Editorial Idhuca
Protestar no es un delito. El derecho a la protesta es una forma de expresarnos y de exigir el cumplimiento de otros derechos, como la libertad de expresión y de reunión pacífica, la libertad de asociación, los derechos laborales, así como otros derechos económicos, sociales, culturales y ambientales.
Según la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión, la democracia “no es concebible sin el debate libre y sin que la disidencia tenga pleno derecho de manifestarse”. Esto cobra particular importancia cuando lo que se manifiesta es la exigencia del cumplimiento de derechos mínimos.
Por tanto, es condenable cuando la respuesta del Estado ante una petición es la represión de más derechos. El Estado tiene una obligación de garante, de promoción y protección de Derechos Humanos. Su labor no es amenazar con la detención ante la exigencia legítima y pacífica de derechos, sino atender la exigencia que se ha hecho. Desafortunadamente, quienes no quieren que se les reclame siempre encuentran nuevas formas de reprimir y silenciar voces críticas. O de estigmatizar a quienes se atreven a exigir.
Cuando el Estado actúa de esa manera, violenta no solo los derechos mencionados, sino que también la vida, la integridad física y la seguridad personal. El Estado olvida su rol de garante y se vuelve un activo violentador de Derechos Humanos. Si a eso le sumamos un régimen de excepción que se ha caracterizado por los abusos desmesurados y la inexistencia de garantías, el actuar impune del Estado se consolida.
En los últimos días hemos atestiguado cómo el Estado usa su aparataje para detener arbitrariamente, privar de derechos e intentar silenciar a personas que reclaman por obtener sus mínimos. Por ello, siempre será importante recordar que la exigencia de nuestros derechos es un derecho en sí mismo y seguiremos insistiendo en la necesidad de que el Estado actúe respetando el derecho al trabajo, a la asociación, a la negociación, a la huelga y al medio ambiente. Y que a pesar del miedo que se busca instaurar y ante medidas que busquen silenciar, la protesta será siempre una respuesta.