La
participación electoral vista desde las encuestas
La más reciente encuesta del Instituto Universitario de Opinión Pública de
la UCA (IUDOP) ofrece información relevante acerca de la forma en que los
salvadoreños ven las próximas elecciones y cómo están participando en las
mismas. Más allá de los resultados a las preguntas individuales que ya
fueron expuestos en la edición anterior de Proceso, el sondeo da pistas
sobre las condiciones que determinarán la participación electoral de los
ciudadanos en un poco más de una semana. Lo cierto es que el sondeo no
intentar predecir el resultado de las elecciones y, de hecho, no ha sido
diseñado con ese propósito, ya que entre otras cosas, el estudio se basa en
la población total del país —tal y como está distribuida según las
proyecciones oficiales de población brindadas por la Dirección General de
Estadísticas y Censos (DIGESTYC)— y no sobre la población acreditada con el
Documento Único de Identidad (DUI). La pesquisa de opinión pública, más bien,
intenta brindar elementos de análisis que expliquen por qué la gente estaría
votando de la forma en que anticipa en la encuesta. En esta línea, existen
varios aspectos que el sondeo señala con cierta claridad. Dos de ellos se
refieren al nivel de participación ciudadana el próximo 21 de marzo y que se
pueden resumir de la manera siguiente. En primer lugar, en estas elecciones,
hay mucha más gente que está interesada en asistir a votar que en procesos
electorales anteriores; y en segundo lugar, de acuerdo a la distribución de
las intenciones de voto expresadas en la encuesta, pareciera que en la
medida en que aumente la participación electoral en esa medida los
resultados beneficiarán al partido gobernante. En esta entrega se presentan
algunos datos y reflexiones relacionados con tales aspectos, los cuales
caracterizarían la dinámica política electoral del 2004 y que constituyen un
cambio con respecto a dinámicas del pasado.
El probable aumento de la participación ciudadana. La encuesta de febrero
del IUDOP daba cuenta de que un poco más del 58 por ciento de los
salvadoreños tiene mucho interés en asistir a votar en las próximas
elecciones. Esta proporción de gente constituye la expresión más alta de
interés registrada por un sondeo del Instituto en los últimos diez años. Una
revisión de la forma en la que la gente ha contestado a esta interrogante en
las encuestas preelectorales de comicios anteriores muestra que, en promedio,
un 33 por ciento de los salvadoreños solía manifestar mucho interés por
participar el día de las elecciones. Lo anterior significa que la motivación
de los salvadoreños hacia las elecciones se habría casi duplicado en las
vísperas de este proceso electoral en comparación con elecciones anteriores.
La encuesta revela que el interés es particularmente más alto entre los
habitantes del Área Metropolitana de San Salvador, entre los ciudadanos de
clases medias, entre los que tienen mayor nivel de educación y entre los
simpatizantes del FMLN. En tal sentido, la distribución del interés no se ha
modificado sustancialmente con respecto a sondeos de procesos electorales
pasados. Las personas que expresan más interés son aquellas que suelen
contar con más acceso a la información y que no se encuentran en condiciones
extremas de pobreza y desventaja socioeconómica. Con todo, ha habido un
aumento global del interés por el voto y este incremento coincide con un
crecimiento en las intenciones de voto manifiestas por partido en las
encuestas. De hecho, en la última encuesta un poco más del 70 por ciento de
los salvadoreños expresaron su intención de voto por partido político,
cuando en la mayor parte de sondeos en elecciones pasadas, el porcentaje de
manifestación del voto no superaba el 60 por ciento cuando mucho.
Sin embargo, lo anterior no implica necesariamente que la mayoría de los
salvadoreños vaya a votar. Muchos de los ciudadanos que están expresando
interés de participar podrían a última hora desistir de votar por diferentes
razones disminuyendo con ello el nivel de participación. Un análisis más
minucioso de la encuesta de la UCA revela que, en realidad, el porcentaje de
salvadoreños que sin duda va a participar en las próximas elecciones es, al
menos, del 40 por ciento de la población con DUI. Este es el porcentaje de
salvadoreños que no sólo mostraron mucha motivación por presentarse el día
de las elecciones sino también aquellos que comparten un fuerte interés por
la política, por la campaña electoral y que siguen con relativo entusiasmo
los movimientos políticos del país.
Ahora bien, ¿a qué se debe ese incremento en el interés general por las
elecciones y por la participación con respecto a comicios anteriores? ¿Será
que la gente ve con más confianza los procesos electorales? La encuesta de
la UCA no ofrece indicios de que la gente tenga ahora más confianza de la
que tenían en procesos eleccionarios anteriores; es más, preguntados sobre
la transparencia de las próximas elecciones cerca de la mitad de los
salvadoreños consultados opinaron que es probable que haya fraude y casi una
cuarta parte de la gente no supo responder a la pregunta. Así, más de la
mitad de la gente no tendría certeza sobre la limpieza de los comicios del
21 de marzo, pero, aún así, la mayoría de ellos piensan ir a votar. Esto
hace que las razones por las cuales asistirían a votar sean más difíciles de
identificar. Sin embargo, hay un par de datos ofrecidos por la encuesta que
pueden dar pistas sobre estas razones y que básicamente tienen que ver con
un cambio en la actitud de muchos ciudadanos hacia la utilidad de las
elecciones. Rompiendo con un modo de concebir la utilidad de los comicios,
uno de cada cuatro salvadoreños sostuvo que es importante votar porque el
voto puede cambiar cómo serán las cosas en un futuro y casi el 60 por ciento
de la gente consultada a través de otra pregunta rechazó la idea de que las
elecciones son una pérdida de tiempo. Estos resultados se diferencian de las
tendencias registradas en procesos electorales anteriores. Por ejemplo, en
las elecciones presidenciales de 1999, el 43 por ciento de la gente estaba
en desacuerdo con la afirmación de que las elecciones suponen una pérdida de
tiempo, mientras que en las elecciones de 2003 ese porcentaje fue del 40 por
ciento.
Todo lo anterior sugiere que el aumento del interés por la participación
podría estar relacionado con una creciente percepción sobre la utilidad de
las elecciones, sobre todo en la medida en que las mismas puedan representar
un cambio en la forma de conducción del país, lo cual parece más plausible
en estas elecciones que en el pasado debido al crecimiento de la oposición
política. Sin embargo, ello no significa que toda la gente con interés de
participar electoralmente esté pensando en votar para producir un cambio en
el gobierno, pero sí significa que el crecimiento de las opciones por la
alternancia estimula el interés y la participación general del electorado:
unos con tal de promover el cambio y otros que buscan impedirlo.
Participación e intención de voto. El resultado de las elecciones dependerá
en buena medida de la magnitud de la participación misma, esto es, de la
cantidad de gente que se decida a participar y asistir el día de la votación.
Las encuestas preelectorales han estado sugiriendo que, dadas las
características de la composición del voto, en la medida en que aumente la
participación electoral, en esa medida los resultados podrían beneficiar al
partido de gobierno y perjudicar a la oposición, especialmente al FMLN. Esto
se debe a las características mismas del voto de cada uno de los partidos.
Los votantes de cada uno de los partidos no son iguales y entre sus
características está el nivel de participación en la política y su mayor o
menor interés por participar.
Aunque ambos partidos mayoritarios, ARENA y FMLN, tienen sus propios
votantes duros, la proporción de gente que se mantiene fiel a su decisión a
votar por cada uno de los partidos es muy diferente como resultado de las
distintas formas en que los ciudadanos llegan a tomar la decisión por quién
votar.
ARENA sin duda acumula el porcentaje más grande de intenciones de voto, pero
buena parte de esa proporción es el resultado de la campaña y parece ser el
producto directo de una decisión de rechazo al FMLN. Es decir, alguna gente
que va a votar por ARENA no lo hará por el convencimiento incuestionable de
que ese partido constituye la mejor opción política, sino porque básicamente
no desean que el Frente llegue al poder, y ven a ARENA como el único partido
capaz de impedirlo. Esto obviamente tiene que ver con los mensajes de la
campaña negra de la derecha, pero también tiene que ver con la persistencia
de algunos imaginarios sobre el FMLN entre ciertos sectores de la población.
Algunos salvadoreños siguen viendo con desconfianza al FMLN por sus
recuerdos de la guerra y el candidato a la presidencia del mismo partido ha
exacerbado tales temores con la ayuda de la campaña de la derecha vinculada
a ARENA. En todo caso, este posible voto a favor de ARENA es menos
perseverante y duro, y probablemente más sujeto a los vaivenes políticos que
aquellos que votan por simpatía ideológica y por convicción a favor del
partido gobernante. De hecho, la encuesta mostraba que entre los que votan
por ARENA, cerca del 22 por ciento de la totalidad de sus posibles votantes
podrían cambiar su voto antes del día de las elecciones. Eso significa que
la intención de voto por ARENA podría disminuir hasta 10 puntos si esos que
están considerando su voto, se deciden por otro partido distinto o eligen
quedarse en sus hogares el día de las votaciones.
Por su parte, el FMLN presenta un voto más sólido y leal. Aunque la última
encuesta del IUDOP muestra que la intención de voto general es
considerablemente menor que la de ARENA. El voto por aquél, a diferencia de
ésta, se muestra un más vinculado con una actitud militante de los electores.
Buena parte del electorado del FMLN constituye el voto duro de éste y la
campaña del partido de izquierda ha logrado aparentemente convencer a menos
personas que ARENA. Esto le resulta en menos intenciones manifiestas de voto,
pero también en un nivel de votación menos variable y más disciplinado. De
hecho, el porcentaje de personas que tienen intenciones de voto por el
Frente pero que podrían cambiar su voto más adelante es del 18 por ciento,
lo cual significaría en la práctica una reducción de 5 puntos en el caudal
del FMLN. Esta aparente mayor solidez del voto del FMLN implica que, haya
más o menos votación general, el respaldo hacia el partido de izquierda se
mantendría prácticamente en los mismos niveles.
En estas condiciones, un aumento general de la participación electoral
tendería a beneficiar mucho más a ARENA que al FMLN. ARENA parece haber
convencido más a los votantes indecisos que el FMLN, y de allí se explica el
enorme porcentaje de personas que están manifestando su intención de voto.
Es más, un examen de la composición sociodemográfica del posible voto de los
partidos muestra que ARENA tiene más potencial entre los que históricamente
se han abstenido con más frecuencia: las mujeres, los jóvenes, los
campesinos y las personas con bajo nivel educativo; si, como lo dicen en las
encuestas, estos grupos acuden a votar masivamente, los números podrían
favorecer al partido oficial.
Los análisis realizados con los datos que salen de la encuesta de febrero de
la UCA muestran que en el caso de que sólo asista a votar el 40 por ciento
de la gente —que según los datos, resultó ser la más activa políticamente—
las diferencias entre ARENA y el FMLN se reducen a alrededor de 15 por
ciento. Y si la participación disminuye aún más que eso, la ventaja del
partido gobernante se podría desvanecer. Así, la posibilidad de que la
elección presidencial del 21 de marzo de 2004 se resuelva en primera o en
segunda vuelta, depende en buena medida de la afluencia de votantes ese
mismo día.
Hay que considerar además que una participación alta no sólo podría
beneficiar al partido gobernante, indirectamente también podría beneficiar a
los dos partidos pequeños. La historia de los comicios anteriores suele
señalar que entre más participación toma lugar en las elecciones, los
partidos pequeños y no polares suelen resultar con un mejor desempeño en las
urnas. Esto porque mucha gente que está indecisa con respecto a su propia
preferencia partidaria termina marcando por los partidos que no participan
de la polarización. En el pasado, esta conducta ha implicado una
distribución de votos inesperados para varios partidos pequeños, pero
también ha implicado que entre muchos debían repartirse los dividendos de
ese tipo de conductas ciudadana. En el escenario actual, la posibilidad de
votar por los partidos que no sean los representantes de los polos se reduce
a dos: la Coalición CDU-PDC y el PCN. Una participación cívica elevada
probablemente no producirá resultados sorpresivos, pero sí puede contribuir
a que tales partidos pequeños logren un saldo mucho más favorable que el que
anticipan los sondeos de opinión pública.
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