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El informativo semanal Proceso sintetiza y selecciona los principales hechos que semanalmente se producen en El Salvador. Asimismo, recoge aquellos hechos de carácter internacional que resultan más significativos para nuestra realidad. El objetivo de Proceso es describir las coyunturas del país y apuntar posibles direcciones para su interpretación.
Su producción y publicación está a cargo del Centro de Información, Documentación y Apoyo a la Investigación (CIDAI) de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” de El Salvador. Por favor, asegúrese de mencionar Proceso al utilizar porciones de esta publicación en sus trabajos.
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Año 25
número 1156
Agosto 17, 2005
ISSN 0259-9864
Editorial: Una solución peligrosa
Política: Consideraciones políticas en torno al CAFTA
Economía: El anteproyecto de Ley de Protección al Consumidor
Sociedad: Más desatinos
Derechos Humanos: La defensa del débil consumidor
Comentario: La fiesta del Divino Salvador, La religiosidad del monte, y la religiosidad del valle
Una solución peligrosa
En estos días, en la prensa escrita, un anónimo reclama poner paro de inmediato a los delincuentes. El reclamo está justificado, pero, a primera vista, no está claro a quién se dirige, ni cómo exige que se ponga paro. Dados los antecedentes históricos y el anonimato, el reclamo proviene con toda seguridad de círculos de la derecha, vinculados al gobierno de ARENA, y su propósito es crear ambiente para una limpieza general de aquellos que sean considerados delincuentes. Es curioso, sin embargo, que ese mismo día, la prensa publique notas que contribuyen a explicar por qué la delincuencia se le ha salido de las manos al gobierno. Por lo tanto, lo correcto sería emplazar a las autoridades gubernamentales, por poner la seguridad ciudadana en manos de un cuerpo policial mal formado, no pocas veces delincuente y siempre autoritario.
Una fuente no identificada, y con toda probabilidad de la institución policial,
filtró a la prensa que la dirección de la Academia Nacional de Seguridad Pública
admite a aspirantes que no han aprobado los exámenes de admisión. Las
aclaraciones contradictorias e incluso absurdas de los funcionarios responsables
de la seguridad ciudadana contribuyen a explicar por qué la policía no ha podido
controlar la expansión del delito. El presidente Saca ha pedido la investigación
profunda de rigor, en estos casos. Pero su Ministro de Gobernación ya exoneró de
cualquier responsabilidad a los directores de la Academia Nacional. Así, pues,
la investigación de la que habla con ingenuidad el embajador estadounidense no
se llevará a cabo —y si se lleva a cabo, lo más probable es que no tenga
consecuencias. Al embajador todavía no le han explicado que en El Salvador no se
investigan estas irregularidades, el delito tampoco, y cuando se investigan es,
por lo general, por razones políticas.
El Viceministro de Seguridad, al igual que su jefe, también parece tener las
cosas claras. Los exámenes de admisión son “pruebas de paso”, es decir, el
aspirante que no los aprueba, ingresa a la Academia Nacional de todos modos. A
lo largo de su formación, supuestamente, según este funcionario, supera sus
deficiencias iniciales. Cabe preguntarse, por tanto, ¿para qué molestarse
entonces con exámenes de admisión, si de todas formas serán admitidos? Según el
presupuesto del Viceministro, todos los candidatos son buenos, aun cuando
carezcan de estabilidad psicológica, sean inmaduros, o no tengan el nivel mínimo
de educación. Otra justificación del Viceministro es que los admitidos y
promocionados irregularmente son excelentes en el combate del delito. Por
consiguiente, como los resultados son buenos, la formación recibida es
irrelevante. Llevando a sus últimas conclusiones esta curiosa lógica, la
formación estaría de más y habría que quedarse sólo con los resultados. Para las
autoridades de seguridad, la reprobación, la violación de los reglamentos de la
institución —y también de la ley— y la promoción irregular son irrelevantes,
casos aislados y de poca monta. Si este es el criterio de la Academia Nacional,
¿por qué no aplicarlo a otros sectores, por ejemplo, al de los abogados, por
cuyos títulos irregulares se hace tanta alharaca? Si los resultados son
satisfactorios, ¿con qué solvencia se impugnan sus títulos o la forma cómo los
obtuvieron?
Las anomalías en la admisión no son más que el comienzo de una serie de
irregularidades de la Academia Nacional de Seguridad Pública. Durante varios
años, ésta funcionó sin consejo académico y su dirección asumió funciones que,
por ley, no le competían. La dirección de la institución determina de forma
arbitraria quién se gradúa con independencia del rendimiento académico, lo cual
arroja serias dudas sobre la calidad de la formación que ahí se imparte. Hay
indicios fundados de irregularidades en las licitaciones, pero este es un vicio
común en el sector público. Estos hechos y la forma como las autoridades los
encaran llevan a pensar que la formación y la idoneidad son poco relevantes, si
el futuro agente cuenta con los padrinos adecuados. Entonces, tampoco hay que
extrañarse de que a la policía se le haya ido de las manos el control del delito.
La institución gubernamental más disconforme con estos hechos es la misma
Policía Nacional Civil, la cual experimenta las consecuencias, pues una vez
promocionados, ella no puede hacer más que admitir y dar de alta a los nuevos
agentes. Es más, a la policía no le extrañan estas anomalías —por lo tanto, las
señaladas no deben ser las únicas y tal vez tampoco las peores— y asegura que,
en varias ocasiones, ha pedido a la dirección de la Academia Nacional mejorar la
formación de los nuevos policías, pero sin éxito.
La creación de una unidad policial especializada en homicidios no garantiza que
éstos vayan a disminuir, tal como ahora prometen las autoridades de gobernación
y de policía. La razón es sencilla, no están preparadas para enfrentar con éxito
este enorme desafío. Es muy dudoso, por otro lado, que tengan voluntad de
reducirlo a niveles “normales”. De haberla, no habrían reaccionado tal como lo
han hecho ante los señalamientos de las irregularidades de la Academia Nacional
de Seguridad Pública, donde se forman los agentes e investigadores policiales.
Tampoco cuentan con la colaboración de la Fiscalía General, a cuyo titular el
gobierno de ARENA pretende reelegir, a pesar de su pobre desempeño, medido en
términos de resultados, uno de los criterios del Viceministro de Seguridad. La
misma arbitrariedad con la que se dirige la Academia Nacional se encuentra en la
Fiscalía General, sus investigaciones obedecen a intereses eminentemente
políticos; cuando investiga, porque las denuncias se amontonan en sus anaqueles,
por desidia e incapacidad. El criterio con el cual el poder ejecutivo evalúa el
desempeño de ambas direcciones es su docilidad a él y a los intereses fácticos,
es decir, a los pocos grandes capitales. Desde esta perspectiva, el desempeño de
ambas instituciones es “positivo”, e incluso indispensable. De lo contrario, no
se explica la indiferencia con la que procede el gobierno de ARENA, en estos
ámbitos críticos de la realidad nacional.
Las autoridades de gobernación y seguridad aún insisten, pese a no haber
investigación alguna que las respalde, en que los homicidios son protagonizados
por pandilleros y sus víctimas también serían pandilleros. Sin embargo, esta
absurda explicación podría tener sentido si se tratara de una amplia operación
de limpieza de pandilleros. Ante la imposibilidad de controlarlos, de alguna
manera, en alguna instancia con suficiente poder, se habría decidido adoptar una
solución “definitiva”, es decir, eliminarlos, al viejo estilo de los escuadrones
de la muerte. Ya hubo antecedentes en San Miguel, después de los acuerdos de
paz. Aun cuando esta medida contraria al derecho, está en consonancia con la
ideología de ARENA, que tiende al autoritarismo y a la represión. En este
contexto, tendría sentido la petición que difunde la prensa escrita de poner
paro inmediato a los delincuentes. El método seleccionado sería el asesinato.
Por cierto, el anónimo utiliza el mismo diseño y los mismos colores que la
publicidad gubernamental sobre los delincuentes capturados. Tal vez no sea más
que una coincidencia. La explicación oficial también adquiere sentido. Las
víctimas, en efecto, serían pandilleros, aunque no todos, ni siquiera la
mayoría, porque hay bastante homicidio común, y los asesinos también serían
pandilleros, pero no pertenecerían a la misma clase pandillas que sus víctimas,
sino a las dedicadas a la limpieza social
Consideraciones políticas en torno al CAFTA
La aprobación por parte del congreso de los Estados Unidos del tratado de libre comercio con Centroamérica y República Dominicana (conocido como CAFTA) ha puesto fin a una serie de especulaciones sobre el tema. El suspenso duró muy poco. Quienes como el diputado del FMLN, Salvador Arias, que esperaban, ingenuamente, que George W. Bush no lograra convencer a los congresistas estadounidenses, tuvieron que digerir en silencio el sabor amargo de otra derrota. No fueron escuchados en su propio país por la fuerza aplanadora de la derecha que aprobó sin discusión el tratado, ni pudieron ganar la batalla en el Congreso de los Estados Unidos.
El anteproyecto de Ley de Protección al Consumidor
En las últimas semanas, la posible aprobación de la Ley de Protección al Consumidor ha sido una de las noticias más importantes de la política nacional. A mediados del mes de julio, los diferentes partidos políticos, a excepción de ARENA, mostraron su disposición de someter a votación el anteproyecto de ley en la Asamblea Legislativa. Posteriormente, debido a la indiferencia mostrada por el partido oficial, el anteproyecto fue enviado al Ejecutivo. Para los primeros días de agosto, el anteproyecto regresó al pleno legislativo para su aprobación. Esta vez el documento contenía cambios que para el partido oficial no son sustanciales, mientras que para la oposición alteran considerablemente el contenido de la ley.
Más desatinos
El alza de los precios del petróleo en el mercado internacional alcanzó la semana pasada unos niveles sumamente altos, lo cual indica que la crisis energética está lejos de solucionarse. El combustible se elevó de cuarenta a sesenta y seis dólares por barril. Según la ministra de Economía, Yolanda de Gavidia, el precio del barril de gasolina podría subir hasta alcanzar entre ochenta y cien dólares.
La defensa del débil consumidor
La protección de los derechos humanos ha sido enriquecida gracias a los esfuerzos de víctimas y defensores de esta causa. Los importantes logros en este ámbito han contribuido a reducir o erradicar desequilibrios propios de realidades como la salvadoreña, o al menos generar la discusión sobre los mismos; ejemplo de esto son, entre otros, la superación de las graves violaciones de derechos civiles y políticos, o al derecho internacional humanitario, así como los avances en lo relativo a la especial protección que debe brindarse a la niñez y la reivindicación de la dignidad de las mujeres. En ese marco, los derechos económicos, sociales y culturales (DESC) —reconocidos normativamente como tales, dentro y fuera del país— también son objeto de discusión en aras de su realización concreta.
Ciertos sectores han sostenido que no son justiciables; otros, que los gobiernos
deben garantizar su vigencia dependiendo de su arbitrio o de sus posibilidades.
Ambas posiciones son incorrectas, pues existen innumerables sentencias
judiciales al respecto —fuera del país, sobre todo— y su cumplimiento por parte
del Estado es obligatorio. Cabe decir que en esta categoría se ubican los
derechos de las personas consumidoras, quienes merecen una protección especial
frente a posibles arbitrariedades de los proveedores, sean estos privados o
públicos.
Luego de finalizado el conflicto armado, se procedió a reformar el marco legal
salvadoreño para adecuarlo a la nueva realidad. En ese momento se incorporaron
los derechos del consumidor en la Constitución. Así, hoy, el artículo 101 de la
misma establece: “El Estado promoverá el desarrollo económico y social mediante
el incremento de la producción, la productividad y la racional utilización de
los recursos. Con igual finalidad, fomentará los diversos sectores de la
producción y defenderá el interés de los consumidores”. Este mandato fue
desarrollado en una ley especial, en 1993.
Con esa normativa se creó la Dirección de Protección al Consumidor (DPC) como
una dependencia del Ministerio de Economía. Desde entonces, se han evidenciado
múltiples atropellos, entre los cuales se pueden mencionar tres situaciones: los
bancos obligan a sus clientes a firmar contratos en los cuales las personas
renuncian a sus derechos o se colocan en estado de indefensión; en algunos
servicios básicos se registran cobros ilegales, sin que sean prestados en la
calidad y cantidad ofrecida; también, la publicidad se ha caracterizado por ser
engañosa y abusiva, sin que exista algún tipo de regulación.
La DPC no ha contado con la independencia suficiente para actuar a favor de
quienes se ven afectados. Las y los consumidores víctimas de abusos, han sufrido
la violación de su derecho al acceso a la justicia y al goce de una protección
efectiva; han sido sometidas a procesos burocráticos, ineficaces o parciales.
Precisamente por lo anterior, desde el año pasado —a iniciativa del Centro para
la Protección de Consumidor (CDC)— el Departamento de Ciencias Jurídicas de la
UCA, el IDHUCA, la Fundación de Estudios para la Aplicación del Derecho
(FESPAD), el Instituto de Estudios Jurídicos de El Salvador (IEJES) y el Centro
de Estudios e Investigaciones Jurídicas de El Salvador (CEIJES) impulsaron un
proceso de discusión y elaboración de una nueva legislación en la materia, para
corregir las debilidades señaladas. Esta propuesta fue presentada a otras
organizaciones sociales que trabajan en lo nacional y en lo local. Finalmente,
la misma se entregó a la Comisión de Economía de la Asamblea Legislativa para su
estudio.
Esta moción incorporaba mecanismos de protección y procedimientos más ágiles y
efectivos, garantizaba la autonomía de los funcionarios y ampliaba las
facultades del ente protector para vigilar el correcto cumplimiento de la ley y
establecer, así, las condiciones para mejorar el acceso a la justicia. El
gobierno de Elías Antonio Saca, por su parte, nombró a la comisionada
presidencial para el tema—Evelyn Jacir de Lovo— con el objeto de formular una
propuesta oficial; luego, la funcionaria presentó un anteproyecto a las y los
diputados.
Luego de varios meses de estudiar y discutir ambas iniciativas, los partidos
políticos integrantes del Parlamento nacional llegaron a un consenso y
decidieron emitir un dictamen favorable que nunca se firmó. Entonces, el partido
ARENA sacó provecho de la negligencia al requerir el documento para su revisión
en el Ejecutivo con el objeto, dijeron, de verificar que estuviera acorde al
texto constitucional.
Este hecho comprueba la forma en la que se vulneran o interrumpen los
procedimientos legislativos, por no existir una real independencia entre los
órganos estatales. La Constitución no establece que los anteproyectos de ley
deban ser revisados por la Presidencia de la república, antes de someterse a la
votación en el pleno legislativo. Al contrario, el procedimiento para la
creación de una ley es que, una vez aprobada la propuesta por la legislatura, se
envía al mandatario para que lo publique, vete u observe. Semejante intromisión
en el proceso legislativo, como la mencionada, es un atropello al Estado de
Derecho.
El resultado de la “revisión” del Ejecutivo se dio a conocer hace unos días. El
documento emitido por el despacho presidencial fue enviado al Congreso con
modificaciones de forma y fondo. Una de ellas era que la carga de la prueba
seguirá recayendo sobre las espaldas del consumidor. En la propuesta inicial,
ésta se invertía imponiéndosela al proveedor sobre la base de algo
incuestionable: el desequilibrio entre las partes. El Ejecutivo alegó que se
violaba la garantía constitucional de presunción de inocencia y sustituyó el
artículo de la propuesta condensada, dejándolo tal como hasta ahora ha
“funcionado”: inoperante. El argumento de la inconstitucionalidad es falso pues
en la misma legislación nacional existen ejemplos que lo objetan, como en lo
laboral; cuando ocurre un despido, la carga de la prueba es impuesta al patrono
sin importar que sea el trabajador quien demande.
Las interrogantes que surgen en el caso de las y los consumidores son claras:
¿Cómo probar un cobro ilegal frente a una compañía de telefonía? ¿Quién tiene la
información y los medios técnicos? Las respuestas son obvias. Otro ejemplo, está
relacionado con la publicidad abusiva; es decir, aquella que se realiza tomando
como base estereotipos que promuevan la discriminación o inciten a la violencia.
La mano revisora del Ejecutivo suprimió por completo esta prohibición.
Ciertamente, en muchos casos, son esas imágenes las que venden aunque el costo
sea mayor discriminación de la mujer, desprecio de los derechos de la niñez o
más estímulos para la violencia.
Con la propuesta inicial discutida en la citada Comisión de Economía se habían
logrado avances importantes en la protección de los derechos de las y los
consumidores, el fortalecimiento institucional y el acceso a la justicia. Pese a
la oposición clara del gobierno de Saca, otros partidos políticos en la Asamblea
y sobre todo las expresiones organizadas de la sociedad tuvieron los argumentos
y desplegaron las acciones necesarias para evitar la regresión. Así, según
parece, ARENA ha dado marcha atrás en su maniobra y se espera la pronta
aprobación de la propuesta condensada de ley sin cambios de fondo.
Esta batalla ha asido coherente con algo que Ignacio Ellacuría tenía muy claro
dieciséis años atrás, cuando afirmó lo siguiente: “Se propone enfocar el
problema general del derecho y en particular de los derechos humanos, (...)
desde la defensa del débil contra el fuerte”. Con esa inspiración y con este
logro, es tiempo propicio para que las víctimas, las organizaciones sociales que
las acompañan y la ciudadanía en general asuman el papel que les corresponde:
exigir el respeto de los derechos humanos, privilegiando la defensa de los
sectores más vulnerables.
La fiesta del Divino Salvador
La religiosidad del monte
y la religiosidad del valle
Han pasado las fiestas del Divino Salvador y es bueno hacer
algunas reflexiones sobre la fe, la Iglesia y la religiosidad.
1. La tensión entre dos religiosidades: el monte y el valle
En la fiesta del Divino Salvador se lee el texto de la transfiguración de Jesús.
Es un relato muy bien elaborado para mostrar la tensión por la que pasó Jesús,
simbolizada en lo que le ocurre en lo alto de un monte y lo que le ocurre en el
valle. Y es también la tensión por la que tiene que pasar la fe y la Iglesia. Y
según cómo se viva la tensión, así será el aporte a nuestro mundo.
La tensión se puede romper “quedándose en lo alto”. Es lo más fácil, y poco se
hace para remediarlo. Es el lugar de los milagros, donde los vestidos cambian de
color, los cielos se abren y se escuchan voces, y donde también hay apariciones
de santos. Esa religiosidad tiene gran atractivo, como lo confiesa Pedro: “Señor
quedémonos aquí”, pero tiene su peligrosidad, como lo insinúa el Evangelio:
“Pedro no sabía lo que decía”.
Pero se puede romper —lo más difícil-— bajando al valle, al mundo real. Allí
Jesús les dice la verdad, cosas muy buenas que suelen gustar a todos, como que
la muerte no acabará con él, sino que resucitará. Pero les dice, sobre todo, la
gran verdad de que hay que vivir y trabajar en el valle, en la historia, caminar
hacia Jerusalén, donde será crucificado y mostrará el mayor amor. Es la vida de
Jesús. La del cristiano es seguirle en el valle.
2. La religiosidad del monte es siempre una tentación, también hoy
Dice Casaldáliga en Concillium, fechado en junio de 2005: “De la misma fe
cristiana se está haciendo un recetario de milagros y prosperidades, refugio
espiritualista ante el mal y el sufrimiento y un substitutivo de la
corresponsabilidad, personal y comunitaria, en la transformación de la sociedad”.
La religiosidad puede caer, pues, en irracionalidad, infantilismo y alienación.
En el peor de los casos puede suceder lo que denunciaba Charles Péguy, el gran
católico francés de principios del siglo XX: “como no son de este mundo creen
que son del cielo”. Y para los quieren defenderse con palabras de Jesús, hay que
recordar que esa religiosidad no nos hace “como niños”, de los cuales sí dice
Jesús que es el reino de los cielos, sino “aniñados”, de quienes no dice nada
bienaventurado.
La impresión es que seguimos viviendo “en lo alto del monte”. En la bajada se
cantaba que “la virgen María vino volando en una nube desde Portugal”. Una
emisora católica recordaba el milagro de un 5 de agosto del año 385: en pleno
calor del verano nevó en Roma. Lo había predicho la Virgen en una aparición. En
el lugar en que nevó fue edificado un templo un siglo después. También se repite
—a veces se añade “según una piadosa tradición”— que en la catedral de Colonia,
donde el papa se encontrará con un millón de jóvenes, están los restos de los
reyes magos.
3. La religiosidad del valle.
Vivir en el valle es muy distinto. Ahí nos encontramos con cosas reales. Allí es
donde estuvo Jesús y allí nos reveló a Dios. En una palabra, el amor de Jesús a
los pobres en el valle, no el color de su vestido en el monte, es lo que hace
presente a Dios. La gente siempre vive en el valle. Estos días, en medio del
cotidiano trabajo agotador, de una vida ardua, de rebuscarse para vivir, que es
la suerte de la mayoría, en el valle han tenido descanso según sus posibilidades.
Pero en el valle nos hemos encontrado también con más de un centenar de muertes
durante las fiestas, la gran mayoría homicidios —y durante el año hay un
promedio de diez al día en El Salvador, seis en Honduras, diecisiete en
Guatemala. Las matanzas en Irak y el miedo de Occidente hace esclamar a Saramago
que hay que arreglar este mundo “antes de que nos volvamos todos locos”. Por
coincidencia, el 6 de agosto se cumplieron sesenta años de Hiroshima y Nagasaki,
donde murieron alrededor de 380.000 personas. Estados Unidos es el único país
que ha lanzado bombas atómicas, y eso lo convierte en terrorista a gran escala.
Lo hicieron para “aterrorizar” y lo consiguieron. Y esa es la definición
estricta de “terrorismo”. Así está el “valle” en nuestro mundo. Al final diremos
cómo “en el valle” se abre paso también “el reino de Dios”.
4. La religiosidad de la palabra de Dios. Volvamos a “lo alto del monte”. Según
el relato allí ocurren cosas maravillosas. Mucha gente las toma tal cual y les
encanta. Entre tanto milagro allí debe estar Dios. Pero no es así. Una cosa es
cómo se formulan los relatos y otra cosa es qué comunican de Dios. En otras
palabras, una cosa es cómo los autores, seres humanos, formulan las cosas, y
otra cosa es qué dice Dios a través de esas formulaciones.
Evidentemente lo principal es lo segundo, no lo primero. Esto quiere decir que
no hay que entender tal cual todas las cosas que aparecen en los evangelios. Lo
que sí hay que creer, y trabajar por ello, es lo que Dios nos comunica a través
de ese lenguaje. Y esto no son inventos modernos. Lo dijo el papa Pío XII en
1943, el Vaticano II en 1965 y Juan Pablo II en 1993: Dios se comunicó con
palabras humanas, obviamente, pero la verdad de lo que dicen esas palabras hay
que entenderla según los diversos “géneros literarios”, es decir, las diversas
“formas” de decir las cosas. Un ejemplo. Todos entienden que si un enamorado le
dice a la mujer amada que “le va a dar la luna” no hay que tomarlo al pie de la
letra, pero eso no quiere decir que no está diciendo una verdad importante en un
género literario determinado, el amoroso en este caso. Entendidos así, los
textos del evangelio son palabra de Dios. Y dicen cosas más importantes que los
vestidos cambian de colores o que los cielos se abren.
5. La religiosidad del seguimiento de Jesús.
Lo que “en lo alto” dice Dios es: “escuchen a Jesús”. Buena falta hace porque a
la religiosidad la dejamos, con frecuencia, sin Jesús. Dice, de nuevo,
Casaldáliga: “Hay que volver a ese Jesús histórico que tantas veces se nos
difumina en dogmatizaciones helenísticas y en espiritualismos sentimentales, el
Jesús Pobre solidario con los pobres, el Crucificado con los crucificados de la
Historia”. Eso ocurre en el valle, y entonces sí se puede releer “lo milagroso”
del monte.
Hay que cambiar radicalmente, como los colores del vestido: es la conversión
personal, el cambio de estructuras. Hay que escuchar las voces que vienen de
fuera: de la conciencia, tan olvidada, de los signos de los tiempos, de Monseñor
Romero y los mártires. Y de la palabra de Dios, “limpia y clara como el agua que
baja de los montes”, que decía Rutilio Grande. Hay que estar con los
“personajes” de la tradición, Moisés y Elías, y nosotros con nuestros santos y
mártires. Y hay que bajar al mundo real, donde los sufrimientos son reales, pero
los gozos también lo son. La transcendencia de Dios es trans-descendencia,
abajamiento, acercamiento. Y es con-descendencia, acogida, amor.
6. El reino de Dios está en el valle. El monte y el valle no son símbolos de la
religiosidad popular por una parte, y de la religiosidad ilustrada por otra. Ni
mucho menos. Hace poco le preguntaron a José Comblin si cree que “otro mundo es
posible” y respondió estas palabras con las que terminamos:
“Yo diría lo que dijo una mujer indígena guatemalteca: ese otro mundo ya existe,
pero escondido en medio de los pobres. En los medios de comunicación se habla de
los pobres siempre de forma negativa, como los que no tienen bienes, los que no
tienen cultura, los que no tienen para comer. Visto desde fuera, el mundo de los
pobres es todo negatividad. Sin embargo, visto desde dentro, el mundo de los
pobres tiene vitalidad, luchan para sobrevivir, inventan trabajos informales y
construyen una civilización distinta de solidaridad, de personas que se
reconocen iguales, con formas de expresión propias, incluidos el arte y la
poesía. He conocido barracas construidas sobre el mar en El Salvador donde viven
miles de personas en condiciones muy precarias, incluso con peligro de caer al
agua. Pero la gente vive allí con una alegría, con una conciencia, una apertura
y una paciencia que son el reverso del mundo de los ricos. Se realiza lo que
dice Jesús: el reino de Dios está ahí escondido en medio de los pobres, pero se
necesita que haya algunas figuras de tipo profético para recuperar la esperanza,
la confianza. Es como la levadura que hace falta para fermentar la masa. Donde
no hay profetas queda como una frustración, pero desde el momento en que aparece
una persona inspirada se levanta una experiencia nueva. Y entonces hay
muchísimos lugares en que se encuentra ese pueblo, que es ese mundo
alternativo”.
En nuestro lenguaje ésta es la religiosidad del valle vivida no “con milagros”,
pero sí “de milagro”, no los del monte, sino los de la gracia y la bondad. Esta
religiosidad popular es la que propició, alabó —y también corrigió— Rutilio
Grande. Es la de las comunidades de base, con sus limitaciones, pero con sus
“milagros” de generosidad. Es la de carismáticos pobres, que, cuando son
acompañados, cambian, salen de sí mismos y se abren a la solidaridad. Pero mucho
depende de que les acompañe algún profeta, como Rutilio o Monseñor.
Jon Sobrino
15 de agosto, cumpleaños
de Monseñor Romero
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