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El informativo semanal Proceso sintetiza y selecciona los principales hechos que semanalmente se producen en El Salvador. Asimismo, recoge aquellos hechos de carácter internacional que resultan más significativos para nuestra realidad. El objetivo de Proceso es describir las coyunturas del país y apuntar posibles direcciones para su interpretación.
Su producción y publicación está a cargo del Centro de Información, Documentación y Apoyo a la Investigación (CIDAI) de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” de El Salvador. Por favor, asegúrese de mencionar Proceso al utilizar porciones de esta publicación en sus trabajos.
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Año 25
número 1154
Julio 20, 2005
ISSN 0259-9864
Editorial: Fracasa la mano “súper dura”
Política: Partidos contra la democracia
Economía: ¿Existe desarrollo económico y social en el país?
Regional: Transporte público,problema de convivencia
Derechos Humanos: Gloria y Mauricio: Imprescindibles
Comentario: Singapur, Londres,el G-8 y el Divino Salvador
Fracasa la mano “súper dura”
Los trabajos y desvelos del presidente Saca y las repetidas órdenes que ha impartido no han sido suficientes para contener la elevación de la tasa de homicidios. Pese a tanta dedicación y planes de seguridad, esa tasa crece imparable. Las nuevas explicaciones y medidas del gobierno sólo muestran su desconcierto, ante una situación que lo ha desbordado, al extremo que la nueva teoría presidencial es alucinante. Según ésta, la tasa de homicidios crece porque la lista de asesinados incluye suicidas e infantes fallecidos por otras causas, lo cual significaría que las instituciones registran los homicidios de manera inadecuada. Al presidente Saca le interesa mucho, y no lo oculta, que la población mantenga la percepción positiva de su gobierno, a lo cual las medidas de tipo represivo contribuyen en gran medida.
El Ministro de Gobernación no se queda atrás y aporta otra explicación también
alucinante. Según esta versión, casi todos los asesinados son pandilleros o
narcotraficantes, puesto que serían víctimas de la acefalía de las pandillas, en
cuyo seno tiene lugar una encarnizada lucha por el poder y por el control del
tráfico de la droga. A esta teoría le interesa enfatizar que el plan para
combatir las pandillas es exitoso. De esta manera, el gobierno de Saca falta el
respeto a las víctimas de los homicidios. La mayoría de ellas no son parte de
las pandillas y, si lo fueran, el asesinato no está justificado. Al parecer,
según el gobierno, la etiqueta de pandillero legaliza el asesinato e incluso lo
vuelve irrelevante. El director de la policía, por su lado, asegura que los
crímenes son cometidos por delincuentes comunes, lo cual contradice la teoría
anterior. Peor aún, considera que el aumento de la tasa de homicidios es
pasajero. Sin embargo, contrario a la creencia del presidente Saca, quien
sostiene que la reducción de homicidios es de largo plazo, el director de la
policía cree que ésta disminuirá en el corto plazo. Aparte de la contradicción,
es una temporalidad que ya dura más de dos años. Pero, al igual que el
presidente Saca, quien habla de largo plazo, el director de la policía no puede
predecir cuándo terminará esta ola de homicidios, es decir, durará mucho tiempo.
La vida vale poco en El Salvador, tal como lo muestra esta ola creciente de
homicidios. Vale menos que los negocios de los grandes empresarios. Al gobierno
de ARENA le interesa reducir la tasa de homicidios a lo que se considera un
nivel “normal”, no por defender la vida o por resguardar la seguridad ciudadana,
sino para no ahuyentar las inversiones, en particular las que vendrán con el
tratado de libre comercio con Estados Unidos. Proporcionar un buen “clima de
negocios” a los grandes empresarios para que éstos puedan hacer más dinero con
tranquilidad es la razón principal de la nueva iniciativa gubernamental, cuya
importancia radica en lo que revela del gobierno de ARENA y de las gremiales de
los grandes empresarios que lo que vaya a conseguir, en cuanto a seguridad
ciudadana. Atraer inversiones y retener las existentes es mucho más importante
que la escandalosa acumulación de las víctimas de los homicidios. En efecto, la
última iniciativa gubernamental es un Consejo Consultivo de Seguridad, integrado
por funcionarios y por los representantes de las grandes gremiales empresariales,
aunque luego se abrirá a otros sectores sociales. La tarea de este consejo es
hacer recomendaciones al gobierno sobre homicidios, pandillas y reformas a la
legislación, y supervisar los planes de seguridad en marcha. Este Consejo
trabajará otra vez con mesas, donde se discutirán los tres temas que interesen
al nuevo consejo, pero su alcance no está definido. Los grandes empresarios
serán escuchados no porque tengan mejores ideas que los especialistas en
seguridad ciudadana, sino porque al gobierno de Saca le preocupa la seguridad
empresarial y busca la forma de mantener contentos a sus representantes más
conspicuos.
Los funcionarios han dejado claro, aun antes de que este Consejo inicie sus
actividades, de que lo más importante es reformar de nuevo la legislación para
trasladar de la Fiscalía General a la policía lo que han dado en llamar “delitos
de bagatela”, porque la primera no tendría recursos humanos y materiales para
cumplir con todas sus funciones fiscales. El Fiscal General asegura que la
oscuridad le impide recoger evidencia judicial de los crímenes cometidos, ya que
la mayoría de ellos ocurre por la noche. Lo que no reconoce es que la
institución que dirige carece de capacidad para defender los intereses de la
ciudadanía y del Estado. Esto no obsta para que el gobierno busque, por todos
los medios posibles, su reelección. La solución que han encontrado para superar
esta notoria incapacidad es descargar a la Fiscalía General de algunas de sus
obligaciones para pasárselas a la policía. Es contradictorio que una policía
desbordada ya por los homicidios y la violencia social asuma ahora funciones
fiscales con vistas a contribuir a la convivencia social. A esto se agrega que
la policía no ha sido formada para desempeñar funciones fiscales, sino para
reprimir, tal como lo demuestra cuando se enfrenta con las protestas callejeras
por la falta de servicios públicos. Su pronunciado talante represor impone mucho
temor, pero no credibilidad. Mientras tanto, en una población próxima a la
capital, ya se ha producido el primer ajusticiamiento popular del que se tenga
noticia. Desesperados por el asesinato de un familiar, los parientes de la
víctima dieron muerte a los agresores.
El nuevo consejo no tiene ni la formación, ni las habilidades para elaborar una
política criminal. Esta es muy urgente, pero no es cuestión de aficionados, ni
de ciudadanos preocupados por los homicidios, aun cuando pertenezcan a las
grandes gremiales del sector privado. Es muy discutible que éstos puedan
supervisar los planes de seguridad en marcha, porque la información que maneja
el gobierno es inadecuada y sin un buen diagnóstico, no hay una buena solución.
Además, este consejo duplica las tareas de prevención asignadas al Consejo
Nacional de Seguridad Pública; pero el gobierno argumenta que ambos consejos
serán complementarios. Pero entonces resulta que el gobierno cuenta ahora con
tres instituciones dedicadas a prevenir, porque la Secretaría Nacional de la
Juventud, recién establecida, también desarrolla la misma actividad. Tal vez sea
un complemento triple, aunque no cabe duda que la confusión predomina en las
áreas críticas del gobierno de ARENA.
Este nuevo consejo y sus múltiples mesas tienen, sin embargo, un papel
fundamental al crear un nuevo foco de atención para desviar la mirada de la raíz
del problema y así mostrar a un gobierno decidido a encontrar soluciones. El
Consejo Consultivo de Seguridad es innecesario, porque no es la instancia idónea
para elaborar una política criminal y porque es evidente que los planes
gubernamentales han fracasado. Los homicidios se han disparado, porque no hay
investigación del crimen, porque tanto la Fiscalía General como la policía no
están capacitadas, o no tienen voluntad, para llevarla a cabo, porque la
circulación de armas de fuego está fuera de control y porque el alcohol y la
droga son consumidos de forma libertina. En vez de un nuevo consejo y de nuevas
mesas, lo que falta es atacar la raíz de la violencia y ésta es obligación
primordial de cualquier gobierno. Pero el gobierno de ARENA exhibe la misma
impotencia ante la elevación desmesurada del precio de los derivados del
petróleo.
Partidos contra la democracia
La fortaleza de una democracia depende, entre otras cosas, de la calidad de los partidos que compiten para hacerse del poder político. Estas organizaciones, según Anthony Downs, pueden definirse como un “equipo de personas que tratan de controlar el aparato de gobierno mediante el poder conseguido en unas elecciones constitu-cionalmente correctas”.
Esta manera de comprender a los partidos no excluye el hecho de que en algunos
momentos los miembros de los mismos no tengan un comportamiento dirigido a fines
egoístas. Es decir, estas organizaciones se comportan muchas veces como
auténticas “coaliciones imperfectas”, en donde sobresalen los intereses
individuales de sus miembros, más que el objetivo común de alcanzar el poder. De
ahí se pueda retomar el famoso axioma del egoísmo de John C. Calhoun, citado por
Downs. “La constitución de nuestra naturaleza, que nos hace sentir con mayor
intensidad lo que nos afecta directamente que lo que nos afecta indirectamente a
través de los demás, conduce necesa-riamente a conflictos entre individuos. En
consecuencia, cada cual se preocupa de su seguridad o felicidad más que de la
seguridad y felicidad de los demás; en caso de conflicto entre ambas situaciones,
lo más probable es que se sacrifiquen los intereses de los demás a los propios”.
¿Existe desarrollo económico y social en el país?
En los primeros días de julio sucedieron dos hechos importantes: La Dirección General de Estadísticas y Censos (DIGESTYC) presentó las estadísticas sobre el nivel de ingreso y las condiciones de vida en El Salvador. También se tuvo la visita en el país de Agustín Carstens, subdirector gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI). En lo que respecta a los resultados mostrados por la DIGESTYC, se quieren resaltar los logros alcanzados por los últimos gobiernos. La entidad destaca los avances en las estadísticas sociales debido a la política gubernamental. En el segundo caso, la presencia del subdirector gerente del FMI busca demostrar, tal como lo expresara el funcionario, que “El Salvador pasa por un momento económico bueno”.
Transporte público,problema de convivencia
La convivencia dentro de las ciudades nunca ha sido nada fácil. Mucho menos en las urbes latinoamericanas, donde no ha habido mayores controles para regular el uso de los suelos, el crecimiento urbano y la movilización de personas y vehículos automotores. Tampoco las historias y los rasgos culturales han ayudado mucho. La falta de planificación y la debilidad institucional para revertir estas tendencias estructurales han sido la regla en casi todos los casos. San Salvador, sin lugar a dudas, no escapa de esa tendencia.
Cuando se trata de servicios públicos urbanos, como el transporte de pasajeros,
la conexión entre la calidad de ese servicio y la convivencia ciudadana es
directa. Donde el buen servicio público está garantizado se espera una
convivencia más armónica entre los habitantes de un determinado territorio. La
calidad de vida se incrementa. Ahora bien, suscribiéndose a esta idea, la pésima
calidad del servicio de transporte público urbano de San Salvador, sumado al
deterioro de otros servicios, son indicadores inequívocos del menoscabo de la
convivencia entre los capitalinos y, en general, entre el resto de habitantes de
los centros urbanos del país.
Gloria y Mauricio: Imprescindibles
El segundo artículo de la Constitución salvadoreña establece que toda persona tiene derecho a la vida, a la integridad física y moral, y a la libertad y a la seguridad; también reconoce el derecho a la protección, cuando las citadas prerrogativas han sido vulneradas. Por otra parte, el artículo dieciocho del mismo cuerpo legal indica que en cualquier circunstancia toda persona puede dirigir con decoro sus peticiones por escrito a las autoridades legalmente establecidas, para pedir que se resuelvan sus pretensiones y se le haga saber lo resuelto. Bajo ese marco legal interno y considerando además los derechos que consagra la Convención Americana sobre Derechos Humanos, resulta oportuno comentar el caso del joven empresario Ramón Mauricio García Prieto Giralt, ejecutado en San Salvador el 10 de junio de 1994, y la lucha de su familia por obtener justicia.
Durante varios años, el IDHUCA ha dado seguimiento a las investigaciones sobre
este crimen; asimismo ha brindado asesoría y representación legal en los ámbitos
nacional e internacional a Gloria Giralt de García Prieto y Mauricio García
Prieto, padres de la víctima. Fruto del esfuerzo de estas valientes personas se
condenó a dos de los tres sicarios, autores materiales de la muerte de Ramón
Mauricio; no obstante, su esfuerzo durante más de diez años también ha apuntado
a determinar judicialmente los autores intelectuales y lograr su condena.
En tal sentido, la familia afectada y el IDHUCA —para evitar que el caso quede
en la impunidad— tocaron las puertas de la desparecida Misión de Observadores de
Naciones Unidas en El Salvador, de la Policía Nacional Civil (PNC), de la
Fiscalía General de la República (FGR), de la Procuraduría para la Defensa de
los Derechos Humanos (PDDH), de diversos tribunales y hasta las de algunas sedes
diplomáticas. Fuera del país se presentó la denuncia formal en la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos y se ha expuesto la situación ante
congresistas estadounidenses y organizaciones interna-cionales de derechos
humanos.
Por esta larga y dolorosa búsqueda de justicia, tanto la familia García Prieto
Giralt como personal del IDHUCA han sido objeto de amenazas, atentados,
seguimientos, engaños de las autoridades y también hasta de las burlas más
ofensivas. De igual forma, en ese afán se ha constatado el tamaño y la solidez
del muro de la impunidad que impera en El Salvador, donde existen sujetos y
grupos intocables.
El año pasado se criticó con fundamento y fuerza a la FGR debido a que, en
franca violación de los derechos de los ofendidos, dejó prescribir la acción
penal en el caso. De esa manera, se agregó un obstáculo más al esclarecimiento
justo y completo del crimen. Sin embargo, hace unos días, Gloria y Mauricio
recibieron un aliento en medio de la asfixiante injusticia que pretende —sin
lograrlo— ahogar sus legítimos reclamos. La Procuradora para la Defensa de los
Derechos Humanos, Beatrice Alamanni de Carrillo, hizo pública una resolución
sobre el caso exponiendo buena parte de los hechos, así como varias conclusiones
y recomendaciones que podrían ayudar a resolver las grandes y graves
deficiencias detectadas.
De manera muy enérgica, la funcionaria —en nombre de la propia familia doliente—
le exige a la FGR y a la PNC que investiguen y lleven a juicio al tercer autor
material del homicidio, además de determinar la responsabilidad de los autores
intelectuales que permanecen amparados en la impunidad oficial.
Un aspecto muy importante a considerar, según criterio de la PDDH, es que
resulta “inaceptable declarar prescrita la acción penal” en este hecho pues se
trata de un caso en el cual se ha afectado un derecho inderogable: el de la vida.
Para sustentar lo anterior, la Procuradora acude a lo dispuesto en el artículo
cuatro del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, así como ha
determinado en el 27 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos; ambos
referidos, precisamente, a la inderogabilidad de ciertos derechos como violado
al consumarse la ejecución de Ramón Mauricio.
La funcionaria reprende al Estado salvadoreño por su deplorable papel en la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos. En las audiencias concedidas por
este organismo, los agentes estatales han agredido a las víctimas tergiversando
los hechos y demostrado poca seriedad. Así, la representación de los sucesivos
gobiernos salvadoreños durante los últimos nueve años no han estado a la altura
profesional requerida para diligenciar o tramitar casos en la referida sede
internacional. En concreto, la PDDH califica como “inaceptable que el Estado se
refiera a las víctimas como personas que pretenden manipular el caso,
acostumbradas a actuar según sus influencias, que han utilizado la muerte de su
hijo para tomar venganza, llamándoles personas violentas y malcriadas, entre
otras afirmaciones; pues tales aseveraciones son atentatorias de los derechos
fundamentales de los miembros de la familia García Prieto, particularmente a su
dignidad y al honor”.
Sobre el mismo punto, en la resolución se recomienda al Estado que “se retracte
de sus afirmaciones aquí aludidas, pues estas son atentatorias contra la
dignidad de la familia García Prieto Giralt; además, le recomienda expresar ante
tales personas las disculpas necesarias e impulsar seriamente el cumplimiento de
sus obligaciones constitucionales, legales e internacionales en materia de
derechos humanos, las cuales incluyen el deber indelegable de investigar,
procesar y sancionar a los responsables de los reprochables actos de persecución
en contra de la familia García Prieto Giralt”. Estas palabras constituyen, sin
duda, un aliciente para estas víctimas que por más de once años han tratado de
averiguar la verdad total en el caso, padeciendo de manera permanente múltiples
afrentas adicionales al dolor original, sin que, a la fecha, se haya llegado a
un resultado del todo satisfactorio.
Se sabe de la influencia que tienen los señalados como los que mandaron a matar
a Ramón Mauricio. Bajo esa cobija se protege también el tercer autor material;
sin embargo, las autoridades respectivas ya tienen las recomendaciones
efectuadas por la PDDH y los argumentos necesarios para hacer a un lado el falso
valladar de la prescripción de la acción penal. El asunto ahora es que la
Fiscalía y la Policía se pongan a trabajar. Según el artículo 194 de la
Constitución y la misma Ley Orgánica de la PDDH, esta institución debe asegurar
que los derechos individuales sean respetados y para tal fin emite
recomen-daciones de una profunda vinculación moral; de ahí que si los
funcionarios encargados se apegan a la ética y al derecho, deberán cumplir sin
renegar lo señalado por la Procuradora.
No obstante, ya surgieron las primeras reacciones. El titular de la FGR,
Belisario Artiga, declinó referirse de manera concreta al caso, pero sí lanzó
duras críticas a la Procuradora con relación a sus recomen-daciones. Artiga dijo
que la funcionaria invade la competencia de su institución y cuestionó las
conclusiones a las que llegó ésta. Nada más alejado de la realidad. Como en
otras repetidas ocasiones, el Fiscal General demuestra ignorancia de las leyes
con sus declaraciones; así deja claro que desconoce las potestades y el mandato
de la PDDH, al mismo tiempo que evidencia su pobre calidad moral para ocupar el
cargo que ostenta y en el que pretende permanecer tres años más.
En suma, la lucha de Gloria y Mauricio ha logrado un avance importante en el
caso García Prieto Giralt. Se han señalado ampliamente las anomalías y vicios
que entorpecen las averiguaciones; de igual forma, se le ha indicado a las
autoridades pertinentes lo que deben hacer. Corres-ponde ahora a fiscales y
policías hacerlo o, si no, asumir su responsabilidad cuando ocurra lo previsible:
que el Estado salvadoreño sea condenado internacional-mente por su indiferencia
ante el clamor de justicia de su pueblo. Mientras, los padres de Ramón Mauricio
continúan —y continuarán— alegando y pidiendo lo que les es debido, en virtud de
los derechos contenidos en los artículos constitucionales citados al inicio. La
resolución de la PDDH es un reconocimiento a la inclaudicable e imprescriptible
valentía de esta familia victimizada como tantas otras en el país, ejemplo de
las personas que no luchan sólo un día o unos días sino toda la vida. “Esos son
—en palabras de Bertolt Brecht— los imprescindibles”.
Singapur, Londres,el G-8 y el Divino Salvador
Para ver cómo anda nuestro planeta, no hay más que recordar
lo que ha pasado del 6 al 8 de julio: Singapur, Londres y el G-8. Muchas son las
reflexiones que provienen normalmente desde el Occidente que se llama
democrático, y que ahora ya no se atreve a llamarse cristiano. No por ello dejan
de ser, a veces, reflexiones sensatas, pero por lo general son más encubridoras
que iluminadoras, más al servicio del Occidente de abundancia que de los pobres
de este mundo. Nosotros queremos hacer otro tipo de reflexiones que se suelen
silenciar o que se descalifican como idealistas y utópicas —y quizás no les
falta algo de razón a los críticos. Son reflexiones utópicas e idealistas, y
son, sobre todo, indefensas ante el poder con que se difunden las reflexiones
“políticamente correctas”. Al final haremos una breve memoria del Divino
Salvador.
Londres. 7 de julio. La injusticia, la barbarie y el horror son evidentes. Es
evidente que el dolor de las víctimas y de los supervivientes debe llegar al
fondo del corazón. Y es también evidente que hay que buscar —con justicia y
razón— seguridad para que no se repita esta barbarie que pone al planeta entero
en vías de mayor deshumanización. Desde El Salvador, desde la represión y guerra
en el pasado, los diez homicidios diarios en la actualidad, lo comprendemos bien.
Dicho esto, he aquí las reflexiones indefensas.
a) Nada de lo anterior exime preguntarse sobre el “por qué” de esta barbarie. El
que sea aberrante no excluye razones que la expliquen en algo, y no hacer esas
preguntas es comenzar con falta grave de honradez con lo real, mantener la
hybris, la arrogancia, que tanto combatió Pablo: la visión de la realidad que
tiene Occidente es la única visión o al menos la más verdadera. Así habló Bush
el 11 de septiembre, Aznar el 11 de marzo...
b) Siguiendo con reflexiones utópicas, ¿por qué no releer nuestra historia de
Occidente, sus gruesos y duraderos pecados, con ocasión de estas tragedias? ¿Por
qué —para garantizar la seguridad— intentar sólo la vía de la tecnología, de la
inteligencia policial y del potencial bélico, y no intentar la vía de la
conversión, dar pasos de pedir perdón y perdonar, de reconciliarnos? Si sólo se
sigue la primera vía, habrá más Afganistán, más Iraq, y también más Londres.
c) Lo hemos dicho varias veces. Occidente sabe muy bien que hubo un 11-S y un
11-M, ahora recordará el 7-J, pero no le interesa en absoluto recordar un 7-O (7
de octubre de 2001, cuando la comunidad internacional democrática bombardeó
Afganistán) ni el 30-M (30 de marzo de 2003, cuando un grupo de países
demócratas bombardearon a Iraq). Recordar esto no es utópico ni idealista. Es el
mínimo de honradez con lo real. Y mientras ignoremos el calendario de los pobres
—su existencia— no habrá solución.
d) Sí se han expresado algunas razones para lo de Londres: los terroristas
islámicos, en definitiva, no aceptan “el modo de vida” de Occidente.
Indudablemente esto no justifica lo que hicieron. Pero sí remite a una pregunta
más honda: ¿no habrá otras personas y grupos humanos, nada terroristas, nada
fanáticas religiosamente, a quienes no les gusta el modo de vida de Occidente?
Sobre eso volveremos al hablar de Singapur. Pero digamos ya que es un dogma
fundamentalista occidental que a todos les tiene que gustar el mundo de
abundancia de Occidente.
e) Recordemos una cita de obispos, brasileños y mexicanos, después del bombardeo
contra Afganistán. No hacen política, y no les asusta la verdad:
“Lo que se está gastando en la operación militar contra Afganistán sería
suficiente para liberar a esa nación y a muchas otras del hambre, la miseria y
la destrucción a que están sometidas, inaugurando relaciones de respeto y
cooperación, de ayuda y solidaridad, y no agravando sufrimientos e implantando
nuevas semillas de odio e incomprensiones...
Guerra y venganza contra otra nación soberana, prácticamente indefensa, de
manera unilateral e imperialista, por uno o más países, que son al mismo tiempo
parte y juez, destruyen las bases de la convivencia internacional e instauran la
ley de la selva y del más fuerte, destruyendo las salvaguardas del derecho...
La prolongada indiferencia internacional ante las situaciones de inhumana
miseria que afectan a una parte mayoritaria y creciente de la población mundial
está dejando una huella de sufrimiento y de muerte por todo el mundo, y también
está generando resentimientos y protestas contra un reducido número de países
que imponen este nuevo orden internacional, del que ellos disfrutan con el apoyo
de organismos internacionales y de sus políticas de ajuste económico...”.
Lloremos a las víctimas de Londres y trabajemos para que no se repita. Y
pongamos al Occidente de abundancia en el camino del que hablan estos obispos.
G-8. En otro lugar de este número se analiza en más detalle lo ocurrido. Aquí
sólo queremos hacer unas breves reflexiones, de las idealistas y utópicas.
a) No sorprende que se junten los países más ricos, ahora son siete más uno que
quiere serlo, para decidir sobre todo el planeta, sobre su vida y su muerte. ¿No
está aquí la raíz de la perversión de la democracia? ¿Qué palabra tienen los
pobres de este mundo? ¿A qué tribunal pueden acudir, democráticamente, a pedir
justicia?
b) Un analista llama al G-8 “circo”, con algunas oportunidades que hay que
aprovechar. Pero las cosas no están para reír. Que a Bush le guste o no el
calentamiento de la tierra, es una cosa. Pero que un país sea eficazmente amo y
señor hasta del frío y del calor, es para llorar. Y dicen que la próxima guerra
será por el dominio del agua.
c) No sé si lo repetiría hoy, pero en 1989 el Padre Ellacuría terminó una
conferencia hablando de “otros continentes” —se refería al primer mundo— “que no
tienen esperanza y que lo único que realmente tienen es miedo”. A los grandes,
miedo produce el terrorismo, evidentemente, pero miedo produce también el que
miles de gentes se junten durante las reuniones del G-8, y se gastan muchos
millones de dólares en autodefenderse. Y viene la pregunta: si los siete o los
ocho realmente tienen la voluntad de resolver los graves problemas de este mundo,
¿por qué será que las manifestaciones, grandes, numerosas, recurrentes, se
perciben como amenazantes? ¿Será que todos los manifestantes son desagradecidos
y se han vuelto locos? ¿O será que los siete o los ocho —dejados a su libre
voluntad— no están decididos a salvar a este mundo?
d) Una reflexión muy personal. Ojalá los grandes ayuden, pero que lo hagan de
puntillas y con la máxima humildad. Este año, 2005, hablan de África casi como
si fuesen sus salvadores. ¿No llevan hablando de África y su tragedia, durante
treinta o cuarenta años, voluntarios, médicos y enfermeras, sencillas religiosas,
modestos comités de solidaridad? Y sobre todo ¿no son los propios africanos y
africanas, el pueblo pobre organizado desde las iglesias o la sociedad civil,
quienes dan nombre, dignidad y existencia a Africa? Los grandes podrán dar
dólares a África —y ojalá lo hagan con eficacia. Pero, en el mundo occidental,
quien ha dado nombre, dignidad y existencia a África no son ellos. Son la buena
gente de siempre, que, estén lejos o estén cerca físicamente, se asocian a los
africanos y africanas, se dan las manos y el corazón para que salga fuera de sus
fronteras la verdad de su realidad, tanto sufriente como esperanzadora. Suerte
es para estos solidarios haberles conocido. Han servido en silencio. Y cuando
hablan, no es para hablar de ellos y sus grandezas, sino de sus hermanos y
hermanos africanas.
Singapur. Extrañará mezclar a Singapur con Londres y el G-8. Pero no están del
todo desconectados.
a) En Singapur se efectuó la elección de los juegos olímpicos del 2012. Y se
convirtió en un símbolo de la apoteosis del mundo de abundancia. Parece que éste
ya no sabe hacer nada sin pompa deslumbrante y faraonismo, aunque según los
casos se supere estética-mente el síndrome de Hollywood. En otras palabras,
Singapur no sólo ha costado una millonada, sino que es un símbolo de la
“civilización de la riqueza”, ante la que hay que rendirse y agradecer sus
beneficios.
b) A esto responderán que Singapur
—como los mundiales, y otros acontecimentos faraónicos, como bodas reales,
inauguraciones presiden-ciales...— genera empleo, pero siempre queda la pregunta
de por qué la humanidad no puede generar empleo en formas más austeras y
normales. Se dirá que ofrece un espectáculo relajante y un entretenimiento mere-cido,
y que les encanta a los pobres, pero queda la pregunta de por qué la humanidad
no inventa otras formas de entretenimiento y gozo más sencillas, más al alcance
de todos, que repro-duzcan menos la parábola del ricachón y el pobre Lázaro. Se
dirá que promueve la unidad de los pueblos, pero queda la pregunta de por qué
esa unidad gira alrededor de Londres, París, Madrid y Nueva York, y no alrededor
de Kabul, La Habana y Kinshasa.
c) Y los grandes de este mundo estaban ahí. Siempre en primera fila, siempre
protagonistas, siempre con aires de benefactores de la humanidad. ¿No será
posible volver al sentido común, a la austeridad, al gozo de ser familia humana,
sin dejarse deslumbrar por todo lo que sea poder?
d) En resumidas cuentas Singapur es una poderosa expresión —junto a otras—, de
la “civilización de la riqueza”. Para proclamar sus bondades a Occidente quizás
le gustaría más que se hablara de la “civilización de la democracia”. En otros
ámbitos, como el eclesial y religioso, se suele hablar de la “civilización del
amor”. Ellacuría, analítico y utópico a la vez, hablaba de la “civilización de
la pobreza”. Con ello no quería repartir pobreza obviamente, sino denunciar a
una civilización de la riqueza que no ha generado bienes suficientes para las
mayorías y que no ha civilizado. Y no veía otra forma de hacer real
históricamente la “civilización del amor”.
El Divino Salvador. El 6 de agosto celebraremos la fiesta del Divino Salvador,
modesta, popular, sin grandes pretensiones. No se compara en nada a lo que hemos
dicho hasta ahora. Y sin embargo puede traer cosas muy buenas a nuestro mundo si
recordamos que el Divino Salvador no es otro que Jesús de Nazaret.
En medio de Singapur, Londres y G-8, nos propondría la humanización como tarea
primaria, y nos exigiría que pongamos a los pobres del mundo en el centro de la
sociedad. Bueno es que estos pobres lleguen algún día —Dios sabe cuándo— a ser
“ciudadanos” de democracias, pero más urgente es ponerlos en el centro. Y quizás
nos diría Jesús de Nazaret que Ellacuría tenía razón, que hay que trabajar por
una “civilización de la pobreza”.
“La civilización de la pobreza rechaza la acumulación del capital como el motor
de la historia y la posesión-disfrute de la riqueza como principio de
humanización, y hace de la satisfacción universal de las necesidades básicas el
principio del desarrollo y del acrecentamiento de la solidaridad compartida el
fundamento de la humanización”.
“Esa civilización de la pobreza es la que realmente da espacio al espíritu, que
ya no se verá ahogado por el ansia de tener más que el otro, por el ansia
concupiscente de tener toda suerte de superfluidades, cuando a la mayor parte de
la humanidad le falta lo necesario. Podrá entonces florecer el espíritu, la
inmensa riqueza espiritual y humana de los pobres y los pueblos del tercer mundo,
hoy ahogada por la miseria y por la imposición de modelos culturales más
desarrollados en algunos aspectos, pero no por eso más plenamente humanos”.
Sirvan estas reflexiones idealistas y utópicas para recordar al Divino Salvador.
Jon Sobrino, 12 de julio de 2005.
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