Editorial Idhuca
Llegamos a otro 8 de marzo, donde conmemoramos el Día Internacional de la Mujer y recordamos la lucha histórica de tantas mujeres alrededor del mundo y en nuestro país. Una lucha por nuestra libertad, nuestra igualdad y nuestra seguridad. Lamentablemente, llegamos a esta fecha en medio de grandes retrocesos, donde no hay instituciones que se preocupan activamente por promover la vida digna y en equidad de todas, un país donde nos sentimos inseguras, donde despertamos con noticias de feminicidios al día siguiente que se realizó una marcha exigiendo el respeto a nuestras vidas y a nuestros derechos.
Un país donde militares abusan de niñas, un país donde se detienen a madres que no tienen nada que ver con pandillas y a madres-buscadoras y defensoras de derechos humanos. Un país donde se protegen agresores y feminicidas. Un país de mujeres a quienes les quitan su medio de subsistencia. un país donde los hombres se auto atribuyen el poder de decidir sobre nuestras identidades y cuerpos, donde el odio hacia nosotras se promueve desde el Estado.
Por eso, en este marco reivindicamos los llamados históricos a respetar nuestros cuerpos-territorio y le recordamos -una vez más- a quienes ostentan el poder, que existimos aunque no quieran nombrarnos. Que nuestros derechos no son una ideología y por eso, queremos y exigimos un país donde se nos nombre e incluya.
Un país donde se respeten nuestras diversidades, donde no nos violenten de ninguna forma
y que, si lamentablemente eso llega a pasar, no se encubra a quienes abusan de nosotras y a quienes nos matan. Un país donde exista la justicia para cada una de nosotras y existan respuestas a las madres sobre sus hijas e hijos desaparecidos. Un país donde no haya #NiUnaMenos, donde nos sintamos seguras. Un país para todas