Gabriela Vargas es una joven que ha convertido los desafíos en oportunidades y las oportunidades en acciones que transforman vidas. Con esfuerzo, educación y vocación de servicio, ha generado un impacto en comunidades vulnerables a través de programas internacionales, proyectos sociales y la fundación de una organización juvenil.
Mercadóloga con enfoque social
Desde pequeña tuvo claro que quería estudiar en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), inspirada por su hermana y sus primas, quienes también se formaron en esta institución. Su decisión de cursar la Licenciatura en Mercadeo nació de un proceso de autodescubrimiento que inició en el Programa Empresarial Supérate, donde las pruebas vocacionales revelaron su afinidad a esta carrera.
Durante sus estudios, se dio cuenta de que el mercadeo podía trascender el ámbito comercial y convertirse en una herramienta de transformación dentro de las organizaciones sociales. “Soy una mercadóloga con enfoque social”, afirma con orgullo, destacando cómo esta perspectiva la guió a crear su propia organización. La UCA y su enfoque humanista fomentaron su creatividad, afinaron sus habilidades de comunicación y cimentaron en ella la vocación del servicio.
Una experiencia transformadora
El Programa Empresarial Supérate fue para ella una etapa clave en su formación personal y académica. Durante tres años, este programa no solo la desafió a alcanzar la excelencia académica, sino que también le enseñó habilidades para la vida “Supérate me preparó para los retos de la universidad y me dio las herramientas necesarias para aprovechar cada oportunidad”, afirma. Describe el valor de la educación como un regalo invaluable. “Me abrió puertas que jamás imaginé, desde aprender inglés hasta entender la importancia de devolver a la sociedad lo que he recibido”, agrega.
El lema del programa, “giving back”, sembró en ella una vocación de servicio que se afianzó con cada experiencia de voluntariado. Supérate también le permitió reconocer el privilegio de la educación y el impacto que puede generar al compartirla con otros. “Esa satisfacción de ayudar a los demás es algo que descubrí ahí y que sigue marcando mi vida hasta hoy”, concluye.
Voluntariados que marcan vidas
Desde sus años de bachillerato encontró en el voluntariado una forma de transformar su entorno inmediato. En la escuela pública donde asistió, identificó la falta de una biblioteca adecuada. Junto a compañeras del programa Supérate, creó un proyecto para llevar libros y organizar clubes de lectura enfocados en temas como género, medio ambiente, literatura y memoria histórica. “Yo quería regalarles lo que a mí me había dado el programa: la libertad de encontrar el amor por la lectura sin imposiciones”. Estos esfuerzos sentaron las bases de Sueños y Letras, una organización que fundó más tarde junto a su hermana para fomentar la lectura desde la infancia. “Descubrí que el voluntariado no solo impacta a otros, sino que también transforma tu vida”, reflexiona.
En 2018, Gabriela y su hermana fundaron Sueños y Letras. Lo que comenzó como un pequeño proyecto sin un nombre, impulsado por el compromiso de cuatro jóvenes que llevaban libros y organizaban clubes de lectura en su antigua escuela, pronto se convirtió en una iniciativa con mayor alcance. “El programa Supérate me dejó esa semilla del ‘giving back’, y con mi hermana y amigas queríamos devolver a otros jóvenes lo que habíamos recibido: la oportunidad de soñar y crecer a través de la lectura”, comparte.
El verdadero punto de partida llegó cuando decidieron postularse al premio Solidaridad de la Fundación Sagrera Palomo, un capital semilla para proyectos con impacto comunitario. Con esta motivación, bautizaron su iniciativa como Sueños y Letras y su misión es simple pero poderosa: despertar el amor por la lectura y abrir oportunidades para jóvenes que de otra forma no las tendrían. A lo largo de los años, la organización ha crecido, involucrando a más de 16 voluntarios activos y desarrollando proyectos como Explorarte, que forma a docentes para trabajar lecturas y emociones con sus estudiantes, y procesos de escritura creativa en comunidades como Apopa. Hoy, Sueños y Letras sigue siendo un espacio donde se cultivan sueños, se fomenta la creatividad y se construye un mejor futuro.
Camino a la Beca Botín
El Programa para el Fortalecimiento de la Fundación Botín representó uno de los retos más significativos en su vida. Diseñado para jóvenes latinoamericanos con vocación de servicio público, el proceso de selección implicó seis meses de rigurosos ensayos, entrevistas y validación.“Fue un proceso desafiante pero enriquecedor, que me hizo cuestionarme cosas que nunca antes había pensado”, recuerda.
Aunque no fue seleccionada en 2020, perseveró y en su segundo intento en 2021, logró ser elegida. Uno de los momentos clave en su candidatura fue la presentación de un proyecto de impacto comunitario, “Leer para Resistir”. Este proyecto, orientado a la creación de clubes de lectura tras la pandemia, buscaba apoyar a jóvenes en su rendimiento académico y fomentar la lectura como herramienta de resiliencia. “Mi enfoque siempre ha sido la educación y el servicio comunitario, y creo que eso marcó la diferencia en mi selección”, reflexiona.
La beca de la Fundación Botín significó mucho más que un logro académico o profesional; fue una experiencia transformadora que redefinió su visión de vida. “En un contexto como el nuestro, donde es fácil caer en la desesperanza, estas oportunidades me llenan. Me motivaron a regresar a mi país y seguir trabajando desde cualquier ámbito en el que esté”, expresa con convicción.
Participar en el Programa Botín fue una experiencia profundamente transformadora. El intercambio con comunidades y sistemas educativos similares al salvadoreño le dio ideas concretas para abordar retos en su propio entorno. “Fue un momento para reconfirmar que estoy en el camino correcto: trabajar desde la educación y el servicio comunitario”, afirma.
South American Business Forum: Alzando la voz por El Salvador
En el South American Business Forum (SABF), representó a El Salvador en un evento que reunió a 100 jóvenes de todo el mundo para discutir temas globales. “El Salvador no suele estar presente en estos espacios, y para mí fue especial poder hablar sobre nuestras realidades, lo bello y lo difícil, en un foro internacional”, explica. La temática del año, centrada en una sociedad interconectada, le permitió compartir sus experiencias mientras escuchaba las de otros jóvenes que también trabajan por transformar sus países. “El foro me moldeó de una manera única; me llenó de esperanza al ver a tantos jóvenes comprometidos con cambiar sus realidades”, afirma.
Retos y aprendizajes en Contextos
Gabriela encontró en Contextos un espacio ideal para aplicar los conocimientos y habilidades que había desarrollado en programas internacionales y en su carrera en la UCA. Ingresó como voluntaria en un programa de escritura creativa, donde ayudaba a familias migrantes y jóvenes a resignificar sus historias. Con el tiempo, asumió el rol de Referente del Área de Desarrollo Organizacional, un puesto que la desafió a construir un área desde cero. “Crear un área en una ONG, sin estructuras tan definidas como las de una empresa, fue un reto que jamás habría logrado sin las herramientas que me dio mi formación en mercadeo y mis experiencias previas”, explica.
Entre los mayores desafíos que enfrenta, destaca la gestión de un contexto político complejo y la necesidad de mantener la esencia mientras asegura fondos y cooperaciones estratégicas. “El mercadeo social tiene un reto enorme: no estás vendiendo un producto tangible, sino un proceso de transformación que muchas veces toma tiempo en mostrar resultados”, comparte.
Además, su rol requiere una visión estratégica integral, creatividad para destacar entre otras ONG y la capacidad de alinear la misión de la organización con las necesidades de los cooperantes sin comprometer los valores organizacionales “Lo más importante es nunca perder de vista a las poblaciones con las que trabajamos: la niñez, la juventud y los docentes siempre están en el centro de todo lo que hacemos”, menciona.
Sanación a través de la escritura
Trabajar con procesos de escritura creativa en Contextos ha sido una experiencia que ha marcado profundamente su perspectiva profesional y personal. Una de las historias que más le impactó fue la de una madre y su hija, ambas migrantes retornadas, quienes participaron juntas en el programa Soy Autor. Durante 16 sesiones, madre e hija escribieron y compartieron sus historias, enfrentando por primera vez los difíciles recuerdos que habían evitado. “Nunca habían hablado de lo que vivieron en su viaje de migración, y el proceso les permitió no solo contar sus historias, sino resignificar lo vivido y reconectar entre ellas”, relata. En ese proceso la madre optó por no intentar nuevamente emigrar, convencida de que no volvería a exponer a su hija a esa experiencia. “Esta vivencia me reafirmó el poder de la escritura como herramienta de sanación, unión y cambio, y me dio la convicción de que acercar estos procesos a las comunidades es indispensable”, reflexiona.
Jóvenes Constructores de Paz
El programa Jóvenes Constructores de Paz de la Alianza de Civilizaciones de las Naciones Unidas fue un espacio para trabajar con comunidades estigmatizadas, como Tutunichapa y Apopa. “Aprendí a provocar diálogos que no solo comparten ideas, sino que promueven una comprensión mutua entre personas con diferentes perspectivas”, explica.
“Enseñarles a reflexionar sobre qué significa la paz en sus comunidades y cómo pueden promoverla ha sido una experiencia enriquecedora”, comparte. Este enfoque ha enriquecido todos sus proyectos, dotándolos de una perspectiva integral que incluye género, inclusión y la promoción de una cultura de paz como eje central.
Momentos que marcan
La experiencia de Gabriela Vargas en la UCA estuvo marcada por momentos que moldearon su vida profesional y personal. Uno de los episodios más significativos ocurrió en su curso de Mercadeo Social, impartido por el Lic. Saúl León. “Esa materia me cambió la perspectiva, porque ahí descubrí que podía combinar mi amor por el mercadeo con mi vocación social. Me di cuenta de que este era mi lugar”.
Otro episodio inolvidable fue su mudanza a una casa de becados tras un incidente traumático. “Viajaba todos los días desde Ciudad Arce, y un día me intentaron secuestrar en el camino. Cuando llegué a la universidad, el Padre Andreu me ofreció mudarme para evitar más riesgos. Ese gesto cambió mi vida porque me permitió concentrarme en mis estudios sin miedo”, relata.
La formación en la UCA fue mucho más que académica; participaba en proyectos comunitarios impulsados por la Pastoral Universitaria, donde obtuvo una mirada activa hacia los problemas sociales. “Estas experiencias me enseñaron a no solo observar las problemáticas comunitarias, sino a querer hacer algo por solucionarlas”, afirma.
Además, el sentido de comunidad que encontró en la pastoral fue esencial para su desarrollo. “La Pasto fue un refugio en medio de esos años difíciles marcados por la violencia. Ahí aprendí a proponer y opinar. Ese sentido de pertenencia es lo que más extraño”, comparte.
Para Gabriela, la autenticidad es clave para lograr un impacto significativo en cualquier ámbito. “Es necesario ser auténticos, porque cuando son ustedes mismos, no tienen competencia con nadie. Ser uno mismo es suficiente en los lugares correctos”, asegura. También destaca la importancia de cultivar las pasiones, ya que estas no solo motivan, sino que ayudan a resistir los momentos difíciles que pueden surgir y disfrutar el proceso, no solo enfocarse en las metas. “A veces trabajamos tanto por llegar a la meta que olvidamos disfrutar el recorrido. Cada paso importa”, reflexiona. También enfatiza la necesidad de formación y preparación, ya que son las herramientas que permiten no solo alcanzar las oportunidades, sino también servir mejor a los demás.
Finalmente, resalta el valor de abrir puertas para otros. “De nada sirve aprender tanto si no lo compartes. Multiplicar lo que has recibido es la mejor forma de honrar las oportunidades que se te han dado”, concluye.