PROCESO — INFORMATIVO SEMANAL EL SALVADOR, C.A.

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    El informativo semanal Proceso sintetiza y selecciona los principales hechos que semanalmente se producen en El Salvador. Asimismo, recoge aquellos hechos de carácter internacional que resultan más significativos para nuestra realidad. El objetivo de Proceso es describir las coyunturas del país y apuntar posibles direcciones para su interpretación.

    Su producción y publicación está a cargo del Centro de Información, Documentación y Apoyo a la Investigación (CIDAI) de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” de El Salvador. Por favor, asegúrese de mencionar Proceso al utilizar porciones de esta publicación en sus trabajos.

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Año 24
número 1071
octubre 29, 2003
ISSN 0259-9864
 
 
 
 

ÍNDICE



Editorial: Flores el supremo

Política: El Salvador en la comunidad internacional

Economía: El estado de la salud de los salvadoreños

Economía: El TLC EEUU-Centroamérica: cada vez más estéril y peligroso

Sociedad: Educación, ¿asunto prioritario?

Regional: Elecciones y violencia política en Guatemala

Derechos Humanos: Los berrinches de Sol Bang


 
Editorial


Flores el supremo

 

El autoritarismo del tercer gobierno de ARENA está alcanzando límites peligrosos para la institucionalidad del país. El presidente Flores reclama con vehemencia que los tres órganos del Estado deben someterse a su voluntad, que es la de un poder que entiende como supremo. En varias ocasiones, ha sometido la voluntad de los diputados y ahora también pretende someter la de jueces y magistrados. Si lo consigue, el presidencialismo habrá alcanzado uno de sus triunfos más sonados, pues el presidente del poder ejecutivo se convertirá en el supremo poder. La Constitución le da mucho poder al Presidente de la República, pero al mismo tiempo le pone los contrapesos de los poderes legislativo y judicial. Sin embargo, al presidente Flores no le parece suficiente y quiere más, quiere el poder total. No tolera la poca independencia de la cual gozan esos poderes. Estos deben someterse a su ley. Como el poder judicial le ha salido respondón, promete no desistir hasta imponerle su voluntad y reinar así sobre la república como poder único y supremo.


El pretexto son las pandillas y una falsa postura ante el dolor de sus víctimas. Alega que, ante la presunta indiferencia de los otros poderes, a él le corresponde salir en su defensa y asegurar que se les haga justicia. La verdad es que los dos gobiernos anteriores de ARENA no se ocuparon nunca de las víctimas y a él le ha tomado cuatro años hacerlo. Y no defiende a todas las víctimas, sino sólo a las de las pandillas. Al parecer, el presidente, sus colaboradores y el director de la policía, un buen día, habrían descubierto la existencia de estas víctimas y su indefensión. Entonces, asumieron su defensa. Por eso, la han emprendido contra los jueces, a quienes presentan como protectores de los criminales y promotores de la impunidad. Hay que dudar, sin embargo, de la sinceridad de este gobierno de ARENA, pues sólo aboga por las víctimas de las pandillas, mientras que las demás se han desvanecido. Nunca antes, ninguno de los gobiernos de ARENA se había preocupado de ellas. Es más, todos ellos siempre se mostraron insensibles ante su dolor y su abandono, aun cuando militasen en su propio partido. Primero porque había que olvidar el pasado, dar la vuelta a la página, porque la culpabilidad era de todos por igual, porque era abrir heridas, porque la sangre correría de nuevo, etc. Luego, durante la transición, cuando los fraudes financieros, las violaciones, los asesinatos, los secuestros, el tráfico de drogas, etc., crearon nuevas víctimas, tampoco se hizo justicia, porque había una tarea mucho más importante, el proceso de democratización avanzaba con paso firme. Ante sus inmensos logros, aquellos delitos eran pequeños inconvenientes en el camino hacia el futuro promisorio. Había que mirar hacia el futuro y no enredarse con averiguaciones de crímenes, ni detenerse a perseguir criminales. Ante todo había que salvaguardar la buena imagen internacional del país.


Las víctimas de las maras son muy útiles para alimentar la cruzada contra ellas y la campaña del candidato de ARENA, la cual se ha montado sobre el dolor y la humillación de aquéllas. Su dolor y su humillación son los elementos que le ponen emoción y colorido. ARENA no busca la justicia, sino el triunfo electoral. Las víctimas son así utilizadas de manera fría y calculada para construir una candidatura que, por el otro lado, se presenta sonriente, simpática y prometedora. Ni el gobierno de ARENA, ni su presidente, ni sus colaboradores, ni el director de su policía han mostrado capacidad humana para compartir el dolor de las víctimas de las pandillas. Si fueran capaces de misericordia y compasión, si tan sólo se atrevieran a ser humanos, su indignación incluiría a todas las víctimas de la injusticia y lucharían por averiguar la verdad y por hacer justicia, no para ganar una elección. Usar el dolor y la humillación de los demás, en provecho propio, es abominable por la deshumanización que manifiesta.


De todas maneras, si el presidente Flores ha asumido la defensa de las víctimas, se hubiera asesorado mejor y se hubiera acercado al Órgano Judicial. Pero no está dispuesto a discutir con los jueces, así como no lo estuvo antes a hacerlo con los diputados; tampoco está anuente a participar en diálogos, ni foros de ninguna clase, ni a buscar consensos con nadie, porque para él, eso sería pérdida de tiempo. Todos debemos someternos obedientemente a su voluntad suprema. La voluntad del supremo conoce, por ciencia infusa, qué nos conviene y qué no nos conviene. Quienes discrepan, en este caso, los jueces y los magistrados, y antes los diputados que desafiaron su voluntad, estarían del lado del delito y del crimen, y en contra de las víctimas y la justicia. Es comprensible que el supremo no encuentre ninguna inconstitucionalidad en la ley que pretende imponer, pues ha demostrado desconocer los principios elementales del derecho y se resiste a aprenderlos. No encuentra ilegalidad alguna, porque está acostumbrado a imponer su voluntad y a ser obedecido de inmediato. La ley es el supremo y el supremo, por serlo, no está sometido a ninguna ley, ni puede ser juzgado por nadie, ni, en consecuencia, puede ser desobedecido sin recibir un castigo merecido. Él establece las fronteras de lo permitido y lo prohibido. Él decide quién es honrado y quién es delincuente, quién debe estar encerrado y quién puede circular con libertad.


La voluntad del supremo es impuesta con la colaboración de sus auxiliares, sobre todo de la policía y ahora también del ejército, el cual despliega vehículos militares artillados con armas de grueso calibre para despejar cualquier duda que pudiera surgir en la población sobre dónde está el poder supremo. En la comisión recién nombrada para vigilar el cumplimiento de su voluntad no están el Consejo Nacional de Seguridad Pública, ni la Comisionada presidencial para asuntos sociales, ni los ministros de educación y salud, ni ningún representante cualificado del Órgano Judicial, ni la Secretaría Nacional de la Familia, sino que se encuentran el Ministro de Hacienda, hombre de confianza del supremo, el abogado de Casa Presidencial, también de confianza, un ministro que asegura representar a las comunidades del país, el Ministro de Defensa, a quien le han encargado el operativo militar, y el director de la policía, quien coordina las actividades policiales y militares. No hay más seguridad jurídica que la que el supremo quiera conceder a la ciudadanía. Para evitar el regaño o el castigo y congraciarse con él, hay que acatar su voluntad sin demora y sin rechistar..

G

 

Política


El Salvador en la comunidad internacional

 

Como última noticia internacional relevante para el país, se sabe que el gobierno ha logrado una acreditación para que El Salvador pueda participar en misiones de paz de la ONU. La administración de Francisco Flores logra, así, reconocimiento para el país. En la tónica del reciente discurso del mandatario ante la Asamblea General de la ONU, algunos medios de prensa nacional destacan que lo anterior reafirma la imagen positiva de El Salvador en el mundo. Sería un premio a la experiencia salvadoreña en materias de procesos de paz, a la sólida institucionalidad democrática y el supuesto proceso de profesionalidad exitoso que experimentó las fuerzas armadas nacionales luego de la firma de los Acuerdos de Paz.

G

 

Economía


El estado de la salud de los salvadoreños

 

Durante todo el año, la población salvadoreña se ha visto afectada por diversas enfermedades. Los hospitales y clínicas de la red publica se han visto abarrotados por esta causa. Lo llamativo del caso es que las enfermedades que atacan a los salvadoreños resultan ser las mismas cada año. Esto lleva a pensar que el Gobierno de la República aún no tiene programas de salud que encaren esta realidad con eficiencia.

G

 

El TLC EEUU-Centroamérica: cada vez más estéril y peligroso

 

Durante el presente año, las negociaciones del tratado de libre comercio de EEUU con Centroamérica (CAFTA, por sus siglas en inglés) parecen estarse acercando a una encrucijada. Del 20 al 25 de octubre se llevó a cabo la octava ronda de negociaciones en Houston, Estados Unidos, con resultados magros para los sectores productivos del istmo centroamericano. Las negociaciones de la mayoría de los bienes clasificados en la categoría de “sensibles” por ambas partes, se han postergado hasta la última ronda de negociación. Sin embargo, el problema es que los aspectos a resolver en esta fase del tratado, tendrán efectos colaterales posiblemente irreversibles en el futuro para los tejidos productivos de Centroamérica.

G

 

Sociedad


Educación, ¿asunto prioritario?

 


A juzgar por la cobertura de los medios informativos, el tema de la educación ha pasado repentinamente a ser prioridad de los principales candidatos presidenciales en la actual contienda preelectoral. Elías Antonio Saca, Schafik Handal y Héctor Silva, invitados a un foro organizado por una universidad capitalina, coincidieron recientemente en que debe incrementarse la inversión pública en educación, si el país quiere obtener resultados satisfactorios en ese rubro en el mediano plazo. Al menos formalmente, los candidatos coinciden en que el tema educativo es crucial para alcanzar el desarrollo social, económico y político del país. Sin embargo, tratándose el primer encuentro público entre los candidatos, celebrado a poco más de cuatro meses de los comicios presidenciales, es demasiado pronto para asegurarse de la importancia que los partidos políticos darán a ese rubro en el marco de sus ofertas programáticas.

G

 

Regional


Elecciones y violencia política en Guatemala

 

Las elecciones pueden y deben verse como un termómetro de los alcances de las prácticas democráticas en un país. Ciertamente, son un momento de la formalidad de la democracia, pero un momento importante. Una de las cosas que se pone a prueba es la voluntad de los grupos hegemónicos a ceder espacios de poder. En condiciones ideales, los grupos hegemónicos no considerarían a la llamada “alternabilidad en el poder” un hecho traumático. En la práctica de la mayoría de sociedades centroamericanas, la mera posibilidad de hacer concesiones en los espacios de poder —ya no se diga consumar esa “alternancia”— no solamente resulta traumática para esos grupos hegemónicos, sino que sus reacciones suelen ser altamente violentas. Este es el caso de Guatemala ante las próximas elecciones generales programadas para fines del corriente año.

G

 

Derechos Humanos


Los berrinches de Sol Bang

 

Lo positivo del fin de la guerra, la desaparición de los antiguos cuerpos de seguridad y la creación de algunas instituciones —entre otras cosas— no encuentra correspondencia en las actitudes del poder político y económico nacional; en este ámbito es muy poco o quizás nada lo que ha cambiado. Eso lo afirmamos con base a hechos objetivos. Pese a los numerosos esfuerzos realizados desde Casa Presidencial y el dinero que se gasta para maquillar la realidad, ese “liderazgo” se encarga de echar por tierra —sin vergüenzas de ningún tipo— lo que pretende presentar como grandes logros del “proceso salvadoreño”. La última prueba de eso se encuentra en la actual postura de la Comisión Ejecutiva Hidroeléctrica del Río Lempa (CEL), condenada por las descargas de agua realizadas desde la Central Hidroeléctrica “15 de septiembre” que anegaron tierras de la zona e incrementaron los estragos causados por el huracán Mitch, a su paso por el país.


El próximo viernes 31 de octubre se cumplirán cinco años del suceso y sus catastróficas consecuencias, producto de la fuerza de la naturaleza y la torpeza humana. Los más altos responsables de la CEL fueron denunciados por estos hechos en los tribunales correspondientes y se siguió el respectivo proceso judicial. Finalmente, se estableció la culpa de sus directores ejecutivos que fueron condenados a reparar los daños causados. Pero, para nuestra sorpresa, hoy esos funcionarios se niegan a cumplir la condena judicial. Los acusados alegan en su defensa que, con la decisión que tomaron hace cinco años, evitaron males mayores. Lo anterior ha sido cuestionado y desestimado por las autoridades judiciales, lo que obliga a los directivos de la CEL a respetar el fallo.


Entre los condenados se encuentra Guillermo Sol Bang, presidente de la Compañía; éste, pese a la sentencia, se resiste a responder como es debido. Para evitar cumplir con la justicia, ha iniciado, junto al resto de sus colegas, una costosa campaña mediática. Frente a la imposibilidad de cambiar la decisión del tribunal, la opción tomada por Sol Bang es la de organizar un juicio paralelo en la prensa para que el público condene a quien resolvió en su contra. Esa actitud nos recuerda mucho el estilo de Francisco Flores, quien desde la Presidencia de la República está presionando con todo al Órgano Judicial para que —contra la Constitución y diversos tratados internacionales, que son leyes internas— apliquen lo imposible: su “Ley Antimaras”.


La campaña de Sol Bang y la CEL, decíamos, incluye la publicación de “campos pagados” en los principales medios de difusión escritos —pagados, obviamente, con el dinero de la gente— mediante los cuales se difama a los tribunales que conocieron el caso. Los responsables “claman al cielo” preguntándose: “¿Dónde está la administración de justicia?”; además, cuestionan con una indignación poco usual: “¿Quién juzga a los juzgadores?”


En realidad, estas conductas no tienen por qué sorprendernos, pues provienen precisamente de alguien acostumbrado a proceder así, por ostentar uno de los “apellidos” que destaca entre los integrantes del bloque hegemónico empresarial del país; además, este señor conserva su cuota de poder político tras haber sido miembro —en varias ocasiones— del Consejo Ejecutivo Nacional del Partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA). Esas muestras claras de irrespeto a las decisiones judiciales cuando les resultan inconvenientes, son propias de aquellos a los que poco les importa vivir en democracia o dictadura. Eso, en realidad, a ellos no les afecta. Lo único que les interesa y motiva es seguir percibiendo enormes ganancias; por tanto, estarán conformes con el gobierno de turno que les permita seguir enriqueciéndose a costa de la mayoría de la población. Tal es el desprecio del actual presidente de la CEL hacia las “reglas del juego”, que el tribunal que conoce el caso le ha retenido su pasaporte para evitar que se fugue y debe presentarse ante el Juez cada quince días.


El que este funcionario del gobierno “arenero” —quien dicho sea de paso, es la persona con el sueldo más alto en todo el aparato estatal— no quiera cumplir con lo que los tribunales de justicia de nuestro país ordenan, es producto de la soberbia; pero también es fruto del accionar permanente de aquellos grupos que manejan los hilos negros de la impunidad en el país. Porque en El Salvador siguen existiendo personas con el poder suficiente para permitirse el lujo de despreciar la justicia y recordarnos así que, lastimosamente, ésta no es igual para todos en países como el nuestro.


Sol Bang y los otros directivos de la CEL, pretenden mantener vigente la interpretación práctica y antojadiza de un principio fundamental sobre el cual se sostiene un Estado de Derecho. Dicho principio aparece en el artículo 3 de nuestra Constitución, formulado de la siguiente manera: “Todas las personas son iguales ante la ley”. En cambio, la regla no escrita pero ejercitada sobre todo por el poder de facto salvadoreño es la de defender el Estado de Derecho hasta donde convenga —para que unos pocos mantengan sus privilegios— y criticarlo cuando perjudique sus intereses, hasta el punto de violar sin rubor sus principios y normas. Por eso, en coherencia con lo planteado al inicio de esta reflexión, en El Salvador de la posguerra cambiaron algunas cosas en la forma, pero casi nada o nada en el fondo; eso se comprueba cuando la justicia llama a la puerta de los poderosos, sin la fuerza suficiente para imponer el respeto de su espada y equilibrar la balanza.


Según se observa, a estos personajes y a los grupos que pertenecen no les basta con impedir que las víctimas del pasado y del presente —junto a sus familiares— sean atendidas eficazmente por las instituciones encargadas de investigar los delitos y castigar a los culpables, sino que también quieren que los funcionarios judiciales resuelvan siempre a su favor. Así, el ciudadano común y corriente tiene que soportar que sus casos permanezcan sin “moverse” o ser testigo directo de la prepotencia de los delincuentes que —al no estar conformes con un fallo— hacen gala de su poder e insolencia tratando de someter la justicia. Por eso es habitual que, en su mayoría, las muertes que diariamente acontecen en nuestro país queden en el olvido: porque la impunidad se impone sobre las espaldas de las personas y los sectores más débiles.


¿Por qué la CEL no paga? En resumen, ésta sostiene que no se realizó una correcta valoración de los daños ocasionados por las descargas que su presidente —como máximo responsable— autorizó realizar desde la Central Hidroeléctrica “15 de septiembre”. Como lo que debe pagar tiene que salir de su bolsillo, Sol Bang no está de acuerdo y encaprichado se niega a pagar. Lo que todavía no alcanzamos a comprender es cómo este personaje no ha pedido a sus abogados que lo asesoren bien. ¿O será que la actitud que ha adoptado es fruto de lo que éstos le aconsejan? ¿Cómo permiten que continúe con semejante campaña publicitaria, sin explicarle que las valoraciones las debió haber hecho en el momento procesal oportuno y no después? Ahora lo único que puede hacer es callar y cumplir.


Pese a tener en su contra decisiones judiciales, incluso hasta de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, una de las pocas argumentaciones que Sol Bang y sus colegas defienden públicamente con pretendida solidez tiene que ver con lo siguiente: que es “responsabilidad del Funcionario Público defender los intereses del Estado agotando las instancias de la ley”. Por favor, ahora insultan la inteligencia de la gente pretendiendo que ésta crea que la CEL vela por el bien común. Si en serio defienden la ley y la constitucionalidad, tendrán que acatar la sentencia judicial.


Al ver cómo el presidente de la CEL desafía al sistema desobedeciéndolo, ¿por qué el resto de la gente debe respetarlo? ¿Quién es él para menospreciar así a la justicia? ¿Acaso es diferente? Él no es ninguna autoridad judicial; por tanto, no puede interpretar las leyes ni las decisiones judiciales; su única responsabilidad es obedecerlas. Pero no; acostumbrados a hacer lo que quieren, los de su talla convierten sus molestias en monumentales berrinches. Más le valdría comenzar a respetar las reglas del juego establecidas; podría empezar por obedecer lo que manda el artículo 235 de la Constitución: “Todo funcionario civil o militar, antes de tomar posesión de su cargo, protestará bajo su palabra de honor, ser fiel a la República, cumplir y hacer cumplir la Constitución, ateniéndose a su texto cualesquiera que fueren las leyes, decretos, órdenes o resoluciones que la contraríen, prometiendo, además, el exacto cumplimiento de los deberes que el cargo le imponga, por cuya infracción será responsable conforme a las leyes”.

G

 


 


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