Editorial Idhuca
Mayo es otro mes donde confluyen distintos recordatorios de luchas. Partimos con el 1 de mayo, Día Internacional de las y los Trabajadores; después seguimos con el 3 de mayo, Día Mundial de la Libertad de Prensa, para luego acercarnos a un día de festejo: el 10 de mayo, fecha en la que en El Salvador se celebra el día de las madres.
Pero las madres, no solo de nuestro país, se han convertido también en las primeras defensoras de derechos humanos y buscadoras de justicia. La maternidad, en países como el nuestro, es una constante lucha. El bienestar físico y mental de las madres continúa siendo un tema pendiente, donde no hay espacios para matices ni medias tintas, pues algunas maternidades son forzadas o idealizadas o incluso, hoy en día, estigmatizadas.
Día con día conocemos casos de madres cuyo único deseo es encontrar, al menos, los restos de sus hijos. Madres que en la celebración de su día han tenido que lidiar con un doble dolor, al tener que enterrar a sus nietos y sufrir la detención injusta de sus hijos o hijas; madres que de manera incansable buscan que la ilusión de obtener justicia se haga realidad.
Ser una madre que disfruta de su maternidad no debería ser un privilegio. Y sin embargo, conocemos de madres que han sufrido violencia obstétrica; madres sumergidas en espiral de violencia por sus parejas; madres con triples labores: cuidar, proveer y buscar justicia; madres que no saben cómo hacer para llegar a fin de mes; madres que tocan puertas y que lo único que obtienen es el silencio y el menosprecio de las instituciones que tienen como obligación protegerlas.
Celebrar a las madres significa garantizar un embarazo deseado que sea saludable y llevado a buen término; que se les reconozcan todas las labores de cuidado; que no tengan que elegir entre la seguridad económica de su hogar o el cuido de sus hijos; que pueda estar tranquila en su vejez; que no tenga que ser madre de nuevo porque sus hijos o hijas han sido detenidas.
Queremos reconocer a todas las madres en su día: a las que temen por la seguridad de sus hijos o hijas por los diferentes tipos de violencia; a las que cuidan el hogar y crían sin descanso hijos e hijas; a las que se tienen que rebuscar por llevar la comida a sus casas; a las que suplican ser escuchadas y demostrar la inocencia de sus hijos; a las que buscan incansablemente en cárceles, hospitales o fosas clandestinas. Ansiamos el día en que su lucha se convierta en celebración.