María Celsa Gómez

 

Llama la atención por su uniforme, que viste con elegancia y pulcritud. Su vestido celeste, su delantal, medias y zapatos blancos adornan una imagen que remite inmediatamente a uno de los oficios más nobles de la sociedad. A simple vista, parece seria y en sus ojos denota timidez. Pero su sonrisa demuestra que es una mujer cálida y amable.

María Celsa Gómez tiene 28 años y proviene del cantón Tepeagua (La Libertad), aunque desde su adolescencia ya no vive en el lugar. El deseo de estudiar la motivó a trasladarse a San Salvador. Sus padres, que se dedican a la agricultura, solo pudieron apoyarla para que cursara hasta sexto grado. Después, tuvo la oportunidad de residir en la Comunidad “Óscar Arnulfo Romero” (COAR), un hogar para jóvenes huérfanos o en condiciones de extrema pobreza, donde se les da techo, comida y estudio.

Ahí, María Celsa pudo terminar su educación media, para posteriormente trabajar y ayudar a su familia. Dentro de la COAR le dieron un empleo como administradora de bodegas y encargada del cafetín, pero ella siempre buscaba ayudar en labores relacionadas con la enfermería.

“Yo quería cursar el bachillerato en Salud, pero en el hogar solo había general”, comenta. Más adelante, una persona cercana a la Comunidad y al Centro Monseñor Romero le informó del Programa de Becas Mártires de la UCA y la animó a aplicar.

Hizo todo el proceso de ingreso y se le concedió la beca para estudiar la Licenciatura en Psicología en la UCA. Pero en sus pruebas vocacionales y en las entrevistas que se le realizaron, se observaron aptitudes y características propias para dedicarse al área de la salud: “Yo me sorprendí al saber que me darían la oportunidad de estudiar enfermería, siempre sentí que esa era mi vocación”. Durante cuatro años, ha demostrado que esa confianza y apoyo no fueron en vano, ya que está a punto de egresar como tecnóloga en Enfermería.

Aunque está satisfecha con la decisión de abandonar el trabajo para dedicarse al estudio, reconoce que ha sido muy difícil llevarlo a cabo. “A veces tengo que limpiar casas o planchar ropa para mandar algo de dinero a mis padres”, afirma. Sus estudios no le permiten tener ingresos más estables, pues la joven está dedicada de lleno a su formación.

El recuerdo de los mártires de la UCA y de monseñor Romero la inspira a buscar la manera de seguir adelante. “Ellos lucharon en medio de la violencia, y yo debo luchar ahora en medio de esta pobreza. La gente lo necesita. Tal vez no los ayudaré económicamente, pero como enfermera podré hacer mucho más”, dice convencida.

Con respecto a sus expectativas, María Celsa confiesa que en sus oraciones pide a Dios que le conceda trabajar donde la necesiten y pueda servir a los demás a través de sus habilidades. “No importa el lugar que sea, yo quiero regresar un poco de lo que a mí se me ha dado con esta beca”, comenta.