FUNDADOR
«He aprendido aquí en El Salvador e incluso antes, sobre todo entre los pobres, que la gratitud es una actitud fundamental y humana (…) Entonces, gracias por esta vida, esta vocación, este encuentro con los pobres».
“Necesitamos un contacto regular
con con los pobres y con los que sufren.”
P. Dean Brackley
TE RECORDAMOS DEAN
LA COMUNIDAD HABLA
Conoce las memorias de quienes conocieron a nuestro fundador
y la experiencia de becarios del programa
Rafael Ibarra
Director de SVNet
“Apoyar al Programa es una forma simbólica de recordar a nuestros mártires de la UCA de una forma solidaria y generosa, evocando las mejores características del legado de ellos para nuestro país. El Programa de Becas significa una forma concreta y práctica de hacer posible que más personas puedan completar sus estudios de nivel superior en un país, como el nuestro, donde la cantidad de habitantes que logran esos estudios y esos grados académicos, es muy baja. Nos motiva pensar que estos jóvenes que hoy reciben este apoyo, en el corto plazo, cuando alcancen su plenitud profesional, también serán seres humanos de bien, que buscan poner sus talentos al servicio de los demás, y que busquen hacer un mejor país, y contribuir al legado que estamos construyendo”.
Mayra Herrera
Administradora 2003-2016
«Cuando llegué al Centro Monseñor Romero me pidieron colaborar en el Programa de Becas y conocí a muchos “yo”: jóvenes con miedos de enfrentar la vida universitaria, sin poseer todos los recursos necesarios (computadoras, calculadoras, dinero para almorzar, un cuaderno, etc.). Permitirme ese contacto directo con la realidad de otros fue poner los pies en la tierra y comprendí que en la vida teníamos que ayudarnos unos con otros».
Tom Merrill
Donante
«Como aprendiz y educador de por vida, creo que el aprendizaje con propósito e intencional es una de las herramientas más importantes que tenemos a nuestra disposición para mejorar la sociedad, desbloquear los misterios de nuestro mundo y lidiar con los problemas más apremiantes de nuestro tiempo.
Hace muchos años, tuve la oportunidad de visitar San Salvador con un grupo de colegas que enseñan y administran colegios y universidades jesuitas en los Estados Unidos. Lo que vi y aprendí en la UCA, no solo a cerca de la tragedia de los mártires, fue también la facultad de resiliencia de su gente. Los estudiantes me inspiraron a pensar cómo puedo hacer una diferencia (…) Ahora desde mi nueva posición enseño a compañías y organizaciones sin fines de lucro sobre el poder del diseño centrado en el ser humano y el valor de la educación.
La búsqueda de la educación es exigente, reveladora y gratificante. Aplaudo a aquellos de ustedes que enseñan y aprenden en circunstancias adversas. Todos somos colegas para ayudar a los estudiantes y a nosotros mismos a comprender la importancia de decir la verdad al poder, de aprender a ser una sociedad mejor y aprender de nuestra historia.»