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Su producción y publicación está a cargo del Centro de Información, Documentación y Apoyo a la Investigación (CIDAI) de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” de El Salvador. Por favor, asegúrese de mencionar Proceso al utilizar porciones de esta publicación en sus trabajos.
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Año 25
número 1128
Enero 12, 2005
ISSN 0259-9864
Editorial: Responsabilidades compartidas
Economía: El escenario económico del nuevo año
Sociedad: Una agenda para 2005
Regional: Rigoberta Menchú, ¿candidata a la OEA?
Derechos Humanos: Los derechos humanos en el 2004 (II)
Comentario: Manifiesto para una tolerancia imprescindible
Responsabilidades compartidas
El nuevo año encuentra al país sin presupuesto. El presupuesto del año 2005 todavía no ha sido aprobado porque, formalmente, el FMLN, cuyos votos son indispensables, se niega a darlos, hasta que el poder ejecutivo satisfaga una serie de demandas. Una de las más importantes es controlar el endeudamiento del país. A esta demanda se agregan otras como revisar la ley de pensiones, la circulación del colón, etc. Para ello, el FMLN exige una negociación directa con el presidente Saca. Por eso, éste señala al FMLN como responsable único y principal de las consecuencias que tiene para la marcha de la economía nacional no contar con un presupuesto.
En la práctica, la situación es más complicada. El Ministerio de Hacienda se tardó
demasiado en presentar el anteproyecto para la discusión —la cual, invariablemente,
es compleja y larga—, aunque lo hizo en el plazo establecido por la ley. La Asamblea
Legislativa, que incluye a ARENA, se tomó su tiempo para comenzar la discusión.
El Ministerio de Hacienda, en sus comparencias en el legislativo, no ha respondido
con claridad a los cuestionamientos de la oposición, en particular cuando le han
preguntado sobre la deuda y el destino de los préstamos. El presidente Saca no buscó
de manera diligente su aprobación; más bien, usó el entrampamiento para hacer propaganda
contra el FMLN, en lo que puede ser interpretado como un anticipo de la próxima
campaña electoral. Ha sido hasta que el nuevo año encontró al país sin presupuesto,
que el presidente Saca ha tomado en serio la aprobación. Esto es incomprensible,
porque si el presupuesto es tan importante como asegura el discurso gubernamental,
¿cómo es que no se ha aplicado con más seriedad a negociar su aprobación? En una
palabra, la responsabilidad de que el país no cuente con un presupuesto no sólo
la tiene el FMLN, sino que también el presidente Saca y su partido ARENA son igual
o más responsables, puestos que ellos se encuentran al frente del poder ejecutivo
y es obligación suya dotar al gobierno de su presupuesto. La publicidad hábil y
la ausencia de crítica en la prensa nacional impiden a la opinión pública percatarse
de esta otra cara del problema.
Es indudable que el Presidente de la República no puede hacerlo todo. Para eso,
cuenta con su gabinete y, en este caso, con un sinnúmero de comisionados presidenciales.
Ahora bien, si estos funcionarios no responden a las demandas de la oposición o
de cualquier sector social, por incapacidad, por desidia, o sencillamente porque
no recibieron instrucciones, entonces, no queda más remedio que volver al Presidente
de la República. En gran medida, los mismos mandatarios han promovido esta conducta,
al proyectar su imagen como el centro del poder ejecutivo y del país entero. Prueba
de ello es la publicidad actual de Casa Presidencial, centrada de forma apabullante
en la persona del presidente Saca. Otra prueba es que el gobernante salvadoreño,
por lo general, suele asistir a una serie de actos de toda clase sin criterio aparente,
de tal manera que pareciera que no puede haber acto social digno sin su asistencia.
De hecho, son los mismos presidentes los que no dan espacio para que sus ministros
se proyecten y así aparezca el conjunto como un equipo de gobierno bien integrado.
Los presidentes se han reservado para sí mismos todo el escenario público, al punto
que ni sus vicepresidentes tienen cabida en él. La actual vicepresidenta no es la
excepción a esta mala costumbre. Los antecesores del presidente Saca han promovido
hasta el extremo el presidencialismo. Y él mismo ha continuado profundizando este
vicio. No debiera, pues, quejarse ahora porque el FMLN demanda diálogo directo con
él y no con sus delegados. En un medio donde el presidente predomina de manera absoluta,
negociar con una comisionada presidencial es recibir un trato de segunda categoría.
Este presidencialismo exacerbado, la parcialidad de los presidentes de ARENA, quienes
sólo oyen a los sectores que les son afines o a quienes deben el cargo, y en el
caso del presupuesto del año 2005, la irresponsabilidad de no haber negociado desde
mediados del año pasado su aprobación, colocan ahora al presidente Saca en una situación
embarazosa, pues deberá sentarse a negociar con sus adversarios más denostados,
si es que realmente pretende contar con un presupuesto para este año. O bien, consigue
comprar los votos que le faltan, nada más que en esta ocasión, tendrá que pagar
un precio muy elevado, pues su cotización ha subido mucho de valor. Un famoso dictador
centroamericano solía asegurar que no había bastión que resistiera un buen cañonazo,
en este caso, de un millón de dólares o más. La tentación es demasiado fuerte, incluso
para un diputado del FMLN, pues sería una oportunidad económica única para una carrera
política efímera. El FMLN ha aprovechado bien la visión política miope del gobierno
actual y, ciertamente, se apuntaría un triunfo político si, al final, sentara al
presidente Saca en la mesa de negociación. Por eso mismo, éste se rehúsa a hacerlo.
Los argumentos formales en los que la dirigencia del FMLN fundamenta su demanda
—no perder tiempo con intermediarios, porque el pueblo no puede esperar más— son
tan ridículos como los del presidente Saca. La cuestión no es técnica. De hecho,
los diputados no suelen prestar atención a los aspectos técnicos de la legislación.
Prueba de ello es que, por lo general, la deben corregir, enmendar, ampliar o derogar.
La cuestión de la aprobación del presupuesto es eminentemente política.
El gobierno de Saca, ARENA y los medios de comunicación que les son afines acusan
al FMLN de atentar contra la democracia salvadoreña. Fundamentan esta acusación
en el triunfo electoral de Saca. Por lo tanto, el FMLN debiera facilitar la gestión
del poder ejecutivo, es decir, aceptar lo que proponga sin más. No hacerlo así,
lo convierte en el obstáculo principal para el desarrollo de las instituciones políticas.
Pero este argumento y otros parecidos presuponen gratuitamente que el ejecutivo
detenta el poder total. En realidad, cualquier partido político puede presentar
las demandas que le parezcan convenientes, aunque su viabilidad depende de su fuerza
electoral. En el caso del presupuesto, el FMLN tiene un peso específico determinante
en la Asamblea Legislativa. Está, pues, en su pleno derecho de negarse a aprobar
el presupuesto, a menos que el poder ejecutivo y su partido lo negocien. La correlación
de fuerzas en la Asamblea Legislativa actual obliga a ARENA y al poder ejecutivo
a negociar la aprobación del presupuesto. Es más, su deber es negociarla, porque
su obligación, en cuanto administradores ejecutivos del gobierno, es dotarlo de
un presupuesto. El país podría contar ahora con un presupuesto, si el poder ejecutivo
actual hubiera sido políticamente más hábil y financieramente más inteligente.
El escenario económico del nuevo año
A inicios del año, el partido oficial y el FMLN se han enfrascado en discutir la aprobación del Presupuesto General de la Nación para 2005. La dinámica es la siguiente: el Ejecutivo, a través del Ministerio de Hacienda, calcula las asignaciones presupuestarias para cada una de las instituciones que conforman el Gobierno. Posteriormente, dichas asignaciones son enviadas a la Asamblea Legislativa para su aprobación. Durante la etapa de revisión y aprobación no son extraños los conflictos. En los últimos años, el partido de oposición ha cuestionado duramente el manejo irresponsable que el Ejecutivo ha hecho del endeudamiento del país. Para el FMLN, el Gobierno recurre a una fuerte emisión de bonos que, al fin y al cabo, no se utilizan en su mayoría para financiar la inversión pública con miras a suplir las necesidades de los salvadoreños.
Una agenda para 2005
Los salvadoreños han iniciado el año en un marco de aceptable estabilidad política, pero con importantes déficits sociales que cubrir y la necesidad de corregir los pobres resultados económicos obtenidos durante 2004. No hay muchas novedades que esperar para 2005, aparte de algunas modificaciones específicas, como la entrada en vigencia de las enmiendas tributarias, que golpearán con mayor dureza a la clase media y a los más pobres. Además, se empieza a financiar el FOSALUD y se incrementan los requisitos para adquirir vivienda con el Fondo Social para la Vivienda. Por otro lado, a pesar del madrugón de la Asamblea Legislativa por aprobar el TLC con Estados Unidos (CAFTA, por sus siglas inglesas), todavía está pendiente la ratificación del mismo por parte del Congreso estadounidense. Tampoco parece ser cosa de un año el inicio del ambicioso plan social prometido por el Ejecutivo.
Rigoberta Menchú, ¿candidata a la OEA?
La prensa internacional difundió el fin de semana pasado la noticia del apoyo del gobierno guatemalteco a la candidatura de Rigoberta Menchú. La destacada activista por los derechos de los indígenas guatemaltecos y Premio Nobel de la Paz fue designada por el gobierno de su país candidata a ocupar la Secretaría General de la Organización de los Estados Americanos (OEA). Según cables noticiosos, el presidente Óscar Berger propuso a Menchú para superar la falta de consenso en Centroamérica ante las diferencias que provocó la candidatura del ex presidente salvadoreño Francisco Flores.
Sin embargo, el propio Berger desmintió el lunes 10 que su gobierno estuviera respaldando
a Menchú y reafirmó su apoyo a la candidatura de Flores. El mandatario reconoció
que cometió un exabrupto ante los reporteros al afirmar que su gobierno apoyaría
la candidatura de la Premio Nobel.
Los derechos humanos en el 2004 (II)
Para continuar este balance, mencionaremos otro aspecto que llamó la atención con la ascensión del nuevo presidente: su aparente voluntad política para asegurar la gobernabilidad. En esa línea, Saca hizo dos movimientos importantes: nombró una Comisionada Presidencial para la Gobernabilidad y convocó a mesas de trabajo para tratar problemas de interés nacional con diversos sectores de la sociedad.
Algunas de las manifestaciones más visibles de esta jugada fueron, primero la aprobación
unánime en la Asamblea Legislativa del presupuesto general de la nación para el
año 2004, que se encontraba entrampado desde hacía meses; y luego, la creación de
mesas o foros para tratar diversos temas, tales como las pandillas juveniles o maras,
la problemática de crear fuentes de trabajo, la situación de la salud en el país
y el problema del fútbol, entre otras. La carga de publicidad estuvo acentuada en
el primero de los foros señalados, el cual fue organizado y convocado por el Ministerio
de Gobernación.
En él, se conformaron tres grandes grupos de trabajo divididos por temas, los cuales
fueron: reformas en materia penal y procesal penal; reformas en la entonces Ley
del Menor Infractor y el asunto “social”, en el que se englobaron los rubros de
la prevención y rehabilitación. Al final de esta iniciativa se logró que los convocados
torcieran el brazo de las autoridades, al acordarse por mayoría absoluta que no
era necesaria ni procedente una “Ley antimaras” o legislaciones similares. En su
lugar, se redactaron algunas reformas a los Códigos Penal y Procesal Penal y también
a la Ley del Menor Infractor.
Tales reformulaciones legales no tardaron en ser recogidas y presentadas por el
Órgano Ejecutivo a la Asamblea Legislativa, quien finalmente las aprobó, dando pie
a lo realmente preocupante del problema: primero, que el trabajo colectivo realizado
fue anulado por la administración Saca, quien lo presentó indebidamente como un
“Plan súper mano dura” contra las pandillas, lo cual era absolutamente falso; y
segundo, que se dejó por fuera todo el esfuerzo que se hizo en torno a los temas
de la prevención y rehabilitación, que constituían el alma de lo abordado en las
mesas de trabajo. Este chasco nos aclaró sin duda, la forma de gobernar del nuevo
presidente: más de lo mismo, pero con mayor publicidad.
Las mesas sobre el tema laboral y el de salud transcurren con mucha mayor lentitud
y no puede asegurarse a esta fecha que vayan a finalizar con éxito, todo ello en
detrimento de los derechos esenciales de la población salvadoreña. Por otra parte,
Saca se autodenomina como un presidente que “sabe escuchar”, sin embargo, a pesar
del clamor popular porque nuestro país no participe de la invasión a Irak, una de
las primeras medidas presidenciales fue la de enviar un segundo contingente de soldados
a esa nación.
De igual forma, la apariencia de concertación y de encarar los problemas políticos
de manera diferente, publicitada por los “nuevos” gobernantes, se esfumó rápidamente.
En un primer momento, cuando fue necesario elegir a los nuevos magistrados para
el Tribunal Supremo Electoral. En un hecho sin precedentes, la Asamblea Legislativa
dominada por ARENA y sus aliados, nombró en uno de los puestos al representante
de un partido político que por ley no tenía derecho a postular a nadie para dicho
cargo. La protesta de los que sí tenían derecho y del FMLN no pudieron detener la
arbitrariedad y finalmente el TSE cuenta con un magistrado ilegítimamente electo.
Esta maniobra del partido en el gobierno no es ajena al propio Saca, quien es además
el Presidente de dicho instituto político y por tanto, el que posee el poder decisorio
para dictar las posturas oficiales de los areneros.
De similar forma, la Asamblea Legislativa aprobó de manera atropellada, el cuestionadamente
“célebre” Tratado de Libre Comercio (TLC) con los Estados Unidos de América. Lo
anterior se dio, en medio de una sesión plenaria para el olvido, marcada por el
desorden y en la que, la misma frustración de la oposición política los hizo perder
los estribos y asumir actitudes de matonería y mala educación. Es que el TLC apenas
empezaba a ser conocido y discutido en los diversos sectores del país –incluida
la Asamblea Legislativa— cuando fue aprobado, lo que generó gran malestar en aquellos
segmentos interesados en estudiar y hacer consideraciones sobre su contenido.
Los legisladores, liderados por ARENA, volvieron a la práctica de la “sorpresa y
el madrugón”, para la toma de decisiones sobre aquellos asuntos polémicos y altamente
cuestionados por la población. El debate, el análisis y el consenso fueron sustituidos
una vez más por el autoritarismo y la imposición. Por estas razones es que el 2004
también puede ser considerado un año en el que, como se ha sostenido, hubo más de
lo mismo: más pobreza, más delincuencia, más desencanto, más crisis institucional
y más propaganda.
II. El funcionamiento de las instituciones
Como ya es una tradición en estos balances anuales, haremos un breve análisis del
papel que durante el año recién finalizado realizaron las principales instituciones
que tienen a su cargo la promoción y salvaguarda de los derechos humanos en el país,
ello porque una adecuada valoración acerca del respeto de tales derechos debe pasar
necesariamente por la evaluación de los entes encargados de hacerlos cumplir. Así,
procederemos a mencionar aquellos rasgos más distintivos que caracterizaron el comportamiento
de la institucionalidad salvadoreña sobre el tema en comento, a lo largo del 2004.
Fiscalía General de la República (FGR)
Al evaluar el comportamiento de este componente del Ministerio Público durante el
año pasado, no podemos ignorar que en la práctica se trata de examinar lo que se
ha actuado en el quinto año de la administración del fiscal Belisario Artiga, quien
está en el penúltimo peldaño de su segundo período de gestión. Así, podemos destacar
que ha existido una constante que ha caracterizado el trabajo de Artiga durante
todos estos años: muy pocos resultados exitosos en aquellos casos de gran envergadura
y de interés nacional y un nulo compromiso para investigar y procesar a los grandes
violadores de derechos humanos en el país.
Para sostener lo anterior podemos resaltar los siguientes hechos: en primer término,
tenemos un caso que aparentemente ha sido tramitado con cierta eficacia por la oficina
del Fiscal General y que cobró gran relevancia durante el año de análisis, justamente
el relacionado con gravísimos actos de corrupción en la ANDA. Este ha sido el caso
más sonado de malversación de fondos en el gobierno en el último lustro, no sólo
por tratarse del manejo de uno de los recursos naturales esenciales para la vida
de las y los salvadoreños, sino por las cantidades exorbitantes de dinero que fueron
desviados o “robados” por los principales implicados.
El ex presidente de la autónoma Carlos Perla, aparece como uno de los principales
defraudadores. Él actualmente se encuentra en Francia sometido a un proceso de extradición
solicitado por autoridades salvadoreñas. Los puntos críticos de este caso vienen
dados por lo siguiente: la solicitud de extradición ha sufrido serios atrasos por
graves omisiones de la FGR en la información que envió a través del Órgano Judicial
al país europeo, con el objeto de justificar el pedido de extradición; por otra
parte, esta investigación se desarrolló muchos meses después de conocidas las irregularidades
en ANDA, lo que facilitó la fuga de Perla. En esa misma línea, la FGR no ha esclarecido
la posible vinculación del ex presidente Francisco Flores en actos de corrupción
en la autónoma y para sorpresa de la población: ha concedido criterio de oportunidad
(exoneración) al cerebro y principal beneficiado con la malversación, el señor Mario
Orellana.
Por si lo anterior fuera poco, el Ministerio Público agregó otros dos aspectos que
merecen atención: primero, cuando nombró a un “fiscal especial” para investigar
la corrupción en ANDA, lo que demuestra la falta de preparación de sus propios miembros
y también la desigualdad de trato para las víctimas, ya que para otros casos muy
complejos e importantes, no se ha procedido a nombrar un fiscal especial. En segundo
lugar, la FGR es ampliamente cuestionada al haber aceptado procedimientos abreviados
para casi todos los vinculados con la corrupción en ANDA, lo que a la larga significó
la ausencia de pena de prisión para estas personas. La pregunta es ¿a qué obedecen
estos privilegios?.
Aunado a lo anterior, podemos resaltar también, que en el 2004 la FGR dejó prescribir
el caso del asesinato de Ramón Mauricio García Prieto, ello pese a constantes y
claras peticiones de las víctimas para continuar con las investigaciones de rigor.
El Fiscal General eludió su responsabilidad para averiguar la autoría intelectual
del crimen y la prescripción del delito se activó el 10 de junio pasado. En esa
misma “tradición”, nada se hizo por profundizar en el caso de Katya Miranda y no
se inició con seriedad una indagación en el expediente de los Hermanos Carías.
Como corolario de lo anterior, el despacho de Artiga tuvo –al fin— una sentencia
condenatoria en un caso importante: en la defraudación al Banco de Fomento Agropecuario
(BFA), sin embargo el imputado más prominente se fugó en plena audiencia, momentos
antes de que se le notificara la sentencia condenatoria. En suma, el balance no
ha sido nada positivo para la representación fiscal. Sirve como alivio, el hecho
que en aquellos casos de poca monta o que no implica la participación de sectores
vinculados al poder económico y político, los agentes fiscales de base sí han logrado
muchas sentencias condenatorias, así como conducir investigaciones con éxito. Para
estos agentes auxiliares esforzados sí va nuestro total reconocimiento.
Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH)
Desde su creación, la PDDH ha sido considerada la cenicienta del Ministerio Público.
Ello porque su labor implica la crítica hacia las demás dependencias estatales,
lo que le vale señalamientos injustos; y también por el ya permanente estado de
pobreza a la que ha sido sometida.
Pese a ello, debemos destacar que durante el 2004, la PDDH señaló con firmeza algunas
violaciones a derechos humanos. Por ejemplo, fue enfática en sostener que las elecciones
presidenciales se desarrollaron en un marco de ilegalidad, por las graves irregularidades
en la campaña política, lo que al final empañó el ejercicio de los derechos políticos
de los ciudadanos. En este rubro, criticó negativamente lo actuado por el TSE. Pero
en ese contexto, la actual titular de la PDDH también recibió con mucha pompa en
su despacho al entonces candidato oficialista Antonio Saca, lo que produjo serios
cuestionamientos hacia la imparcialidad y el carácter apolítico que debe caracterizar
a la PDDH.
No puede obviarse mencionar que la Procuradora Beatrice de Carrillo fue reelecta
en el cargo el año pasado. Sobre ello vale decir dos cosas: primeramente que es
cierto que el trabajo y la imagen de la institución mejoró con la llegada de De
Carrillo a la misma, ya que la PDDH se encontraba prácticamente desmantelada para
esa época. Pero por otra parte, creemos que el proceso de selección no fue el adecuado.
Es que no se permitió que la elección fuera hecha luego de un evaluación profunda
de la gestión de la procuradora, tampoco fue posible escuchar sus planes para el
nuevo período, ni estudiar propuestas de otros contendientes. Estos hechos empañaron
la reelección de la señora procuradora
Por otra parte, la PDDH también destacó por señalar violaciones de derechos humanos
en algunas situaciones específicas, tales como la falta de medicamentos para las
personas que padecen el VIH/SIDA, lo que implica discriminación y atentados a la
salud, igualmente criticó la situación de las cárceles en el país, de forma previa
a una grave crisis ocurrida en agosto. Contradictoriamente, la procuradora estuvo
en desacuerdo con la destitución del Director de Centros Penales en el último trimestre
del año. En fin, un año ambiguo para la PDDH, que al parecer ha tenido mejores desempeños
en años anteriores.
Manifiesto para una tolerancia imprescindible
El ser llamado de derechas o de izquierdas se convierte, según donde estemos, en un título de gloria o un baldón. Semejante polarización acaba crispando con frecuencia las relaciones humanas. Es frecuente, por ejemplo, que en bastantes familias “no se pueda hablar de política”.
No sé si nos hemos preguntado con serenidad a qué se debe este fenómeno. En
lugar de esa pregunta recurrimos a la autosatisfacción propia y la condena ajena,
que acaban creando nuevos motivos de discordia.
Quisiera acoger esa pregunta en las líneas que siguen. Lo que dibujaré en ellas
son sólo trazos nítidos y prototípicos. Hablaré más de sensibilidades y modos de
ver que de personas o grupos concretos. La realidad siempre es mucho más
compleja. Pero esas grandes manchas ayudan a orientarse, aunque las cosas no se
den tan químicamente puras. Si parece que mis observaciones son más bien
negativas es porque la experiencia enseña que el acercamiento (y no digamos la
reconciliación) sólo es posible cuando ambas partes son capaces de reconocer sin
rebozo los propios límites y defectos. Hace ya muchos siglos, Pablo de Tarso
logró reconciliar a lo que Habermas llamaría hoy “Jerusalén y Atenas”, poniendo
de relieve las importantes limitaciones de cada uno.
La gran virtud de la derecha es que comprende y acepta la dificultad de las
cosas y la necesidad del esfuerzo. Desde esta óptica se puede hablar del sentido
de responsabilidad como propio de la derecha. Pero se trata de una
responsabilidad profundamente egoísta: insolidaria unas veces y dominadora otras.
La izquierda en cambio quiere ser integradora e igualitaria: la solidaridad
sería su virtud preferida. Pero su gran defecto es la tendencia al espontaneísmo
y a la comodidad. Rehuye la dificultad y el esfuerzo paciente; y su solidaridad
pasa mal de las palabras a los hechos.
Desde esta caracterización global se puede ir tejiendo un tapiz con hilos de dos
colores. Los valores acaban siendo para la derecha un medio para conseguir sus
privilegios. Para la izquierda los valores coinciden con sus deseos y se ven así
desnaturalizados.
La derecha no cree en la libertad: cuando habla de ella reclama sólo libertad
para sí misma. La izquierda cree en la libertad y la ama; pero la destroza por
no distinguirla de la irresponsabilidad.
Ambas dicen amar la vida: pero la derecha se aviene fácilmente con la pena de
muerte; creyendo garantizar así su seguridad. Y la izquierda reclama un aborto
totalmente voluntario libre y gratuito, buscando salvar su comodidad. O mira la
vida más como problema manejable que como misterio sobrecogedor y digno del más
profundo respeto.
Si cree en Dios, la derecha tiende imaginar un Dios autoritario, aunque se lo
compensa creyéndose en buena relación con Él. Y si no cree en Dios lo sustituye
por algún ídolo racista o de patriotismo desbocado (va siendo hora de recobrar
la conciencia de que expresiones como “izquierda abertzale” son en sí misma una
contradicción igual que aquella tópica del círculo cuadrado).
La izquierda en cambio, cuando cree en Dios tiende a hacerse un Dios “a la carta”
y a la medida de sus deseos. Y si no cree en Él lo sustituye por el dogma de
alguna “armonía preestablecida” de las cosas, que le permite comulgar con
trágalas como la de revolución inminente, o la posibilidad de ser feliz en este
mundo y de traer el cielo a la tierra.
Hablando en términos más teológicos, la izquierda se caracteriza por desconocer
eso que se llamó “pecado original”. La derecha en cambio procura aprovecharse de
él. Y si llegan al poder, en la derecha germinará la tendencia al autoritarismo
que además resulta eficaz porque es aceptado, ya que las cosas tienen un precio
a pagar. La izquierda en cambio nutrirá una tendencia a la degradación: sus
buenos deseos son ineficaces porque no está dispuesta a pagar su precio.
Por eso, en ambas puede brotar a la larga la tentación totalitaria. En la
derecha, porque cree que los hombres son irresponsables y que sin represión
peligra la sociedad: así puede acabar aceptando bushes, francos, pinochets y
hasta hitlers. En la izquierda, porque cree que los hombres son insolidarios y
que sin autoritarismo fracasan las revoluciones. Por eso puede no hacer remilgos
a dictaduras “del proletariado”, a un Castro y hasta un Stalin.
Hay un espléndido endecasílabo que puede condensar lo dicho. (Entre paréntesis,
me ha sorprendido a veces qué capacidad tienen los endecasílabos en tantas
lenguas para condensar, con ritmo y fuerza profundas experiencias humanas: ahí
están Dante y Shakespeare para confirmarlo. Y en castellano, ahí están, entre
otros mil, el “polvo serán más polvo enamorado” de Quevedo, o aquel espléndido
de Borges: “me duele una mujer en todo el cuerpo”).
Pues bien: Blas de Otero cinceló una magnífica definición endecasílaba del ser
humano como “ángel con grandes alas de cadenas”. Desde ella cabe decir que la
comprensible dificultad humana para cargar con la contradicción hace que la
izquierda sea muchas veces un ángel, pero que desconoce sus alas y, cuando
pretende volar, no pasa de un vuelo gallináceo. La derecha conoce mejor las
cadenas humanas, pero su única pretensión es bandearse con ellas en la tierra.
Sin darse cuenta, ha renunciado a todo lo que sea elevación.
Como consecuencia de ello, y aquí viene la crispación aludida al comienzo, la
derecha puede acabar provocando en sus adversarios una ira y una rabia muy
justificadas por su falta de corazón. La izquierda puede suscitar menosprecio, y
no sin fundamento a veces, por su ligereza.
Para quienes conocen el Nuevo Testamento, lo válido de la derecha me parece
verlo en aquel servidor de la parábola de los talentos, a quien el Señor llama
“siervo bueno y fiel”. Su lado malo está descrito en los diversos y duros
reproches de Jesús contra escribas y fariseos (“ay de vosotros, hipócritas”) en
el capítulo 23 de San Mateo. El lado bueno de la izquierda puede encarnarlo el
samaritano de la parábola que atiende al hombre tendido en la cuneta de un
camino, por el que habían pasado sin hacerle caso dos eximios representantes del
orden. Su lado malo me parece representado por el reproche de San Pablo a sus
cristianos de Corinto: la imagen de una levadura que ha fermentado y, en lugar
de dar sabor, pudre la masa (1 Cor. 5).
Una aclaración antes de terminar. Dije al comienzo que hablaba de estereotipos,
más que de personajes o grupos concretos. Como de todos modos pensamos
imaginando, temo que muchos lectores habrán ido pensando en España mientras me
leían. Por eso no irá mal recordar que, en España, aún casi no conocemos una
derecha civilizada (ni siquiera cívica). Por eso, algunos oasis como Ruiz
Gallardón, son tan minoritarios y sorprenden tanto. Por eso también estamos
acostumbrados a una política que consiste en que la mentira repetida acaba
convirtiéndose en verdad, y en sustituir las respuestas y los argumentos por
meros juicios de intenciones. Pero tampoco tenemos todavía en España una
auténtica izquierda fervorosamente social: Umbral dijo una vez que nuestros
“rojos sólo eran infrarrojos”, y yo mismo parodié antaño la expresión de
Dietrich Bonhoeffer, “la gracia barata”, hablando de la izquierda barata. Por
eso es frecuente verla sustituir la solidaridad con las víctimas por
reivindicaciones falsamente aparentes en otros campos, y que pueden actuar como
carnazas para compensar la decepción del electorado.
Ante este duro dilema humano, es comprensible la tentación de buscar un “centro”
que está amenazado de recortar irrenunciables o de no ser ni carne ni pescado.
El camino debería discurrir, más que por el recorte, por la integración de lo
positivo: que cada postura deje de estar pagada de sí misma y no desprecie a la
de enfrente. Que sepa que los otros no son “el eje del mal” ni aún cuando sacan
lo peor de sí mismos. Que ambas comprendan que necesitan las virtudes de la otra,
y que aspiremos a una totalidad humana englobante. De lo contrario, la
convivencia acabará pervirtiéndose en malvivencia o en confrontación, como ha
ocurrido tantas veces en la historia. Y las dos Españas de Machado se
convertirán en dos mundos que han de helar el corazón a cada hombrecito que
viene al planeta.
Si esa integración no parece posible, servirá al menos para convencernos de que
lo que llevamos entre manos es muy serio. Tremendamente serio. Y se comprenderá
por qué una buena parte de la tradición cristiana definió a Dios como “la
armonía de contrarios”. No esta nada mal.
José Ignacio González Faus.
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