© 1996 UCA Editores
año 17 número 723 agosto 28 1996 ISSN 0259-9864 La Policía Nacional Civil nuevamente en la mira Incrementos en los precios de los granos básicos Crisis económica y conflicto laboral en Costa Rica El rol del Poder Legislativo en la política exterior La Policía Nacional Civil nuevamente en la mira En su último informe sobre el proceso salvadoreño, el Secretario General de la ONU, Boutros Ghali, tras una evaluación no del todo positiva de la seguridad pública y del sistema de justicia del país, advirtió que la Policía Nacional Civil "ha iniciado su camino al autoritarismo". Como no podía ser para menos, las apreciaciones de Ghali generaron una inmediata reacción en el Ministro de Seguridad Pública, Hugo Barrera, quien calificó de "inexacto e incompleto" el informe del Secretario General. "Estimo muy en lo particular que posiblemente las informaciones no son del todo exactas", dijo Barrera, al tiempo que consideró que Ghali está "mal informado" sobre el quehacer de la seguridad pública en el país, pues "hay un poco de exageración en la tónica" que se ha utilizado para calificar la actuación de la PNC. "Acepto - continuó Barrera- que la Policía es una autoridad y como tal debe ejercer esa obligación, pero de ahí, pasar a un término que estamos abusando de la autoridad lo rechazo rotundamente". Entre tanto, el Director de la PNC, Rodrigo Avila, más moderado que Barrera, sostuvo que algunos de los señalamientos del Secretario General "no son ningún secreto para nosotros", añadiendo que el informe "es bastante viejo y del que se habló bastante hace algunos meses". "De cualquier manera -sostuvo- muchas de las situaciones que apuntan las Naciones Unidas son constructivas para nosotros, y tomamos de manera muy positiva lo que el informe pueda decir". En el parlamento se ventilaron opiniones encontradas a propósito del documento de la ONU. "Pediremos la opinión de la PNC en torno al informe publicado, pues consideramos que confirma todo lo planteado, respecto de los abusos que comete el cuerpo de seguridad", afirmó Eduardo Linares, diputado del FMLN. Mientras que Julio Gamero, de ARENA, dijo no estar de acuerdo con el informe del Secretario General, pues la ONU ve al país desde la óptica de los Acuerdos de Paz y no entiende que El Salvador necesita una "policía fuerte, dura, que castigue a la delincuencia". En opinión del diputado Gamero, "no estamos para que organismos internacionales nos vengan a poner fechas. Somos el Primer Organo del Estado y nos daremos el tiempo necesario para dar una Ley que beneficie los intereses de los salvadoreños, no los de un organismo internacional". A las voces anteriores se sumó la del Presidente Calderón Sol, quien afirmó que el informe de la ONU "carece de objetividad y está elaborado en un lenguaje confuso... y dubitativo que se presta a malas interpretaciones". Más aún, según el Presidente habría que a que la ONU emitiera una "verdadera evaluación sobre los Acuerdos de una manera objetiva, con un lenguaje claro y más contundente, donde se señale claramente qué es lo que se ha cumplido y que no, pero con nombre y apellido". En cuanto a las críticas a la PNC, Calderón Sol advirtió que se están haciendo todos los esfuerzos y "que jamás vamos a tener instituciones perfectas, ni la ONU puede garantizárnoslo dándonos un modelo". No cabe duda de que el proceso de instauración democrática en El Salvador tiene que sortear importantes obstáculos. Una vez más, el Secretario General de la ONU ha llamado la atención sobre aquellos peligros más graves que se ciernen sobre el proceso salvadoreño. Atribuir sus advertencias a una "mala información" o tildar de "confuso" el lenguaje utilizado es pretender desviar la atención de los problemas de seguridad pública que tienen entre manos no sólo las autoridades gubernamentales, sino los ciudadanos de este país. Tanto el Ministro de Seguridad como el Presidente Calderón Sol deberían estar más abiertos a considerar los obstáculos que aún presenta la consolidación de una institución policial que pueda ser sostén y garantía de un orden democrático. Actitudes como las del diputado Gamero son insostenibles, pues el proceso salvadoreño no hubiese avanzado sin el apoyo de la ONU, mismo que, ahora como antes, sigue siendo necesario. Si la Asamblea Legislativa es el primer órgano del Estado, debe cumplir las funciones que le competen con la responsabilidad y la autonomía requeridas, y no estar subordinada a las decisiones del ejecutivo. Escudarse en el estatus de la Asamblea Legislativa -"somos el Primer Organo de Estado"- para entorpecer el cumplimiento de los compromisos internacionales del gobierno, o para justificar el deficiente desempeño de los legisladores, constituye una enorme irresponsabilidad que pone serios reparos a la pretensión del parlamento de elaborar leyes que respondan a "los intereses de los salvadoreños". El Secretario General de la ONU tiene suficientes razones para preocuparse por la seguridad pública y por las tendencias autoritarias que se hacen sentir en la Policía Nacional Civil. Existen abundantes ejemplos y experiencias que demuestran que la advertencia de Ghali no es producto de una "mala información" o de una apreciación puramente subjetiva. Ciertamente, en El Salvador es necesaria una policía "fuerte, dura, que castigue a la delincuencia", pero es necesario también que esa policía sea creíble y goce del respeto y la confianza de los ciudadanos. Las extintas Policía Nacional, Guardia Nacional y Policía de Hacienda fueron fuertes y duras, pero eran temidas por la población, sus estructuras estaban diseñadas para generar terror y sus miembros no entendían más que de utilizar la fuerza y la violencia en contra de quien fuera declarado sospechoso de "alterar el orden". Una Policía Nacional Civil moldeada al estilo de los desaparecidos cuerpos de seguridad no debería ser aceptada ni defendida por nadie en este país. Se tiene que defender su facultad constitucional de ejercer la coacción allí dónde ello sea requerido, en las dosis necesarias y con la mayor eficacia, y ello porque no puede haber en El Salvador una instancia distinta de la policía con derecho a utilizar la fuerza para garantizar la seguridad ciudadana. Sin embargo, defender la facultad constitucional de la policía para usar la fuerza, no es defender la corrupción policial, el maltrato a testigos o las arremetidas extremadamente violentas contra grupos de personas que plantean demandas al Estado. Y es que si el uso eficiente de los mecanismos de coacción, en el combate del crimen organizado o de las bandas de forajidos que controlan carreteras y poblados del país, es algo que no cabe cuestionar y ante lo cual más bien hay que pedir a la policía mayor drasticidad, sí hay que preocuparse por la proclividad a los excesos de violencia policial ante quienes no son ni forajidos ni criminales organizados. Incrementos en los precios de los granos básicos Desde el mes de mayo pasado los precios de los alimentos han experimentado una marcada tendencia hacia el alza que los ha llevado a niveles inusuales. Paradójicamente, esta alza de los precios no se traduce en mayores ingresos para los productores, pues la producción de granos básicos (maíz, maicillo, arroz y frijoles) es desarrollada por los sectores campesinos, quienes se cuentan entre los sectores que subsisten bajo condiciones de pobreza extrema. La producción de granos básicos es una de las actividades en las que se evidencian más claramente las contradicciones entre el libre juego de las fuerzas del mercado y el bienestar social. De permitirse que los precios se determinen por el libre juego de la oferta y la demanda se registraría un fuerte incremento de los mismos que reduciría el ingreso real de las familias y sus condiciones de vida; aunque en el otro extremo podría incrementar fuertemente los ingresos de los sectores campesinos. En muchos países desarrollados, existe una política estatal definida para solventar esta contradicción: se otorgan subsidios a los precios al productor para volver rentable la producción de alimento y, al mismo tiempo, ofrecer precios bajos a los consumidores. En El Salvador el caso es muy diferente, pues el Estado, aunque práctica una política de importaciones de granos básicos, no siempre logra contener el crecimiento de sus precios y en ningún caso logra garantizar precios rentables para los productores. En las siguientes líneas se busca contextualizar el reciente fenómeno de alzas en los precios de los granos básicos, considerando que la producción y comercialización de alimentos afectan no sólo los precios, sino también la situación de pobreza. Comportamiento de los precios y reacciones gubernamentales Desde el mes de junio, los precios del frijol y del maíz han venido experimentando fuertes tendencias hacia el alza al grado que, según la Dirección General de Economía Agropecuaria, entre el mes de junio y mediados del mes de agosto, la libra de frijol pasó de un xprecio de 6.25 colones a otro de 9.50, lo cual supone un incremento de 52%; mientras, la libra de maíz pasó de un precio de 1.50 colones a 2.25 colones, lo cual significó un incremento del 50%. Esta situación se ha reflejado claramente en los datos ofrecidos por la Dirección General de Estadística y Censos, los cuales evidencian que, a partir del mes de mayo, el rubro de alimentos se convirtió en el principal catalizador del crecimiento de los precios. Para el mes de mayo la variación de precios del rubro "alimentos, bebidas y tabaco" fue de 1.8%, mientras que para los meses de junio y julio fue de 3.9% y 3.3%, respectivamente. En cambio, el índice general de los precios para los meses de mayo, junio y julio fue de 0.7, 1.5 y 1.6 por ciento, respectivamente; es decir que fue inferior en todos los casos a las tasas de crecimiento de los precios de los alimentos. Lo anterior implica que, en conjunto, el resto de rubros del Indice de Precios al Consumidor (IPC) experimentaron tasas de inflación relativamente bajas comparadas con los alimentos e inclusive con el índice general. Detallando aún más en el rubro de alimentos, es notable que dentro del rubro mencionado son los subrubros de "cereales y sus derivados" y "vegetales y legumbres" los que más rápidamente han elevado sus precios, al grado que sólo para el mes de junio se estimó que lo hicieron en 8.4 y 19 por ciento, respectivamente. Es pertinente destacar aquí que los precios de los alimentos tradicionalmente han sido los más propensos a fenómenos inflacionarios al grado que, entre diciembre de 1992 y julio de 1996, estos habrían experimentado una inflación acumulada de 61.02%, en tanto que los rubros vivienda, vestuario y misceláneos fueron sometidos a tasas de 42.02, 21.61 y 31.67 por ciento, respectivamente. Por el momento, el incremento en el precio de los alimentos ha contribuido mucho a que para el mes de julio se cuente con una inflación acumulada de 6.6%, lo cual pone en duda el logro de la meta del Programa Monetario y Financiero de obtener una tasa inflacionaria ubicada en un rango de entre 7% y 9%. Ante este incremento en los precios diferentes funcionarios gubernamentales han afirmado que este se debería principalmente a un fenómeno "estacional". Según personeros del Ministerio de Agricultura y Ganadería, el alza en los precios de los granos básicos se debe a una escasez temporal de los mismos en el mercado nacional, y que será superada gradualmente con importaciones provenientes el misma área centroamericana y con la recolección de la próxima cosecha nacional. Lo cierto es que en este momento los precios reflejan la escaza oferta doméstica de granos básicos. La crisis en la producción de granos básicos Tradicionalmente la producción de granos básicos no ha sido uno de los sectores con mayores estímulos para crecer, y ello se refleja perfectamente en el comportamiento de su producción y de las importaciones. A manera de ejemplo, considérese que la producción de granos básicos de la cosecha 1994/95 será inferior en 10.3% a la obtenida para la cosecha 1990/91. Adicionalmente, puede establecerse que la cosecha de maíz de 1994/95 será inferior en un 4.4% a la obtenida para la cosecha 1980/81 (14 años antes). Por otra parte, los precios al productor y al consumidor de los granos básicos reflejan la existencia de considerables márgenes de ganancia para los transportistas y comerciantes, lo cual va en detrimento de los ingresos de los productores. Actualmente los precios de los granos básicos no se constituyen en un estímulo para la producción de los mismos, y esta se mantiene únicamente porque representa la fuente de autoconsumo que permite la subsistencia de la economía campesina, la cual funciona mayormente al margen de la lógica de la libre empresa. Precios de los alimentos y la pobreza La pobreza se calcula en base al valor de la canasta básica ampliada, la cual comprende los rubros de alimentos, vivienda, vestuario y misceláneos; todas las familias que no perciben lo necesario para adquirir esta canasta ampliada se consideran en situación de pobreza relativa. Aquellas familias cuyo ingreso no les permite adquirir ni siquiera la canasta básica de alimentos se considera que se encuentra en situación de pobreza absoluta. De acuerdo a estas definiciones resulta claro que un incremento en los precios de los alimentos implica un incremento de la pobreza relativa, pero especialmente de la pobreza absoluta. De hecho, el esquema de crecimiento de los precios observado durante los últimos años ha colocado grandes presiones para el incremento de la pobreza absoluta. Sin embargo, los precios de los alimentos no solamente influyen incrementando la pobreza de los consumidores, sino también la de los productores, pues pese a que se suscitan incrementos de precios éstos no son lo suficientemente elevados como para elevar considerablemente los ingresos de los sectores campesinos. Un área de política económica y social obligada para un gobierno que está realmente interesado en el combate de pobreza es la producción y precios de los granos básicos. No puede dejarse al libre mercado la producción de granos básicos, pues hasta ahora es ello lo que explica la inseguridad alimentaria del país, la proliferación de la pobreza rural e, incluso, el comportamiento del Indice de Precios al Consumidor. Así como el libre mercado no garantiza una reducción de los niveles de pobreza y justifica la intervención estatal, así también en el campo de la producción de alimentos también se requiere una intervención deliberada del Estado otorgando subsidios que vuelvan atractivos los precios de los granos básicos para el productor y que, al mismo tiempo, mantengan bajos los precios al consumidor. En torno al nuevo informe de Boutros Ghali Desde sus inicios, las relaciones entre la Misión de las Naciones Unidas para El Salvador (ONUSAL) y el gobierno de Calderón Sol se han caracterizado por ser de tipo amor-odio. El paso de uno a otro polo ha estado determinado por la índole de los contenidos de los informes que ha presentado periódicamente, desde el inicio de su estadía en el país, ONUSAL. Se ha hecho costumbre que si en los informes se refleja una visión del país que puede ser de utilidad para la gestión del gobierno abunden por consecuencia los abrazos, los apretones de manos y las sesiones de fotografías donde se muestra con algarabía la sin par fraternidad entre los funcionarios gubernamentales y el organismo internacional; en cambio, si el informe de turno señala los atrasos y errores en el proceso de transición democrática del país, es de esperar que el gobierno acuda a sus más gastados argumentos nacionalistas -þEl Salvador no puede permitir la ingerencia extranjera en sus asuntos internosþ- y pase de su anterior etapa de camaradería a una donde abunda el ataque personalizado y la diatriba. Así, en este polo de la relación, no se discuten la validez o coherencia de los señalamientos, sino más bien la personalidad y autoridad del que los hace patentes; se obvia, pues, lo realmente importante, el quid del asunto: los avances o retrocesos en el proceso de cumplimiento de los Acuerdos de Paz . El 21 de este mes, salió a la luz pública el último Informe Oficioso del Secretario General de las Naciones Unidas sobre el Estado de la Aplicación de los Acuerdos de Paz en El Salvador, presentado al Consejo de Seguridad, y que cubre el período comprendido entre el 1o. de mayo y el 20 de julio de 1996. El informe, basado en los datos aportados por la Oficina de las Naciones Unidas para la Verificación (ONUV) en El Salvador, toca cinco puntos: seguridad pública; derechos humanos y sistema judicial; cuestiones económicas y sociales; cuestiones electorales, y programas de asistencia técnica. Como ha sucedido en anteriores ocasiones, los señalamientos del presente documento han desatado polémicas y críticas por parte del sector gubernamental y otras instituciones de la sociedad. El nuevo informe de Boutros Ghali Como ya se dijo, el documento toca cinco puntos, en cada uno de los cuales el Secretario General de la ONU, Boutros Ghali, realiza de manera breve un balance donde resalta tanto los progresos alcanzados como los obstáculos y retrocesos en el cumplimiento de los Acuerdos de Paz; de los cinco puntos caben destacar lo siguientes: a) en lo que respecta a seguridad pública, el punto que más agrias discusiones ha provocado, Ghali ve como único avance -al menos el único que reconoce explícitamente- la aprobación, el 18 de julio de este año, de la Ley de la Carrera Policial, lo cual significaría, pese a su demora, þun paso muy positivo en el proceso de pazþ. Por lo demás, el Secretario General observa que persisten las dificultades que impiden þconsolidar el sector de seguridad pública de conformidad con el modelo establecido en los Acuerdos de Paz þ; dificultades que þobedecen a los diferentes conceptos de seguridad pública que tienen los encargados de formular políticas en esa esferaþ. Debido a esto continuaría latente el peligro de que þla PNC pudiera perder su identidad de institución al servicio de la comunidad y pasara a ser un nuevo instrumento de poder proclive al autoritarismo y que no rinde cuentas al públicoþ, amenaza de la que ya se estarían presentando señales crecientes. Además de esto, Ghali señala otros problemas no menos preocupantes: la falta de operatividad y concreción de objetivos del Consejo Nacional de Seguridad Pública; las dificultades que ha debido hacer frente la consolidación de la oficina del Inspector General de la PNC, y la debilidad que se percibe en el funcionamiento de los mecanismo de control interno de la PNC. b) en lo que toca a los derechos humanos, el informe resalta positivamente el desempeño de la Procuraduría Nacional para la Defensa de los Derechos Humanos en la consolidación y buen ejercicio del Estado de Derecho; sin embargo, critica la lentitud en þla elaboración y publicación de resolucionesþ -medio por el cual la Procuraduría expresa su posición oficial sobre asuntos concernientes con los derechos humanos-, a la vez que insinúa la falta de þpropuestas concretas para la solución de problemasþ. Sobre el sistema judicial, se señala, þa pesar de los esfuerzos de la Corte supremaþ, el escaso progreso en la reforma judicial: la depuración de los jueces, y la falta de coordinación entre el sistema judicial y la policía, lo que estaría obstaculizando el combate contra la delincuencia común y organizada. c) llama la atención que pese a que Ghali realiza en el informe importantes observaciones sobre el Programa de Transferencia de Tierras, el Fondo de Protección para Lisiados y Discapacitados a Consecuencia del Conflicto Armado y la Reforma Electoral, la discusión se ha centrado en los dos puntos anteriormente reseñados. Se han obviado de la discusión los siguientes señalamientos: 1) el Programa de Transferencia de Tierras no podrá darse por concluido antes de las fechas establecidas en la calendarización; 2) no se ha avanzado en la definición de los beneficiarios del Fondo de Protección (lo que se traduciría en una þcausa de posible desestabilizaciónþ), y 3) la aprobación de las propuestas más importantes de la Reforma Electoral (votación por zona de residencia, emisión de un documento único y la representación proporcional en los gobiernos municipales, entre otros) no ha prosperado debido a la oposición en contra de las reformas al interior de la Asamblea. La falta de atención que ha prestado el gobierno a estos puntos podría intentar explicarse a partir de la siguiente hipótesis: aunque las observaciones de Boutros Ghali sobre seguridad pública son acertadas y contundentes, ellas no agregan nada nuevo al conjunto de críticas de las que ha sido objeto la PNC en los últimos meses; por ello, el insistir en ellas ayudaría a desviar la atención de problemas no menos graves, pero sobre los que se ha insistido con menor denuedo. En este sentido, que el gobierno discutiera o rebatiera la totalidad del informe sacaría a la luz que, contrario a lo que afirma Calderón Sol, el Programa de Transferencia de Tierras no está finalizado; que los retrasos en la Reforma Electoral beneficiarán al partido ARENA de cara a las próxima elecciones, y que pese al potencial de conflicto que reside en el incumplimiento de los acuerdos que benefician a los lisiados y discapacitados se ha hecho poco o nada por resolver su situación. En resumen, la visión general del informe da poca cabida al optimismo; aquellos puntos de vital importancia para el fortalecimiento de la democracia y el proceso de paz han sido o dejados de lado o entorpecidos por los responsables de llevarlos a buen término. En cuanto a la actitud de los personeros del gobierno ante el documento, se muestra con nuevo vigor su falta de madurez y apertura a la crítica, ya que no solamente no se acepta de principio ninguna de las observaciones de Ghali, sino que se responde poniendo en duda sus capacidades y la objetividad de su enfoque. El informe, entonces, ha sido útil en un doble sentido: muestra la debilidad de las instituciones sobre las que descansa la posibilidad de instaurar la democracia y, sin pretenderlo, dejar ver cuan lejos están de cuajar las más elementales normas de comportamiento democrático en las actitudes de los que nos gobiernan. Crisis económica y conflicto laboral en Costa Rica La actual crisis que enfrenta la economía costarricense está caracterizada por el mayor estancamiento que experimenta desde 1982. Prueba de ello es el fuerte impacto que se refleja en los siguientes aspectos: el Producto Interno Bruto (PIB), que creció en 2.5 por ciento en 1995, este año apenas crecerá 1 por ciento, en contraste con el 4.5 por ciento en el año de 1994, como lo señala la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en su informe titulado: "Costa Rica: evolución económica durante 1995". En declaraciones hechas por el presidente de la Cámara de Comercio, Carlos Federspiel, éste aseguró que las ventas internas cayeron casi en un 40 por ciento durante el primer semestre del presente año. Asimismo, señaló que, en lo que respecta al empleo, el 45.3 por ciento de los propietarios de negocios no contrató más personal en dicho período, sino más bien el 24.5 por ciento redujo los empleados, situación que a juicio de la Cámara de Comercio se mantendrá durante la segunda mitad del año. Al ser preguntado en relación a sus perspectivas sobre el comportamiento de la economía en el segundo semestre del año en curso, Federspiel respondió que la mayoría de comerciantes no esperan cambios en el crecimiento productivo ni que se experimente baja alguna en la inflación. Tal pesimismo se entiende a la luz de la disminución de la actividad productiva en un 1.8 por ciento durante la los meses de enero a junio pasados, y una inflación acumulada en ese mismo período de 9.74 por ciento. En el ámbito económico, el único sector que experimentó un crecimiento sostenido fue el de exportación. Pese a ello, los comerciantes consideraron la posibilidad de que el gobierno y el Congreso agilicen a la mayor brevedad la aprobación de proyectos de ley en lo que se refiere a la reforma tributaria, la concesión de obras públicas, la apertura de monopolios estatales y el control de la deuda interna que supera los 2 mil millones de dólares y, que entre enero y junio, creció alrededor en un 52 por ciento, según lo expresó el Ministro de Hacienda, Francisco de Paula Gutiérrez. Por lo anterior, es claro que la economía costarricense sufre un estancamiento, que lejos de apuntar hacia su recuperación se encamina hacia una mayor agudización, precisamente en la medida que el país se aleja de la meta inicial de reducir el déficit fiscal en 0.5 por ciento establecida por el gobierno en convenio con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Proyectando un déficit que oscilará entre 3 y 3.4 por ciento al finalizar 1996. Por otra parte, la administración de José María Figueres, enfrenta una realidad de constantes conflictos laborales, de manera particular el que se viene dando en la provincia de Limón. En esta provincia, la policía mantuvo el 24 de febrero una fuerte vigilancia, en el principal puerto de Costa Rica, con la finalidad de evitar un paro general decretado el pasado jueves 22 por los sindicatos y organizaciones populares. Los dirigentes del movimiento que convocó a la huelga exigen al gobierno de Figueres que de cumplimiento a los compromisos de mejoras sociales y económicas. La Iglesia Católica, que respalda las demandas de los trabajadores, hizo un llamado a las autoridades para que den solución a la problemática de los trabajadores de Limón. El rol del Poder Legislativo en la política exterior Oscar Martínez Peñate Departamento de Sociología Universidad Centroamericana José Simeón Cañas Autorizar al presidente para que viaje al extranjero La Asamblea Legislativa tiene entre sus funciones autorizar la salida del Presidente de la República hacia otros países, siempre y cuando éste explique y justifique los motivos y razones del viaje y el tiempo de duración de la estancia en el extranjero, o el período que comprenden las gestiones internacionales propuestas. La solicitud de autorización para viajar al extranjero puede regir incluso hasta por un período determinado que puede ser un año después de haber terminado sus funciones como Jefe del Ejecutivo. Ello con el propósito, entre otros, de que el ex presidente pueda evadir sanciones penales por delitos graves que pueda haber cometido en el ejercicio de sus funciones. En la Constitución Política se supone que deben establecerse sanciones a la no observancia de esta norma por parte del Presidente o por realizar actividades y gestiones ante gobiernos u organismos internacionales distintos a los que el pleno legislativo hubiese aprobado. La autorización implica que los diputados conozcan, evalúen y otorguen su beneplácito si están de acuerdo con las gestiones diplomáticas que realice el Presidente. La autorización conlleva el objetivo de que los Poderes Ejecutivo y Legislativo coordinen la política exterior que más le conviene a la nación. De esta manera, se garantiza que la política exterior no sea realizada por el Presidente a título personal, sino en representación oficial del país y como sujeto de derecho internacional. La Constitución Política de El Salvador, en el Art.158, dice lo siguiente: "se prohíbe al Presidente de la República salir del territorio nacional sin licencia de la Asamblea Legislativa". Ratificación de tratados Otro de los mecanismos de control y coordinación de la política internacional del país lo constituye la ratificación de una tratado, es decir, de un "acuerdo entre sujetos de derecho de gentes destinado a producir ciertos, efectos de derecho" (Charles Rousseau, 1971) y regido por el derecho internacional. En sentido amplio podemos decir que es "todo acuerdo concluido entre miembros de la comunidad internacional"(Ibid). La ratificación es un control sobre el Ejecutivo para que éste no incurra en hechos diplomáticos que puedan afectar el interés de la nación o poner en peligro la soberanía, la independencia y la autodeterminación del país. También con la ratificación, el Poder Legislativo y Ejecutivo coordinan las relaciones internacionales, para que éstas sean congruentes con la política y el ordenamiento jurídico interno del Estado. "La práctica de la ratificación, es relativamente moderna, arranca desde la Revolución Francesa, o sea, con la organización democrática del Estado" (César Sepulveda, 1984). La ratificación es una competencia exclusiva del Poder Legislativo. "El sistema descansa en la idea democrática del control de la política internacional por el poder legislativo y reduce el papel del poder ejecutivo, que no es sino un simple negociador del tratado" (Claude-Albert Colliard, 1978). Los tratados son firmados por el Ejecutivo, pero para que entren en vigencia, tengan autoridad, adquieran fuerza jurídica, constituyan ley de la República y sean obligatorios para los Estados es necesario que la Asamblea Legislativa los ratifique, es decir, que el pleno vote a favor para su aprobación; en términos de derecho internacional se le denomina a esta acción legislativa ®ratificación¯, que no es otra cosa que la confirmación de las gestiones, negociaciones o redacción del texto por el Poder Ejecutivo. Con la ratificación, el tratado se convierte en ley en el país. Para el caso de El Salvador, el tratado entra en vigencia después de haber transcurrido ocho días de la publicación del decreto de la ratificación en el Diario Oficial. Una nación puede expresar a la comunidad internacional su voluntad de obligarse por un tratado ya sea por ratificación, aceptación, aprobación o adhesión, según sea el caso. En resumen, la ratificación de tratados es el acto mediante el cual un estado confirma y aprueba oficialmente los términos de un tratado. Aunque normalmente es un acto ejecutivo, la ratificación se lleva a cabo por cada signatario de un tratado de acuerdo con sus procesos constitucionales. Ordinariamente esto requiere el consentimiento de una o más cámaras de la legislatura nacional" (Plano y Olton, 1980). Según la Convención de Viena sobre el derecho de los tratados, en el Art.14, el cual trata sobre el consentimiento en obligarse por un tratado manifestado mediante la ratificación, la aceptación o la aprobación, dice lo siguiente: "1. El consentimiento de un Estado en obligarse por un tratado se manifestará mediante la ratificación: a) cuando el tratado disponga que tal consentimiento debe manifestarse mediante la ratificación; b) cuando conste de otro modo que los Estados negociadores han convenido que se exija la ratificación; c) cuando el representante del Estado haya firmado el tratado a reserva de ratificación; o d) cuando la intención del Estado de firmar el tratado a reserva de ratificación se desprenda de los plenos poderes de su representante o se haya manifestado durante la negociación. 2. El consentimiento de un Estado en obligarse por un tratado se manifestará mediante la aceptación o la aprobación en condiciones semejantes a las que rigen para la ratificación". Las reservas a los tratados Es necesario aclarar que la ratificación es un acto de aprobación pero, asimismo, el pleno legislativo puede improbar el tratado presentado por el Ejecutivo; de igual forma, los diputados están en su derecho y libertad de formularle reservas como condición de la ratificación. Las reservas, según la costumbre internacional, se le hacen únicamente a los tratados multilaterales, puesto que en los tratados bilaterales, por ser una negociación entre dos, no hay mayores problemas para dirimir aspectos en los que no están de acuerdo ambos Estados. "En un tratado bilateral no se concibe la reserva, ya que desemboca en una transformación del tratado de manera puramente unilateral" (Claude-Albert Colliard, 1978). En los tratados multilaterales, por ser varios los Estados involucrados, es necesario que los países puedan formular reservas sobre aspectos secundarios del documento en los que no estén de acuerdo; ello permite dejar abierta la posibilidad para que otros Estados formen parte del Tratado. La convención de Viena sobre el derecho de los tratados, en el Art.2 literal d), nos da una definición de reserva que reza de la siguiente manera: "se entiende por ®reserva¯ una declaración unilateral, cualquiera que sea enunciado o denominación, hecha por un Estado al firmar, ratificar, aceptar o aprobar un tratado o al adherirse a él, con objeto de excluir o modificar los efectos jurídicos de ciertas disposiciones del tratado en su aplicación a ese Estado". Si bien la Asamblea Legislativa puede hacer reservas, ello no significa que no se encuentren reglamentadas las limitaciones que impone el derecho internacional público. La ratificación es una acto de aprobación, pero también la Asamblea tiene la libertad de improbarlo, incluso con con algunas reservas que se le hagan al tratado. Las reservas pueden consistir en la no aceptación de algunas partes del texto, lo que significa que tendrá fuerza de ley sólo lo que no haya sido objeto de reservas; de igual forma, si las reservas son modificaciones o declaraciones interpretativas de alguna(s) cláusula(s) del tratado, estas cláusulas modificadas como parte integral del tratado también tendrán fuerza de ley en el país. Las reservas aceptadas sólo serán obligatorias para el que las efectúe. Sin embargo, no se pueden efectuar cualquier tipo de reservas, pues existe una reglamentación en la Convención de Viena sobre el derecho de los tratados, contemplada en el Art.19. "Un Estado podrá formular una reserva en el momento de firmar, ratificar, aceptar o aprobar un tratado o de adherirse al mismo, a menos: a) que la reserva esté prohibida por el tratado; b) que el tratado disponga que únicamente pueden hacerse determinadas reservas, entre las cuales no figure la reserva de que se trate; o c) que, en los casos no previstos en los apartados a) y b), la reserva sea incompatible con el objeto y el fin del tratado". Este rol de la Asamblea Legislativa en la política exterior ha permitido la participación en la misma de todos los diputados y, en particular, ha conducido a que la Comisión legislativa de Relaciones Exteriores adquiera un papel muy importante y hasta cierto punto determinante en su conducción, en cuanto que el dictamen que ella emite tiene repercusiones en la decisión que se tome en la plenaria. Además, a través de esta comisión, la Asamblea ejerce una mejor fiscalización y control de la política exterior del Ejecutivo. De tal forma que hoy en día no es extraño ver a diputados de la Asamblea Legislativa que acompañan a delegaciones o a misiones diplomáticas en las negociaciones o redacciones de textos de tratados internacionales ni tampoco observar delegaciones legislativas de países que tratan de resolver litigios fronterizos, como el caso de El Salvador y Honduras en el problema de los llamados "bolsones" fronterizos. "Los legisladores y las autoridades ejecutivas comparten así la responsabilidad de la dirección y de los resultados de las negociaciones diplomáticas" (Duchacek Ivo, 1976). "Esta importancia ha hecho... que, en ciertas ocasiones, los Senadores ostenten una representación institucional cuando viajen al extranjero, y hasta es posible que el Presidente les encomiende alguna misión delicada que el Senador habrá de cumplir con un espíritu no partidista, procurando tener en cuenta lo que es percibido como el ®interés de la nación¯"(Cotarelo y Guerrero, 1978). Maras y cultura þurbano-informático-consumistaþ Elvio Sisti Consultor de PROLIS-UE Es común ahora oir decir que la sociedad está transformándose. Pero cuando se dice o se oye decir, usualmente se piensa en un plano puramente de acontecimientos. Se piensa, por ejemplo, en la renovación de la moda de las personas del futuro. Entonces así como es posible imaginar a nuestros padres detrás de sus antiguas radios de válvulas, es posible también imaginar a las futuras generaciones frente a sus súper computadoras y aparatos de televisión, seguramente holográficos. También se da por descontada la renovación de las ideas coherentizadoras de las representaciones sociales de la gente. Sin embargo, pareciera ser que no estamos preparados para asumir el cambio de la gente misma, como conjunto social al cual pertenecemos. O, dicho de otra forma, a admitir nuestro cambio como parte de esa totalidad humana que está en constante movimiento. Nos resulta más fácil proyectar o descubrir nuestros cambios, antropológicamente hablando, en referentes colectivos exteriores. Los que se convertirán en malos referentes si los cambios en gestación tienen una representación social negativa. El fenómeno de las þmarasþ constituye un ejemplo de éso. La carta de presentación de las maras es su elemento cultural. Pensamos en una mara cuando nos imaginamos a un grupo de jóvenes vestidos con ropa muy holgada, tatuados, usando zapatos deportivos, algún arma escondida, y haciendo señas con las manos. En su entorno físico se pueden ver grafitis de cierto estilo psicodélico, que demarcan un territorio...mítico como su razón para lucha violentamente contra un enemigo, también mítico (þlos que se meten con el barrioþ, þlos enemigos de la razaþ, þla juraþ, etc.). En este entorno estético-cultural se cultivan diversas dinámicas psicosociales, muchas basadas en el uso de la violencia y en infinidad de rituales de reaseguramiento de la identidad y también de la afectividad. Pronto descubriremos que los patrones estéticos señalados no son atributos exclusivos de grupitos llamados þmarasþ, sino nuevas fisonomías culturales extendidas a los sectores culturales afines (jóvenes de minorías marginales en sociedades ricas o de maplias capas descalificadas y excluídas en países distorsionados en su desarrollo) de toda la región. En otras palabras, la dimensión cultural trasciende a las maras; se corresponde a un fenómeno más global (o þglobalizadoþ, para usar la terminología þpolíticamente correctaþ). El componente cultural del fenómeno de las mara, con sus interesantes variedades locales, es parte de lo que llamaremos naciente cultura urbano-informático-consumista de la región. La dinámica psicosocial de la maras, que incluye la violencia y la delictividad, se hace cada vez más compleja diversificada (principalmente por las respuestas institucionales al problema), pero se integra a una cultura que nos cubre a todos. No nos choca la apariencia de una mara porque provenga de otra cultura sino, precisamente, porque se arma con elementos antinormativos de nuestra propia macro-cultura. Si bien el entorno cultural del proceso es inmensamente más amplio que el simple problema delincuencial, lo alarmante es que, en la realida actual, tiende dialécticamente a þdelincuenciarseþ, como indica, por ejemplo, el cambio actitudinal hacia los jefes de de mafias, vistos como empresarios audaces; o las nuevas representaciones sociales de las relacionws de poder y de consumo; donde el éxito en la adquisición de poder y consumo justifican la violación a los derechos humanos y cualquiee forma de vida personal; siendo lo delictivo una cuestión de habilidad, no de valores. Parece hasta cierto punto ridículo escandalizarse por la presencia de las maras, como si se tratara de engendros patológicos; cuando, en realidad, forman parte de nosotros, es decir de nuestra cultura urbano-informático-consumista. A esta cultura pueden seguírsele otros rasgos llamativos y preocupantes, como: la þurbanizaciónþ cultural de todo el espectro poblacional de la nación; la þmagapolizaciónþ de los ámbitos ciudadanos; las þguerras míticasþ entre grupos sin proyectos de futuro; el consumismo compulsivo y desidentificante; la degradación medioambiental; el auge de los fundamentalismos; las prácticas de ornamentación corporal masculina (tatuajes, pendientes, rapados); la diversisficación e intensificación de las adicciones. Todo en el marco de una medievalización de la integración social . Donde amplos sectores quedan cautivos de un micromundosin proyectos de futuro, sobreviviendo sin más identidad que el enfrentarse entre sí, destructivamente, en el aquí y en el ahora. Porque fuera de la þaldeaþ psicológica inmediata, la vida es una aventura. Cada grupo refugiándose en su espacio que logra amurallar, como transacción trágica entre el eludir la locura de negarse como ser humano y el escapar al aniquilamiento físico. La macrocultura urbano- informático-consumista facilita los diversos materiales, que se constituyen en especie de sellos de los procesos de descalificación y exclusión, concretos y particularizados para determinados lugares. La falta de ejercicio del poder social, entendido éste como la realización de las propias necesidades humanas básicas a través de la interacción con el entorno humano, y con ello la imposibilidad de generar cambios que permitan el aprendizaje de la realidad contextual, compulsan a la imposición de cambios simbólicos, absurdos desde un punto de vista objetivo, pero que a toda costa marcan un hito para la subjetividad personal, reemplazando el ejercicio de poder social por la violencia del poder físico, como única posibilidad de sobrevivir psicológicamente, de tener un Yo (þsumamos puntos cuando les damos verga...þ - dicen en las maras), que son al mismo tiempo síntomas del grave subdesarrollo yoico. En síntesis, las maras extraen sus características culturales de los aspectos antinormativos, pero no antisistema, de la nueva cultura urbano-informático- consumista, que compartimos todos. Más bien sirven al sistema, basado en la descalificación excluyente, al autodescalificarse y autoexcluirse. La alarma social surge no por el fenómeno en sí, sino por su ineficiencia socio- estructural, cuantificada en su producto derivado, la violencia delincuencial. éste constituye, de alguna manera, la þsuciedadþ, ahora insostenible, del þvertebralþ proceso de exclusión. GHALI VUELVE A LA CARGA (II) Conociendo la incapacidad interna para controlar la actuación del personal policial, el panorama se complica cuando el secretario general habla de las "graves dificultades para consolidar la oficina del Inspector General de la PNC"; dificultades que --según él-- "se agravaron con la renuncia del propio Inspector General a fines de junio". Sin mayores explicaciones de fondo, dicho funcionario regresó a su cargo a los pocos días; Ghali se atreve a pensar que ese puede ser "un indicio de que algunas de esas dificultades podrán superarse". Sin embargo, nosotros no compartimos esa confianza. ¨Por qué? Pues, porque desde que nació y hasta la fecha --ni con el primer inspector ni con su sustituto-- esa institución ha dado muestras de una labor decidida y eficaz en el cumplimiento de su misión: "vigilar y controlar las actuaciones de los servicios operativos y de gestión del cuerpo, así como lo referente a los Derechos Humanos" (artículo 8, Ley Orgánica de la PNC). Y mientras esperamos que se arreglen las cosas al interior de la inspectoría, la población salvadoreña sigue sin contar con un mecanismo nacional que observe el funcionamiento de la Policía --fuera de los señalamientos que reiteradamente le hace la procuradora para la defensa de los derechos humanos-- y que además haga uso de sus facultades para corregir las fallas que detecte. No se pueden dejar de mencionar las cosas que el secretario general califica positivamente. Entre ellos destaca la reciente aprobación de la Ley de la Carrera Policial, para regular "la estructura profesional de la PNC". Se dice en el documento que, no obstante haber estado "sujeta a demoras considerables", dicha aprobación "refleja el consenso entre las partes en los acuerdos de paz a que se llegó con la asistencia de los buenos oficios de MINUSAL. Pero aún quedan ciertos impedimentos que se deben superar en esta materia "para aclarar y armonizar el estatuto jurídico del sector de la seguridad pública". Tal como pintan las cosas, el panorama está bastante complicado y eso no lo descubrimos con el último informe del señor Boutros-Ghali. Desde hace algún tiempo lo sabemos quienes, desde siempre, hemos estado pendientes de los acontecimientos relacionados con esta materia e interesados en no dejar que se tiren a la basura tantos esfuerzos realizados en aras de mejorar. Con una conducción deficiente de la seguridad pública y sin posibilidades de garantizar que los errores y las arbitrariedades se investiguen y sancionen, que es como estamos actualmente, se vuelve más urgente buscarle salida a la situación. Y la hay. Independientemente de que, hasta el momento, el Consejo Nacional de Seguridad Pública (CNSP) no ha satisfecho las "expectativas a que dio lugar su establecimiento" --como se dice en el informe que nos ocupa-- es éste uno de los recursos que aún no ha sido explotado. "Las demoras en el comienzo de las operaciones del Consejo --dice Ghali-- han hecho que sus funciones, mandato y objetivos todavía no hayan sido objeto de una definición clara". Con interés y esperanza, el secretario general de la ONU piensa que "el programa de trabajo del Consejo, que ha de darse a conocer próximamente, responderá a estos interrogantes y contendrá un esbozo de las medidas que le permitirán reaccionar en forma eficaz a los problemas que motivaron su creación". Pero, como ha sucedido tantas veces en este país desde que se firmó la paz, no siempre se cumplen los compromisos; por ello, le corresponde a la población --organizada o no-- estar pendiente de los pasos que vaya dando dicha institución y presta a colaborar con ella pues, de lo contrario, va a terminar siendo un poco menos que nada. En lo que toca al tema de los derechos humanos y el sistema judicial, se destaca "la importancia de la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos en la tarea de alentar el mantenimiento del imperio del derecho, de manera coordinada y complementaria con la de otros organismos estatales". Para Ghali, "esta institución debe mejorar su capacidad de elaboración y publicación de resoluciones". Estamos conscientes que la opinión de la gente sobre la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos (PDH) es buena; los resultados de la última encuesta del IUDOP (Proceso, 722) son una prueba de eso. Pero hay que ser claros: una buena dosis de esa confianza que expresa la población es producto de la figura y actuación de la señora procuradora. Es ella quien ha mostrado --durante un año y cinco meses en el cargo-- claridad para establecer un compromiso real con la defensa de los derechos humanos y valentía para enfrentar los grandes retos que le plantea su coherencia con tal compromiso; sin embargo, el funcionamiento de la institución a su cargo no es el mejor y a una parte de eso se refiere Ghali. Los problemas que impiden una actividad más eficiente de la Procuraduría no se van a solucionar con la propaganda en los periódicos, que es a lo que tiende mucho -- quizás para justificar su buen sueldo-- un conocido funcionario internacional metido en la PDH. Para que la institución se consolide es importante que su personal siga el ejemplo de entrega que proyecta la señora procuradora. Lo anterior no quiere decir que, fuera de la doctora Victoria de Avilés, al interior de la PDH no exista nadie más con compromiso y desarrollando una actividad aceptable; el problema es que son pocas y pocos. Además, en aras de alcanzar su real consolidación, la Procuraduría requiere con urgencia un diagnóstico objetivo del estado en que se encuentra --el cual nunca saldrá del despacho de ese personaje dizque encargado del "fortalecimiento institucional"-- y también debe ubicar los desafíos más importantes a enfrentar con decisión y capacidad. Contra este esfuerzo, impostergable para garantizar que la PDH se convierta en la conciencia social de nuestro país, conspira la poca disposición del Ejecutivo para asignarle los recursos necesarios y suficientes. Dice Ghali en su informe que la ratificación de diversos artículos constitucionales y la reformulación de otros por la Asamblea Legislativa es "un progreso significativo", pero aún está pendiente la aprobación de otros "instrumentos judiciales adecuados y efectivos" para enfrentar la delincuencia. Lo anterior debe interpretarse como una alusión velada a la inadecuada e inefectiva ley de emergencia aprobada en marzo de 1996. Con seguridad señala que la depuración judicial perdió "su impulso inicial" y "prácticamente se ha paralizado". Además, advierte que la descoordinación entre jueces, fiscales y policías no favorece a la lucha contra los delitos comunes y el crimen organizado. Entre las observaciones finales, Ghali recapitula destacando la necesidad de intensificar los esfuerzos a fin de hacer realidad las recomendaciones del Grupo Conjunto para la investigación de grupos armados ilegales con motivación política. De igual forma, advierte que es necesario consolidar a la PNC "de conformidad con el modelo establecido en los acuerdos de paz", ampliar el proceso de consolidación de la PDH e impulsar la pronta aprobación de los proyectos de Código Penal, Procesal Penal y Ley Penitenciaria. Ante este informe, un grupo de organismos de la sociedad civil que trabajan en la defensa y promoción de los derechos humanos, entre ellos el IDHUCA, se pronunció de la siguiente forma: 1. Los señalamientos críticos que se hacen a la PNC no son nuevos. En su documento del 23 de abril de 1996, Ghali mencionó las deficiencias de ese cuerpo de seguridad y, sin embargo, muchas de sus recomendaciones para superarlas aún no se cumplen. Nos preocupan mucho las reacciones oficiales de rechazo inmediato a las observaciones que se hacen en esta materia. Esas reacciones viscerales de resistencia a las críticas, se vuelven más inquietantes cuando se trata de asuntos tan importantes como la conducción de la seguridad pública y la incapacidad de los mecanismos internos y externos de vigilancia y control disciplinario de la PNC, principalmente en lo que se refiere a los derechos humanos. De seguir por ese camino, después será mucho más difícil superar los males que poco a poco se van enraizando dentro del nuevo cuerpo policial. Pasadas esas primeras reacciones oficiales, esperamos que las recomendaciones hechas por Ghali tengan eco en las altas esferas gubernamentales para rescatar la PNC y garantizar niveles adecuados de seguridad a la población. En este punto, es necesario que el Consejo Nacional de Seguridad Pública asuma un papel más activo y protagónico, acorde a las exigencias de una realidad cada vez más preocupante. 2. En cuanto a los derechos humanos y el sistema judicial, en el país aún queda mucho por hacer pues los pasos dados hasta el momento son lentos e insuficientes; con ellos no se ha logrado superar las violaciones a los derechos a la vida, a la integridad física, a la seguridad personal y al acceso a la justicia, entre otros. La sociedad entera se encuentra dentro de un ambiente de inseguridad y miedo, ante los constantes hechos de violencia que se registran a diario en todo el país. La ola de secuestros y asesinatos se ha intensificado y ahora, más que nunca, se necesita una Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos fuerte, institucionalmente sólida, que tenga la capacidad de emitir las resoluciones adecuadas y darles el seguimiento debido. Ello, con el objeto de impactar al resto de la administración pública para que cumpla con su deber de garantizar el respeto a la seguridad de las personas, sin dar pasos atrás en lo referente a la vigencia de sus otros derechos y libertades. También, es fundamental que la Procuraduría desarrolle su capacidad para proponer iniciativas creativas en esa materia. La administración de justicia sigue mal y el atraso en la aprobación de las reformas a los Códigos Penal y Procesal Penal y Ley Penitenciaria --junto a la vigencia de la ley de emergencia contra la delincuencia-- aumentan la situación crítica dentro de las cárceles. Los reclusos han desistido, por el momento, de realizar medidas de presión en espera de que sus peticiones sean escuchadas y que, por fin, se logre la agilización de los casos pendientes de estudio. De no ser resueltas justamente estas demandas, se corre el riesgo de que rebrote con más fuerza la violencia al interior de los centros penitenciarios. 3. Es vital que las observaciones de Ghali sean conocidas y discutidas ampliamente por los organismos sociales y la población en general, pues los acuerdos de paz son producto del esfuerzo y sufrimiento de todas y todos los salvadoreños. Por tanto, se debe considerar su opinión al momento de tomar decisiones cuyas consecuencias les afectarán. Aunando esfuerzos se puede llegar a los nuevos y necesarios compromisos para enfrentar los problemas más urgentes; de lo contrario, estaremos ante el peligro de que se sigan adoptando medidas erradas que no cuentan con el aval de la población. 4. Se debe tener presente que, dentro de poco tiempo, en El Salvador ya no habrán observadores internacionales. Esta situación obliga a todas y todos a involucrarnos en la vigilancia estricta y propositiva del funcionamiento institucional, principalmente de la PNC, la PDH, el órgano Judicial y el resto del Ministerio Público. Sólo así lograremos asegurar que los esfuerzos hechos durante tantos años y por tanta gente no hayan sido vanos; de otra manera, siempre estaremos ante el peligro de un rotundo fracaso cuyas consecuencias nadie las desea.