PROCESO — INFORMATIVO SEMANAL EL SALVADOR, C.A.

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    El informativo semanal Proceso sintetiza y selecciona los principales hechos que semanalmente se producen en El Salvador. Asimismo, recoge aquellos hechos de carácter internacional que resultan más significativos para nuestra realidad. El objetivo de Proceso es describir las coyunturas del país y apuntar posibles direcciones para su interpretación.

    Su producción y publicación está a cargo del Centro de Información, Documentación y Apoyo a la Investigación (CIDAI) de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” de El Salvador. Por favor, asegúrese de mencionar Proceso al utilizar porciones de esta publicación en sus trabajos.

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Año 24
número 1102
Junio 16, 2004
ISSN 0259-9864
 
 
 
 

ÍNDICE



Editorial:  ¿La autoridad moral de Estados Unidos?

Política:  Reagan dijo adiós a este mundo

Política:  ¿La Unión Europea?

Derechos Humanos:  Foro y mesa

Documento: Toma de posesión del nuevo presidente

 
 
Editorial


 ¿La autoridad moral de Estados Unidos?

 

Cada vez se obtienen mayores evidencias de las vejaciones y torturas ejercidas por soldados estadounidenses contra prisioneros de guerra iraquíes. Por más que funcionarios de alto rango del gobierno de Estados Unidos afirmen lo contrario, es claro que se trata de un ejercicio sistemático de violencia contra personas indefensas, lo cual, además de constituir una grave violación a los derechos humanos de los iraquíes capturados, avasalla normas humanitarias de carácter internacional, cuyo garante último es la Organización de las Naciones Unidas (ONU). En esto parecen estar de acuerdo las conciencias más honestas y críticas de occidente. Las discrepancias comienzan en la interpretación del significado de la violencia y el terror ejercidos por Estados Unidos en Irak. El conjunto de opiniones al respecto puede agruparse en dos grandes apartados: en primer lugar, están los que ven en lo sucedido a los prisioneros de guerra iraquíes un mero accidente, es decir, algo circunscrito a un grupo de militares estadounidenses, sobre cuyas espaldas recaería la responsabilidad exclusiva de lo sucedido. Esta es la tesis defendida en los círculos cercanos al gobierno norteamericano; una tesis que, por lo demás, ha sido esgrimida en el pasado en situaciones semejantes.


Los abusos, el terror y la violencia ejercidos por militares estadounidenses en contra de otros pueblos y sociedades, cuando se han revelado como lo que son, nunca han sido suscritos por el gobierno de Estados Unidos, sino que han sido atribuidos a individuos particulares, los cuales habrían ejercido esos abusos, ese terror y esa violencia por su cuenta y riesgo. En este sentido, la lectura oficial de lo sucedido en Irak —la lectura emanada de los círculos de poder estadounidenses— no es más que la reedición de una vieja estratagema que ha permitido a los gobernantes de ese país eludir sus responsabilidades ante la opinión pública y ante la comunidad internacional.


En segundo lugar, se tiene un conjunto de opiniones, sin duda críticas, pero que no son lo suficientemente radicales. Estas opiniones no sólo señalan y condenan la violencia y el terror ejercidos por soldados estadounidenses en Irak, sino que insisten en que no se trata de hechos aislados, sino de una práctica generalizada, avalada desde las altas esferas del poder militar de Estados Unidos. Dos exponentes de esta postura son el periodista Jorge Ramos Ávalos —conductor del Noticiero Univisión— y el escritor peruano Mario Vargas Llosa. El primero de ellos, en el artículo “La palabra ‘tortura’” (La Prensa Gráfica, domingo 6 de junio de 2004), arremete contra quienes —particularmente el Secretario de Defensa de Estados Unidos, Donald Rumsfeld— pretenden hacer creer que lo sucedido en Irak fueron “abusos” o “excesos”. Para Ramos Ávalos , los iraquíes capturados fueron sometidos a torturas. Asimismo, este periodista se pregunta quién autorizó esas torturas y para responderse cita un informe de la Cruz Roja en el que se denunció que las mismas eran sistemáticas, esto es, “que no respondían a caprichos individuales sino a una bien definida línea de autoridad”.


Por su parte, Vargas Llosa, en su artículo “Abu Ghraib, Gaza” (El Diario de Hoy, domingo 6 de junio de 2004) hace una doble crítica: por un lado, al terror ejercido por las fuerzas militares estadounidenses a los prisioneros de guerra iraquíes; y por otro, al terror ejercido por las tropas de choque israelíes en contra de los refugiados palestinos de Rafah, en Gaza. Para el escritor peruano, “las fuerzas militares de Estados Unidos violan los derechos humanos y perpetran en las cárceles de la antigua satrapía torturas tan crueles y abyectas como las que practicaba la Mukhabarat o policía política del viejo régimen”.


En la misma línea de Ramos Ávalos , Mario Vargas Llosa hace ver que lo sucedido con los prisioneros de guerra iraquíes no constituye un hecho aislado y que, en ese sentido, los soldados y policías incriminados por las autoridades norteamericanas son unos “ridículos chivos expiatorios de lo que a todas luces eran unas prácticas generalizadas de extorsión y ablandamiento de prisioneros para arrancarles información”. En lo que se refiere a la violencia contra los palestinos, Vargas Llosa no sólo la condena, sino que destaca la relación existente entre lo sucedido en el campo de refugiados de Gaza con lo sucedido en la cárcel iraquí. “No sólo por razones éticas —escribe— hay coincidencia entre lo sucedido en Abu Ghraib y Gaza. La verdad es que la crisis de Irak y el problema palestino-israelí están visceralmente entreverados. El apoyo acrítico y total que el presidente Bush ha dado al plan de Sharon, durante la última visita de este a Washington, no ha contribuido en nada a facilitar una solución negociada al problema neurálgico del Medio Oriente y sólo ha hecho más difícil y largo el fin de las hostilidades en Irak… Eso ha convertido lo que parecía un paseo triunfal de las fuerzas de la coalición en Irak en la trampa mortal de la que ahora no saben como librarse”.


En realidad hay poco que añadir a la valoración crítica que hacen Ramos Ávalos y Vargas Llosa del papel de Estados Unidos en Irak, concretamente a la violencia y el terror ejercido por sus tropas contra los prisioneros de guerra en la cárcel de Abu Ghraib. Sin embargo, a la crítica de ambos le falta contundencia y radicalidad en un punto en particular: en lo poco excepcionales que han sido estas prácticas por parte de Estados Unidos a lo largo del siglo XX. En efecto, ambos autores hacen manifiesta su preocupación por las repercusiones que se seguirán para Estados Unidos de las denuncias de los vejámenes cometidos por sus tropas en Irak. Para ambos, la principal repercusión consiste en que Estados Unidos ha perdido autoridad moral para condenar y perseguir a los violadores de los derechos humanos.


A Jorge Ramos Ávalos y a Mario Vargas Llosa —y cuantos comparten su visión— se les olvida que la violencia, la prepotencia y el terror no son ajenos al ejercicio de poder militar de Estados Unidos en su esfera de influencia, es decir, que lo sucedido en Irak es un eslabón más en la larga cadena de violencia, prepotencia y terror a la que las autoridades estadounidenses están tan acostumbradas. Así, lo sucedido en Irak no quita ninguna autoridad moral a Estados Unidos, porque esa autoridad, si alguna vez la tuvo, hace mucho tiempo atrás que la perdió.

G

 

Política


 Reagan dijo adiós a este mundo

 

Bajo el nombre de código “operación serenata”, los antiguos colaboradores de Ronald Reagan prepararon de manera minuciosa su grandioso funeral —si cabe esta expresión en las circunstancias— que vivió el mundo durante la semana pasada. Ahora, se sabe que los preparativos para el espectáculo emotivo que mostraron las cadenas de televisión de todo el mundo empezaron en 1989, y se aceleraron en 1994 cuando se supo que el ex presidente sufría de la enfermedad de Alzheimer. Según Jim Hooley, citado en el Wall Street Journal, todo el evento se organizó pensando en la idea de construir una memoria sólida para la posteridad. Se pretendía hacer entrar en la historia a un presidente, en opinión de sus admiradores, fuera de serie. A juzgar por la emoción que despertó la ceremonia en el mundo y en los Estados Unidos, las decenas de dignatarios de todo el mundo, jefes de Estado, embajadores y ministros que desfilaron ante el ataúd, se puede decir que los antiguos colaboradores de Reagan ganaron la apuesta de hacerlo entrar en el panteón de los más ilustres presidentes de los Estados Unidos. Pero, ¿acaso el legado de los ocho años de gobierno de Reagan merece tal homenaje?

G

 

 ¿La Unión Europea?

 

El 13 de junio, los ciudadanos de la Unión Europea (UE) ejercieron su derecho al voto en las elecciones al Parlamento Europeo. La novedad fue la reciente incorporación de diez nuevos países, lo que eleva a 450 millones el número de ciudadanos representados en las instituciones europeas. Sin embargo, la campaña electoral de los distintos partidos políticos inició con la preocupación de un alto abstencionismo que predecían los primeros sondeos de votos. No se equivocaron: los ciudadanos europeos no se animaron a participar, poniendo de manifiesto una vez más que la gran Europa no es tan sentida socialmente y no está políticamente tan unida como pueda aparentar.

G

 

Derechos Humanos


 Foro y mesa

 

 Con mucha publicidad, la semana pasada el Órgano Ejecutivo anunció la instalación de un foro nacional que tendría por objeto estudiar y enfrentar con seriedad el problema nacional de las pandillas juveniles, denominadas “maras”. Al menos eso fue lo que se dijo. Para ello se convocó a los principales actores gubernamentales, agencias de cooperación vinculadas con el tema y algunas instituciones de la sociedad salvadoreña. Bajo la coordinación del Ministerio de Gobernación, se discutió someramente la metodología a utilizar y se acordó la integración de tres mesas de trabajo: una encargada de revisar lo relativo al derecho penal y procesal penal, otra con la función de estudiar y proponer reformas a la Ley del Menor Infractor y, por último, la que estudiará los elementos importantes de prevención, rehabilitación e inclusión. En teoría todo suena bien. Sin embargo, son muchas las dudas sobre los resultados del esfuerzo y la aceptación de los mismos por parte del gobierno.


¿Por qué el recelo? Primero, porque existen importantes y numerosos antecedentes de la falta de voluntad política que las sucesivas administraciones “areneras” han mostrado para atender los señalamientos que se le hacen en materia de seguridad pública y política criminal, sobre todo cuando se cuestionan aspectos sensibles. Así, podemos recordar cómo desde el período de Armando Calderón Sol se hicieron ver los graves peligros que asomaban en el horizonte, a raíz de la mala estructuración de la Policía Nacional Civil (PNC), la inadecuada conducción de la cartera ministerial encargada de la misma y el contubernio de aquélla con el crimen organizado. Asesinatos y graves abusos fueron denunciados, pero todo fue desatendido; se nos criticó incluso de ser personas e instituciones “anti sistema”. Pero el tiempo —“el implacable, el que pasó”— nos dio la razón al final; lo triste es que, para eso, tuvieron que transcurrir muchas numerosas muertes e injusticias.


En la gestión de Francisco Flores fue peor. A éste se le hizo una buena cantidad de llamados para que el respeto de los derechos humanos fuera uno de los ejes centrales de sus políticas destinadas al combate de la delincuencia. Eso va más allá de las garantías a los imputados; tiene que ver, más que nada, con dimensionar de manera sobresaliente el respeto a las víctimas y la erradicación de la impunidad. Las respuestas fueron claras: hubo asesinos que protegió el aparato estatal y no se hizo nada por exigirle al Fiscal General investigaciones serias en casos ejemplarizantes de violación a los derechos humanos.


Para cerrar con broche de oro, el año pasado apareció con el exabrupto de la “Ley antimaras”. Perdimos la cuenta de las innumerables ocasiones y argumentos en los que se señaló la impertinencia de la referida ley, su inconstitucionalidad, su vulneración de tratados internacionales y su falta de lógica para enfrentar el problema de las pandillas. A nuestros argumentos y a los de otros sectores se contestó con la prepotencia, la amenaza velada o directa y los discursos cargados de equívocos y mentiras del entonces Presidente de la República.


En esa oportunidad, tanto la Corte Suprema de Justicia como la Asamblea Legislativa organizaron foros y mesas de trabajo sobre dicha problemática. En éstos, la conclusión siempre fue la misma: el problema de las “maras” no podía ser enfrentado y mucho menos sancionado con las irracionales propuestas de Flores.


Sin embargo, de manera testaruda y absurda, la normativa fue aprobada y entró en vigor para luego ser declarada inconstitucional, en una resolución tardía de la Corte Suprema de Justicia. Con semejantes antecedentes, la primera reacción ante la reciente invitación del nuevo gobierno “arenero” para establecer mecanismos de trabajo que permitan enfrentar el fenómeno de las “maras” es —con sobrada razón— la desconfianza. No obstante, reconocemos que ahora son otras personas las que se encuentran conduciendo la cuestión. Por eso le otorgamos el beneficio de la duda, no un “cheque en blanco”; por eso, en la fase inicial de este esfuerzo nos hemos sumado a participar.


No obstante, el mismo día que se instalaron las mesas de trabajo nos surgieron otras interrogantes. Llamó mucho la atención que, previamente al inicio de las labores en cada una de las mesas, diversas entidades gubernamentales hicieron una presentación sobre cómo ven o abordan el problema de las “maras”. Entre estas exposiciones, destacaron algunos aspectos preocupantes. Por ejemplo, el Instituto Salvadoreño de Atención Integral de la Niñez y Adolescencia (ISNA) definió a las “maras” como grupos de personas que cometen los delitos de homicidio, robo y otros más, denotándose la falta de criterios técnicos elementales como el género próximo y la diferencia específica.


La PNC efectuó una presentación que también tuvo varios desatinos. Si bien buena parte se basó en muchos datos reales y trágicos, se abordaron puntos de dudosa veracidad y hasta exagerados como aseverar —sin aclarar la procedencia de la información— que las Fuerzas Armadas Revolucionaras de Colombia (FARC) se nutren de “mareros” salvadoreños para integrar sus filas o que la consagrada película norteamericana “American me” es una apología del delito y que está financiada por las “maras”. Esos hechos generan cierta duda sobre las verdaderas intenciones oficiales en este foro.


Como sea, las mesas ya están integradas y comenzaron a funcionar. El primer acuerdo fundamental, que significó la primera gran prueba de fuego de este evento, fue la decisión unánime de no insistir más con la creación de una nueva Ley “antimaras”, ni con ninguna normativa especial que se encargue de regular de manera específica a estos grupos sociales. Los argumentos para esta iniciativa fueron variados y contundentes, lo que llevó a transigir a quienes proponían lo contrario hasta llegar a ese consenso total. Esta decisión pondrá en la vitrina a la administración encabezada por Antonio Saca, ya que tendrá que verse en la práctica si las recomendaciones que salgan del evento son realmente tomadas en cuenta al momento de abordar la problemática.


También se están dando pasos en la reforma de la Ley del Menor Infractor para adecuarla a la realidad del país, sin que esto signifique violentar la Constitución y los tratados internacionales ratificados por el Estado salvadoreño en materia de niñez. Igualmente, se está poniendo el dedo en la llaga en los aspectos sociales de prevención del delito, rehabilitación e inclusión, como aspectos fundamentales que influyen en la expansión o reducción de las maras. De la misma forma, de las reflexiones hechas ha surgido la necesidad de crear un verdadero programa de atención a víctimas y protección de testigos.


Todos estos aspectos requieren de un esfuerzo gubernamental que va más allá de usar a la PNC y a la Fuerza Armada de El Salvador para enfrentar a las “maras”. Requieren de una transformación profunda para disminuir el fenómeno y eso pasa por revisar las políticas de generación de empleo, oportunidades y esparcimiento para la juventud del país. Se trata, en definitiva, de un replanteamiento integral del modelo económico y social del país.


En vista de ello, no cabe duda que aún es muy prematuro hablar de triunfos o fracasos en este esfuerzo. Pero sí tenemos claro que van quedando sentadas las bases para estructurar una auténtica política criminal. Habrá que ver si en esta ocasión el gobierno está promoviendo semejante foro con sinceridad y transparencia; es decir, con las dos manos sobre la mesa. No vaya a ocurrir lo que se ha hecho antes en eventos como éste, en los que la parte estatal sólo acumula información con una mano y luego “saca” la otra que mantuvo oculta bajo la mesa, con la que se deshace parte o todo lo acordado encima de la misma.

G

 

Documento


 Toma de posesión del nuevo presidente

 

Presentamos el texto del discurso de toma de posesión del nuevo presidente de la República, Elías Antonio Saca, leído el pasado 1° de junio de 2004.

Discurso de toma de posesión
Asumo este día, por voluntad expresa y masiva de los salvadoreños, la máxima responsabilidad que puede ser encargada a un ciudadano: la de conducir los destinos del país desde la Presidencia de la República.
En primer lugar, quiero agradecer a Dios todopoderoso el que me haya concedido esta suprema oportunidad para servirle a mi gente. A él le ofrezco el mandato de gobierno que este día comienza.
A los salvadoreños que me concedieron el honor de su confianza les reitero mi gratitud más sincera. En homenaje a esa confianza, me convierto hoy en Presidente de todos, entendiendo a cabalidad que la esencia de la democracia exige que el Presidente gobierne para todos por igual.


A mi partido ARENA, bajo cuya bandera joven y vibrante recorrimos el país de punta a punta, formando una inmensa red de voluntades encendidas por el anhelo de mejoramiento, de seguridad y de progreso, le reitero mi cariño y mi gratitud.


Nuestro pueblo reconoce la lucha de ARENA para superar los tiempos oscuros del populismo y de la guerra. A toda esa gente arenera, entregada y amante de las libertades, nunca me cansaré de darle las gracias, por haberse entregado a este nuevo proyecto de renacimiento y renovación.


Al iniciar este proyecto de servicio quiero manifestar que sin el apoyo y el amor de mi esposa Ana Ligia y de mis hijos Gerardo, José Alejandro y Christian no me sería posible enfrentar los enormes desafíos que nos esperan.


Mi familia, que me acompaña y me da fortaleza, también me sirve de estímulo para trabajar día tras día, con entusiasmo y devoción, para que todas las familias salvadoreñas tengan una vida mejor.


En este momento tan decisivo de mi vida quiero inspirarme en el recuerdo de mis padres, Ricardo Saca y María Luisa González de Saca, que ya gozan de la gloria de Dios. Fueron ellos quienes me enseñaron los principios y valores que han hecho posible que hoy me encuentre aquí ante ustedes.


Tenemos mucho que agradecerle a la comunidad internacional. Este día, nos honra, nos estimula y nos compromete la asistencia gentil y solidaria de altísimos dignatarios de muchos países.


Saludamos calurosamente a los Excelentísimos señores Presidentes que están con nosotros en este momento tan significativo. Agradezco también la presencia de honorables representantes de gobiernos, organismos y organizaciones de todo el mundo.


El pueblo salvadoreño y su nuevo Gobierno los reciben con los brazos abiertos y la disposición sincera de continuar trabajando con el empeño y la fraternidad de siempre.


Recibimos la Presidencia de la República en una coyuntura nacional e internacional a la vez, compleja y esperanzadora. El mundo vive una ola de incertidumbre, y nuestro país no puede apartarse de los efectos de situaciones adversas, como el terrorismo y los quebrantos económicos.


El Salvador ha logrado notables progresos políticos, económicos y sociales; pero eso mismo hace que esté cada vez más claro todo lo que nos falta por avanzar en esos campos. Nos preocupa el presente y nos inquieta el futuro; pero ya no estamos atados al pasado.


Es cierto que hay múltiples amenazas a nuestra estabilidad y a nuestro modelo democrático de vida; sin embargo, la convicción ciudadana es el mejor escudo frente a cualquier intento de regresión. Nada ni nadie nos hará retroceder. Por el contrario: nuestro compromiso democrático es cada vez más vigoroso, y eso nutre nuestro capital nacional de esperanza.


Mi convicción, compartida con la inmensa mayoría de nuestra población, es que hoy somos más fuertes que nunca para vencer las adversidades, sustentar el optimismo y seducir el progreso.


Desde que los salvadoreños logramos resolver de una manera pacífica y ejemplar un conflicto armado tan destructivo como el que sufrimos por más de una década, El Salvador ha afianzado el camino hacia la democracia plena.


Desde 1992, hemos ido construyendo, con sacrificio y dedicación, la institucionalidad que se necesita para que nuestra sociedad sea segura, estable, pacífica, progresista y moderna.


No podemos hablar de nuestra democracia y de El Salvador de hoy sin mencionar a nuestra Fuerza Armada, cuyo carácter y profesionalismo son hoy más ejemplares que nunca. Esta noble institución es el mejor paradigma de lo que puede lograrse cuando hay verdadera capacidad de adaptación a los nuevos tiempos y las nuevas misiones. Merece por eso nuestra admiración y reconocimiento.


Los gobiernos presididos por Alfredo Cristiani, por Armando Calderón Sol y por Francisco Flores sentaron los cimientos de este nuevo País, que hoy nos comprometemos a impulsar de manera decidida e innovadora.
Gracias al coraje, visión y liderazgo de nuestros antecesores podemos sentirnos seguros de que nuestro país está preparado para enfrentar, de manera responsable y segura, las exigencias de una modernización creciente, que es ejemplar en la región latinoamericana y en el entorno centroamericano.


Gracias a lo logrado en estos quince años, nuestro país ha ganado credibilidad internacional, respeto político y solidaridad financiera. No estamos solos, porque hemos sido responsables. Se nos cree y se nos reconoce, porque hemos sabido actuar coherentemente.


El Salvador se ha preparado para abrirse al mundo por primera vez en su historia. Hechos sin precedentes como el Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica y Estados Unidos nos abren un espacio de desarrollo incalculable. Hace cuatro días quedó firme el texto de dicho tratado.


Con el TLC ganamos todos, porque es un instrumento excepcional para aterrizar los beneficios de la globalización y las bondades de la apertura, y convertirlos en oportunidades concretas de prosperidad para los salvadoreños.


Los frutos de la apertura ya comenzaron a beneficiar a nuestra gente a través de acuerdos suscritos con México, Panamá, Chile y República Dominicana. Ya iniciamos además un acercamiento comercial con la Unión Europea, y muy pronto esperamos concluir un acuerdo con Canadá.


Es de justicia reconocer la visión integradora del presidente Francisco Flores. Quiero hacer una pausa en esta solemne ocasión para honrar ante todo el país, el trabajo, la dedicación y su esfuerzo de los últimos cinco años. Su liderazgo durante los terremotos del 2001 y las obras completadas por su Gobierno nos han permitido vestir al país con un rostro de modernidad. El país lo recordará además como el Presidente que nos condujo a cruzar el puente hacia la integración en el nuevo siglo.


Hermanos salvadoreños: Hoy comienza una nueva etapa en nuestra historia. Mi primera tarea es presentarle al país y a la comunidad internacional mi visión del tipo de gobierno que los salvadoreños dibujaron en las urnas el pasado 21 de marzo.


Con claridad incuestionable los salvadoreños escogieron un gobierno que ante todo defienda las libertades, que genere oportunidades, que se abra a entendimientos, que vele por el cumplimiento de la ley y que garantice la seguridad ciudadana.


En esta línea de valores, los salvadoreños se han pronunciado masivamente por un gobierno que tenga como proyección principal la cercanía a las necesidades del ciudadano común, que sea tolerante en el buen sentido de la palabra y ejerza la voluntad solidaria para entender y atender las exigencias y las aspiraciones populares.
Como Presidente, recibo y asumo ese mensaje, y me comprometo solemnemente a impulsar un gobierno entregado al bienestar de la gente, atento a la suerte de los más necesitados y decidido a trabajar en esa línea de servicio, sin un solo minuto de descanso.


Los salvadoreños me verán constantemente cara a cara, brazo a brazo, a lo largo y ancho del país, no en visitas de ocasión sino llevando el gobierno a sus comunidades, para que los ciudadanos de todas las condiciones sientan que el Estado existe, que trabaja para ellos y que es capaz de responder a sus demandas más sentidas.
La pobreza es una condición a la que ningún salvadoreño debe resignarse. Los que hemos recibido el encargo de conducir los destinos del país debemos combatirla de manera frontal.


En tal sentido, nuestro gobierno iniciará de inmediato la construcción de una red de bienestar social, que tendrá por objetivo ofrecer los estímulos necesarios a todos aquellos compatriotas que se encuentren en desventaja económica y marginación social, para incorporarlos a la vida productiva.


Las prioridades hace 15 años respondían a un entorno difícil, del que ya hemos salido. El debate económico mundial ahora replantea una fórmula que priorice lo social sin abandonar la estabilidad económica y el crecimiento sostenible. Va quedando claro que la modernización económica no es sostenible sin el desarrollo humano.


En países como el nuestro, la necesidad del énfasis en lo social es más urgente. En nuestro Gobierno, lo social no es un complemento de nada, sino la base de todo. A partir de esa filosofía elaboramos nuestra oferta electoral, que hoy se convierte en proyecto de gobierno. Voy a poner la agenda social en primer plano... Seremos un gobierno, ante todo, con un profundo sentido humano.


Durante la campaña me comprometí a ser un Presidente concertador y accesible. Esa promesa la voy a cumplir firmemente desde este mismo momento. Pero una cosa es un Presidente tolerante y abierto que busca entenderse con la oposición constructiva, y otra muy distinta es que la oposición intransigente quiera chantajear al Presidente. No confundamos las demandas legítimas con los desmanes políticos... No confundamos las necesidades con las necedades.


Tengo la sincera esperanza que mi disposición al diálogo será correspondida por todos aquellos con quienes nos toque hacerlo. Llego a la presidencia sin prejuicios ni reservas; pero sí con principios y valores. Esos principios y esos valores nos dan la fortaleza para sostener nuestras posiciones.


El pueblo salvadoreño, al que nos debemos, nos verá actuar, y juzgará la transparencia de nuestras acciones. Si alguna cosa no camina por falta de entendimiento, ese mismo pueblo sabrá dónde están los obstáculos... ese mismo pueblo, sabio y prudente como es, sabrá empujar a los que no quieran caminar, a los que no quieran colaborar.


Haremos una gestión de valores. Y al mencionar valores me refiero en especial a algunos que son esenciales: responsabilidad, solidaridad, justicia, orden y libertad. Tales valores se asientan en tierra muy firme: la fe en la divina providencia y la entereza moral.


Y los valores aludidos significan, en el ámbito institucional, honestidad escrupulosa en el desempeño de la gestión, respeto irrestricto a la legalidad en todas sus expresiones, apuesta a la superación del ser humano y concordia social.


Nuestra Presidencia nace bajo el signo del entusiasmo por el progreso, la fe en la democracia y la búsqueda de la unidad y la armonía. La inmensa mayoría de los salvadoreños comparten estos valores y acogen la convivencia pacífica. A los que están aquí y a los que no están aquí, a los que comparten nuestro ideario y a los que no lo comparten, a los que le apuestan al futuro y a los que están atados al pasado, a todos les digo: tendrán en mí un interlocutor dispuesto a abrir brecha para que el país siga adelante.


A los diputados y a los alcaldes que nos acompañan y a los que están ausentes les invito a que nos comprometamos en un proceso de entendimientos sostenibles, para dar a los salvadoreños soluciones coherentes y consensuadas. Los salvadoreños merecemos una clase política constructiva, seria y responsable... Lograrlo es tarea de todos. A los diputados y alcaldes que, superando consignas o mandatos partidarios, están aquí con nosotros, los saludamos con respeto, reconocimiento y admiración.


Este día invito a los diputados, alcaldes y al sector privado a que, en compañía del gobierno central, conformemos una Comisión de Entendimientos.


Propongo que abordemos, cuanto antes, puntos críticos de la agenda nacional, como el municipalismo, la descentralización, el desarrollo rural y el financiamiento de los gobiernos locales.


Ahora, quiero presentarles las grandes líneas de mi Plan de Gobierno, País Seguro. En los próximos días, con el equipo de trabajo que este día se constituye, haremos el lanzamiento oficial de muchas de las medidas que desarrollaremos dentro de los próximos cinco años.


País Seguro es un proyecto con auténtico sentido humano, que ha nacido de las entrañas mismas del sentir nacional. Es un programa que no tiene precedentes, porque es el resultado de la gira “Hablemos con Libertad”, que nos permitió tener contacto directo con las personas, sus necesidades y anhelos.


Aquella gira, que nos llevó a cada uno de los 262 municipios del país, fue solo el comienzo de lo que vamos a hacer y que marca un nuevo estilo de gobierno.


Nuestro despacho será el país...Nuestra oficina es la casa de todos. Desde hoy anuncio que estaré en giras periódicas y sistemáticas, para mantener vivo y fresco el pacto permanente que nos permitió llegar a la voluntad y al corazón de nuestros compatriotas.


Aquella primera gira era para convencer...las que hoy emprenderemos son para cumplir. País Seguro refleja lo que los salvadoreños me han pedido. Un gobierno democrático siempre debe responder a las necesidades del ciudadano. Estaremos al lado de la gente.


No estamos inventando fórmulas, imaginando paraísos, ni ofreciendo magia. Venimos de la realidad, vivimos en ella, nos debemos a ella. Soñamos, desde luego, con un país mejor, pero con los pies en la tierra. Pondremos la imaginación, el ingenio y la audacia al servicio de la realidad que queremos transformar para bien de todos.
En ese ejercicio de escuchar a los salvadoreños de todos los niveles y condiciones, uno de los clamores más sentidos es la seguridad ciudadana. Como hombre de trabajo y de familia, me he unido a ese clamor desde hace mucho tiempo. Hoy cuento con las herramientas gubernamentales para trabajar en serio y a fondo por la seguridad.


Estoy convencido de que la calidad de vida de la familia salvadoreña mejorará sustancialmente cuando logremos romper la espiral de la violencia, en todas sus manifestaciones. Problemas como el crimen organizado y la delincuencia de las maras deben ser extirpadas de nuestra sociedad. Lograrlo no puede ser sólo responsabilidad de las instituciones: tiene que participar activamente la ciudadanía.


Formaremos un equipo de seguridad ciudadana que combatirá la delincuencia en todas sus facetas. Aplicaremos Súper Mano Dura para llevar a los delincuentes ante la ley, pero a la vez tendremos la Mano Extendida para evitar que los que están en riesgo delincuencial caigan en él y para rescatar y rehabilitar a aquellos que buscan reinsertarse en la sociedad.


A nivel institucional, seguiremos fortaleciendo nuestra corporación policial, para que cumpla sin reservas su delicada misión dentro de la dinámica democrática.


Otro gran compromiso de nuestro gobierno con sentido humano es la generación de empleo. A lo largo de nuestro recorrido por las comunidades del país, la petición más común era oportunidad de trabajo. Por lo tanto, multiplicar el empleo es el principal desafío nacional. Y sólo enfrentaremos con éxito ese desafío si creamos y consolidamos las condiciones para ser un país cada vez más productivo y más competitivo. Vamos a seguir abriendo las fronteras y dándole mayor fluidez al intercambio comercial, buscando así hacer más competitivos a nuestros empresarios.


Con el mismo propósito, impulsaremos la asociatividad de empresas —medianas y pequeñas—, y la agilización y simplificación de trámites burocráticos.


Lanzaremos además un ambicioso programa internacional destinado a multiplicar la inversión extranjera. Estamos dispuestos a estructurar un adecuado sistema de incentivos, que se maneje con transparencia y efectividad, a fin de animar a los inversionistas nacionales y extranjeros a poner sus recursos al servicio del desarrollo nacional.


El Salvador tiene un amplio potencial para la inversión en turismo. Convertir a nuestro país en un verdadero destino turístico implica, en primer término, que los salvadoreños valoremos las grandes oportunidades en este campo. Tenemos que apostarle en grande al turismo. Una de las grandes ventajas del turismo es que hace posible que participen desde la grande hasta la microempresa.


Nuestro gobierno dará la pauta, y mejorará la infraestructura básica para facilitar la inversión privada. La primera prueba de ello es que por primera vez en nuestra historia habrá un Ministerio de Turismo, cuya misión es impulsar esta actividad para convertirla en uno de los motores del desarrollo nacional.


Estoy decidido a encontrar y activar las herramientas legales e institucionales para proteger el bolsillo de los salvadoreños. Con ese fin, crearemos la Defensoría del Consumidor, que será autónoma y que protegerá los derechos de los consumidores. Debemos proteger la economía familiar, sabemos que existen abusos... y nuestro gobierno no los permitirá más.


En nuestro gobierno con sentido humano, la educación será prioritaria. El reto es ampliar la cobertura, y sobre todo mejorar la calidad. Los salvadoreños que se eduquen en el sistema deben estar capacitados no solo para el trabajo, sino fundamentalmente para la vida, tal como lo exigen los tiempos modernos.


Incluiremos en nuestra gestión educativa un ambicioso programa de rescate de la Universidad de El Salvador. La Universidad estatal debe estar preparada en todas sus dimensiones para atender la demanda educativa de amplios sectores nacionales. Queremos que El Salvador se convierta en la capital del conocimiento en Centroamérica.


La Salud será otra área que atenderemos con especial dedicación. Como lo dije durante la campaña, nuestro Gobierno no privatizará la salud pública. Impulsaremos una reforma integral del sistema, para lo cual existen ya múltiples insumos técnicos.


Desarrollaremos el Seguro Social, garantizando honestidad y transparencia en el servicio y manteniendo las cotizaciones tal como están. Dicha reforma pondrá al ser humano por encima de cualquier otra consideración, y estará basada en el entendimiento con todos los sectores que participan en esta tarea de servicio tan esencial.
Nuestro gobierno tomará en serio al medio ambiente. Vamos a fortalecer el Ministerio encargado de esa problemática a través de la revisión de los marcos legales, y lanzaremos una campaña masiva para la preservación y recuperación de nuestros cada vez más escasos recursos naturales.


Aprovecharemos las fuentes de apoyo internacional, que son muchas y muy variadas. Trabajaremos en un proyecto nacional para el desarrollo hídrico; defenderemos el bosque cafetalero; y fomentaremos la educación ambiental, indispensable para que los salvadoreños reconozcamos que la naturaleza, así como la historia, es responsabilidad de todos.


Los caminos hacia el progreso y la modernización pasan necesariamente por una gestión ambiciosa y efectiva en el área de infraestructura física. Vamos a consolidar la conectividad interna del país para avanzar nuestro liderazgo en el proceso de integración regional.


Fomentaremos los sistemas de ciudades intercomunicadas, poniendo énfasis en la comunicación vial de las pequeñas poblaciones, muchas de las cuales están hoy prácticamente incomunicadas.


La infraestructura del país debe ser la mejor palanca para el desarrollo nacional. Una herramienta para combatir la pobreza es integrar las comunidades aisladas al progreso.


Nuestro Gobierno trabajará sin descanso a favor de la estabilidad y bienestar de las comunidades de salvadoreños en el exterior. Trataremos este tema como lo que es: una parte importante de la vida nacional. Para ellos realizaremos un agresivo cabildeo a favor del TPS y otros instrumentos legales para favorecer su estatus migratorio en Estados Unidos.


Este día juramentaré a una nueva funcionaria, con rango ministerial, que se dedicará, a tiempo completo, a velar por los intereses de nuestros hermanos cercanos. Vamos a proteger sus remesas y buscar mecanismos que permitan reducir los costos de envío.


Durante la campaña, prometí que las mujeres ya no estarán solas. Trabajaremos por el desarrollo integral de la mujer, sobre todo por aquellas miles de salvadoreñas que son papá y mamá a la vez, que tienen que enfrentar la vida solas y sudar más de lo debido. Para ello, facilitaremos la llegada de créditos y asistencia técnica a aquellas mujeres que quieren salir adelante con su microempresa. Buscaremos la participación del sector productivo para establecer más guarderías y centros de bienestar infantil.


Las mujeres que trabajan y que no tienen dónde dejar a sus hijos, ya no estarán desamparadas. La mujer será el eje principal de nuestro proyecto social. Por eso les reitero que la mujeres en El Salvador ya no estarán solas.


El futuro de El Salvador está en los jóvenes. No podemos, no debemos desatenderlos. No puede haber mejor inversión en una sociedad que apostarle al desarrollo integral de la juventud. La Secretaría de la Juventud tendrá como misión fundamental garantizar el futuro de nuestra juventud.


A los agricultores también quiero decirles que no los dejaré solos. Este día me comprometo con ustedes que buena parte de mi tiempo como Presidente estará dedicado a encontrar soluciones a sus problemas. Vamos a encontrar la manera de proveerlos de insumos agrícolas más accesibles. Y tendremos a un Banco de Fomento Agropecuario más cercano a ustedes.


Crearemos el programa presidencial PROAGRO, que en forma complementaria a las acciones realizadas por el Ministerio de Agricultura y Ganadería, buscará soluciones ingeniosas y de corto plazo a problemas estructurales que propicien la reconversión productiva del sector.


Finalmente, no podemos permitir que los agricultores se vean amenazados por la inseguridad. Por eso, crearemos la Policía Rural que, juntamente con la Fuerza Armada, llevará seguridad al campo.
Este es sólo un esbozo de lo que nos proponemos emprender a partir de este día. Nuestra voluntad, nuestra convicción y nuestra energía están ya al servicio del país.


Necesitamos que el país nos acompañe. Ninguna iniciativa de gobierno prospera si no tiene el respaldo ciudadano.


Y, además, son vitales el respaldo legislativo y el respaldo político de sectores claves de la vida nacional. Nuestra tarea es construir desde el primer día todos esos respaldos. Ganamos ampliamente el voto popular, y eso nos da una plataforma extraordinaria para construir gobierno.


El pueblo tiene el poder; nosotros sólo somos sus representantes. En esa línea, con la participación de las distintas fuerzas del país, nuestro Gobierno impulsará un Acuerdo Nacional que habrá de buscar, entre otras cosas, una inaplazable Reforma del Estado que nos lleve a una profunda Reforma Electoral cuyo objetivo será fortalecer nuestra democracia.


En el mismo espíritu, convencido de que no hay atajos fáciles ni fórmulas mágicas para alcanzar el desarrollo, quiero convocar a la empresa privada de todos los niveles a que juntos construyamos un gran Pacto por el Empleo.


A los empresarios del país, que son millones de salvadoreños emprendedores, les insto a continuar creando riqueza, comprometiéndose con un futuro de estabilidad, solidaridad y desarrollo integral.


Para poder gobernar hay que saber escuchar. Esa es la sencilla pero vital clave del éxito en el desempeño de la gestión pública.


Yo estoy acostumbrado a escuchar, porque vengo de la escuela de la vida. Sería incomprensible que al asumir esta investidura creyera ser el dueño de la verdad. La realidad del país la vamos a vivir y a resolver juntos.
Quiero una vez más hacer mía la frase de San Agustín: “No busques qué dar; date a ti mismo”. Este sabio pensamiento espiritual, que ha guiado constantemente mis acciones personales, hoy inspira el Proyecto Social del Gobierno que estamos iniciando.


El corazón de nuestro Plan de Gobierno es el Proyecto Social, y el corazón del Proyecto Social es el ser humano. Nace y tiene su motivación en las personas, no en las estadísticas.


Mi Gobierno estará siempre con los salvadoreños, allí donde ellos sufren, allí donde ellos necesitan sentir que alguien comprende sus adversidades y sus necesidades. Y también allí donde ellos sueñan y confían en una vida mejor.


El Estado no puede ni debe abandonar a los más desafortunados. El Estado no puede ni debe desentenderse de la marginalidad, que es una de nuestras fallas históricas.


Nuestro Proyecto Social responde a una realidad difícil, compleja y desafiante. Es importante, entonces, dejar claro que, como Presidente, voy a mantenerme siempre en contacto con la realidad, con los pies en la tierra y la mirada puesta en el horizonte de lo que queremos y merecemos llegar a ser como pueblo y como país.
Hoy les reitero mi compromiso de escuchar con humildad y paciencia, trabajar con seriedad, buscar respuestas con sensibilidad humana, y actuar siempre como lo que soy... Un ciudadano más que tiene hoy una responsabilidad trascendental: trabajar al servicio de los demás.


No voy a permitir que los espejismos del cargo que hoy ostento me roben la naturalidad, la humildad y el buen juicio. No voy a dejar que las frivolidades del poder me alejen de la misión principal que he asumido... hacer que el poder sirva como palanca eficaz de la felicidad colectiva.


Hoy los invito a caminar juntos hacia un País Seguro. Hacia un país más cálido, más humano y, por consiguiente, más convivible. Les invito a fortalecer la confianza en nosotros mismos. No podemos aceptar el chantaje de la violencia ni los estribillos del desaliento.


Caminemos con entusiasmo y gallardía, porque esa es nuestra naturaleza. Siempre optimistas, siempre viendo al futuro, siempre creyentes en nuestra fuerza fundamental, que es la voluntad de seguir adelante. Caminemos juntos porque El Salvador vale la pena. Mi mandato es seguir construyendo un país donde sea normal tener oportunidades... un país donde ya no se repita el círculo vicioso de la pobreza estructural... un país donde haya trabajo suficiente para todos y espacios abiertos para el talento e ingenio individual.


Pero que nadie espere de nuestro Gobierno prebendas, privilegios ni ventajas irresponsables. No vamos a regalar lo que no tenemos, somos conscientes de nuestras posibilidades y limitantes.


Actuaremos con plena conciencia de nación, dentro de las disciplinas de decisión y trabajo público que demanda el sano ejercicio de la responsabilidad democrática. Actuaremos con prudencia fiscal para asegurar la sostenibilidad de las finanzas públicas. No verán en mi Gobierno dogmatismo económico ni veneración desproporcionada a la lógica del mercado.


Tenemos un rumbo económico, fundado en las libertades, y esa es la ruta que vamos a seguir. Pero seremos capaces, desde luego, de ejercer la función estatal vigilante, para que el interés público y el interés privado se potencien mutuamente.


Esperen de mi Gobierno firmeza, pero también flexibilidad. Estaremos siempre atentos a tenderle una mano solidaria a quien la necesita para superarse. Me identifico con las dificultades y los desafíos que enfrentan el pequeño empresario, el profesional, el obrero, el ciudadano común.


Estén seguros de encontrar en mi Gobierno solidaridad efectiva con el agricultor, con el comerciante, con el maestro; en fin, con todos aquellos que luchan diariamente por salir adelante.


Estimados compatriotas: Como Presidente, voy a velar porque todos los salvadoreños encuentren las condiciones favorables de superación que casi nunca encontré durante los años más duros de mi lucha por construir una vida propia. Las circunstancias que tuve que enfrentar como salvadoreño emprendedor fueron difíciles, como lo son para casi todos los que están en la situación en que yo estuve. El reto es cambiar las condiciones, para cambiar las vidas.


Yo hice realidad mi propio sueño salvadoreño con trabajo y sacrificio, con limitaciones y angustias. Ese esfuerzo lo pongo hoy al servicio del país. Vengo de trabajar, y voy a trabajar.


Mucha gente me dio consejos, me abrió puertas, confió en mis capacidades. Tuve una suerte extraordinaria. Y tuve fe, en Dios y en mí mismo. Hoy es mi turno de extenderle la mano motivadora y comprensiva al que lucha por ser mejor, al que trabaja doble turno, al que suda bajo el sol, a la que transita por las calles vendiendo lo que puede, a los que se quiebran la espalda para sobrevivir.


Es mi turno de corresponder...Quiero corresponder...Voy a corresponder. Hoy dedico mi Presidencia a los miles de salvadoreños que, sin alarde vanidoso ni reclamo estéril, hacen de El Salvador una fuente de riqueza moral y de conciencia verdaderamente patriótica. Por aquellos que hacen de El Salvador el ejemplo de espíritu y de carácter que despierta la admiración del mundo.


Tal como prometí hace un año en Usulután, mi tierra natal, el día que anuncié mi candidatura, quiero pagarle a mi país la deuda que le tengo pendiente. Nunca podré pagar del todo esa deuda, pero la suerte me ha otorgado la inmensa oportunidad de hacer un abono sustancial.


Quiero entregarme por completo a El Salvador, porque a mi país y a mi gente les debo todo lo que soy.
A partir de este instante, coloco mi Presidencia en las manos de Dios, para que inspire cada una de mis decisiones y cada uno de mis actos. Sé que Él ha puesto en mis manos este encargo trascendental.
Salvadoreños, amigos y compatriotas todos: soy Tony Saca... su Presidente, y seguiré siendo el mismo, porque el poder no me cambiará.


Seguiré siendo el mismo que conocen, el que viene de ustedes, el que pertenece a ustedes.
Hoy inclino mi frente ante Dios todopoderoso para rogarle los dones de la sabiduría y la humildad. Lo hago con la plena certeza de que con mi trabajo y el trabajo de todos los salvadoreños, lo mejor está en nuestras manos... lo mejor empieza hoy a ser realidad.

Muchas gracias.

G

 


 


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