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año 17 número 727 septiembre 25 de 1996 ISSN 0259-9864 El fraude de la pena de muerte La muerte como espectáculo Situación de la balanza comercial Fracasa el proyecto de las Juntas de Vecinos ¿Son los evangélicos tan conservadores? ¡¡Qué viva la impunidad!! El fraude de la pena de muerte La publicidad dada a un joven secuestrado casi un año y al fusilamiento de dos guatemaltecos fueron los pretextos utilizados para intentar introducir de nuevo la pena de muerte en la legislación salvadoreña. ARENA insiste en restablecer la pena de muerte como medio eficaz para combatir el crimen. El recurso a la pena capital implica que la ley de emergencia, que tenía idéntico propósito, habría fracasado casi un año después de estar en vigencia. En su oportunidad se advirtió que esa ley era políticamente vistosa, pero prácticamente ineficaz para combatir el crimen. Ahora, utilizan los mismos argumentos de entonces, pero para justificar el restablecimiento de la pena de muerte. Supongamos, sin embargo, que dicha pena fuera constitucionalmente permitida, a qué secuestrador o asesino ejecutarían. Probablemente a ninguno, porque exceptuando una banda de secuestradores capturada muy recientemente, nadie más ha sido detenido y llevado ante la justicia. Quedan los violadores, pero sólo los pobres, cuyo nivel educativo es muy bajo, como el caso de los dos campesinos analfabetos fusilados en Guatemala, es decir, los violadores que tienen medios o influencias no son procesados. Esto quiere decir que la pena de muerte no ofrece solución alguna al auge del crimen. El punto clave está en la falta de investigación policial y judicial. En un país donde los secuestradores pueden retener a sus rehenes durante casi un año y donde, además, pueden actuar y cobrar rescates libremente; donde los asesinos cuentan con la protección de la misma policía o con la complicidad del sistema judicial; donde la corrupción es promovida por los mismos funcionarios que deben cuidar de los bienes del Estado y donde a quienes son cogidos infraganti se les permite huir, las penas, por muy severas que sean, son absolutamente inútiles. Si los políticos y en particular los diputados están tan comprometidos con el derecho y la justicia, que comiencen por investigar por qué la policía y los jueces no investigan, que pidan cuentas a ambos por su incapacidad manifiesta y escandalosa. La campaña a favor de la pena de muerte no sólo está relacionada con las próximas elecciones, pues los partidos siempre buscan temas que les puedan acarrear votos, sino que, además, responde a la ideología de ARENA. Mucho extremismo y mucha severidad, pero muy poca inteligencia para comprender los problemas sociales, escasa sensibilidad ante el sufrimiento y, en una palabra, mucha inhumanidad. ARENA siempre ha pensado que puede solucionar los problemas del país recurriendo a medidas de fuerza. Aparte de todo esto, todavía no se ha comprobado que la pena de muerte sea un mecanismo idóneo para contener la delincuencia. En Guatemala, pese a la espectacular ejecución de dos violadores, se ha vuelto a repetir el crimen. La pena de muerte satisface el interés de aquellos políticos que quieren ganarse la admiración de la opinión pública, mostrándose duros e inflexibles ante el delito, cuando en realidad son incapaces de formular y ejecutar una estrategia consistente y eficaz. Los diputados que defienden la pena de muerte alegan que es un clamor popular. Sin duda, la mayor parte de la población quisiera que algunos criminales fueran castigados con la pena capital; pero este apoyo mayoritario obedece al desamparo en que se encuentra y a su impotencia, porque ninguna institución estatal defiende sus derechos. En realidad, lo que la población desea es que el Estado cumpla con su obligación de garantizarle su seguridad y administrar justicia. Si pide la pena de muerte es por desesperación y por dar rienda suelta a uno de sus instintos más primitivos. Si la pena de muerte se restablece porque así lo reclama la opinión pública, por qué no bajan el impuesto al valor agregado, por qué no subsidian los granos básicos y facilitan el crédito blando para la agricultura y los medianos y pequeños empresarios, por qué no suben el salario mínimo y garantizan los derechos laborales en las maquiladoras, por qué no detienen la privatización, medidas que la mayoría de la población también exige. Ya conocemos de antemano la respuesta de los diputados. Así, pues, están a favor de reimplantar la pena de muerte porque conviene a sus intereses políticos y a sus ideas decimonónicas sobre criminología y derecho penal. En realidad, el sentir y pensar de la población les tienen sin cuidado, excepto cuando se trata de conseguir el voto, tan necesario para continuar medrando en política. La pena de muerte satisface los instintos más primitivos de la vindicta pública, pero ni repara los daños causados ni genera bienestar social ni eleva la moral pública. La ejemplaridad que buscan sus promotores no es más que espectacularidad para alimentar el morbo de la sociedad. Esto no quiere decir que no se deban buscar mecanismos para combatir la delincuencia y la violencia, pero debe hacerse recurriendo a medidas menos dramáticas y más eficaces, incluso en su dimensión punitiva, para corregir a los criminales en aquello que sea posible o para prevenir que cometan nuevos delitos. Ejecutar al delincuente públicamente es un espectáculo macabro, que en nada contribuye a humanizar la sociedad. Al contrario, la insensibiliza más todavía. Esta clase de espectáculos sólo sirve para desquiciar más a una sociedad ya de por sí bastante inhumana y amoral. Pero los promotores de la pena capital consideran que le prestan un gran servicio legalizando estos asesinatos supuestamente ejemplarizantes. Recurrir a la pena de muerte en estos momentos es una salida fácil para lavarse las manos de la propia responsabilidad y para desviar la atención pública de la problemática de la privatización de las telecomunicaciones y las divisiones de ARENA. Algunos diputados invocan el sentimiento religioso del pueblo salvadoreño en su afán por encontrar argumentos justificativos de la pena de muerte. Así, después de confesar cándidamente una religiosidad poco sincera, alegan que la pena de muerte está aprobada por Dios y el catecismo de la Iglesia católica. Ninguna de las dos afirmaciones es cierta, puesto que se apoyan en lecturas parciales y, por lo tanto, incompletas de la Sagrada Escritura y del magisterio eclesial. Quienes argumentan con la Biblia acuden invariablemente al Antiguo Testamento, donde, ciertamente, se aplicó la pena de muerte, pero también se practicó la poligamia -reyes como David y Salomón tuvieron muchas mujeres-, la usurpación de bienes y territorios, la inferioridad de la mujer, el sacrificio de animales, la violación de derechos fundamentales como cuando Saúl puso como condición a David para entregarle a su hija que le trajera varios centenares de prepucios filisteos. Si el argumento religioso de quienes están a favor de la pena de muerte se apoya en el Antiguo Testamento, entonces, los testigos de Jehová también tienen fundamento de sobra para sostener sus creencias sobre el no uso de la sangre. Los cristianos sabemos desde hace mucho tiempo que el Antiguo Testamento debe ser leído e interpretado desde el Nuevo. Y en éste, Jesús liberó de la ejecución segura a una mujer encontrada en adulterio y que, según la ley de Moisés, debía morir apedreada. La liberó para darle una oportunidad para la conversión y porque ninguno de quienes se disponían a matarla estaba limpio, sino que eran hipócritas que aplicaban la ley para oprimir a los débiles en provecho propio. En varios pasajes del evangelio, cuando los discípulos quieren impedir la pasión de Jesús, incluso recurriendo a la fuerza, éste los reprende duramente y se somete a un juicio amañado por la autoridad legítima de entonces, se deja torturar y asesinar legalmente. Si bien Mateo afirma que Jesús vino para que se cumpliera la ley, Pablo sostiene que por su muerte y resurrección estamos libres de ella. Con Jesús la ley de Moisés quedó abolida para siempre y con ella, la pena de muerte. Por lo tanto, el cristiano, urgido por el espíritu de Jesús, debe oponerse a la pena de muerte. El catecismo católico, en efecto, aprueba la aplicación de la pena de muerte en casos excepcionales. Sin embargo, en la encíclica Evangelio de la vida, Juan Pablo II afirma que tales excepciones son prácticamente inexistentes. El Papa no sólo no admite la pena de muerte, sino que siempre pide clemencia para aquellos condenados que van a ser ejecutado -aunque por lo general los gobiernos rechazan sus peticiones. Así, pues, no existen argumentos sólidos y consistentes para justificar la pena de muerte. A quienes además se confiesan cristianos hay que recordarles que además de estar terminantemente prohibido matar lo está tomar el nombre de Dios en vano. La muerte como espectáculo El viernes 13 de septiembre fueron fusilados en Guatemala dos ciudadanos de ese país, quienes fueron declarados culpables de la violación y asesinato de una niña de cuatro años. Los medios de comunicación salvadoreños dieron amplia cobertura al momento crucial de la condena, y de ese modo prácticamente todos - niños, jóvenes y adultos- pudimos presenciar cuando el pelotón de fusilamiento hizo las descargas de rigor sobre la humanidad de los condenados, así como el desplome de los cuerpos de éstos. Se trató de una muerte ascéptica, sin pedazos de miembros esparcidos por los aires como en las películas de acción a las que nos tiene acostumbrados el cine de Hollywood. Lo grotesco de la muerte violenta -sangre, miembros destrozados- no apareció por ninguna parte; todo sucedió como si la muerte real fuese menos espectacular y sangrienta - más aceptable, más llevadera- que la muerte de ficción. En las fotografías tomadas por la prensa y en los videos de la televisión ha quedado plasmado, como hecho frío y ajeno, el momento de la ejecución. Una y otra vez la escena ha sido llevada a la pantalla de la televisión y la prensa la ha recordado, y cuanto más ello ha sucedido más nos hemos ido acostumbrando al hecho, es decir, éste se ha ha ido convirtiendo en algo que es parte de nuestra cotidianidad, en algo con lo que podemos convivir sin mayor preocupación. Después de todo, ver a dos seres humanos caer abatidos por ráfagas de fusil no es tan trágico como pudiera parecer a primera vista: los dos guatemaltecos, como lo han mostrado "objetivamente" la televisión y la prensa, murieron con la mayor simplicidad y limpieza. Todos hemos sido testigos de la muerte dos hombres; más aún, todos podemos opinar con la mayor naturalidad sobre la misma, poniéndonos a favor o en contra. Los medios no han "enseñado" que la muerte no es algo del otro mundo, sino algo para ver en familia, sentados en un sillón, mientras descansamos, almorzamos o cenamos. No hay tragedia ni dolor, sólo espectáculo y diversión. Los medios no sólo nos quieren convertir en espectadores de la muerte, sino que pretenden que como tales decidamos si es legítimo o no condenar a alguien a morir. Y nosotros, asumiendo nuestra condición de asistentes al show montado por los medios, estamos prestos a decir "de acuerdo" con la pena de muerte. No tenemos problema para ello, pues los medios han (de)formado nuestra opinión haciéndonos creer que lo doloroso es indoloro y que la tragedia es comedia. Por supuesto que el espectáculo en torno a la muerte de los dos condenados guatemaltecos tiene su dimensión política. No sólo se tiene que convencer a todo el mundo que la ejecución por un pelotón de fusilamiento es totalmente ascéptica, sino que por su simplicidad y contundencia es la medida más eficaz para combatir la delincuencia y la criminalidad. El razonamiento es simple: los delincuentes, una vez que caigan en la cuenta que la muerte les espera con seguridad por cometer determinadas fechorías (violación, secuestro, asesinato), se autocontrolarán, ya que el temor a ser fusilados será más fuerte que su afán por delinquir. Quienes no se autocontrolen serán eliminados, con un método simple, eficaz y económico. El crimen disminuirá tanto por el "temor" que envolverá a los delincuentes como por la "limpieza" que se hará de quienes no se contengan pese a la amenaza de ser penalizados con la muerte. Este es el razonamiento del Presidente Armando Calderón Sol, quien -casi inmediatamente después del fusilamiento de los guatemaltecos- clamó por la pena de muerte como mecanismo de persuación que ayudará a los delincuentes a "meditar y reflexionar" sobre las consecuencias de sus fechorías. Calderón Sol ha sido secundado por los diputados de ARENA, quienes han pedido no sólo aplicar la medida - misma que está contemplada en el Artículo 22 de la Constitución Política para penalizar delitos de orden militar-, sino ampliarla hasta abarcar el homicidio agravado, el secuestro y la violación. A este coro de voces se sumó Ronal Umaña, quien -apelando a la doctrina social de la Iglesia- afirmó tajantemente estar a favor de la pena de muerte "para los violadores de niños". En la misma línea, la posición del líder de la "nueva clase política" fue avalada por el Arzobispo de San Salvador, Mons. Fernando Saénz Lacalle, quien sostuvo que "si algún país no tiene los sufientes recursos como para poderse defender de la delincuencia, no sería inmoral ni amoral que tenga la pena de muerte en su legislación". Existe un clamor a favor de la pena de muerte que se irradia desde los sectores políticos y religiosos de derecha. A ese clamor no son ajenos los medios de comunicación, los cuales se han tomado la tarea de crear en la conciencia colectiva el mito de la pena de muerte como "solución" adecuada para la ola delincuencial que abate al país. La eficacia de los medios está siendo avalada por el clima de opinión que se va imponiendo en la sociedad: cada vez más salvadoreños se manifiestan en favor de la medida y son menos los que pueden ofrecer un argumento contrario que pueda ser defendido sin parecer antipopular. Vox populi, vox Dei: así quieren clamar el gobierno y los grupos de derecha del país. Es decir, quieren apelar a la opinión popular -una opinión prefabricada por la arremetida de los medios- para poner en práctica una medida que en lo absoluto es la solución para la criminalidad y la delincuencia. Ciertamente, es una salida fácil para el gobierno; una salida que le permite blandir, sobre quienes son considerados como la escoria de la sociedad, su brazo autoritario. Y ello sin la menor contemplación y con el consentimiento de los ciudadanos. Pero que sea lo más fácil para el gobierno no quiere decir que sea lo mejor para la sociedad, por más que ésta apoye masivamente la medida. El gobierno quiere hacer pasar por democracia la apelación a la decisión de la mayor parte de salvadoreños en favor de la pena de muerte. Eso no es democracia ni mucho menos, pues una cosa es la "voluntad de todos" y otra muy distinta la "volutad general": mientras que aquélla apunta a los deseos del mayor número, esta última tiene que ver con lo que es mejor para la mayoría en orden a la humanización de la sociedad. En El Salvador, que la mayoría clame por la pena de muerte -y que el gobierno apele a ese deseo para implementarla- no es señal de democracia, sino de deshumanización masiva. De lo que se trata en realidad es de caer en la cuenta de si con una medida de esa naturaleza la sociedad salvadoreña se humanizará o se deshumanizará, si se fortalecerá o se denigrará moralmente. Pareciera que nos movemos en la segunda dirección, esto es, en la línea de la deshumanización y la denigración moral. Que una sociedad tenga que llegar a la eliminación física de sus miembros pone de manifiesto lo precario de sus mecanismos de justicia. Que una sociedad tenga que amenazar de muerte a los transgresores del orden revela la debilidad de mecanismos de control social alternativos a la pena de muerte. Lo que es peor, sin embargo, es que nadie se evergüence de que las cosas tengan que ser así. El tener que matar a un ser humano, por más horrendo que haya sido su crimen y por más que esa muerte esté avalada por la sociedad, debería llenarnos de tristeza y bochorno. Pero, por el contrario, nos parece lo más normal; tal es la degradación moral a la que hemos llegado. Con la ayuda de los medios, hemos trivilizado la muerte de esos a quienes consideramos enemigos de nuestros bienes y de nuestras familias. Estamos seguros de que con su exterminio todos viviremos felices. No hay que perder de vista que estar en contra de la pena de muerte no es estar a favor de la delincuencia. Pero estar en contra de ésta no significa estar a favor de aquélla, especialmente porque no está claro cómo la amenaza de muerte va a detener el crimen cuando muchos de los que se involucran en actividades ilegales ya han aprendido a convivir con la muerte. Tampoco está claro como esa amanaza puede contener a quienes se saben con el poder y las influencias suficientes para evadir esa u otras medidas que pueda tomar el Estado en su contra. Sobran argumentos éticos y políticos para rechazar la pena de muerte. Sólo esquemas mentales autoritarios pueden justificar una medida de esa naturaleza. Sólo unos medios de comunicación faltos de ética pueden tomarse la tarea de alimentar el morbo popular haciendo de la muerte un espectáculo. Situación de la balanza comercial Uno de los principales cuestionamientos para la efectividad de la política económica de los dos últimos gobiernos ha sido la incapacidad de erradicar la tendencia hacia la profundización del déficit de la balanza comercial. Desde 1990 hasta 1995, este déficit se ha incrementado en un 149%, como resultado de un desigual incremento de exportaciones e importaciones. Mientras que las exportaciones crecieron en un monto equivalente a los 1,079 millones de dólares -lo cual implica un crecimiento porcentual de 185%- las importaciones lo hicieron en 2,089.9 millones de dólares, para un incremento porcentual de 166%. De esta forma, aunque porcentualmente las importaciones crecieron menos que las exportaciones, en términos absolutos crecieron mucho más, originando con ello la profundización del déficit comercial señalada. De acuerdo al Banco Central de Reserva (BCR), durante los primeros meses de 1996 esta tendencia tan arraigada parece haber cedido, al grado de que el déficit de la balanza comercial, entre los meses de enero y agosto de 1996 y el mismo período de 1995, se habría reducido en 16.9%, lo cual de acuerdo a las mismas fuentes obedecería a una disminución de la tasa de crecimiento de las importaciones y a un incremento de la tasa de crecimiento de las exportaciones. Ello configura, a juicio del BCR, una "sólida situación externa". En las siguientes líneas se hace una revisión del comportamiento reciente del saldo de la balanza comercial de cara a fenómenos como la proliferación de la industria de la maquila, la terciarización de la economía y, más recientemente, la recesión económica. Para ello se analiza la composición de las exportaciones e importaciones, para luego examinar posibles vinculaciones entre el comportamiento de la balanza comercial con el actual proceso de recesión económica por la cual atraviesa el país. Al revisar el comportamiento de las exportaciones llama la atención el marcado incremento de la participación de las exportaciones de maquila, las cuales pasaron de representar un 18.3% del total de exportaciones en 1991 a representar un 39.5% del mismo total para 1995. Similar porcentaje se obtuvo para el primer trimestre de 1996 (38.4%). Consecuentemente, la participación de las exportaciones tradicionales y no tradicionales ha sufrido una clara reducción pasando de 37.7% a 25.6% y de 43.9% a 25.6% entre 1991 y 1995, respectivamente. Estos datos revelan que en realidad la mayor parte del crecimiento de las exportaciones obedece al elevado dinamismo mostrado por la industria de la maquila. El crecimiento atribuible a la producción de exportaciones tradicionales y no tradicionales ha sido mucho más modesto, al grado que en ausencia de las exportaciones de la maquila el déficit de la balanza comercial para 1995 habría sido mucho más elevado; cerca de un 39% más que el nivel mostrado hasta ahora. Sin embargo, como se verá más adelante, el aporte de la maquila es mucho menor cuando se introducen las importaciones generadas por este sector. Es en este contexto que se ubican los señalamientos del sector privado en torno a las magros resultados de la política de promoción de exportaciones que los dos últimos gobiernos afirman haber desarrollado a lo largo de la década. El señalamiento más reciente ha sido el vertido por voceros de la Corporación de Exportadores de El Salvador (COEXPORT), según el cual la actividad del sector exportador se ha estancado, pese a los programas gubernamentales de fomento de exportaciones. Por su parte, las importaciones también revelan una marcada influencia del comportamiento de la industria de la maquila, al grado que ha ésta venido elevando su participación en las importaciones hasta alcanzar un 14.9% del total para 1995. Como contrapartida de esta situación, las importaciones de bienes de consumo han disminuido su participación desde 26.4% a 23.7% entre 1992 y 1995; mientras que, en el mismo periodo, las de los bienes intermedios habrían pasado desde 42% a 36.3%. Los bienes de capital, en cambio, habrían aumentado su participación desde 23.2% a 25.2%, en gran parte debido al crecimiento de los bienes demandados por el sector transporte. Para los primeros meses la composición de las importaciones se ha mostrado diferente, especialmente debido a un incremento de la participación de la maquila en el total de las importaciones hasta alcanzar un nivel de 17.2% del total de las mismas para el primer trimestre de 1996. Otras tendencias notables para principios de año han sido una disminución de la participación de las importaciones de bienes de capital y de los bienes de consumo en el total y un incremento de la correspondiente a las importaciones de bienes intermedios. De acuerdo a postulados teóricos y modelos econométricos, el comportamiento de las exportaciones e importaciones se explica grandemente por el comportamiento de la producción; si, como es el caso, la producción reduce su crecimiento también las exportaciones, importaciones y, consecuentemente, la balanza comercial se verán afectadas. En efecto, el relativamente lento crecimiento de la producción agropecuaria e industrial y la reciente recesión general han contribuido también a que las exportaciones tradicionales y no tradicionales no crezcan a un ritmo superior. El crecimiento económico centrado en el sector financiero, comercio y construcción no ha contribuido a diversificar la base exportadora tal como los últimos gobiernos se lo propusieron. Por otra parte, durante este año las importaciones han experimentado una tendencia hacia la reducción de su crecimiento, en buena medida por la misma reducción de la tasa de crecimiento del Producto Interno Bruto. Es así que coincidentemente con los anuncios del BCR sobre la reducción de las expectativas de crecimiento económico también se estén registrando tendencias hacia la disminución del crecimiento de las importaciones, inclusive de bienes de consumo, pues el sector comercio también resiente la crisis. Sin temor a caer en el pesimismo, puede afirmarse que los recientes anuncios de una reducción del déficit de la balanza comercial reflejan, más que una "sólida situación externa", una situación de crisis por dos razones: primero, el incremento de las exportaciones obedece fundamentalmente al incremento de la actividad de la maquila; y, segundo, la reducción en el crecimiento de las importaciones obedece grandemente a una reducción de la tasa de crecimiento de la producción. La participación de la maquila en el sector externo debe ser examinada con mayor detenimiento, pues aunque esta se presenta como la mayor productora de exportaciones, al mismo tiempo es una formidable demandante de importaciones, lo cual no necesariamente equivale a sus exportaciones. Así, por ejemplo, aunque durante 1995 la maquila generó un total de 5,745.9 millones de colones, simultáneamente consumió 4,366.1 millones de colones; es decir que su aporte final para el saldo de la balanza comercial en realidad fue de sólo 1,379.8 millones de colones (un 37% de las exportaciones tradicionales). La situación deficitaria de la balanza comercial ha venido manteniéndose sin mayores traumatismos debido a un incremento de los ingresos de capital; son estos los que permiten incrementos sostenidos de las Reservas Internacionales Netas (RIN). En un escenario donde se excluyan las remesas familiares, donaciones y empréstitos, El Salvador se encontraría ante una situación de pérdida de RIN, procesos de devaluación del tipo de cambio y altos niveles inflacionarios. La política económica del gobierno debe ser replanteada para incidir de forma más clara sobre el sector externo, pues hasta ahora este depende de factores externos como la inversión en maquila y los flujos de capitales. Lo anterior es complementario de posturas que también propugnan por una reorientación del crecimiento económico hacia los sectores industrial y agropecuario. El comportamiento reciente de la balanza comercial, aunque supone una ruptura con la tendencia de los últimos años, no es una señal de que la política económica esté surtiendo sus efectos en términos de afianzamiento de la estabilidad macroeconómica. Aún y cuando el país se encuentre con estabilidad en el sector externo y crecimiento de las RIN, es de primordial importancia crear una infraestructura productiva propia capaz de hacer frente a una virtual desaparición de los flujos de capital y de los de la maquila, los cuales por cierto no son descartables ni en el mediano ni en el largo plazo. Fracasa el proyecto de las Juntas de Vecinos Uno de los mayores problemas que surge ante situaciones desesperadas es que ante ellas se opte por soluciones desatinadas, inmediatistas y de fácil reversibilidad contra la sociedad. Una muestra patente de este tipo de situaciones es el asfixiante clima de violencia que impera en el país. A la peligrosidad que implica el simple hecho de circular por las calles de la urbe, se ha intentado responder de muchas y variadas maneras, entre ellas: el aumento y fortalecimiento de los cuerpos policiales, la ley de emergencia contra la delincuencia y la ley para la defensa social -esta última abandonada por su carácter represivo y discriminatorio. Estas medidas no sólo han mostrado su ineficacia para frenar el flagelo de la delincuencia, sino que a la vez han hecho tambalear los pocos logros alcanzados en materia de democracia. El empeño mostrado por la administración Calderón Sol para aprobar y dar seguimiento a este tipo de medidas es explicable cuando se observa el capital político-electoral que se juega en ellas. Avalar el endurecimiento de la leyes o la capacidad coercitiva de los cuerpos encargados del orden es dar gusto a las demandas de una población que exige soluciones tajantes y, por lo tanto, una manera fácil de granjearse las simpatías del electorado en general. Este afán inocultablemente proselitista, que en ocasiones raya con el más burdo de los populismos, ha dado dos nuevos frutos en lo que va de este año: la discusión sobre la reinstauración de la pena capital y la aplicación del proyecto de Juntas de Vecinos, impulsado por el Ministerio de Seguridad Pública. Aunque de manera separada, estas dos políticas de combate a la delincuencia tocan dos de los axiomas implícitos en el trato dado a aquellos individuos que transgreden las normas y leyes de la sociedad: la exclusión y la prevención. Desde su surgimiento la cárcel fue contemplada como la institución social utilizada para excluir de la sociedad a aquellos sujetos que violaran la constitución establecida. Luego, se añadió a la función primaria de exclusión la tarea de reeducar a los presidiarios en vistas a su posterior reinserción en la sociedad. En este sentido, la cárcel sólo cumple su labor ideal cuando es capaz de excluir a un ciudadano para devolverlo a la sociedad de manera que respete las normativas comportamentales aceptadas. En El Salvador el sistema penitenciario no es capaz de satisfacer ni una ni la otra cosa; ni los centros penales cuentan con los suficientes recursos como para excluir a todos los delincuentes del país ni están diseñados de tal forma que garanticen la no reincidencia del que delinque -es esta una de las razones del fracaso de la ley de emergencia contra la delincuencia. A partir de esto se entiende el énfasis puesto por el gobierno en la aprobación de la pena de muerte: a falta de los recursos y la voluntad necesarios para modernizar y poner a la altura de las necesidades al sistema penitenciario, se opta por la muerte del delincuente, por la exclusión definitiva e irrevocable que prescinde de la reeducación y, por supuesto, de la prevención del delito. La cárcel, entonces, se vuelve innecesaria, los delincuentes que no puedan ser excluidos provisionalmente lo serán definitivamente. En lo que toca a la puesta en marcha del proyecto de Juntas de Vecinos, mismo que en teoría buscaba, entre otras cosas, la prevención del delito a través de la colaboración de los ciudadanos con los cuerpos policiales, el grueso de las críticas en su contra se centró en la posibilidad de que las juntas de vecinos se transformaran en estructuras de control político a la manera de la desaparecida Organización Democrática Nacionalista (ORDEN), organización para-militar de extrema derecha, fundada y controlada por el gobierno pecenista en la década de los setentas. Para evaluar la validez de las críticas de los principales detractores del proyecto -principalmente la Organización de las Naciones Unidas para la Verificación de los Acuerdos de Paz (ONUV) y los políticos de la oposición- es útil hacer una revisión somera de algunos de los documentos fundacionales del proyecto y resaltar los puntos que por su interpretación podrían prestarse a dotarlo de matices represivos y persecutorios. En los documentos se afirma que la creación de este tipo de agrupaciones þes el acto más serio en lo que respecta a la reconciliación, democratización y confraternización de los salvadoreños, después de la firma de los Acuerdos de Pazþ. Siendo definidas éstas como þorganizaciones cívico- sociales formadas por personas naturales de reconocida honradez y responsabilidad, trabajadoras y de buena conducta, de preferencia aquellas que permanecen más tiempo en su residenciaþ. La justificación de las juntas se encuentra en þel crecimiento delincuencial que azota nuestro paísþ que hace necesario þque la ciudadanía participe activamente en este tipo de organizaciones...las cuales estarán coordinadas por el Viceministerio de Seguridad Pública a través de la PNCþ. Los objetivos a buscar por la Juntas de Vecinos serían: þ1) que el ciudadano con su participación, contribuya a la seguridad y tranquilidad de su familia y conservación de sus bienes; 2) que con la participación ciudadana la seguridad pública esté en una permanente revisión para su buen funcionamiento; y 3) que la seguridad pública a través del proceso sea: servicio, orden y seguridad para la ciudadanía (el énfasis es del documento). A lo anterior se añade que las redes entre las distintas juntas de los departamentos þson la base para el control e información que la Junta de Vecinos aporta a la Seguridad Públicaþ y que la estrategia a seguir es la de þcomunicar inmediatamente a la autoridad competente sobre: a) sospechosos o hechores de delitos;[...] b) movimientos sospechosos en contra de la Seguridad del Estado; c) listado de personas anti-sociales de la comunidadþ. Por otra parte, los documentos señalan que la convocatoria para formar parte de las juntas debe formularse de la siguiente manera. þEl Sr. Alcalde o Alcaldesa Municipal; en primer lugar como representante de la Sociedad Civil y en segundo lugar como Jefe de la comuna, invita a personas naturales y jurídicas que representen en el municipio: fuerzas productivas, comerciales, culturales [...], gremiales de servicio, políticas y comunales; teniendo especial cuidado de no invitar a personas u organizaciones de comportamiento nocivo en la comunidadþ. Sobre los puntos reseñados pueden hacerse las siguientes reflexiones: 1) en los documentos se deja a libre interpretación lo que ha de entenderse por personas þhonradas y de buena conductaþ; teniendo en cuenta que desde cánones conservadores -los que tienden a regir en nuestro medio- una persona de este tipo se identifica con los empresarios y los comerciantes, y con aquellos individuos que guardan una relación de absoluto respeto -por no decir de sumisión y apoyo- con los dictámenes emanados del gobierno central, el perfil sería llenado exclusivamente por los sectores de derecha y pro gubernamentales de la comunidad. ¿Qué pasaría entonces con los sectores independientes o de la oposición? Además, hablar de personas que puedan permanecer en sus residencias es hablar de los sectores pudientes de las comunidades. El ideal de la agrupación es, en este sentido, política y económicamente excluyente. 2) Que las juntas tengan como uno de sus objetivos principales el mantener un orden y una seguridad pública no definidos previamente, podría haberse convertido en la práctica en la persecución, o al menos en el control, de aquellas personas o agrupaciones cuyas actividades políticas estuvieran al margen de la ideología tolerada por el gobierno; tolerancia que como ya se ha visto en repetidas ocasiones es muy estrecha. Si a esto se añade el que una de las tareas de las juntas sería el de comunicar y elaborar listados sobre personas non gratas para la comunidad, de þcomportamiento nocivoþ, es claro que se están sentando las bases, aunque de manera no explícita, para la formación de una organización de inteligencia y espionaje capaz de penetrar en cada uno de los municipios del país. En definitiva, pese a lo que de buena voluntad pudo haber en el proyecto, no es un disparate afirmar que las Juntas de Vecinos pudieron haber derivado hacia los esquemas represivos de la extinta ORDEN; ello no sólo por los vacíos y ambigüedades del proyecto o por el precedente mismo de aquella organización, sino en mayor medida por el récord autoritario con que ha tendido a manejarse el gobierno de Calderón Sol frente a sus adversores y críticos. La delincuencia ciertamente es un problema agudo y de nefastas consecuencias, pero ello no implica que en su solución puedan desgastarse los pilares del orden democrático. La prevención del delito y la exclusión del delincuente ha de pasar primero, como condición necesaria para frenar el fenómeno, por el ataque de las causas estructurales que permiten la violencia y el desprecio a la vida. De lo contrario nada se logra. ¿Son los evangélicos tan conservadores? La historia reciente de América Latina proporciona desgraciadamente argumentos suficientes para considerar que las llamadas sectas evangélicas constituyen grupos intrínsecamente conservadores o incluso reaccionarios en el ámbito social y político. A lo sumo, se podría conceder que ciertos grupos pretenden mantenerse ajenos a la política. Pero la evidencia empírica desmiente en la mayor parte de los casos esta preten- sión: las agrupaciones evangélicas de carácter "evangelical", pentecostal y neopentecostal (a diferencia de las iglesias protestantes históricas) han obedecido frecuentemente a instrucciones emanadas de la derecha religiosa norteamericana (estrechamente vinculada a la adminis- tración Reagan), han boicoteado la organización popular de izquierdas, y se han aliado abiertamente con las dictaduras militares más violentas y sanguinarias del Continente. Sin embargo, puede que ésta no sea toda la historia. En El Salvador, según una encuesta de IUDOP, el porcentaje de cristianos evangélicos alcanza un 17.8% de la población [ECA 563 (1995), p. 851]. La encuesta se refiere a "sectas de protestantes", sin hacer distinción explícita entre iglesias protestantes históricas, agrupaciones evangélicas y sectas para-cristianas como los Testigos de Jehová, los Mormones o los Adventistas. Pues bien, según otra encuesta del IUDOP [IUDOP, Informe 55 (1996), p. 40], este 17.8% de evangélicos no tendría unas intenciones de voto netamente conser- vadoras. Mientras que, de cada 100 católicos, 19.9 pretenden votar a ARENA, solamente 15.8 evangélicos tienen esa misma intención de voto. Sin embargo, son más los católicos que se inclinan por el FMLN (un 6.6% frente a un 4.9% de evangélicos). ¿A dónde van entonces las inten- ciones de voto de los restantes evangélicos? Algunas se dirigen al PDC (2.2% de evangélicos frente a 1.8% de católicos), pero no tanto a "otros partidos" (4.1% de católicos frente a sólo 2.7% de evangélicos). Entre los evangélicos predomina, en cambio, la intención de no votar a nadie (29.9% frente a 26.6% de católicos), de mantener su opción en secreto (17.4% de evangélicos frente a 16.4% de católicos) o de declarar que no sabe a quién votará (27.2% frente a 24.5% de católicos). En definitiva, los evangélicos parecen no diferir sen- siblemente de los católicos en su orientación política, y las diferencias no indican claramente una orientación conservadora, sino a lo sumo un cierto "cen- trismo" y apoliticismo. ¿Cómo explicar estos hechos? Indudablemente, la constelación de fuerzas religiosas, políticas y sociales actuantes en la década pasada ha cambiado sensiblemente en los últimos años. Por una parte, las fuerzas políticas estadounidenses que ostensible- mente financiaron y utilizaron a las iglesias evangélicas no sólo fueron desplazadas (al menos parcialmente) de la administración nortemamericana, sino que su anticomunismo visceral ha perdido su razón de ser ideológica. Por otra parte, la organización congregacional de varias agrupaciones evangélicas favorece la autonomía de las iglesias locales, y la posibilidad de distanciarse respecto a sus iglesias-madre en Estados Unidos. En el ámbito católico, los impulsos desatados por la teología de la liberación se hallan en franco retroceso, tanto en las bases como en la jerarquía, que hoy se alía abiertamente con las fuerzas económicas y políticas que hace años favorecieron el asesinato de numerosos líderes eclesiales católicos. Mientras que la teología de la liberación ha permanecido como un movimiento fundamentalmente clerical, los movimientos evangélicos han tendido a crear iglesias laicas con una teología bíblica popular. Frente al verticalismo característico de la mentalidad católica, las iglesias evangélicas pueden inclinarse no sólo hacia un autoritarismo carismático, como en la década pasada, sino también hacia valores democráticos. Un factor decisivo es la composición social de los grupos evangélicos, los cuales se sitúan fun- damentalmente en el estrato social medio-bajo, obrero, rural y marginal. Mientras que el 79.1% de la clase alta se declara católica, solamente un 7% se confiesa evangélica. En cambio, el 20.6% de los obreros, el 21.7% de la población marginal, y el 19.5% de los habitantes del campo se declaran evangélicos [ECA 563 (1995), p. 852]. Aunque en un momento inicial las agrupaciones evangélicas hayan servido a estrategias de contrainsur- gencia o se hayan limitado a proporcionar un consuelo y una seguridad frente a la explotación y la represión, su misma composición social puede hacer evolucionar a estos movimientos hacia posiciones políticamente más progresistas. En realidad, el origen de los movimientos evangélicos no se explica solamente por la actividad misionera o conspirativa de los Estados Unidos. Los evangélicos supieron responder a las in- quietudes religiosas de los pobres cubriendo ciertos espacios a los que la organización clerical del catolicismo no podía alcanzar. En una época en que el catolicis- mo vuelve a perseguir la alianza con el Estado y la creación de una nueva cristiandad, los evan- gélicos tienen nuevas oportunidades para abarcar los espacios libres dejados por el catolicismo. A diferencia de la década pasada, hoy no serán solamente los espacios religiosos, sino también los espacios políticos. ¡¡Qué viva la impunidad!! Quizás algunas personas recordarán que, hace aproximadamente un año, Benjamín Cuéllar del IDHUCA y un abogado que entonces colaboraba con la Comisión de Derechos Humanos de El Salvador (CDHES), Luis Romeo García, fueron objeto de un atentado en las instalaciones de nuestra universidad (Proceso, 680). Afor- tunadamente, el hecho no tuvo consecuencias fatales que lamentar y fue posible detener a uno de los delincuentes; éste, inmediatamente, fue puesto a la orden del juzgado octavo de lo Penal de San Salvador. Dicho tribunal realizó la primeras diligencias para esclarecer el hecho pero, al poco tiempo, se declaró incompetente por razones geográficas y remitió la causa al juzgado segundo de lo Penal de Nueva San Salvador, departamento de La Libertad. Estando ya el proceso donde actualmente se encuentra, se logró que la Fiscalía General de la República (FGR) nombrara dos de sus representantes para que --de manera específica-- atendieran el caso. Dichos representantes del Ministerio Público, en afán de proteger los intereses de los ofendidos, comenzaron su labor realizando las investigaciones pertinentes con el propósito de encontrar una respuesta al por qué del hecho delictivo pues --al analizar la forma en que fue perpetrado-- éste no tenía las carac- terísticas de un acto llevado a cabo por simples delincuentes comunes; al contrario, es válido pensar que lo realizó un grupo organizado que tenía órdenes precisas y contaba con una vasta experiencia en este tipo de actividades. Pero la labor de la Fiscalía se vio burlada cuando el pasado jueves 12 de septiembre, el señor juez segundo de lo Penal de Nueva San Salvador emitió una resolución favoreciendo al imputado. La Oficina de Asistencia Legal (OAL) del IDHUCA ha vigilado todo el desarrollo del proceso que se instruye contra Edwin Alfredo Aguilar Guzmán, quien es el individuo que fue capturado el 4 de octubre de 1995 en horas de la noche, cuando se retiraba de la universidad; este sujeto se encuentra acusado de haber participado --junto a otros tres o cuatro sujetos más que nunca fueron detenidos-- en la comi- sión de los delitos de robo en grado de tentativa y privación de libertad en perjuicio de las dos personas mencionadas, las cuales trabajan en la defensa y promoción de los derechos humanos. Con base al seguimiento que la OAL-IDHUCA le ha dado a este caso y a partir de la última decisión del juez sobre el mismo, podemos reflexionar brevemente en relación a la forma cómo se ha diligenciado judicialmente y las deficiencias que continúan existien- do en el país para enfrentar eficazmente el fenómeno delincuencial, sobre todo cuando en deter- minados casos se advierte la existencia de motivaciones bastante "oscuras". En algunas de sus partes, la citada resolución del juez dice lo que sigue: "el imputado antes mencionado no tiene antecedentes penales hasta la fecha, así como tam- bién presenta constancias de buena conducta que se han incluido en el presente proceso, por lo que a juicio del suscrito juez no existe por parte del imputado peligro de fuga u otra causa que en dado momento puede imposibilitar la continuación del proceso y posteriormente la ejecución del fallo, por lo que puede sustituirse la medida privativa de libertad por otras medidas cautelares". "Por todo lo anterior --se agrega textualmente--, el suscrito juez, de conformidad al artículo 144 de la Constitución de la República y en la aplicación de los tratados internacionales como lo son el artículo XXVI de la Declaración Americana de los Derechos Humanos, así como el artículo 9.3 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, procede a sustituir la medida cautelar de privación de libertad". De esa manera, en lugar de la detención de Aguilar Guzmán el juez determinó aplicar las siguientes medidas: fianza de mil colones y "caución juratoria", que no es más que la promesa que hace el imputado de presentarse al juzgado cuando así se le requiera; además, debía contar con una "persona abonada de solvencia moral y económica", a fin de garantizar dicha comparecencia. Vistas hasta aquí las cosas y de manera super- ficial, no hay críticas que hacer; por el contrario, desde este espacio hemos promovido la utilización del derecho internacional de los derechos humanos para mejorar internamente la impartición de justicia y se ha cues- tionado el hacinamiento en los centros penales como una de las circunstancias que cuestionan la calidad del sistema peniten- ciario salvadoreño. Sin embargo, el asunto que nos ocupa no es tan sencillo pues se han cometido una serie de errores que --consciente o inconscientemente-- pueden favorecer la impunidad y, más aún, tener consecuencias lamentables. Tras la referida resolución del juez segundo de lo Penal de Nueva San Salvador, la FGR --mediante sus fiscales específicos-- presentó un escrito que, entre otras cosas, dice literalmente: "Que con fecha dieciocho de los corrientes, se nos notificó la resolución de folios 209, proveída a las nueve horas con treinta minutos del día doce de los corrientes, por medio de la cual se ha concedido la sustitución de la medida cautelar Prisión Preventiva, por otras medidas cautelares que señala al final de la resolución; providencia judicial con la cual no estamos conformes, por lo que venimos a presentar RECURSO ORDINARIO DE REVOCATORIA, con base en los artículos 513 y 514 Pr.Pn." Al leer lo anterior, sobresale un hecho: el juez en cuestión notificó su decisión a la institución del Ministerio Público sólo después de haber transcurrido seis días desde que liberó al imputado. Eso es grave, pues representa una violación al plazo que establece el artículo 104 del Código Procesal Penal para la realización de dicha diligencia. "Las resoluciones judiciales --reza dicho artículo-- se notificarán dentro de las vein- ticuatro horas de dictadas". Al darse cuenta tardíamente que no se cumplió con esa obligación, la Fis- calía cuestionó la transparencia de la decisión judicial. El problema es mayor cuando se observa que el encargado de administrar justicia no es- cuchó la opinión de la institución del Ministerio Público para resolver; por ello, la FGR reclamó en los siguientes términos: "Es preocupante para la representación fiscal que este tribunal haya emitido esta resolución de considerables consecuencias procesales, ignorando a la parte fiscal". Se debe considerar que estas medidas cautelares, susti- tutivas de la prisión, tienen por objeto "asegurar la presentación del imputado cuando fuere revocado el auto que le concediera la libertad provisional", según lo establece el artículo 254 Pr.Pn. Si eso es así, ¿por qué la Fiscalía habla de "considerables con- secuencias procesales" en este caso? La respuesta se encuentra en el escrito de sus agentes, cuando le solicitaron al juez la revocatoria de su decisión. Primero porque "su Señoría no ha tomado en cuenta que el procesado, aun estando detenido trató de obstaculizar la investigación, cuando en su indagatoria de folios 156-157 niega su participación y señala testigos inexistentes, como KAREN VERóNICA HERNáNDEZ, que se ha probado a folios 189 que jamás ha trabajado en CREDISA, tal como lo menciona el procesado; y si esto es así, mucho más podría entorpecer la investigación estando en libertad sin ninguna restricción impuesta por este tribunal". En segundo lugar porque, como se lee en los últimos renglones del párrafo anterior, Aguilar Guzmán está en libertad "sin ninguna restricción impuesta" por el juez: pese a que las medidas cautelares se decretaron mediante la resolución del 12 de septiembre, ninguna de ellas se ha cumplido. En el expediente solamente consta que el mismo día que las dictó, el juez puso en libertad al imputado. Lo anterior denota que la mayor preocupación ha sido liberar al individuo y no garan- tizar su presencia en el tribunal cuando así se requiera para el buen desarrollo del proceso. De esta manera, sin mayores problemas este tipo puede abandonar el país o, estando dentro de él, dejar de presentarse al tribunal; por venganza o por cualquier otra razón, solo o acompa- ñado, también puede tratar de causarle daño a los ofendidos, a las personas que lo detuvieron, a quienes declararon en su contra y lo reconocieron en rueda de reos. "La prisión preventiva de las personas que hayan de ser juzgadas --dice el numeral 3, artículo 9 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos-- no debe ser la regla general, pero su libertad podrá estar subordinada a garantías que aseguren la comparecencia del acusado en el acto del juicio, o en cualquier otro momento de las diligencias procesales y, en su caso, para la ejecución del fallo" (obviamente, el subrayado es nuestro). La FGR cuestiona la actuación del juez a partir de la misma norma internacional que éste citó para justificar su resolución. Los señores fiscales sostienen que es esa "la disposición que Usted no ha observado, ya que no consta en el proceso que se le haya dado cumplimiento a ninguna de las medidas cautelares supuestamente impuestas; pues a fs. 209 consta la resolución que cuestionamos, a fs. 210 la orden de libertad, a fs. 211 la constancia de libertad del procesado; y el último folio, 212 contiene la notificación hecha al fiscal adscrito de éste tribunal sobre la misma resolución; por lo que en el presente hecho a juzgar será su Señoría el responsable de la comparecencia del procesado el día del juicio o a las demás diligencias en que sea ordenada la comparecencia de éste; salvo que ésta resolución sea revocada al constatar las irregularidades ya señaladas". A todo lo anterior debe agregarse que el juez no consi- deró el profesionalismo con que actuaron los delincuen- tes, ya que el acusado operó en compañía de otro sujeto armado en las instalaciones del IDHUCA y dos o tres más en el estacionamiento, esperando dentro de un vehículo. Durante casi cuarenta minutos mantuvieron aislados e incomunicados a los ofendidos que previamente habían amarrado, vendado y amordazado. Aguilar Guzmán era el que daba las órdenes, sabía a quién debía buscar --preguntó "¿quién es Benjamín?"--, conocía sus movimientos y rutina; incluso, cortó la única línea telefónica directa mientras estuvo registrando el interior del Instituto. No obstante todo lo anterior, el juez se limitó a valorar la carencia de antecedentes penales y la buena conducta del acusado en el centro de reclusión donde estuvo desde octubre de 1995, cuando los aspectos ya mencionados nos hacen presumir que el sujeto no es un delincuente inofensivo sino, por el contrario, un tipo peligroso que actuó enviado por alguien. ¿Será esa misma persona que lo contrató, la que --además-- le garantizó que iba a salir libre en poco tiempo, tal como acaba de suceder? ¿será, también, esa misma persona la que pagó los diversos defensores particulares que asistieron a Aguilar Guzmán desde el momento que fue puesto a disposición de la justicia? ¿será la misma que, haciendo uso de posibles influencias, logró que el delincuente no estuviera en el Penal "La Esperanza" (Mariona) porque "corría peligro su vida? Es una lástima que todo el trabajo realizado durante años para promover y difundir el conocimiento del derecho internacional de los derechos humanos entre los funcionarios judiciales, a fin de lograr su aplicación adecuada en el ámbito interno, se vea burlado al presentarse casos como éste. No es el único, pero es un buen ejemplo de la forma cómo las normas se aplican de manera incorrecta, para favorecer intereses par- ticulares o de ciertos sectores que se resisten al necesario cambio que debe producirse en nuestra sociedad y que nos debe conducir a la superación de la impunidad. DEBATEN PENA DE MUERTE. La iniciativa de ley para reformar el artículo 27 de la Constitución de la República, en orden a ampliar la aplicación de la pena de muerte, será discutida la última semana de septiembre en el seno de las comisiones de Legisla- ción y Puntos Constitucionales y la de Justicia y Derechos Humanos, se informó. La pieza de correspon- dencia presentada el 19.09 por el jefe de fracción de ARENA, Juan Duch, consiste en la modificación del artículo 27 de la Constitución de la República, a fin de que permita la imposición de la pena capital para los delitos de homicidio agravado, secuestro y violación, "cuando se dedujere una mayor perversidad en el hecho", por parte del delincuente. Asimismo, propone la eliminación de la limitante constitucional de la cadena perpetua, la cual se presenta como un recurso que permita la conmutación de la pena de muerte "siempre y cuando existan atenuantes válidas para evitarla". Ante la propuesta, Duch se manifestó confiado en que no se contravendrán tratados internacionales, en caso de que este castigo sea adoptado, e insistió en que existen claúsulas para que un país renuncie a los mismos. Sin embargo, el diputado por el PDC, Arturo Argumedo, ar- gumentó que la delincuencia es un fenómeno social, y que debe combatirse desde esa perspectiva. Adicio- nalmente, señaló que, por el momento, el sistema judicial, con sus deficiencias, no podría ser garante de juicios justos para los hechores. De igual forma, el Director de la PNC, Rodrigo Avila, aseguró el 19.09 que "para pensar en una pena tan drástica como es la pena de muerte, se debe de pensar en una administración de justicia más eficiente y moderna". "Si a una persona se le impusiera dicha pena, con este sistema actual, el castigo se alargaría a unos diez años, después de haber cometido el hecho", aclaró (LPG 20.09 p.6-a, EM 20.09 p.2 y DL 19.09 p.3). EVALUACION DE ACUERDOS. El Secretario General de las Naciones Unidas para Asuntos Políticos, Alvaro de Soto, expresó el 20.09 su satisfacción por el avance que ha tenido el cumplimiento de los acuerdos de paz en nuestro país, al tiempo que destacó la firme disponibilidad del Gobierno por finiquitarlos a la menor brevedad. Dentro de las áreas que han experimentado avances, mencionó el Programa de Transferencia de Tierras, al igual los asentamientos humanos rurales, cuyo procedimiento está en negociación y al parecer todo camina en forma ordenada. "El Presidente me ha informado que acaba de recibir un documento muy serio, que ha sido elaborado por el Consejo Nacional de Seguridad Pública, el cual contiene un diagnóstico y programa de trabajo, en donde se establecen las bases para una estrategia de seguridad pública, lo cual me parece muy alentador pues pondera la necesidad de un mecanismo para enfrentar la ola delincuencial y esa es una buena señal de la seriedad con que está trabajando el Gobierno por consolidar un verdadero Estado de Derecho", manifestó. Por otra parte, el funcionario de la ONU informó que el Presidente Armando Calderón Sol se comprometió a disolver y suspender las denominadas "Juntas de Vecinos". De Soto expresó que en una intensa reunión, en la que se discutió lo concerniente a las Juntas de Vecinos, el mandatario se comprometió a que el proyecto no se desarrolle. De Soto aseguró que las juntas de vecinos no prosperarán, pues se teme que en un momento dado sean manipuladas para fines que no son los originales de su sur- gimiento, tales como fines políticos (DL 20.09 p.3 y EM 20.09 p.3). DISOLVERAN JUNTAS DE VECINOS. Luego que el Secretario General de las Naciones Unidas para Asuntos Políticos, Alvaro de Soto, expresara el 20.09 su desacuerdo con la creación y funcionamiento de las Juntas de Vecinos, el Presidente de la República, Armando Calderón Sol, ratificó el 23.09 el compromiso adquirido ante las Naciones Unidas de disolverlas. El Presidente sostuvo que se llegó a la conclusión de la necesidad de que toda la ciudada- nía participe en contrarrestar el flagelo del crimen pero no formando organizaciones independientes a las ya establecidas. "Hemos quedado en que esta participación no puede buscarse a través de estructuras independien- tes, creo que eso sería un error, sino que debe hacerse con toda la institucionalidad que ya tiene el país", afirmó. Asimismo enfatizó que la par- ticipación podría hacerse por medio de los concejos municipales y de las comunidades, descartando las juntas de vecinos creadas por el Ministerio de Seguridad Pública. "Hemos creído que ésta es la participación que debemos de provocar, porque si no se busca la colaboración ciudadana, no se puede hacer frente a este grave problema de la criminalidad en nuestro país", sostuvo. Sin embargo, el Viceministro de Seguri- dad Pública, Alberto Carranza, negó que las juntas sean grupos paramilitares, sino "organizaciones de vecinos que buscan su desarrollo y autoprotección acompañando a la PNC en su quehacer diario" (LPG 24.09 p.6-a). DISOLUCION GENERA POLEMICA. Mientras que el Presidente de la Comisión del Interior y Seguridad Pública del Organo Legislativo, Juan Ramón Medrano, externó no aceptar ni rechazar las Juntas de Vecinos iniciadas en julio de 1995, pronunciandose por la búsqueda de un nexo entre la PNC y la sociedad; el Ministro del Interior, Mario Acosta Oertel, lamentó el 20.09 la determinación de finiquitar el proyecto, por considerar necesaria la búsqueda de una forma de combatir la delincuencia. El ministro fustigó que la ONU "esté yendo más allá de su mandato", señalando que la intención -con el planteamiento de las juntas- es justificar su estadía en el país hasta después de diciembre. "Los acuerdos de Paz se van a consolidar en la medida que las Naciones Unidas se retire de El Salvador", dijo. Acosta agregó que "al señor de Soto le vendieron una especie de preocupación más allá de la realidad", al sostener que "si bien es cierto que las juntas de vecinos pueden asociarlas a la extinta Organización Democrática Nacionalista (ORDEN) en el pasado, yo me di cuenta que están formados por gente de ideología heterogénea". Mientras tanto el diputado por ARENA, Renato Pérez, insistión en que de no ser por ORDEN, en el pasado "no se habría detenido en el país la expansión del comunismo". "No se por qué la jauría de izquierda se ha lanzado sobre las juntas de vecinos, hablando que puede ser un ORDEN del pasado, dijo al aseverar que es la oposición la que trata de dar un matiz político a las referidas estructuras civiles. Finalmente, para el diputado del FMLN, Eduardo Linares, el compromiso de acabar con las juntas de vecinos es positivo, aunque el problema de la delincuencia es serio y necesita de la ayuda de la ciudadanía (LPG 21.09 p.2-a y LPG 21.09 p.3-a). DISCUTEN PERMANENCIA DE ONUV. El Presidente de la República, Armando Calderón Sol, sostuvo el 23.09 que los acuerdos de paz, están casi concluidos y lo que falta por finiquitar "es risible". El Presidente en- fatizó que el cumplimiento de los acuerdos se encuentra en una fase terminal, por lo que ya no sería necesario extender el mandato de la oficina verificadora. "La situación de ONUV en El Salvador ya no tiene mayor sentido, es tan mínimo, que ya podríamos pasar a otra fase de verificación", expresó el gober- nante. El Presidente dijo que aún no se ha definido la situación de ONUV, pero que podría cambiarse por un viaje a El Salvador cada cierto tiempo de un enviado del secretario general, Boutros Ghali. Sin embargo, el dirigente del FMLN Schafik Handal, declaró que espera que se apoye una prórroga del mandato de la ONUV, previsto para concluir en diciembre. Mientras el gobierno considera que la pemanencia de observadores de la ONU no es necesaria para verificar los aspectos sin cumplir del tratado de paz, la ex guerrilla propugna que la misión prorrogue la es- tadía de sus oficinas hasta después del 31 de diciembre, fecha límite para finiquitar los acuerdos, conforme a la última recalendarización para supervisar aspectos inconclusos tales como acuerdos en seguridad pública y reformas judiciales. Por su parte, el viceministro de Seguridad Pública, Alberto Carranza manifestó su inconformidad por la verificación que la ONU mantiene sobre la seguridad pública. "Creemos que ya el tema de los Acuerdos de Paz está más que solventado", sostuvo (LPG 19.09 p.3-a y LPG 24.09 p.38-a).