Oficina de Vinculación con Graduados

 
Josué Ramírez
jramirez@uca.edu.sv

“A la persona que hace bien las cosas, Dios le ayuda; y las personas que obran mal, llevan las de perder”

Valerio Fontanals, gerente propietario de ARRECONSA

 

Conducirse en los alrededores del centro de San Salvador es toda una aventura. Manejas sobre calles estrechas o con baches (algunas en reparación y otras olvidadas), conductores del transporte público temerarios, advertencias para transitar en algunas cuadras, parqueos obstruidos y un retrato, maltratado, de los años de desarrollo industrial que vivió El Salvador a mediados del siglo XX. En medio de este escenario, cerca del mercado San Miguelito, sobre la 17 calle oriente, se ubica ARRECONSA, una empresa que ha mantenido una cultura corporativa como en los años 70, pero con la innovación tecnológica del nuevo siglo.

La secretaria nos anunciaba. Esperamos un momento. Al fondo unas letras luminosas resaltaban las siglas de la empresa, mientras la colaboradora organizaba una pila de carpetas, que parecían nunca terminar. De pronto, se acercaba el Mtro. Fontanals o como de cariño le dicen todos, Don Valerio. – Mucho gusto, pasen a la sala de reuniones – Detrás de nosotros una pared de vidrio separaba la recepción de un salón con una mesa para ocho personas, sillas ergonómicas, fotos enmarcadas con trabajos de la empresa y un enorme cuadro religioso que esperaba a ser colocado en aquel lienzo de concreto.

Valerio Fontanals ha estado al frente de ARRECONSA durante más 5 décadas de trabajo. Foto: OVG

 

¿Cómo nace ARRECONSA y usted se convierte en empresario?

Todo comienza con mis padres. Mi papá puso negocios de ferreterías e importaba diferentes cosas de Japón, de Mitsubishi y traía juguetes, en aquel tiempo importaba casi el 80% de los juguetes del país y quien le compraba casi todo era la niña Evangelina Durán, de la Nueva Milagrosa, una gran tienda que ya no existe. También mi mamá abrió el segundo supermercado en El Salvador, se llamaba San Francisco, entonces yo me críe ayudando en los negocios de mis padres.

Cuando tenía 10 años mi papá sacó un préstamo de ₡60,000 colones. Fui con él al banco donde explicó el proyecto sobre los encofrados metálicos a don Luis Escalante Arce, ellos se conocían. Le dijo que buscara un fiador. Le llevamos uno y lo rechazó, después otro y lo volvió a rechazar; entonces mi papá ya un poco molesto le dijo “a quién diablos te traigo”, él le dijo que al cuñado, mi tío tenía una ferretería muy famosa, la Pablo Llort, que si lo llevaban a él hasta un millón le podían dar. Llegó con mi tío y firmaron el contrato. Me quedé con eso y le pregunté a mi papá que por qué don Luis había rechazado a los demás y no a mi tío, entonces me dijo “tu tío es una persona correcta, si él tiene ₡1,000 colones y tiene el compromiso de pagar ₡1,000 colones, él va a dar todo aunque se quede sin comer”. Eso se me quedó grabado.

Entonces pasaron los años y en una ocasión, viniendo de San Miguel, mi papá tuvo un accidente y ya no pudo ir a las construcciones, él se encargaría del ramo de ferretería y yo, de todo lo demás. Y así pasaron 65 años y ARRECONSA sigue en pie. Esas enseñanzas me han servido, yo dije tengo que ser como mi tío, y usted puede preguntar en todas partes del mundo donde compramos, desde China, Europa, México, nunca hemos dejado de pagar.

 

ARRECONSA también es un reflejo de perseverancia y constante dedicación. En cada uno de sus pasillos, encontramos fotografías e ilustraciones de proyectos que han llevado a cabo a lo largo de seis décadas de trabajo. Además de incorporar servicios que no existían en El Salvador, como el arrendamiento de baños portátiles desde la década de los 90. Implementar ideas innovadoras o incorporar productos modernos, ha sido parte del plan de negocios.

ARRECONSA fue la primera empresa que introdujo los sanitarios portátiles para eventos masivos en vía pública. Foto: OVG

 

¿Cómo ha logrado mantener y desarrollar la empresa?

Hemos ido creciendo poco a poco. Algo que me ha ayudado mucho es andar en ferias internacionales. En una ocasión, cuando fui a las Olimpiadas de Barcelona, en 1992, ahí vi los sanitarios portátiles. Yo dije, en El Salvador no hay de estos. Entonces, nos metimos con sanitarios portátiles. Tenemos los permisos de medio ambiente, pero por nuestra cuenta tenemos un permiso internacional, porque siempre hay que andar adelante.

Cuando quise meter los sanitarios al mercado salvadoreño, varios compañeros me decían porque te vas a meter en eso, y al final nos fue bien. Luego, con eso de los baños, hubo un fenómeno bien bonito, la gente nos llamaba y nos preguntaba si nosotros dábamos el servicio de limpieza de fosas sépticas, al inicio les decíamos que no, pero luego le dije a mi hijo que nos pusiéramos las pilas y que viéramos cómo era el asunto. También nos metimos, ahora es más rentable la limpieza de fosas sépticas que el alquiler de sanitarios.

Me acuerdo cuando comenzamos con los puntales de hierro, en lugar de los cuartones, me animé a hacer el primer pedido de puntales a Inglaterra, según yo, iba a ser un éxito y me voy topando con los comentarios de los carpinteros que mucho pesaban, que no sé qué, que no sé cuánto. Fuimos los primeros en traer puntales, mira ahora, son miles de puntales para un lado y para otro, así empezamos.

 

La habilidad para los negocios, sin duda, viene de familia. Sin embargo, la formación universitaria también marcó a la hora de tomar decisiones financieras. Valerio Fontanals ingresó a la UCA en 1966 y es graduado de la Licenciatura en Administración de Empresas. Además es de la primera promoción de la Maestría en Administración y Dirección de Empresas, cuyo título fue entregado en 1989. Su paso por la Universidad está marcado por una etapa de disciplina académica y ver de cerca el despegue de una de las universidades más importantes para El Salvador.

Valerio Fontanals es parte de la primera promoción de la Maestría en Dirección de Empresas. Foto: OVG

 

Usted se inscribió a la UCA cuando estaba recién inaugurada ¿qué es lo que más recuerda de la universidad?

Yo entré a la UCA cuando estaba en la Iglesia Don Rúa, el gobierno no quería darle chance a la UCA, digamos, porque decían que le iban a quitar parte del presupuesto a la (Universidad) Nacional, y otras cosas más. A nosotros nos llevaron a la Asamblea Legislativa, donde ahora es el Palacio Nacional, ahí fuimos a hacer barra para apoyar a la UCA. Después de tanto, empezamos en Don Rúa, ahí estuvimos uno o dos años, de ahí nos movimos al Colegio Externado. Con el P. Gondra nos hicimos muy amigos. Él me tuvo mucho aprecio, daba misa a las 6:00 a.m., siempre iba a la misa de él. Le sacaba buenas notas. Él nos daba Economía. Era serio, pero yo trataba de ir un capítulo adelante y cuando daba la clase ya tenía las preguntas.

Yo vi crecer a la UCA. Cuando la veo ahora y me recuerdo de cómo  la empezamos nosotros, me da alegría. Los compañeros, la amistad que hice con tantos compañeros y profesores. Bueno a todos los padres (jesuitas asesinados) yo los conocía, me dieron clase en la Maestría, fue algo que lamentamos, porque las ideas se combaten con ideas, no con violencia.

 

Y ahora que menciona la Maestría, ¿qué le motivo estudiarla?

Yo salí de Administración de Empresas, y andaba buscando estudiar la maestría en Costa Rica, pero en eso murió mi papá. Entonces yo me tuve que hacer cargo del negocio, y empecé a trabajar, se me olvidó el asunto del estudio. Entonces, allá, a los años, me llegó una carta del P. Ibisate de que iban abrir una maestría. En ese momento dije, es ahora o nunca, me inscribí. Fueron como tres años duros, pero valió la pena, sobre todo porque a mí me gustaba y ya vivía en el mundo de los negocios.

 

La vida de don Valerio es todo un abanico de experiencias. Cada una se entrelaza para formar la historia de un hombre que miraba una oportunidad de crecimiento en cada uno de los desafíos con los que se encontraba. Desde joven aprendió el valor del trabajo y en la universidad encontró una metodología para organizar mejor su negocio. Sin embargo, también a la par del estudio y el trabajo, había una pasión deportiva que sin ella, todo este relato fuese completamente diferente, pues sin pensarlo Fontanals dice “la disciplina del deporte, le ayuda a uno en la disciplina del trabajo”.

En el recorrido por las instalaciones de ARRECONSA, no se diferencia mucho de otras oficinas. Escritorios, empleados administrativos, un teléfono que suena a lo lejos, el teclear de algunos dedos, nada fuera de lo común. Pero, llegamos a la azotea del edificio. ¿Por qué moverse a un gimnasio, pagar membresías y esperar a utilizar algunas máquinas, cuando puedes tener tu propio lugar personalizado de entrenamiento? Exactamente, la empresa, en su último nivel cuenta con un espacio de preparación física para atletas de alto rendimiento: “aquí preparamos a Eva María Dimas”, mencionaba don Valerio entre risas.

El Mtro. Fontanals ha sido campeón mundial (categoría máster) en levantamiento de pesas en dos ocasiones Foto: OVG

 

¿De dónde nace su pasión por el levantamiento de pesas?

Desde bachillerato me gustó la actividad física. Donde yo vivía había un gimnasio, era de los primeros en el país, se llamaba Atlas, de don Ricardo Magaña. Yo había destacado como basquetbolista en el Liceo Salvadoreño, pero era bien delgadito, quizás si hubiese seguido, habría llegado a la primera del Liceo, porque me gustaba. Pero un día llegó a hacer promoción don Ricardo Magaña, de que fuéramos al gimnasio. Fui y me comenzó a gustar, los compañeros levantadores me comenzaban a decir de que tenía fuerza. No me gustaba por el ruido que hacían las pesas al caer, antes las pesas eran de hierro, no eran forradas con plástico como ahora. Aprendí Tumbling, que es como una especie de gimnasia acrobática, gané el primer novato de San Salvador, de ahí gané el primer centroamericano, luego fuimos a otros campeonatos ya más serios.

 

Entiendo que fue seleccionado olímpico ¿cómo coordinaba los tiempos para el estudio, empresa y deporte?

Uno tiene que ser metódico, tenía mis tiempos en los que entrenaba y mis tiempos de estudio. Representé a El Salvador en los Juegos Olímpicos de México 1968. Hace poco se cumplieron 50 años de esos juegos e hicieron un acto conmemorativo al que asistí, como parte de aquella delegación salvadoreña. También, con el tiempo llegué a ser campeón del mundo, pero en categoría máster, que es de los 35 años en adelante, llegué a ser campeón en Sabana Georgia, y luego en Chipre.

El deporte me evitó vicios, yo no sé lo que es fumar, andarme desvelando, el deporte de alto rendimiento es todo un sacrificio. Cada vez que teníamos un campeonato, don Roberto Magaña me decía, se tiene que cuidar como una niña de 15 años, así conocí muchos países, anduve en Rusia, en Ucrania, con esto de la guerra me da lástima porque conozco esos lugares. Fui a casi toda Europa.

 

¿Nunca interfirió con la empresa?

Si no hubiese andado tanto en el deporte, probablemente algunas cosas serían diferentes. Pero, por decirle algo, en Grecia, en el tiempo de Pericles, cuando hicieron la Acrópolis, él pasaba la mitad del tiempo en la academia y la mitad del tiempo en el gimnasio, y fue la época de prosperidad de Pericles, eso me inspiró.

 

El reloj marcaba cerca de las 3:30 p.m. En el recorrido, de pronto observamos que los trabajadores se tomaban un receso, compartían torrejas y una taza de café. “Me guarda la mía”, decía Fontanals. De pronto, el ambiente parecía más tranquilo, aunque los archivos iban y venían, y algunos empleados de campo entraban y salían, nada incomodaba en ese momento. Llegamos al lugar donde se encuentra la oficina de don Valerio, al cruzar el dintel parecía que ingresábamos al despacho de una empresa en 1970, pero con computadoras recientes. Una pared con fotografías familiares y momentos significativos del dueño de ARRECONSA. Incluso hay un espacio con el retrato del primer empleado contratado en la compañía. Al fondo una cocina, “aquí les brindamos el almuerzo a todos, para que no anden buscando afuera”.

La generosidad es parte de la personalidad del empresario. Don Valerio se ha encargado de apoyar, incluso, a personas que están fuera de su organización. Por muchos años, la 5ª avenida norte de Santa Tecla ha visto como centeneras de personas, en estado de vulnerabilidad, reciben un plato de desayuno a diario, y a algunos niños y adultos les ha apoyado con medicamentos o servicios médicos. A don Valerio no le gusta hablar de esta faceta de su vida, pues siempre trata de aplicar la enseñanza bíblica: “lo que haga tu mano derecha que no lo sepa la izquierda”. Sin embargo, en medio de las preguntas surgió el tema.

Cada día, don Valerio, brinda alimentación a más de 200 personas en estado de vulnerabilidad económica. Foto: OVG

¿Cuál es la clave para que una empresa prospere?

Actualizarse, tratamos de capacitar de manera constante al personal, para que se mantengan actualizados. Acabo de firmar un cheque para un muchacho que se va a especializar en SAP. De mi parte siempre leo de administración, mercadeo, para estar al tanto. También, muy importante, es la fe en Dios. Luego, como empresa hemos compartido cosas… que… no mucho me gusta decir… pero tenemos una organización, ayudamos con alimentación alrededor de 200 y 300 personas de Santa Tecla, de las zonas marginales.

 

¿Esta organización tiene nombre?

Yo le digo así, por decir algo, pero… es una obra de caridad. Regalamos sillas de ruedas a gente minusválida, le ayudamos a niños cuando es época de útiles, personas que necesitan medicinas… – Don Valerio no logra contener sus lágrimas al recordar a las personas que a diario se reúnen en esta calle para recibir su ayuda – Dispense que me emociono. Colaboramos con los Heraldos del Evangelio, al P. Martín Ávalos en Santa Ana, la obra del P. Vito Guarato, él venía aquí, le prestábamos todo el equipo.

 

¿De dónde nace esta iniciativa de ayudar a los demás?

Buena pregunta, es todo lo que uno mira de pequeño. Mi mamá era así, con otras señoras, repartía comida aquí en la San Francisco, eran colas de gente repartiendo, esas cosas se le van pegando a uno. Luego tuve un flash un día, hubo un tiempo en que trabajaba y trabajaba y no veía nada. Entonces, y lo voy a decir así, escuche una voz que me dijo, “Valerio, si tú trabajas para mí, yo voy a trabajar para vos”. Eso fue como hace unos 15 años. Y a veces yo digo, cómo voy hacer para mantener todo esto, porque ha habido veces que no tengo, y estoy a punto de decirles que no lleguen, de repente, la mano de Dios.

 

La espiritualidad y los valores religiosos también son parte de la esencia de las acciones de don Valerio. Una familia unida le respalda, pues a pesar de las circunstancias del camino, su esposa, dos hijas, un hijo y nueve nietos, llenan el corazón de un hombre que se siente satisfecho con dar a los demás.

Un matrimonio con 50 años de historia. Foto: OVG

 

Hace poco cumplió las bodas de oro ¿qué tan difícil es lograr 50 años de matrimonio?

Así me decía un amigo, mirá te felicito que has llegado a los 50 años, tantos compañeros de nosotros divorciados, con cuatro casamientos. Lo más triste, que a veces vamos al casamiento de un conocido, gran evento, y luego a los dos años, se divorció. ¡Nombre! Hay un demonio que se llama Asmodeus, este ataca a las familias. El que tiene la potestad de amarrar al demonio es San Rafael Arcángel, él lo encadena, pero uno le tiene que pedir. En una relación siempre hay sus altas y bajas, pero siempre le agradezco y le pido al Señor, siempre amar a mi esposa, saberla respetar, en fin, todo eso ayuda. Y como padre ser ejemplo para mis hijos. Cuando era joven y decían, cumplieron 50 años de matrimonio, ya están viejitos decía yo y me imagino que ahora la gente dice lo mismo de mí. –entre risas expresó Fontanals-.

 

¿Cómo ve esta generación?

Ahora todo es distinto, incluso para hacer los negocios, no como cuando empezamos. Ahora todo es digital, por eso aquí hay muchas personas que me ayudan en eso, mis hijos, pero yo siempre los estoy guiando en las cosas importantes.

 

¿Ha pensado en el retiro?

Pues, es que cuando paso en la casa, me aburro. Entonces no duermo bien. Pero cuando vengo aquí y trabajo, paso bien tranquilo, después duermo bien sabroso –Suelta otra carcajada-. Pero sí, va a llegar un día, ya están encaminados, estamos preparando a los nietos también.

 

¿Cuál sería su consejo para alguien que comienza con un negocio?

Para hacer crecer un negocio, la honradez y la formación continua es lo más importante. Hay gente que dice que porque ya salió de algo, ya estuvo, ¡no! Siempre hay que seguir poniéndose al día, estudiar y, sobre todo, si están en la UCA, garantizarles que es una universidad muy buena. Yo me siento orgulloso de haber salido de ahí y todo lo que estudié han sido herramientas. Dios me había entrenado desde pequeño, mi mamá a veces iba a Guatemala y me dejaba el Súper y nunca le robé ni un centavo. Yo siempre buscaba tenerle bastante dinero para cuando ella viniera, eso me gustaba, la honradez. Porque a la persona que hace bien las cosas, Dios le ayuda; y las personas que obran mal, llevan las de perder.

 

Un apretón de manos de despedida. Algunos temas quedaron pendientes sobre la mesa, por ejemplo su faceta de modelo (don Valerio fue imagen de muchas marcas de perfumes, calzado y ropa masculina), preparador físico de atletas de alto rendimiento, su afición al Barcelona, los peregrinajes religiosos a lugares sagrados, entre otros temas que estarán pendientes para otra tarde de café. A la salida de la oficina, una torre de sopas instantáneas, sardinas y víveres ocupaban parte del pasillo. Todo listo para una jornada matutina de solidaridad en Santa Tecla.