© 1997 UCA Editores
Año 17
número 751
abril 3
1997
ISSN 0259-9864
Avance importante, pero insuficiente
Los resultados de las elecciones del 16 de marzo
La oportunidad del FMLN
Expectativas frente a la nueva Asamblea Legislativa
La jornada electoral en San Salvador
Hacer política para un país diferente
El escaso número de ciudadanos (el 40 por ciento aproximadamente) que ejerció su derecho al sufragio en las pasadas elecciones expresó claramente su descontento con las políticas del segundo gobierno de ARENA. La población reclama al partido de gobierno su insensibilidad ante la crisis económica y la inseguridad ciudadana. El gobierno no ha podido ni ha querido articular una respuesta eficaz a estas dos grandes necesidades de la población. A lo cual se agrega la prepotencia con la que ha ejercido el poder estatal. Ni la cuantiosa cantidad de dinero (unos 60 millones de colones) gastada en propaganda ni las amenazas de un regreso al pasado de la guerra tuvieron efecto. ARENA perdió más del 20 por ciento de votos en comparación con la elección de 1994 y, obviamente, esta disminución se tradujo en la pérdida de once escaños en la Asamblea Legislativa y en una disminución notable de concejos municipales, de tal manera que, en el próximo periodo, la población de las alcaldías bajo su control equivale a la que obtuvo el FMLN.
El mensaje de la inmensa mayoría (el 60 por ciento) que se abstuvo de ejercer su derecho al sufragio también es muy elocuente. El fenómeno se explica, en parte, por la falta de alternativa política. Muchos antiguos electores de ARENA optaron por no concurrir a las urnas. Lo mismo hizo una gran proporción de demócrata cristianos. Los pequeños partidos que aspiraban a convertirse en tercera alternativa no lograron captar una cantidad significativa de votos. Al contrario, parece haber quedado demostrado una vez más que si no se unen, son inviables políticamente. Si este hubiese sido el caso, hubieran ocupado fácilmente el tercer lugar en las preferencias electorales y ahora tuvieran el doble de los diputados que obtuvieron separadamente. En estas condiciones, hubieran podido convertirse en la fuerza que equilibrase la Asamblea Legislativa entre ARENA y el FMLN. Pudo más el inveterado deseo de medir unas fuerzas electorales que no tienen, tal como lo apuntaron las encuestas anticipadamente.
Mención aparte amerita el raquítico desempeño electoral del Partido Demócrata que, por sí solo, no sacó ni siquiera el 2 por ciento de la votación nacional. Aquellos que buscaban una tercera alternativa no parecen estar dispuesto a votar por cualquier partido (o coalición) de centro, aunque ésta se diga de izquierda. La alianza de los demócratas con ARENA no arrojó los resultados esperados. El electorado rechazó a los demócratas y a los demócrata cristianos por las mismas razones por las que no optó por ARENA. En realidad, votar por cualesquiera de ellos era lo mismo que hacerlo por ARENA.
Ahora bien, las crisis internas de los partidos y el desencanto con la clase política actual no explican completamente el abstencionismo. La persistencia del fenómeno obedece también a los obstáculos que el ciudadano encuentra para sufragar, tal como lo demostró el IUDOP. La mayoría de los capitalinos encontró dificultades -listas en desorden, falta de información y transporte- e irregularidades -no aparecía en la lista, otro votó en su lugar, propaganda en los sitios de votación. En El Salvador aún sigue siendo bastante difícil votar y las elecciones todavía adolecen de vicios que arrojan sombras sobre su limpieza.
Hasta ahora, ARENA había promovido el abstencionismo -o al menos no lo ha combatido activamente, facilitando, por ejemplo, el sufragio- porque pensaba, erradamente, que le favorecía. Sin duda, el abstencionismo ha sido determinante en los triunfos de ARENA del pasado, pero esto ya no es así. En las elecciones del 16 de marzo, el abstencionismo no favoreció a ARENA. Quizás por eso, el Presidente de la República habla ahora de establecer el voto domiciliario y de hacer reformas electorales. Pero estos anuncios hay que tomarlos con cautela, pues hizo promesas similares después de las elecciones de 1994 e incluso se comprometió por medio de un acuerdo con el candidato derrotado de la oposición.
El resultado electoral implica una responsabilidad enorme para el FMLN. Su excelente desempeño en ambas elecciones no se debe únicamente a la pérdida de votos por parte de ARENA, sino también a un incremento notable de votos propios (el 28.5 por ciento), respecto a la elección de 1994. Quienes votaron por el FMLN, esperan mucho de él. Conviene, pues, recordarle que tiene que actuar con gran responsabilidad ante sus electores y ante la nación entera. Debe hacer un esfuerzo considerable para aportar soluciones a los graves problemas nacionales y locales, desde la Asamblea Legislativa y las alcaldías. Nunca se insistirá suficientemente sobre este punto. El desempeño del FMLN en la legislatura que termina no ha estado a la altura de las expectativas. Quizás por el dominio que ARENA ejercía sobre ella, pero también por falta de experiencia y conocimiento. Asimismo, debe combatir consciente e incasablemente dos grandes tentaciones del poder: la corrupción y la prepotencia. No debe olvidar que dentro de poco podría también ser objeto del mismo rechazo que ARENA encuentra en la ciudadanía en la actualidad, si no promueve los intereses y los bienes comunes.
El resultado de las elecciones es tan interesante como el desarrollo de la campaña. Por primera vez desde hace mucho tiempo, una parte importante del poder del Estado estaba en disputa. Aunque el proceso electoral adolece de vicios que debieran ser erradicados drásticamente y aunque éste debiera ser reformado radicalmente para garantizar su carácter democrático, los resultados que favorecen de forma determinante al FMLN y a los partidos de oposición han sido respetados, los diputados y los concejos municipales tomarán posesión de sus cargos en la fecha establecida por la ley y es previsible que permanecerán en ellos durante todo el período para el cual han sido elegidos. Desde esta perspectiva, las elecciones del 16 de marzo implican un avance democrático importante, aunque no suficiente, por las razones apuntadas arriba.
El pasado 31 de marzo el Tribunal Supremo Electoral (TSE) dio a conocer los resultados de las elecciones celebradas 15 días antes, y en las cuales se pusieron en disputa un total de 84 escaños legislativos y 262 Alcaldías Municipales. Previamente, el TSE había dado a conocer resultados preliminares de las elecciones, en relación a los cuales los resultados finales no presentan mayores diferencias; empero, cabe señalar al menos dos situaciones notables: primero el notable incremento en el número de votos obtenidos por el partido Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) para las elecciones de diputados; y, segundo, el fuerte incremento en el número de alcaldías atribuidas, en los resultados finales al partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA).
Por otra parte, es importante retomar el hecho de que la distribución de diputados muestra una clara reducción de la participación de ARENA (en 9 escaños), la cual fue capitalizada en buena medida por el incremento de la participación del FMLN (en 6 escaños). En las siguientes líneas se hace una evaluación cuantitativa de los resultados de las elecciones del 15 de marzo de 1997, poniendo especial atención en los cambios que se relacionan con la situación que emergió de las elecciones de diputados y alcaldes de 1994, no sólo en lo que tiene que ver con los partidos mayoritarios, sino también con los minoritarios del centro político.
La hipótesis manejada por ARENA en los primeros momentos posteriores a las elecciones en torno a un supuesto estancamiento del caudal de votos del FMLN no encuentra ya fundamento al considerar los resultados finales ofrecidos por el TSE. Al comparar el total de votos para diputados en las elecciones de 1994 y 1997 es notorio que el FMLN ha experimentado un incremento de 81,898 votos en su total, lo cual implica un respetable incremento porcentual de 28.46%. De igual forma, el Partido de Conciliación Nacional (PCN) incrementó su número de votos en 13,842 entre las mismas elecciones, lo cual implica una tasa de crecimiento de 16.6%. En contrapartida, los partidos ARENA y Partido Demócrata Cristiano (PDC) han visto reducida su participación en porcentajes de 34.6% y 61.1%, respectivamente. Lo anterior implica una reducción de 209,474 votos para ARENA y 146,906 para el PDC. El PCN ha sido el partido que incrementó en mayor cuantía su número de diputados, a costa de otro partido de derecha como ARENA y partidos de centro, especialmente el PDC.
La tendencia en las elecciones para diputados parece no haberse reproducido en las correspondientes a Alcaldes. Los resultados finales dados a conocer muestran que las proyecciones de 118 alcaldías para ARENA resultaron demasiado conservadoras pues al final habría obtenido un total de 161 mandos edilicios. Es decir, se experimentó un incremento de 36.4%. EL FMLN en cambio obtuvo 6 alcaldías menos de las que esperaba, con lo cual sólo se adjudicó un total de 48. Así, el número de alcaldías efectivamente obtenidas por el FMLN son un 11.1% menos que las proyectadas a partir de los resultados preliminares.
Esta última dinámica, empero, no significa que el número absoluto de votos para ARENA en las elecciones para alcaldes se haya incrementado sustancialmente, especialmente considerando las enormes diferencias entre el total de habitantes por municipio y, consecuentemente, entre el total de personas carnetizadas. En los casos extremos existen municipios con aproximadamente 415,000 habitantes contra otros de tan sólo 574, por lo cual el número total de votos para alcaldes por partido dependen fuertemente del municipio ganado. Lamentablemente más de dos semanas después de efectuadas las elecciones aún se desconoce la distribución de votos por partido en las votaciones para alcaldes; en consecuencia, no puede evaluarse su resultado en base al número de simpatizantes por partido; sin embargo, no puede soslayarse el hecho de que el FMLN ha ganado -en coaliciones o por su cuenta- municipios populosos comprendidos dentro del Gran San Salvador y la cabecera departamental de Santa Ana.
Al margen del equilibrio entre las fuerzas políticas de izquierda y derecha es importante notar que otro resultado notable de las elecciones ha sido el fracaso de partidos nuevos considerados parte del centro político, lo cual ha estado acompañado de una tendencia hacia la reducción -o en el mejor de los casos estancamiento- de la participación de partidos tradicionales de centro. Así, partidos nuevos como el Movimiento de Solidaridad Nacional (MSN) y el Partido Demócrata (PD) no lograron obtener ni un sólo escaño en la Asamblea Legislativa y se encuentran actualmente pendientes de la decisión del TSE sobre su posible disolución por no reunir el porcentaje mínimo de votos para permanecer como partidos políticos.
Por otra parte, partidos de centro que ya habían participado en elecciones pasadas como la Convergencia Democrática (CD) y Movimiento de Unidad (MU) no lograron incrementar su raquítica participación en la Asamblea Legislativa. La CD ganó un diputado más que en 1994 con lo cual totalizó 2, mientras que el MU únicamente logró mantener el espacio para 1 diputado ganado en las elecciones de 1994. Especial mención merece el caso del PDC el cual, como se mencionó arriba, sufrió una importante reducción en su caudal de votos que se habría traducido en una pérdida de 11 escaños legislativos, puesto que sólo alcanzó una cifra de 7 diputados en total para 1997.
El Partido Renovación Social Cristiano (PRSC), aunque puede considerarse un partido nuevo, en realidad es una escisión del PDC y probablemente ello explique el porqué en su primera experiencia electoral lograra obtener votos suficientes para 3 diputados, algo inusitado entre los partidos de centro más pequeños o nuevos.
Los resultados generales de las elecciones muestran que en realidad la pérdida de votos por parte del partido ARENA no se ha debido exclusivamente a un incremento del abstencionismo. Existen datos objetivos que muestran que los simpatizantes electorales del FMLN en las elecciones para diputados se incrementaron, lo cual le permitió captar 6 escaños legislativos adicionales. En lo tocante a las elecciones para diputados destaca el hecho de que aunque ARENA obtuvo un importante número de alcaldías municipales, los municipios más numerosos del país fueron ganados por el FMLN (de hecho, ARENA, con sus 161 alcaldías, gobernará a 2,603585 de salvadoreños, mientras que el FMLN y sus coaligados, con sus 54 alcaldías, lo harán por sobre 2,675748 salvadoreños). Consecuentemente, queda suficientemente claro que la diferencia en el total de votos para alcaldes no es tan numerosa como lo sugeriría la distribución de alcaldías concentrada en ARENA.
Adicionalmente, los resultados electorales muestran que los partidos de centro aún no han logrado incrementar su participación política; por el contrario, en conjunto, han perdido importantes espacios políticos.
Aunque en las pasadas elecciones la hegemonía de ARENA, y de la derecha política se ha quebrado, las tendencias hacia la polarización aún se evidencian en el avance de la izquierda representada en el FMLN, el fortalecimiento de partidos de derecha como el PCN y en el retroceso de los partidos pequeños de centro.
RESULTADOS PRELIMINARES DE ELECCIONES 1997 Y RESULTADOS 1994
PAR-TIDO | VOTO1997 DIP | % | VOTO 1994 DIP | % | VOTO 1997 ALC | % | VOTO 1994 ALC | % | DIP | ALC |
ARE-NA | 396,301 | 35.4 | 605,775 | 45.03 | n.d. | n.d. | 598,391 | 44.5 | 28 | 161 |
FMLN | 369,709 | 33.0 | 287,811 | 21.4 | n.d. | n.d. | 273,498 | 20.3 | 27 | 48 |
PDC | 93,545 | 8.3 | 240,451 | 17.9 | n.d. | n.d. | 261,130 | 19.4 | 7 | 15 |
PCN | 97,362 | 6.2 | 83,520 | 6.21 | n.d. | n.d. | 107,110 | 8.0 | 11 | 18 |
ALC: Alcaldes
No son pocos los analistas y columnistas que han tratado de restarle méritos a los resultados electorales obtenidos por el FMLN en las elecciones recién finalizadas. Para algunos, los más cercanos a la derecha arenera, los más simplistas y subjetivos también, la relativa ventaja de éste sobre el partido ARENA se debió a la comodidad del electorado, a un exceso de confianza que habría hecho que el "voto duro" de este último partido político se hubiera mnifestado. Es decir, los resultados electorales, más que mostrar un cambio en las simpatías políticas del electorado, reflejarían los efectos del inmovilismo del sector de derecha del país, el cual habría preferido quedarse en casa que tomarse la molestia de ir a votar por el partido ARENA.
Para otros, la sensible reducción del número de votos a favor de ARENA se debería a que sus simpatizantes optaron por castigar con la abstención a una administración con más errores que aciertos, con mayores dosis de hermetismo y verticalismo que de concertación y tolerancia. En definitiva, para ambas, a pesar de sus diferencias críticas, los resultados positivos a favor del FMLN no serían producto más que de una "autogoleada" política de los sectores de derecha; consecuencia de la ausencia de jugadores más que del fortalecimiento, el empeño o la capacidad del equipo contrario. Es este último punto el que aquí interesa comentar.
Al margen de cual haya sido la interrelación de elementos y circunstancias que llevaron a que el FMLN obtuviera un número significativo de curules y alcaldías —lo cual, por supuesto, merece un análisis más serio y veraz que los que hasta la fecha se han realizado en algunos rotativos—, la incertidumbre que surge luego de oficializados los resultados de las elecciones se centra en si este partido de la oposición podrá responder adecuada y coherentemente a las expectativas de la población una vez que ha obtenido la oportunidad para ello. Si será capaz de manejarse como la "fuerza de la estabilidad" que dice ser, como un partido confiable y maduro que con su cuota de poder dentro del legislativo, y estando en conocimiento de las necesidades locales y nacionales de la población, sepa gobernar eficientemente y de manera concertada.
Pese a que el FMLN por sí mismo, a nivel legislativo, poco podrá para combatir o reformar los proyectos areneros, su desafío es el de presentarse ante los sectores económicos y sociales del país, que han visto con recelo y temor su ascenso como fuerza política, como un partido libre de los lastres ideológicos del pasado, como un partido lo suficientemente hábil como para insertarse en el sistema político con la altura que exigen los nuevos tiempos, sin perder por ello sus principios y objetivos más básicos.
Así pues, el reto del FMLN es el de ser capaz de consolidarse como un partido de oposición que pueda a futuro presentarse como alternativa real frente al actual partido en el poder, siendo clave para la consecución de este objetivo el que su gestión edilicia y legislativa próxima le rinda créditos en credibilidad y simpatía. Es así como los resultados de las elecciones le presentan al FMLN una doble oportunidad: por un lado, la de robustecerse institucionalmente y demostrarle al electorado que es un partido que cumple con sus promesas electorales y vela por el bien común, y, por el otro, prepararse para ofrecer una campaña presidencial basada en hechos, en obras realizadas y ya no canciones pegajosas y spots sin contenido _los cuales ya mostraron su insuficiencia política, muestra de ello es que en la campaña presentada por ARENA no pudieron restarle terreno al escepticismo y el desgano, pese al encono con que fueron reiterados.
Siendo la política un juego complejo en el cual, lamentablemente, todo es válido, el FMLN, por la oportunidad que tiene frente a sí, debe capitalizar la experiencia adquirida y sacudirse la ingenuidad y negligencia política que lo han caracterizado. Como ya quedó en evidencia en esta campaña electoral, el recurso económico ha dejado de ser un elemento decisivo para ganar en una elección; por ello el FMLN debe, desde el momento que inicie la administración de sus alcaldías y siente a sus diputados en la Asamblea Legislativa, comenzar a preparar su campaña para la presidencia de la república basado en las obras que realice y en las promesas que cumpla.
El FMLN puede y debe, dada la actual coyuntura, utilizar el espacio político que se le ha abierto para dejar por sentado mediante su gestión que la distancia que lo separa de su pasado es sólo salvable en los discursos ideológicos de sus detractores y oponentes políticos; para hacer desaparecer la idea de que la única función de un partido de izquierda es la de ser mera oposición sin capacidad y posibilidades de detentar cuotas mayoritarias de poder. En definitiva, los objetivos del FMLN deben ser dos: realizar una gestión gubernamental que difiera cualitativamente —en actitud e intereses— de la del partido ARENA y utilizar esta gestión para presentar una competencia por la silla presidencial con mediana o alta probabilidad de victoria.
Como ya se ha dicho en reiteradas ocasiones, los resultados electorales del 16 de marzo sorprendieron debido a su inesperada consecuencia de modificar sustancialmente el panorama político del país. La nueva configuración de la Asamblea Legislativa, además de ser uno de los hechos más relevantes de las pasadas elecciones, ha suscitado enormes expectativas en las distintas esferas de la vida nacional.
Dicha configuración se caracteriza por haber alcanzado, con respecto a la distribución de la Asamblea anterior, un mayor equilibrio entre las distintas fuerzas políticas, aun cuando, como era de suponerse, la polarización fue la nota predominante del proceso electoral. Lo más llamativo de estos resultados fue el considerable aumento en el número de diputados por parte del FMLN (de 21 a 27) y la sensible disminución del mismo en el caso de ARENA (de 39 a 28). De los partidos restantes el más favorecido fue el PCN con 11 diputados; le sigue a éste el PDC con 7; el PRSC con 3; la CD con 2; el PLD con 2; y el MU con 1. La "victoria mayor" fue entonces compartida por los partidos mayoritarios, pero en manos de los pequeños quedó una cuota de poder decisiva, de la cual dependerá la aprobación o no de determinadas iniciativas de Ley.
El hecho de que esta nueva distribución exija, incluso para alcanzar la mayoría simple, la participación de más de dos partidos, pone de manifiesto una mayor consolidación del proceso democrático y, por tanto, es en sí mismo positivo. Los resultados de los recién pasados comicios han generado grandes expectativas porque se espera de ellos que obliguen a los partidos políticos salvadoreños a modificar su manera de hacer política. Dadas las condiciones actuales, la Asamblea debe convertirse en el foro de concertación que le corresponde ser, en donde su propia dinámica interna obstaculice cada vez más las irregularidades -como la compra de votos de otros partidos-, las practicas autoritarias y la subordinación ante el ejecutivo que, hasta este último periodo, han venido caracterizando la gestión del órgano legislativo.
Así las cosas, la concertación se vislumbra como norma indispensable del quehacer legislativo salvadoreño. Meta que, por supuesto, será imposible de alcanzar si no se produce en los actores políticos un cambio de actitud que se traduzca en un compromiso real con la democracia y en un interés concreto por resolver los problemas del país. Asuntos urgentes como la delincuencia, el deterioro ecológico, la violación a los derechos de los niños y de las mujeres, la incentivación del agro y el alza de los precios, entre otros, han venido agudizándose sin encontrar soluciones acertadas que reflejen, por parte de los distintos poderes, una verdadera voluntad de superarlos.
En ese sentido, las negociaciones entre los partidos tendrán que darse, ya no con el egoísmo político de siempre, por el cual los intereses partidarios y personales han primado sobre las apremiantes necesidades de la población, sino -confiando en que las distintas fuerzas representen realmente a los distintos sectores del país- pensando en lo que la sociedad demanda para superar sus dificultades. La Asamblea Legislativa debe entonces legislar para todos los salvadoreños y no para los diputados que periódicamente y gracias a las elecciones entran a conformarla.
Ahora bien, tomando en cuenta las repetidas ocasiones en las que los dirigentes de ARENA dieron muestras de preferir la arrogancia a la tolerancia, creyéndose siempre dueños de la verdad y del país, no es precisamente de ellos de quienes cabe esperar un gran esfuerzo por llevar a cabo negociaciones en orden a beneficiar al conjunto de la nación, esta responsabilidad recae entonces sobre los partidos de oposición. Tanto al FMLN como al resto de los partidos minoritarios, les corresponde ahora demostrar su capacidad de consolidarse como verdaderas y atrayentes alternativas políticas para la sociedad salvadoreña. Ahora es cuando El Salvador pondrá en juego su capacidad de llevar a cabo una verdadera vida democrática en donde los políticos y sus partidos conduzcan los destinos del país a través el diálogo y la concertación, y asumiendo como prioridad las necesidades más urgentes de la sociedad.
Las pasadas elecciones abrieron nuevas posibilidades de gobernar y otorgaron a la oposición la oportunidad de ponerse a prueba, no sólo frente a ellos mismos sino, fundamentalmente, frente a los salvadoreños. Esperemos que las expectativas generadas no se queden en retórica ni en buenas intenciones, pues -de lo contrario- el descredito y la desesperanza continuarán ensombreciendo el panorama político y los problemas del país continuarán postergándose indefinidamente.
Un poco más de la mitad de las personas que asistió a votar en el municipio de San Salvador reportó al menos una dificultad para votar el 16 de marzo según revela una encuesta de salida de urnas realizada por el IUDOP. El sondeo, efectuado con el objeto de conocer las opiniones de los votantes sobre el proceso electoral y los problemas que éstos enfrentaron en la jornada del 16 de marzo, fue llevado a cabo en los centros de votación del municipio de San Salvador el propio día de las elecciones con una muestra total de 1,393 votantes entrevistados. La investigación de opinión pública señala que las dificultades iban desde la desorganización en los centros de votación hasta irregularidades como encontrar que otra persona ya había votado en el lugar del encuestado. Según los resultados de la encuesta, el 21.3 por ciento de los consultados tuvo dificultades para encontrar la Junta Receptora de Votos donde le tocaba votar por el desorden en que estaban dispuestos los listados electorales. Un 18.1 por ciento afirmó que le hizo falta información sobre el lugar donde le correspondía votar. El 19 por ciento de los electores observó a otras personas haciendo propaganda abiertamente o influyendo en los votantes para favorecer a un partido.
Por otro lado, el 15.4 por ciento de los capitalinos encontró dificultades para transportarse hacia el centro de votación correspondiente a causa de la ausencia de unidades. Un 7.1 por ciento de las personas que asistió a votar en San Salvador, reportó no haber encontrado su nombre en los listados electorales. El 6.5 por ciento tuvo que esperar para que abrieran el local de votación, pues no fue abierto a la hora prevista. El 6.7 por ciento de los consultados informó haber tenido problemas con el nombre que aparecía en el padrón electoral. Finalmente, aunque un porcentaje muy pequeño pero significativo por lo que significa en números brutos, el 1 por ciento de la gente que asistió a votar no pudo hacerlo porque otra persona ya lo había hecho en lugar suyo.
A los ciudadanos que asistieron a elegir a sus representantes se les preguntó sus razones para participar en las elecciones. El 41.8 por ciento sostuvo que votó porque es un deber. Mientras que el 18.6 por ciento dijo que asistió a sufragar para cambiar la situación del país; un porcentaje similar afirmó que votó para mejorar el país. Un 13 por ciento argumentó que hizo uso de su derecho constitucional y un porcentaje de sólo el 4.8 por ciento afirmó haber votado para apoyar a su partido de preferencia. Sin embargo, esas razones no se mantienen igual cuando se analizan los resultados según el partido por el que la persona afirmó haber votado en esa jornada. Las personas que dijeron haber optado por ARENA y por el PCN expresaron con más frecuencia de que asistieron a sufragar porque es un deber, una obligación o un derecho; en cambio, quienes manifestaron haber votado por algún partido de la oposición, especialmente el FMLN o la Convergencia Democrática, se concentraron más en los argumentos de cambiar la situación y mejorar al país que en el resto de razones. Ello sugiere que las motivaciones para votar son distintas en función del partido de preferencia.
Cuando se les preguntó a los capitalinos sobre sus actitudes hacia las elecciones, dos de cada tres mostraron mucha o alguna confianza en el proceso; el 26 por ciento reveló poca confianza y solamente el 7.4 por ciento expresó ninguna confianza en los comicios. Sobre el interés en el proceso electoral, seis de cada diez electores mostraron mucho o algún interés. Este dato es particularmente importante porque difiere de las tendencias mostradas en las encuestas regulares pre-electorales. En esas mediciones, los resultados mostraban unos niveles de confianza e interés mucho más bajos, lo cual sugiere que quienes asistieron a votar en San Salvador tendrían unas actitudes más positivas hacia el proceso.
La encuesta de salida de urnas de la UCA reveló también que la mayor parte de las personas que asistieron a votar el 16 de marzo, ya habían decidido su intención de voto antes del inicio de la campaña electoral. Efectivamente, el 70.1 por ciento de los consultados afirmó que había tomado la decisión antes de la campaña electoral; mientras que el 17.8 por ciento dijo haberse decidido durante la campaña proselitista y el 12.1 por ciento se decidió el mismo día de las elecciones. No obstante, al efectuar el análisis por la opción de voto se encuentran diferencias interesantes: más del 75 por ciento de los electores de los dos partidos mayoritarios, ARENA y el FMLN, decidió su voto con anterioridad a la campaña; mientras que los votantes del resto de partidos, sobre todo del PDC o el PCN, se decidieron en menor medida antes de la campaña y en mayor medida durante la misma. Eso significa que quienes menos invirtieron en la publicidad electoral fueron los que lograron más votos por efecto de la campaña misma.
Consultados sobre el voto de 1997 en comparación con el voto de 1994, el 57.3 por ciento de los ciudadanos de San Salvador que asistió a votar dijo que había votado por el mismo partido que hace tres años; mientras que el 31 por ciento votó por un partido distinto y el resto no votó en el 94 por distintas razones. Sin embargo, en términos de partido, los resultados reportan que institutos como el FMLN y el PCN recibieron votos de personas que en el pasado no habían votado por ellos; esto en contraste con el partido ARENA en el que la mayoría de sus votantes se mantienen y el partido no recibe votos significativamente de personas que votaron por otros institutos políticos.
La mitad de las personas que fueron consultadas en el día de las elecciones (el 50.1 por ciento) tiene la esperanza de que mejore la situación del país después del proceso electoral; mientras que el 23.1 por ciento cree que la situación seguirá igual y sólo un 3.4 por ciento piensa que la situación nacional va a empeorar. El resto no respondió a la pregunta. En este caso, los datos no señalan ninguna diferencia cuando se trata de personas que votaron por partidos diferentes; en otras palabras, parece que las expectativas sobre el futuro del país no varían según el partido elegido y que la mayor parte de los electores tiene, en general, una actitud positiva hacia el mismo.
Finalmente, el sondeo de salida de urnas mostró una composición particular de los electores activos de San Salvador. Los resultados indican que el 58.1 por ciento de los votantes eran hombres mientras que el resto pertenecía al sexo femenino; una distribución muy diferente a la del padrón electoral publicado por el Tribunal y en el que las mujeres constituyen la mayoría. Por otro lado, a juzgar por los datos de la encuesta de salida de urnas, el grupo de edad que más asistió a votar fue el de 26 a 40 años, es decir, los adultos medios. Sin embargo, en términos demográficos, la mayor particularidad de la gente que fue a elegir a sus representantes en el municipio de San Salvador es la que se refiere al nivel educativo: el 37 por ciento poseía una escolaridad superior universitaria, lo cual diferencia significativamente a la población votante activa de aquélla que se encontraba empadronada y en posibilidades de hacerlo.
En síntesis, la encuesta de salida de urnas efectuada por el IUDOP de la UCA, el día de las elecciones en el municipio de San Salvador mostró que, a pesar del esfuerzo del Tribunal Supremo Electoral, aún persisten serias dificultades en las jornadas electorales que afectan la intención de sufragar de buena parte de los ciudadanos de San Salvador. El sondeo revela también que la mayor parte de las personas que asistió a votar en la capital del país poseía un nivel más alto de confianza e interés en el proceso que el promedio de la población revelado en encuestas regulares y que, además, su decisión de asistir a votar fue tomada antes de que comenzara la campaña electoral. Aunque la encuesta se refiere sólo al municipio de San Salvador y no es posible generalizarla a otras regiones del país, estos datos pueden ofrecer una idea sobre el tipo de problemas que prevalecieron el 16 de marzo y de las opiniones de los ciudadanos sobre la jornada electoral en el resto del país.
Ya lo dijimos antes: todo el proceso previo al día de las elecciones fue un fraude. Por las personas muertas y lesionadas producto de una campaña muy violenta, y por el desperdicio de recursos económicos para promocionar la imagen de algunos partidos en medio de una crisis económica y social que castiga a la mayoría de la gente. También por la falta de propuestas serias ante los graves problemas del país y, finalmente, por el irrespeto a las "reglas del juego" establecidas al reformar a la legislación específica en plena contienda. Todo eso, en un marco donde la máxima autoridad --el Tribunal Supremo Electoral (TSE)-- no tuvo los "pantalones bien puestos" para enfrentar las irregularidades y sancionar a sus responsables. Así, es lógico que el sesenta por ciento o más de la población en capacidad de votar no lo hiciera el domingo 16.
Tampoco se puede decir que ese día mejoraron las cosas, pues también entonces ocurrieron una buena cantidad de anomalías de todo tipo; muchas de ellas, ya se veían venir al considerar los antecedentes observados en lo referente al desempeño del TSE. A primera vista, lo que más destacó fue la violación a las normas que prohíben la propaganda política en los lugares donde se estaban realizando las votaciones. Y, sin duda, en este aspecto fue ARENA el partido que se llevó el primer lugar pues --sin reparo alguno-- mostró sus símbolos y desplegó banderas a su antojo. Raro sería que hubiera actuado de otra forma, ya que a lo largo de la campaña este partido se dio gusto violando las normas mediante cualquier tipo de artimaña.
Pero a eso, hay que añadir otros asuntos preocupantes. Según la encuesta que realizó el Instituto Universitario de Opinión Pública (IUDOP) a la salida de algunos sitios donde votó la gente, el 54.4 por ciento de la población de San Salvador que lo hizo reportó que había tenido --por lo menos-- un problema a la hora de depositar el sufragio. Entre las dificultades reportadas, se encuentran las siguientes: la desorientación por el desorden en los listados, la falta de información, la escasez de transporte y el retraso para abrir las urnas. De las irregularidades detectadas, resaltan la propaganda electoral en los lugares de votación y las personas que no aparecían en los listados o aparecían con nombres distinto. No faltó quien quiso cumplir con su deber y hacer valer su derecho a participar en esta jornada, pero se encontró con que alguien había votado antes por él.
A todo lo que sucedió antes de las elecciones y durante el mismo día de la jornada electoral, hay que agregar la lentitud en el conteo de los sufragios y en la presentación oficial de los resultados. Con eso, se termina de confirmar algo que es un secreto a voces: no es posible continuar con un sistema cuya máxima autoridad mantiene viejos vicios y se encuentra cuestionada por su composición en la cual permanece, como un factor determinante, la influencia del partido político más poderoso.
Quién sabe por qué razón, quizás el único que vio con buenos ojos lo sucedido y la actuación del Tribunal Supremo Electoral fue monseñor Fernando Sáenz Lacalle; pero ya conocemos que el señor arzobispo no se ha caracterizado por tener buena la vista y otros sentidos cuando se trata de analizar estos temas. El que sí definió bien el trabajo de dicho Tribunal y sus consecuencias negativas fue el obispo auxiliar de la arquidiócesis metropolitana, monseñor Gregorio Rosa Chávez. Para éste, su labor fue "gris y poco firme". Queda pendiente, pues, la tarea de modificar a fondo lo anterior para evitar problemas mayores.
Sin embargo, también hemos afirmado que --a pesar de todo-- han habido ganacias tras las elecciones y que fue el país entero el más beneficiado (Proceso, 750). Ahora nos toca reflexionar sobre lo que debemos hacer para no desperdiciar lo bueno que se ha logrado y para tratar que, por el contrario, eso se incremente. No hay se puede creer que con una jornada sin incidentes graves como la del domingo 16, ya quedó instalada la democracia en El Salvador. Tampoco los obstáculos para alcanzar la tan ansiada democratización del país se superaron, automáticamente, por la actitud moderada que asumieron casi todas las dirigencias y bases de los grupos políticos.
Aunque bueno, lo que se obtuvo todavía es muy poco frente a los graves problemas que aflijen a la mayoría de la gente. Por eso hay que decirlo claramente: hoy debe ser el momento del arranque para realizar los cambios de fondo necesarios a fin de construir, de una vez por todas, un mejor país. En función de eso, pensar y hacer política de una manera diferente se vuelven las tareas más importantes de este momento. Es un asunto ineludible; de ese gran esfuerzo, nadie se debe escapar y es algo que tiene que empezar a impulsarse ya entre las expresiones organizadas de la sociedad, las instituciones del Estado y --sobre todo-- entre los mismos partidos.
Sin duda, en esos tres espacios se han podido observar algunos cambios durante los últimos años, cuando analizamos su actividad en estas materias. Quizás las organizaciones sociales se encuentran un poco más avanzadas que la institucionalidad estatal; donde no hay duda, es en el rezago de la llamada "clase política". Para todos los niveles es un desafío pensar la política teniendo como prioridad el logro del "bien común", en cuyo marco son los sectores más desfavorecidos de la sociedad los que deben ocupar el lugar más privilegiado.
Vistos en su conjunto, los partidos políticos aún se encuentran muy lejos de las exigencias que tiene el país para mejorar. Por eso, en este nivel se deben producir las transformaciones más urgentes y radicales desde lo más elemental: en su composición y su quehacer. En relación a lo primero, deben estar integrados por personas con valores arraigados y con una evidente calidad humana, competentes profesionalmente, de una coherencia real entre lo que dicen y lo que hacen, con disposición permanente de servicio. En cuanto a lo segundo, dentro de los partidos políticos se deben impulsar y consolidar mecanismos democráticos de funcionamiento para discutir y solucionar problemas, tomar decisiones y seleccionar a sus candidatos para optar a cargos públicos.
Si trabajan pensando en el "bien común", con personas de las características mencionadas, a partir de un estilo democrático y transparente, en El Salvador van a existir agrupamientos políticos con "clase" y la población va a empezar a creer en ellos. De lo contrario, su futuro es incierto y de eso ya conocemos otras experiencias dentro del país y en América Latina. Pero la cosa no termina ahí. Además, insistimos, es fundamental y decisivo que la institucionalidad del Estado y la población entera asuman con responsabilidad sus nuevos roles. ¿Cuáles son esos nuevos roles?
A nivel de las instituciones estatales, en especial del Órgano Legislativo y las municipalidades renovadas a partir de las elecciones recientes, se les plantea el reto de encontrar los mecanismos que les permitan vincular sus decisiones y actuaciones con la participación directa de las personas. Eso es básico, puesto que las y los integrantes del Parlamento y los concejos locales deben ampliar el respaldo político que alcanzaron en las urnas, ya que su legitimidad no descansa exclusivamente en los resultados electorales sino --sobre todo-- en el comportamiento político que mantengan en el desempeño de sus funciones.
No se debe hacer gobierno a espaldas de las personas y menos en contra de sus derechos, si de verdad queremos construir instituciones realmente democráticas. Por eso, la transparencia en la gestión gubernamental --que le genere confianza al público y permita un efectivo control social sobre su quehacer-- es condición para cumplir el papel democratizador que les corresponde. Esta cuestión depende de la voluntad política que tengan las y los servidores públicos para apostarle a un nuevo estilo de trabajo y a formas creativas de relacionarse con la población. Las instituciones deben dejar de ser el monopolio de los partidos, para constituirse en espacios abiertos a las demandas y a los aportes que provengan desde la sociedad.
Si hay que cambiar tanto y tan urgentemente dentro de los agrupamientos políticos y las instituciones oficiales, es porque --como se observa-- no han funcionado como deberían para generarle bienestar real a la gente, que por lo regular ha sido marginada de las decisiones que le interesan. Por tal razón --para llegar a vivir en un país mejor-- también a la población le corresponde asumir un papel diferente y, quizás, más trascendental que los demás: "tomar parte" y no esperar a que "le den una parte". "Tomar parte" significa decisión y acción, mediante la superación de temores y desconfianzas, a fin de hacer suyos los espacios que por derecho le pertenecen y garantizar que los servidores públicos funcionen con apego a la legalidad.
La población, pues, debe superar las actitudes de apatía o pasividad explicables por tantas experiencias negativas que ha vivido. No conviene que sólo siga esperando que "le den una parte" --aunque sea pequeña-- esas personas y grupos que hasta ahora han ejercido el poder político, económico y social en el país. Una importante experiencia que arroja el proceso electoral reciente es, precisamente, la amplia actividad que distintos agrupamientos sociales realizaron para incidir más allá del voto, al dirigir sus esfuerzos a impactar en las plataformas y los compromisos políticos que adquirieron quienes aspiraban a un cargo público y sus partidos.
Si la población salvadoreña, sus instituciones estatales y los partidos políticos logran entender el papel que les toca jugar en esta importante etapa de nuestra historia y actúan en consonancia, las cosas sí van a cambiar en El Salvador. Hagamos pues el esfuerzo necesario ahora que todavía estamos a tiempo, pensando en el futuro de un país golpeado durante muchos años por la guerra y sufriendo aún las consecuencias de la violencia; de un país que merece superar los obstáculos que le impiden arribar al nuevo siglo estrenando una paz verdadera, por estar fundada en la justicia y el respeto pleno a los derechos humanos de toda su gente.
OFICIALIZAN ESCRUTINIO. El Tribunal Supremo Electoral (TSE) dio a conocer, el 25.03, el escrutinio final de los pasados comicios, con lo cual se definen los ganadores de escaños legislativos y alcaldías. De 84 posibles diputados propietarios y suplentes que conforman la Asamblea Legislativa, ARENA, obtuvo 28 diputados; FMLN 27; PCN 11; PDC 7; coalición PDC-PD 3; PRSC 3; CD 2; PLD 2; y MU 1, informaron los magistrados del TSE. Según el escrutinio oficial, 44 de los 84 posibles diputados fueron definidos sin problemas, a través de números enteros; sin embargo, el resto se logró establecer por residuos. Diversas fuentes coinciden en afirmar que el PD, al igual que MU, PL, MAS y MSN serán cancelados por no alcanzar el tres por ciento de votos válidos. El magistrado presidente del TSE, Jorge Díaz, informó que se contabilizaron únicamente un millón 119 mil 752 votos válidos a nivel nacional, en lo que respecta a los comicios de diputados; similar votación se observó en las elecciones municipales. Tras el anuncio oficial de los resultados, los partidos quedan habilitados para interponer recursos de nulidad de las elecciones, en el caso que existan dudas sobre el proceso de votación y escrutinio. Finalmente, el TSE adelantó que entre el 1 y el 8 de abril, la institución elaborará y entregará las credenciales de los alcaldes y diputados propietarios y suplentes electos, que asumirán sus funciones el primero de mayo (LPG 26.03 p.4-a).
RESULTADOS DE ALCALDIAS. Previo a la divulgación de los resultados definitivos por el Tribunal Supremo Electoral (TSE), se hizo público que los partidos ARENA y FMLN habían acaparado el 79% de las 262 municipalidades del país. ARENA habría obtenido unos 155 municipios, en tanto el FMLN habría ganado alrededor de 53. El restante 25 por ciento, se lo repartieron los partidos Demócrata Cristiano (PDC), de Conciliación Nacional (PCN), Renovación Social Cristiano (PRSC), Demócrata (PD), Pueblo Libre (PL) y Movimiento de Unidad (MU). Dirigentes del PDC dijeron que alcanzaron 25 alcaldías, mientras que el PCN lo habría hecho con 21. El MU ganó 4 en Morazán, el PD una en ese mismo departamento, el PL en Santa María Ostuma, La Paz. Por su parte, el PRSC ganó en Cojutepeque, Cuscatlán, Intipucá y La Unión. El MU se mantiene en pugna con ARENA en Sociedad, Morazán, donde el primero es aventajado por un voto, pero sus dirigentes aducen anomalías para cambiar el resultado. En el caso del FMLN y ARENA, ambos partidos mantienen varias alcaldías en litigio, tal es el caso de Ahuachapán, Chinameca y Sonsonate, entre otras. Mientras tanto, una veintena de casos en los que se detectaron irregularidades durante los comicios, entre ellos la compra de votos y la alteración de actas, están siendo depurados por el fiscal electoral, José Arturo Cruz Salgado. El magistrado agregó que a los responsables luego de una exhaustiva investigación, se les abrirá procesos penales en los tribunales de justicia correspondientes (LPG 25.03 p.5-a).
REFLEXIONES POST ELECTORALES. El Presidente del Tribunal Supremo Electoral (TSE), Jorge Díaz, informó que luego de las elecciones, una de las principales necesidades observadas por el TSE es la de impulsar reformas integrales al sistema electoral y al Código Electoral, para ejecutar los proyectos del documento único y el voto residencial. Jorge Díaz reveló que el TSE empezará a planificar el presupuesto de las elecciones presidenciales de 1999, luego de que se entreguen las credenciales a los alcaldes y diputados electos. El funcionario, quien admitió que hubo algunos problemas logísticos, dijo sentirse satisfecho del trabajo efectuado, al tiempo que descartó la posibilidad de fraude argumentando que los representantes de los partidos integrados en los organismos electorales temporales, tal como ordena la ley, realizaron el escrutinio. Mientras tanto, la cúpula de los partidos contendientes se someterán a jornadas de autoevaluación post-electorales de las cuales no se descartan reestructuraciones en los organismos de dirección partidario. ARENA fue el primer instituto político en llamar a los altos dirigentes del Consejo Ejecutivo Nacional (COENA) y a los sectores que conforman esa institución para evaluar los resultados y descubrir los factores que influyeron en la disminución de votos. Por su parte, la Comisión Política del FMLN celebró una reunión para estudiar junto a asesores de propaganda los resultados obtenidos. El diputado del FMLN, Oscar Ortiz, dijo sentirse sorprendido por el éxito; sin embargo, adelantó que "no nos dormiremos en los laureles" (LPG 27.03 p.8-a).
ELECCIONES INFANTILES. En los comicios infantiles desarrollados, el 16.03, donde participaron alrededor de 14 mil 205 niños, resultó ganador el partido ARENA con un 45%, sobre un 36% a favor del FMLN, según dieron a conocer el 02.04 autoridades de la Universidad Tecnológica. ARENA ganó las alcaldías de San Salvador, San Martín, Santa Ana y La Libertad; el FMLN ganó las alcaldías de Soyapango y Quezaltepeque. "Los niños eligieron a ARENA y esto tiene que ver mucho con la publicidad del partido y la influencia que los padres ejercen sobre ellos", señaló el rector de la UTEC y coordinador del proyecto, Mauricio Loucel. En las elecciones infantiles también hubo abstencionismo, ya que de 24 mil niños que se empadronaron solamente 14 mil emitieron el sufragio. Loucel señaló que una de las causas por la que los niños no pudieron votar fue la dependencia de sus padres para movilizarse. Estas fueron las segundas elecciones infantiles realizadas en nuestro país y se espera realizarlas nuevamente en 1999, para entonces con la participación de 125 mil niños. Pese a los logros del evento, Loucel señaló que un 90% del financiamiento de las elecciones corrió a cuenta de la UTEC; lo que significó un enorme desembolso para la institución. En tal sentido, para las próximas elecciones planea formar alianzas de cooperación económica con la empresa privada y los partidos políticos en contienda (LPG 03.04 p.17-a).
CANCELARAN PARTIDOS. Los magistrados del Tribunal Supremo Electoral (TSE) abrirán procesos de cancelación a 5 partidos que no lograron el mínimo de votos para sobrevivir. Los partidos candidatos a desaparecer son el Movimiento de Solidaridad Nacional (MSN), Movimiento de Unidad (MU), Pueblo Libre (PL), Movimiento Auténtico Social (MAS) y Partido Demócrata (PD). Tres de ellos, PD, MU y MSN, recibieron juntos alrededor de 1.3 millones de colones en concepto de financiamiento por deuda política, según un informe del Ministerio de Hacienda. Hasta el momento los partidos cancelados no han reembolsado el dinero adelantado por el gobierno. La deuda política del PD fue de 500 mil colones; la del MU 608 mil 130, y la del MSN, 238 mil 297. Los magistrados Félix Ulloa y Rutilio Aguilera coincidieron en señalar que la apertura de expedientes para cancelar a los institutos políticos es una obligación contenida en el Código Electoral. La cancelación se aplica a los partidos que no hayan alcanzado al menos el 3 por ciento de los votos válidos a nivel nacional en la elección de diputados; las coaliciones con bandera independiente deben alcanzar al menos el 6 por ciento. Los votos válidos de la elección de diputados fue de 1 millón 119 mil 752 y los partidos debieron obtener como mínimo 33 mil 592 votos. El Movimiento de Solidaridad Nacional obtuvo 7 mil 12 votos, Movimiento de Unidad, 25 mil 244, Partido Demócrata, 13 mil 533, Partido Pueblo Libre dos mil 302 y Movimiento Auténtico Social, 241 (LPG 02.04 p.6-a).
FUGA DE GASES. Unas 150 personas resultaron afectadas, el 30.03, por la emanación de gases tóxicos en la zona industrial de Acajutla, Sonsonate, al producirse una fuga en un contenedor de cloro líquido, confirmaron entidades de socorro y cuerpos de seguridad. Inicialmente, se reportó la muerte de 3 personas, pero la versión fue descartada por entidades de socorro y por la Policía Nacional Civil. Según entidades de socorro y la Policía, más de la mitad de los afectados son menores de edad, quienes presentaban cuadros clínicos como por ejemplo dificultades para respirar, desmayos, náuseas, diarreas, picazón en el cuerpo e hipertensión. Las víctimas proceden de unas diez comunidades marginales aledañas a la zona industrial de Acajutla, unos 15 kilómetros a la redonda, donde está localizada la empresa donde se produjo el incidente. Mientras tanto, el Comité de Emergencia Nacional (COEN) condenó, el 01.04, el descuido que permitió la fuga de los gases. Según Mauricio Ferrer, director General de Bomberos, en cuanto al control del manejo de productos peligrosos en El Salvador "estamos en pañales". Según Ferrer, el Ministerio de Salud debe mantener vigilancia epidemiológica hasta garantizar que el peligro haya desaparecido (LPG 01.04 p.7-a, EM 02.04.97 p.6).
OPINIONES ENCONTRADAS. La presencia de marea roja en las costas salvadoreñas desató, el 02.04, conflicto entre varias instituciones gubernamentales y organizaciones ambientalistas, quienes mutuamente se acusaban de emitir opiniones erradas. La incertidumbre se generó la última semana de marzo cuando los veraneantes y residentes en la zona de Barra Salada, ubicada en Sonsonate, notaron una coloración en las aguas del mar, especulando que se trataba de marea roja. No obstante, declaraciones del Ministro de Salud, Eduardo Interiano, desmintieron esa versión, negando tajantemente que tal fenómeno se hubiese producido. Contrario a lo externado por el Ministro, el director de la Secretaría Ejecutiva del Medio Ambiente (SEMA), Antonio González Pacheco, afirmó con toda certeza que "sí hubo marea roja, aunque no alcanzó los niveles tóxicos para los humanos". Por su parte, la Unidad Ecológica Salvadoreña (UNES) sostuvo que no hubo marea roja, mientras que el presidente del CESTA, Ricardo Navarro, explicó que, debido a la existencia de toxinas en esa zona, puede concluirse que "sí hubo presencia de marea roja". Sin embargo, el presidente de la UNES, Angel Ibarra, aclaró que la coloración del agua se produjo por el lanzamiento de desechos de caña que hizo la central azucarera de Izalco, y el argumento de la marea roja se usó para impedir que la industria responsable del fenómeno respondiera por los daños causados (LPG 03.04 p.24-a).
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