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año 16 número 711 mayo 29 1996 ISSN 0259-2864 Dos años malos Recrudece la violencia política La estrategia gubernamental hacia el sector agropecuario El paro de los empresarios del transporte Un nuevo paro en la zona oriental Panamá: entre la impunidad y la justicia ¨Cómo enfrentar los problemas? Dos años malos Los dos primeros años del segundo gobierno de ARENA han resultado malos para el país. El gobierno no sólo no ha cumplido con las metas que él mismo se puso, sino que la situación general de la población es peor ahora que hace dos años. Ni el hombre ni la mujer salvadoreños se encuentran en el centro de la práctica política ni el desarrollo social es una prioridad, ni siquiera el desarrollo económico, en términos neoliberales, está garantizado. Peor aún, persiste la falta de dirección en la política gubernamental a raíz de las divisiones internas de ARENA. Los logros más destacados en estos dos años son la estabilidad macroeconómica, conseguida cumpliendo fielmente los dictados de los organismos internacionales y por la cual la población está pagando un costo sumamente elevado no compensado, y la reforma educativa, que se esfuerza por extender la cobertura y mejorar la calidad de la educación. También se puede considerar un logro la conformación de la Policía Nacional Civil que, con vacilaciones, se esfuerza por responder a su mandato, derivado de los acuerdos de paz. Por lo demás, el gobierno actual se encuentra entrampado. La estabilidad macroeconómica está siendo seriamente cuestionada por la falta de productividad y por la extensión y profundización de la pobreza. Hay señales bastante claras de que la economía no está respondiendo a las expectativas neoliberales. El dinero se ha vuelto escaso y caro. El desempleo es señalado por la opinión pública como la causa primera de la delincuencia común. Los comerciantes se quejan de desaceleración o contracción. Otros proponen privatizar cuanto antes las comunicaciones y la energía eléctrica como la gran solución. Mientras tanto, los directores de la economía nacional tratan de calmar los ánimos de unos y otros, asegurando sin convencimiento que todo marcha bien y que las dificultades son pasajeras. Pero el índice del crecimiento económico tiende a la baja implacablemente. El desarrollo social tuvo mucha importancia en el discurso oficial, pero ya ha caído en desuso, incluso a este nivel. Por lo que toca al presupuesto, la cantidad asignada al área es menor que la de 1995, cerrando la posibilidad de representar el 50 por ciento al final de mandato del gobierno actual, tal como lo prometió su presidente. Sólo en educación se notan avances prometedores. Las enfermedades contagiosas que se habían dado por erradicadas han vuelto a causa de la pobreza generalizada. La atención sanitaria sigue siendo deficiente, pese a los esfuerzos del ministro por mejorar su imagen. Decenas de miles de familias carecen de techo y muchas ni siquiera tienen donde aponsentarse. El medio ambiente se degrada cada vez más, sin que el gobierno tenga ideas sobre cómo detener su deterioro. El país no puede andar bien socialmente si la riqueza nacional se concentra cada vez más en muy pocas manos, aquellas que se apoderaron de la banca. Lo que sobre a estos grandes capitales es poco para atender las necesidades cada vez mayores de la inmensa mayoría de la población. En estas condiciones, la paz social sigue siendo una meta imposible. De ahí que la única respuesta gubernamental ante la protesta social sea la represión. El diálogo gubernamental con los partidos políticos y con otros sectores sociales es un recurso que únicamente se usa cuando el presidente de la república necesita su respaldo, pero de él no se siguen discusiones para buscar solución estructural a los graves problemas nacionales. El presidente de la república no sólo no oye a la oposición, sino que se permite despreciarla en público. Sólo presta atención a las necesidades de su partido y del reducido grupo que lo apoya. Mientras tanto, ARENA cierra rápidamente los espacios abiertos por los acuerdos de paz para discutir ampliamente los problemas nacionales. La transición se encamina no hacia la democratización, sino hacia un autoritarismo de corte mexicano. El final de la guerra se hace sentir en todos los ámbitos de la vida nacional, pero sin alcanzar los objetivos democratizadores de los acuerdos de paz. En este sentido, se perdió una oportunidad histórica para repensar y modernizar el país, desde una perspectiva democrática. La responsabilidad mayor es de la derecha, pero también la debilidad de la izquierda tiene su parte. Desde octubre del año pasado, el gobierno quería deshacerse de la misión verificadora de Naciones Unidas, pero ésta decidió quedarse ante la falta de cumplimiento de compromisos importantes. La corrupción, la violencia del crimen común y organizado, y la impunidad son realidades que han llegado para quedarse y con las que, lamentablemente, hay que aprender a convivir. El gobierno actual, pese a sus promesas, ha demostrado carecer de voluntad política para enfrentar estas lacras sociales. Todavía no ha puesto en la cárcel a un sólo de los grandes responsables de la corrupción, del crimen organizado o de la impunidad, al contrario, los deja escapar y, como si esto fuera poco, les proporciona garantías legales. Dos años después de haber asumido el poder del Estado, el gobierno actual no sólo no ha resuelto ninguno de los problemas graves que aquejan a la población, sino que éstos han empeorado. En realidad, es poco lo que ha hecho por el bien del país. La coyuntura del segundo aniversario expresa bien los problemas estructurales: subida de los precios del pan y los frijoles, paro del transporte público, el hijo de un alto funcionario del gobierno anterior y un sacerdote secuestrados, amenaza de inundaciones, cólera y otras enfermedades, división en el partido oficial, un escuadrón de la muerte en Berlín, una bomba en una empresa del ex presidente Cristiani. En tan malas circunstancias, ni siquiera el apoyo incondicional de la arquidiócesis de San Salvador puede ayudar a mejorar la imagen del gobierno y mucho menos a que revise y cambie de rumbo por el bien común. Recrudece la violencia política Un segundo atentado dinamitero dirigido contra las instalaciones de la compañía Seguros e Inversiones (SISA), la noche del 23 de mayo, ha puesto finalmente en estado de alerta a las principales estructuras gubernamentales y ha motivado una intensa actividad política al interior de los principales grupos dirigentes del país (políticos, empresarios, etc.). Tal atentado ocurre casi exactamente un mes después de que un coche bomba fue hecho explotar en las cercanías de la residencia del ex-presidente Alfredo Cristiani (Proceso, 707) quién es en la actualidad el principal accionista de la empresa aseguradora siniestrada y una de las cabezas visibles del grupo de influyentes empresarios que controlan el manejo de la banca y las finanzas en el país. A estos atentados explosivos quizá podrían también sumarse otros dos hechos un poco más confusos y oscuros -el reciente robo de casi cuatrocientos mil dólares en la residencia de la madre del ex-presidente y la sospechosa caída de un helicóptero propiedad de una de sus empresas hace un par de meses atrás- que indicarían una sistemática campaña de intimidación y acoso contra el ex-mandatario, en particular, y, en general, contra el grupo empresarial que lidera. En este sentido, el Ministro del Interior, Mario Acosta Oertel, declaró a la prensa que "aquí hay grupos, gente interesada en que el proceso (de paz y reconciliación) no funcione y que buscan alejar al expresidente Alfredo Cristiani de las actividades políticas y que se retire de la actividad empresarial". Naturalmente, las implicaciones de esa presunta campaña de intimidación y acoso transciende la mera intencionalidad personalizada o de facción de sus ejecutores. Como en todo caso de recurso extremo a mecanismos de violencia política, los atentados dinamiteros han venido a estremecer la incipiente institucionalidad democrática del país. Por ello, este segundo atentado a movilizado a las principales estructuras gubernamentales conscientes al fin de que tolerar el accionar de grupos y/o facciones clandestinas y autónomas con motivaciones políticas constituye la vía más expedida de perdida de legitimidad y, por ende, del rompimiento de cualquier ordenamiento sociopolítico. Ello significa que si bien para el gobierno resultara a todas luces sumamente incómodo reconocer la ya inocultable existencia de serias fisuras y divisiones al interior de los principales grupos representados dentro del partido ARENA; hacerse del ojo pacho frente a las mismas y minimizar los actos de rivalidades de las facciones enfrentadas supone la caída en una inaceptable situación de anarquía social o el preámbulo para un regreso al autoritarismo. En efecto, a diferencia del anterior atentado explosivo que no motivo ninguna actuación especial por parte del poder ejecutivo, en el presente atentado el gobierno convocó con carácter de urgente sendas reuniones extraordinarias en la sede de Casa Presidencial. La primera fue sostenida con representantes de los principales partidos políticos de oposición al término de la cual fue suscrito un decidido pronunciamiento en contra de "los actos terroristas que en días recientes se han perpetrado, poniendo en serio peligro el proceso de paz". La segunda reunión, en cambio, tuvo lugar con los líderes de las principales gremiales empresariales y se manejo con un tono similar. La condena en contra del atentado ha sido, pues, unánime. Representantes de los sectores sociales, económicos, políticos e, incluso, eclesiales se pronunciaron contra la escalada de violencia política vivida en las últimas semanas. De hecho, en declaraciones a la prensa y en un mensaje a la nación, pronunciado la noche del 24 de mayo, el Presidente Calderón Sol manifestó que "vamos a poner todo el peso de la ley sobre los autores intelectuales y materiales de estos hechos... Todavía quedan grupos que no entienden que con violencia y terrorismo no se resuelven los problemas". Sin embargo, la defensa de la incipiente institucionalidad democrática exige resultados efectivos. En tal sentido, todos los incidentes relacionados con el auge de la violencia política deberían ser investigados exhaustivamente y los responsables intelectuales y materiales deberían poder ser capturados y enjuiciados. Unicamente de esa manera las "fuerzas disociadoras, que quieren levantar cabeza, (podrían ser) controladas y desarticuladas". Queda por ver entonces si la voluntad política gubernamental es capaz de alcanzar resultados confiables en un corto plazo. El Presidente Calderón Sol también anunció que expertos norteamericanos del FBI colaborarían con los técnicos en explosivos de la Policía Nacional Civil (PNC). Pero ello, después de todo, no es garantía de un rápido avance en las investigaciones. Recordemos, por ejemplo, que otros casos de violencia terrorista como el atentado contra la sede de FENASTRAS, en octubre de 1989, a pesar de contar con el apoyo de peritos extranjeros nunca pudo esclarecerse satisfactoriamente. Por otra parte, la declaraciones de los principales jefes policiales del país no permiten abrigar mayores expectativas al respecto aunque dicho caso ponga particularmente a prueba la capacidad investigadora de la PNC. En efecto, el ministro de Seguridad Pública, Hugo Barrera, ha declarado en este sentido que "estamos claros que éste es el segundo acontecimiento negativo que se da en este sentido. Esto lleva bastante tiempo y para poder concretar acciones tenemos que estar absolutamente convencidos y seguros de que las pistas que hemos estado siguiendo son precisamente las que relacionan a las personas que han cometido estos hechos". Sin embargo, no debería ser difícil identificar al menos el lugar de procedencia y la fisonomía general del grupo o facción que se encuentra tras los atentados explosivos. Las investigaciones realizadas tanto por la Comisión de la Verdad como por parte del Grupo Conjunto constituyen un buen punto de partida para desentrañar de una buena vez por todas el oscuro mundo y la naturaleza de los integrantes de los grupos clandestinos paramilitares con motivación política. También es cierto que es un secreto a voces, más allá de la validez del compromiso informal entre los partidos para no acusarse mutuamente, que la fuente del actual ciclo de violencia política proviene del seno de la derecha nacional habida cuenta de la tradición violenta y escuadronera del partido ARENA. Por otra parte, no resulta gratuito que las diferencias de intereses dentro de los principales grupos del partido en el gobierno estén alcanzando esas inaceptables cuotas de violencia política en razón de la severa crisis de eficacia y descredito que a lo largo de los dos años del mandato del Presidente Calderón Sol ha arrastrado la actual administración. De hecho, si algo parece estar ganando un rápido consenso entre los analistas del desempeño político es que, por las razones que sean, el gobierno ha sido incapaz hasta la fecha de diseñar y proponer un modelo viable de desarrollo y de convivencia social en donde se encuentren integrados los múltiples intereses de los diversos actores nacionales. Al fallar el gobierno en cumplir con esa crucial función organizadora y concertadora, la sociedad salvadoreña puede verse condenada a un nuevo ciclo de descomposición social, violencia política y de predominio de la fuerza. La estrategia gubernamental hacia el sector agropecuario En medio de peticiones del sector empresarial para adoptar un "plan de emergencia" para revertir el proceso de desaceleración económica, el gobierno ha anunciado un nuevo plan diseñado para impulsar la producción del sector agropecuario. A la condonación de la deuda agraria anunciada a principios de mayo (Proceso, 708), se han sumado nuevas iniciativas anunciadas por autoridades del Banco de Fomento Agropecuario (BFA) y del Ministerio de Agricultura y Ganadería, entre otros. Parece que existe consenso en torno a la necesidad que tiene el sector agropecuario de contar con una política sectorial para impulsar su actividad productiva. Asimismo, se acepta que éste se encuentra fuertemente ligado a las señales enviadas a través de la política macroeconómica, como por ejemplo la política cambiaria, la política monetario-crediticia y la política arancelaria. Los programas de ajuste implementados en El Salvador han evidenciado que, en la práctica, la política cambiaria ha tenido poco que ver con la producción agropecuaria tanto de exportaciones como de granos básicos. En cambio, la política monetaria-crediticia está fuertemente vinculada con la inversión y la producción en el agro; y, por su parte, la política arancelaria determina el nivel de protección de los productores nacionales frente a las importaciones agropecuarias la cual por cierto se proyecta disminuir en los próximos meses. En las siguientes líneas se persigue emitir una valoración preliminar de la estrategia gubernamental hacia el agro anunciada para este año, considerando algunas de las variables que afectan la actividad del sector agropecuario. Los planes gubernamentales Ante las exigencias empresariales de adoptar medidas de emergencia para reactivar a los sectores productivos, el gobierno ha respondido anunciando planes para agilizar el otorgamiento de créditos para el sector agropecuario. De acuerdo al discurso oficial, las perspectivas para el próximo año son buenas de cara a las "favorables condiciones del nuevo invierno y mejores expectativas de los precios internacionales de cereales, granos básicos y nuestros productos de exportación". De esta suerte el gobierno ha anunciado la creación de una línea crediticia a través del Banco de Fomento Agropecuario (BFA) con la cual se pretende financiar la producción de granos básicos a tasas de interés del 12%, las cuales son sensiblemente inferiores a las imperantes en el sistema financiero privado. Adicionalmente, se ha anunciado la emisión de un nuevo instrumento financiero denominado "Certificado de Depósito a Plazo Agropecuario" (CEDEAGRO), con el cual se pretende hacer llegar recursos a las instituciones financieras privadas para que estas, a su vez, los coloquen como créditos de avío e inversión. Por otra parte, para garantizar el crédito a los pequeños agricultores se habría creado un fondo de garantía para avalar créditos para el cultivo de granos básicos y también para las cooperativas del sector reformado y para los afectados por el conflicto. Aún resta por ver los resultados de esta estrategia; empero puede adelantarse que no es tan ambiciosa como el gobierno pretende hacer creer, pues el BFA cubre sólo un pequeño porcentaje de los créditos agropecuarios, mientras que los fondos de garantía no modifican sensiblemente la inaccesibilidad al crédito para los sectores de menores ingresos. Como se trata de argumentar a continuación, en realidad existen otros factores (internos y externos) con mayor incidencia en la producción agropecuaria. Algunos determinantes de las agroexportaciones Las exportaciones tradicionales como el café dependen fundamentalmente del comportamiento del mercado internacional, ya que en este se determinan tanto el nivel de su demanda como su precio. Los instrumentos de política macroeconómica no provocan efectos notables sobre el valor de las exportaciones de café; en cambio las exportaciones no tradicionales sí pueden verse afectadas por una modificación del tipo de cambio, aunque solamente de forma temporal. Algunos estudios establecen que ante procesos de devaluación de la moneda, como el ocurrido en 1986, podrían experimentarse mejorías en los niveles de exportaciones no tradicionales, pero posteriormente ello podría ser contrarrestado por los altos niveles inflacionarios que se desatan con la devaluación. Recientemente, las exportaciones no tradicionales han experimentado un crecimiento limitado, en relación al de las importaciones en un contexto de estabilización del tipo de cambio y de reducción del crédito hacia el sector agropecuario. En lo tocante a las exportaciones tradicionales, cabe destacar que actualmente el comportamiento de los precios del café ha determinado que el valor de las exportaciones tradicionales experimente un comportamiento errático, sin que existan perspectivas de estabilización en el corto plazo. Granos básicos y política económica Históricamente la producción de granos básicos ha sido la fuente de ingresos y alimentos de las familias campesinas que no pueden incorporarse plenamente a la agricultura de exportación. Los granos básicos se producen para el consumo interno y en la mayoría de casos para el autoconsumo y consecuentemente no existen exportaciones de los mismos. Dado que los granos básicos se comercializan esencialmente en el mercado interno, la producción es más sensible al nivel de precios internos que al del tipo de cambio. La política de precios al productor desarrollada por el Estado ha perseguido mantener los precios bajos mediante la importación de granos básicos a precios bajos y/o con aranceles preferenciales. Así, una política destinada a favorecer a los consumidores de granos básicos ha provocado que la producción de los éstos no sea rentable, con lo cual la misma se está limitando cada vez más al ámbito del autoconsumo campesino. Existen contradicciones entre la promoción de la producción de granos básicos y el ingreso real de los sectores consumidores, pues mayores precios la productor pueden implicar mayor rentabilidad y mayores niveles de producción, pero al mismo tiempo significan mayores niveles de inflación y reducción de los ingresos reales de las familias. Ante esta disyuntiva el gobierno ha optado por una política de contención de los precios. Consideraciones Las perspectivas de estimular una recuperación del sector agropecuario parecen depender fundamentalmente de los mercados internacionales de las exportaciones tradicionales, de la competitividad de las exportaciones no tradicionales y de los precios internos de los granos básicos. La estrategia gubernamental busca, fundamentalmente, incidir sobre la política crediticia hacia el sector agropecuario dejando sin tratamiento otras dimensiones más complejas de la problemática tales como el bajo nivel de crecimiento de las agroexportaciones y los bajos niveles de precios al productor de granos básicos. Sumado a ello, se están ignorando las repercusiones negativas que sobre la producción agropecuaria tendrá el programa de desgravación arancelaria que se ejecutará de forma unilateral en los próximos meses. No se trata de decir que la asignación del crédito no sea una condición importante para el desarrollo agropecuario; sin embargo, debe señalarse que en los últimos años han surgido nuevos condicionamientos relacionados con los mercados internacionales y las recientes políticas de estabilización económica que necesitan ser incorporados a la estrategia de reactivación del sector agropecuario. El paro de los empresarios del transporte Este lunes 27 de mayo, a raíz de la convocatoria de la Asociación de Empresarios de Autobuses Salvadoreños (AEAS) y la Asociación de Empresarios del Transporte de Pasajeros (ATP), fue llevado a cabo, por segunda vez en lo que va del año, un paro de labores a nivel nacional del servicio de transporte público de autobuses. La medida respondía, según los transportistas, a la falta de seriedad e interés que había mostrado la Comisión de Alto Nivel por resolver las exigencias presentadas por ellos desde hacía más de año y medio. A diferencia del primer paro realizado en la segunda quincena de febrero, éste contaba con el apoyo de las dos asociaciones de transporte, las cuales antes había actuado sin previo acuerdo e incluso habían entrado en contradicciones en el momento de justificar su accionar, y, durante su vigencia, no ocurrió ningún enfrentamiento entre la PNC y los buseros o cobradores. Por lo demás, los hechos que han caracterizado tanto a la anterior como a esta nueva manifestación de los transportistas se han mantenido tal cual: señalamientos y recriminaciones mutuos entre el gobierno y los transportistas, falta de consenso entre las partes en el cómo solucionar las exigencias planteadas y una clara utilización de la necesidad de transporte de la mayoría de los salvadoreños para sustentar y afirmar las propias posiciones en torno al problema. Antecedentes del paro de transporte El problema del transporte público, y ello es claro, no es nuevo (Proceso, 645, 664, 682 y 699). Sus orígenes arrancan desde un buen tiempo atrás. En este sentido, este nuevo paro no es nada más que la expresión de un proceso que no da señas de concluir satisfactoriamente para las tres partes involucradas: el gobierno, los empresarios y los usuarios del servicio de transporte público. Es por ello que, tal y como han expresado las dependencias gubernamentales de transporte, la acción no soluciona la situación, sino que la complica y la alarga aún más. Una de las motivaciones que llevaron al paro de febrero de este año fue la existencia y proliferación de "líneas piratas" de microbuses y pick up, las cuales, funcionando en las líneas ya preestablecidas para los autobuses, realizarían una competencia desleal. A raíz del paro, la Comisión de Alto Nivel, ahora con la participación del gremio de microbuseros, y el Viceministerio de Transporte Terrestre se comprometieron a realizar un control exhaustivo de los microbuses; el que consistiría en censar el número de microbuses que prestaban servicio irregular y entregar placas especiales a aquellos que quisieran normalizar su situación. Esta medida permitiría a la PNC distinguir, controlar y sancionar a los microbuses que no hubieran legalizado su servicio y permiso de línea. Por otro lado, los transportistas volvieron a hacer hincapié en que los acuerdos a los que se había llegado con anterioridad con la Comisión no habían sido cumplidos. Estos acuerdos se correspondían con una serie de exigencias que el gobierno debía cumplir para solucionar la "crisis económica" por la que estaría atravesando el gremio de transportistas y alejar así la posibilidad de un nuevo incremento en el pasaje. Es válido recordar que las exigencias planteadas eran: facilitar líneas de crédito blandas para la adquisición de unidades y repuestos, la continuación en el subsidio del diesel y la exoneración de aranceles de importación y su respectivo IVA. De lo anterior, hasta la fecha del paro de este mes únicamente se había alcanzado a cumplir, y con graves deficiencias, el control de las "unidades piratas": para el 16 de mayo solamente habían sido entregadas mil 600 placas, de tres mil 165 unidades registradas. El atraso en el entrega se debía, según el Ministerio de Hacienda, a la falta de actualización de los listados entregados por el Viceministerio de Transporte, los cuales no incluían a las unidades viejas que estaban en proceso de ser sustituidas por otras nuevas. Por su lado, el director general de Transporte Terrestre, Tito Rubio, afirmaba que esta dependencia se veían imposibilitada de establecer cuáles eran los problemas que determinaban que no se pudieran entregar las placas porque el Ministerio de Hacienda no les habían hecho llegar los listados. Es decir, hasta el 15 de junio, luego de dos meses de haberse acordado controlar la "competencia desleal", los listados necesarios para entregar las placas especiales no habían llegado a las manos de los encargados de tal tarea y, más aún, su falta de actualización no permitía la penalización por parte de la PNC, pues no era posible distinguir entre las unidades legales y las ilegales. Es así como, desde principios del mes de mayo, era notable la falta de organización para hacer cumplir los acuerdos a los que había llegado la Comisión. A esto se añadían las constantes acusaciones, por parte de los transportistas, de una "falta de voluntad política para resolver los problemas del transporte"; ante lo cual éstos empezaban a sugerir la posibilidad de tomar acciones de hecho, como las que ya antes se habían realizado, de no desentramparse las negociaciones. Sorprendentemente, y pese a que eran los transportistas los que hasta ese momento consideraban el aumento del pasaje como la última medida a tomar para arreglar su situación, el gobierno propuso a los transportistas, en dos ocasiones (el 7 y 19 de mayo), el liberalizar el precio de las tarifas para solventar su "crisis" y hacer avanzar las negociaciones bilaterales. En su momento esta sugerencia fue rechazada por el gremio argumentándose que lo que el gobierno buscaba con ello era descargar toda su responsabilidad en los empresarios y volver al "pueblo" en contra suya. A tal respecto, el presidente de AEAS, Genaro Ramírez, afirmaba que "ellos [el gobierno] siempre han estado liberalizados...siempre han cobrado lo que han querido; hay que evaluar la posición socioeconómica de la población para tomar este tipo de medidas". Añadiendo después que al liberalizarse las tarifas los aumentos rondarían por el orden del 300 por ciento, por lo cual "lo único que pretende el Gobierno es enfrentarnos con los usuarios". Como respuesta, el Ministro de Economía, Eduardo Zablah, negó tajantemente que el gobierno hubiera propuesto tal cosa. A la vez que afirmaba que las negociaciones no se encontraban estancadas y que como muestra de ello se había presentado ante la Asamblea Legislativa una propuesta de desgravación arancelaria para la importación de unidades. En lo que tocaba a la asignación de líneas de créditos blandos, Zablah señaló que el Estado no estaba en la capacidad de financiarlas y que la petición de los transportistas de ser exonerados del pago del IVA era imposible de realizar. Además, el ministro afirmó que la propuesta de subsidiar el diesel para las unidades se encontraba en proceso de discusión, no encontrándose mayor obstáculo en ello. Al margen de las acusaciones y del estado de las negociaciones, la eminencia del paro fue tomando forma a partir de una serie de comunicados publicados por AEAS en los que se acusaba a figuras políticas afiliadas al partido ARENA de estar utilizando su poder político para otorgar permisos de línea de manera fraudulenta y permitir la circulación de unidades ilegales. En los comunicados se retaba a las autoridades competentes y al propio Presidente Calderón Sol a solucionar la situación, pues de lo contrario se optaría por un paro de labores. Entraba en juego así un elemento hasta entonces no considerado: la corrupción y el manejo político del problema. Al no haberse encontrado una solución a los puntos ya señalados, el gremio de empresarios transportistas cumplieron su amenaza y realizaron el paro que habían anunciado. Las reflexiones que se desprenden de la situación son, entonces, las siguientes: a) la irresponsable sugerencia de liberalizar las tarifas hecha por el gobierno y la renuencia de los empresarios a seguir dialogando y optar por un paro son muestras de que en último término se han obviado las repercusiones que tiene el problema para el sector de la población que hace uso del servicio de transporte; por ello, lo determinante en el problema no ha sido el interés por no perjudicar a los usuarios, sino la obstinación de no ceder ante las exigencias e intereses de la parte contraria; b) la arrogancia mostrada por el gobierno y los empresarios al afirmar, luego del paro, que los únicos afectado han sido los usuarios y no ellos, da a demostrar que se está muy lejos de solucionar la problemática, y que en tanto uno de las partes no ceda la situación continuará indefinidamente; c) los hechos dejan claro que "el pueblo salvadoreño" es sólo la excusa para no continuar en la negociación cuando así conviene a una de las partes y la "medida de presión" idónea para desentranparla y avanzar hacia la consecución de objetivos -ya sean económicos o políticos- ajenos al sentir de ese "pueblo" al que se recurre discursivamente. Un nuevo paro en la zona oriental La realización de un nuevo paro en la zona oriental, esta vez por motivos económicos, sacó a la luz de nuevo el controvertido problema de la evasión tributaria; sin embargo, a diferencia de la última vez en que el mismo problema salió a la luz pública, los pequeños empresarios no encontraron eco ni en las grandes filiales de comercio de la zona ni en las esferas gubernamentales, poniendo en tela de juicio la pretendida firme convicción del gobierno por desarrollar una fiscalización tributaria transparente. El 22 de mayo pasado, un grupo de comerciantes y microempresarios de San Miguel cerraron sus negocios como medida de protesta por lo que ellos consideran "acoso fiscal" de parte del Ministerio de Hacienda. El paro fue programado por el Comité pro Desarrollo Económico y Social de la Zona Oriental que, al parecer, agrupa a medianos, pequeños y micro empresarios de San Miguel. Según el Presidente del comité organizador, Raúl Lazo, la finalidad del paro era protestar por una serie de medidas intimidatorias por parte de los fiscalizadores del Ministerio de Hacienda, quienes se presentarían a los establecimientos comerciales, acompañados de agentes de la PNC, con el único propósito de revisar si los libros contables de las empresas se hayan en orden. Más aún, según Lazo, los fiscalizadores habrían hecho saber a los comerciantes que, les gustase o no, tendrían que pagar impuestos hasta con multas. Paralelo al paro, el comité desarrolló una manifestación, para protestar por el alza de hasta en un 800 por ciento en el cobro de servicios eléctricos y la falta de créditos accesibles, aduciendo que, a pesar de la existencia de una línea crediticia de 300 millones de colones en el Banco de Fomento Agropecuario, las tasas de interés son sumamente elevadas. Lo grave de todo ello, dijeron los organizadores del paro, es que ni Hacienda ni el Presidente Calderón Sol aclaran la situación y se unen, por inercia, al "acoso". Las reacciones no se hicieron esperar. Así, mientras que para los comerciantes y microempresarios que respaldaron el paro el éxito del mismo había sido "total", las autoridades locales y empresarios que no lo apoyaron, como fue el caso de los directivos de la filial de la Cámara de Comercio e Industria de San Miguel, aseguraron que el mismo fue un fracaso, calificándolo de show montado por gente de "a saber qué partido político con intereses particulares". De igual forma, el Ministerio de Hacienda negó que la visita de los auditores fiscales tuviese el propósito de intimidar a los contribuyentes, aclarando que las mismas están enmarcadas en un plan de Asesoría y Censo Fiscal, que busca que los contribuyentes ordenen su información fiscal para evitarles atrasos a la hora de pagar sus impuestos. El mismo Presidente de la República, Armando Calderón Sol, insistió en que el Ministerio de Hacienda no está imponiendo multas ni efectuando acciones de acoso fiscal contra los empresarios migueleños, sino que únicamente realiza un censo para que los contribuyentes puedan inscribirse y pagar el IVA, agregando que el acoso fiscal es un argumento de los que no quieren pagar impuestos. Para Calderón Sol, "el que tiene más, va a pagar más, porque El Salvador no puede vivir sin impuestos". Aparentemente, todo parece ser producto de un mal entendido entre los asesores tributarios del Ministerio de Hacienda, quienes realizan con rigurosidad un plan de asesoría para una efectiva recaudación de impuestos, y los contribuyentes no acostumbrados a tal rigurosidad. De aquí que el acoso fiscal se limitaría a ser un pretexto inventado por éstos para no pagar impuestos. Sin embargo, hay poca claridad incluso en los sectores empresariales más poderosos y en el gobierno acerca de cuándo deben entenderse las políticas fiscales como acoso y cuando no, pues cuando en noviembre del año pasado -cuando los presidentes de ANEP, ASI, FUSADES y Cámara de Comercio e Industria se quejaron por las supuestas arbitrariedades y "modalidad persecutoria" por parte de los inspectores de la Dirección General de Impuestos Internos- tanto el ministro de Hacienda como Calderón Sol admitieron la necesidad de "flexibilizar la aplicación de las leyes tributarias" y "cambiar la filosofía de la ley, que asume que si no se cumple con las formalidades, hay una evasión". Así como el señor Presidente tiene claro que El Salvador no puede vivir sin impuestos, también es necesario que la población tenga claras las políticas para la recaudación de los mismos. Porque en definitiva de la firmeza y transparencia con que se aplique la misma a todos los sectores de la sociedad población, dependerá la responsabilidad con que los mismos se encontrarán dispuestos a cumplir con su obligación tributaria. Panamá: entre la impunidad y la justicia Durante el presente mes de mayo, Panamá se ha visto sacudida por una serie de acontecimientos que han causado revuelo en la vida política de ese país. En efecto, en los últimos días el Partido Revolucionario Democrático (PRD) ha presentado a la Asamblea Legislativa un proyecto de ley de amnistía que, según destacaron fuentes de prensa, incluye una lista de 951 nombres de personas que ocuparon cargos durante el régimen del general Manuel Antonio Noriega, entre ellos aparecen los actuales ministros de Vivienda, Francisco Sánchez Cárdenas, y Salud, Aída de Rivera; el Presidente de la Asamblea Legislativa, Carlos Alvarado; varios ex ministros y doce oficiales del Estado Mayor de Noriega; así como más de una decena de diputados actualmente en ejercicio de sus cargos. Ante la propuesta del PRD, se suscitaron una serie de reacciones, como fue el caso de la protesta que organizaron los estudiantes de la estatal Universidad de Panamá, quienes cerraron una de las principales avenidas del campus universitario con el propósito de denunciar un proyecto de ley que beneficiaría a quienes han violado los derechos humanos en el pasado. Pese a los llamados de parte de las autoridades universitarias y policiales para desalojar la avenida, los manifestantes declararon, el martes 21, como indefinido el cierre de la calle. Ante lo cual, los agentes antimotines respondieron dispersando violentamente a los estudiantes con gases lacrimógenos. Por su parte, los manifestantes se refugiaron en las instalaciones universitarias desde donde permanecieron apostados, lanzando piedras y otros objetos contra los policías antidisturbios. Los incidentes dejaron como saldo a un policía herido, seis estudiantes detenidos, entre los que figura uno de sus principales dirigentes, Arturo Trelles, y la suspensión de las clases en dicho centro de estudios. Mientras tanto, la Presidenta del Centro de Investigaciones de los Derechos Humanos en Panamá, Otilia Tejeira, aseguró ese mismo día que aunque todavía se está estudiando la ley de amnistía la institución que ella preside presentará una demanda de inconstitucionalidad. Por su parte, el Presidente, Ernesto Pérez Balladares, aseguró, el 27, que "vetará la ley de amnistía si en ella se incluyen personas condenadas por delitos como homicidios y peculados en contra del Estado". Asimismo, enfatizó que él "respeta la separación de poderes y que la Asamblea Legislativa sabrá lo que hace... cuando reciba [la ley para su sanción] decidiré si la veto, pero reitero que si en la misma hay aprobada amnistía para condenados por homicidios o peculados, la veto, sino la podría aprobar". Ante lo grave de la situación, la subdirectora de Human Rights Watch, Ana Manuel, recordó que cualquier Estado puede decretar amnistías. Empero, en una entrevista desde Washington, explicó que en una carta recién enviada al Congreso panameño llamó la atención de los diputados sobre este principio básico. Pero reiteró en que "el derecho internacional de los derechos humanos pone ciertas limitaciones" para decretar amnistías o indultos, en especial cuando se trata de graves violaciones como ejecuciones extrajudiciales, torturas y desapariciones forzadas. La activista de los derechos humanos señaló que en América Latina se registraron graves violaciones a los derechos humanos y luego se decretaron amnistías "para perdonar a los que cometieron esos abusos". Consideraciones El mandatario Pérez Balladares no debe hacer caso omiso de lo que la oposición política ha expresado en torno al proyecto de ley que su partido abandera. Es necesario y urgente que se revise cuidadosamente la ley de amnistía antes de ser aprobada. No sólo por el rechazo de que la misma ha sido objeto, sino también por las consecuencias que se podrían seguir de la misma en orden a debilitar el Estado de derecho aún incipiente en Panamá. Por lo demás, debe considerarse que de ser aprobada una ley de esa naturaleza se estaría socavando la posibilidad de reconciliación del pueblo panameño. Es decir, con la misma se estaría favoreciendo la impunidad, no haciendo justicia a quienes fueron víctimas de las violaciones a los derechos humanos que se cometieron durante el régimen del general Noriega. En otras palabras, un Estado no puede perdonar a los que han violado derechos humanos fundamentales si antes no lo han hecho las víctimas, que son las únicas que poseen la autoridad moral para perdonar a quienes violentaron su dignidad como seres humanos. Al tener presente lo anterior, se estaría haciendo algo distinto a lo hecho en El Salvador, donde se aprobó una ley de amnistía que favoreció la impunidad de los militares que habían cometido los más horrendos crímenes de guerra. ¨Cómo enfrentar los problemas? En El Salvador, para nadie resulta extraño que la delincuencia es uno de los problemas más graves que afecta a todos los sectores sociales. Para nadie es un secreto, también, que en los últimos cuatro años tal fenómeno ha aumentando día a día, no obstante en casi todos los niveles e instancias de la sociedad se organicen reuniones y otro tipo de eventos para insistir sobre lo perjudicial que es y la urgencia de enfrentarla con éxito; por ahora, parece que no hay capacidad para combatir eficazmente este fenómeno demasiado complejo y así eliminarlo de raíz. En una de las encuestas realizadas recientemente por el Instituto de Opinión Pública de la UCA (IUDOP), la delincuencia resulta ser uno de los problemas que más preocupa a la sociedad salvadoreña y, además, el que desean sea resuelto a la mayor brevedad posible. En efecto, vemos cómo þtras la finalización de los enfrentamientos militares entre los ejércitos gubernamental y guerrilleroþ ahora crece con más intensidad este fenómeno ya que, aunque no puede atribuirse únicamente a eso, la desmovilización de los grupos armados contribuyó en buena medida a la agudización del problema, puesto que no se garantizó una reinserción adecuada de los ex combatientes de ambos bandos a la "vida productiva". Aun siendo una realidad obvia de nuestros días, poco o nada se ha hecho para analizarla con seriedad y buscarle salidas atinadas, al menos desde los sectores oficiales; para cortar definitivamente sus verdaderas raíces y no dedicarse sólo a quebrar sus ramas. Y es que, como alternativa de solución, aquellos que tienen en sus manos el destino de nuestro país concentran todos sus "esfuerzos" en la aprobación apresurada de reformas legislativas y nuevas leyes temporales, únicamente para salir "bien librados" en un momento coyuntural determinado por sus intereses políticos propagandísticos, olvidándose en muchos casos de las disposiciones constitucionales y de la normativa internacional. Con ello, lo único que se ha logrado þlejos de terminar con la delincuenciaþ es agudizar otros problemas no menos graves; por ejemplo: el hacinamiento en las cárceles, probablemente incrementado con la recién aprobada "Ley de emergencia nacional para enfrentar la delincuencia y el crimen organizado", respecto de la cual se han interpuesto ya algunos recursos de inconstitucionalidad. No obstante dicha ley secundaria, la realidad y la experiencia de nuestra Oficina de Asistencia Legal (OAL-IDHUCA) nos muestran que el problema delincuencial persiste y se agrava todavía más. Y es que el único resultado palpable de esta "ley de emergencia" ha sido el aumento de violaciones a los derechos humanos, principalmente en materia del debido proceso, pues sus progenitores han creído actuar apegados a Derecho únicamente por haber cumplido con las formalidades para la elaboración de ley que establece nuestra Constitución en su artículo 133 y siguientes. Sin embargo, parecen no entender lo que dispone el 144, también constitucional; éste sostiene que: "la ley no podrá modificar o derogar lo acordado en un tratado vigente para El Salvador. En caso de conflicto entre el tratado y la ley, prevalecerá el tratado". Como anotamos antes, esa ley þvigente "transitoriamente" sólo por dos años!þ agrava la crisis penitenciaria que se vive en nuestro país desde mucho tiempo, pues su espíritu es el de enviar a la cárcel la mayor cantidad posible de sospechosos de haber incurrido en algún ilícito. Dos ejemplos de ello: la eliminación de la excarcelación para aquella persona acusada de cometer el delito de amenazas agravadas, por un lado; por el otro, la imposibilidad de gozar de una suspensión condicional de la ejecución de la pena para alguien condenado a prisión menor de tres años por el delito de cohecho pasivo impropio. Aunado a esto, tenemos que convivir día a día con una deficiente impartición de justicia a todo nivel, en gran parte producto de la mala o pésima formación académica de muchos jueces, secretarios y resolutores. El panorama es difícil: "ley de emergencia nacional" aprobada por el Parlamento y aplicada por los tribunales de justicia; violaciones evidentes al debido proceso judicial; inseguridad ciudadana; y, por último, hacinamiento en nuestros "centros de readaptación", mal llamado así pues ninguno de los que existen en el país llena los requisitos mínimos que las leyes internacionales exigen al respecto. Sin embargo, desde la OAL-IDHUCA creemos firmemente que hay mucho por hacer al respecto y así tratar de revertir la situación; no estamos dispuestos a quedarnos observando resignados tan deplorable cuadro. En esa línea, la primera iniciativa para atacar el hacinamiento en las cárceles ya fue lanzada y proviene de la Corte Suprema de Justicia (CSJ): la orientación de aplicar una serie de medidas cautelares que permitan la excarcelación de personas, cuando éstas se consideren presuntas responsables de los llamados "delitos menores" (Proceso, 709). Dicha iniciativa fue acordada por las y los magistrados con el objeto de aliviar el problema carcelario y, de paso, disminuir los costos económicos del Estado en esta materia. Lo que desea la CSJ es que las y los jueces apliquen þvía jurisprudenciaþ una disposición internacional vigente para nuestro país relacionada con la materia: el artículo 9.3 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Eso debería darse sin necesidad de una orientación expresa de la Corte; más bien tendría que surgir por iniciativa de las y los jueces, a partir de su conocimiento del derecho internacional y su aplicación constitucional en el derecho interno. De acuerdo al doctor Mario Solano, miembro de la Sala de lo Constitucional, la recomendación de excarcelar los "delitos menores" no requerirá de reforma legal alguna o de la aprobación de una nueva ley. En tal sentido, el doctor Solano manifestó hace unos días a un matutino de circulación nacional lo siguiente: "debido a que las resoluciones de los tribunales son interpretaciones de la ley, el juez no necesita crear nuevas disposiciones... De lo que se trata es de aplicar la normativa de los tratados internacionales que hasta ahora no los han aplicado". Pareciera, entonces, que la CSJ dio luz verde a las y los jueces para que apliquen sin temor las disposiciones internacionales, contrario a lo observado cuando la ley de emergencia nacional fue aprobada por la Asamblea Legislativa. Sería conducente que se explique por qué no se utiliza el mismo razonamiento para impulsar la aplicación de los tratados sin ningún temor, no obstante ya ser una obligación constitucional, cuando los jueces se enfrenten a la "ley de emergencia" antes aludida. Con ello, los jueces de lo penal estarían dejando de aplicar adecuadamente dicha ley sin el temor de pagar luego ningún tipo de factura. Ahora bien, consideramos que si en esta oportunidad hay voluntad de parte de los máximos encargados del órgano Judicial por acatar algo que recomendó la división de derechos humanos de ONUSAL hace tiempo, sería atinado sugerir a nuestros jueces que además apliquen lo referente al derecho de toda persona "a ser juzgada dentro de un plazo razonable", que se establece en los artículos 9.3 y el 14.3 c) del mismo Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y en el 8 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Lo anterior, porque hay jurisprudencia de la CSJ al aplicar dichas disposiciones cuando resolvió un habeas corpus ordenando liberar a una persona detenida durante cinco años, por considerar que ese tiempo excedía los límites razonables a que hacen referencia los tratados. La iniciativa, pues, está bien; sin embargo, no se debe dejar de considerar la posibilidad de que la aplicación del internamiento como excepción y la libertad como la regla general quedaría a discreción del juez, lo cual þen las condiciones actuales de nuestra administración de justiciaþ puede tener sus riesgos. Ahora, a la CSJ y al Consejo Nacional de la Judicatura les corresponde permanecer vigilantes y asegurar que la aplicación de las medidas cautelares se dé sin exclusiones antojadizas o de manera arbitraria. En ese sentido, hay que ayudar al máximo tribunal para que se continúe en la misma línea a fin de lograr que las y los jueces apliquen los tratados internacionales, como constitucionalmente es debido. Lastimosamente, estos avances positivos pero parciales se pueden ver truncados cuando se observa que en nuestra realidad no existe una verdadera "política criminal" y no se adoptan medidas eficaces para atacar de raíz las causas que generan más pobreza. En vista de ello, nos encontramos con diversidad de críticas a la forma de abordar toda esta problemática social y jurídica por parte de las autoridades gubernamentales; una de ellas es la que hiciera recientemente el diputado Dagoberto Gutiérrez, quien manifestó que nos encontramos en un "círculo vicioso" y dentro de una dinámica contradictoria al enfrentar el problema de la delincuencia, pues mientras la Corte toma la decisión de favorecer con excarcelamientos u otras medidas que impidan la reclusión de los procesados para reducir la presión en los centros penales, la Asamblea aprueba la "ley de emergencia" que tiende, como uno de sus efectos inmediatos, a aumentar el número de personas detenidas. La opinión del diputado Gutiérrez y la nuestra no son antojadizas y subjetivas; todo lo contrario, responden a la realidad estructural salvadoreña y a la experiencia cotidiana en materia de impartición de justicia. Y es que una verdadera "política criminal" þsegún el jurista Alberto Binder Barzizza, profesor de la Escuela de Capacitación Judicial cuyos alumnos se encuentran involucrados directamente en la materia cuestionadaþ consiste en un conjunto de decisiones las cuales constituyen actos de voluntad de determinados sujetos sociales, relativos al uso de los instrumentos de coerción penal. Comprende en consecuencia, el conjunto de decisiones relativas a los instrumentos, reglas, estrategias y objetivos que regulan la coerción penal. En el anterior sentido, y como conclusión, hemos de entender que en todo esfuerzo por combatir realmente la delincuencia, la retardación de justicia, las violaciones al debido proceso judicial y administrativo, entre otras cosas, han de estar involucrados þarmónica y necesariamenteþ el órgano Ejecutivo mediante el Ministerio de Justicia, el órgano Legislativo y, desde luego, el órgano Judicial, atendiendo todos a una misma priorización de objetivos y, consecuentemente, sugiriendo y poniendo en práctica medidas afines y complementarias pero nunca excluyentes o contradictorias. Todo ello, desde luego, respetando los límites impuestos por la Constitución y el ordenamiento internacional aceptado por el Estado. A lo anterior, sin duda, deben sumar un ingrediente vital: la participación de la población en la solución de estos graves problemas pues ella, en definitiva, será la que resulte beneficiada o dañada de su actuación. RATIFICA FUERO. El Presidente de la República, Armando Calderón Sol, aseguró el 23.05 que el decreto que la Asamblea Legislativa aprobó para dar trato especial a los alcaldes que se vean involucrados en procesos judiciales, no violenta la Constitución de la República, al tiempo que llamó "cerdos políticos" a los políticos de izquierda que aseguran que si él no veta el decreto amparará la impunidad. Sin embargo, un comunicado enviado a La Prensa Gráfica por la Secretaría de Información pretendió aclarar que el Presidente no había dicho "cerdos políticos", sino "pseudo políticos". "Estamos claros en que hay que juzgar al que violente la ley, sea quien sea -dijo el Presidente-, pero tampoco vamos a prestarnos a un juego, intriga y suciedad política, pues hay muchos cerdos políticos, y esto es el accionar pasado sin ética política", dijo. "El hecho que haya una ley que garantice los procedimientos, para evitar denuncias falsas y problemas a los alcaldes, no significa que quedarán en la impunidad; por el contrario, se asegura que un tribunal que tenga madurez y sensatez pueda juzgar la actuación de los alcaldes". Calderón Sol sostuvo que los jefes municipales, como otros funcionarios de elección popular, están expuestos a difamaciones, calumnias y maniobras políticas, por lo que muchos ciudadanos idóneos para los cargos se abstienen de participar en la política. Respecto a la huelga que realizó un centenar de pequeños y medianos empresarios de San Miguel, Calderón Sol indicó que la acción fue "un total y absoluto fracaso", y lamentó que aún "haya sectores que politizando estas situaciones pretendan provocar desobediencia civil". "Les advierto que pueden hacer paros, pueden cerrar su tienda, pero van a pagar los impuestos, porque en El Salvador hay leyes que respetar, compromisos superiores, como el beneficio del pueblo que demanda educación, salud, seguridad, policía", expresó (LPG 24.05 p.6-a).REALIZAN PARO. Los buseros de la Asociación de Empresarios de Autobuses Salvadoreños (AEAS) y de la Asociación de Empresarios de Transporte de Pasajeros (ATP se enfrascaron con las autoridades gubernamentales de Transporte, el 25.04, en un nuevo conflicto, alejando la posibilidad de ofrecer una solución al paro de buses. Los dirigentes de AEAS y ATP se mantuvieron firmes en no poner a circular sus unidades el 27.04, argumentando falta de voluntad de las autoridades que participan en la Comisión de Alto Nivel, para solucionar lo que ellos llaman "competencia desleal" por parte de microbuses y pick ups. El Viceministro de Transporte, Julio Valdivieso, aseguró no encontrar razones al paro de transporte, pues señaló que de nueve puntos presentados por los empresarios, sólo queda por resolver la eliminación del IVA. A su vez, añadió que durante la última semana de mayo estudiarán si vale la pena seguir con la Comisión de Alto Nivel, pues consideró que con decisiones unilaterales de los transportistas se pierden los logros alcanzados durante varios meses. El funcionario advirtió que se descontará el diesel subsidiado por el día no trabajado y se suspenderán los permisos de línea a los propietarios de unidades que no circulen, mientras se estudia la aplicación de otras sanciones dependiendo de la naturaleza del paro. Por su parte, los transportista pidieron "comprensión" a la población por la medida adoptada, la cual, argumentaron, se debe al desinterés mostrado por las autoridades en la solución a sus peticiones (LPG 26.05 p.2-a).BOMBA EN SISA. La explosión de una bomba dañó el 23.05 el edificio de Seguros e Inversiones (SISA), compañía cuyo accionista mayoritario es el ex presidente Alfredo Félix Cristiani. El 25.05 un coche- bomba había sido detonado en la Urbanización Santa Elena, en Antiguo Cuscatlán, en las cercanías de la residencia del ex mandatario. El estallido, que no produjo daños personales, ocurrió aproximadamente a las 8:20 de la noche, en medio de una serie de llamadas anónimas a la PNC, alertando sobre la colocación de otros explosivos en distintos puntos de la capital, así como en las ciudades de Santa Ana y Ahuachapán. En la fachada del edificio, en la esquina sur oriente del mismo, quedó un boquete de aproximadamente dos metros cuadrados. Los daños alcanzaron, asimismo, las oficinas de los pisos superiores, incluyendo la cuarta planta. El director de la PNC, Rodrigo Avila, calificó la detonación como una acción "terrorista", señalando que investigaciones preliminares establecían que la explosión había sido producida con TNT o explosivo plástico. Técnicos en explosivos señalaron que posiblemente se trató de una carga "dirigida", es decir, activada a control remoto. Al momento de la explosión se encontraban dos personas en el interior de las instalaciones, las cuales resultaron ilesas. Empleados de una gasolinera contigua al edificio de SISA indicaron que no observaron ningún movimiento sospechoso, ni tampoco observaron a ningún vehículo o persona alejarse apresuradamente de la zona. Al lugar se hicieron presentes directivos y ejecutivos de la firma; la diputada presidenta de la Asamblea Legislativa, Gloria Salguero Gross, también llegó al lugar, pero ninguno dio declaraciones a la prensa (LPG 24.05 p.3-a).INVESTIGAN ATENTADO. El Ministro de Seguridad, Hugo Barrera, prometió esclarecer los atentados terroristas perpetrados, en SISA, y el coche bomba de Santa Elena. El funcionario fue de la opinión que no están dirigidos al ex-Presidente Cristiani sino a crear problemas al Gobierno para que no tenga posibilidades de ganar en las próximas elecciones. Sobre el hecho manifestó que las investigaciones continúan en manos de personal técnico y científico, pero aún así se podría pedir apoyo de otras instituciones que lleven al esclarecimiento de la situación. Explicó que ambos atentados, por las apariencias, podrían tener relación, pero serán las investigaciones las que determinarán si existe alguna conexión. Con relación a que estén dirigidos al ex-mandatario, el Ministro Barrera manifestó que Cristiani ha cumplido una misión histórica en este país y su trabajo durante su mandato fue maravilloso para El Salvador, por lo que no tendría sentido que ambos atentados estuvieran dirigidos hacia él. De igual forma, el Ministro del Interior, Mario Acosta, negó que la explosión, tenga relación con problemas internos en el partido ARENA. "Esto sería como que nosotros comenzáramos a decir que ésto lo ha hecho el FMLN, no podemos ser irresponsables, son acciones de gente que quiere causar problemas al interior de ARENA", manifestó el funcionario. Según Acosta, aquí hay grupos, gente interesada en que el proceso de paz no funcione y que buscan alejar al ex-presidente Alfredo Cristiani de las actividades políticas y que se retire de la actividad empresarial (EM 25.05 p.3 y p.4).