© 1996 UCA Editores
año 17 número 728 octubre 2 1996 ISSN 0259-9864 ARENA es fiesta y diversión El Salvador: 115 en el Informe de Desarrollo Humano del PNUD Algunas reflexiones sobre la educación La coyuntura actual en Guatemala La defensa de los derechos humanos, ahora La Diócesis de Chalatenango dice sí a la vida no a la pena de muerte Pronunciamiento: "A favor de la vida y en contra de la pena de muerte" ARENA es fiesta y diversión Con mucha fiesta y algarabía, el gobierno celebró los 450 años que tiene San Salvador de llevar el título de ciudad. Al igual que en la celebración de la independencia, la organización y realización del evento tuvo un inocultable sello oficial, con el patrioterismo y la demagogia a los que son tan proclives los funcionarios gubernamentales y el propio Presidente de la República. Por lo demás, el momento preelectoral que vive el país hace posible que cualquier celebración nacional se convierta en un espacio propicio para que ARENA no sólo apele a un nacionalismo ramplón, sin raíces y hueco, sino que haga propaganda política, utilizando los referentes de nación que tiene El Salvador en función de sus particulares intereses partidarios. Pero no sólo eso: ARENA busca identificarse con esos referentes, es decir, quiere hacer sentir que los intereses del país son sus intereses, y que no existe forma de conquistar aquéllos al margen de éstos. ARENA y el gobierno le apuestan al ritual; le apuestan al poder de la imagen. No importa qué tan vacío o retórico sea el discurso que se propaga por la radio y la televisión, pues el público -esa es su apuesta- pone más atención a la música, a las bandas de guerra y a las cachiporristas que al contenido de lo que dicen los funcionarios de gobierno. ARENA y el gobierno parecen estar convencidos de que el populus, para ser feliz, lo único que reclama es "pan y circo"; por consiguiente, de lo que se trata es de adornarse con los mejores recursos circences y llenar de felicidad a la gente. Colorido, piernas y la macarena: así se resume la receta de ARENA y el gobierno para conquistar a la sociedad. ¿Y los problemas de fondo? ¿Y la severa crisis que atraviesa ARENA? ¿Y el deterioro ecológico no sólo de San Salvador, sino del resto del país? ¿Y el crecimiento desordenado de la capital, el irresuelto problema del tráfico vehicular y la escasez de agua potable? Pues sobre estos y otros problemas los políticos de derecha suelen decir cualquier cosa, aunque lo mejor para ellos sea no decir nada. La celebración de la independencia fue un buen ejemplo de lo vacío de los discursos oficiales sobre el sentido que debería poseer la conmemoración de la gesta independencista. La celebración que siguió a ésta, la de los 450 años de la ciudad de San Salvador, no fue menos significativa en orden a lo que apuntamos: la apología de San Salvador hecha por el Presidente Calderón Sol fue solamente eso, una apología sin asidero en la realidad. Si el quince de septiembre se perdió la oportunidad para reflexionar sobre lo que significa la pertenencia a una nación y sobre los desafíos que hay que sortear para su construcción, en la celebración de los 450 años se perdió la oportunidad de discutir a fondo los problemas de San Salvador como una ciudad que se aleja cada vez más de lo que puede considerarse un hábitat humano, por la polución, el caos en su crecimiento y la delincuencia. Con todo, en ambos eventos no faltó la fiesta y la alegría. Había que sumarse a las celebraciones con la mejor disposición para disfrutar, no para cuestionar o plantear preguntas difíciles. Poner en cuestión la algarabía y la fiesta como cosas superficiales era no compartir el espíritu nacionalista irradiado desde los círculos de la derecha. Si hay fiesta y diversión, ¿por qué se van a tocar temas de discusión aburridos que a nadie le interesan? Claro está, los discursos de rigor no podían faltar, pero en ellos daba igual que se dijera cualquier cosa; unas palabras grandilocuentes, unas frases patrioteras sin sentido y un fingido nacionalismo: todo ello es suficiente como relleno para la música, las marchas y el colorido, que son lo más importante de cada celebración convocada por la derecha, incluso de las realizadas para discutir su propio futuro político. En efecto, ARENA realizó su último congreso en el contexto de una de sus peores crisis internas. Nunca como antes su unidad interna estuvo más en cuestión; nunca como antes su liderazgo fue más desacreditado desde dentro y fuera del partido. Sin embargo, ello no fue óbice para que lo que -según algunos analistas- iba a marcar el arribo a la dirección del partido del sector más derechista del partido, con la subsecuente depuración del sector más "moderado", perdiera su tinte de fiesta. Al ritmo de la macarena, hasta los rostros más serios se transformaron en caras sonrientes, y las palmas y el contoneo no se hicieron esperar ante la popular melodía. Afuera del hotel donde se discutía el futuro del partido, los disidentes -encabezados por el "maneque" Víctor Antonio Cornejo Arango- se esforzaban por deslegitimar la reunión arenera y también por ser admitidos en la fiesta. No está claro cómo el congreso de ARENA va a contribuir a resolver los problemas del partido. Quizás eso es lo de menos, cuando lo prioritario es convencer a la sociedad de que en ARENA todo es paz, tranquilidad y armonía, al punto de que sus miembros son capaces de bailar y cantar tonadas de moda -con el inevitable cambio de letra en las canciones- sin complejos ni resistencias de ninguna especie. Cuando los demás insisten en ser aburridos, en ventilar públicamente, con ardor y pecando de serios, sus diferencias políticas, en ARENA se busca a toda costa la fiesta, el jolgorio y el ruido. Pareciera que en ARENA la seriedad es un enemigo al que hay que conjurar; pareciera que las caras largas y preocupadas no tiene cabida -pese a que cada vez se hacen más frecuentes entre sus dirigentes- en un partido que se concibe a sí mismo como un gran anfitrión de carnavales políticos. La pregunta es hasta cuándo le va a durar la fiesta a ARENA. Como lo muestra la crisis reciente, al partido cada vez le cuesta más ocultar los problemas de fondo -los del país y los suyos propios- con banderines de colores, cumbias y ritmos pegajosos. No faltan quienes se interesen por el contenido de los discursos de sus líderes y haga ver lo hueco y vacío de los mismos. No faltan los críticos de los discursos retóricos y las promesas incumplidas. ARENA debe dejar de creer que la sociedad salvadoreña puede ser engolosinada al antojo de sus dirigentes, sin que importen las propuestas y las soluciones de fondo a los graves problemas del país. El Salvador no es un circo, donde lo que cuenta es la capacidad de gustar y divertir, ni necesita de buenos anfitriones, sino de instituciones políticas que ofrezcan proyectos viables de democratización social y política. El Salvador: 115 en el Informe de Desarrollo Humano del PNUD Recientemente fue presentado el último Informe sobre el Desarrollo Humano (IDH), elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). En el mismo, nuevamente, El Salvador aparece en un nada envidiable lugar 115 de un total de 174 países. Este informe presenta una visión alternativa a los indicadores económicos para evaluar el nivel de desarrollo de los países, pues el Indice de Desarrollo Humano considera no solamente el ingreso per cápita de un país, sino también la situación del acceso a la educación y la salud, última de las cuales se refleja en la esperanza de vida. Para el PNUD la situación ideal que sirve de parámetro para evaluar el desarrollo humano es una donde exista una esperanza de vida de 85 años, acceso a la educación para todos y un ingreso anual cercano a los U$5,120 dólares. El IDH ofrece importantes pistas para evaluar el nivel de desarrollo del país, aunque de acuerdo al Presidente de la República, Armando Calderón Sol, el informe es "injusto", pues no considera todos los avances alcanzados en materia de desarrollo durante los últimos años. Al margen de estas valoraciones no puede negarse que este informe es una alternativa de evaluación económica y social que trasciende las meras valoraciones del ámbito macroeconómico. En oposición a informes de empresas calificadoras de riesgos financieros que catalogan al país como "seguro" para la inversión (Proceso, 726), el IDH considera la evolución de las condiciones sociales para evaluar el nivel de desarrollo de cada nación. Uno de los principales aspectos del informe es el señalamiento de que muchos países, incluido El Salvador, experimentan un nuevo fenómeno: crecimiento económico sin mejorías de las condiciones de vida; ello quiere decir, específicamente, que presentan los mismos niveles de ingreso reportados para la década de 1970. Algunas conclusiones generales del informe son las siguientes: "el crecimiento económico no crea empleos en forma automática"; "pueden aumentar los empleos incluso cuando se reduce el ingreso per cápita. En esos países de 'empleos sin crecimiento', se multiplican los empleos con salarios bajos y de escasa productividad, de manera que la gente trabaja más por menos." En las siguientes líneas se busca contextualizar la aparente "bonanza" macroeconómica de El Salvador, pregonada incluso por importantes instituciones internacionales como el Banco Mundial, integrando los datos aportados por el más reciente IDH, especialmente en lo que toca al crecimiento sin desarrollo humano y a la evolución del ingreso per cápita. En términos generales, entre 1995 y 1996 El Salvador no avanzó ni retrocedió en la clasificación de desarrollo humano, pues se mantuvo en la misma posición: la 115. Sin embargo, si consideramos que para 1994 la posición ocupada por El Salvador era la 112 es evidente que desde entonces se ha suscitado una notable caída en el nivel de desarrollo humano. El Salvador se encuentra así cada vez más cerca de ser clasificado como una nación con un desarrollo humano bajo, e incluso se considera menos desarrollado que otros países centroamericanos como Costa Rica, Guatemala y Honduras que ocupan los lugares 31, 112 y 114 dentro de la clasificación del IDH. Aparte de lo anterior, llama la atención que el nuevo aporte presentado por el Informe sobre del Desarrollo Humano es la inclusión de una clasificación de los distintos tipos de crecimiento: sin empleo, despiadado, sin voz, sin raíces y sin futuro. Todos los tipos de crecimiento anteriormente mencionados entrañan contradicciones que no permiten que el crecimiento económico se traduzca en mayor desarrollo humano. En El Salvador, desde 1990 se ha experimentado un proceso sostenido de fuerte crecimiento económico, el cual, sin embargo, no se ha traducido en mejorías de las condiciones de vida. Desde 1990 a 1995 el Producto Interno Bruto ha crecido en un total de 34.4%, mientras que, por el otro lado, los IDH reflejan una caída de El Salvador en la clasificación de países según su desarrollo humano. El tipo de crecimiento experimentado en El Salvador ha estado basado en sectores económicos como el comercio, la construcción y el sector financiero; lo cual ha restado protagonismo a los sectores agropecuario e industrial. El empleo generado han sido en realidad de "empleos sin crecimiento" en los cuales la "gente trabaja más por menos" (recuérdese por ejemplo el caso de la maquila textil). El salario mínimo nominal, aunque ha experimentado incrementos anuales continua siendo totalmente insuficiente para cubrir el costo de la canasta básica. El crecimiento económico tampoco ha permitido que el Estado oriente mayores recursos para el área social. Aunque en la práctica se ha logrado incrementar la recaudación tributaria con impuestos que afectan las mayorías de bajos ingresos, como el IVA, no se ha incrementado la proporción del gasto público destinado a la educación y la salud. Así, el acceso a estos dos derechos humanos no ha experimentado ninguna mejoría, pues no ha logrado aumentar su participación dentro del total del Presupuesto General de la Nación. Por ejemplo, en 1990 el gasto total en educación y salud representó un 25.49% del total de presupuesto de la nación, mientras que en 1995 representó sólo un 23.83% del mismo. Otro indicador de la situación de El Salvador revelado por el IDH es que presenta los mismos niveles de ingreso per cápita de la década de 1970; lo cual implica que pese al crecimiento experimentado durante esa década, parte de la de los 80 y lo que va de la de los 90, el ritmo de crecimiento de la producción continua siendo menor que el correspondiente a la población. Cabe señalar a este punto que al considerar el ingreso per cápita también es pertinente considerar la situación de la distribución del ingreso al interior de los países. Aún y cuando un país obtenga un ingreso per cápita anual de U$5,120, la distribución del ingreso podría determinar que la mayoría de la población en realidad percibiera sólo una pequeña fracción de ese ingreso, mientras una minoría percibiría mucho más de U$5,120. En el caso de El Salvador el hecho de que se perciban los mismos niveles de ingreso de los 70 se agrava por la tendencia hacia la concentración del ingreso. De acuerdo a los últimos datos disponibles de las Encuestas de Hogares de Propósitos Múltiples sobre distribución del ingreso, para 1992 se habría reportado un deterioro de los ingresos del 10% de la población con menores ingresos y un estancamiento en el ingreso del siguiente 10% de hogares; en contrapartida el 10% de los hogares que perciben los mayores ingresos vieron incrementarse sus ingresos totales. La Matriz Insumo Producto de 1990 inclusive revela que las remuneraciones de los trabajadores apenas representan un 30.5% del valor agregado, mientras que las ganancias empresariales representan un 59.1%. Aunque la posición de El Salvador no ha variado sustancialmente entre los IDH de 1995 y 1996, es evidente que se encuentra en una situación más difícil que los demás países centroamericanos, excluyendo Nicaragua. El crecimiento económico observado en El Salvador se ha caracterizado por facilitar que los ricos se vuelvan más ricos sin que los pobres mejoren su situación, por impedir una mayor democratización y potenciación del papel de la mayoría de la población y por despilfarrar los recursos que serán necesarios para las generaciones futuras. Asimismo, además de un estancamiento del ingreso per cápita a los niveles de los 70, existe un retroceso en el gasto público en educación y salud que también han perjudicado el desarrollo humano. Este panorama muestra claramente que la liberalización y crecimiento de la economía no necesariamente son sinónimo de mayor desarrollo humano. El vínculo entre crecimiento y desarrollo no es automático, por lo cual requiere de una fuerte y decidida intervención del Estado. Para impulsar procesos de desarrollo humano en El Salvador es necesario que el Estado tome con mayor seriedad la necesidad de reforzar los presupuestos de educación y salud y que además facilite la desconcentración en la distribución del ingreso. Sin embargo, la realidad muestra que estas no son parte de las prioridades del plan de desarrollo del actual gobierno ni de ningún otro de corte neoliberal, por lo cual podría esperarse que, al menos en el corto plazo, el crecimiento económico continúe negando la posibilidad del desarrollo humano. Algunas reflexiones sobre la educación El tema de la calidad y objetivos de la educación ha cobrado especial importancia en las agendas de discusión durante los últimos años. Tanto académicos como empresarios se han dado a la tarea de reflexionar, de manera abierta y pública, sobre la importancia de la educación para la reconstrucción y modernización de la sociedad. Por parte de los empresarios, una de las propuestas más claras y publicitadas ha sido la expresada en el Manifiesto de la ANEP. En el documento empresarial se afirma que la educación es una de las condiciones ineludibles para sacar avante al país en el actual contexto de globalización y apertura de los mercados. Por ello, la educación es vista por los empresarios, al menos los que respaldan el manifiesto, no como una necesidad en sí misma relevante, sino importante en cuanto vicaria del papel asignado a El Salvador en el sistema económico mundial: el de aportar mano de obra eficiente en la manufactura y las labores técnicas. En consecuencia, la educación buscarían formar rápidamente -el nivel universitario quedaría restringido para unos cuantos "privilegiados"- mano de obra calificada y sujetos capaces de saber reorientar constantemente los procesos laborales para potenciar la producción. La educación, así definida, buscaría generar, pues, obreros cuantitativamente útiles para las cadenas de producción y administradores de empresas ingenierilmente capaces de hacerlas obtener altos rendimientos. En lo que respecta al sector oficial, el Ministerio de Educación ha emprendido un amplio y ambicioso plan de modernización del sistema educativo del país, el cual buscaría saldar los huecos y deficiencias que han caracterizado a la educación salvadoreña durante mucho tiempo. La aprobación y puesta en marcha del decreto de legalización de las carreras universitarias, de la Ley de la Carrera Docente, de los programas de Escuela Saludable y de la reducción de los bachilleratos, serían sólo algunos muestras del empeño puesto en ello y de la voluntad de hacer reales las promesas de un cambio estructural que buscaría "promover la educación nacional como instrumento que facilite el pleno desenvolvimiento de la personalidad de los educandos y el desarrollo social y económico del país". Como es evidente, el proceso de reforma educativa buscaría lograr una transformación integral del sistema; la optimización de la educación recibida por los estudiantes iría entonces acompañada por una profesionalización y control de los docentes y por una mejora cualitativa de los elementos que median entre ellos: las instituciones físicas, los programas y libros de estudio, entre otros. Como es posible observar, el concepto de educación que rige ambas propuestas es disímil. En la primera, la educación está supeditada a los condicionantes que impone el papel que a El Salvador le asignan los empresarios; se privilegia por ello la tecnificación sobre la creatividad, la disciplina y obediencia sobre la libre determinación y el ejercicio del pensamiento desde las propias pautas. En la propuesta del Ministerio de Educación, se aboga, en cambio, por una enseñanza que al menos formalmente intentaría acentuar la cualidad del conocimiento impartido sobre la cantidad, la integridad sobre la especialización y la excesiva tecnificación. Ciertamente, y para suerte de los educandos, es este último modelo el que se impulsa y no el primero. Pero si se considera que en el actual contexto, en el cual rige la religión del capital, existe una fuerte tendencia que hace que las exigencias pragmáticas del sistema se impongan sobre las necesidades reales humanizadoras de los individuos y de las instituciones, no sería descabellado esperar que las propuestas emanadas del sector empresarial, que en muchos sentidos son apoyadas y compartidas por la mayor parte de los miembros del partido oficial, terminarán filtrándose y corrompiendo las intenciones y objetivos originales del plan de la reforma educativa. En este sentido se vuelve imperativo que el Ministerio de Educación siga guardando la relativa independencia que hasta la fecha ha mantenido de las líneas ideológicas proempresariales de los funcionarios areneros. Por otra parte, es de hacer observar que aun cuando la reforma educativa parece marchar viento en popa es perentorio que la Ley de la Carrera Docente -que busca regular y ordenar el ejercicio de la docencia en aras de elevar la calidad educativa-, uno de los puntos medulares de la reforma, sea aplicada con todo el rigor posible. Si por algo la educación en el país es deficiente, además de las obvias limitaciones en material educativo y de las pésimas condiciones físicas de los lugares donde se imparte la enseñanza, es por el escaso control sobre los cuerpos docentes, tanto de las instituciones públicas como privadas. Hasta la fecha, la mayoría de profesores, especialmente de educación primaria y media, aunque sin excluir los niveles superiores y universitarios, se han caracterizados por dos cosas: la primera, un escaso y superficial conocimiento de las materias que imparten; acentuado por el hecho de que un profesor es designado para impartir diferentes materias, en ocasiones sin relación entre sí, año con año; la segunda, el que utilizan su papel como figuras de autoridad ante sus alumnos para solventar las necesidades psicológicas de ser respetados y admirados; respeto y admiración no derivados de sus capacidades y virtudes, sino impuestos por la vía de la coerción y la humillación del educando. Estas dos características no sólo han castrado el desarrollo intelectual de muchos niños y adolescentes, sino también marcado definitivamente su salud y equilibrio psicológico. En la medida en que los aspectos formales de la reforma sepan ser llevados a la realidad eliminando tanto éste como otros vicios, en esa misma medida la educación ira saliendo de la mediocridad en que todavía se encuentra inmersa. La coyuntura actual en Guatemala Luego de cuatro meses de un intenso diálogo- negociación entre el gobierno de Alvaro Arzú y la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), las delegaciones de ambas partes, reunidas en México, trataron, el 16 de septiembre, los últimos aspectos del acuerdo sobre el "Fortalecimiento del Poder Civil y el Papel del Ejército en una Sociedad Democrática". Dicho acuerdo fue firmado el 19 de este mes por los comandantes guerrilleros: Pablo Monsanto, Gaspar Ilóm, Carlos González, Rolando Morán; y por los funcionarios del gobierno: Gustavo Porras, Richard Aitkenhead, Raquel Zelaya, el general Otto Pérez y el coronel Morris de León. El documento es el último referido a temas sustantivos del proceso que culminará este año con la firma de un tratado definitivo para establecer la paz en Guatemala. En esos mismos días se conoció que varios militares fueron arrestados, entre ellos, el Viceministro de Defensa, César Augusto García, y Francisco Ortega Menaldo, destacado en el Cuartel General de las Fuerzas Armadas, ambos generales; el coronel Mario Roberto Catalán y el teniente coronel Juan Oliva Carrera (vinculados con el asesinato de la antropóloga guatemalteca Mirna Mack, en septiembre de 1991); los coroneles Rolando Díaz y Jacobo Salám Sánchez; el capitán Romero Guevara y los mayores Luis Arturo Alvarado y Napoleón Rojas. El Ministro del Interior, Rodolfo Mendoza, reveló que, junto a los militares, fueron separados de sus funciones el tercer jefe e Inspector General de la Guardia de Hacienda, Israel Bonilla; el Inspector General de la Policía Nacional, Basilio Hernández; el jefe del Centro de Operaciones Conjuntas de la Policía, Amílcar Barrientos; y el cuarto jefe del Cuerpo Motorizado, Sergio de Paz. Todos los sujetos antes mencionados fueron detenidos por su supuesto vinculación criminal con el capo del contrabando Alfredo Moreno. Logros alcanzados Es importante señalar que el acuerdo sobre el "Fortalecimiento de la Sociedad Civil y el Papel del Ejército en una Sociedad Democrática" supone profundas reformas en Guatemala, entre ellas: la constitución de un órgano policial único, multiétnico y pluricultural, bajo la dirección del Ministerio de Gobernación; el establecimiento de la carrera policial y la formación de los agentes a través de la Academia de Policía; la reducción de los efectivos del ejército durante 1997 en un 33%, acompañado de una educción del 33% en el presupuesto militar; la desmovilización, en un año, de la Policía Militar Ambulante, a partir de la firma del Acuerdo de Paz; la disolución por el Congreso de los comités voluntarios de defensa civil; la creación de un Consejo Asesor de Seguridad integrado por personalidades de la vida económica, social, profesional, académica, étnica, política y cultural, seleccionadas por el Presidente de la República; la promulgación de la reforma del Código Penal que tome en cuenta las diferencias culturales y garantice plenamente los derechos humanos; y, finalmente, el establecimiento de una carrera judicial. Con respecto a los acuerdos alcanzados, las reacciones de los principales líderes de las partes en conflicto no se hicieron esperar. El Presidente Arzú afirmó que "después de años tan dolorosos, la victoria debe ser para Guatemala... o con Guatemala o contra ella". Asimismo, felicitó a las partes por este nuevo logro en las negociaciones, expresando que Guatemala necesita en este momento del esfuerzo de todos sus hijos para realizar tareas que permitan la unidad nacional. Por ello -sostuvo Arzú-, "tenemos la gran oportunidad y la obligación de conjuntar energías, que es el factor clave de nuestro tiempo". Tales declaraciones fueron realizadas el mismo día en que se firmó el acuerdo. De manera similar el comandante Gaspar Ilóm opinó que la firma del nuevo acuerdo abarca todos los aspectos que debe contener el fortalecimiento del poder civil y una definición muy clara y ecuánime sobre el papel del ejército en una sociedad democrática. Añadiendo que "estamos frente a un instrumento para la sociedad guatemalteca que nos va permitir construir una democracia real y plena" El Presidente Arzú también hizo algunas declaraciones sobre el caso de los militares detenidos, en las que destacó que el arresto "no quiere decir que nosotros no tengamos temor, yo tengo temor de las represalias de esta acción, probablemente no ahora sino cuando pase el mandato y poder al sucesor". El mandatario además comentó que la detención de los militares no la realizaron los gobiernos anteriores por temor a venganzas, pese a que sus operaciones eran conocidas en toda Guatemala. Por su parte, el Subjefe del Departamento de Información y Divulgación del Ejército (DIDE), coronel Edgar Noe Palacios, declaró que los militares señalados en el caso Moreno solamente fueron sustituídos de sus cargos y no dados de baja de la Institución Armada. El Alto mando del Ejército descartó "desde todo punto de vista" que se produzca un intento de golpe de Estado, ya que se han tomado las acciones pertinentes, según aseguró el mismo Palacios. Agregó que una reacción de este tipo no favorece el Estado de Derecho que vive Guatemala y el proceso de paz que llevan a cabo el Gobierno y la URNG, aunque "podría haber un rumor por ahí, pero definitivamente el Ejército de Guatemala descarta este tipo de reacción". Por su parte, el comandante Gaspar Ilóm afirmó que todo esfuerzo por desterrar la impunidad en Guatemala es importante, y que las medidas que tomó el Presidente Arzú en el caso Moreno van en esa dirección, siendo ello un paso más para construir un real Estado de Derecho. Consideraciones Indudablemente, el acuerdo alcanzado en Guatemala establece las bases fundamentales para la democratización y desmilitarización del Estado, y permite avanzar hacia un mayor fortalecimiento de los poderes civiles, tradicionalmente marginados de la conducción del país. En efecto, durante las tres décadas que ha durado la guerra quienes han decidido por donde debía caminar el país ha sido el estamento militar, con la subsiguiente militarización de la sociedad. Así, lo característico de Guatemala fue que su territorio se viese inundado de hombres armados pertenecientes no sólo al ejército institucional, sino también a cuerpos paramilitares, por ejemplo las llamadas Patrullas de Autodefensa Civil. En consecuencia, la población civil se involucró directamente en el conflicto y que formó una actitud militarista en la conciencia colectiva; y ello se convirtió en un obstáculo para la construcción de una sociedad democrática. Ahora es cuando se abre una oportunidad histórica para la generación de una cultura de paz que promueva la convivencia con los demás a partir de la tolerancia y el respeto mutuo. El fin del militarismo, pues, está cerca en Guatemala. Con los avances en e proceso de diálogo-negociación, se abre una gran oportunidad para que las instituciones civiles encargadas de velar por los derechos humanos puedan tener un mayor reconocimiento. Con ello se estarían sentando las bases para poner fin a un largo camino de impunidad. El documento firmado en México compromete al ejército a ocupar el puesto que está estipulado en la Constitución, y el cual le prescribe como misión la defensa de la soberanía y el territorio de Guatemala. Resta esperar que los acuerdos alcanzados se ejecuten como es debido y que la reconstrucción y el bienestar de esa país avance con paso firme. Finalmente, hay que calificar la detención de figuras militares relacionadas con el caso Moreno como un hecho sin precedentes en Guatemala. Y tal medida puede tener repercusiones en las filas militares, empresariales y la administración pública en general, pues apunta a erradicar el temor que despiertan los militares en los círculos civiles. El mismo Presidente Arzú ha reconocido que medidas como la efectuada por su gobierno implican un riesgo bastante grande. Ello demuestra que se ha optado por el camino difícil, peligroso, pero, a la vez, el único que puede provocar cambios ya necesarios en las estructuras de poder de en Guatemala. La defensa de los derechos humanos, ahora Por las tres razones que en seguida aparecerán, este es un tema que por obligación debe abordarse. La primera: entre el miércoles 19 y el sábado 21 de septiembre, un grupo de personas dedicadas a proteger los derechos humanos en Centroamérica y otros sitios de América Latina se reunió en Guatemala, con el objeto de discutir sobre los diversos mecanismos e iniciativas tendientes a garantizar la seguridad de quienes trabajan en este campo. La segunda: la necesidad de aclarar cuál es el verdadero papel de aquellas y aquellos que defienden y promueven los derechos y las libertades fundamentales de la persona humana, frente a la errada y quizás malsana posición que pretende ubicarlas como elementos que coadyuvan al incremento de la delincuencia o son responsables del mismo. Y la última: el hecho de haberse realizado en nuestro país, recientemente, el segundo encuentro internacional de Ombudsman. Comentemos, pues, una por una. La iniciativa fue de Amnistía Internacional (AI). Esta institución convocó a un primer gran encuentro que se realizó en Santa Fe de Bogotá, Colombia, durante el mes de mayo del año en curso. "La brecha en el muro del silencio" se denominó la conferencia que, básicamente, tenía por objeto: elaborar una declaración de principios que reconociera, legitimara y facilitara el rol, los derechos y la protección de las y los defensores de los derechos humanos; formular recomendaciones para un plan de acción concreto, viable y práctico a fin de lograr mejores y más eficaces niveles de protección para estas personas; finalmente, garantizar el seguimiento de dicho plan de acción. La declaración se hizo y ya fue publicada en la región (Proceso, 715) y el mundo; además, surgieron cuatro grupos de recomendaciones para elaborar el plan: las relativas a mecanismos legales y organismos intergubernamentales, las relacionadas con la protección inmediata del defensor en peligro, las que se refieren a la publicidad de la defensa de los derechos humanos y las que tienen que ver con la cooperación entre organizaciones no gubernamentales. Guatemala, entonces, fue el lugar donde se dio el siguiente paso en este proceso: tomar las recomendaciones más importantes, por su urgencia y viabilidad, para revisar --con un grupo reducido de personas involucradas en la temática-- las bases de lo que pretende ser ese plan de acción. Para tal fin, a la reunión de septiembre en el vecino país sus participantes llegaron con una propuesta que previamente había distribuido AI. Cabe dejar constancia del por qué esta organización se ha interesado tanto en la problemática e insiste en facilitar las condiciones para enfrentarla de manera eficaz: es parte fundamental de su lucha contra la impunidad y una de las maneras de dar respuesta a las violaciones a los derechos humanos en la región, para lo cual se propone contribuir al establecimiento de agendas que contemplen el funcionamiento de los mecanismos de Estado y el fortalecimiento de sociedad civil. De esta forma, nos encontramos ante un cambio de actitud por parte de AI, ya que ésta --a lo largo de su existencia-- siempre se caracterizó por trabajar aislada, sin mezclarse con otras organizaciones regionales o locales. Así, pues, ahora Amnistía Internacional ha comenzado a devolver lo que durante años recibió de las y los latinoamericanos que en las épocas más duras de la violencia política y bélica de las pasadas décadas, enfrentando el riesgo cierto de convertirse en víctimas de esa realidad, alimentaron valientemente la denuncia de esa prestigiada organización internacional con datos recogidos y verificados en el terreno. Al finalizar el evento en Guatemala, se concluyó sobre la necesidad de garantizar que el plan de acción contemple el fortalecimiento del movimiento de derechos humanos, la creación y ejecución de mecanismos prácticos de protección para las personas que lo integran, y la coordinación de iniciativas conjuntas de cabildeo a realizarse dentro de las organizaciones intergubernamentales. Es válido destacar el énfasis que se dio a la necesidad de estar alertas para atender la situación de las y los defensores forzados a abandonar sus países. De igual forma, resulta importante destacar el interés por dinamizar la red de miembros de AI que atienden de forma específica este tipo de casos y la necesidad de profundizar el trabajo de acompañamiento internacional "in situ" para las personas amenazadas, como uno de los mecanismos más efectivos que pueden garantizar mejor su seguridad y la continuidad de su trabajo. Ante todas estas preocupaciones y esfuerzos que se hacen desde Amnistía Internacional y las organizaciones regionales o locales que se han sumado, no faltara quién se haga algunas preguntas: ¿qué no han cambiado las cosas en América Latina? ¿qué no se superó ya la época de las dictaduras y se democratizó la región? ¿por qué se habla ahora del peligro que corren las personas que defienden y promueven los derechos humanos? Es más, ¿por qué siguen existiendo estos grupos? La respuesta a esas interrogantes nos remite, irremediablemente, a la segunda de las razones que motivaron la presente reflexión. En nuestra región han cambiado algunas cosas, pero eso no quiere decir que el nivel del respeto a los derechos humanos sea siquiera aceptable. Existen diferencias entre unos países y otros, pero la realidad global nos muestra que aún estamos muy lejos de garantizar a la mayoría de sus habitantes una vida digna: la inseguridad personal y económica se pasea por estas tierras y aún no se logra superar en ellas la impunidad y el autoritarismo que, en muchos casos, se visten con nuevos ropajes. Conformarse ahora con una reducción --considerable, ciertamente-- de las violaciones graves y masivas por razones políticas en la región es muy arriesgado. Es en ese marco donde sigue siendo importante y quizás más necesario el trabajo de las personas que promueven y defienden los derechos humanos. Sin embargo, actualmente esa labor no siempre se está haciendo de la mejor manera pues --por citar algún ejemplo-- en algunos casos se enfrenta la peligrosa tentación de repetir esquemas y métodos de trabajo que, en el pasado reciente, fueron eficaces pero que ahora --en condiciones distintas-- no lo son tanto. Hoy en día, el reto principal es uno: enfrentar con imaginación y creatividad los obstáculos que impiden asegurar las condiciones básicas para que todas las personas, en América Latina, vivan dignamente en el marco de un respeto pleno a sus derechos y libertades fundamentales. Para ello, resulta una tarea de primer orden el trabajar con y para las víctimas de la inseguridad personal y jurídica, mediante el uso inteligente y apropiado de los recursos pacíficos existentes en nuestras sociedades, sean o no del Estado. A esa población se debe llegar y, desde ella, se tiene que empezar a descubrir y utilizar lenguajes y formas diferentes de actuar, nacidas de sus necesidades vitales. De no ser así, se corre el riesgo de terminar aislados y más vulnerables que nunca, sin importar la justeza de la causa que se esté defendiendo. Si hace unos años, el y la defensora de los derechos humanos se caracterizaron fundamentalmente por su compromiso y valentía, ahora deben ser --además-- muy profesionales y con mucha imaginación. Uno de los medios que está para ser usado por las organizaciones sociales y la población en general es el del Ombudsman, más conocido en nuestra región como defensoría del pueblo, comisionado o procuraduría. De ahí la importancia que le otorgamos al segundo encuentro internacional de estas y estos funcionarios, encargados de contribuir en cada uno de sus países a incrementar el reconocimiento y el respeto que se le tiene a los derechos humanos. La doctora Victoria Marina Velásquez de Avilés, procuradora de nuestro país y anfitriona del evento, dijo el 26 de septiembre --durante su intervención de apertura-- que se debe "buscar una manera de vivir a partir del reconocimiento que la vida individual y social suponen la existencia de otras personas, de otros seres humanos, con quienes debemos convivir y respetar". Para la señora procuradora, actualmente nos encontramos "en una etapa de transición que es difícil y compleja con peligros ciertos, pero también con realizaciones que nos dan más valor y alimentan el compromiso para seguir sin desmayo en la opción histórica de construir la democracia y generar progresivamente una cultura de paz". El mismo presidente de El Salvador, quien asistió al inicio del encuentro, afirmó que "la protección de los derechos humanos constituye una parte esencial para el logro de una pacífica y democrática convivencia en la sociedad". Estando casi todos y todas de acuerdo con las anteriores palabras del primer mandatario salvadoreño, contando con el apoyo solidario de organizaciones internacionales tan reconocidas como Amnistía Internacional y no obstante saber de las dificultades que aún existen --sobre todo aquellas que se generan desde los grupos de poder que se esfuerzan por mantener sus privilegios, mediante la vigencia de la impunidad y el autoritarismo-- es necesario darle nuevos bríos a la lucha por elevar los niveles de reconocimiento y respeto a los derechos humanos en nuestro país y en la región latinoamericana. Más que estar a la defensiva, las personas que desarrollan esa importante labor en nuestras sociedades deben acometer con mayor fuerza y sin temor, con imaginación y creatividad, utilizando las herramientas legítimas que existen a fin de entusiasmar a la población mayoritaria para que, de esa manera, seamos cada vez más quienes -- defendiendo y promoviendo los derechos humanos-- nos convirtamos en artesanos de una verdadera paz, fundada en la justicia y la democracia. Transcribimos a continuación el pronunciamiento de la Diócesis de Chalatenango "Sí a la vida no a la pena de muerte", así como el de la Universidad Centroamericana "José Simeón Cañas" "A favor de la vida y en contra de la pena de muerte", este último publicado en la prensa nacional el día jueves 26 de sepetiembre de 1996. La Diócesis de Chalatenango dice sí a la vida no a la pena de muerte El Obispo, sacerdotes y religiosas de la Diócesis de Chalatenango, preocupados por la confusión causada por el Pueblo de Dios por la propuesta de implantar la pena de muerte en nuestro país, orquestada por una campana de propaganda en los medios de comunicación social, nos pronunciamos en contra de la pena de muerte. Se ve que la pena de muerte no es disuasiva, ya que en países dinde existe la pena capital, la violencia y la criminalidad organizada sigue en aumento. Ademas, la implantación de la pena de capital no toca la raíz de nuestros problemas sociales y no es solución para nuestra problemática. Si bien, es cierto que textos aislados del Antiguo Testamento pueden tomarse como respaldo de la pena capital, hay que enmarcarlos dentro de un proceso de revelación continua y progresiva, que va a través de los libros Sapienciales y El Levítico, que exigen el perdón de las ofensas, y que culmina en Jesús de Nazaret, cuyas palabras, en un sin fin de lugares nos pide respeto a la vida y el amor y perdón de los enemigos. þ... no arranquen la maleza, déjenla crecer junto con el trigo...Mt. 13,24-30" þ..Ustedes han oído que se dijo ojo por ojo y diente por diente, en cambio yo les digo amen a sus enemigos...Mt. 5, 43-48" þ...el que no tenga pecado, lance la primera piedra...yo tampoco te condeno Jn. 8, 7-11". Monseñor Romero, en su última homilía en catedral, haciéndose eco de las enseñanzas de la Biblia nos recordó que ante una orden de los hombres de matar, prevalece la ley de Dios que dice þno matarásþ Ex. 20, 13; hechos 5,29. Como Diócesis, ante las enseñanzas de la Biblia, nos pronunciamos en contra de la pena de muerte y de todo lo que atenta contra el don sagrado de la vida y pedimos a Dios que ilumine a los legisladores para que se busquen soluciones a los problemas de nuestro país con métodos más racionales y justos. Universidad Centroamericana "José Simeón Cañas" Pronunciamiento A favor de la vida y en contra de la pena de muerte Ante el intento para reimplantar la pena de muerte en El Salvador, la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas se pronuncia abiertamente en contra de tal medida, porque es un castigo bárbaro, ineficaz e indigno de un Estado moderno y democrático. No obstante haber sufrido el asesinato de varios empleados, catedráticos e incluso de uno de sus rectores, la UCA no acepta la pena de muerte ni como respuesta vindicativa ni como dispositivo eficaz de ordenamiento social. Restablecer la pena de muerte implica reconocer que la ley de emergencia ha fracasado en cuanto a reducir la incidencia de la criminalidad por medio del endurecimiento de las penas. Si la pena capital fuese restablecida y no arrojara los resultados esperados, ¿a qué medida recurrirá el gobierno? Cuando las causas de la criminalidad radican en la pobreza injusta, la desintegración familiar, la herencia de una guerra sumamente violenta y cuando esas causas se refuerzan con el alcoholismo y la drogadicción, pretender reprimir el crimen endureciendo las penas es comenzar a construir la casa por el tejado. 1. Propuestas para reducir la criminalidad Si el gobierno en realidad está interesado en disminuir la incidencia de la violencia y en particular de la criminalidad debiera pensar en un plan estratégico, en el cual no debieran faltar los elementos siguientes. (a) Medidas orientadas a mejorar la calidad de vida de la ciudadanía como educar para la paz, promover el empleo masivo, apoyar los esfuerzos comunitarios para satisfacer las necesidades básicas, ofrecer oportunidades educativas y recreativas a la juventud, atender la salud mental de la población. (b) Limitar las causas directas y circunstanciales que impulsan a la violencia. Las medidas contra el alcoholismo y la drogadicción deben endurecerse drásticamente, pues, de hecho, muchos de los crímenes son cometidos bajo el influjo de estas sustancias. Los planes de salud mental del Ministerio de Salud deben ampliarse, ya que un elevado porcentaje de crímenes son cometidos por personas con desajustes psicológicos graves, advertibles y previsibles. El núcleo familiar y su integración debieran ser fortalecidos. Asimismo, los programas que estimulan la violencia en los medios de comunicación debieran estar regulados más estrictamente. (c) La Policía Nacional Civil debiera contar con un respaldo mucho mayor por parte del gobierno para adquirir una mayor capacidad investigativa, para otorgar mejores estímulos ante el deber cumplido y para aplicar sanciones más severas a aquellos agentes que cometan faltas o delitos o violen las leyes. El número de policías debe seguir aumentando, aunque ello implique la disminución del ejército. Asimismo, la Policía Nacional Civil debiera investigar a aquellas personas que hayan sido vinculadas con el crimen organizado y para ello, el informe del Grupo Conjunto podría ser un punto de partida. (d) Urgir al sistema judicial para que se reforme. Aunque algo se ha avanzado, el sistema judicial sigue siendo poco eficaz en el combate contra el crimen organizado. Es lento, no garantiza el debido proceso, acumula expedientes sin resolver y carece de capacidad para investigar. (e) Controlar y regular la tenencia y el uso de las armas de fuego. No debiera permitirse que menores de veinticinco años porten armas de fuego. La tenencia de armas largas o de combate debiera ser sancionada con multas severas y los reincidentes debieran ser enviados a la cárcel irremisiblemente. Mientras no se legisle con seriedad sobre estos campos, la pena de muerte será ineficaz. Al contrario, contribuirá a la brutalización de las costumbres al convertir el asesinato legalizado en un medio de lucha contra la violencia. Si la guerra pasada no terminó violentamente, sino recurriendo al diálogo y a la negociación, tampoco la violencia actual disminuirá con el uso de la fuerza, sino por medio de la educación para la paz y la erradicación de sus causas. 2. Razones en contra de la pena de muerte Históricamente, la pena de muerte, cuando estuvo vigente en El Salvador, en lugar de favorecer la administración de justicia la entorpeció. En efecto, los jurados, en aquellos casos en que se pedía dicha pena, preferían declarar inocentes a los acusados bien por compasión de los mismos o de sus familiares, cuando éstos eran pobres, o bien por temor a una posible venganza, en el caso de que fueran poderosos. De este modo, personas que, en otras circunstancias, hubiesen ido a dar a la cárcel durante muchos años, eran dejadas en libertad. Sociológicamente no está comprobado que la pena de muerte tenga un efecto disuasorio. Lo que sí está comprobado es que todo aquello que deteriora el valor de la vida incide en el aumento de los niveles sociales de violencia. Así, la guerra civil recién pasada aumentó sobremanera el desprecio a la vida. En este contexto, no deja de ser paradójico que el mismo partido que amnistió a los criminales de guerra, que en parte son responsables del menosprecio actual de la vida, generador de tanta violencia, sea ahora el que proponga la pena de muerte para crímenes menores que las masacres del pasado y para criminales que con frecuencia aprendieron a menospreciar la vida militando en batallones de guerra. Más recientemente, la pena de muerte aplicada ilegalmente por la sedicente Sombra Negra en San Miguel no tuvo efecto disuasorio, sino que, al contrario, aumentó el nivel de la violencia. Psicológicamente es absurdo pensar que la pena de muerte disuade a la mayoría de los criminales potenciales. Muchos de quienes atentan contra la vida humana lo hacen bajo el influjo del alcohol o las drogas; otros lo hacen por serias deficiencias psicológicas; otros desde la seguridad de que sus crímenes quedarán impunes y otros por reacción compulsiva a situaciones que perciben como peligrosas para ellos. Esta tipología no agota el espectro de asesinos potenciales, pero comprende a la mayoría. Claramente, ninguno de ellos piensa lógicamente antes de cometer su crimen. Aun concediendo que la pena de muerte pueda llegar a disuadir a un reducido número de criminales potenciales, el beneficio es tan pequeño que no compensa los males que la misma pena genera en cuanto a menospreciar la cultura de la vida y a embrutecer aún más a los verdugos y a cuantos contemplan embelesados el espectáculo de la ejecución de los condenados. Desde la perspectiva de la justicia, la pena de muerte con facilidad se vuelve discriminatoria y, por ende, en una injusticia más. De hecho, los más pobres no cuentan con una defensa legal que les garantice sus derechos, mientras que quienes tienen dinero y poder se defienden con mayor rapidez y eficacia. ¿No terminaremos, entonces, condenado a muerte a aquellos que la misma sociedad primero marginó, maltrató y despreció y con ello los impulsó al crimen? ¿Es justo que los más débiles y golpeados por la vida al final queden indefensos ante un sistema judicial tan poco equitativo como poco ilustrado? ¿Dónde quedarían, entonces, y en un caso tan grave como el de la pena de muerte impuesta como castigo, la igualdad ante la ley y el Estado de derecho? Siendo el derecho a la vida una garantía constitucional y la pena de muerte una restricción de tal derecho, la modificación de la Constitución para legalizar dicha pena capital constituye un retroceso en la defensa de la vida, una opción fundamental de nuestra Carta Magna, y una injusticia para con el pueblo salvadoreño. Legislativamente, la pena de muerte implica la legalización de la venganza en contra de un sector social. En estos momentos, cuando el país concluye la transición de posguerra es contraproducente que quienes tienen en sus manos el poder para legislar caigan en la tentación de legalizar tales actos de venganza social. Es contradictorio que quienes en los años recién pasados insistieron en legislar para la reconciliación, ahora hagan precisamente lo contrario. Además, la aprobación de la pena de muerte implica la denuncia de varios tratados internacionales importantes. Ciertamente, El Salvador posee la soberanía para denunciarlos, pero entonces se desprestigiará ante la comunidad de naciones, arrojará serias dudas sobre su capacidad para respetar tratados internacionales, un presupuesto fundamental de la globalización, y puede poner en peligro préstamos y ayudas internacionales. Desde la perspectiva ética, toda relación humana y social debe estar orientada a promover prioritariamente el servicio a la vida. Las prácticas neomaltusianas, el aborto y el homicidio legalizado son formas diferentes de limitar la vida humana. La sociedad actual tiene medios suficientes para proteger la vida, sin necesidad de acudir a otros que más bien la limitan. Aunque la pena de muerte se presenta como un medio para proteger la vida de otras personas, teóricamente se fundamenta en "el ojo por ojo y diente por diente", una idea ya superada. La ofensa no se restituye imponiendo castigos semejantes a los daños recibidos sino impulsando al ofensor a la rehabilitación y a realizar servicios a la comunidad. Y, por supuesto, recluyéndolo durante un tiempo largo, si el delito cometido es grave y mientras no dé muestras probadas de su rehabilitación. 3. La opción cristiana por la vida Cómo universidad de inspiración cristiana, la UCA forma parte de una larga tradición opuesta a la pena de muerte. El evangelio de Juan (8, 3-11), dónde Jesús salva a una mujer de una muerte segura, marca la primera posición cristiana ante esta clase de castigos. El pacifismo con el que Jesús se entrega a la muerte, obligando a Pedro a guardar la espada desenvainada, demuestra que no creía en los métodos violentos (Mateo 26, 52-23) La misma Iglesia católica fue fundada por una persona condenada a muerte legalmente y cuenta entre sus santos (mártires) a infinidad de condenados legalmente a una pena de muerte claramente injusta. Durante los casi 300 años de persecución sangrienta que sufrió la fe cristiana en sus inicios, la respuesta a las ofensas fue siempre exigir justicia y dar perdón. Atenágoras, un padre de la Iglesia del siglo II, prohibió a los cristiano asistir a los juegos de gladiadores porque "ver matar está cerca del matar mismo". En el siglo siguiente, Tertuliano advirtió a los cristianos: "por lo que se refiere al poder estatal, el siervo de Dios no debe pronunciar sentencias capitales"'. Y el Concilio de Elvira, a principios del siglo IV, ordena excluir de la Iglesia durante un año a aquellos magistrados que diesen penas de muerte. Aunque es cierto que después de la paz de Constantino, la Iglesia avaló la pena capital e incluso llegó a tener, a lo largo de su historia, tribunales que condenaban a muerte, también es cierto que no dejó de haber cristianos partidarios de la vida y del perdón. E incluso esta parcialidad histórica a favor de la pena de muerte se debió no tanto a razones doctrinales como a la simple adaptación a la práctica ordinaria del poder político de su tiempo, en el cual la misma Iglesia participaba y del cual a veces era detentadora. En la actualidad, la Iglesia piensa que las sociedades contemporáneas tienen medios más que suficientes para evitar el peligro del delincuente sin necesidad de eliminarlo, dejando la posibilidad de la pena de muerte para casos "muy raros, por no decir prácticamente inexistentes" (Evangelio de la vida, 56). Ciertamente, el Catecismo de la Iglesia católica (1992) tiene menos reparos ante la pena de muerte que la encíclica de Juan Pablo II el Evangelio de la vida, escrita posteriormente (1995). De ahí que el Cardenal Ratzinger, encargado de las cuestiones doctrinales del Vaticano, haya afirmado tras la publicación de la encíclica que lo que dice el catecismo sobre la pena de muerte "tendrá que ser escrito de nuevo a la luz de la Evangelium Vitae". Pero mucho más allá de la posición de la Iglesia, todo cristiano, urgido por el espíritu de Jesús, tiene derecho a luchar por la abolición total de la pena de muerte. El mismo Juan Pablo II considera como "un signo de esperanza" la "aversión cada vez más difundida en la opinión pública a la pena de muerte" (Evangelio de la vida, 27). Con frecuencia se argumenta que es muy fácil defender la abolición de la pena de muerte desde posiciones académicas, pero que quien está en contacto con el pueblo y conoce sus sufrimientos, reacciona de manera diferente. No está de más recordar a este respecto que la UCA sufrió en carne propia asesinatos y múltiples violaciones de los derechos de varios miembros de su comunidad. Pese a ello, nunca ha pedido la pena de muerte para sus perpetradores. Al contrario, tras los asesinatos del 16 de no- viembre de 1989, cuyo séptimo aniversario nos preparamos a conmemorar, la universidad pidió indultar a los dos únicos oficiales militares que el sistema judicial logró meter en la cárcel porque ambos habían confesado su culpa y porque los demás estaban en libertad. La UCA sabe, pues, de lo que habla cuando se pronuncia en contra de la pena de muerte. En consecuencia, la universidad seguirá trabajando para abolir totalmente la pena de muerte en la legislación salvadoreña. A ello la lleva su vocación cristiana, su espíritu ciudadano y la convicción de que la pena de muerte no es otra cosa que una manifestación más de la cultura de la violencia que queremos y debemos superar construyendo otra de paz y solidaridad. San Salvador, 24 de septiembre de 1996. Junta de Directores PLAN CONTRA DELINCUENCIA. El Presidente de la República, Armando Calderón Sol, dio por iniciado el 30.09 el "Plan Nacional contra la delincuencia", que prevé, entre otras medidas, un mayor reforzamiento de varios planes de seguridad, e hizo un llamado a la población para que colabore en esta cruzada contra la delincuencia. Calderón Sol expresó que reforzarán y ampliarán el "Plan Guardián", por lo que en los próximos días aumentará el número de fectivos de la Fuerza Armada que saldrá a las calles y que colaborarán con los agentes de la PNC. El mandatario no precisó el número de efectivos que colaborarán en el plan, pero aseguró que los recursos de la Fuerza Armada serán utilizados por la policía. "Será un plan a nivel nacional, porque esperamos llegar hasta el último cantón, caserío, a los pueblitos remotos", dijo Calderón Sol, quien aclaró que serán los efectivos de la PNC los únicos que podrán capturar personas y remitirlos a los tribunales de justicia. Por otra parte, el mandatario reiteró que las "juntas de vecinos" desaparecerán, pues las mismas no deben existir paralelas al Ministerio de Seguridad Pública, ya que no son "convenientes" para el futuro de la seguridad pública y el proceso democrático que vive el país. El Presidente manifestó que este tipo de estructuras "nacen bien, pero la dinámica las hace terminar mal"; prueba de ello, dijo, es el "pasado inmediato que vivió El Salvador" (DH 28.09 p.3 y LPG 01.10 p.3-A). RATIFICAN A SALGUERO GROSS. En Asamblea General Ordinaria de|ARENA, celebrada el 29.09 en un hotel capitalino, fueron confirmados en la presidencia y vicepresidencia del Consejo Ejecutivo Nacional (COENA), Mercedes Gloria Salguero Gross y Carmen Elena Calderón de Escalón, respectivamente, mientras que Walter Araujo fue ratificado en la secretaría de actas y acuerdos. La diputada presidenta y sus homólogos incorporados al COENA se comprometieron a continuar trabajando por los intereses del partido, específicamente con lo relativo a la campaña "Victoria Mayor 97", así como también se comprometieron a darle trámite a las conclusiones y recomendaciones surgidas en el Tercer Congreso Nacionalista, llevado a cabo el 27 y 28 de septiembre. Al mismo tiempo, los asistentes a la Asamblea decidieron agregar un inciso a los estatutos del partido que busca readecuar las funciones de los miembros del COENA, así como un inciso que inhibe al presidente del mismo a ser candidato a la presidencia de la República. Mientras tanto, paralelamente a la Asamblea, unos 200 simpatizantes de Víctor Antonio Cornejo Arango, incluyendo ex funcionarios y alcaldes se concentraron en las afueras del Hotel El Salvador, donde ésta se realizaba, para exigir su ingreso al COENA denunciando no haber sido invitados a participar del evento. Los manifestantes, que portaban distintivos de ARENA, señalaron sus discrepancias con los directivos del partido, quienes "se han olvidado de los ideales dejados por el fundador de la institución, el mayor Roberto D'Abuisson" (LPG 30.09 pp.4 y 5-a y DH 30.09 pp.12 y 13).