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año 17 número 726 septiembre 18 1996 ISSN 0259-9864 Libertad es igualdad y fraternidad El Salvador: ¿un país para inversiones seguras? Los medios como creadores de mitos Centroamérica: entre el sometimiento y la independencia Aprobación legislativa del Presupuesto General de la nación La pena de muerte ¿vale la pena? Libertad es igualdad y fraternidad Libertad es una palabra que aparece mucho en el discurso de la independencia, tanto que ambas se identifican. Sin embargo, no se indica de qué o de quién es esa libertad ni para qué. En el contexto de la independencia centroamericana no se recuerda que era del imperialismo español, quizás por no incomodar a la representación diplomática de ese país o lo que sería peor, porque significaría la perdida del sentido histórico, por no darle ninguna importancia. Tampoco se profundiza en el para qué de esa libertad, obviando la concreción del término. Si no se historiza de qué y para qué se es libre, la libertad es una abstracción manipulable. La independencia de 1821 implicó la libertad de un imperio español ya decadente y sin fuerzas para defender sus colonias. Quienes la proclamaron buscaron con ello la libertad para explotar libremente los recursos naturales y sobre todo humanos de las ex colonias sin la incómoda intromisión de los funcionarios reales. Los "notables" de entonces y los "padres de la patria" de ahora proclamaron la independencia de España para que no la proclamase el pueblo, porque de hacerlo, sus consecuencias hubiesen sido temibles, tal como explica el primer numeral del acta. Para los más idealistas, la libertad de entonces prometía prosperidad y felicidad. Contrario a sus expectativas, sobre Centroamérica cayó el mal de las guerras intestinas, animadas por pasiones políticas difíciles de satisfacer. El nuevo poder nacional no pudo controlar dichas pasiones y él mismo se vio arrastrado por ellas. El culto a los símbolos patrios, cargado de un fuerte sentimentalismo, oculta esta realidad histórica. La patria que se conmemora en el mes de septiembre se ha visto reducida a un sentimiento, muy profundo sin duda, pero sin fundamento histórico. Se exalta un sentimiento patriótico cargado de emotividad, pero sin contenido. Todo se reduce a cantar el himno nacional, recitar la oración a la bandera, honrar los símbolos nacionales y los desfiles de corte militar, una mala copia de la cultura norteamericana -en realidad, una colorida exhibición circense de malabarismos y piernas muy poco digna de la fiesta nacional-, que, además, impone fuertes gastos adicionales en los ya apretados presupuestos familiares. Visto en su conjunto, el mes cívico se ha vanalizado. Cuando la patria se vuelve mero sentimiento y paisaje se puede prescindir de sus realidades, es decir, de su población y de sus circunstancias. Se honra a la patria venerando sus símbolos, pero irrespetando su realidad más importante, sus ciudadanos. El mes cívico debiera estar cargado de contenido histórico, pasado y actual, para lo cual habría que comenzar desmitificando la historia oficial. En lugar de explotar propagandísticamente el sentimentalismo patriotero, se debieran promover los valores de la fraternidad y la solidaridad. Más aún, quienes con más fervor honran los símbolos patrios son los que están entregando El Salvador al capital transnacional con la cooperación del gran capital nacional. Honran la patria del siglo pasado con gran devoción, pero entregan fácilmente los recursos naturales y humanos nacionales a la explotación extranjera, de cuyos beneficios ellos tienen garantizada una parte importante. La patria del siglo XIX que conmemoran con tanto fervor no es el país del cual están disponiendo a su antojo, al amparo de leyes con claros visos de inconstitucionalidad. Hoy hacen lo contrario de lo que hicieron los héroes cívicos de los cuales se enorgullecen y a los cuales admiran. Libertad es la palabra mágica. Libertad de mercado, de comercio, del Estado y llevada al extremo, libertad de la ley y la justicia. La libertad que los padres de la patria del siglo XIX consiguieron sería la misma que gozamos a finales del siglo XX. Desde aquel entonces, El Salvador sería libre. En realidad, esa libertad es contraria a la igualdad y a la fraternidad. La libertad que nos imponen en la actualidad produce desigualdades y destroza la fraternidad como nunca antes. Es una libertad que crea diferencias y enemistades. Difícilmente se puede afirmar que El Salvador es más libre ahora que hace 175 años. Ciertamente, el imperialismo español ya es historia pasada; pero existen otros imperialismos como el estadounidense -más discreto en esta década que en la pasada, pero no por eso menos imperialista- y el del capital transnacional, que imponen su voluntad al país y la región, y nuevas imposiciones contrarias al bien común y, por lo tanto, al desarrollo del pueblo salvadoreño. No se puede afirmar que El Salvador es libre cuando cada día es más prisionero de la pobreza, de la violencia, del crimen organizado, del terror y de la corrupción. Todas estas son opresiones que impiden el desarrollo del país y el bienestar de sus ciudadanos. La libertad del imperio español del siglo pasado no es válida en la actualidad. La libertad es un reto contra quienes provocan la desigualdad y la destrucción de la fraternidad, contra quienes mientras confiesan su nacionalismo, entregan el país incondicionalmente, contra quienes, al amparo de la globalización, la modernización y la privatización (o apertura) neoliberales, promueven la libertad económica, mientras, por otro lado, conducen al país por los trillados caminos del autoritarismo político y social. La libertad para construir la igualdad y la fraternidad no se consigue honrando los símbolos de una patria históricamente inexistente o, dicho con mayor precisión, existente sólo en el sentimiento y en la ideología que lo acompaña. La patria venerada no es la patria real. El Salvador histórico aún carece de símbolos que lo representen o, mejor todavía, los símbolos actuales reclaman contenidos nuevos que recojan la realidad histórica de finales del siglo XX. En esos contenidos no deben faltar la referencia al pasado de donde venimos, al presente que queremos superar y a la utopía hacia la cual debiéramos caminar como nación. El Salvador: ¿un país para inversiones seguras? Durante las últimas semanas el Banco Central de Reserva (BCR) ha propalado ampliamente las supuestas perspectivas positivas que la economía de El Salvador presentaría para la inversión, y la cual estaría avalada por la empresa internacional clasificadora de riesgos "Standard & Poor's" (S&P). Según esta versión, actualmente la economía de El Salvador se encontraría pasando por tan buen momento que la "calificación obtenida por El Salvador es mayor que la de otros gobiernos con economías crecientes tales como Brasil y Argentina". Muy probablemente estas aseveraciones podrían parecer fuera de contexto para un observador de la coyuntura económica del país; considérese por ejemplo que actualmente se experimenta un franco proceso de recesión económica, profundización del déficit de la balanza comercial, reaparición del déficit fiscal, incremento de las tasas inflacionarias por encima de los niveles programados y elevados niveles de pobreza (Proceso, 724). Aunque la compañía S&P únicamente evalúa el clima de inversión basado en la estabilidad monetaria y en el manejo del crédito local e internacional, no omite señalar en su mismo informe algunas facetas negativas del proceso económico de El Salvador; sin embargo, estas han sido ocultadas deliberadamente por los comunicados del BCR. Para S&P un elemento que resulta clave para mejorar el clima de negocios de El Salvador es la privatización exitosa de la Administración Nacional de Telecomunicaciones (ANTEL) en los próximos 6 meses, pues ello permitirá al gobierno profundizar en las reformas económicas. No cabe duda que, en la actual coyuntura, el avance del proceso de privatización de ANTEL es uno de los elementos más debatidos, e inclusive ha pasado a ser la punta de lanza del proceso de privatización de las empresas prestatarias de servicios básicos. Este proceso ha sido ligado a las perspectivas económicas del país no sólo por la S&P, sino también por asesores de la Comisión Presidencial para la Modernización del Sector Público, los cuales además lo consideran un elemento decisivo para que el partido de gobierno aumente su caudal de votos en las próximas elecciones. En las siguientes líneas se presenta una visión más integral del informe de S&P con el objeto de explorar cuál es el vínculo que éste guarda con la reforma del Estado y, especialmente, con la próxima privatización de ANTEL. La principal información de interés que ha sido señalada por el informe que nos ocupa ha sido una mejor calificación de El Salvador en tres diferentes niveles: el de su moneda, la administración del crédito local y su perfil como cliente para créditos en moneda extranjera. De acuerdo a la firma evaluadora algunos elementos que han contribuido a esta mejor calificación son: estabilidad política y profundización de las reformas económicas, contención del déficit fiscal, baja deuda pública y liberalización económica "extensa" (de precios, intereses y capitales). Por otra parte, el documento también establece que la clasificación de El Salvador podría ser afectada negativamente por los siguientes elementos: precarias condiciones sociales y deficiencias de infraestructura, vulnerabilidad en la balanza de pagos debido al incremento de las importaciones y a la estrechez del sector exportador y, finalmente, una base productiva estrecha limitada por los bajos niveles de ahorro y de inversión extranjera. El informe de S&P señala claramente que el avance de El Salvador en la tabla de ratings obedece grandemente a las reformas económicas en las que este se ha empeñado, destacando que "los prospectos del gobierno para profundizar las reformas descansarán sobre la privatización exitosa de la compañía telefónica, ANTEL". Esta visión parece ser compartida también por sectores vinculados a la Comisión Presidencial para la Modernización del Sector Público. De acuerdo a documentos facilitados por diputados de la Asamblea Legislativa, los asesores de la mencionada comisión sostienen que la privatización de ANTEL estaría íntimamente ligada con dos importantes aspectos, claves para la profundización de la "modernización": ganancias de capital político derivadas del manejo de la privatización y obtención de garantías para la implementación de un próximo conjunto de reformas. Dentro de la visión de privatización adoptada por el gobierno es claro que se busca presentar el caso de ANTEL como una muestra de que el proceso privatizador mejorará las condiciones de vida de la población. En realidad, la privatización de ANTEL se ha traducido ya en notorios incrementos en el costo del servicio local sin que ni siquiera en el servicio internacional se registraran reducciones tarifarias (Proceso, 718). Los argumentos de que la privatización de ANTEL suponen incrementar el número de las líneas telefónicas, acceder a tarifas reducidas, reducir el tiempo de instalación e incrementar el empleo del sector telecomunicaciones son en realidad mera retórica para justificar la medida, pues no todos los ofrecimientos pueden cumplirse. Las tarifas se incrementaron en la práctica, mientras que el número de empleados en ANTEL se espera que disminuya notablemente después de su privatización; y, de acuerdo a los asesores del gobierno, para evitar que esta situación ocurra en época pre-electoral, se prevé garantizar contratos laborales hasta septiembre de 1997 y sacrificar recursos financieros en "beneficios al consumidor". La evaluación de S&P únicamente se basa en criterios de estabilidad de la moneda e implementación de reformas económicas liberales para la clasificación del clima de inversión de los países, de tal forma que su ponderación -y así lo reconocen los responsables del informe- en realidad no significa que el proceso económico de El Salvador esté enrumbado hacia el desarrollo. Por ejemplo, la liberalización de las tasas de interés ha sido uno de los elementos que más han presionado para la actual etapa de recesión económica que enfrenta el país, aunque para S&P es un elemento que favorece el "clima de inversión". El informe de la firma internacional sugiere que el país está llegando a niveles en que puede convertirse en destino de inversiones extranjeras, las cuales debido a su inestabilidad podrían desencadenar futuras crisis económicas, como en el caso de México. La implicación más importante de este informe es que abre la posibilidad de que empresas del sector financiero accedan al mercado internacional de capitales, con lo cual el crecimiento de este sector se estimularía aún más, repercutiendo negativamente en los esfuerzos por ampliar la base productiva y diversificar las exportaciones. Por lo demás, la llamada modernización del Estado está íntimamente ligada con las calificaciones de S&P, y, en esa medida, la próxima privatización de ANTEL se considera clave para mejorar la clasificación de El Salvador; para los asesores del gobierno representa un buen momento para manipular la privatización de ANTEL con el propósito de obtener ventajas electorales en las próximas elecciones. El informe de S&P no debería mover a nadie hacia posiciones de optimismo, pues el gobierno ha fracasado en lo que respecta a la diversificación de la producción y de las exportaciones. Si existe estabilidad de la moneda es porque las remesas familiares lo han permitido y no porque el país cuente con una base productiva que la sustente. Por otra parte, el buen manejo del crédito que destaca la firma se debe en gran parte a que el sector financiero ha fijado elevadas tasas de interés con lo cual ha elevado su rentabilidad a niveles inusitadamente altos, con los consecuentes costos en la inversión y producción. En definitiva, las buenas calificaciones para El Salvador obedecen únicamente a que ha avanzado en la implementación de reformas para el desmantelamiento del Estado. Entre mayores sean los esfuerzos por implementar reformas económicas de corte neoliberal mayores serán las notas que se obtendrán en las evaluaciones al estilo de S&P, pero ello no garantiza que se estén superando problemas como la dependencia de las remesas, la recesión y terciarización económica o la precariedad de las condiciones sociales. El pedido de formular políticas claras para el fomento de la producción agropecuaria e industrial y la reducción de la pobreza continúan teniendo vigencia, aún y cuando se hubiera mejorado el "clima de inversión" del país. Los medios como creadores de mitos Con la "muerte de las ideologías" el papel que han pasado a ocupar los medios de comunicación social ha sido preponderante. A falta de corrientes ideológicas claras y coherentes que agrupen a sectores sociales bajo una causa común, los medios, ayudados por el desarrollo tecnológico, son capaces, más que antes, de generar mitos que dan cohesión a personas disímiles entre sí, pertenecientes a los más diversos sectores de la población. Los medios son ahora capaces de unir a ricos y pobres, conservadores y liberales, sectores gubernamentales o no, bajo gestas y búsquedas que dejan a un lado las diferencias personales o grupales y que se presentan como de interés general, como asuntos de preocupación nacional. La falta de criticidad de los espectadores ante el espectáculo público que ofrecen los medios permite que los mitos que éstos generan puedan presentarse a sí mismos como omniabarcadores, como inescapables, pese a que ellos arranquen generalmente de valores económicos, políticos y culturales muy específicos y particulares. Es decir, los medios mitifican, vuelven visiones de mundo, las respuestas y expectativas de individuos, de grupos concretos, situados en un contexto que dista mucho de ser compartido por la totalidad de la sociedad. La problematicidad de estos mitos reside, por un lado, en el hecho de que son presentados no como lo que son, como objetos culturales creados que han debido pasar antes por un proceso de selección entre otros posibles -proceso de selección en el que intervienen, por supuesto, valores de escogitación muy particulares y parcializados-, sino como naturales, como mitos de suyo subsistentes y sin referente alguno con la realidad de la que proceden y a la que responden. Por otra parte y como consecuencia de lo anterior, estos mitos, al magnificar su contenido, permiten obviar las estructuras y vinculaciones sociales que no son contemplados explícitamente dentro de ellos. Teniendo en cuenta lo anterior, es de relevancia analizar, por lo que en él no se menciona y por las consecuencias que de él se han seguido, el mito público expresado en la campaña nacional de "Liberen a Andrés". La mitificación de un secuestro En El Salvador el secuestro es una práctica antigua. Durante la década de la guerra fueron más que frecuentes los secuestros de índole política; en ellos se buscaba, generalmente bajo el pretexto de exigir cuantiosos rescates económicos, alcanzar resultados políticos: canje de prisioneros, sembrar temor en el enemigo, sacar a la luz realidades de índole social, entre otros. Aunque la política era la escusa más frecuente, también existieron grupos de derecha radicales que secuestraban importantes empresarios y comerciantes con el único fin de obtener beneficios económicos; su desarticulación en ese entonces se vio imposibilitada - además de estar amparados por la impunidad que proporciona el poder económico- por el hecho de que este tipo de secuestros podía ser atribuido fácilmente al sector de izquierda en la clandestinidad para restarle méritos a su lucha y exigencias. Con la exacerbación de la delincuencia común y organizada que ha acompañado a la finalización del conflicto armado, el ejercicio del secuestro se hizo profesión. Sólo en julio de este año se han contabilizado -considérese que en la mayoría de los casos el secuestro no es denunciado por los familiares- 17 casos, la mayoría de ellos en la zona oriental del país. Curiosamente, gran parte de los secuestros de los que se tiene registro involucran a familias de pocos recursos, generalmente pequeños agricultores, comerciantes o profesionales. Pese a este creciente aumento de los casos de secuestro, las denuncias y las muestras de condena sólo habían sido patrimonio de las personas que se habían visto involucradas en ellos; hasta julio de este año no existía ni el menor signo de un interés generalizado ni mucho menos de una campaña de nivel nacional. ¿Qué fue entonces lo que motivo el clamor general por la liberación de uno de tantos otros secuestrados? No puede afirmarse que el secuestro de Andrés Suster fuera desde el principio un caso típico. En primer lugar, hasta el momento de su rapto -septiembre de 1995-, el blanco preferido de las bandas de secuestradores eran personas de clase media; Andrés Suster era el primer secuestrado que pertenecía a una de las familias más pudientes del país. En segundo lugar, Andrés es hijo de Saúl Suster, ex-presidente de ANTEL y uno de los hombres de confianza de las dos administraciones areneras. A esto se añade que, pese al poder económico y político de su familia, debieron pasar más de 300 días antes de que se hiciera efectiva su liberación; esto da cabida a pensar que las exigencias de los secuestradores desbordaban lo puramente económico y contenían alguna de índole política, pues de lo contrario es difícil explicar que no se pudieran satisfacer prontamente sus demandas cuando se contaba con el poder de la familia Suster y el respaldo de los más altos funcionarios de ARENA -entre ellos Juan José Domenech y Alfredo Cristiani. Teniendo en cuenta lo anterior y observando en retrospectiva la campaña llevada a cabo por los medios, lo que se condenó como abominable no fue el ejercicio del secuestro en general, sino más bien la perdida de seguridad de la que hasta la fecha habían gozado las clases privilegiadas del país. El secuestro de Suster ponía en evidencia, de manera brutal e incuestionable, que los altos personeros de ARENA no eran todo lo invulnerables que creían ser. La campaña fue, entonces, la expresión superlativa del miedo y el temor de estos sectores, la expresión histérica que correspondía al hecho de haber sido despojados abruptamente del paraíso en la tierra. El recurrir a describir de forma conmovedora las actividades diarias de Andrés Suster antes del secuestro, el insistir en llamarlo el "niño Suster", fueron algunas de las estrategias de los medios para tocar la sensiblería del salvadoreño promedio y poder lanzar la campaña a nivel nacional. Lo que cohesionó a los salvadoreños, lo que llevó a muchos inocentes a rasgarse las ropas y darse golpes de dolor en el pecho, no fue realmente la situación de violencia cotidiana que impera en El Salvador, sino el que esta violencia se hubiera objetivado sobre un "niño", un miembro de las clases altas del país y, sobre todas las cosas, de ahí lo execrable, en un familiar de la elite del partido ARENA. Sin embargo, lo que puede ser criticado en la campaña no es esto, sino más bien el hecho de que ella sirvió, tal vez ex-profeso, para dejar de lado las verdaderas motivaciones de los secuestradores y el trasfondo político que podría estar por detrás del secuestro de Suster, en especial si se tiene en cuenta la crisis por la que atraviesa el partido ARENA. Luego de la liberación de Suster, de la campaña sólo han quedado dos cosas: una solidaridad de dudosa prolongación con "todos" los secuestrados del país y un renacimiento, a manos de los funcionarios del partido en el poder respaldados por el "ejemplo" guatemalteco, del debate de la aprobación de la pena de muerte para los secuestradores y los violadores. Si la única consecuencia real de la campaña será el restablecimiento de la pena capital, puede afirmarse que no se ha logrado ningún avance en la humanización de la sociedad. El exigir la muerte para los delincuentes implica dar por supuestas la imposibilidad de combatir la violencia desde sus causas y descartar la posibilidad de la reeducación y la reinserción a la sociedad del que delinque. En este sentido, los llamados a la interseción divina y a la humanidad de los secuestradores realizados durante la campaña muestran su vacuidad, pues rápida y alegremente se han transformado en un clamor por la muerte y la venganza. Centroamérica: entre el sometimiento y la independencia Una vez más, los países de Centroamérica han conmemorado la fiesta la gesta inpendencista que puso fin al dominio de los españoles sobre las naciones de la región. Como es costumbre, las celebraciones patrias estuvieron marcadas por la participación de miles de estudiantes que marcharon portando las banderas de sus respectivos países; los himnos de cada país, cantados con "verdadero patriotismo"; y los discursos grandilocuentes de los mandatarios de cada país quienes exhortaron entre otras cosas a la integración centroamericana, la inserción en la economía mundial y al desarrollo sostenible. En suma, las intervenciones de los presidentes del área centroamericana apuntaron a la urgente necesidad de estar unidos frente a los cambios mundiales. Al respecto, el Presidente de Guatemala, Alvaro Arzú, señaló que "nuestras cinco repúblicas enfrentan el formidable desafío de un mundo globalizado, donde se acrecientan las enormes diferencias entre países ricos y pobres"; en consecuencia, "el reto es enorme, pero por ello nos debe llevar a movilizar todos los recursos de nuestros pueblos en un ambiente de unidad y esfuerzo común". En esa misma perspectiva, el Presidente de Costa Rica, José María Figueres, hizo énfasis en la integración regional de cada país a lo que llamó "la gran patria centroamericana", así como la importancia de impulsar la Alianza para el Desarrollo Sostenible (ADS). Y es que, en opinión de Figueres, tal alianza "constituye la mayor oportunidad para que nuestros pueblos alcancen, a partir de acciones concretas, en el mediano y largo plazo, su bienestar con equidad". Por su parte, el Presidente de El Salvador, Armando Calderón Sol, recordó que "la efemérides que jubilosos conmemoramos este día, nos permite evocar nuestro origen de nación soberana, libre e independiente, y a ver con cifradas esperanzas el futuro, teniendo como estandarte de nuestras raíces históricas y los valores cívicos, morales y espirituales que nos legaron nuestros próceres". Así pues "invitamos también a todos los sectores de la vida nacional a que profundicemos el combate contra la delincuencia, así también contra la pobreza, solidarizándonos con nuestros hermanos que sufren privaciones, que carecen de trabajo, techo y condiciones saludables de vida. La pobreza es una afrenta social que debemos erradicar, haciendo de El Salvador un país de oportunidades para todos". Consideraciones Pese las aspiraciones integracionistas manifestadas por los presidentes Figueres y Arzú, se debe tener en cuenta que de lograr entre los países centroamericanos una integración "formal" -que es por lo que han venido trabajando los gobernantes-, lo que se estaría alcanzando es una "legitimación democrática" del modelo socio- económico de "dos velocidades" que, en consecuencia, genera dos ciudadanías. Por un lado, amplios sectores y zonas con una creciente tendencia a la africanización y a la desintegración social: grandes mayorías - mujeres, niños y jóvenes- en el desempleo y la pobreza, con niveles de salud y educación insuficientes para convertirse en actores de su propio desarrollo. Por otro lado, una élite poderosa, formada básicamente por las redes familiares de industriales y financieros extendidas por la región, secundada por un sector de la clase media incorporada a su servicio y al servicio del sector más dinámico de la economía transnacionalizada (Proceso, 701). Adicionalmente, es importante que los mandatarios tomen en cuenta que, a la hora de firmar convenios con países poderosos o con la banca internacional, se contraen grandes compromisos que no sólo tienen un carácter económico, sino que tienen importantes implicaciones en lo que atañe a la soberanía y la autodeterminación de las naciones. Es ello lo que permite explicar en parte las actuales políticas económicas que se están implementando en los países centroamericanos. Nuestros presidentes no debieran olvidar que el día que fueron elegidos para gobernar no se les confirió ese poder para someterse ante otros, sino para conducirnos por el camino de la democracia y la equidad. Queda en pie la pregunta de qué tan libres son nuestros países y si las celebraciones de independencia no son nada más que un recurso para legitimar las desigualdades vigentes en los mismos. Aprobación legislativa del Presupuesto General de la nación Oscar Martínez Peñate Departamento de Sociología Universidad Centroamericana José Simeón Cañas Acerca del presupuesto general de la nación La preparación del presupuesto general de la nación le corresponde al Poder Ejecutivo y la instancia específica encargada de ello es el Ministerio de Hacienda a través de la Dirección General del Presupuesto. El Ejecutivo envía el proyecto del presupuesto a la Asamblea Legislativa para que allí sea discutido y aprobado. El trámite es similar al que se le aplica a un proyecto de ley ordinario. El proyecto de presupuesto es enviado a la Comisión de Hacienda, para que ésta dé su respectivo dictamen; posteriormente es enviado al plenario para su discusión y aprobación. En este caso, el Presidente de la República no puede hacer uso del veto Ejecutivo. Cada Asamblea Legislativa tiene su propia metodología para abordar el presupuesto, por ejemplo, para estudiarlo, analizarlo, hacer propuestas y sugerir reformas al mismo. Sin embargo, en buena parte de las Asambleas, el presupuesto es el que crea más debate y discusión, puesto que los diputados no sólo se limitan a aprobarlo, sino que tienen que evaluar la incidencia que el mismo habrá de tener en la política económica y social del país. "La mayoría de las Constituciones precisan que si el proyecto del presupuesto no es aprobado en el tiempo establecido, el presupuesto del año anterior entrará automáticamente en vigencia, con la posibilidad de que el Parlamento lo pueda modificar en el transcurso de la ejecución" (Jacques Lambert y Alain Gandolfi, 1987). Asimismo, es en el presupuesto donde se identifica la fuente de financiamiento, objetivos y metas del programa del partido en el gobierno, programa que este último pondrá en práctica en las diferentes áreas y,que regulará la vida económica, política y social del país durante un año, en caso de que el presupuesto sea anual. La función de discutir y aprobar el presupuesto es uno de los mecanismos de coordinación y a la vez de control político-financiero que utiliza el Legislativo sobre la acción del Ejecutivo, puesto que el presupuesto es una especia de ®brújula¯ que define el rumbo que orientará a los planes gubernamentales, a la vez que "fija unos límites financieros a la actuación del Gobierno" (Maurice Duverger, 1970). En nuestro país, según el ex-diplomático salvadoreño Roberto Meza, la Asamblea Legislativa se encamina hacia el desprestigio, por no ejercer control sobre las actuaciones del Ejecutivo. Meza considera que "la función de control es la sustancia de la democracia, aun en la norteamericana (sic) que tanto nos gusta utilizar como referencia, ella ejerce una misión de vigilancia y seguimiento del Ejecutivo( El Diario de Hoy, 20-04-1995). CUADRO No.1 PRINCIPIOS SUSTANTIVOS Y FORMALES PARA LA ELABORACIóN DEL PRESUPUESTO PRINCIPIOS SUSTANTIVOS PRINCIPIOS FORMALES PLANIFICACIóN Este implica la necesidad de formular planes y programas con amplio alcance y que abarquen las fases de un programa en un período de tiempo determinado. UNIVERSALIDAD Indica que se deben incluir todos los elementos cualitativos y cuantitativos; todos los ingresos y egresos. UNIDAD Se concentra en la necesidad de que exista una unidad de documento, de cuenta y de caja. PREVISION-PERIODICIDAD El programa debe ordenar las actividades por realizar en un plazo determinado. CLARIDAD Hay que especificar todas las acciones para alcanzar el objetivo propuesto inicialmente. ESPECIFICACION-GENERALIDAD De la adopción de uno de estos principios depende la confianza que se tenga en los órganos políticos o el deseo de controlar y supervisar las acciones. PUBLICIDAD El debate público se da en los Parlamentos, es menester que la mayoría de la población se entere de lo que se está discutiendo. EXACTITUD Las estimaciones que contenga el presupuesto deben ser reales y confiables. FUENTE: RAMON MATEO, Derecho público de la economía, Madrid, CEURA, 1985. JOSé GALVáN, Tratado de administración general, Panamá, EUPAN, 1976. GUILLERMO CABANELLAS, Diccionario de derecho usual, Buenos Aires, Libro de Edición, 1968. APUD, MARINA RAMíREZ ALTAMIRANO, Manual de procedimientos legislativos, San José, IJSA, 1994, p.354. Procedimientos generales para la aprobación Por lo general, la Comisión Legislativa de Hacienda tiene la facultad de asesorarse permanentemente por el organismo especializado de la Asamblea, por expertos de la Corte de Cuentas, Banco Central de Reserva, del Ministerio de Hacienda y del Ministerio de Economía. La Comisión Legislativa de Hacienda si lo estima conveniente puede presentar modificaciones al proyecto del presupuesto; por ejemplo, mociones que reduzcan, eliminen, aumenten o incluya nuevas partidas y reasignación de fondos, es decir, trasladar fondos de una institución a otra. A dicho proyecto se le pueden introducir los cambios pertinentes, pero se guarda como regla básica que los gastos no sobrepasen los ingresos ni se creen nuevos impuestos o se reduzcan los ingresos por la ley que aprueba el presupuesto. La Constitución Política de El Salvador establece en el Art.131 que corresponde a la Asamblea Legislativa: "Numeral 8. Decretar el Presupuesto de Ingresos y Egresos de la Administración Pública, así como sus reformas. Numeral 9. Crear y suprimir plazas, y asignar sueldos a los funcionarios y empleados de acuerdo con el régimen de Servicio Civil. Numeral 10. Aprobar su presupuesto y sistema de salarios, así como sus reformas, consultándolos previamente con el Presidente de la República para el solo efecto de garantizar que existan los fondos necesarios para su cumplimiento. Una vez aprobado dicho presupuesto se incorporará al Presupuesto de Ingresos y Egresos de la Administración Pública". El financiamiento del presupuesto se obtiene de la recolección de impuestos y servicios estatales. De acuerdo con la estimación de los ingresos que percibirá el Estado, en esa proporción serán contemplados los gastos o egresos que el sector público efectuará para llevar a cabo de una forma coordinada la política económica y social del Ejecutivo. En algunos países se contempla de manera fija el presupuesto de la Corte Suprema de Justicia y del Tribunal Supremo de Elecciones. El presupuesto de ambas instituciones es establecido por un porcentaje fijo en relación con el presupuesto general de la nación, con el propósito de garantizar su independencia en relación con el Legislativo y el Ejecutivo. En El Salvador, únicamente se fija para el Poder Judicial. Al respecto, la Constitución Política de nuestro país, en el Art.172, dice que "el órgano Judicial dispondrá anualmente de una asignación no inferior al seis por ciento de los ingresos corrientes del presupuesto del Estado". Control en la ejecución del presupuesto Por otra parte, la Asamblea Legislativa, a través de la Comisión Legislativa de Hacienda y apoyada por especialistas en la materia, le da seguimiento a la verificación de la ejecución del presupuesto; asimismo, realiza una constante evaluación durante el correspondiente año fiscal. Curiosamente, en El Salvador los diputados no participan en el control de la ejecución ni establecen evaluaciones periódicas ni mucho menos son informados por el Ministerio de Hacienda acerca de la ejecución del presupuesto, a pesar de que el Ministro de Hacienda se haya comprometido hacerlo cada tres meses. Además, "la Presidencia de la Asamblea Legislativa actúa dictatorialmente sobre el conjunto de la misma, limita sus funciones fiscalizadoras, obstaculiza la iniciativa de los Diputados y reduce los alcances y la autoridad del paradójicamente llamado ®primer poder¯" (FMLN, 1996). De cualquier modo, el seguimiento y evaluación le permite a los diputados poseer una mayor visión de la viabilidad, reformas o reestructuración que puedan ser necesarias que se le efectúen al presupuesto. A la vez que el próximo presupuesto general de la nación no constituye una sorpresa que envía el Ejecutivo al Legislativo siempre que está por finalizar el año para que de una forma improvisada y apresurada lo aprueben. La pena de muerte ¿vale la pena? Sin dudar un instante, la respuesta es no. Independientemente de las demagógicas razones que están utilizando sus actuales promotores, son más los argumentos objetivos que nos dan la razón para oponernos a que esta medida se aplique de nuevo en el país, a fin de sancionar con ella cierto tipo de delitos. Examinemos por qué nuestra posición ahora que, tras el publicitado fusilamiento de dos campesinos guatemaltecos acusados de un horrendo y condenable crimen, se ha desatado una campaña desenfrenada en favor de la llamada "pena capital" en El Salvador. Desde nuestra óptica, consideramos que con esa cuestionable propuesta --mediante la cual se dice responder al clamor de una población cada vez más insegura y angustiada-- lo que en realidad se está haciendo es faltarle al respeto a la misma gente que se dice defender, ofreciéndole esa "solución" dizque "inmediata". Después de todo lo que ha sufrido este pueblo, es necesario que se le hable con la verdad y no se continúe engañándolo; ni la tan desprestigiada "clase política" ni las y los gobernantes de turno pueden continuar mintiéndole impunemente. Y eso, precisamente, es lo que se está haciendo ahora ya que nadie o casi nadie ha explicado suficientemente que para reimplantar esa disposición en el país es necesaria una reforma constitucional que --de ser aprobada por esta Asamblea Legislativa-- tiene que ser ratificada por las y los diputados que tomarán posesión de sus cargos hasta mayo del próximo año. Nadie o casi nadie, además, ha mencionado que se deben hacer otras cosas; entre ellas: que es obligación denunciar tratados internacionales de los cuales El Salvador es signatario y reformar algunos aspectos de la legislación secundaria nacional en materia penal y procesal penal. Si bien les va a sus promotores, la pena de muerte sólo se podrá aplicar en los delitos que ellas y ellos decidan, realizados a partir de la fecha de su entrada en vigor. Estamos hablando, pues, de casos que puedan tener lugar dentro de 8 meses en adelante como mínimo, si es que la próxima legislatura ratifica durante el primer mes de su instalación lo que la actual Asamblea parece que aprobará en ese sentido. Pero --ojo!-- además se debe considerar que, una vez cometido el delito, éste deberá ser investigado por una Policía Nacional Civil (PNC) que todavía no resulta del todo confiable. Imagínense ustedes qué harán para evitar esa sanción los pocos o muchos elementos de la PNC --no sabemos a ciencia cierta cuántos serán-- que desde dentro de la misma institución se han encargado, hasta la fecha, de obstaculizar o desviar ese tipo de diligencias para encubrir hechos delictivos porque han participado directamente en ellos o porque alguien interesado les pagan para hacerlo. Y, además, habría que esperar los resultados del trabajo que debe desempeñar esa maquinaria lenta y menos confiable aún, mal conocida como la "administración de justicia" salvadoreña. Imagínense ustedes esas dos piezas claves para lograr una aplicación adecuada de la ley en el caso de la pena de muerte, cuando hasta ahora adolecen de grandes deficiencias y no se han caracterizado precisamente por colaborar entre ellas. Por el contrario, lo que se ha observado es una andanada de acusaciones mutuas intentando librarse de culpa por la ineficacia estatal para enfrentar el fenómeno delincuencia en el país y sus consecuencias negativas en el ánimo de la población. Si bien les va a sus impulsarais, pues, de aquí a cuatro años --o más, quizás-- se podría estar satisfaciendo el morbo de quienes quieren ver al Estado, de nuevo, quitándole la vida a una persona. Cabe preguntarse, entonces, ¿qué pasará durante esos cuatro o más años? ¿Podríamos pensar que dejarán de cometerse los crímenes y otros hechos delictivos que ahora nos indignan con razón? No y, mientras tanto, tampoco se hará nada por mejorar la capacidad institucional para perseguir y sancionar a los delincuentes. Por eso resulta más indignante ver cómo, al calor de una campaña electoral --que algunos partidos ya la iniciaron desde hace ratos de manera ilegal y extraoficial-- o de las pugnas internos que les están afectando, se trate de distraer la atención y se engañe a la gente que se siente cada vez más desprotegida y dispuesta a probar cualquier cosa con tal de salir del temor en el que vive cotidianamente. Además, aquí como en otros lugares se ha dicho que con esta medida --de aprobarse-- se reducirá el nivel de violencia en el país, pues sus "padrinos" y "madrinas" sostienen que sirve para disuadir a las personas que van a cometer un delito. ¿Será verdad eso? Tampoco. Es otra mentira: según estudios realizados por médicos ingleses a partir de una experiencia de 35 años en prisiones, "la disuación no es de manera alguna el asunto sencillo que algunos consideran... Los asesinos, en una alta proporción, están tan tensos en el momento del crimen que son insensibles a las consecuencias que ello les acarreará; otros consiguen convencerse de que podrán librarse de ellas". Y en nuestro país, ¿quién puede temer a la verdadera justicia cuando observa que ésta no funciona? ¿cómo asegurarnos que aquella persona decidida a realizar un delito grave --por las razones que sean-- esté realmente convencida de que no podrá burlar el peso de la ley, cuando se ha dado cuenta que es nuestro país el reino de las trampas que favorecen a los grandes criminales y delincuentes de todo tipo, vía amnistías o dinero de por medio? "Los delincuentes que planean delitos graves de manera calculada --afirma Amnistía Internacional (AI)-- pueden decidir seguir adelante a pesar del riesgo, en la idea de que no los cogerán. La clave de la disuación en estos casos es aumentar la probabilidad del descubrimiento, la detención y la condena. La pena de muerte puede ser incluso contraproducente al distraer la atención de las autoridades y de la opinión pública de los esfuerzos necesarios para efectuar mejoras reales en la lucha contra la delincuencia". Tristemente en muchos casos, nuestro país es un territorio del cual se pueden extraer lecciones importantes de hechos muy graves y dolorosos. Por eso podemos decir, con toda certeza, que en El Salvador existe un ejemplo reciente del fracaso de la pena capital: el de cerca de 30 ejecuciones realizadas en el oriente del país por el "escuadrón de la muerte" conocido como "La Sombra Negra". En un territorio focalizado y en un tiempo determinado, fueron asesinadas esas personas sin que --hasta la fecha-- se sepa con certeza si realmente eran delincuentes o no. ¿Disminuyeron los índices de violencia e inseguridad en esa región con la criminal campaña que aplaudieron algunas autoridades políticas, que decía responder al "clamor popular" y que contó con la participación de miembros de la PNC? Para nada. No señoras y señores gobernantes y políticos. Tengan más respeto para este sufrido pueblo que, desde hace mucho, está despierto. Por su irresponsabilidad, no dejen que vuelva a vivir situaciones desesperantes y que pierda la esperanza de que éstas pueden superarse, pues las consecuencias de eso son muy peligrosas. La pena de muerte, sin duda, no vale la pena; lo que sí vale la pena es trabajar porque, de una vez por todas, en El Salvador funcionen las instituciones y se aplique la ley sin discriminación para que --por fin-- brillen la verdad y la justicia. De seguir así, señoras y señores polticos y gobernantes irresponsables, son ustedes quienes deberían morirse de pena por su incapacidad para encontrar soluciones creativas, respetuosas de la legalidad y los derechos humanos, que verdaderamente alivien la situación de la población y le garanticen vivir en un país seguro, por el cual se sacrificaron tantas personas que sí valían la pena y que no debieron haber muerto. ARENA REVISARA ESTATUTOS. Dirigentes del partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) informaron el 12.09 la intención de modificar sus estatutos, en el marco de la clausura del encuentro entre dirigentes de partidos conservadores de Centroamérica, México, España y Francia. La jefa del Consejo Ejecutivo Nacional de ARENA (COENA), Gloria Salguero Gross, anunció que ARENA modificará sus estatutos para establecer que el presidente del partido no sea necesariamente el candidato a la Presidencia de la República, tal como ha ocurrido desde 1981. De igual forma, la diputada Carmen Elena Calderón de Escalón confirmó dichas reformas estatutarias. Mientras tanto, en referencia a la renuncia de Juan José Domenech a la presidencia del COENA y la revisión de los estatutos del partido, el Coronel Sigifredo Ochoa Perez declaró el 15.09 que "si ARENA hace los cambios que tiene que hacer y no se aferra a patrones rígidos, continuará siendo la primera fuerza política, pero tiene que demostrar que hay voluntad para abrir espacios". Sin embargo, sostuvo que tanto la renuncia como el paso de algunos miembros del partido a otros institutos políticos "se debe a esa rigidez y aferrasón en no cambiar los estatutos". Ochoa Perez consideró que "todo tiene que irse adecuando a los tiempos, y ARENA no puede ser la excepción". Los conflictos desencadenados en el partido oficial, en los últimos meses, a juicio del ex funcionario "podrían desencadenar situaciones de ingobernabilidad". El militar declaró que en la estructura interna de ARENA, "más que diferencias, hay distintas corrientes, y sobre todo se debe respetar la forma de pensar, aunque sean distintas del que tiene el mando o control de un partido" (DL 16.09 p.3 y LPG 13.09 p.30- a). IMPULSAN PENA DE MUERTE. La fracción legislativa de ARENA declaró el 13.09 que lanzará el reto a los partidos de oposición para que respalden la reinstauración en el país de la pena de muerte, como una forma para combatir el alto índice de criminalidad. ARENA retomó la iniciativa después del secuestro y liberación de Andrés Suster, así como de la ejecución de dos guatemaltecos implicados en el secuestro, violación y asesinato de una menor de cuatro años. "Lanzaremos el reto a la oposición legislativa para que comprenda la necesidad que existe de legislar en favor del pueblo, por los niños y las niñas que son violados y asesinados por sujetos inescrupulosos", declaró el Presidente de la Comisión de Legislación y Puntos Constitucionales del Organo Legislativo, Walter Araujo; en cuanto a la limitante de los acuerdos internacionales firmados por El Salvador que le impiden incluir en su legislación la pena capital, el jefe de fracción de ARENA, Juan Duch Martínez, expresó que se puede eliminar renunciando a dichos tratados, ya que según él no se puede vivir condicionado por la forma de vida de otros países. De igual forma, el Ministro del Interior, Mario Acosta Oertel, hizo un llamado a sus colegas diputados para que reconsideren la necesidad de modificar la Constitución Política, en el sentido de que se instale la pena de muerte. Según el diputado, aún en países como Estados Unidos -fiel defensor de los derechos humanos- en muchos Estados, se aplica la pena de muerte para casos tipificados. Por su parte, el Presidente de la República, Armando Calderón Sol, se pronunció el 17.09 a favor de la aprobación de la pena de muerte que según él contribuiría a disminuir los índices de delincuencia. "No es posible seguir tolerando los niveles delincuenciales a los que hemos llegado, creemos que la pena de muerte tiene que implementarse para algunos delitos", afirmó (LPG 14.09 p.11-a, DH 14.09 p.3, LPG 16.09 p.3-a y LPG 18.09 p.5-a).