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Su producción y publicación está a cargo del Centro de Información, Documentación y Apoyo a la Investigación (CIDAI) de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” de El Salvador. Por favor, asegúrese de mencionar Proceso al utilizar porciones de esta publicación en sus trabajos.
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Año 25
número 1156
Agosto 10, 2005
ISSN 0259-9864
Editorial: Implicaciones inciertas del CAFTA
Política: La ANEP y el PNUD frente a la gobernabilidad democrática
Economía: ¡Aprobado!
Sociedad: Violencia, nueva disputa entre poderes, relevo en Irak y triunfo del libre comercio
Regional: Triunfalismo por el CAFTA
Derechos Humanos: Reconciliación y democracia
Implicaciones inciertas del CAFTA
CLas recién finalizadas vacaciones de agosto se iniciaron con un hecho importante: la ratificación, por parte del Congreso norteamericano, de un Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y Centroamérica (CAFTA, por sus siglas en inglés). En lo que se refiere a El Salvador, en las semanas anteriores, los grandes medios de comunicación hicieron eco de la propaganda gubernamental en torno a los enormes beneficios que irremediablemente arrojaría al país la suscripción de un TLC con Estados Unidos.
Tal iniciativa fue vendida como lo mejor que podía sucederle a El Salvador no
sólo en materia económica, sino social, pues los beneficios que se obtendrían
transformarían la vida misma de los salvadoreños. Tanto era el compromiso de las
principales figuras del gobierno salvadoreño —el presidente Saca a la cabeza—
con la aprobación del CAFTA por el Congreso estadounidense, que no se
escatimaron esfuerzos en cabildear directamente en las altas esferas de poder de
Estados Unidos en el afán de ver cumplido su sueño. Oponerse a ese sueño fue
considerado una traición al país. Quienes ponían reparos al CAFTA no eran sino
los malos hijos de El Salvador, los enemigos del bienestar y el progreso
nacionales.
Fue así como se encaró, desde los círculos de gobierno, y con el amparo de las
grandes empresas mediáticas, el tema del TLC con Estados Unidos. Las voces
críticas fueron acalladas por el ensordecedor ruido de la algarabía y la
celebración anticipada de unos éxitos que, tras la aprobación del CAFTA, se
anunciaban como algo que estaba a la vuelta de la esquina. Desde la oposición
política, concretamente desde el FMLN, fue poco lo que se hizo y poco lo que se
denunció a propósito de la inminente aprobación del CAFTA; sus conflictos
internos merecieron más atención que la aprobación de un tratado de libre
comercio que vincula al país con la nación más poderosa del planeta. La sociedad,
como en otras oportunidades en las que se han tomado decisiones que afectarán la
vida de la mayoría de sus miembros, no tuvo ni voz ni voto en lo que el cuarto
gobierno de ARENA fraguó a sus espaldas. Por supuesto que, como en otras
ocasiones, hubo actores sociales que sí fueron tomados en cuenta: los grandes
empresarios vinculados al sector terciarizado de la economía, a quienes de
ninguna manera se pretende perjudicar con la suscripción del CAFTA.
Como estaban las cosas, de la decisión del Congreso estadounidense dependían —según
la propaganda gubernamental— el éxito y el bienestar futuros de El Salvador. Por
eso, los días previos a la votación definitiva estuvieron llenos de tensión y
nerviosismo. Es cierto que el “buen amigo” George W. Bush había prometido hacer
todo lo que estuviera a su alcance para conseguir la aprobación del TLC por el
Congreso, pero no todo dependía de él. Así que había buenas razones para la
tensión y el nerviosismo de Saca y su equipo de gobierno.
De todos modos, a partir del jueves 26 de julio ya no había motivos para estarlo,
pues en la mañana de ese día los salvadoreños se encontraron con la noticia de
que el Congreso estadounidense había aprobado el CAFTA. Como lo que se había
vendido a la opinión pública era la tesis de la felicidad inmediata tras la
ratificación del tratado comercial, lo lógico era esperar que quienes habían
defendido esa tesis se mostraran su alegría sin ningún tipo de reparos. Sin
embargo, no fue así. Un día después de su aprobación, el tono de sus apologistas
ya no fue tan exaltado y triunfalista. El ejemplo más elocuente de este giro
hacia la prudencia lo dio el presidente Saca. “El CAFTA —sostuvo— no es un
cheque en blanco, ni significa que hemos solucionado todos nuestros problemas”.
Entonces ¿en qué quedamos? ¿No había dicho antes que el CAFTA era la solución
para todos los problemas del país? ¿No había dicho que El Salvador estaba listo
para obtener los mejores beneficios del mismo? ¿No había dicho que con su
aprobación por el Congreso estadounidense todo marcharía viento en popa para los
salvadoreños?
Sin duda, la prudencia del presidente Saca llega tarde, porque de aquí en
adelante mucho de lo que le suceda a la economía nacional escapará del control
del gobierno y de los grupos empresariales más influyentes. La prudencia debió
ser la regla de oro tanto en las fases de negociación del tratado como en las
etapas finales de su aprobación. También la prudencia debió acompañar las
declaraciones de los funcionarios de gobierno cuando se referían al CAFTA y sus
implicaciones. De esa forma, las expectativas de los ciudadanos —especialmente
de aquellos que seguramente no van a obtener ningún beneficio del tratado—
serían más realistas, lo mismo que las expectativas de quienes, en el gobierno,
tienen el propósito de ayudar a que la vida de los salvadoreños mejore.
Como quiera que sea, el CAFTA ha sido ratificado por el Congreso estadounidense.
Ese era el eslabón que faltaba por completar para que el libre comercio
vinculara indefectiblemente a Centroamérica con Estados Unidos. Los análisis más
reflexivos y críticos no vaticinan nada bueno para la mayoría de la población
centroamericana, aunque sí dejan entrever que, en procesos de esta naturaleza,
siempre hay ganadores: los grupos empresariales que tienen sus nichos en el
comercio y las inversiones. No faltan tampoco los enfoques optimistas,
elaborados no pocas veces por estudiosos adscritos a fundaciones empresariales.
Pero lo que estos estudios ofrecen cae, al igual que en los análisis críticos,
en el terreno de lo que “podría” suceder si tales o cuales variables se
comportaran de tal o cual forma.
Porque, en definitiva, las implicaciones del CAFTA son inciertas. Prácticamente,
nadie puede decir con seguridad qué es lo que sobrevendrá una vez que el mismo
cobre una vigencia plena. Con todo, lo más preocupante es que, de ser sus
implicaciones perniciosas para el país, su reversión será difícil y costosa.
La ANEP y el PNUD frente a la gobernabilidad democrática
La preocupación por la gobernabilidad democrática en El Salvador se refleja en varios estudios en que se ha mencionado el tema. Estos estudios no tienen siempre la misma finalidad ni mucho menos el mismo rigor científico. Sin embargo, comparten la misma preocupación por que El Salvador sea un país que avance en gobernabilidad democrática. Para entender los puntos de vista más representativos sobre el tema basta con revisar dos documentos, el capítulo noveno del Informe sobre Desarrollo Humano en El Salvador del PNUD, del 2003, en que se analiza el tema de la gobernabilidad y un documento de los empresarios publicado con motivo de la celebración del cuarto encuentro de la ANEP. Uno y otro texto representan los sentimientos que atraviesan a los distintos sectores políticos, sociales, económicos e intelectuales sobre el tema de la gobernabilidad.
¡Aprobado!
El miércoles 27 de julio se aprobó el CAFTA en el Congreso de los Estados Unidos. Después de arduas negociaciones y cabildeos entre los congresistas republicanos y demócratas, la balanza se inclinó a favor de la fracción que apoyó los intereses del presidente George Bush. En la votación final también estuvieron presentes funcionarios de los países centroamericanos. Poco antes de la votación, los funcionarios fueron presa del nerviosismo pues se vislumbraba que la votación sería bastante reñida. Al cierre de la jornada, los resultados fueron de 217 votos a favor y 215 en contra. Con este resultado culminan tres años de negociaciones comerciales entre los EEUU y Centroamérica para permitir la libre circulación de mercancías.
Violencia, nueva disputa entre poderes, relevo en Irak y triunfo del libre comercio
Los salvadoreños cerraron el mes de julio e iniciaron agosto mientras en la opinión pública se manejaba una serie de asuntos de interés nacional, entre los que destacan la ratificación del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos y un nuevo repunte de muertes violentas ocurridas durante el periodo vacacional. A ello se suma una nueva edición de disputas entre el gobierno central y los gobiernos locales por la intromisión de poderes y el relevo de tropas salvadoreñas en Medio Oriente.
Mientras los capitalinos se preparaban para las festividades agostinas y el
Ejecutivo salvadoreño celebraba la ratificación del TLC con Estados Unidos por
parte del Legislativo de ese país. Simultáneamente, trascendía en la prensa, el
gremio nacional de alcaldes se retiraba de la Comisión Nacional de Desarrollo
Local (CONADEL) debido a una mala jugada del Ejecutivo que les impedía utilizar
el presupuesto asignado por el Fondo de Desarrollo Económico y Social (FODES)
como garantía de crédito con la banca. Los alcaldes denunciaron que se trataba
de una argucia malintencionada por parte del gobierno de ARENA en vista de la
proximidad de los comicios legislativos y municipales.
Triunfalismo por el CAFTA
La ratificación del Tratado de Libre Comercio entre EEUU, Centroamérica y la República Dominicana por parte del Congreso estadounidense es la noticia regional más relevante de los últimos días. Al final, el estrecho margen con el que se obtuvo la ratificación, significó el éxito del cabildeo de los gobiernos participantes en el convenio y del último empujón que el presidente estadounidense George W. Bush le dio a la causa del CAFTA en la OEA.
Reconciliación y democracia
Después del fin del conflicto interno que padeció El Salvador, sobre todo durante la década de los ochenta, han transcurrido más de trece años. En ese período se logró instaurar formalmente un régimen democrático, por primera vez en la historia política nacional. Desde entonces, se han elegido tres presidentes y cuatro legislaturas; además, se crearon nuevas instituciones como la Policía Nacional Civil, la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos y el Tribunal Supremo Electoral. Asimismo, cesaron las desa-pariciones forzadas, las torturas y las ejecuciones arbitrarias por razones políticas. Eso ha sido determinante para que el país figure internacionalmente como un “modelo”, del cual la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se siente orgullosa y lo promueve como ejemplo a seguir.
Nadie debería dudar de las bondades del cese del enfrentamiento armado y de
haber superado en buena medida la preeminencia militar. Pero la realidad actual
supera el optimismo, porque en esta nueva etapa de la sociedad salvadoreña
muchas aspiraciones legítimas contenidas en los acuerdos de paz han quedado
relegadas u ocultas, de tal manera que existe un desencanto bastante amplio en
los procesos políticos, sociales y económicos. Criticar lo que está ocurriendo
en la actualidad no significa cuestionar lo avanzado; por el contrario, se trata
de reflexionar desde las raíces de los problemas que afectan a las mayorías,
para evitar más regresiones y aportar al robustecimiento de la convivencia
social.
Ejemplos de los males sobran y desde este espacio se han señalado
constan-temente. Uno de los cuestionamientos principales: cuando más libertad
política parece existir, comparando esta situación con la del pasado, mayor es
el incremento de la desigualdad social. Eso lo revela, año con año, el Programa
de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en sus informes sobre desarrollo
humano. No se puede obviar la evidente debilidad e ineficacia de las
instituciones garantes de los derechos humanos y de la justicia, que ha socavado
la credibilidad ciudadana en el sistema. El incremento incontenible de la
violencia es expresión y consecuencia de problemas pasados y presentes que no se
han enfrentado con responsabilidad. Eso y más se resume en pocas palabras: en el
país no hay conciliación política, económica, y social.
Este punto obliga a volver la vista atrás y observar, detenidamente, cómo se ha
transitado de la guerra a la pos guerra, qué se hizo bien y qué faltó por hacer
para que la verdadera paz aún se encuentre tan lejos.
La democracia ha sido señalada como el sistema en el que se racionaliza el
conflicto social; para ser exitosa debe ser inclusiva y transparente, además de
contar con bases sólidas que permitan, precisamente, gestionar justa y
racionalmente los conflictos así como velar por la vigencia irrestricta de los
derechos humanos. Desde esa perspectiva, hay serias objeciones en el país: no
existe ni diálogo ni respeto entre empresarios y trabajadores, a las víctimas
del régimen anterior no se les ha reparado el daño causado y no se ha querido
asimilar la verdad sobre los graves hechos del pasado a través de la justicia.
Sólo desde la política, los actores de izquierda y derecha lograron establecer
las reglas para competir por el poder.
Aunque en los acuerdos de paz firmados por el —ahora y aún— principal partido de
oposición (FMLN) y el gobierno de Alfredo Cristiani se diseñó una estrategia
para abordar las graves violaciones de derechos humanos, concretada en la
Comisión de la Verdad, no se logró reducir la impunidad. En buena medida, no se
obtuvieron los resultados esperados porque los bandos firmantes tuvieron
responsabilidad directa con aquéllas. Esta limitación impactó negativamente al
nuevo régimen, pues no se puede hablar de un real Estado de Derecho sin contar
con un sistema de justicia imparcial e independiente que cumpla su papel y
brinde una contribución vital a la reparación del tejido social. Así pues,
efectivamente existe relación directa del pasado autoritario con el presente de
transición y un pretendido futuro democrático a cabalidad.
Esta preocupación es parte de la agenda de instituciones que promueven
internacionalmente los derechos humanos y la consolidación de la democracia en
la región, así como de organismos regionales del sistema interamericano y más.
Por eso el IIDHUCA, el Instituto Interamericano de Derechos Humanos (IIDH) y el
Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA)
presentaron -el pasado miércoles 10 de agosto- la publicación denominada
“Verdad, justicia y reparación. Desafíos para la democracia y la convivencia
social”. Uno de los propósitos de la misma es impulsar el debate sobre la
relación entre el cumplimiento de las recomendaciones emitidas por cinco
comisiones de la verdad en América Latina y la democratización sostenible en la
región. De igual forma, se pretende sensibilizar a la comunidad internacional
sobre el impacto y durabilidad de los programas de asistencia a víctimas en los
procesos de transición.
En el intento por apoyar la construcción de la democracia y su consolidación,
como escenario propicio para garantizar el respeto de los derechos humanos, se
impulsa esta reflexión amplia sobre la brecha existente entre las experiencias
de Chile, Argentina, Perú, Guatemala y El Salvador. La propuesta deja al
descubierto estos casos, entre los cuales destaca el salvadoreño por sus grandes
deudas en lo relativo al conocimiento de la verdad, el acceso a la justicia y la
convivencia social pacifica. El estudio, además, aporta análisis conclusiones
importantes sobre la relación entre democracias estables y procesos de (re)
conciliación pos conflicto o pos dictadura.
Es importante que víctimas, actores políticos, personas e instituciones
comprometidas con la defensa de los derechos humanos, entidades educativas e
iglesias, entre otros, tengan acceso a la investigación para que contribuyan con
mayores elementos a la discusión transparente y sana sobre el tratamiento de la
verdad y la justicia relacionada con hechos pasados.
Al evento asistieron organizaciones de la sociedad civil, funcionarios públicos,
víctimas y estudiantes universitarios. El libro fue comentado por Victoria
Marina de Avilés y David Morales, quienes motivaron al auditorio a socializar y
debatir el tema en sus propios espacios de acción. La discusión pudo ser
enriquecida por representantes de partidos políticos y de gobierno, a quienes se
les invitó a comentar el libro; sin embargo, prefirieron “escabullir el bulto. O
son incapaces de ventilar sanamente la superación de la impunidad, buscándole
soluciones profundas, o adrede no quieren levantarle el perfil al asunto.
Esta publicación sustenta la posición del IDHUCA, en el sentido de contribuir a
darle a las víctimas y sus familiares la dignidad que se merecen. Por esta
razón, desde junio del corriente año el Instituto se encuentra recopilando
testimonios de personas que sufrieron violaciones a sus derechos humanos durante
la dolorosa y prolongada época de violencia política y conflicto armado, en el
marco de la campaña “Por la verdad y la justicia” cuya segunda etapa se
impulsará en Tecoluca, San Vicente.
La riqueza de unir esfuerzos académicos —como la publicación aludida— con
acciones concretas con la población más sufrida, radica en la posibilidad de
abrir caminos para transformar la realidad de fondo. Estos esfuerzos sólo tienen
sentido desde la posición e impulso que le dan las víctimas, portadoras de una
semilla de esperanza: aquella que permitirá pasar de esta democracia formal a la
real que aún se le adeuda al pueblo salvadoreño.
CAFTA-RD: Desafíos y oportunidades para América Central
A continuación, presentamos un fragmento del primer
capítulo del documento CAFTA-RD: Desafíos y oportunidades para América Central,
elaborado por el Departamento para América Central del Banco Mundial y publicado
el 28 de junio de 2005.
CAFTA-RD: Desafíos y oportunidades para América Central
1. Introducción
La ratificación y entrada en vigencia del acuerdo de libre comercio negociado
por Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y la República
Dominicana (RD) con los Estados Unidos (CAFTA-RD), es un evento de trascendental
importancia para estos países, especialmente por el impacto que puede tener en
su futuro económico. La importancia radica no sólo en que los EE.UU. es el socio
comercial más importante de estas naciones, sino además en que el tratado tiene
el potencial de aumentar el comercio y la inversión en la región, lo que a su
vez es clave para elevar el crecimiento económico y mejorar el bienestar de la
población de Centroamérica y la RD, incluyendo aquellas familias que viven en la
pobreza.
Este informe brinda una evaluación preliminar del CAFTA-RD, con especial
atención a tres temas: (i) los beneficios comerciales y no comerciales esperados
en Centroamérica, (ii) las acciones que los países de la región necesitan
adoptar para aprovechar las nuevas oportunidades que abre el tratado, y (iii) la
identificación de los grupos de la población que requieren asistencia para
adaptarse a un ambiente de mayor competencia.
La experiencia anterior demuestra que la predicción de los efectos de cualquier
acuerdo de libre comercio no es una tarea fácil. Por este motivo el informe se
basa en diferentes enfoques y metodologías para llegar a la conclusión que es
muy posible que el CAFTA-RD mejore los niveles de crecimiento de los países
participantes de Centroamérica y la RD, debido a los efectos positivos que debe
generar en materia de expansión de comercio y de inversión.
Los mayores niveles de comercio esperados se deben a la eliminación de
prácticamente todas las barreras comerciales entre las partes, consolidando (y
expandiendo en algunos casos) el acceso preferencial al mercado de EE.UU. del
que los países centroamericanos han gozado, a través de la Iniciativa para la
Cuenca del Caribe (CBI, por sus siglas en inglés).
También se espera que el CAFTA-RD promueva la integración regional (e incremente
los niveles de comercio) entre las naciones centroamericanas y con la República
Dominicana. La ratificación del tratado debería aumentar los niveles de
inversión (extranjera y nacional), al mejorar la certeza de acceso de estos
países a los mercados de los EE.UU., asegurar las reformas económicas de años
recientes y promover reformas adicionales.
Los inversionistas deberían responder de forma positiva a la modernización de
regulaciones clave en áreas tales como servicios, compras guberna-mentales y
derechos de propiedad intelectual, así como a los compromisos que obligan a
aumentar la transparencia en el manejo de las regulaciones. La credibilidad del
marco normativo deberá mejorar gracias a los compromisos incluidos en el CAFTA-RD.
A su vez, el análisis acerca de los beneficios del comercio sugiere que, como se
ha encontrado en otros acuerdos comerciales, estos beneficios dependerán de la
capacidad de las economías centro-americanas de facilitar con éxito los cambios
que dichos acuerdos desencadenarán y de afrontar con éxito la reestructuración
de la economía.
Por lo tanto, la magnitud de los beneficios del CAFTA-RD dependerá críticamente
de la capacidad de las economías centroamericanas de poner en marcha una agenda
de políticas comple-mentarias, ya que estos beneficios pueden ser mucho mayores
si la implementación del acuerdo es acompañada de esfuerzos paralelos en áreas
como la facilitación del comercio (por ejemplo: puertos, carreteras, aduanas),
el fortalecimiento institucional y del marco regulatorio, y las políticas de
innovación y educación.
El análisis demuestra que la mayor parte de la población de Centroamérica
mejorará su bienestar, incluso en el corto plazo, a raíz de la implementación
del CAFTA-RD. A su vez, la eliminación de las barreras comerciales en productos
agrícolas sensibles podría afectar de forma adversa a una minoría de la
población.
2. ¿Es el CAFTA-RD el final del camino? Comercio y desarrollo en
Centroamérica desde 1990
Los países centroamericanos han venido implementando una amplia gama de reformas
comerciales unilaterales y regionales desde finales de los años ochenta. Se han
rebajado los impuestos al comercio y la mayoría de las barreras no tarifarias
han sido eliminadas.
Los acuerdos regionales se han revitalizado y los países han buscado la
expansión de mercados para sus productos mediante negociaciones de acuerdos
bilaterales de libre comercio. Las preferencias de la CBI, otorgadas por los
EE.UU., también han abierto oportunidades importantes, especialmente en el
desarrollo de la industria de maquila.
Sin embargo, estos importantes avances en la política comercial han traído
consigo resultados económicos mixtos. Por un lado, los volúmenes de exportación
han aumentado y se ha dado un cierto grado de diversificación, como demuestra la
aparición de nuevos productos de exportación (tales como el gran crecimiento de
exportaciones de textiles en la mayoría de los países, y de productos de alta
tecnología en Costa Rica).
Estos desarrollos son positivos, porque, entre otras consideraciones, los
sectores de exportación están asociados a mejores salarios y mejores condiciones
laborales, en comparación con otras áreas de la economía.
¿A qué se deben estos resultados mixtos? Como se mencionó anteriormente, la
política comercial no es el único determinante de los resultados en materia de
flujos de comercio o del crecimiento económico; persisten obstáculos importantes
que limitan el crecimiento de las exportaciones y la diversificación comercial
en las naciones centroamericanas, incluyendo una infraestructura deficiente,
deficiencias en la preparación de la fuerza de trabajo, inflexibilidades de la
normatividad en ciertos sectores, barreras comerciales en algunos mercados,
deficiencias en algunos temas de gobernabilidad (v.gr., corrupción,
ineficiencias en aduanas), e insuficiencias en las áreas macro-fiscales y de
mercados financieros.
No cabe duda que el CAFTA-RD es una oportunidad positiva que llega después de
más de década y media de aplicación de reformas económicas en Centroamérica,
particularmente en el área de comercio. Este tratado ofrece una oportunidad
crítica para potenciar procesos de crecimiento económico jalonados por el
comercio.
Pero no debe considerarse una solución mágica a los problemas económicos de la
región: en su aspecto positivo, tiene el potencial de convertirse en una
herramienta más útil que la combinación de políticas que se ha visto hasta ahora—
eliminación unilateral de barreras y preferencias comerciales en los EEUU— ya
que garantiza un acceso a largo plazo a los mercados del socio comercial más
grande, además de consolidar las reformas de años recientes, incrementando su
credibilidad y atrayendo inversiones.
Sin embargo, no se puede esperar que el CAFTA-RD por sí solo desencadene niveles
radicalmente más altos de comercio y crecimiento, por las mismas razones que las
políticas comerciales desde principios de los años noventa obtuvieron resultados
limitados. Los países tendrán que acompañar la implementación del CAFTA-RD con
una agenda complementaria de políticas e inversiones para responder a las
restricciones y cuellos de botella más apremiantes, y poder así gozar de mejores
resultados sociales y económicos con esta iniciativa.
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