Al mediodía, con una sentida eucaristía presidida por el jesuita Juan Hernández Pico y concelebrada por Alejandro Solalinde, en la Capilla Jesucristo Liberador de la UCA, culminaron las II Jornadas Teológicas Centroamericanas y Caribeñas, en San Salvador, organizadas y coordinadas conjuntamente por Amerindia y la Maestría en Teología Latinoamericana de la UCA.
Antes, la directora de la Maestría, Martha Zechmeister, presentó la ponencia de cierre, referida a “La autoridad de los que sufren”, la cual estuvo precedida por la proyección del video “El cuarto de los huesos”, donde se vislumbra, desde una mirada forense, el drama de las madres salvadoreñas que buscan los restos de sus hijos desaparecidos por causa de la violencia del país. De igual forma, a primera hora de la mañana, representantes de la región Caribe animaron el momento de espiritualidad.
De este modo concluyeron tres días de intensas y valiosas jornadas, donde prevalecieron la acogida, la fraternidad, el intercambio de experiencias, la emergencia de nuevas articulaciones y, particularmente, la reflexión teológica sobre algunas de las problemáticas más acuciantes de la región centroamericana y caribeña, como lo son la violencia, la migración y el cuidado de la ‘casa común’, a fin de que “renazca la justicia y la paz”, como se acentuó en el lema que inspiró el panel, las ponencias y los talleres de las Jornadas Teológicas.
Son muchos y muchas los que han dado su vida –y la siguen dando– por los que más sufren, los más pobres. Mártires y ciudadanos/as del Reino que, arraigados en la esperanza y en la fe liberadora, continúan clamando justicia. “Me mataron a toda mi familia”, dijo Jon Sobrino, refiriéndose a sus hermanos de comunidad, asesinados el 16 de noviembre de 1989. “Esta es una tierra de mártires”, confirmó Socorro Martínez, coordinadora de Amerindia Continental, destacando el testimonio de los ponentes y de quienes animaron los talleres, poniendo a los pobres en el centro de sus reflexiones.
Algunos conferencistas, como Rodolfo Cardenal, denunciaron la violencia que padece la juventud. Otros, como Alejandro Solalinde, dieron fe del drama que padecen los migrantes y del crimen organizado que funciona en torno al ‘negocio’ de la migración. Por su parte, Yuri Melini compartió su testimonio frente a la defensa de la ‘casa común’ –por ejemplo, en el caso La Puya, en Guatemala– que lo ha llevado a poner en riesgo su propia vida. Con todo, ha sido la autoridad de los pobres y de los que más sufren, la que más ha resonado en las Jornadas, como se expresó en las intervenciones de Pedro Trigo y de Martha Zechmeister.
Es grande la satisfacción de los participantes –casi 400– al concluir las II Jornadas Teológicas Centroamericanas y Caribeñas. Ahora que muchos retornan a sus países, permanece el espíritu profético que animó a los mártires y al mismo monseñor Romero –homenajeado por el grupo Yolocamba I Ta, la noche anterior, con un inolvidable recital– en el compromiso por el Reino, sin olvidar que “el Reino está en el servicio, servir hasta la muerte”, como dijo Juan Hernández Pico en la eucaristía de clausura, subrayando que “ninguna fe ni esperanza se convalida sino es con el amor”.
Foto: Maestría en Teología Latinoamericana
ÓSCAR ELIZALDE PRADA | DEYSI MORENO GARCÍA