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El informativo semanal Proceso sintetiza y selecciona los principales hechos que semanalmente se producen en El Salvador. Asimismo, recoge aquellos hechos de carácter internacional que resultan más significativos para nuestra realidad. El objetivo de Proceso es describir las coyunturas del país y apuntar posibles direcciones para su interpretación.
Su producción y publicación está a cargo del Centro de Información, Documentación y Apoyo a la Investigación (CIDAI) de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” de El Salvador. Por favor, asegúrese de mencionar Proceso al utilizar porciones de esta publicación en sus trabajos.
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Año 25
número 1187
Marzo 29, 2006
ISSN 0259-9864
Editorial: Una presidencia agotada
Política: Oportunidad perdida para el presidente Saca
Sociedad: El agua (problemática) de cada día
Regional: Cautela ante el proceso de la reforma de ley migratoria en Estados Unidos
Reporte IUDOP: Más crisis penitenciarias
Derechos Humanos: Justicia a cuentagotas
Documento: Declaración conjunta de los movimientos en defensa del agua
Una presidencia agotada
El capítulo de las elecciones de marzo no puede cerrarse con un simple dar la vuelta a la página para volver a la rutina, porque la institucionalidad ha salido más debilitada aún por los partidos políticos y, en particular, por el mismo presidente Saca, por su doble papel de Presidente de la República y de ARENA. El mandatario se presentó en las actividades partidarias como presidente de ARENA, pero hizo promesas en cuanto Presidente de la República. Su discurso fue tan violento y demagógico como el de cualquier dirigente tradicional de ARENA, pero nunca dejó de fungir como Presidente de la República. Defendió los intereses de ARENA como cualquier dirigente entregado, pero usó el poder del Presidente de la República para imponerlos. En un acto inexplicable, el presidente proclamó alcalde de San Salvador al candidato de ARENA, con lo cual sobrepasó las competencias del Tribunal Supremo Electoral. Al final, proclamó a un perdedor, con lo cual comprometió aún más su autoridad. En el mejor estilo de “ordeno y mando”, recién concluido el escrutinio, convocó a los partidos políticos para negociar la conformación de la junta directiva de la nueva legislatura, con lo cual atropelló la dignidad de todos ellos y hasta sus aliados de derecha le salieron respondones, por invadir un terreno que no es de su competencia. Saca salió de las elecciones con un reducido poder de convocatoria, pues es imposible no identificarlo como el presidente de ARENA.
En un vano intento por justificar su aventura electoral, el mandatario recurrió
a un falso argumento de autoridad. Su participación habría sido apegada a
derecho porque él así lo afirma y frente a esta afirmación no hay argumentación
constitucional que valga. La Corte Suprema de Justicia no se atreverá a declarar
inconstitucional su intervención. La Asamblea Legislativa no tiene poder
político para pedirle cuentas. El Fiscal General tampoco actuará de oficio y el
Tribunal Supremo Electoral ya dio la vuelta a la página. Alegar la práctica de
países como Estados Unidos es improcedente, pues Saca pedía el voto para él,
mientras que los presidentes estadounidenses lo piden para el candidato. Otro
argumento es la novedad, la cual explicaría, según él, la extrañeza. De acuerdo
a la lógica presidencial, lo novedoso, en sí mismo, sería legal. En esta
argumentación es imposible pasar por alto la vanidad presidencial. Saca lo hizo
por primera vez y Saca lo declara constitucional. Saca hace lo correcto, y los
que forman equipo con él también; los demás están en el error. La conclusión
presidencial es todavía más singular, la aventura electoral del presidente Saca
no hay que tomársela a la tremenda, porque sería parte del juego electoral. Su
intervención, así como las graves acusaciones que lanzó en los mítines, no
tendrían ninguna importancia. Con el mismo aplomo con el cual defendió su
aventura, el presidente Saca, pasadas las elecciones, afirma que los extremos
que pudieran haberse dado fueron parte del calor de la contienda, cuyo propósito
era hacer que la ciudadanía comprendiera su mensaje sobre cómo votar de forma
correcta. Ahora lo políticamente correcto sería pasar la página y olvidar lo
ocurrido. Así como exacerbó las tensiones sociales y políticas existentes, ahora
toca llamar al diálogo y la concertación. Así como acusó al FMLN de asociación
con los pandilleros, ahora ambos deben decidir de común acuerdo el futuro del
país. Pero la situación no es tan sencilla.
A juzgar por los resultados, el mensaje presidencial no penetró. ARENA no sólo
no alcanzó sus metas, sino que la correlación de fuerzas de la próxima
legislatura será aún más complicada que la actual. La gobernabilidad, el gran
argumento para pedir una Asamblea Legislativa controlada por ARENA, será aún más
difícil por el desprestigio de la credibilidad y la autoridad presidencial. A no
ser que haya gestos dramáticos, al gobierno de Saca le queda poco por hacer. Sin
una novedad mucho más impactante que su participación en la campaña electoral,
su presidencia ya ha dado de sí todo lo que podía. Los tres años que le quedan
al frente del poder ejecutivo serán aún más tortuosos que los dos primeros.
Así lo muestran las prisas por conseguir la aprobación legislativa de varios
préstamos por más de 300 millones de dólares, por elegir al Fiscal General y a
los magistrados de la Corte Suprema de Justicia y, eventualmente, una reforma
electoral que implicaría modificar la Constitución. Por otro lado, ha iniciado
una nueva ronda de diálogo con las dirigencias de los partidos políticos, al
igual que lo hizo al comienzo de su mandato, para limar asperezas. Desde
entonces hasta ahora, confiado en que se trataba de un compás de espera,
mientras acumulaba fuerzas para apoderarse de la Asamblea Legislativa, los
despreció. Ante el fracaso de su plan, el presidente ha comenzado de nuevo, pero,
a diferencia de entonces, como mucho menos credibilidad y legitimidad. Por eso,
el FMLN no acudirá a la cita, sino que negociará en el seno legislativo. Tampoco
volverá a la mesa de gobernabilidad, la cual ahora tiene menos representatividad
que antes, por el desgaste experimentado por el presidente Saca.
No obstante, nada de lo que se propone conseguir le saldrá gratis, pues necesita
los votos del FMLN, el cual pedirá concesiones importantes, o bien deberá acudir
al llamado Grupo de los 13. Pero estos votos dependen de una serie de puntos que
este grupo exigió a cambio de la aprobación del endeudamiento que despejó el
camino para el presupuesto de este año. Al pedir más, ARENA se encuentra con que
todavía no ha cumplido con todo lo comprometido en esa negociación. Están
pendientes el plan de endeudamiento y de pago del país, la revisión de los
despidos arbitrarios del Ministerio de Gobernación y la revalorización de las
pensiones. Las nuevas peticiones tendrán un precio adicional para ARENA. En la
próxima legislatura, sabedor de su poder, el PCN pedirá un alto precio por sus
diez votos, necesarios para que ARENA obtenga la mayoría simple. El aliado
incluso ya ha pasado una primera factura por adelantado y exige revisar las
urnas de Cabañas. Del recuento de votos depende si el máximo dirigente de este
partido, una pieza clave para las movidas de ARENA en la Asamblea Legislativa,
se queda o sale de ésta. Sólo puede quedarse si ARENA sacrifica a uno de los dos
diputados que obtuvo en Cabañas, pero con eso, además, corre el riesgo de que
aparezca el fraude que lo favoreció.
Aun así, la votación calificada es casi imposible, a no ser que el presidente
Saca ceda en puntos hasta ahora intocables. Necesitará de mucha habilidad
política para poder gobernar, en los tres largos años que le quedan. Escudarse
en que el FMLN se niega a negociar, no le ayuda en nada. Exigir que se pliegue a
su agenda política, es una ilusión. Relanzar la llamada mesa de gobernabilidad
para sentar a los partidos alrededor de su comisionada, mientras, por otro lado,
negocia con algunos de estos partidos o intenta comprar votos de diputados de
otros, sólo contribuirá a exacerbar las tensiones existentes. El presidente Saca
se encuentra en un enorme aprieto, tiene menos poder, menos credibilidad y
autoridad y para gobernar no sólo necesita del PCN, sino también del FMLN, su
adversario histórico.
Oportunidad perdida para el presidente Saca
En un contexto en el que se tuvo que encajar la derrota, por un margen mínimo, en la elección por la alcaldía de San Salvador, el partido ARENA y en particular, el presidente Saca, perdieron una oportunidad para paliar un tanto la crisis producida por su desafortunada intervención en la campaña electoral. Nos referimos a la respuesta gubernamental al veredicto de la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre el caso de las hermanas Serrano.
Como se sabe, la Corte confirmó la responsabilidad del Estado salvadoreño en la
desaparición de las niñas Serrano en 1982, a manos de la Fuerza Armada, por lo
cual dictó una serie de medidas encaminadas a restablecer la dignidad moral de
las víctimas —que aún siguen desaparecidas— y de sus familiares. La más
importante era la que ordenaba al Estado salvadoreño pedir disculpas a las
víctimas en la voz de “sus más altas autoridades”, en un acto público, que se
celebraría en el lugar de los hechos, Chalatenango, el día 22 de marzo.
Lo único que se cumplió fue el acto público. El gobierno salvadoreño, como ya se
ha dicho, ni comisionó a “sus más altas autoridades”, ni mucho menos pidió
disculpas. El presidente Saca, que no tuvo empacho en aparecer públicamente
durante la campaña electoral para pedir el voto ciudadano por los candidatos de
su partido —creando, así, un conflicto no sólo institucional, sino también ético,
aunque el mandatario no pareció inmutarse ni por lo uno ni por lo otro—, sí que
tuvo dificultades para estar presente en el acto de desagravio. Un día antes
había ratificado la voluntad de su gobierno en cumplir la sentencia de la Corte,
dados los “cumplimientos económicos” que debía “cumplir” el país, lo cual, dicho
de una forma más directa, significaba que estaba dispuesto a acatar las medidas,
so pena de enfrentar sanciones económicas.
Esto último es el talón de Aquiles de los gobiernos de ARENA. Durante mucho
tiempo, las administraciones areneras se negaron a ratificar una serie de
convenios en materia de defensa de los derechos laborales. La Unión Europea tuvo
que amenazar con excluir a El Salvador de los beneficios del Sistema General de
Preferencias si no ratificaba los convenios de la Organización Internacional del
Trabajo (OIT). De otra manera, el gobierno salvadoreño no cambiaría de postura.
Los “cumplimientos económicos que el país tiene que cumplir” fueron la única
manera de obligar al actual gobierno a admitir que debía actuar conforme a los
más elementales principios de legalidad.
Estos hechos se enmarcan en una coyuntura que comenzó con la proclamación precoz,
por parte de Saca, del candidato arenero Rodrigo Samayoa como ganador de la
comuna capitalina, el 12 de marzo. La proclamación fue una respuesta al hecho
similar protagonizado por el FMLN, el cual adjudicó la victoria a quien, en
definitiva, resultó ser la ganadora, Violeta Menjívar. El siguiente movimiento
se da el 13 de marzo. ARENA cambia sorpresivamente de tono. El presidente
desaparece de la escena y deja solo a Samayoa, quien afirma que no hay que
precipitarse en adelantar resultados, sino esperar los datos definitivos del
Tribunal Supremo Electoral (TSE). Tras sucesivas postergaciones, se da el tercer
momento: la protesta callejera organizada por los simpatizantes del FMLN, la
noche del 15 de marzo. Como consecuencia de lo anterior, el día siguiente se dan
a conocer los resultados, que favorecen a la candidata efemelenista.
El revés fue duro para ARENA y para su presidente, quien felicitó a Menjívar. En
ese momento, se comprobó que la apuesta que hizo Saca fue desafortunada y,
además, sumamente cara en términos políticos. Para revertirla, el mandatario
volvió a hablar de concertación, como lo hizo para diferenciarse del
autoritarismo de su predecesor, Francisco Flores.
Promesa incumplida
Saca, que se jacta de ser un funcionario que sí cumple sus promesas, nuevamente
faltó a la palabra empeñada. Envió en su representación al canciller Laínez,
quien dista mucho de ser una de las “más altas autoridades” del Estado, más allá
de la importancia del cargo que posee.
El ministro de Relaciones Exteriores dio un discurso superficial que en modo
alguno se asemejaba a una petición de perdón oficial. No extraña que halla sido
recibido con abucheos por parte de los asistentes y con indignación, por parte
de la familia Serrano. Laínez se limitó a decir que lamentaba lo sucedido. Nada
más. “El Estado de El Salvador lamenta profundamente todos los hechos sucedidos
durante el conflicto armado que imperó en nuestro país por más de 12 años, el
cual afectó directamente a todas y cada una de las familias salvadoreñas” y
“lamenta especialmente los casos que afectaron a la niñez y entre ellos los
relacionados con Erlinda y Ernestina Serrano Cruz y se solidariza con ellas y su
familia en los términos que dicta la sentencia de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos”, fue lo único que acertó a decir Laínez.
Se perdía, así, la oportunidad de demostrar que, efectivamente, el gobierno
tenía la voluntad de “pasar la página” de unas elecciones de las cuales lo
mínimo que puede afirmarse es que fueron accidentadas, por no decir irregulares.
“Pasar la página”, pero no en el sentido de olvidar estas irregularidades y
actuar como si nada ha ocurrido, sino en el sentido de superar las conductas
negativas en que se incurrió. De haber cumplido la medida dictada por la Corte,
el presidente Saca se hubiera anotado una victoria política importante, que, a
lo mejor, le hubiera dado un mayor margen de maniobra a él y a su partido en
este momento de reacomodo político posterior a las elecciones. Hubiera ganado la
margen de credibilidad que tanta falta le ha hecho a la hora de ofrecer, como lo
hizo al entrar en gestiones, concertación con las demás fuerzas políticas.
De esa manera, Saca sí hubiera dado indicios fehacientes de tener voluntad de
“pasar la página” del autoritarismo arenero y de fomentar los métodos
democráticos para gobernar el país. Antes del 22 de marzo, la oposición política
no le daba ni un centavo de credibilidad a las ofertas del presidente. Mucho
menos lo harán después del desplante hecho a los familiares de las hermanas
Serrano.
¿Por qué razón actuó Saca de esa forma? Podría argumentarse que no se decidió a
dar el salto que suponía admitir la responsabilidad del Estado salvadoreño en
los crímenes de guerra, aduciendo que tendría que enfrentar las represalias de
los sectores “duros” de su partido. En todo caso, ello significaría que es más
importante mantener contentos a esos sectores que buscar una solución al
malestar político generado por la manera en que se procedió durante las
elecciones. Podría decirse, pues, que, efectivamente, el mandatario representa
esos intereses y no los de la nación. El país no ha “pasado la página” de los
Acuerdos de Paz, por mucho que algunos lo pretendan.
En verdad, el gobierno de Saca no tiene interés en imprimirle un tono
concertador a los tres años que le quedan por delante. No hay voluntad de
concertación si, por ejemplo, se le ponen trabas a la humanitaria “Misión Verdad”,
del gobierno venezolano, por razones ideológicas. No hay voluntad de
concertación cuando, lejos de acuerpar la iniciativa de los alcaldes
efemelenistas de gestionar un acuerdo con Venezuela —conocido como “convenio
ENEPASA-PDV Caribe”— para obtener combustible más barato, el presidente no hace
más que buscar objeciones al respecto, igualmente por razones
político-ideológicas.
Es una oportunidad perdida y también la muestra que, por más maquillaje
mediático que se ponga, Saca dista mucho de ser un estadista que trabaje en
función de su país. Como los demás gobernantes areneros, Saca obedece únicamente
los intereses de su partido.
El agua (problemática) de cada día
El acceso al agua dulce genera discordia en El Salvador. Más aún su preservación y distribución. Las visiones en torno al asunto son encontradas: oscilan entre la mirada de los que carecen del vital líquido —cuya visión, desde la carestía, es harto pesimista— y la perspectiva de las autoridades gubernamentales —que se nutre de un dudoso optimismo y triunfalismo—. ¿Cuál es la visión correcta en torno al problema del agua en El Salvador? En lo absoluto se pretende aquí señalar culpables y víctimas. Sólo se parte de la siguiente constatación: el recurso escasea, las poblaciones afectadas reclaman y el Estado parece no responder a esas demandas. Las conclusiones derivan de esa constatación.
Cautela ante el proceso de la reforma de ley migratoria en Estados Unidos
Parece que a nuestros principales medios de comunicación escrita les cuesta mantener la información en perspectiva o, ¿es que expresamente impulsan un objetivo político tal que su idea es funcionar no como activadores de participación política de los ciudadanos y ciudadanas sino todo lo contrario? El martes 28 de marzo, publicaba La Prensa Gráfica (LPG) como tema del día: “Comité aprueba legalización”. Luego, al leer el texto detenidamente, lo cual no lo hace el lector promedio y eso lo saben perfectamente los editores de los diarios, se encontraba una “ensalada informativa”, ambigua de principio a fin, de donde con pinzas se rescataba un poco de información importante sobre el dictamen al que llegó el Comité Judicial del Senado el lunes 27 de marzo respecto a, y a favor de, una propuesta de ley migratoria que contempla la creación de un programa de trabajadores temporales legales. En Diario El Mundo (DEM) se resaltó la aprobación de la propuesta de ley en directa relación con las protestas de la sociedad civil hispana en Estados Unidos. “De protestas a satisfacción de hispanos”, titulaba el DEM una nota, cual triunfo absoluto de las demandas populares. El Diario de Hoy (EDH) señaló que lo que se había aprobado son visas de trabajo, y en ese punto mantuvo la perspectiva correcta. Pero luego, señaló como “importante conquista” de los inmigrantes la votación mayoritaria en contra de la criminalización de indocumentados y de sus protectores, lo cual es positivo claro, pero a estas alturas del camino es muy temprano para proclamar vencedores. Diario Colatino logró mantener la información en perspectiva, con cautela, titulando su nota principal, “En El Salvador a la expectativa del debate migratorio de USA”, presentando luego las expectativas de que lo aprobado por el Comité Judicial del Senado logre neutralizar en el proceso la polémica ley Sensenbrenner, a favor de la criminalización de los indocumentados.
Más crisis penitenciarias
En los últimos años, las constantes riñas, motines y revueltas carcelarias que han dado como resultado desenlaces fatales con varios centenares de internos muertos y heridos, han sido la nota preponderante que ha caracterizado la situación penitenciaría, lo cual se ha visto reflejado en el estado de emergencia casi permanente en que se mantienen muchos de los centros penales, que más que un estado excepcional, se ha vuelto un hecho consuetudinario. Se agrega, además, como dato relevante, las muertes de varios empleados de los centros penales, quienes presuntamente fueron asesinados por órdenes de algunos reclusos. Desde 1998 hasta la fecha, se reportan más de 150 asesinatos cometidos al interior de los centros penales, lo cual evidencia la falta de control absoluto por parte de las autoridades y el absoluto fracaso de la política criminal que ha prevalecido en el país, que ha negado o postergado el papel constitucional del Estado en la readaptación de las personas privadas de libertad.
Justicia a cuentagotas
Toda persona merece ser resarcida cuando le han violado algún derecho. Esa reparación, que no es automática, depende en buena medida de la acción oportuna y eficaz de las instituciones estatales encargadas de investigar los hechos e impartir pronta y cumplida justicia. Otorgar, por la vía judicial, un resarcimiento puede ser inútil, si se hace más allá de un plazo razonable, Lucio Anneo Séneca lo tenía claro cuando, siglos atrás, dijo que “nada se parece tanto a la injusticia como la justicia tardía”. Las palabras del gran filósofo romano, además de válidas, fueron clarividentes porque en la actualidad salvadoreña la lenta tramitación de casos en los tribunales es, quizá, la principal desventura para las personas procesadas y las víctimas.
Se trata de la acumulación de expedientes sin respuesta para las partes
interesadas, que desde hace varios años se señala como una de las deficiencias
más graves del sistema. En algún momento se pensó que semejante saturación
respondía a la lentitud propia de los litigios legales, por lo que se hicieron
reformas al respecto durante la década de los noventa en el pasado siglo. Los
cambios fueron favorables en lo penal y lo familiar; pero aún falta mucho por
hacer, mientras existan tardanzas injustificadas en lo laboral y lo civil.
Cuando es discrecional y deliberada, esa tardanza fomenta la impunidad a favor
del poder y debe superarse al igual que otros males.
La Constitución sustenta esa cruzada cuando en su artículo 182, número 5, obliga
a la Corte Suprema de Justicia a “vigilar que se administre pronta y cumplida
justicia”. Para ello, dice, deberá adoptar “las medidas que estime necesarias”;
incluso impone, en su artículo 17, la obligación de indemnizar a quienes sufren
retardación de justicia estableciendo la responsabilidad directa del funcionario
y subsidiaria del Estado. Por su parte, el Código de Procedimientos Civiles
también es categórico cuando señala en su segundo artículo que “los
procedimientos no penden del arbitrio de los Jueces, quienes no pueden crearlos,
dispensarlos, restringirlo ni ampliarlos, excepto en los casos en que la Ley lo
determine”. Eso manda la teoría, pero la práctica desde arriba hasta abajo
dentro del Órgano Judicial apunta a lo contrario.
Un asunto negativo notable es el retardo judicial provocado, para su beneficio,
por quienes intervienen en los procesos. Así por ejemplo, ciertos abogados y
también algunas abogadas piden lo que saben de antemano es imposible, ilegal e
improcedente, además de introducir pruebas que no tienen relación con la causa;
o presentan recursos sin sentido, dilatando el juicio para cobrar altos
honorarios. Además, existen situaciones ajenas al procedimiento que merecen
atención. Es el caso de la distribución desproporcionada del personal en los
tribunales, con relación a la cantidad de litigios que ingresan para ser
dirimidos. Hace más de un año, el Consejo Nacional de la Judicatura (CNJ) emitió
un informe que rescataba —entre varias— la siguiente disparidad: en un mismo
período, el Juzgado Cuarto de Paz de San Miguel recibió 1,166 expedientes para
ser atendidos por tres únicos colaboradores; en cambio, el Juzgado Primero de
Paz de Santa Ana, también contres colaboradores, tramitó 685 expedientes.
Quizá el factor que más interesa destacar de la justicia enajenada en el país,
es la influencia del poder fáctico y no tan oculto sobre el Órgano Judicial; se
trata de la “tríada” constituida por el grupo económico hegemónico, la yunta
Ejecutivo-ARENA y las empresas de difusión masiva con más recursos. Ese gran
peso específico entrampa o abrevia procesos para proteger sus intereses de
cualquier tipo, afectando los de sus contrapartes. Una de las pruebas concretas
de semejante influencia se da en materia constitucional. Ahí está, como ejemplo,
lo ocurrido con el recurso de amparo presentado en el caso de la masacre de Elba
y Celina Ramos, junto a seis sacerdotes jesuitas en noviembre de 1989; la Sala
respectiva —salvo el casi permanente, independiente y valiente voto disidente de
Victoria Marina Velásquez de Avilés— tardó más de año y medio para fallar a
favor de los responsables de las violaciones denunciadas.
En el plano político, una de las herramientas más valiosas de control es el
recurso de inconstitucionalidad. En teoría, por este medio se pueden anular las
decisiones del Ejecutivo y legislativas consideradas arbitrarias e
inconvenientes para el país; sin embargo, en la práctica resulta inútil cuando
la Sala que conoce enmudece, resuelve tarde o falla contra las víctimas según la
conveniencia de la ya mencionada “tríada” de poder. Eso pasó con la Ley
Antimaras, la de Integración Monetaria, el nombramiento de Julio Moreno Niños
como magistrado del Tribunal Supremo Electoral y —más recientemente— la
interpretación auténtica de artículo 13, atribución 1ª, de la Ley Órgánica del
Ministerio Público relativa a la acefalía de la Fiscalía General de la República.
Lo anterior no es secreto, ni siquiera para los Estados Unidos de América; hace
un año, el Departamento de Estado de ese país definió al Órgano Judicial
salvadoreño como “deficiente, lento y plagado de corrupción, y débil ante las
presiones políticas y económicas”. Eso explica, en buena medida, el interés de
ciertos sectores —para bien o para mal— en la próxima elección de cinco
magistrados titulares y sus respectivos suplentes dentro de la Corte Suprema de
Justicia (CSJ).
¿Qué pasaría si las víctimas de la tardanza y el error judicial exigieran la
indemnización que por Constitución les corresponde? Se presionaría a jueces y
magistrados negligentes; temblaría, en definitiva, el actual sistema corrupto e
ineficaz. En España, por ejemplo, se cuenta con mayores garantías para que la
justicia se imparta de manera ágil y eficiente al existir un seguro para que los
jueces reparen, en efectivo, cuando son responsables de algún perjuicio.
Disposiciones como ésta le metería presión a la judicatura y al resto de la
burocracia judicial, para ser más responsables en sus actuaciones. La CSJ y la
Asamblea Legislativa deberían dar muestras de su voluntad para avanzar en este
tema reformando, en el término más corto posible, la Ley de Procedimientos
Constitucionales a fin de establecer plazos concretos para resolver el fondo en
los procesos de exhibición personal, inconstitucionalidad y amparo.
¿Qué sucedería, además, si la misma Corte Suprema y el CNJ adoptaran medidas
para distribuir la carga laboral de los tribunales en el país? Con una reforma
administrativa y legal se podrían crear nuevos juzgados para las materias y los
lugares más necesarios y convenientes. Si eso no es posible por razones
presupuestarias, se puede impulsar la depuración de los procesos que actualmente
se tramitan; para esto, se cuenta con la experiencia de los tribunales de
familia que asignaron a jueces suplentes resolver cierta cantidad de procesos.
Se pueden enumerar otras medidas concretas para agilizar la impartición de
justicia. Pero la clave seguirá girando en “despartidizar” la elección de las y
los integrantes de la Corte Suprema; por ello, resulta apremiante e inexcusable
apostarle a la “judicialización” de este Órgano de gobierno. Se debe superar el
derecho no escrito del reparto de magistraturas por cuotas para comenzar a
valorar la capacidad, la honorabilidad y la experiencia de las personas que se
postulan; se debe aspirar a que exista una judicatura dispuesta a procesar y
condenar cualquier persona cuando haya hecho méritos para ello,
independientemente de su influencia política, económica o social. Así el
profesionalismo, la independencia y la valentía se convertirían en la regla y no
la excepción, como ocurre ahora en la Sala de lo Constitucional; se iniciaría,
además, la erradicación del uso abusivo, oportunista y arbitrario de los plazos
en los procesos judiciales. Se trata, en definitiva, de hacer un esfuerzo
nacional para que la justicia solicitada por las víctimas no llegue —cuando
llega— a cuentagotas, sino de forma oportuna.
Cabe entonces recordar el mensaje de Daniel Viglietti y José María Tojeira
durante la reciente celebración del Festival Verdad 2006. Ambos, el primero a
través de su célebre canción y el segundo con la aplicación de la misma a la
realidad salvadoreña, dejaron clara la necesidad urgente de “desalambrar”
instituciones y mentes para transformar en serio y a fondo la sociedad. De ahí
que víctimas y funcionarios comprometidos con éstas, deban trabajar de la mano
para erradicar todos los obstáculos que impiden liberar la justicia en El
Salvador. Hay que romper, pues, el cerco en que la tiene cautiva un sector
privilegiado de la sociedad.
Declaración conjunta de los movimientos en defensa del agua
Presentamos a continuación el texto firmado por las
organizaciones de la sociedad civil que convocaron a una cumbre paralela en
protesta por el IV Foro Mundial del Agua, celebrado en la Ciudad de México D.F.,
entre el 16 y el 22 de marzo pasados.
Declaración conjunta de los movimientos
en defensa del agua
Del 14 al 19 de marzo, nosotros, seres humanos con una visión integral de la
vida, activistas de movimientos sociales, organizaciones no gubernamentales,
redes que luchan en todo el mundo por la defensa del agua y territorio y de los
bienes comunes, hemos compartido ideas, luchas, inquietudes y propuestas. Al
mismo tiempo nos hemos dado cuenta de cómo las experiencias de lucha han
cambiado la realidad en todos los lugares del planeta, deteniendo el proceso de
privatización del agua. Ya no estamos en la defensiva, somos capaces de promover
propuestas concretas que ya caminan en la vida de cada rincón del planeta.
A partir del espíritu de Caracas que sumó a muchas organizaciones del mundo
alrededor de la defensa del agua, ahora ya tenemos en nuestra historia y corazón
las luchas de La Parota, La Laguna, Xoxocotla, Acuitlapilco y muchas otras de
México y el mundo. La humanidad y el compromiso de los que organizaron este Foro
es un éxito en la construcción de nuestro movimiento.
Por todo esto, en continuidad con los encuentros de los años anteriores durante
los Foros Sociales Mundiales, los movimientos sociales que en todo el planeta
luchan por el derecho al agua en una visión ecosistémica e integral y en contra
de su mercantilización al interior de todos los ámbitos (doméstico, agrícola e
industrial) confluimos en una plataforma de acción común sobre los problemas de
cada lugar en función de una estrategia global.
Tel: +503-210-6600 ext. 407, Fax: +503-210-6655 |
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