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El informativo semanal Proceso sintetiza y selecciona los principales hechos que semanalmente se producen en El Salvador. Asimismo, recoge aquellos hechos de carácter internacional que resultan más significativos para nuestra realidad. El objetivo de Proceso es describir las coyunturas del país y apuntar posibles direcciones para su interpretación.
Su producción y publicación está a cargo del Centro de Información, Documentación y Apoyo a la Investigación (CIDAI) de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” de El Salvador. Por favor, asegúrese de mencionar Proceso al utilizar porciones de esta publicación en sus trabajos.
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Año 25
número 1164
Octubre 5, 2005
ISSN 0259-9864
Editorial: “Revancha” del medio ambiente
Política: El gobierno pierde el rumbo
Economía: Economía, medio ambiente y desastres
Sociedad: Recuento de los daños
Regional: Ingobernabilidad ambiental en Centroamérica
Derechos Humanos: Gobierno irresponsable, ciudadanía comprometida
Documento: Informe a la Nación del presidente Elías Antonio Saca
“Revancha” del medio ambiente
San Salvador no necesita de ningún huracán para colapsar. El primero fue Adrián, que no llegó. Luego vinieron los efectos indirectos de una combinación de tres huracanes y varias depresiones tropicales sucesivas, cuyas intensas lluvias han puesto de manifiesto el descuido en que el gobierno tiene no sólo a la infraestructura capitalina, sino al país entero. A eso se sumó la erupción del volcán de Santa Ana, en cuyas faldas vivían miles de personas. Ante la amenaza del primer huracán, el presidente Saca se presentó como líder nacional, con capacidad ejecutiva y preparado para enfrentar una emergencia que se anunciaba de grandes proporciones, pero que no se produjo. Pero ahora, ante la realidad, el mismo presidente ha comparecido ante la prensa derrotado, sin propuestas, impotente para prevenir el desastre, es decir, tan desbordado por las aguas como la capital y el país entero. Las repetidas inundaciones han recordado a los olvidadizos que, justo al lado de la capital moderna y rutilante de grandes avenidas y centros comerciales, convive otra de tercer mundo subdesarrollado, y junto a ella un país pobre. La pérdida de vidas humanas, causadas por los deslizamientos y las inundaciones, han puesto en sordina ese país maravilloso del que tanto habla el discurso gubernamental.
Mientras la ciudad capital se inunda, el gobierno central y los gobiernos
locales de la zona metropolitana han continuado su antigua disputa sobre la
responsabilidad del sistema de drenajes y alcantarillas. Desde que comenzó su
mandato, hace ya más de un año, el presidente Saca y el alcalde de San Salvador
no se habían vuelto a reunir para discutir la precaria infraestructura de la
capital, pese a que el primero prometió colaboración estrecha al segundo. Pero,
al final, pesaron más los intereses partidarios del presidente, quien también
dirige el partido de gobierno. De la nueva reunión no sacaron mucho. Decidieron
crear una comisión más para estudiar el asunto, aun cuando los estudios existen
desde 2003 y el gobierno de ARENA debiera conocerlos. Ahí se explica con
claridad que las lluvias intensas provocarían inundaciones como las de estas
semanas. También se sostiene que en la medida en que las construcciones de zonas
residenciales, centros comerciales y calles sellen el suelo e impidan la
filtración del agua, ésta correría, caudalosa y con gran fuerza, hacia las
partes bajas de la ciudad, por las depresiones naturales, muchas de ellas ahora
embovedadas, o incluso clausuradas. Por lo tanto, “la tesis del diluvio” del
gobierno de Saca carece de fundamento. La única explicación posible es la
desidia y el desinterés. Los deslizamientos y las inundaciones no son un
capricho de la naturaleza, sino una consecuencia directa de la actuación
irresponsable de los gobiernos de ARENA y de las empresas constructoras. Que en
los últimos años no haya habido lluvias tan intensas como las de este año, no
significa que éstas sean un fenómeno extraordinario. Al contrario, siempre las
ha habido, sobre todo en esta época. La diferencia es que la construcción
desordenada e imprudente de edificios y vías de comunicación ha llevado la
vulnerabilidad al extremo.
La población, sin duda, necesita educación para que colabore a mantener los
desagües naturales y artificiales de la capital libres de basura; pero ésta no
es la solución a un problema estructural. Responsabilizar a la población por su
descuido e ignorancia, no exime al gobierno de ARENA de la suya. Aparte que a
éste corresponde velar para evitar ese descuido y también por la educación
general de la ciudadanía. La vivienda precaria de miles de familias de escasos
recursos, que viven en riesgo continuo, tampoco es una decisión libre, pues no
tienen alternativa. Siempre han sabido que viven jugando con la tragedia, en una
zona de alto riesgo. La pobreza las empuja a la precariedad y al peligro. La
construcción imprudente de urbanizaciones es también responsabilidad del
gobierno, ya que las ha autorizado o tolerado. La mayoría de los deslizamientos
han ocurrido en las vías de comunicación, paradójicamente, en muchas de las
recién inauguradas con gran despliegue. Sin embargo, no prestaron atención a la
estructura de los cortes del terreno. A las antiguas, no se les ha dado el
mantenimiento técnico adecuado.
El flamante Comité de Emergencia Nacional (COEN) se ha visto sobrepasado por la
crisis. Carece de estructuras ágiles y eficaces, adolece de información precisa
y rigurosa para orientar a la población y a la prensa, y la ayuda que brinda
tiende a tener color político, prefiere a las comunidades leales a ARENA, que a
la ciudadanía como tal. Al igual que en otras emergencias, han hecho más las
organizaciones privadas y las mismas comunidades que el gobierno. Por eso, la
gente reclama con cierta frustración una asistencia que no llega y una ayuda que
le es negada. Las autoridades decretan la evacuación de las zonas en riesgo,
pero la mayoría de las familias pobres no tiene a dónde dirigirse. Los albergues
son insuficientes y no están acondicionados. Algunas familias prefieren
arriesgar su seguridad y no abandonar su vivienda para cuidar sus escasas
pertenencias, pues no están convencidas que la policía y el ejército velarán por
ellas, tal como promete el gobierno. Aquellas que, junto con su vivienda, han
perdido lo poco que poseían, deberán comenzar de cero con sus propios recursos.
La postura gubernamental ante la necesidad de ayuda internacional es todavía más
incomprensible. El gobierno de Saca piensa que puede enfrentar los costos de la
emergencia con fondos propios, aun cuando ni siquiera tiene para financiar su
programa social ordinario. En la actualidad, sólo dispone de unos pocos millones,
tomados de aquí y de allá, de los rubros del presupuesto ordinario de este año.
La postura gubernamental, aparentemente sensata —no pedir aquello que no es
necesario—, es falaz, porque la necesidad inmediata sobrepasa con mucho su
capacidad financiera y porque su mirada miope no le permite mirar a mediano y
largo plazo. Pese a la vulnerabilidad puesta al descubierto por el desastre, aún
no visualiza la envergadura de las tareas de infraestructura que debiera
emprender para mitigar y prevenir el riesgo, en particular en la zona
metropolitana y en las costas, para reubicar a la población en zonas de alto
riesgo y proporcionarle una vivienda digna, y para paliar la pérdida de la
producción agrícola de subsistencia. Tal vez se deba a que no quiera poner en
evidencia que la inmensa mayor parte del ingreso nacional, que coloca a El
Salvador entre los países de renta media, se encuentra concentrada de una forma
escandalosa e intolerable.
De esta visión miope de la realidad nacional, compartida por la mayor parte de
la prensa, que se “deleita” en la descripción de la tragedia, no se puede
esperar mucho. Ya que el gobierno no puede ver más allá de lo inmediato, la
prensa debiera lanzarle las preguntas correctas, que no sólo lo fuercen a
explicar la realidad, sino también a recapacitar y a buscar una solución
verdadera. Su preocupación por la acumulación de agua no basta, porque la
intensidad de la lluvia no es más que la explicación más superficial. La
protección divina sería mucho más eficaz si el gobierno de ARENA no se
contentara con “algunas medidas de seguridad y alerta temprana” y se impusiera
como prioridad tomar en serio el medioambiente. No deja de ser una ironía cruel
que, en estas circunstancias, se atreva a mantener el lema que proclama que El
Salvador es “un país seguro para progresar en paz”. Las dos últimas semanas han
demostrado lo contrario. No sólo la violencia social es fuente de inseguridad,
también lo es la irresponsabilidad con la que la sociedad ha tratado a la
naturaleza.
El gobierno pierde el rumbo
En cuestión de unos pocos días, dos desastres naturales de grandes proporciones han coincidido en el territorio salvadoreño: la erupción del volcán de Santa Ana y las inundaciones provocadas por el huracán Stan. Los costos humanos (traducidos en sesenta y cinco personas fallecidas y 17,000 personas evacuadas, según cifras preliminares) y la destrucción material (evidenciada en derrumbes y en los cortes de carreteras principales), han sido alarmantes. En la edición del 4 de octubre de El Diario de Hoy se afirmaba que un 65% del territorio estaba en situación de riesgo.
Es cierto que los desastres naturales no pueden preverse del todo, pero también
hay que admitir que hubo suficiente información previa como para minimizar el
impacto de los dos fenómenos que actualmente afligen a la población. Por ejemplo,
desde hace un mes, el Servicio Nacional de Estudios Territoriales (SNET) venía
advirtiendo acerca de la creciente actividad en el volcán de Santa Ana.
Los únicos que tomaron en serio estas advertencias fueron algunos pobladores de
las cercanías, quienes decidieron abandonar la zona con suficiente anticipación.
En respuesta a lo anterior, las autoridades de la entidad oficial conformada
para atender eventualidades de este tipo, el Comité de Emergencia Nacional (COEN)
afirmó que no le brindaría ningún tipo de ayuda a quienes evacuaran por sus
medios y que todavía no era tiempo para abandonar la zona. Cuando el volcán
arrojó ceniza y piedras, esas comunidades que atendieron el llamado del COEN,
pagaron las consecuencias. En horas de la tarde del 3 de octubre, el propio
Comité tuvo que retractarse de lo que hizo en Santa Ana. Asimismo, les pidió a
los pobladores de la zona sur de Santa Tecla y de la colonia Montebello, en San
Salvador, que evacuaran ante posibles inundaciones.
Aunque el paso del huracán Adrián por El Salvador fue más un fenómeno
psicológico que otra cosa, hay que rescatar de ese momento las tareas de
evacuación temprana, que funcionaron relativamente bien. Daba la impresión que
esa era la primera etapa de un enfoque preventivo de los desastres nacionales,
frente a la improvisación que siempre ha reinado.
Entre el último desastre natural a gran escala, que fueron los terremotos de
2001, y el presente, median cuatro años. Hubo tiempo suficiente para crear un
sistema eficaz de prevención de desastres, que incluyera mecanismos de
evacuación temprana y la detección de zonas de riesgo. Mucho de ello se pudo
haber logrado si se hubieran coordinado esfuerzos entre el gobierno central, las
alcaldías y las organizaciones de la sociedad civil. Pueden más las rivalidades
políticas que el interés nacional.
Ahora exhiben orgullosamente el acercamiento entre el Ejecutivo y la alcaldía
capitalina. Esto es loable, sin lugar a dudas, pero no resulta suficiente. Más
allá de las declaraciones de buenas intenciones por parte del presidente Saca y
del alcalde Rivas Zamora, no se han visto todavía muestras de una coordinación
efectiva. No hubo un acercamiento similar entre el gobierno central y la
alcaldía de Santa Ana a la hora de enfrentar la erupción volcánica. Mucho menos
lo ha habido con las organizaciones de las comunidades afectadas. Estas, por su
parte, tampoco han tomado un protagonismo notorio.
No a la ayuda internacional
En momentos de calamidad pública como el actual, se debe recurrir a cuanta ayuda
sea posible. Por eso, no se explican las declaraciones del canciller Francisco
Laínez, publicadas en los periódicos del martes 4, quien aseguró que, por el
momento, su gobierno no recurriría a la ayuda internacional. Según el jefe de la
diplomacia salvadoreña, el país puede hacerle frente a la emergencia con los
fondos estatales.
El anuncio de Laínez se da en el momento en que el Ejecutivo ya tiene lista su
propuesta para el presupuesto general de la nación correspondiente al año
entrante. Además, la Asamblea Legislativa aprobó un fondo de urgencia de un
millón y medio de dólares, a fin de que el gobierno pueda enfrentar la actual
crisis. Es el momento indicado para lograr la aprobación del presupuesto sin
mayores dilaciones. Al confiar únicamente en las arcas públicas, prescindiendo
de la ayuda internacional, el gobierno tiene toda la justificación para que los
legisladores le allanen el camino a su propuesta de gastos para el año venidero.
Pero, ¿es realista decir que el gobierno puede enfrentar la situación generada
por los actuales desastres naturales? La fuente de financiación de los gastos
públicos son los contribuyentes. Estos enfrentan actualmente una gran presión,
dejando de lado, por supuesto, la situación de calamidad pública —que, por
cierto, implicará gastos, tanto para atender las urgencias inmediatas como para
reconstruir la infraestructura dañada. La erupción del volcán de Santa Ana y las
inundaciones han desviado la atención de otro problema que sigue estando
presente y sigue obrando sus efectos sobre la economía familiar: el alza de los
precios del combustible. El presupuesto actual descansa sobre una carga
impositiva depositada en los bolsillos de los pequeños contribuyentes. ¿Podrán
esos bolsillos financiar los gastos extraordinarios de la reconstrucción
posterior al actual estado de alerta?
Los costos de la reconstrucción, sin saberse
Aún no se han proyectado los costos de la reconstrucción. Los gastos para
reconstruir la red vial serán sumamente altos, pero ello no lo es todo. No se ha
previsto un problema esencial: la situación de las comunidades desplazadas. ¿Qué
pasará con las zonas de riesgo? ¿Qué ocurrirá con las personas que actualmente
viven en los refugios? ¿Podrán rehacer sus vidas en sus lugares de origen, o
quedarán desplazadas de por vida? Si esto es así, ¿qué planes de asistencia
tiene el gobierno? ¿O simplemente se les dejará libradas a su suerte?
El gobierno ha perdido el rumbo en esta coyuntura de desastre nacional. Lo que
ocurre no es ninguna casualidad. Es la consecuencia lógica de carecer de una
visión de país. Desgraciadamente, la oposición tampoco muestra mayores luces.
Está más interesada en sacar el beneficio político inmediato que en contribuir
efectivamente. Con hacer una sesión extraordinaria y pedir un minuto de silencio
por las víctimas no se ayuda gran cosa, pero se crea un impacto mediático, que
no es nada despreciable en el precalentamiento de la campaña electoral. Sin
embargo, sigue archivada la pieza de correspondencia en la que se pedía declarar
zona protegida a la zona de la Cordillera del Bálsamo. De haber prosperado la
mencionada pieza, se hubiera disminuido el peligro de derrumbes en Santa Tecla y
otros lugares.
Como siempre, en las situaciones de desastre se aplica aquello de “en río
revuelto, ganancia de pescadores”.
Economía, medio ambiente y desastres
En esta semana, las intensas lluvias han provocado una gran pérdida de vidas humanas y destrucción material. Las constantes precipitaciones en todo el territorio salvadoreño han dejado en mal estado muchas edificaciones y calles. En las zonas urbanas, los desbordamientos en quebradas han socavado los cimientos de las casas, obligando a las familias a evacuar muebles, electrodomésticos y otros enseres del hogar. Todo esto demuestra el alto nivel de vulnerabilidad que tiene el país y la poca capacidad de respuesta que se tiene ante un fenómeno natural como el que ha golpeado la nación en la última semana.
Recuento de los daños
Hasta la medianoche del miércoles 5 de octubre, el huracán Stan y los sistemas atmosféricos que lo acompañan, se habían cobrado la vida de 65 personas en todo el territorio de El Salvador. Además, habían dejado a más de 50 mil personas evacuadas y conducidas a 371 diferentes albergues improvisados por el Comité de Emergencia Nacional. Los fenómenos atmosféricos, sumados a la vulnerabilidad socio-natural, provocaron, asimismo, que el 75% del territorio salvadoreño quedara en riesgo de deslizamientos, que podrían causar más desastres en las siguientes horas. Los departamentos más afectados son San Salvador y La Libertad, que juntos suman 49 muertes y varias decenas de familias evacuadas, seguidos de Santa Ana y Sonsonate, cuyos habitantes también se ven amenazados por la reciente erupción del volcán Ilamatepec, que se mantiene en actividad constante desde el pasado 1 de octubre.
Stan ha provocado que los principales ríos del país aumentaran su caudal y se
desbordaran, causando inundaciones que anegaron las poblaciones cercanas y
dañaron cultivos. En San Salvador, las tormentas han desbordado el arenal
Montserrat, principal afluente del río Acelhuate, dañando severamente las zonas
residenciales y asentamientos marginales próximos a su cauce. Las lluvias han
dañado no sólo las zonas de la capital tradicionalmente afectadas, sino también
sectores de gran plusvalía como la San Benito y Santa Elena, así como varias
residenciales de clase media.
Las lluvias han cortado u obstaculizado muchas vías de acceso a la capital y a
las principales ciudades del país, pero aún no se tiene un estimado del impacto
económico por la destrucción de infraestructura, viviendas o de los cultivos. El
periódico digital El faro toma como fuente el Ministerio de Agricultura y
Ganadería para señalar las extensiones de cultivos dañadas por las lluvias:
26,000 manzanas de cultivo de maíz; 12,000 de frijol; 8,000 de café; 400 de caña
de azúcar; 500 de hortalizas; 300 de arroz y 200 de algodón, entre otros. De
acuerdo a la cartera de Obras Públicas, el 78% de la red vial del país ha
sufrido daños, entre leves, graves y severos, pero aún no hay montos definitivos.
Según informes de La Prensa Gráfica, alimentar a los miles de damnificados
cuesta $100,000 diarios, mientras las autoridades se ven sobrepasadas por la
magnitud de la emergencia. De hecho, hasta la fecha ya han sobrado denuncias de
mala distribución de la ayuda y un manejo “partidista” de la misma. Otros
ciudadanos se quejan de que el Comité de Emergencia Nacional no reporta todos
los daños y se ha enfocado en la atención inmediata de la emergencia y
descuidado las labores de prevención en muchas zonas altamente vulnerables a
deslizamientos de tierra e inundaciones.
Consolidado de afectados por la tormenta “Stan”
A las 6 a.m. del 6 de octubre
Departamento Albergados Albergues Fallecidos
Ahuachapán 1538 21 1
Cabañas 0 0 0
Chalatenango 0 0 0
Cuscatlán 981 4 1
La Libertad 13082 80 25
La Paz 4283 32 3
La Unión 22 1 1
Morazán 0 0 3
San Miguel 537 6 0
San Salvador 6923 62 24
San Vicente 2853 11 1
Santa Ana 6414 39 1
Sonsonate 14080 98 3
Usulután 3217 17 2
Total 53930 371 65
Fuente: COEN y La Prensa Gráfica.
.
Ingobernabilidad ambiental en Centroamérica
El período 1997-2002 fue para la región centroamericana una época marcada por una serie desastres de magnitud significativa. Tres de ellos alcanzaron a la región en su conjunto y uno exclusivamente a El Salvador: el fenómeno de El Niño en 1997-1998, el huracán Mitch en 1998, los terremotos de El Salvador en 2001 y la sequía que afectó grandemente a Honduras, Guatemala, Nicaragua y El Salvador en el mismo año. En septiembre de 2002, varios deslizamientos mataron a decenas de personas en Costa Rica y Guatemala. Todos estos fenómenos provocaron enormes pérdidas de vidas humanas y materiales.
Tras esa época de sucesivos fenómenos naturales, varias organizaciones se
dedicaron a la tarea de estudiar el tema de la gobernabilidad ambiental en
Centroamérica. Entre esas organizaciones, se encuentra el Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). El capítulo 5 del Segundo Informe
sobre Desarrollo Humano en Centroamérica y Panamá 2003, bajo el título de El
desafío de la gestión ambiental, provee un inventario del estado ambiental hasta
2003 y un análisis de los procesos que fomentan su degradación. En suma, dicho
análisis expone la principal causa por la cual persisten las condiciones de
riesgo: el modelo de desarrollo vigente. Dicho modelo ha ido dejando tras de sí
sus evidentes marcas. en primer lugar, la ecológica, causada por los efectos
acumulados de la deforestación, la erosión del suelo, la sedimentación de ríos y
la creciente contaminación de las aguas, que se originan en los patrones de
consumo creciente de recursos naturales y energéticos, urbanización desordenada
y deficiente manejo de desechos. En segundo lugar, la humanitaria, la cual se
evidencia en las repetidas pérdidas de vidas humanas, bienes públicos e
infraestructura, ilustrando así la relación entre el deterioro ambiental y la
creciente vulnerabilidad de las poblaciones. El informe concluye enfatizando que
las condiciones de riesgo, al ser perpetuadas, aumentan la exclusión y
profundizan la vulnerabilidad y la pobreza.
Gobierno irresponsable, ciudadanía comprometida
Los dos fenómenos naturales que han puesto de rodillas a todo el aparato gubernamental y cobraron la vida de más de sesenta personas hasta el momento, vuelven a demostrar la inseguridad humana que reina en el país. No hay seguridad ni en lo personal ni en lo jurídico, ambiental, institucional, social y económico. Esto ocurre porque siempre se favorecen los intereses de unas minorías sobre los del resto de la sociedad.
En el marco de la actual tragedia nacional, se ignoraron decretos y ordenanzas
municipales que protegían zonas de recarga acuífera como la finca El Espino y la
Cordillera del Bálsamo. La voracidad de las compañías constructoras y la falta
de visión a futuro de las instituciones oficiales provocaron que la mayor arte
de montañas sean hayan convertido en un peligro grave y que los ríos, en el sur
de la capital, sean ahora más caudalosos cuando llueve porque no hay zonas de
infiltración en la parte norte.
Años atrás, a cualquiera pudo parecerle difícil que la calamidad sufrida año con
año en los barrios La Vega y Candelaria o en comunidades como la 29 de agosto,
se viviera en zonas como San Benito, Santa Elena y la Feria Internacional. Por
eso, no deja de ser irónico que en uno de los “moles” que acabaron con buena
parte de la finca El Espino se lea un eslogan publicitario que dice: “Nada
estará a salvo”. Aunque lo que se anuncia son descuentos en todos los productos,
más parece una confesión anticipada de sus dueños sobre lo que ha sucedido a
consecuencia de la construcción de esos negocios.
En el ámbito de lo personal, si acaso existía algún nivel de seguridad y
confianza siendo el país uno de los más violentos en América y el mundo, de
seguro se lo llevaron las correntadas de lodo hirviendo que lanzó el volcán
ILamatepec y de agua por el huracán “Stan”, ayudadas en gran medida por la
inoperancia gubernamental. Ahora queda la sensación de que no hay lugar en este
pequeño país donde se pueda estar a salvo y que las instituciones estatales, o
no están preparadas o no les interesada garantizar la tranquilidad de la gente.
Esto pasó con el Comité de Emergencia Nacional (COEN) en Santa Ana. Días antes
del estallido, varias familias residentes en la finca San Blas y Palo Campana
huyeron de lo que consideraron un peligro inminente; pero lo que para cualquiera
pudo ser una decisión prudente, para el director del COEN fue un arrebato con
algún trasfondo político; por eso la institución que dirige les negó ayuda para
evacuar. Según Mauricio Ferrer, el volcán daría señales previas a la erupción,
pero no fue así. Evacuar, como hicieron estas comunidades, ¿fue entonces una
decisión incorrecta? Según la “lógica” del funcionario sí, pese a que antes
había afirmado que las “conductas volcánicas siguen siendo impredecibles”.
En el plano ambiental, a nadie escapa que varios organismos sociales
reiteradamente han denunciado el grave deterioro del ecosistema. Los alevosos
ataques contra la naturaleza para construir carreteras en función del Plan
Puebla Panamá o de tratados de “libre” comercio, de edificar suntuosas
residencias y levantar enormes “moles” comerciales, han aumentado la
vulnerabilidad del país. Pese a los constantes señalamientos, el Ministerio del
Medio Ambiente y Recursos Naturales no ha asumido el papel protagónico que
debería tener y el Ministerio de Obras Públicas continúa construyendo el anillo
periférico. Una semana antes del “Stan” ya se anunciaba la nueva sección de ese
mega proyecto, sobre las faldas del volcán de San Salvador; eso generará otra
zona de alta peligrosidad, como ya lo son la Curva de la Leona o la Carretera de
los Chorros.
A nivel institucional, el COEN se ha visto desorientado e incapaz. ¿De qué sirve
que el Servicio Natural de Estudios Territoriales (SNET) monitoree la naturaleza,
si no se sabe qué hacer para prevenir o atender las emergencias? El lunes
anterior a la erupción volcánica aún no existía un inventario de vehículos a
utilizar para la evacuación, las vías de acceso a las zonas de riesgo eran
intransitables y no se había indicado a la gente dónde debía ir ni qué hacer en
caso de una emergencia. Y si, además, no cuentan con fondos suficientes. Pero no
sólo eso. En el afán de hacerle creer a la población que todo estaba “fríamente
calculado”, el mismo Ferrer aseguró que el plan de evacuación existía; lástima
que no lo conociera la oficina del COEN en Santa Ana, al que le correspondía
ejecutarlo.
En su momento alguien aplaudió la iniciativa de anticiparse al huracán “Adrián”;
ahora se debería abuchear la forma de enfrentar las lluvias provocadas por el
“Stan”. Con esta tormenta tropical que se transformó en huracán, se ha actuado
de forma reactiva. Eso ocurrió pese a que no se puede argumentar que sea un
fenómeno totalmente impredecible, porque se cuenta con información satelital;
además, un par de días antes dos tormentas de corta duración mostraron de manera
contundente que la deficiencia de los drenajes y las construcciones de la zona
norte han aumentado la vulnerabilidad de la capital.
En cuanto a lo social y económico, es indudable que la sola perdida de su
vivienda representa un duro golpe para cualquier familia. El hogar representa
para el ser humano el lugar donde puede sentirse seguro y que le permite
desarrollarse como persona. Por eso, cuando se construyen las casas debe
garantizarse que no se ponga en peligro a sus habitantes ni a las comunidades
cercanas; si no es posible evitar totalmente el riesgo, se deben tomar medidas
para mitigarlo. En residencias de Las Colinas, la Cima y Pinares de Suiza, entre
otras colonias, la inseguridad fue y sigue siendo enorme. En la última de las
citadas, se ha determinado que se deben invertir siete millones de dólares para
aminorar el peligro por la Cordillera del Bálsamo; pero no se han realizado las
obras necesarias, argumentando que no se tienen los recursos necesarios. En el
caso de adquirir equipo de medición para el SNET, el gobierno dice no haberlo
hecho por lo mismo: no hay dinero.
Sin embargo, algunas inversiones recientes dan lugar a pensar mal. La
Presidencia de la República cuenta con una partida presu-puestaria dedicada a
comunicaciones que ronda la cantidad demandada por la gente que habita en
Pinares de Suiza. Otro ejemplo es el costo de las esquelas por la muerte de un
hermano de Antonio Saca. Las instituciones de gobierno, incluidas las autónomas,
publicaron un total de ochenta hasta el martes 4 de octubre; el gasto total de
las mismas casi llegó a los cincuenta mil dólares. Si fue con recursos públicos,
esa cantidad pudo ser reorientada de mejor manera a favor de tanta víctima; un
ejemplo reciente: cuando murió un ex presidente de ARENA, sin que en ese momento
hubiera catástrofe nacional ni más de sesenta muertes por la misma. No esquelas,
dijo la familia del fallecido; que ese dinero se done a un centro de
beneficencia ¿Por que no actuó igual el actual presidente de ese Partido y de la
República?
También, en el marco de esta incomprensible prioridad de gastos del Ejecutivo,
resulta indignante e inaceptable que se utilice el dolor de la gente con fines
politiqueros. El candidato a la Alcaldía de San Salvador por ARENA, en plena
campaña ilegal, ofreció tomar como su eje la gestión ambiental y de riesgos;
además de no ser el funcionario competente para hablar sobre el tema, la
población lo que necesita hoy es información pertinente sobre qué hacer ante la
tragedia y no falsas promesas electorales. Asimismo, la ayuda recolectada entre
la sociedad se está utilizando para hacer propaganda. El Ministro de Gobernación,
René Figueroa, afirmó que todas las alcaldías están recibiendo ayuda; incluso,
las que no son “del Partido”. ¿Por qué esa aclaración? ¿Acaso no deben ser
repartidos, los recursos públicos, a todas las municipalidades por igual?
Pero en medio de todo, hay algo positivo que destacar: a falta de gobierno
responsable, en El Salvador existe una ciudadanía comprometida. La solidaridad
mostrada por buena parte de la población es un síntoma de que no todo está
perdido, que hay empatía frente al dolor y que hay valores humanos, contrario a
lo que se dice sobre la pérdida de estos últimos para justificar ineptitudes
oficiales. Pero ese apoyo no es merito del gobierno ni debe servir para que éste
se dé por satisfecho y descargue en la sociedad responsabilidades que no le
corresponden más que a la administración pública. Es ésta la que se encuentra
obligada a prevenir para no lamentar y la población debe exigírselo. No es la
gente común la que debe aprender a vivir con los riesgos; es el gobierno el que
debe reducirlos.
Análisis de riesgo por inundaciones y deslizamientos de tierra en la microcuenca del Arenal de Montserrat
Presentamos a continuación el resumen del documento
Análisis de riesgo por inundaciones y deslizamientos de tierra en la microcuenca
del Arenal de Montserrat, presentado ante el Servicio Nacional de Estudios
Territoriales (SNET) y el Centro Nacional de Registros (CNR), en noviembre de
2003.
Análisis de riesgo por inundaciones y deslizamientos de tierra en la
microcuenca del Arenal de Montserrat
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la
Cultura (UNESCO) y el Comité Coordinador para la Prevención de los Desastres
Naturales en América Central (CEPREDENAC), desarrollan a partir de 1999 el
Programa de Acción Regional para Centro América (RAPCA), con la colaboración
técnica del Instituto Internacional de Ciencias de la Geoinformación y
Observación de la Tierra (ITC) y el apoyo financiero del gobierno de Holanda.
Este proyecto tiene como finalidad la integración del conocimiento existente
sobre la ocurrencia de fenómenos y el uso de técnicas de geoinformación en la
zonificación de amenazas por eventos naturales y la transferencia a
instituciones involucradas en la toma de decisiones en el ordenamiento y
desarrollo territorial; así como de las regulaciones y legislaciones apropiadas.
En El Salvador, el proyecto piloto toma de base el Análisis del Riesgo por
Inundaciones y Deslizamientos de Tierra en la Microcuenca del Arenal de
Montserrat. Para el desarrollo del proyecto se contó con equipo informático para
el procesamiento y reproducción de la información, fotografías aéreas e imágenes
de satélite, mapas topográficos y temáticos; así como de literatura existente de
estudios ya realizados, complementándola con la información recopilada en campo.
Se estableció en las oficinas del CNR-IGN un centro de procesamiento de
Información geográfica, para los análisis correspondientes de la zona de estudio.
Se utilizó la proyección Cónica Conformal de Lambert, ya que es la utilizada en
El Salvador; y los software utilizados para el procesamiento de la información
fueron programas de ILWIS, ArcView, ArcGis, PCRaster y Excell para el cálculo
hidrológico.
La cuenca tiene una área de 54.98 kilómetros cuadrados y sus coordenadas
geográficas centrales son: en latitud 13°41.25.42. Norte y en longitud 89°15.07.
Oeste. Administrativamente la cuenca está comprendida entre los municipios de
San Salvador, San Marcos, Antiguo Cuscatlán, Nuevo Cuscatlán y Nueva San
Salvador, siendo los que ocupan mayor área los de San Salvador y Nueva San
Salvador.
La zona tiene actividad sísmica frecuente; además del vulcanismo considerado
activo, en la cual predomina el material piroclástico (formación San Salvador de
la era cuaternaria), como lo es la tierra blanca y de pómez.
El relieve predominante es el de valle y el de montaña; las pendientes
predominantes son de 5 a 25% que corresponde a una topografía de ondulada a
alomada en la zona de valle y en la zona de montaña con pendientes promedios del
25 al 100%, existiendo algunas áreas con pendientes mayores; la textura de las
capas superficiales es en su mayor parte son franco a franco arenoso y limoso; y
en las capas inferiores alternadas de suelo arenosos, limosos y en algunas áreas
arcillosos sobre cenizas volcánicas pomicíticas, escorias o lavas; con
profundidades generalmente mayores de 5 metros.
La microcuenca cuenta con una red de drenajes dentro de los cuales dos son los
más importantes, el río El Arenal de Montserrat y la quebrada la Mascota. Para
el análisis hidrológico se han tomado de base las intensidades de lluvia para
cada 5, 10, 15, 20, 30, 45, 60, 90, 150, 180, 240, 360 minutos para un registro
de 30 años.
Según registros pluviométricos, se tienen precipitaciones promedios normales de
20 a 40 mm. Por hora; pero también se han tenido registros de hasta 90 mm por
hora (en abril de 2002). Por encontrarse parte de la ciudad capital en el área
de la cuenca, la densidad de población es alta; así se tienen densidades mayores
a 5,000 habitantes por kilómetro cuadrado; de igual forma la densidad de las
parcelas oscila entre los 50 a 100 metros cuadrados con una densidad en estas
áreas de 15,000 a 7,500 parcelas por kilómetro cuadrado.
Un 61.5% es ocupado al 2002 por el área urbana dentro del área total de la
microcuenca del Arenal de Montserrat, por lo que existe una alta densidad de
calles, dentro de ellas la Carretera Panamericana, igualmente la situación de
edificaciones donde existen centros públicos, viviendas, centros financieros e
industrias, etc.
El uso del suelo esta ocupado en su totalidad por actividades productivas, en el
cual predomina en el área urbana las industrias, comercio, vivienda y en el área
rural predomina el café. Desde hace 50 años la ocupación del uso del suelo por
infraestructura se ha extendido en toda la cuenca y se espera que se expanda más
en futuro próximo, lo cual se ve proyectado en los mapas que se presentan al
respecto.
El riesgo por inundaciones y deslizamientos de tierra en la microcuenca Arenal
de Montserrat, ha aumentado que debido al crecimiento urbanístico dentro de la
cuenca. La capacidad de infiltración del agua precipitada ha disminuido y
aumentada la escorrentía superficial; ya que con una precipitación mayor de 33
milímetros algunos puntos del cauce del canal en la zona baja no son capaces de
evacuar el agua lluvia; este dato de precipitación en décadas pasadas era mayor
para se sucedieran tales rebalses, no obstante la época lluviosa siguen siendo
normales (con excepción de los huracanes donde las intensidades son mucho
mayores). Las zonas más frecuentemente inundadas (a más de 50 mm por hora) son
el barrio La Vega y Candelaria. Cuando las precipitaciones son mayores a 90
milímetros por hora se tienen problemas en el área de la feria internacional.
Las zonas de amenaza por deslizamientos de tierra dentro de la cuenca están en
la zona montañosa y en los paredones donde el suelo es franco arenosos o esta
intercalado de capas de suelo franco limoso a arenoso (suelo suelto sin cohesión)
y son profundos con alta pendiente, la cual debido a las precipitaciones
prolongadas o intensas, así como por movimientos sísmicos fuertes, provocan en
estas áreas deslizamientos de tierra. La zona con mayor amenaza es el sector de
la cordillera del Bálsamo como lo son las colonias Las Colinas y El Paraíso.
Cada área de peligro es evaluada en escala de importancia por el posible daño
que pueden causar; mediante el grado de amenaza ponderado en un rango de 0 a 10
(desde sin a muy bajo peligro con valor de cero hasta muy alto peligro con valor
de 10). Las áreas con mayor vulnerabilidad en la zona (por importancia económica
o social corresponden a las infraestructuras como son las carreteras, pequeñas
industrias, comercio, viviendas), que están ubicadas a orillas de los ríos así
como a pie de montes o paredones. Al igual que la amenaza se ponderaron los
diferentes valores económicos por grado de importancia en el contexto económico
y social, asignando pesos de 0 a 10 y la suma de las diferentes ponderaciones (cuando
hay más de un variable evaluada) nos indica donde hay mayor grado de
vulnerabilidad, siendo el máximo valor de 34 para el área de la cuenca (lo cual
indica que hay varias variables económicas que pueden ser dañadas si en dicha
área puede ser afectada por la amenaza). La definición del riesgo (amenaza por
vulnerabilidad por el costo) nos indica que los municipios con mayores riesgos
son San Salvador y Nueva San Salvador, para inundaciones y deslizamientos de
tierra.
Los estudios del impacto por el cambio de uso del suelo, deben ser primordiales
en la planificación del territorio a nivel municipal y nacional, fin de tomar
las medidas necesarias para reducir o evitar el impacto de los fenómenos
naturales, como son las inundaciones y deslizamientos de tierra.
Informe a la Nación del presidente Elías Antonio Saca
A continuación, transcribimos íntegramente el Informe a la Nación brindado por el presidente de la República, Sr. Elías Antonio Saca, en la sede del Comité de Emergencia Nacional (COEN), el 5 de octubre de 2005.
Informe a la Nación del presidente Elías Antonio Saca
Hemos estado reunidos, todo el equipo de emergencia y quisiéramos darles algunas
informaciones importantes a los salvadoreños.
Quisiéramos informarle al pueblo salvadoreño, que al haber analizado el evento
con el personal técnico, nos encontramos ante un evento totalmente
extraordinario, a diferencia del Huracán Mitch, este fenómeno ha sido más
destructivo, porque se ha prolongado en el tiempo.
El evento Mitch, se desarrolló en 24 horas y con este mismo evento llevamos
desde el domingo, en un proceso de acumulación constante de agua.
Hoy que tenemos esta prueba de la naturaleza, requerimos estar cerca de la
población afectada, en este sentido, quisiera informarle a todo el pueblo
salvadoreño, que he cancelado mi asistencia a la Cumbre Iberoamericana que se
llevará a cabo la próxima semana en Salamanca, pus tenemos un responsabilidad
con el pueblo salvadoreño, el cual está siendo golpeado por la naturaleza.
Le he pedido a la vicepresidenta Ana Vilma de Escobar, y el canciller Laínez,
que nos representen en esta Cumbre Iberoamericana y que presentemos un informe
completo a la comunidad internacional para solicitar ayuda.
Desearía renovar el llamado a la población, que aun no ha abandonado las zonas
que hemos identificado como de alto riesgo.
Es nuestra responsabilidad recordarles, que de las decisiones que se tomen,
depende la vida de muchas personas.
Estoy muy satisfecho, con el nivel de respuesta que ha dado todo el equipo de
trabajo que se ha integrado y vemos que el país se ha unido ante esta difícil
prueba.
No puedo ocultar, que me entristece ver el número de personas que han perecido
por este fenómeno natural, y es por eso que debemos insistir en las medidas de
prevención, que debe tomar la población en las zonas de alto riesgo
Ante el acelerado incremento de personas albergadas, solicité al ministro de
Gobernación, en su carácter de coordinador de esta emergencia, que integrara un
dispositivo, para garantizar que la población afectada, reciba la ayuda
humanitaria, en forma rápida, oportuna y transparente.
Este dispositivo, se está encargando de distribuir hacia los albergues, toda la
ayuda del gobierno y la recolectada por COREDAN; es ese sentido, aprovecho para
agradecer a la empresa privada, todo el apoyo que nos está brindando en este
[sic] emergencia.
Asimismo, le solicité que a partir de mañana, en los informes diarios, demos los
avances en esta área, para que la población sea testigo de la transparencia con
la que estamos distribuyendo la ayuda, además de estar vigilada por una
auditoria interna y la Corte de Cuentas.
Igualmente les informo que el Seguro Social, brindará consultas a la población
no cotizante, que haya sido afectada por las emergencias, pues debemos ser muy
cuidadosos de los efectos posteriores a las lluvias.
Le hemos solicitado al canciller Laínez, que hagamos el llamado internacional, y
ya lo hicimos esta tarde y ayer, a los organismos y países amigos, para lograr
la cooperación; y me alegra informales que ya hemos tenido los primeros anuncios
de apoyo y cooperación, que daremos a conocer en los próximos días.
Mañana el secretario técnico de la Presidencia y el gabinete económico, darán
una conferencia que nos permitirá hacer un análisis completo de los impactos
económicos que hemos tenido, tanto con la erupción del volcán de Santa Ana, como
también con las tormentas.
Esta noche, quisiera también informarles, que ya el número de albergados llega a
40 mil 637 en todo el país; el número de albergues ha subido a 361; y los
fallecidos, han llegado, lamentablemente a 62, por lo que enviamos nuestro más
sentido pésame a todas las familias.
Estimado amigos, hermanos salvadoreños:
Quiero felicitar a los ministerios de Gobernación, Obras Públicas, el COEN, la
Secretaría Nacional de la Familia, la Secretaría de la Juventud, la PNC, la
Academia Nacional de Seguridad Pública, la Fuerza Armada, el FOVIAL, los Cuerpos
de Socorro, la empresa privada representada en ANEP, FUSADES y las diferentes
gremiales.
A los transportistas, que el día de hoy se han sumado en apoyo al pueblo
salvadoreño, anunciando, que ni durante la emergencia, ni después de la
emergencia habrá incremento al pasaje del transporte público, lo cual
agradecemos a los transportistas que se ponen a tono con la emergencia que vive
el país.
Quisiera terminar este mensaje, reiterando que la tierra está saturada, vamos a
tener los informes técnicos, no debemos atenernos, hay que retirarse de los
sitios peligrosos, para evitar que más salvadoreños pierdan la vida.
Muchísimas gracias, y no tengo ninguna duda, que con la bendición de Dios, el
apoyo del pueblo salvadoreño y de toda la gente valiente de las instituciones
que nos están colaborando, vamos a salir de esta adversidad.
Muchas gracias.
Tel: +503-210-6600 ext. 407, Fax: +503-210-6655 |
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