PROCESO — INFORMATIVO SEMANAL EL SALVADOR, C.A.

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Año 24
número 1100
Junio 2, 2004
ISSN 0259-9864
 

Número monográfico
Los cinco años de Flores y los desafíos del nuevo gobierno

Proceso: Veinticinco años analizando la realidad nacional 

 

ÍNDICE



Editorial: Fortalezas débiles

Política: De discursos y otras realidades políticas

Economía: Antonio Saca y el futuro económico de El Salvador

Comentario IUDOP: Evaluación de los salvadoreños sobre el gobierno de Francisco Flores y expectativas hacia el nuevo gobierno

Regional: La política exterior que deja en herencia Flores

Derechos Humanos: Muerto el Rey, ¿viva el Rey? (I)

 
 
Editorial


Fortalezas débiles

 

El panorama que presentan los datos de la encuesta del Instituto Universitario de Opinión Pública de la UCA (IUD0P), sobre la evaluación del saliente gobierno de ARENA, pueden ser leídos desde dos perspectivas: una más parcial y que, por lo tanto, puede llevar a engaño; y la otra, más global y, por lo tanto, más ajustada a la realidad. La primera se conforma con la valoración positiva que la opinión pública hace del gobierno y de los presidentes de ARENA. La otra va más allá y observa las debilidades que amenazan esa fortaleza.


La valoración que la opinión pública hace del gobierno de Flores es muy positiva, probablemente como consecuencia de la campaña electoral. Más de la mitad de la gente piensa que hizo cambios positivos, en particular, que construyó calles y carreteras y reprimió a las pandillas juveniles, lo cual habría hecho disminuir la delincuencia de manera significativa. Por lo tanto, para una gran mayoría, el país está ahora igual o mejor que hace cinco años, el presidente habría cumplido sus promesas y el desempeño de su gobierno habría sido bueno. Sólo alrededor de un tercio piensa que la situación es mala y valora de manera negativa al gobierno saliente. En consecuencia, la nota otorgada es la más alta de los cinco años. En cambio, su gabinete no sale tan bien evaluado. Exceptuando los ministros de obras públicas y educación, cuyas notas superan incluso a la del presidente, todos los demás, son mal evaluados y algunos de ellos salen mal parados —agricultura, trabajo y economía—. Así, pues, desde la perspectiva de la opinión pública, Flores no tuvo el mejor gabinete de la historia salvadoreña, tal como él sostiene, en el elogio autocomplaciente que hace de sí mismo, en sendas entrevistas, publicadas en los periódicos matutinos.


Desde esta perspectiva positiva, Flores sería, con mucho, el presidente más honesto de los tres que ha proporcionado ARENA, el que más habría hecho por el país y el que más lo ha beneficiado. El nuevo mandatario hereda esta visión positiva y despierta, por eso mismo, grandes expectativas entre la población salvadoreña. Esta no duda de su capacidad para gobernar, tampoco duda que su gobierno traerá cambios positivos, ni que la situación del país va a mejorar durante su mandato, mientras que los que piensan lo contrario son una pequeña minoría. La nota que la opinión pública adjudica al nuevo presidente es muy superior a la otorgada a Flores. De tal manera que, si volviera a haber elecciones, ARENA ganaría de nuevo por más del 47% de los votos contra menos del 20% del FMLN.


Esta derrota hipotética se fundamenta en una serie de opiniones negativas sobre el FMLN. La inmensa mayoría, ocho de cada diez personas encuestadas, desaprueba su ausencia en la toma de posesión del nuevo presidente. En lugar de presentar una oposición férrea como la que este partido plantea, más de la mitad piensa que el FMLN debiera colaborar con el nuevo gobierno. Esa misma mayoría piensa que la imagen del FMLN ha empeorado. Aunque las opiniones sobre las razones de la derrota electoral se dividen en dos bloques bastante similares, la de los que la atribuyen a la dirección del partido y la de los que piensan que fue causada por factores externos, la mayoría, seis de cada diez personas, opina que la elección fue legítima. Es evidente que la opinión pública no comparte el juicio de la dirección del FMLN, que sostiene que ésta fue ilegal e ilegítima. Es más, ni siquiera considera haber sido engañada o manipulada, sino que sus opiniones y juicios son muy positivos y sus expectativas respecto al nuevo gobierno, grandes. De nuevo, las políticas del FMLN aparecen muy alejadas del pensar y sentir popular.


La lectura parcial del panorama social del país llega hasta aquí, pero la encuesta arroja datos suficientes como para profundizar en el análisis y observar que esas fortalezas de ARENA y su gobierno no son sólidas. Casi desde el comienzo, los gobiernos de ARENA arrastran una enorme debilidad: la economía. La inmensa mayoría de la gente pide cambio de política económica, lo cual pone en aprietos a un gobierno con una fuerte representación de la gran empresa privada, la cual se opone, precisamente, a cambiar dicha política. Al contrario, algunos de ellos desearían avanzar más, es decir, otorgar más ventajas para el gran capital y la gran empresa, a costa de los demás. No hay que olvidar que ARENA se movilizó para evitar un cambio de rumbo económico. Puede que intente continuar con esa estrategia, pero no irá muy lejos con ella. Forzosamente tendrá que introducir algunos cambios importantes, si desea consolidar las fortalezas identificadas. Las expectativas de la gente sólo podrán mantenerse con cambios que apunten a una sociedad más equitativa, a través de una mejor distribución de la riqueza. Sin ello, la gobernabilidad será cada vez más difícil.


Aparentemente resuelta la cuestión de la delincuencia, la gran mayoría de la gente señala a la pobreza, al desempleo y a la economía como los problemas principales del país. La seguridad, de momento, ocupa un segundo plano. Ocho de cada diez personas opinan que la economía nacional y familiar están peor o igual, es decir, mal. La mitad piensa que la pobreza es mayor ahora y un poco más de un cuarto que es igual. Las evaluaciones más bajas se concentran en los ministerios de agricultura, trabajo y economía, precisamente, los relacionados con las áreas más críticas. Aquí también se concentran los fracasos que la población encuentra en el gobierno saliente. El nuevo Ejecutivo no tiene, pues, escapatoria. Esa misma mayoría percibe que la prioridad de los gobiernos de ARENA son los ricos y los empresarios. La mayoría piensa que el gobierno saliente no la ha beneficiado, que no influye en las decisiones importantes y que tampoco es escuchada. Este es otro punto en el cual el nuevo gobierno debe andarse con cuidado. Si cae en la solución fácil de la demagogia, puede que sus fortalezas se derrumben ante sus propios ojos. Por un lado, esto último dependerá del rumbo que tome el FMLN, porque ARENA debe su fortaleza actual, por el otro lado, a la falta de alternativas reales. El nuevo mandatario no debe olvidar que las notas del presidente saliente han sido fluctuantes: osciló entre la aceptación y el rechazo en sus cinco años de gobierno.


La consolidación de la seguridad ciudadana es aparente. La opinión pública comparte la opinión del gobierno al respecto, por ahora: la represión de las pandillas juveniles la valora de forma muy positiva y, por lo tanto, se pronuncia por continuar con ella, aun cuando sea inconstitucional y viole el derecho internacional. El mismo gobierno de ARENA ha inducido a la gente a pensar que la mejor forma de combatir la inseguridad es violar los derechos y debilitar las instituciones que debiera fortalecer, lo cual puede ya se ha constituido en un obstáculo serio para la convivencia. De momento, es un déficit importante para un gobierno preocupado por la gobernabilidad. Otro problema grave es que los homicidios atribuibles a las pandillas juveniles representan una tercera parte del total, que, por otro lado, en este momento, tiende a elevarse. La causa principal es el arma de fuego. En la medida en que la población descubra que el gobierno de ARENA no le puede proporcionar seguridad pública, perderá legitimidad. Esta incompetencia tenderá a ser vista como debilidad y la ciudadanía se verá de nuevo desamparada.


El gobierno de ARENA no debe olvidar que la meta última del combate contra la violencia criminal es la promoción de los derechos civiles, lo cual implica no sólo combatir el crimen contra el individuo, sino también la violencia institucionalizada, la conducta ilegal, la ausencia de control, la falta de protección social y la perpetuación de enclaves autoritarios. Las prácticas corruptas, por ejemplo, son una manifestación elocuente para la sociedad de que el gobierno ampara la criminalidad o que al menos no la combate con determinación. Así, pues, las manos duras no son soluciones de largo plazo.


La percepción favorable que ahora existe, puede revertirse ante la brutalidad de una realidad precaria, violenta e insegura. La respuesta que han encontrado los gobiernos de ARENA, el saliente y el entrante, es una trampa que, tarde o temprano se puede cerrar. Por consiguiente, la fortaleza que ARENA y su gobierno ahora muestran tiene fundamentos débiles y puede derrumbarse con la misma facilidad con la que ha sido levantada.

G

 

Política


De discursos y otras realidades políticas

 

Las ceremonias de traspaso de poder constituyen un ritual de unción fundamental en las democracias. El elegido no sólo es presentado en sociedad, sino que la pone a soñar con que podrá superar sus dificultades más sentidas. Desde esta perspectiva, se puede decir que la ceremonia de toma de posesión de Elías Antonio Saca y toda la parafernalia mediática que ha rodeado la misma ha cumplido con su cometido. De hecho, las encuestas de opinión pública registran una aceptación mayoritaria del nuevo mandatario por parte de la población. Los salvadoreños, si bien no se hacen demasiadas ilusiones, esperan que el cuarto presidente de ARENA cumpla con sus promesas.


Aunque pueda parecer sencillo, no es poco afirmar que el proceso de traspaso de mando ha logrado sus objetivos. Lo peor que podría pasarle a una democracia es que un nuevo gobernante, masivamente votado, como lo fue Saca, dos meses después no lograra siquiera entusiasmar a un sector importante de la población. Viceversa, no constituye ninguna sorpresa que el partido de oposición haya salido mal evaluado, bastante abajo del partido oficial. En este caso, sufre un doble efecto de sanción. Por una parte, por conveniencias políticas fáciles de explicar, no puede compartir los sueños de la mayoría de la población que se muestra dispuesta a dar un compás de espera al nuevo gobierno.


Por otro lado, en el caso particular del FMLN, después de las elecciones no ha logrado presentar un proyecto coherente que permita tan siquiera dar la ilusión a los salvadores que el partido esté dispuesto a enmendar los errores del pasado. No sólo que sus dirigentes que perdieron las elecciones siguen aferrando a sus puestos contra viento y marea, sino que también la estrategia de lucha frontal en contra del nuevo presidente no es legible para buena parte de los salvadoreños. Dicho de otra manera, mientras que ARENA se beneficia del entusiasmo y la cuota de esperanza que despierta el nuevo presidente, el FMLN se queda anclado en el pasado, en una lucha sin cuartel entre sus principales dirigentes por el control de la organización.


El discurso de investidura del nuevo presidente pretendió seguir en la línea de capitalizar la cuota de simpatía y de sueño que acompañan estos momentos. No presentó ningún proyecto en concreto. Pero sí muchas generalidades, susceptibles de hacer soñar a muchos. Recalcó su buen talante, aquello que lo define como bonachón, sencillo y de origen humilde. Prometió a los salvadoreños que no se dejará marear por el poder y que estará siempre al lado de los más necesitados, por haber pertenecido a este gremio de desamparados que constituye la mayor parte de la población. Estas palabras, sin duda, endulzan los oídos de una población a la que no han llegado las bondades de la economía neoliberal en la que han hecho fortuna los grandes empresarios de ARENA. Como si fuera poco, Elías Antonio Saca declaró que no se verá en su “gobierno dogmatismo económico, ni veneración desproporcionada a la lógica del mercado”.


Dicho en lenguaje sencillo, Saca anunció que se desmarcará de la ortodoxia neoliberal que fue el principio ideológico sobre el que su antecesor hizo descansar sus acciones de gobierno. En otros términos, anunció una ruptura con un pensamiento en boga en su partido, que siempre ha preconizado las bondades del mercado y la justicia con que éste reparte las riquezas nacionales. Hay que esperar y ver para creer si realmente el presidente Saca podrá honrar sus declaraciones. No hace falta mucha agudeza para saber que la realidad suele contradecir los sueños de los políticos. Además, especialmente en el caso de Saca, hay una gran hipoteca que pende sobre su ascenso al poder. Su campaña fue financiada ampliamente por los grandes empresarios que han hecho fortunas, precisamente en la concepción economicista que él dice no compartir. ¿Cuántos márgenes de maniobra tendrá el presidente frente a los intereses dominantes en su propio partido? ¿Encontrará un mecanismo de armonización entre los intereses del gran capital y los de los salvadoreños más pobres? En los próximos días se tendrá algunos elementos de respuestas a estas interrogantes.


Sobre el punto en que se ha mostrado intransigente Saca es respecto de su relación con el FMLN. En su discurso declaró su buena disposición al diálogo y concertación con sus adversarios. Pero advirtió: “una cosa es un presidente tolerante y abierto que busca entenderse con la oposición constructiva, y otra muy distinta es que la oposición intransigente quiera chantajear al presidente. No confundamos las demandas legítimas con los desmanes políticos. No confundamos las necesidades con las necedades”. Los dirigentes del partido de izquierda son calificados de necios y de querer chantajear al noble presidente. En cambio, la otra oposición, la que transige sobre sus demandas, es saludada e invitada a trabajar con el gobernante para enfrentar los diferentes problemas que tiene el país.


Hay que decir que las declaraciones de Saca en torno al FMLN buscan introducirse en el debate interno en este partido, haciendo la diferencia entre supuestos renovadores y ortodoxos irremediables. Quiere aprovechar la incapacidad de renovación en este partido para censurar, de antemano, cualquier iniciativa contraria a los propósitos oficiales. En un guiño hacia las próximas elecciones, Saca pone al pueblo como único juez que ha de evaluar el comportamiento de unos políticos radicales que impedirán que puedan llegar a feliz término sus buenos propósitos para El Salvador.


Se trata de un discurso a la vez astuto e irrealista. La astucia del mismo consiste en preparar las próximas elecciones sin decirlo, machacar al adversario bajo el argumento que éste no defiende los intereses del país. La falta de realismo reside en el hecho que Saca pretende ignorar a la oposición con quien dice que no dialogará debido a la intransigencia de ésta. Al mismo tiempo, ensalza la figura de una oposición básicamente irrelevante para la primera batalla que tendrá que ganar en los próximos días: la de la aprobación del presupuesto. El chantaje que fustiga el presidente es una realidad política de la que echan mano todos los actores políticos en todos los sistemas políticos. La capacidad de chantaje de un partido viene determinado por su peso en la legislatura. Y, si se atienden estos parámetros, hoy por hoy, el FMLN tiene la capacidad de bloquear cualquier esfuerzo gubernamental que pretenda pasar por encima de los intereses que este partido dice representar. Por ello, hubiese sido más prudente por parte de Saca ofrecer un mejor trato al partido de izquierda. En política nunca se gana humillando o descalificando al adversario.


Por otro lado, la apuesta por ensalzar la figura de la otra oposición no es realista porque no toma en cuenta el verdadero peso con que cuenta ésta en el juego político nacional. Puede constituir una apuesta futura el hecho de alentar a disminuir el protagonismo del FMLN en la oposición. Sin embargo, fundar una estrategia de negociación exclusivamente sobre unos partidos inexistentes, cuyos dirigentes están en desbandada parece una estrategia política llamada a fracasar. Si bien que los salvadoreños votaron masivamente por la fórmula de ARENA durante las elecciones recién pasadas, también es cierto el hecho de que votaron por el FMLN y dieron la espalda a las otras opciones que pretendían relevar al partido de izquierda.


El nombramiento de una comisionada presidencial para la gobernabilidad parece enmarcar la importancia del tema en la agenda de Saca. De hecho es uno de los temas más en boga en los discursos políticos en el país. El último encuentro anual de los empresarios, ENADEA 2003, se preocupó ampliamente por el tema y lo recalcó como una de las grandes taras del país. En ese sentido, se comprende que el nuevo presidente se preocupe por el mismo. Sin embargo, su preocupación por el tema de la gobernabilidad debería ir más allá de lo que se ha dicho hasta ahora. En primer lugar, se vende la idea como que si la misma dependiera exclusivamente de la actitud de la oposición a la que siempre se condena por su supuesta incoherencia y falta de compromiso con el país. Si la representante de Saca piensa seguir abordando el tema desde la misma perspectiva, lo más probable es que no logrará sacar adelante su agenda.

G

 

Economía


Antonio Saca y el futuro económico de El Salvador

 

El nuevo presidente salvadoreño, Elías Antonio Saca, tiene problemas que deberá subir paso afrontar con todos los sectores nacional para construir, una nueva forma de hacer política económica, que debería diferenciarse sustancialmente del legado del gobierno de Flores.

Los problemas irresueltos de Flores
El ex presidente Flores se mantuvo afirmando reiteradamente los supuestos logros de su política económica en materia de erradicación de la pobreza, generación de nuevos empleos, estabilidad y crecimiento económico. Los medios se dedicaron a pregonar las presuntas bondades de las privatizaciones y la dolarización implementadas por Flores.


Pese a que la situación económica del país ha ido en franco deterioro, esta situación se ha ocultado de muchas maneras. Lo que no se ha dicho es lo siguiente:

1. No es cierto que en el período de la administración Flores se haya reducido la pobreza. La prueba de ello, son los estudios del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), de la Fundación para el Desarrollo (FUNDE), y el Departamento de Economía de la UCA, entre otros, en los cuales se ha develado una realidad mucho más grave que la relatada en los discursos del ex presidente Flores. Las cifras oficiales del gobierno sobre la pobreza se han sostenido en métodos desfasados y erróneos, en los cuales se ha minusvalorado el verdadero índice de la miseria del país (ECA 663-664). La pobreza ajustada por la inflación calculada por el Departamento de Economía de la UCA sitúa un indicador donde el 53.5% de los hogares salvadoreños son pobres, contrastada con las cifras oficiales, que los ubican como únicamente el 36.8% del total de hogares.

2. Tampoco el desempleo se ha reducido en la proporción que ARENA afirma haberlo hecho. Para empezar, nunca se hace la correlación entre el nivel de desempleo del país y el crecimiento acelerado de personas que emigran hacia los Estados Unidos para enviar sus remesas de ya más de dos millones de dólares anuales y que representan casi dos tercios de la entrada en divisas. Una vez más la dudosa procedencia de las estadísticas oficiales (como por ejemplo, las de la Dirección General de Estadísticas y Censos, DIGESTYC) confirma lo que otros estudios señalan: en una economía con una recesión y un estancamiento del aparato productivo, especialmente en los sectores agrícolas e industriales que han experimentado tasas de crecimiento decrecientes, es casi imposible generar miles de nuevos empleos con salarios dignos, (es decir, esto excluye las cifras gubernamentales que incluyen en sus cálculos a las maquilas donde el empleo que se crea es precario, más horas de trabajo en malas condiciones y sin prestaciones, por menor salario.)

3. La pregonada apertura económica no ha tenido casi ningún impacto en el crecimiento económico. Ya van firmados, al menos, cuatro tratados de libre comercio (Chile, México, República Dominicana y Panamá) y esto no se ha traducido en un alza positiva de los indicadores del Producto Interno Bruto (PIB). De hecho, el crecimiento del PIB ha sido de los más bajos en los últimos diez años, pues se ha mantenido en tasas cercanas al 2%. Mientras, el PIB per cápita se ha estancado. El sector agropecuario está deprimido y no hay posibilidades de crecimiento en el corto y mediano plazo. Además, se ha mantenido una balanza comercial negativa. Prueba de ello son los saldos negativos con los tratados de libre comercio firmados con México y Chile. En ellos se ha manifestado la decreciente competitividad de nuestros exportadores, una miserable generación de empleo y una escasa atracción de nuevas inversiones, entre otros.

4. La dolarización de 2001 no ha ayudado a atraer nuevas inversiones, como lo publicitó el gobierno. Prueba de ello es que, precisamente por la dolarización, los desequilibrios macroeconómicos se han profundizado, puesto que la política monetaria ha desaparecido y las reservas de divisas han disminuido.

5. La estabilidad económica es una falacia comprobada. La mala orientación de las finanzas públicas ha generado un endeudamiento que rebasa el límite aceptado por los organismos financieros internacionales, con lo cual puede peligrar el funcionamiento completo de toda la economía. En diciembre de 2003, el saldo era de 7,247 millones de dólares, los cuales representan un aumento de 838 millones dólares, respecto al saldo de diciembre de 2002.

Los desafíos de Saca
Ante un contexto semejante, la nueva administración gubernamental tiene un desafío mucho mayor que el de Flores: tras de sí tiene un pueblo al que hay que responderle, no con más políticas neoliberales, sino todo lo contrario: soluciones estructurales para poner en el centro de la planificación económica al pobre y no a la élite económica como hasta ahora se ha hecho. Por ejemplo, los tratados de libre comercio no han sido orientados para beneficiar a las empresas de escala micro, pequeña y mediana, sino tan sólo a las grandes que son las que poseen los recursos y competitividad para exportar. Dentro de la retórica preelectoral de Saca, cuajó la idea de que sus retos ahora son de índole social, pero no se pueden lograr éxitos sociales si dentro de los planes de su gobierno se antepone primero el interés del gran capital por sobre el del bienestar de las y los ciudadanos.


El plan económico de Flores parecía calcado del de FUSADES, en el cual se planteaba la idea típica del rebalse económico proveniente del libre mercado, a través de la iniciativa empresarial bien impulsada, el buen funcionamiento de las instituciones y políticas de ayuda para los sectores necesitados.


Desde esta perspectiva, el cambio será, pues, imperceptible con respecto a la lógica de las políticas económicas de Flores. Ya se vislumbra la entrada en vigor del TLC con Estados Unidos en 2005, y se buscará entrar en tratados similares, según informan los medios, como el TLC con la Unión Europea y con Taiwán. Será pues, nuevamente, una política de mercados abiertos, contrapuesta a la creciente vulnerabilidad de los sectores productivos y de los indicadores de desarrollo humano de la población.


Como la política social será el fuerte del nuevo gobierno, según afirma el presidente Saca, eso tendrá que financiarse de algún modo. Lo que se propone hacer la administración de Saca es impulsar la caridad social hacia los pobres para paliar su explosividad política. Sin embargo, con las arcas del Estado cada vez más endeudadas y un presupuesto general cada vez menor y todavía no aprobado, una política fiscal expansiva será limitada, pues el país no genera suficientes ingresos. Para reducir esa restricción presupuestaria, una de las opciones ya anunciadas entre líneas por el gobierno de Saca (siguiendo las recomendaciones de FUSADES) será la de aumentar los impuestos regresivos, como el IVA, del 13 al 15 por ciento. Empero, esto repercutirá en el alza del costo de la vida de la población y la pauperización de grandes segmentos de las personas de los distintos departamentos, especialmente de las áreas rurales.


En definitiva, los desafíos de Saca de reducir las brechas existentes de pobreza, desigualdad, bajos índices de dinamismo económico, (incluyendo el impulso a las exportaciones deprimidas), la reducción de la emigración y el desempleo, aumento en la inversión del capital humano y proyectos de desarrollo sostenible y de largo plazo para El Salvador, son todo un menú de políticas económicas que exigirán modificar las aplicadas hasta la fecha por ARENA. El detonante de este cambio es claro: el peso creciente de la deuda pública y la creciente necesidad de aplicar políticas fiscales progresivas para rubros literalmente abandonados por ARENA, como el agro, los problemas medioambientales, la educación, la salud, la vivienda, el agua, etc. ¿Cómo resolver esta contradicción, sin cambiar el modelo de desarrollo seguido hasta ahora? Probablemente nadie en ese partido lo sepa.

G

 

Comentario IUDOP


Evaluación de los salvadoreños sobre el gobierno de Francisco Flores y expectativas hacia el nuevo gobierno


Los salvadoreños calificaron con una nota promedio de 6.45, sobre una escala de 0 a 10, a la gestión completa del gobierno de Francisco Flores, según revela la más reciente encuesta del Instituto Universitario de Opinión Pública (IUDOP) de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA) de El Salvador. El sondeo, realizado con el objeto de conocer lo que piensan los ciudadanos salvadoreños sobre los cinco años de gestión del tercer gobierno de ARENA, sobre el desempeño de la Asamblea Legislativa y las alcaldías y sobre las expectativas hacia el nuevo gobierno de Antonio Saca, se llevó a cabo entre el 19 y el 26 de mayo del año en curso, con una muestra nacional de 1,047 personas de los catorce departamentos del país, representativa de la población adulta nacional. La pesquisa tiene un error muestral de más/menos 3.03 por ciento.


De acuerdo a las tendencias mostradas por las encuestas de evaluación del gobierno de Flores, la nota obtenida por la administración saliente constituye la valoración más alta de toda su gestión y la evaluación más positiva de los cierres de gobierno areneros.


La encuesta de la UCA revela que dos de cada tres salvadoreños han notado cambios positivos en el país desde que entró el gobierno de Flores, mientras que uno de cada tres no percibió mejoras en el país. En el otro lado de la moneda, y preguntados sobre lo negativo, un poco más de la mitad de la gente (el 52.5 por ciento) dijo haber percibido cambios negativos en el país desde que entró la tercera administración de ARENA; sin embargo, casi el 47 por ciento de la gente dijo no haber percibido cambios negativos en el país durante dicho gobierno.


En esa misma línea, se pidió a los encuestados que comparasen la situación del país con las condiciones reinantes hace cinco años, cuando dio inicio la administración Flores. Los salvadoreños opinaron de forma dividida al respecto. El 39.1 por ciento dijo que el país está mejor ahora que hace cinco años; un poco más de la tercera parte, el 34.7 por ciento, dijo que el país sigue igual que hace cinco años; y el 26.2 por ciento dijo que está peor.

Los logros y los fracasos del gobierno
El mejoramiento de la red vial del país y el combate a la criminalidad, fundamentalmente a través del Plan Mano Dura, constituyen los logros principales del gobierno de Flores según la población. El primero fue señalado por casi la mitad de los encuestados (49.7 por ciento), mientras que el segundo fue mencionado por cerca del 13 por ciento de la gente. Un poco más del 19 por ciento de los salvadoareños no pudieron identificar logro alguno del gobierno, y el resto se refirió a otros logros, como la economía del país, los tratados de libre comercio y las relaciones internacionales, en porcentajes más bien reducidos.


Por el lado de los fracasos atribuidos a la gestión de Flores, el sondeo revela que las opiniones de los salvadoreños son más diversas, aunque la mayoría de fracasos identificados por la gente consultada se refieren al ámbito económico. La dolarización, el desempleo, el alza en los precios, la situación de la economía misma y la pobreza constituyen los aspectos más criticados del tercer gobierno de ARENA por la población. En conjunto, todos esos puntos que tienen que ver con el desempeño económico de la administración Flores reúnen a más del 40 por ciento de las opiniones. No obstante, casi el 23 por ciento de la gente no supo identificar fracasos al gobierno saliente. Otros salvadoreños mencionaron la delincuencia (5.5 por ciento), la privatización (5 por ciento) y la falta de diálogo (4 por ciento) entre otras fallas del gobierno.


El sondeo de la UCA muestra que, en el balance que hace la gente sobre el desempeño del gobierno para enfrentar los problemas fundamentales del país, las opiniones más positivas se concentran alrededor del combate de la criminalidad, mientras que las opiniones más negativas se refieren al estado de la economía y a la pobreza.


El 46.7 por ciento de la gente piensa que el crimen se redujo con el gobierno saliente, el 13.6 por ciento sostuvo que se mantuvo igual, y el 39.7 por ciento cree que la delincuencia aumentó. Además, en el tema de la aplicación de la justicia, casi la mitad de la gente (48.3 por ciento) sostiene que la misma mejoró con el gobierno saliente.


Por otro lado, cuando se evalúa la situación de la pobreza en el país, casi la mitad de los salvadoreños (49.3 por ciento) piensan que la misma aumentó con el gobierno de Flores, un poco más de la cuarta parte (26.4 por ciento) considera que se mantuvo igual y otra cuarta parte casi de la población (23.3 por ciento) cree que la pobreza disminuyó. En la misma línea, más de la mitad de los salvadoreños consideran que la situación económica del país empeoró durante los pasados cinco años, el 22.7 por ciento cree que se mantuvo igual y el 21.7 por ciento argumenta que la economía nacional mejoró.

La relación con los ciudadanos
Una de las principales promesas de campaña de Francisco Flores fue acercarse más a la gente y atender sus demandas de manera directa. La encuesta de la UCA preguntó a los ciudadanos sobre la disposición del gobierno saliente para escuchar las demandas de la población. Las opiniones sobre este punto se mostraron divididas, pero más de la mitad de los encuestados (el 57.8 por ciento) señalaron que el Ejecutivo escuchó poco o nada las demandas populares; el 23.3 por ciento dijo que había escuchado “algo” las demandas y casi el 19 por ciento sostuvo que el gobierno había escuchado mucho las solicitudes y quejas de la gente.


De hecho, la relación con los ciudadanos es uno de los aspectos del gobierno de Flores en los que la valoración es menos favorable en comparación con otros aspectos de su evaluación. Por ejemplo, menos de la tercera parte de la población piensa que las acciones del gobierno le beneficiaron (30.6 por ciento) o que influyó en las decisiones tomadas por el gobierno (28.8 por ciento). El resto de los salvadoreños, es decir la mayoría, no se sintieron beneficiados ni tomados en cuenta por el gobierno.


A pesar de ello, al igual que la nota promedio de desempeño, la valoración general del trabajo de Flores resultó ser positiva y la comparación con las administraciones anteriores de ARENA lo deja también con una buena imagen. El 47.6 por ciento de la gente piensa que Flores gobernó bien al país, el 28.8 por ciento cree que Flores no gobernó ni bien ni mal y el 23.6 por ciento dijo que había gobernado mal.

La evaluación de los ministros
La encuesta de la UCA pidió a los ciudadanos que evaluaran el trabajo de los ministerios del Ejecutivo, usando una escala de calificación de 0 a 10. Las dependencias mejor evaluadas fueron: el Ministerio de Obras Públicas, con una nota promedio de 7.55; el Ministerio de Educación, con una calificación de 7.44; y la Secretaría Nacional de la Familia, con una valoración promedio de 7.09. En el otro lado de la moneda, las carteras del Estado peor evaluadas durante la gestión de Francisco Flores son los ministerios de Agricultura y Ganadería, de Trabajo y de Economía, precisamente aquellos que tienen que ver con las áreas críticas de la evaluación del gobierno saliente. El resto de ministerios recibieron juicios intermedios: ni positivos ni negativos.

Las expectativas hacia el nuevo gobierno
La encuesta de la UCA dedicó también un espacio a recoger las expectativas de los ciudadanos hacia el nuevo gobierno de Antonio Saca. Las respuestas de los ciudadanos indican que las expectativas fundamentales de la población se concentran en la resolución de los problemas principales del país, especialmente los que tienen que ver con el área económica y que quedaron pendientes de la gestión de Flores.


Casi el 30 por ciento de los salvadoreños espera que el nuevo gobierno erradique el desempleo, el 19.7 por ciento señaló que el nuevo gobierno debe combatir la delincuencia, el 8.8 por ciento señaló que su expectativa acerca del gobierno es que mejore la economía nacional, y el 8 por ciento simplemente espera que cumpla con sus promesas de campaña. Otras expectativas formuladas fueron: eliminar la pobreza, cambiar la política económica y promover una política social, entre otros aspectos mencionados.


Preguntados si el nuevo gobierno debe continuar con las mismas políticas en las áreas de seguridad y de economía, los salvadoreños respondieron de forma elocuente. Por el lado de la política económica, el 78.3 por ciento de la gente opinó que debe cambiar dicha política, y sólo el 18.9 por ciento respaldó su continuidad. En cambio, cuando se trata de la política de seguridad pública, las opiniones que favorecen el cambio se reducen al 55.6 por ciento, con un 42.6 por ciento a favor de la continuidad.


Sin embargo, cuando se preguntó a los ciudadanos sobre las perspectivas que tiene el país con el cuarto gobierno consecutivo de ARENA, el 43.2 por ciento de la gente dijo que el país va a mejorar, casi el 30 por ciento dijo que seguirá igual y el 17 por ciento considera que va a empeorar. En cualquier caso, el nuevo presidente, Antonio Saca, entra al Ejecutivo con un clima favorable en la opinión pública. La calificación promedio obtenida por el nuevo presidente antes de tomar posesión del cargo es de 7.40.


La encuesta de la UCA preguntó a la gente si el nuevo gobierno es ilegítimo, tal y como lo argumentan algunos sectores del país, porque ARENA ganó sobre la base de una campaña de miedo. Las respuestas revelan que el 59.1 por ciento de la gente se mostró en desacuerdo con esa postura, es decir, no creen que la elección de Antonio Saca sea ilegítima; en cambio, el 37.7 por ciento sí está de acuerdo con que la elección se llevó a cabo fuera de las normas que le brindan legitimidad.

Otras opiniones
La encuesta de la UCA preguntó a los ciudadanos salvadoreños sobre las razones de los resultados electorales obtenidos por el FMLN. Las opiniones se mostraron un poco divididas al respecto: el 44.4 por ciento dijo que el resultado electoral se debió a la conducción de la campaña de la comisión política; el 33.4 por ciento señaló factores externos al partido de izquierda; y el 4 por ciento apuntó a ambos tipos de razones. El resto de la gente no quiso opinar al respecto.


También, a los salvadoreños se les preguntó sobre el papel que debe jugar el FMLN como oposición frente al nuevo gobierno. Casi dos terceras partes de los consultados (el 65 por ciento) dijeron que el Frente debería ser una oposición colaboradora y concertadora con el nuevo gobierno, el 28.4 por ciento señaló que el FMLN debería de ser una oposición crítica, pero abierta al diálogo, y sólo el 3.4 por ciento dijo que el partido de izquierda debería ser una oposición férrea e intransigente.


Finalmente, se preguntó a los ciudadanos su opinión sobre la postura del FMLN de no asistir a la toma de posesión del nuevo gobierno. Más del 75 por ciento de la población se mostró en desacuerdo con la decisión del partido de izquierda, en tanto que casi el 17 por ciento se mostró de acuerdo con la misma.


En resumen, la última encuesta de la UCA revela que Francisco Flores y su equipo se retiran del gobierno con una buena evaluación general por parte de la ciudadanía. De hecho, las calificaciones generales obtenidas por la administración Flores al cierre de su gestión constituyen las más altas de los cinco años de gobierno. Sin embargo, a diferencia de las administraciones anteriores de ARENA, las evaluaciones de la opinión pública sobre Francisco Flores estuvieron marcadas por fuertes fluctuaciones a lo largo de su período al frente del Ejecutivo. El gobierno de Francisco Flores finaliza su ciclo con una de las mejores calificaciones generales con que la opinión pública ha despedido a una gestión gubernamental, pero al mismo tiempo este gobierno fue el que obtuvo las peores valoraciones que cualquier administración del Ejecutivo ha obtenido jamás desde 1989.


Así, este ha sido un gobierno igualmente admirado y rechazado por los salvadoreños. Durante esta gestión, los ciudadanos pasaron de las expectativas a la frustración, de la admiración por la respuesta durante la crisis de los terremotos al rechazo por su postura frente a la crisis del sector salud, de la irritación por su actitud hacia los problemas económicos a la aprobación por su propuesta de mano dura en contra de las maras.


Buena parte de la evaluación positiva que hoy recibe el gobierno de Flores, se debe al desarrollo de su programa de represión en contra las pandillas y a su plan de mejorar la red vial del país; pero también, y sobre todo, se debe a un intenso y sostenido esfuerzo de publicidad y propaganda y a una sensación en la ciudadanía de que no existe en el país una fuerza política alternativa con la misma capacidad de convertirse en gobierno.


No obstante, de acuerdo a los ciudadanos, el gobierno de Flores se retira con una fuerte deuda en el área de la política económica del país y en la relación con los ciudadanos. Al gobierno saliente se le critica el desempleo, la dolarización y una orientación económica que no beneficio a la mayoría de los ciudadanos; pero también se le critica por su distancia y por su autismo con respecto a las expectativas y necesidades de los salvadoreños más pobres.


Con todo, el nuevo equipo de ARENA que ingresa al Ejecutivo, lo hace en un entorno positivo, al menos desde la opinión pública. Antonio Saca se convertirá en presidente con un juicio favorable de la población, pero al mismo tiempo con muchas expectativas de superar los problemas económicos y de gobernabilidad que supone el nuevo escenario político.


Por su parte, el FMLN no se encuentra en el mejor momento de cara a la opinión pública. La mayor parte de valoraciones de la gente van en contra de las actuaciones que ha tenido este partido político y buena parte de la gente espera más que se conviertan en una oposición concertadora antes que en una fuerza beligerante.

San Salvador, 31 de mayo de 2004.

G

 

Regional


La política exterior que deja en herencia Flores

 

El gobierno que tomó posesión este primero de junio recibe la herencia de la administración Flores en lo que respecta a política internacional. En estas líneas, se resumirán algunos elementos importantes de esa política y se vislumbrarán qué retos tendrá que asumir el gobierno entrante.

Al servicio de los Estados Unidos
En los últimos días de su mandato, Flores se encontraba visitando al presidente George W. Bush. Días antes, había iniciado un periplo que lo había llevado a asistir a las bodas de los Príncipes de Asturias —más de alguno se admiraba por la foto en la que la pareja presidencial aparece a algunos espacios de distancia de la pareja real— y al traspaso de mando en Taiwan.


Mientras transcurría la boda de ensueño y algunos especialistas se enfrascaban en alabar la elegancia del traje de la Primera Dama, el suelo salvadoreño recibía la primera lluvia torrencial del invierno y los buseros imponían un brusco aumento a las tarifas del transporte público. Una muestra ilustrativa de una política llevada a espaldas de los problemas nacionales.


Es indiscutible que el acercamiento estrecho a Washington fue la característica principal de la política internacional del gobierno saliente. El mandatario se esmeró, como bien lo anotó el suplemento de un matutino, en forjarse la imagen de allegado personal de Bush.


Esto se tradujo en decisiones que reflejaron una sumisión cada vez mayor a las directrices internacionales de Washington, como por ejemplo, acompañar la guerra injusta contra Irak, no sólo con su respaldo político, sino también con el envío de tropas. Estas tropas siguen permaneciendo en tierra iraquí, aún cuando la “coalición” ha perdido varios de sus miembros.


El envío de tropas a Irak constituyó una muestra de una política internacional más enfocada en agradar a Washington que en atender las necesidades del país. Cuando se tomó la decisión de enviar soldados salvadoreños, ello se justificó bajo el argumento de que su presencia serviría para tareas de reconstrucción.


Sin embargo, el engaño se hizo obvio. El contingente salvadoreño que formaba parte de la Brigada Plus Ultra participó en combates. De hecho, un soldado salvadoreño murió durante un ataque llevado a cabo por insurgentes iraquíes. Días después, otro soldado salvadoreño hacía noticia: había repelido a un grupo de insurgentes valiéndose de su cuchillo. Nada de eso hizo variar la decisión de complacer a Washington con las vidas de los jóvenes salvadoreños enviados a Irak.

El CAFTA, un logro cuestionable
El gobierno saliente se precia de haber sido el artífice de la firma del Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica y Estados Unidos (conocido bajo las siglas CAFTA). El gobierno de Flores fue un entusiasta promotor del acuerdo. El denuedo que mostró para buscar el respaldo empresarial le faltó a la hora de someter los términos del tratado al conocimiento de la ciudadanía. Junto a los otros presidentes centroamericanos, Flores es responsable de mantener unas negociaciones comerciales completamente cerradas a la prensa y de asumir compromisos que tendrán grandes consecuencias en el mediano y largo plazo, sin hacer consultas con todos los sectores de la economía.


Ante las críticas, la respuesta del gabinete de gobierno ha sido unánime: hay que mantener el optimismo en el tratado. Las consecuencias que el CAFTA tendrá para la agricultura nacional, para la pequeña empresa y para otros sectores son una incógnita que el gobierno saliente no ha querido despejar. La algarabía sobre la firma del CAFTA —que tampoco es un hecho, mientras el Congreso estadounidense no lo ratifique— deja de lado otro problema: el de la integración regional. La firma del CAFTA se vendió como la llave de la integración centroamericana, aunque en el curso de su negociación se dieron muchos roces entre los representantes del Istmo. Lo único que es claro es que el tratado de marras fortalecerá el proyecto estadounidense del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA).


En suma, la política internacional se enfocó más en la agenda estadounidense que en las necesidades del país. De la tan traída y llevada amistad de Flores con Bush no queda ni tan siquiera un acuerdo para mejorar las condiciones migratorias de los salvadoreños que viven en los Estados Unidos.

Los desafíos que heredará Saca
No cabe esperar que el nuevo mandatario introduzca modificaciones radicales en el estilo de hacer política internacional de su predecesor. Lo que puede esperarse es que atempere algunos de los rasgos de esa política, a fin de hacer de El Salvador un interlocutor válido en el ámbito internacional.


Es evidente que los EEUU son una presencia inevitable en el continente. Al ser la potencia hegemónica del hemisferio, constituyen un aliado importante para cualquier país. Sin embargo, de esto a la sumisión total hay una gran distancia.


Si el presidente Flores construyó sus relaciones con EEUU en los lazos personales, reales o supuestos, con su homólogo estadounidense, el mandatario entrante tendrá que tomar en cuenta que el régimen de Bush está pasando por una etapa de declive, producida por el desgaste político. No es saludable continuar apoyando una guerra cada vez más desacreditada por las denuncias de tortura.


En una dosis de previsión política y de moderación, el nuevo presidente deberá proceder a retirar a los efectivos de Irak. Eso lo hará entrar con una imagen positiva ante un posible cambio de gobierno en Washington, como producto de las elecciones que se avecinan. Ya no es viable repetir la fórmula del “amiguismo” con el inquilino de la Casa Blanca. El nuevo gobierno no puede anclar su credibilidad en algo tan incierto como lo es el beneplácito de una figura política ampliamente cuestionada tanto en su país como en el resto del mundo.


En lo que respecta al CAFTA, no es razonable esperar un viraje brusco. El gobierno entrante buscará consolidar lo que su antecesor ha “logrado”. Pero, sin que ello implique revertir el tratado, sí es razonable hacer una revisión de lo que se ha firmado. Hay que tomar en cuenta que falta también la ratificación del CAFTA por parte de la Asamblea Legislativa y que ese espacio puede utilizarse para enmendar el rumbo antes de la puesta en marcha del tratado.


Finalmente, al nuevo gobierno le queda dos desafíos que el Ejecutivo saliente no asumió: el de la integración regional y el de fortalecer las posiciones comunes con los países latinoamericanos en asuntos comerciales y políticos de mutuo interés. El presidente Flores abandonó el llamado G-20 en la Cumbre de la OMC, cuando éste se hizo desagradable a ojos de los EEUU.


Las necesidades del mundo globalizado demandan que los países latinoamericanos sienten una postura conjunta en problemas tales como deuda externa, migración, pobreza y otros. Son problemas que sobrepasan las orientaciones ideológicas de cada gobierno y demandan poner los pies sobre la tierra. El nuevo Ejecutivo tiene una gran oportunidad en ese sentido.

G

 

Derechos Humanos


Muerto el Rey, ¿viva el Rey? (I)

 

Elías Antonio Saca González asumió, el pasado martes 1º de junio, la titularidad del Órgano Ejecutivo; ese día, Ana Vilma Albanez de Escobar se convirtió en la primera Vicepresidenta de la República. Hoy pues, por muchas razones, son el centro de atención; miradas y opiniones, elogiosas y expectantes las más, giran a su alrededor. Ese es el ritual, porque, como bien dicen, “muerto el Rey, ¡viva el Rey!” Como muchos, también el IDHUCA considera importante y necesario comentar el discurso de aquél para descubrir y analizar los enfoques que, en materia de derechos humanos, se alcanzan a ubicar dentro del mismo. Pero no sería justo ni productivo comenzar, sin más, por ahí. Antes hay que hacer un balance del país a partir lo que hizo, no hizo o hizo mal su predecesor.


Sobre todo porque, desde una lectura menos deslumbrada por la publicidad, Francisco Flores no sale bien librado en este ámbito. Si hasta se han escuchado cuestionamientos —explícitos e implícitos— desde su mismo partido. Entre estos sonó Carlos Quintanilla Schmidt, Vicepresidente en su administración; también Gloria Salguero Gross y Armando Calderón Sol, ya le tiraron algunos dardos. Incluso en el discurso del novel mandatario actual, al asumir el cargo, se pueden leer entre líneas sus críticas a Flores. Cabe aclarar que el nuestro, no es un ejercicio malintencionado de simple crítica a quien se ha auto alabado de todas las maneras y en todos los tonos posibles. Intenta ser, más bien, un aporte pues las fallas del saliente son desafíos para el entrante.


Así puede decirse primero que, en materia de derechos humanos, Saca hereda un Órgano Ejecutivo que destacó por su inobservancia a los mismos y por haber prolongado situaciones de impunidad que resultan intolerables, al menos para cualquier país realmente democrático. Se debe destacar que los principales avances teóricos, legales y prácticos en este campo se han producido en el ámbito del derecho internacional; éste, a su vez, ha influido en las transformaciones internas de los Estados. Siguiendo esa lógica, uno de los supuestos “grandes” avances de nuestro país en el área de los derechos humanos lo constituye la ratificación de importantes tratados internacionales. No obstante, Flores ignoró tales adelantos y —de manera abierta— despreció conclusiones y recomendaciones importantes que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) le hiciera al Estado, por violaciones a derechos consagrados en la Convención Americana sobre Derechos Humanos.


Concretamente, la CIDH responsabilizó a El Salvador por ejecuciones y desapariciones cuya autoría recae en agentes estatales que aún no han sido sancionados. La CIDH urgió iniciar las investigaciones y deducir las debidas responsabilidades penales en los casos del Arzobispo Oscar Romero, la masacre de los jesuitas y la desaparición de las hermanitas Serrano, entre otros; también recomendó reiteradamente la inmediata derogatoria de la Amnistía. Nada de eso fue atendido por Flores.


Lo anterior es de suyo grave, si consideramos que la CIDH es un órgano vital de la Organización de Estados Americanos (OEA); sus aseveraciones y críticas tienen la suficiente fuerza técnica y moral para ser acatadas por los diversos países firmantes de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Es que no se trata de juicios de valor emitidos por una “ONG” que señala supuestas violaciones a los derechos humanos; son determinaciones de un organismo formal, oficial, especializado y de carácter internacional. Por eso, el desaire presidencial adquiere proporciones considerables y denota una política miope dentro de esta problemática.


No se pueden pasar por alto las tristemente célebres palabras de Flores, cuando aseveró que las recomendaciones de la CIDH eran “simples recomendaciones como cualquier otra” y como tal las iba a tomar. Para él, investigar casos como la masacre de los jesuitas implicaba “desestabilizar el país” y abrirle las puertas a una nueva guerra; para él, derogar la Ley de Amnistía significaba atentar contra “la piedra angular de los acuerdos de paz”. Si por procesar a siete personas —por muy poderosas que sean— el país se desestabiliza, quiere decir que las bases del famoso “proceso democrático” salvadoreño están pegadas con saliva; y si, además, “la piedra angular de los acuerdos de paz” es la impunidad, no cuesta entender por qué hay tanta violencia en El Salvador y por qué la justicia anda por los suelos.


Además, Flores rehusó ratificar el Estatuto de Roma; éste moderno tratado internacional le dio origen a la Corte Penal Internacional, que es la encargada de juzgar crímenes de guerra tan abominables como el genocidio, entre otros. En cambio, muy dócil ratificó un convenio con Estados Unidos de América para garantizar que ningún ciudadano de ese país que se encuentre en El Salvador, sea extraditado en virtud del Estatuto de Roma; a cambio, los salvadoreños recibirán un trato recíproco en el país del norte. Lo absurdo es que con ello, Flores se comprometió a no cumplir un tratado que nunca firmó.


Lo anterior se agrava, al recordar una de las últimas decisiones de Flores: enviar tropa como parte de las fuerzas que invadieron Irak. Eso, en franco desafío al derecho internacional humanitario y de disposiciones dictadas por la Organización de las Naciones Unidas. De hecho, la supuesta tenencia de armas de destrucción masiva en suelo iraquí resultó ser un dato absolutamente falso y, por ende, se deslegitimaron todavía más los pretextos para tan sangrienta ocupación. A eso se suma la conmoción e indignación causadas por las torturas y ejecuciones de personas detenidas, sobre todo a manos de militares estadounidenses y británicos; con la permanencia salvadoreña en aquél país, Flores dio un aval tácito a tan graves aberraciones.


Otro aspecto que merece especial atención es el legado que recibe Saca en lo relativo a la democratización, que es fundamental para la construcción de un Estado de Derecho y la vigencia de los derechos humanos. Flores deja en serios aprietos al nuevo presidente, debido —sobre todo— a la pose de pequeño dictador que asumió en su período y que lo llevó a minar por completo cualquier intento concertador, no sólo con la oposición política partidaria sino también con otros diversos sectores de la vida nacional e incluso los otros órganos estatales. Medidas de trascendencia nacional como la “dolarización” y la solución a la problemática de las pandillas juveniles violentas, fueron asumidas sin la previa y necesaria consulta política y técnica.


La anterior administración también echó por la borda los esfuerzos del “Plan de Nación”, impulsado por Armando Calderón Sol y asumió su propio proyecto caracterizado por la exclusión y la prepotencia. El excesivo uso del veto presidencial, alejó cualquier posibilidad de diálogo con los partidos de oposición; éstos, ante tal actitud, reaccionaron radicalizando sus posturas. A todo lo dicho, cabe agregar su pifia internacional cuando —pocos después de haber firmado la Carta Democrática Interamericana— fue el primero en reconocer un movimiento golpista en Venezuela. Quien le crea a Flores que no es Secretario General de la OEA porque decidió sacrificar su deseo personal por el país, trabajando hasta el último minuto en Casa Presidencial, no se dio cuenta de su enorme capacidad de falsear las cosas. No se lanzó porque se dio cuenta que nadie, quizás a excepción de George W. Bush, lo iba a apoyar por sus antecedentes. De todas maneras, al final terminó viajando un buen rato de Taiwan a España y de ahí a Estados Unidos de América, entre bodas reales y despedidas de amistades.


En materia económica y social, el último quinquenio destacó por la profundización de la pobreza en el país; la brecha entre el sector más rico y el más pobre creció considerablemente. La expulsión de compatriotas que optaron por la arriesgada ruta hacia el norte del continente, siguió. La gestión de Flores también se lució con el despido de empleados públicos como una de sus políticas; miles de familias salvadoreñas le deben su paso de la pobreza a la miseria por haber impulsado este tipo de medidas, obedeciendo los dictados del manual neoliberal más radical e inhumano. Pero así debía ser porque gobernó en contubernio con el gran capital salvadoreño, en lo que oportunamente denominamos la “dupla ANEP-ARENA”. Es entendible cómo, con tales antecedentes, el anterior Presidente de la Asociación Nacional de la Empresa Privada fue electo luego presidente del Partido Alianza Republicana Nacionalista y ahora es Presidente de la República.

G

 


 


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