición privilegiada. A las mujeres, en cambio, se
les relega a cuestiones “superfluas”, con poca o nula importancia que no
requieren mayor análisis. Los resultados de la citada investigación ratifican
que —como señalaba Ivonne Farah, investigadora de la Facultad Latinoamericana de
Ciencias Sociales (FLACSO) en Bolivia— “las noticias no tienen sexo, pero sí
género” ¿Por qué? Porque los hombres aparecen como voceros o expertos en los
temas que abordan y las mujeres, cuando asoman, lo hacen para contar una
experiencia personal u opinar sin ser consideradas duchas e ilustradas. Aún más,
por cada hombre que ocupa el rol de víctima en la noticia hay dos mujeres
presentadas de esa forma; el mensaje es el de la mujer frágil y débil, frente al
hombre poderoso y fuerte.
Eso no sólo pasa en lo relativo a las fuentes noticiosas; también, ocurre al
interior de los medios. Las mujeres cubren sólo noticias consideradas propias de
su género. El documento de la WACC muestra que las reporteras atienden temas
“suaves” como educación, relaciones familiares, farándula y salud. El Salvador
no es la excepción. Las secciones relacionadas con tales temas son lideradas,
casi siempre, por mujeres. Como ya se dijo, son muy pocas las destinadas a
atender noticias “duras” y —por tanto— mucho menos las que sobresalen informando
sobre la economía, el comportamiento de las y los políticos o la situación
social de la población. Eso sí, son las “estrellas” de revistas matinales y
secciones de cocina, belleza, salud, familia o educación.
El problema no se acaba ahí. También cabe considerar el total de comunicadoras
en los medios. En El Salvador, sólo el 21% de periodistas está constituido por
mujeres. El rubro donde superan el contingente masculino, es el de la
presentación de noticias; ahí alcanzan el 71%. Esto último, en ningún momento se
traduce en mayor protagonismo; al contrario, su figura se utiliza como “material
decorativo” de los informativos mientras el hombre se encarga de las secciones
de opinión y entrevista, además de interpretar y analizar la realidad.
Todo lo anterior no responde únicamente a una idea primitiva de la mujer por
parte de los dueños y gerentes de los medios. Que su buena imagen es lo único
que pueden ofrecer, también es un concepto enquistado con fuerza en algunas
estudiantes. Según una catedrática de la UCA, es considerable la cantidad de
señoritas en las aulas universitarias aspirando ser la “cara bonita” del
noticiario televisivo; para algunas jóvenes, eso es éxito profesional. Peor aún,
la mayoría de presentadoras de noticias también trabaja como modelos comerciales;
por eso, poco se conoce de las que —con su cobertura informativa— han destapado
casos de corrupción, han cuestionado con habilidad y valentía a las personas
denunciadas, o han denunciado las estructuras que impiden a las víctimas
encontrar justicia. No lo hacen, muchas veces, para no exponerse a que sus
cuerpos y sus nombres no reciban la misma publicidad.
El tema de la desigualdad de género apenas se aborda en el país y el mundo; rara
vez, algún medio lo considera dentro de sus noticias. Sara Lovera, periodista e
investigadora mexicana, asegura que “las imágenes sexistas aún permean el
contenido de una buena cantidad de medios de comunicación; en ellas la mujer es
presentada como madre sacrificada, ejecutiva infeliz, mujer humilde y obediente,
fiel y servidora”. Detrás de todo gran hombre, dicen, está una mujer pero como
prototipo de belleza; de ahí la frustración de aquellas que no entran en el
estereotipo de mujer perfecta o que no están conformes con el mismo.
El documento de la WACC concluye señalando que el contenido de las noticias
refuerza las erradas visiones de género, “al describir un mundo en el cual las
mujeres son relativamente invisibles”. Por eso es importante tomar en serio los
mensajes que los medios de comunicación difunden. Su papel socializador es vital
para mantener un determinado tipo de cosas o transformarlo; en este caso, para
reforzar o cambiar las concepciones de género. La necesidad de comunicarse
efectivamente debe ser asumida como un derecho humano, pues la existencia de la
sociedad no se concibe sin esa esencial forma de relación humana; por eso, se
deben presentar de forma correcta los nuevos roles que la mujer ha asumido y
darle voz a los sectores que —como éste— han sido excluidos sistemáticamente.
Hay que evitar caer en la trampa de etiquetar a las mujeres de acuerdo al papel
que algún tipo de poder considere deban desempeñar. Para que eso no ocurra, en
la sociedad salvadoreña y el mundo se debe tener conciencia de que los medios no
son lo que dicen ser. Ni son veraces, ni son reflejo de la realidad. Como afirma
Isabel Moya, “los medios son el gran espejo, no de lo que la sociedad es, sino
de lo que debe aparentar ser”.
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