Voluntarios por un cambio social

En medio del ir y venir de estudiantes y tutores, cálculos matemáticos y un sinfín de papeletas en el escritorio, se encuentra Marta Lidia Merlos, ingeniera y catedrática del Departamento de Matemática que de manera voluntaria ha entregado el corazón al Programa de Becas Mártires de la UCA.

Merlos y el P. Dean Brackley se conocieron en febrero de 1998 durante la realización del Seminario Interno de la UCA. Brackley le comentó su interés por apoyar con estudios universitarios a jóvenes de escasos recursos económicos que, debido a sus bases académicas, tenían muchas dificultades para aprobar las pruebas de selección y obtener un buen rendimiento universitario. Fue entonces cuando nació la idea de nivelar sus conocimientos en matemática y lenguaje, e iniciar el proyecto de tutorías.

«Cuando el padre Dean me contó del proyecto, sin dudarlo acepté. Me impactó su amor solidario y su compromiso firme por cambiar la realidad educativa de los jóvenes becarios», recuerda Merlos. Años más tarde, ella se convirtió en un apoyo indispensable para el sacerdote jesuita, junto a otros miembros de los departamentos de Matemática, y Comunicaciones y Cultura; el Centro de Admisiones y el Servicio Social Estudiantil que se sumaron a la iniciativa.

En 1999, con el objetivo de  del proceso de nivelación, se creó la figura del «tutor»: estudiantes universitarios destacados que, de forma voluntaria o por servicio social, acompañan personalmente el proceso de aprendizaje de los aspirantes al Programa de Becas.

Actualmente, 70 tutores atienden durante seis meses a un aproximado de 100 jóvenes de diferentes departamentos de El Salvador. Cada uno tiene a su responsabilidad entre cuatro y cinco estudiantes.

Eduardo Javier Ciudad Real Sol, estudiante de cuarto año de la Licenciatura en Mercado, es uno de ellos. Para completar sus horas sociales se integró al proyecto en 2007, pero decidió quedarse como voluntario. «Me quedé porque el Programa me cambió la vida y me hizo crecer como persona. Me permitió comprender que con un poquito de mi tiempo y mis conocimientos puedo ayudar a que otros jóvenes sean agentes de cambio en el futuro», explica.

Para Marcela Cárcamo, esta experiencia es un proceso de enseñanza, pero también de aprendizaje mutuo, que permite conocer de cerca la realidad del país. «Es admirable el sacrificio que hacen para asistir; tienen muchas dificultades económicas y de aprendizaje, pero siempre están dispuestos a aprender», asegura la joven alumna de tercer año de Comunicación Social.

Junto a Merlos, Roxana Beltrán, catedrática del Departamento de Comunicaciones y Cultura, y también responsable de la elección y coordinación de los voluntarios, es enfática al afirmar que este proyecto es importante por su efecto multiplicador: «No solo la UCA logra hacer proyección social hacia afuera, sino también los chicos hacen un cambio social en nuestra vida. Uno se vuelve sensible a conocer la realidad nacional y a luchar por su transformación».

«Dean me enseñó que no solo se trata de nivelar sus bases académicas, sino también de saberles escuchar y acompañarles en su realidad», concluye Merlos. Expresando así su satisfacción de ver convertidos a muchos jóvenes en profesionales éticos y comprometidos por cambiar la realidad de sus familias y sus comunidades.