Editorial Idhuca
En el contexto actual, “protocolo de guerra” y amplio respeto de los Derechos Humanos son dos frases antagónicas que no pertenecen a una misma oración. El Estado violenta Derechos Humanos y busca minimizar esas violaciones a través de todo el aparato de propaganda gubernamental.
El gobierno ha difundido la idea de que el régimen de excepción es necesario para la seguridad del país. Y si bien ha significado una reducción de los homicidios, eso se ha traducido también en detenciones arbitrarias, torturas y muertes de personas inocentes a manos del Estado. Estas muertes no solo han sido debido a que la “gente muere porque se enferma o envejece”, sino por el accionar violento de las instituciones estatales.
Llamar terroristas o pandilleros a todas las personas detenidas no solo es atentar contra el principio de inocencia, sino estigmatizar a tantas y tantos que han sido detenidos de forma injusta y donde no queda más que la resignación de las familias ante su detención, debido a que no existen garantías para un debido proceso. Aun así, muchos familiares -la mayoría mujeres, madres, esposas, hermanas, abuelas- se resisten a quedarse de brazos cruzados ante la injusta detención de sus seres queridos.
Históricamente el Idhuca, así como muchas otras organizaciones de Derechos Humanos, ha puesto esfuerzos por acompañar a las personas que han visto sus derechos vulnerados a manos de la violencia de pandillas. Ese ha sido el trabajo que se ha hecho en los últimos años ante una violencia desgarradora que ha causado el sufrimiento de muchas familias. Por tanto, como instancias defensoras de Derechos Humanos no queremos ver al país “lleno de sangre, luto, dolor”, sino todo lo contrario.
Pero incoherente sería nuestro actuar si denunciamos solo algunas violaciones de Derechos Humanos y no otras. No podemos aplaudir el actuar de un régimen que se basa en el miedo, en el amedrentamiento y en la injusticia, que se ufana de las detenciones arbitrarias y de las bajas inevitables como “sucede en toda guerra”. Un régimen que se ensaña contra lo comunitario, lo colectivo, la disidencia. Un régimen que normaliza la militarización en las calles, al mejor ejemplo de gobiernos pasados.
Como organización de Derechos Humanos nos rehusamos a normalizar la falta de garantías, la inexistencia del debido proceso, la instrumentalización de la justicia y las narrativas que pretenden seguirnos dividiendo. Nuestro compromiso está con las personas víctimas y con la denuncia activa de violaciones de Derechos Humanos. El horizonte será, como siempre lo ha sido, la búsqueda de la verdad y la justicia.