José Roberto Ramírez, Prof. Teología

 

Marta Ramírez y Vidal Gómez contrajeron matrimonio en 1989. Desde el principio soñaron con ser padres, pero Marta tenía una condición médica que le impedía quedar embarazada. Los médicos recomendaron adoptar. Sin embargo, pese al diagnóstico médico, en 1990 se logró la concepción. Era un niño al que bautizaron como José Roberto Gómez Ramírez.

Una de las condiciones básicas que garantiza vida digna y plena a todas las personas, es el acceso a la educación. Y el Programa de Becas Mártires de la UCA es mi camino ideal para lograrlo”

(Roberto Gómez, graduado del Programa)

A los pocos minutos de nacer fue diagnosticado con una infección en el cerebro llamada “meningitis” provocada por el “Síndrome de Arnoldo Chari”, en el cual el cerebro y cerebelo salieron de su cavidad y descendieron por la médula espinal impidiendo que el sistema nervioso cerrara. Los médicos dijeron que solo viviría un día. Pero la voluntad de Dios estaba a favor de aquella mujer sufrida y aquel hombre entristecido que suplicaban un milagro al Señor. José Roberto logró sobrevivir y a pesar de su discapacidad física, como consecuencia del síndrome, ha logrado con éxito desarrollar muchas habilidades, gracias al amor y apoyo incondicional de su familia y amigos.

Al llegar a la etapa escolar “mis padres intentaron matricularme en el Centro Escolar de Zaragoza, pero los docentes y autoridades de la institución se negaron a admitir mi ingreso. Así que no pude entrar a la educación regular ni especial por 13 años. Pero en esos años mis padres me enseñaron a leer y escribir. Y eso me ayudó a adquirir el hábito de la lectura”, relata Roberto.

Cuando Roberto cumplió 20 años, conoció a Ena Morales, quien le orientó a buscar ayuda en el Consejo Nacional de Atención Integral a las Personas con Discapacidad (CONAIPD) para hacer prevalecer su derecho a la educación. “Teniendo como referente la Política de Educación Inclusiva, el CONAIPD ejerció presión al centro escolar de mi municipio para que se permitiera mi ingreso, logrando inscribirme al primer año de bachillerato general en la modalidad semi-presencial”.

Para este proceso debía realizar un examen de educación media que requería de la preparación previa durante un año. Es aquí cuando Marta Lidia Merlos, encargada del Programa Becas Mártires de la UCA le asignó dos tutores de refuerzo académico a domicilio, para  que fortalecieran sus conocimientos y aprendizaje. Así fue como en el 2014 se graduó de bachillerato, obteniendo una medalla de primer lugar en la institución.

En ese mismo año, Ena Morales le recomendó aplicar al programa de becas de la UCA. Nuevamente se le asignaron dos tutores y al finalizar el proceso  de tutorías, Roberto era uno de los finalistas y candidato a la beca.

“El primer momento de alegría fue saber que había aprobado el proceso de tutorías. La otra situación emocionante fue saber que había egresado del curso preuniversitario con carga A. Y días después me llamó por teléfono Mayra Herrera, integrante del comité de becas, en aquel año, para convocarme a una reunión donde estaríamos los nuevos becarios con algunos miembros del comité. Ahí formalmente recibí la noticia que me llenó de mucha alegría y esperanza”, expresa el joven entusiasmado.

“Toda mi familia se llenó de alegría al saber que había logrado vencer todos los obstáculos de mi vida y que al fin podría lograr mi sueño de ser un profesional. Me apoyaron económicamente y dándome fuerzas en los momentos de dificultad que siempre suceden en cualquier lucha que uno emprende. A pesar de mi discapacidad, desde mi infancia me inculcaron una actitud independiente”, agrega.

 “Con lo que siempre he soñado y sé que lo lograré, aunque sea en el atardecer de mi vida es ser psicólogo con especialidad clínica. Fue la primera opción que elegí al iniciar el proceso de tutorías, pero al realizar el examen vocacional y obtener los resultados, descubrí que mi vocación profesional tiene una mayor tendencia hacia la docencia. Eso me hizo reflexionar y optar por el Profesorado en Teología”, dice seguro de asumir el reto.   

Para Roberto, lo más complicado han sido sus problemas de salud y la falta de infraestructura adecuada no solo en su centro de estudio, sino a nivel nacional.  “Ha sido difícil desplazarme en el campus de la Universidad, ya que no cuenta con un 100% de accesibilidad infraestructural para las personas con discapacidad física. Además, por las condiciones de accesibilidad de mi país desplazarme en bus desde mi casa a la UCA ha sido imposible, pero el programa me ha apoyado ”, agrega Roberto.

Roberto finalizó la carrera y se graduó en mayo de 2018 de Profesorado en Teología. Le ha sido imposible encontrar un empleo, únicamente ha realizado una pasantía remunerada en INJUVE (Instituto Nacional de la Juventud). Se mantiene activo en talleres, charlas y ponencias tanto en la universidad como con instituciones sociales.

“Agradezco a Dios haber conocido el programa de becas, que me sacó del anonimato y me ha proporcionado las condiciones básicas para poder ser un profesional en el futuro. Y también le agradezco haberme dado las condiciones básicas para la construcción de mí, en un carácter recio e invencible”, dice agradecido.

Finalmente Roberto Gómez, a sus 28 años motiva a la sociedad a construir un ambiente de posibilidades e igualdad: “Unamos esfuerzos económicos y actitudinales enfocados a construir una cultura inclusiva en nuestra sociedad y en la universidad. Es necesario asumir actitudes libres de prejuicios hacia las personas con discapacidad. Y proporcionar las condiciones mínimas para que ellos y ellas puedan gozar del derecho a la educación y tener una vida digna. Una de las condiciones básicas que garantiza vida digna y plena a todas las personas, es el acceso a la educación. Y el programa de Becas Mártires de la UCA ha sido mi camino ideal para lograrlo”, concluye