Muchas o ninguna son las metas que un adolescente podría hacerse en educación secundaria. Con tanta vida por avanzar, miles de distractores alrededor y un tiempo cronometrado para decidir qué futuro elegir después del bachillerato, Rodrigo Alfonso Morales tuvo clara su vocación y en dónde formarse “desde bachillerato supe que quería estudiar Economía y como mi papá es economista graduado de la UCA, no miré más opciones de universidades”, manifestó.
Podría decirse que desde pequeño, la experiencia universitaria fue muy cercana: “mi papá en más de alguna ocasión me llevaba a clase, quizás no había quien nos cuidara, y él me llevaba”, además las conversaciones peculiares entre padre e hijo incluía hablar sobre temas económicos, “cuando pasaban las noticias, yo le hacía preguntas sobre la situación económica y él me las respondía”.
Hasta que llegó el momento de inscribirme en la UCA. A pesar del interés por la carrera y universidad, hubo pequeñísimas dudas que hubiesen permitido que esta conversación fuera con un programador o un abogado, “pensé en algún momento estudiar alguna Ingeniería en Sistemas o leyes, a veces se tienen dudas de lo que uno quiere estudiar”, al final la balanza se inclinó más por la enseñanza jesuita y hoy vemos los resultados.
De sus experiencias en la Universidad, la que más resaltó fue su papel de instructor en diferentes materias y en especial de “Economía Política, que por cierto la recibí de Aquiles Montoya, lastimosamente ya falleció, pero estoy muy agradecido porque aparte de que fue mi profesor, también tuve la oportunidad de ser su instructor varias veces y aprendí mucho”. A pesar de la disciplina académica también hubo tiempo de socializar en medio de parciales y proyectos “en ocasiones eran semanas encerrados en la casa de algún amigo, se formaron muchos vínculos, hice buenas amistades, tuve parejas, pero todo alrededor de las exigencias de la carrera”.
Una vez graduado y con algunas experiencias laborales en el área, se centró en la búsqueda de una beca para continuar sus estudios de maestría. “Como no me daban respuesta de la beca, tomé un empleo en la Superintendencia del Sistema Financiero en la dirección de estudios, siempre tuve la idea de dedicarme a la investigación, específicamente sobre comercio internacional”. Hasta que llegó la oportunidad para continuar sus estudios de postgrado en la Universidad Nacional Autónoma de México, donde no solo alcanzó una maestría, también alcanzó el título de Doctor en Economía, en el año 2020.
Las bases que recibió en la UCA le permitieron desarrollarse con éxito en sus estudios de postgrado. Rodrigo manifiesta que el programa de economía es muy sólido y le ha permitido desenvolverse en diferentes ambientes y contextos, “la gran ventaja del plan de estudios de la UCA es que tiene un programa heterodoxo, enseñan por un lado economía política entorno a las ideas de Marx, teorías neoclásicas, teoría keynesiana, etcétera. No tiene un solo enfoque”. También cuenta que su proceso de adaptación a la metodología de la universidad mexicana no fue muy complicado “de hecho aquí en la UNAM hemos venido varios y quedamos bien. Los salvadoreños economistas graduados de la UCA hemos sido muy aplicados y es por la sólida formación. La UNAM tampoco se casa con un solo enfoque, tiene el abanico de enfoques, de esta manera la UCA me ayudó para enfrentar la maestría”.
El historial profesional de Rodrigo se amplía si se cuentan los reconocimientos recibidos en diferentes momentos de su carrera. El más destacado es por la investigación publicada en la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y el Instituto de Investigación Económica de la UNAM, donde incluye los resultados de su tesis doctoral, en este trabajo “analizo comparativamente los efectos que tiene el comercio que realiza El Salvador y Costa Rica en Centro América y Estados Unidos, por medio del análisis de insumo-producto”, este trabajo mereció un segundo lugar en el 2018. Además, en el 2019, ganó el segundo lugar en el “Certamen Permanente de Investigación Doctor Manuel Noriega Morales”, organizado por el Banco de Guatemala (BANGUAT).
Rodrigo menciona que lo más difícil de los concursos “es animarse a participar en el primero, porque siempre está el miedo de que uno va a trabajar por gusto. Pero llegó un momento en que dejé de pensar de esa manera, yo dije, bueno puedo hacer un trabajo, enviarlo a un concurso y si no gano busco si se puede publicar, en todo caso no será un trabajo perdido.” Así se animó y en el primer concurso ganó el primer lugar “en la categoría de jóvenes investigadores del Banco Nacional de Comercio Exterior de México, de una revista que se llama Comercio Exterior, fue un artículo pequeño y resulté ganador”.
Respecto a sus planes a futuro espera continuar desarrollándose como investigador académico, pues menciona que “tiene una serie de ventajas, principalmente, el grado de libertad para escoger los temas que nos gustaría investigar, eso es valioso porque uno puede tener su propia agenda”. Los planes continúan, ahora con un panorama más preciso, “en 10 años me gustaría seguir investigando, pero de una manera más robusta… a corto plazo, deseo seguir estudiando las problemáticas relacionadas a El Salvador y a Centro América, pues esa es mi motivación principal. Ver qué se puede hacer, todavía no lo respondo, pero espero en 10 años tenerlo un poco más claro para aportar a la realidad de la región”.