Instituto de Derechos Humanos de la UCA

Estado responsable

11/07/2024

Editorial Idhuca

Como país estamos atravesando distintas problemáticas: los estragos a causa de las tormentas por el fenómeno de la niña, que ha afectado a distintas personas y comunidades; la crisis de salud por la emergencia del dengue, que afecta sobre todo a la niñez y el alza de los precios de la canasta básica.

Para todos estos problemas se requiere una actuación activa del Estado, con base, en principio, en los planes programáticos y las políticas públicas encaminadas a paliar estas situaciones. Sin embargo, cuando estas son inexistentes queda solo la improvisación y un actuar que debería ser ajeno al Estado: responsabilizar a cualquier otro actor sobre estos inconvenientes. 

Cuando algo pasa en casa, ¿a quién le gusta escuchar que va a tener problemas cuando está haciendo su mejor esfuerzo para resolverlo? ¿A quién le gusta escuchar amenazas, órdenes y soluciones improvisadas? 

O cuando algo en nuestra vida no anda bien y sabemos que lo tenemos que arreglar, ¿no es mejor entender qué pasa, el por qué y pedir consejo de las personas que saben cómo se puede resolver? ¿No es mejor platicar con honestidad y transparencia sobre las cosas que están pasando?

Lo mismo pasa con nuestro país. El país que queremos no se construye con amenazas ni arbitrariedades, como lo vimos en cadena nacional y en distintos pronunciamientos del gobierno. Tampoco infundiendo miedo. Ha sido doloroso y lamentable ver cómo se traslada la responsabilidad de las inundaciones a un simple “botar la basura en su lugar”. O trasladar una orden de bajar precios a comerciantes que no tienen la facultad para hacerlo. O atender de manera tardía una crisis de salud anticipada, y siendo autocondescendientes porque “otros están peor u otros lo han hecho peor”.

Para poder hacerle frente a todo esto, primero debemos entender el problema y analizar las posibles soluciones. Si escuchamos a las personas que saben de los temas, aceptamos opiniones diversas y quienes toman las decisiones tienen la valentía de reconocer que se pueden equivocar, podemos encontrar la mejor respuesta.

Lo que estamos viviendo en temas de salud, en los precios de la comida y como consecuencia de las tormentas no es responsabilidad de quienes están luchando por salir adelante en el día a día, por estar mejor. 

Para resolver estos problemas y contribuir a las soluciones necesitamos información pública y un gobierno honesto y abierto. Sabemos que cuando la gente trabaja con honestidad, se pueden resolver los problemas.  

Es nuestro derecho tener gobernantes que respondan a nuestras necesidades y pedirles cuentas. También que se guíen por la justicia y la igualdad y no por intereses propios o para beneficiar a unos cuantos. Porque nada cambia si guardamos silencio.