Año 19
número 818
agosto 19
1998
ISSN 0259-9864
Editorial Fiasco
Política Los desatinos de la Convención Nacional del FMLN
Economía Consideraciones sobre la propuesta de reducción del IVA
Sociedad La problemática del empleo femenino
Opinión Pública A propósito de la Convención del FMLN
Derechos Humanos Los políticos y su lucha por el poder
Fiasco
El proceso para seleccionar a los candidatos a la presidencia y vicepresidencia por parte del FMLN fue ejemplar y sentó un precedente democrático muy importante en la práctica política del país hasta que se conocieron los primeros resultados de la elección. Dado que, conforme a lo establecido, ninguno de los contendientes por la candidatura presidencial alcanzó la mitad más uno de los votos, debió procederse de inmediato a una segunda vuelta. Pero la convención no estaba preparada para ello, ni objetiva ni subjetivamente. Los organizadores de la convención no contaron con esta posibilidad y, por lo tanto, concluida la primera votación desmontaron la infraestructura electoral. Tampoco las fracciones contendientes contaron con esta posibilidad. Las dos calcularon que ganarían en la primera vuelta. No es extraño, entonces, que el ánimo de la convención se haya alterado, llegando al extremo del grito, el abucheo, el insulto y la amenaza. La fracción ganadora pidió a gritos violar el reglamento aprobado unas horas antes, que establecía una segunda votación. Las autoridades del partido a duras penas pudieron contener a sus militantes y anunciar la posposición de la segunda vuelta.
Las primeras versiones del FMLN alegan que el proceso fue interrumpido por falta de tiempo y por la exaltación de los ánimos de los militantes. Ambas explicaciones tienen fundamento, porque la convención comenzó con retraso considerable y se desarrolló con una lentitud desesperante y porque, efectivamente, el ánimo de la convención estaba muy caldeado, desaconsejando continuar con el proceso electoral interno. En este sentido, las autoridades del FMLN actuaron de forma prudente y tomaron la mejor opción para resguardar la legalidad del procedimiento.
Desde otra perspectiva, sin embargo, el panorama es diferente. Al conocerse los resultados de la primera elección, en lugar de proceder a la segunda vuelta de inmediato, tal como fue acordado, las comisiones y los políticos del partido se reunieron durante largas horas. Según las fuentes oficiales, se preguntó a los candidatos su opinión sobre el siguiente paso a dar, pues no había infraestructura para llevar a cabo la segunda vuelta; según otros, se intentó que Héctor Silva renunciara a su candidatura a favor de Victoria de Avilés, quien le había sacado diez votos de ventaja. También se habría cuestionado la base sobre la cual se calculó la cantidad de votos necesaria para ganar. Se sugirió que ésta debía calcularse en base al número de convencionistas presentes y no a los inscritos en el padrón. Mientras tanto, el ánimo de la convención estaba a punto de desbordarse.
En estas circunstancias, las autoridades del FMLN anunciaron la posposición de la segunda vuelta y la cancelación de la proclamación de las candidaturas, programada para el día siguiente. Reconociendo que no pudieron haber hecho otra cosa, cabe preguntarse, sin embargo, por la causa de tanto apasionamiento y agresividad, los cuales no puede explicarse alegando el proselitismo que se permitió en el recinto de la convención. De momento, la única respuesta posible es la pugna interna por el poder que libran las fracciones de Shafick Handal y Facundo Guardado.
Desde siempre, el FMLN ha insistido en que lo más importante es su programa de gobierno y no sus candidatos. En la práctica, lo importante son los candidatos y no el programa de gobierno. Tanto Victoria de Avilés como Héctor Silva tienen credenciales suficientemente sólidas como para ser buenos candidatos a la Presidencia de la República. Se puede asumir que ambos estarían de acuerdo con los planteamientos fundamentales de dicho plan de gobierno. Por lo tanto, la animosidad que sus aspiraciones despiertan dentro de las filas del FMLN sólo es explicable porque cada uno de ellos representa a una de las fracciones que lucha por el poder interno. A no ser que haya dos planes de gobierno sustancialmente diferentes, los cuales no habrían sido discutidos de forma abierta. En este contexto de pugna interna no interesa la candidatura en sí misma, sino el triunfo de la fracción que representa.
De esta manera, pareciera, entonces, que las candidaturas de Avilés y Silva están siendo utilizadas como punta de lanza por quienes se encuentran enfrascados en una lucha interna por el poder, lo cual cuestiona su sentido político y ético. Ninguno de los dos procede de las filas del FMLN, los dos han sido propuestos por ser ciudadanos de reconocida trayectoria social y ética y no distinguidos militantes del FMLN, y ambos poseen potencial para unificar el partido y atraer votos. Ahora bien, si el FMLN no supera la pugna interna será muy difícil para cualquiera de los dos contribuir a la unidad necesaria para conducir al partido a la victoria electoral.
La candidatura a la vicepresidencia tiene su propia problemática. Por decisión de una convención anterior, uno de los candidatos de la fórmula electoral debe ser mujer. Dado que Héctor Silva sólo aspira a la candidatura presidencial y Victoria de Avilés está dispuesta a ocupar cualesquiera de las dos posiciones, tanto si gana como si pierde la candidatura a la presidencia, la elección para escoger al candidato a la vicepresidencia carece de sentido. Si Salvador Arias gana esta última, la elección de candidato a la presidencia tampoco tiene sentido. Si el convencionista votó para escoger candidato a la presidencia y a la vicepresidencia en un mismo acto y, además, estaba obligado a cumplir con la condición de género, no es claro por qué el escrutinio debió hacerse por separado. ¿Hasta que punto es conveniente imponer una condición de esta naturaleza a un proceso electoral sin desvirtuarlo? ¿Qué carácter debe ser prioritario, el género o el número de votos?
Los otros partidos políticos no pueden ocultar su sonrisa ante el fiasco de las elecciones primarias del FMLN, sintiéndose más cómodos con los procedimientos autoritarios que con los democráticos. Las elecciones primarias conllevan riesgos como la división y la exposición pública de las diferencias y debilidades de un partido político, pero es el medio más democrático y democratizador que existe para seleccionar candidatos a los cargos de elección popular. Los riesgos valen la pena y se pueden evitar. Aquí es donde el FMLN tiene que esforzarse, porque no puede intentar practicar la democracia conservando al mismo tiempo prácticas autoritarias. Los comandantes deben dejar paso a los políticos.
En su momento, el lanzamiento de la candidatura presidencial de Francisco Flores fue un exitoso y considerablemente importante acontecimiento político. Al inicio, se evaluó como algo sano y novedoso lo que parecía ser la expresión de un sector de ARENA ajeno a la cúpula tradicionalmente dominante. Poco después, se supo que detrás de la precandidatura de "Paquito" no se hallaban únicamente los jóvenes areneros, sino también, y de manera determinante, el actual Presidente de la República y sus allegados.
Fue entonces cuando se desató la agria polémica acerca de la existencia de "argollas" al interior del principal instituto político de derecha. La prensa nacional se inundó del forcejeo entre periodistas y dirigentes de ARENA; los primeros parecían defender a toda costa la tesis de que al interior del partido en el gobierno coexistían al menos dos bandos, cuya pugna era feroz e irreconciliable; los segundos explicaban que la afirmación de la existencia de tales argollas era falsa y que su institución podía continuar preciándose de una solidez envidiable.
¿Y qué sucedió después de todo eso? Nada sobresaliente. ARENA sencillamente oficializó la candidatura de Flores e hizo lo posible por difundir la idea de que las aspiraciones del "joven intelectual" se hallaban respaldadas por todos y cada uno de sus correligionarios. Desde entonces hasta ahora pocos parecen recordar aquellos sucesos. Se ha dicho que, tras el "boom" de la precandidatura, "Paquito" ha perdido la popularidad adquirida. Sin embargo, y considerando la situación actual de los dinamismos políticos, esa falta de notoriedad puede llegar a ser bastante conveniente para su partido. Flores dejó de figurar durante algunos meses, la gente olvidó los rumores de las argollas y todo quedó preparado para dar inicio a una campaña electoral que no se ha hecho esperar.
Hoy en día es el FMLN el que llena los espacios de opinión pública y ocupa a las plumas de los analistas. Resulta que, después de una larga espera, finalmente llegó el 16 de agosto, día en el que la segunda fuerza política del país tuvo que haber elegido su fórmula presidencial. La espera fue larga, primero, porque la prematura elección del candidato arenero implicó una exigencia tácita al partido de izquierda para que este buscara a sus posibles representantes; y segundo, porque conocer la fórmula presidencial del FMLN equivalía a conocer a los posibles futuros gobernantes del país.
Pero hay algo más. A algunos de los dirigentes del principal instituto político de oposición no pareció bastarles con la expectación que, de modo natural, se gestó alrededor de la elección de su fórmula, sino que, además, decidieron acrecentarla proclamando abiertamente sus preferencias y prestándose con ello al juego de la polarización interna. Desde hace meses el Frente se encuentra en la mira de la opinión pública debido a las conocidas rencillas entre "progresistas" y "ortodoxos". La Convención Nacional del sábado recién pasado hubiera podido ser una buena oportunidad para superar la pugna y demostrar que todo efemelenista estaba dispuesto a someterse a la voluntad de la mayoría.
Pero no fue así: el proceso preelectoral del Frente ha transcurrido de desacierto en desacierto desde el principio. El primero—ante la presión inminente de la elección de Francisco Flores y la evidencia de que no había al interior del partido a quien lanzar como candidato— fue asegurar la prioridad del plan de gobierno sobre la fórmula presidencial. ¿Y qué pasó? Nada, porque tal plataforma gubernamental sólo ha empezado a conocerse hasta ahora, después del caos de la última Convención Nacional. El segundo —cuando ya habían empezado a perfilarse posibles nombres— fue imponer a los aspirantes la exigencia de afiliarse al partido, con lo cual se hecho por la borda la valiosa oportunidad de incluir en la fórmula a Héctor Dada Hirezi.
El tercero fue haber respaldado tan visiblemente a uno u otro precandidato. Facundo Guardado no escatimó ocasión de proclamarse públicamente a favor del alcalde capitalino, Héctor Silva; y Shafick Handal, aunque mucho más prudente que su adversario ideológico, acompañó tan de cerca el movimiento proselitista que al interior del partido impulsara Victoria Marina de Avilés que resultaba imposible no relacionar sus intereses políticos con la candidatura de ésta.
El cuarto fue decidir la obligatoriedad de una "fórmula de género". ¿Tal obligatoriedad, no estaría acaso minando las intenciones democráticas y la libertad de elección de los correligionarios efemelenistas? ¿Qué habría sucedido de haber sido Victoria Marina de Avilés la depositaria de la confianza de Facundo Guardado? ¿O de haber sido Arias el único blanco de la simpatía del ala conservadora del Frente?
Finalmente, el día de la Convención Nacional, momento en el que le correspondía al Frente intentar subsanar sus yerros e impasses y llevar a buen término la elección democrática de una fórmula presidencial, se convirtió más bien en el espacio en el que las bases dieron rienda suelta a sus preferencias ideológicas. Visiblemente exaltados —producto, tanto de la obvia polarización interna que la cúpula se encargó de acrecentar, como de la deficiente organización del evento— los seguidores del FMLN parecieron perder la noción de que lo importante era elegir un candidato. La apuesta no fue por la fórmula, sino por el triunfo de un "bando" sobre el otro.
En estas circunstancias, optar por llevar a cabo una segunda vuelta y prorrogar la elección quince días más vino a sumarse a la larga lista de decisiones inadecuadas. La intención de democratizar el partido quedó reducida a un manojo de furias e improvisaciones. Y, tras el 16 de agosto, no quedó otra cosa que la sensación de que ni todos los aspirantes ni todos los dirigentes estaban dispuestos a aceptar la decisión de las bases sin sentirse derrotados.
Así las cosas, el futuro que le depara al FMLN no parece muy prometedor. Las posibilidades de desbancar a ARENA en el ejecutivo han mermado drásticamente después de esta última Convención Nacional. Por un lado está el hecho de que tanto a Victoria de Avilés como a Héctor Silva les será difícil arrastrar los votos suficientes para llegar al Ejecutivo. Ya se vio que la primera goza de gran respaldo en algunos sectores del Frente, pero parece improbable que su simpatía pueda extenderse a nivel nacional.
El segundo carga sobre sí lastres lo suficientemente pesados como para restarle méritos a la hora de acudir a las urnas en el 99: haber aceptado a la candidatura después de haber afirmado en reiteradas ocasiones que no estaba interesado en la presidencia, haber dejado inconclusa una gestión edilicia tímida y casi invisible y hallarse respaldado tan contundentemente por Facundo Guardado —con lo cual perdió la posibilidad de convertirse en un factor de cohesión—, entre otros.
Sería imposible afirmar que la elección del candidato presidencial del partido en el gobierno no fue problemática, pero ni los problemas que al interior de ARENA se dieron fueron tan graves como se quiso hacer ver ni esto va impedir que el partido siga siendo la principal fuerza política del país. Los problemas que actualmente enfrenta el FMLN sí son, en cambio, de extrema gravedad. Que ARENA se ha debilitado es verdad, pero el FMLN no ha sabido fortalecerse capitalizando esa debilidad. Su accionar de los últimos días hace pensar que tal vez no se engañan los críticos de la izquierda cuando afirman que el Frente no está preparado aún para gobernar. Si al interior de sus filas no logran consensar ¿qué se puede esperar de que lo logren en todo el país?
La reducción del Impuesto al Valor Agregado (IVA) ocupó un papel preponderante dentro de los ofrecimientos electorales del FMLN en las pasadas elecciones para diputados. En la práctica, esta propuesta no se ha concretado, pero en las últimas semanas ha sido retomada por el partido de izquierda.
Sin duda, el tema de los impuestos reviste especial interés para cualquier gobierno, no sólo porque es la principal fuente de financiamiento de su presupuesto, sino también porque puede convertirse en un instrumento para fomentar la equidad económica y social, la equidad y progresividad de la estructura tributaria. La equidad económica y social se refiere a la reducción de la desigualdad entre los niveles de ingreso y de vida de los diferentes grupos sociales. La equidad tributaria, por otra parte, implica que la carga de impuestos debe ser distribuida en relación a la capacidad económica del contribuyente. Por su lado, la progresividad surge de la evaluación de si la tasa de impuestos está relacionada con la capacidad de ingreso de los contribuyentes. Una estructura tributaria es progresiva si sus tasas aumentan a medida que aumenta el ingreso o riqueza, es neutra si se mantiene igual y es regresiva si la tasa de impuestos es más alta para grupos de menores ingresos.
Los gobiernos del partido Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) han mostrado estar más a favor de una estructura tributaria neutral y hasta regresiva, pues se han dedicado a impulsar una reforma que se caracteriza por medidas como las siguientes: eliminación del impuesto a las exportaciones y al patrimonio, reducción de impuestos a las importaciones, disminución a la mitad del impuesto sobre la renta de las empresas e introducción del IVA. Esto ha llevado a que, en sus respectivas cargas impositivas, los sectores de mayores ingresos paguen menos impuestos y a que los sectores de menores ingresos paguen más.
En efecto, pese a la abolición de importantes impuestos, los ingresos tributarios no han decaído en los últimos años debido al elevado aporte del IVA, que crece año con año. Sólo entre 1996 y 1997, el IVA pasó de representar un 58% del total de ingresos tributarios a representar cerca de un 61% del mismo. Desde 1993 a 1997, el IVA ha pasado de representar un 47.7% del total de ingresos tributarios a representar un 61%.
Aunque el IVA representa una importante fuente ingresos para el Estado, no puede soslayarse el hecho de que es un impuesto que afecta fundamentalmente a los consumidores, quienes pagan la mayor parte del impuesto. En cambio, los empresarios se limitan a trasladar el impuesto desde los consumidores al Estado e, inclusive, ni siquiera pagan IVA en los productos que consumen. Este beneficio se suma a los que los empresarios recibieron con la abolición del impuesto a las exportaciones, al patrimonio y la reducción a la mitad del impuesto a la renta de empresas. En este contexto, interesa revisar la propuesta de reducción del IVA para poner de relieve cuáles podrían ser sus efectos sobre los ingresos tributarios, sobre el déficit fiscal, sobre los precios y sobre la estructura tributaria. Finalmente, se consideran algunas posibles opciones de reforma tributaria alternativas a la propuesta de reducción del IVA.
Teóricamente, una reducción de 3 puntos porcentuales en el IVA implicaría una reducción de un 23% en el total de ingresos generados por este impuesto; es decir, una reducción de 1,338 millones de colones, equivalentes a un 14% de los ingresos tributarios. Esto implicaría que el déficit fiscal podría llegar a duplicarse en relación al monto obtenido en 1997.
El aspecto positivo de la reducción del IVA debería ser una disminución proporcional de los precios de los bienes y servicios que son afectados por este impuesto; sin embargo, este resultado no es seguro. Las prácticas empresariales vigentes en el país no contemplan en ningún caso reducciones de precios, aun cuando se reduzcan los costos de producción u operación o, por ejemplo, se reduzcan los impuestos a las importaciones. Lo más probable es que una reducción del IVA no afecte el comportamiento de los precios y que éstos se mantengan o crezcan como si el IVA no hubiese sido alterado.
La estructura tributaria, por otra parte, se vería afectada en la medida que se reduciría la participación de los impuestos indirectos y se mejoraría la participación de los directos, pero en todo caso no se estarían logrando avances significativos en lo tocante a la redistribución de la carga tributaria; únicamente se estaría reduciendo el aporte de los consumidores, sin incrementar el de los empresarios y sectores de mayores ingresos.
En este sentido, la reducción del IVA resulta inconveniente, porque implicaría una elevada reducción de los ingresos tributarios sin que se obtenga ningún beneficio para los consumidores. Además, dicha reducción tampoco tendría implicaciones de consideración sobre la estructura tributaria.
Tal como se encuentra actualmente, la estructura tributaria está claramente fundamentada en impuestos que afectan, en general, a los consumidores, sin importar sus niveles de ingreso. Un 61% de los impuestos se obtiene gravando el consumo final de las familias, exceptuando, por supuesto, las familias de empresarios que están en capacidad de descontar hasta su consumo del pago del IVA. En cambio, los impuestos que gravan a los sectores de mayores ingresos han sido eliminados o disminuidos (exportaciones, patrimonio, renta).
Esto configura un panorama de regresividad de la estructura tributaria y aclara el horizonte en el cual debería moverse cualquier intento de reforma tributaria. La propuesta de reducción del IVA, en teoría, apuntaría hacia una mayor progresividad, pero tendría más costos que beneficios. A final de cuentas, un mayor déficit fiscal y mayores niveles de inflación terminan provocando una reducción de los ingresos reales y de la calidad de vida de toda la población.
La propuesta de reducir el IVA puede no resultar acertada para disminuir la regresividad de la estructura tributaria ni tampoco para reducir de forma sostenida el déficit de las finanzas públicas. Lejos de disminuir impuestos, lo que se necesita en la actualidad es aumentarlos, pero fomentando una mayor progresividad de la estructura tributaria. Esto implicaría aumentar los impuestos de los sectores de mayores ingresos, todo lo contrario al espíritu de la reforma tributaria ejecutada por los dos últimos gobiernos de ARENA.
En este contexto, habría que pensar, por ejemplo, en nuevas reformas a la Ley del Impuesto sobre la Renta que restablezcan las tasas impositivas anteriormente vigentes para las empresas y que promuevan que las personas naturales de mayores ingresos paguen porcentualmente más que los sectores de menores ingresos. Adicionalmente, debería evaluarse la posibilidad de restablecer los impuestos a las exportaciones, pues, como la historia reciente ha mostrado, la exención de impuestos no necesariamente se traduce en un incremento de las exportaciones. Complementariamente a lo anterior, es necesario implementar planes que persigan reducir la evasión fiscal, estimada en niveles superiores al 50% en años recientes. La propuesta de reducción del IVA, pues, no es conveniente ni para el mantenimiento de los equilibrios macroeconómicos ni para buscar la equidad y progresividad de la estructura tributaria.
Hablar de la situación de la mujer supone, casi siempre, hablar de sus problemas y dificultades. Las desventajas y agresiones que viven las mujeres cobran cada vez más importancia en el ámbito público. Esto da lugar, en no pocas ocasiones, a que algunas personas manifiesten cierto rechazo por considerar a lo anterior una exageración; hastío por pensar que las mujeres se "victimizan" a sí mismas o, incluso, hacen del feminismo y de la visión de género objeto de burla. Sin embargo, hay razones que exigen que las denuncias continúen y que la conciencia se abra en favor de las mujeres. Los indicadores sobre el desarrollo humano, salud, educación y empleo evidencian que las salvadoreñas se encuentran a una distancia descomunal respecto a la condición de los hombres.
Más allá de soportar el lenguaje sexista; de tolerar el abuso y la falta de respeto en las calles y de, casi siempre, ser la única que lava, plancha, cocina y cuida los niños en casa, se encuentran situaciones realmente graves que justifican una campaña de apoyo a las mujeres. Mucho se ha dicho y escrito en contra y a favor de ellas, pero los hechos y datos estadísticos demuestran que el problema es patente, que no es simplemente retórica; y que si constantemente se propaga públicamente la imagen de víctima de las mujeres, es porque hay razones de sobra para hacerlo. El desempleo y el subempleo que viven son el ejemplo claro y preciso de esto. Si bien es cierto que actualmente hay más oportunidades de trabajo para las mujeres que en épocas pasadas, también lo es que la gran parte de ellas pasa a engrosar las filas de los trabajadores de menores recursos. Los empleos de las mujeres siguen manteniendo las características que les son tradicionales: mucho trabajo y poca paga, deficientes condiciones laborales, falta de seguro médico y de otras muchas prestaciones. El 70% de las mujeres están agrupadas en los trabajos más inseguros y mal pagados del sector informal, contra un 42% de los hombres, que usualmente obtienen mejores remuneraciones en todos los segmentos laborales.
Las mujeres trabajadoras de las maquilas son, sin duda, el caso típico. En diciembre de 1997, un grupo de 160 empleadas de una de estas empresas tomó como rehén al personal administrativo de la fábrica. Ellas suspendieron su trabajo durante varias horas para protestar por problemas laborales. Y es que soportar tratos indebidos de todo tipo (salarios extremadamente bajos, un sólo sanitario para todas, encierro, entre otros) es suficiente causa para provocar una revuelta. En el presente año, se ha sabido de varias intoxicaciones y envenenamientos masivos por las condiciones inhumanas en las que se labora en algunas fábricas. Cuando las trabajadoras que se intoxicaron con agua y otras sustancias trataron de ingresar al Seguro Social se dieron cuenta de que no estaban afiliadas, pese a que se les descontaba el seguro desde hacía más de un año.
También corren la suerte de ser despedidas por participar en sindicatos (situación que comparten con los hombres), a otras les aplican descuentos injustificados, o las fábricas se declaran en quiebra para no indemnizarlas. En estos casos, los dueños, casi siempre extranjeros, abandonan el país y las autoridades no hacen nada al respecto. La Ley únicamente les garantiza una remuneración que siempre es injusta respecto a su tiempo laboral y a las ganancias de las empresas, por lo que no cuentan con otra cosa que con su propia organización y protesta.
Ahora bien, a este grupo se une el de las mujeres del campo o de sectores rurales. El 45% de la población salvadoreña se encuentra en estas zonas y, como ya se sabe, la mayoría son mujeres. Su grado de desventaja es todavía más alto debido a que, por razones culturales, económicas y sociales, son analfabetas o no continuaron con sus estudios. En este sentido, muchas de ellas no tiene trabajo y viven en nivel de pobreza media o extrema. Otras trabajan en los temporales de cosecha, por lo que la remuneración es baja, el trabajo precario e inestable y la labor terriblemente dura.
En general, los campesinos y campesinas salvadoreños se encuentran en gran penuria económica y carestía de empleo, pero el caso de estas últimas es aún peor. Ellas no cuentan con acceso a tierras y recursos de producción, y en las cooperativas formadas por la reforma agraria sólo uno de 10 beneficiarios es mujer. Por este y otros motivos, las mujeres del sector rural tiene que viajar a la ciudad en busca de otros empleos. Algunas de ellas, en vista de no saber leer y escribir, y de tener familia que alimentar, venden su cuerpo y obtienen ganancias prácticamente a diario. Otras logran conseguir trabajo como empleadas domésticas, cuyas jornadas laborales son más largas y cuya remuneración es de las más bajas. Además, no cuentan con seguro médico, algunos patrones abusan sexualmente de ellas y son explotadas o maltratadas, entre otras cosas.
En las áreas urbanas la situación no es muy diferente. La mayor parte de mujeres que trabajan fuera de sus casas se encuentra en el sector. Pese a que la mujer salvadoreña tiene una tasa de participación económica del 36.17%, su aporte no es visualizado como tal. La condición de las mujeres amas de casa es igualmente preocupante. Se sabe que ellas dedican entre 31 y 42 horas por semana a actividades laborales no remuneradas (trabajo doméstico), mientras que los hombres dedican entre 5 y 10 horas a esta modalidad de trabajo.
Muchas amas de casa no pueden optar por un trabajo remunerado porque su compañero de vida no se los permite o porque la crianza de los niños se los impide. Un caso más: las mujeres que tiene que mantener su casa y sus hijos por sí solas, porque son viudas, divorciadas, abandonadas o su esposo no trabaja. Las mujeres jefas de familia tienen que afrontar esta realidad aún con mayor dificultad.
A nivel mundial, la situación es fundamentalmente la misma. El sexo femenino ocupa menos del 6% de los puestos de trabajo a nivel superior y representan el 70% del total de la población pobre, precisamente porque no pueden acceder a trabajos bien remunerados o no encuentran empleo. Distintos son los factores que provocan que un mujer no consiga, busque o pierda el trabajo: el analfabetismo (ellas son el 65% de la población mundial analfabeta); el embarazo (casi nunca contratan a mujeres en ese estado o son despedidas por lo mismo); la firme y milenaria creencia de que las mujeres son para la casa; comodidad o pensar que es el hombre el que tiene que trabajar; renunciar por no soportar el acoso sexual de jefes o compañeros de trabajo o ser despedida por la misma razón. Aunque existe una profunda necesidad de cambiar creencias y machismos culturales, se necesita el reconocimiento y la aplicación real y valedera de leyes como la Constitución Política, el Código Laboral y la Ley de Zonas Francas y Recintos Laborales, etc., y, ante todo, que las autoridades competentes controlen el respeto a los derechos humanos de las trabajadoras.
Hace poco menos de un mes, en este mismo espacio, de cara al proceso electoral del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, escribíamos y planteábamos con cierta actitud crítica sobre los desafíos del partido de izquierda (ver Proceso, 816). Después de presenciar el proceso y el resultado preliminar de la Sexta Convención Nacional del FMLN, no vamos a ocupar el mismo espacio para decir las mismas cosas. Lo que vamos a hacer, más bien, es intentar reflexionar sobre la dinámica reflejada en la convención y las implicaciones que ella tiene para el futuro del FMLN.
La susodicha convención reflejó varias cosas. En primer lugar, hay que decir que el evento en sí mismo, tal y como fue planeado por el partido en cuestión, refleja los esfuerzos y las intenciones —aunque no tan sedimentadas— de hacer transitar al partido por mecanismos o procedimientos institucionales que le aseguren algún nivel de democracia al interior del partido. Sin embargo, y en segundo lugar, el evento del fin de semana anterior revela, no sólo las fuertes diferencias que prevalecen en el instituto político, sino que también las extremas actitudes de intolerancia y las dificultades para lidiar con las diferencias internas. En tercer lugar, la convención del FMLN muestra la persistencia del dominio del activismo político y del panfleto por sobre las actitudes de madurez política en el debate de las opciones del partido. Finalmente y entre otras cosas, muestra las dificultades del FMLN para unirse en torno a un proyecto electoral; pareciera que buena parte de los correligionarios del Frente estaban más preocupados por la hegemonía de su línea política que por la consecución de una victoria electoral en 1999.
Reflexionemos rápidamente sobre cada uno de los puntos anteriores. Primero. Se debe reconocer que el FMLN ha hecho significativos esfuerzos por desarrollar mecanismos institucionales que le aseguren un cierto nivel de ejercicio democrático en su interior. En comparación con las prácticas que prevalecen en la mayor parte del resto de partidos políticos, el Frente muestra denodados esfuerzos de sustituir las decisiones cupulares y los ungidos a dedo por los comités centrales o consejos nacionales ejecutivos por mecanismos de votación más o menos representativos de la base partidaria. Aunque tales mecanismos de votación aún no aseguran completamente la representatividad necesaria de las bases del partido, sí permiten o pretenden promover un ejercicio de elección que va más allá de la cúpula, sometiendo las decisiones importantes a los criterios de una asamblea más amplia de representantes. Esto es una buena señal, al menos de los esfuerzos del partido por implementar mecanismos que le permitan funcionar como una institución y no como un club de amigos que comparten ciertas ideas políticas.
Sin embargo, lo que sucedió el pasado fin de semana pone de relieve las dificultades en la práctica por constituir eficazmente un modelo de institución política que sea abierta, tolerante y lo suficientemente madura para lidiar con las diferencias. Luego de una jornada matutina en la que había prevalecido el orden, la disciplina y las actitudes de compañerismo entre los delegados; la convención —en el proceso de votación que tomó lugar por la tarde— se convirtió en un caos que, para muchos, puede constituir una advertencia de la manera en que el FMLN puede resolver las cosas a otros niveles. Las actitudes de intolerancia, de agresión verbal y de fanatismo maniqueo por parte de un grupo de convencionistas, dominaron la dinámica electoral del partido. Lejos de la lectura que han hecho algunos de los dirigentes políticos de dicho partido —que lo atribuyen a la "normal" exaltación que prevalece en dichos procesos— esas actitudes se vuelven preocupantes porque provienen no del cuerpo de la base general de la partido, sino del supuesto selecto grupo de representantes que constituyen los convencionistas, y ello incluyó a algunos de los diputados actuales de la Asamblea Legislativa; además de que fue evidente la incapacidad de la dirigencia del partido por controlar esa dinámica polarizante en que se sumergió la convención y que estuvo a punto de tener consecuencias más graves.
Este incidente que prevaleció en la etapa probablemente más crucial de la convención no sólo muestra las profundas diferencias que pueden afectar al Frente en su dinámica por definir el rumbo, sino que, más importante aún, reveló la incapacidad de este instituto político por resolver las diferencias y por lidiar con otras posiciones en su interior. Aunque se ha dicho que no se puede juzgar a todo el partido por la actuación de una parte de sus correligionarios, la verdad es que las actitudes de intolerancia, agresividad y desconfianza interna fueron lo suficientemente generalizadas como para poner en peligro el proceso mismo de elección de candidatos y han puesto decididamente en entredicho el futuro de la unidad del FMLN.
Y es que como decíamos anteriormente, la aludida convención mostró también que en el Frente no logran instalarse definitivamente los mecanismos de diálogo abierto y tolerante que permitirían resolver las diferencias internas sin crear heridas y resentimientos. En lugar de ello siguen teniendo mucho peso las prácticas del panfleto y del activismo político a las que la izquierda ha preferido recurrir históricamente. Así, lo que presenciamos el pasado fin de semana fue un evento en el que en su parte más crucial prevaleció el grito por sobre el diálogo y el insulto por sobre la propuesta.
La forma en que se desarrolló la convención pone de relieve que buena parte de gente dentro del FMLN está más preocupada por el predominio de su línea política que por consolidar y hacer valer los mecanismos que le aseguren la posibilidad de la victoria en las elecciones de marzo de 1999. Al decir esto no nos referimos al hecho de que el FMLN deba decidirse por un candidato específico —ambos precandidatos tienen su potencial, que bien utilizado en cada caso puede representar un posibilidad de gane sobre ARENA—; nos referimos al hecho de que para muchos militantes del Frente es más importante asegurar por cualquier medio la preeminencia de su candidato, de su línea política, que negociar, acordar y elegir una estrategia y una figura que les lleve a ganar las elecciones. El problema no viene por tanto de quién gane la elección interna del FMLN sino que, dado el interés por privilegiar una visión política particular, muchos estuvieron dispuestos a pasar por sobre los mecanismos institucionales del partido y —bajo la mirada del país—recurrieron a actitudes que ponen en entredicho la supuesta vocación democrática de los militantes del Frente. Al final, los convencionistas parecieron más interesados por ganar su elección particular que por demostrar a los ciudadanos que son una alternativa madura y democrática para gobernar a la nación.
El FMLN tiene una responsabilidad histórica para con el futuro del país, sea que pueda o no ganar las elecciones del próximo año. Su responsabilidad histórica reside en demostrar que todavía existen alternativas en el espectro político de El Salvador.
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Colaboración del Instituto Universitario de Opinión Pública (IUDOP) de la UCA
Falta muy poco para el inicio de la campaña que culminará con la elección de un nuevo presidente de la República en marzo de 1999, si es que los resultados de esa fecha no obligan a realizar una "segunda vuelta". Por ello, algunos con la real intención de ser competitivos y otros simplemente para restarle votos a determinada fuerza en función de favorecer a una agrupación más poderosa, los políticos ya comenzaron a definir sus fórmulas y a buscar, de esa manera, que la gente se identifique con sus candidatos. Primero lo hizo la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) y luego siguió el Partido de Conciliación Nacional (PCN); el último ha sido el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) que —como es del dominio público— realizó el recién pasado 15 de agosto una asamblea extraordinaria para tal fin.
Los dos primeros, acostumbrados a evadir la discusión democrática interna e inclinados más hacia la imposición abierta de las decisiones por parte de sus cúpulas, no tuvieron ningún problema al momento de celebrar los actos en donde —más que participar y elegir— sus militancias solamente se limitaron a ratificar las nominaciones ya conocidas por el pueblo con sobrada anticipación.
Pero el tercero de ellos sí que tuvo dificultades pues, antes de la proclamación oficial de sus aspirantes a ocupar la titularidad del Ejecutivo, se les ocurrió incursionar en un terreno hasta ahora desconocido por la "clase política" autóctona: el de impulsar una experiencia participativa mediante la realización de un escrutinio interno, pero no cerrado a la opinión pública, con todas las de la ley; es decir: con reglas del juego y con la intención de respetarlas. Tanto se le complicó al Frente el ejercicio, que se vio obligado a suspender su fiesta del siguiente día, para la cual habían reservado el Gimnasio Nacional, tenían contratada una orquesta que amenizaría el evento y habían invitado a delegados políticos de otras latitudes.
Mucho se ha dicho y, seguro, bastante más falta por decir sobre este suceso; lo más prudente, quizás, sería esperar un poco para hacer un balance objetivo sobre el mismo, pero eso —en la actual coyuntura— no es posible debido, por lo menos, a dos cosas: la primera es el plazo fatal que se impuso el FMLN para elegir sus candidatos y del cual ya no puede pasar; la otra tiene que ver con las interpretaciones que —algunas con buena intención y la mayoría con demasiados deseos de hacer daño— están proliferando alrededor de la frustrada elección de quienes integrarían su formula presidencial. Es esta última razón, que puede afectarle mucho en sus aspiraciones electorales, la que con mayor fuerza le exige a la antigua agrupación guerrillera una reflexión profunda y la adopción de medidas urgentes para salir avante de este trance.
En ese marco —ante la posibilidad de contribuir dentro de este proceso electoral para animar a la población salvadoreña en sus esfuerzos por hacer valer su derecho a la participación política, pero también en el afán por tratar de evitarle más frustraciones— el IDHUCA considera que se encuentra obligado a opinar sobre lo que está sucediendo, desde una posición alejada de cualquier interés partidarista y más cercana a lo que la población merece. Ello responde a la naturaleza misma de nuestra institución, la cual nos manda privilegiar los esfuerzos por incrementar los niveles de respeto a los derechos humanos de todas y todos los salvadoreños.
Vayamos al grano y comencemos con la reunión del sábado 15 de agosto que —sin lugar a dudas— no puede ni debe confundirse con los eventos previos realizados por ARENA y el PCN. Como ya se dijo, éstos sólo reunieron a sus correligionarios para hacerles saber que sus dirigencias habían nombrado como candidatos a la presidencia a Francisco Flores y a Hernán Contreras, respectivamente. Sin esconder sus métodos verticales y sin ánimos o posibilidades de presentarse como los institutos políticos más avanzados en lo referente a la participación de las bases, les notificaron sus decisiones a éstas y punto. Pese a que en la cúpula "arenera" hubieron enfrentamientos que no pudieron ocultarse —baste recordar las declaraciones de Mario Acosta y de Óscar Santamaría, o las abiertas rabietas de Alfredo Cristiani—a la hora de las horas y por las razones que sean, lograron un cierto nivel de cohesión; de ahí para adelante, la consigna general fue la de trabajar por el triunfo de su candidato.
En estos procesos de selección, otras dos diferencias importantes que deben señalarse entre esos partidos y el Frente son las que se plantean a continuación. La primera: con antelación, el "farabundismo" acordó que su fórmula debía ser genéricamente mixta; en cambio, al PCN y ARENA eso no les preocupó. La segunda: que en un mismo evento, las bases del FMLN también escogerían a quien sería su candidato para la vicepresidencia. Tanto una como la otra le pusieron, desde el inicio, buenas dosis de "sal y pimienta" al debate dentro de la ex guerrilla.
Es un hecho que el FMLN jugó sus cartas de manera distinta; sin duda, entre otras cosas, así pretendía alejarse de esa visión que la población salvadoreña —con sobrada razón— tiene de los partidos tradicionales. No cedió a la tentación de decidir su fórmula presidencial en un nivel restringido de dirección, para presentársela después a las y los convencionistas que —sin más— únicamente habrían llegado a ratificarla con su voto, libre de cualquier oposición. De que existió la tentación, hay constancia; es más, estuvo a punto de consumarse lo que —para algunos y algunas— no era más que una maniobra por parte de uno de los grupos contendientes al interior del Frente. Pero se logró pasar esa prueba y continuó desarrollándose la dinámica del proceso.
Al evento del sábado 15 de agosto, pues, llegaron con posiciones encontradas y los ánimos bastante caldeados. Las dos personas que aspiraban y aún aspiran ser las que representen al FMLN en la pelea por la presidencia de la República, son ampliamente conocidas por la población: por un lado, la doctora Victoria Marina Velásquez de Avilés, ex procuradora para la defensa de los derechos humanos, y por el otro el alcalde de San Salvador, doctor Héctor Silva. Ambas, con una distinguida trayectoria pero ajenas orgánicamente al partido y, por tanto, desconocedoras de muchas de las intimidades —positivas y negativas— de su maquinaria.
Representantes de todos los departamentos del país acudieron al pabellón número cinco de la Feria Internacional para apoyar a su candidato; al final, los votos contados no fueron suficientes para declarar el triunfo de una u otra opción y se generó un impasse que se "resolvió" —en medio de un ambiente cada vez más encendido— posponiendo la segunda ronda para el sábado 29 de agosto. Hay quienes dicen que con esta salida se respetaron las reglas del juego y se evitó una componenda cupular para resolver el problema; hay quienes, por el contrario, sostienen que se violaron porque la segunda ronda debía haberse efectuado inmediatamente. Mientras tanto, se sabe que esas normas sólo hablan de otra vuelta en caso de que ninguno de los candidatos supere la mitad más uno de las y los convencionistas empadronados. Las disposiciones aprobadas con anticipación no establecían cuándo debía realizarse la segunda ronda: si inmediatamente después de tener firmes los resultados de la primera o si había que dejar pasar un tiempo determinado.
A la hora llegada, todos estos vacíos generaron un ambiente inmanejable. Y no era para menos. Algunos observadores opinan que no es correcto establecer la mayoría absoluta a partir del número del padrón, pues la lógica les dice que ésta se decide con la mitad más uno de los votos depositados en las urnas. Ciertas preguntas que se han escuchado entre la gente al respecto, son las siguientes: ¿qué habría pasado si hubiese sido Héctor Silva y no la doctora de Avilés el ganador por mayoría simple? ¿cuál habría sido la posición del coordinador del Frente, el señor Facundo Guardado? Y es que este último, según parece, no previó nunca la posibilidad del empate y menos de una derrota del aún alcalde de San Salvador en la primera vuelta; ello se desprende de sus expresiones triunfalistas y las de su grupo antes del evento, a diferencia de las siempre mesuradas posturas de doña Vicky.
Quienes sostienen que la segunda ronda debía llevarse a cabo inmediatamente después y se molestaron porque no fue así, tienen tanta razón como aquellas gentes que aplaudieron su postergación. ¿Por qué? Porque, como se dijo antes, el reglamento habla de otra jornada pero no dice nada sobre el momento de su realización. Es claro que, a partir de esas "cuentas alegres" que daban el triunfo a Silva, todo se preparó para el día siguiente; así, pues, teniendo organizada la celebración y presentes los invitados había que definir ese mismo sábado 15 de agosto lo que sería el motivo central de la fiesta: las personas seleccionadas para integrar la fórmula presidencial del FMLN. Pero como —según se rumora en muchos lados— los acontecimientos no se desarrollaron según lo planificado por Guardado y su grupo, se suspendió el baile y cada quien tuvo que irse a su casa a esperar el 29 de agosto.
Ciertamente, se ha especulado bastante sobre lo sucedido el día de las elecciones internas del Frente. Desde nuestra óptica, con el impulso de su proceso, este partido ha aportado algo positivo al país en lo referente a su desarrollo democrático; no hay duda que ha hecho importantes esfuerzos por contribuir a abrir el debate y propiciar la participación de la gente. Sin embargo y pensando en que lo anterior debe representar un compromiso más serio con los avances reales que se deben seguir dando en la materia, al FMLN le toca ahora resolver con urgencia los problemas que desde dentro le están minando su imagen y que pueden traer como resultado un mayor desencanto para la población.
Debe, entonces, desterrar las prácticas que tradicionalmente han caracterizado en El Salvador a este tipo de luchas, encaminadas a recibir el beneplácito de las y los votantes; debe, sin miramientos, limpiar sus filas de aquellos elementos que están cada vez más lejos de la gente y cada vez más cerca de los sectores que generan su exclusión. De no hacerlo, dentro de poco se colocará junto aquellos grupos que por sus actuaciones no le inspiran ninguna confianza al pueblo; de hacerlo con responsabilidad, en cambio, estarán en la posibilidad de animar a la participación y a la construcción de una sociedad distinta, marcándole además el paso al resto de partidos para que comiencen a enderezar sus rumbos.
En esta hora, a todas y a todos los políticos de nuestro país les recordamos la palabras de Juan Pablo II, quien en su Carta Encíclica Centesimus Annus se refirió a los actuales desafíos de la humanidad en este campo. "La Iglesia —afirma en el capítulo V, número 46— aprecia el sistema de la democracia, en la medida que asegura la participación de los ciudadanos en las opciones políticas y garantiza a los gobernados la posibilidad de elegir y controlar a sus propios gobernantes, o bien la de sustituirlos oportunamente de manera pacífica. Por esto mismo, no puede favorecer la formación de grupos dirigentes restringidos que, por intereses particulares o por motivos ideológicos, usurpan el poder del Estado".
"Una auténtica democracia —agrega el Pontífice— es posible solamente en un Estado de Derecho y sobre la base de una recta concepción de la persona humana. Requiere que se den las condiciones necesarias para la promoción de las personas concretas, mediante la educación y la formación en los verdaderos ideales así como de la subjetividad de la sociedad mediante la creación de estructuras de participación y de corresponsabilidad... Una democracia sin valores se convierte con facilidad en un totalitarismo visible o encubierto, como demuestra la historia".
Como señala Juan Pablo II: "Los interrogantes que se plantean en la sociedad a menudo no son examinados según criterios de justicia y moralidad, sino más bien de acuerdo con la fuerza electoral o financiera de los grupos que los sostienen. Semejantes desviaciones de la actividad política con el tiempo producen desconfianza y apatía, con lo cual disminuye la participación y el espíritu cívico en la población, que se siente perjudicada y desilusionada. De ahí viene la creciente incapacidad para encuadrar los intereses particulares en una visión coherente con el bien común. Éste, en efecto, no es la simple suma de los intereses particulares, sino que implica su valoración y armonización, hecha según una equilibrada jerarquía de valores y, en última instancia, según una exacta comprensión de la dignidad y de los derechos de la persona."
VETO. La Presidencia de la República vetó, el 12.08, el decreto legislativo por medio del cual se transferiría el 6% de los fondos del presupuesto de la nación a las municipalidades del país. El Presidente de la república, Armando Calderón Sol, aseguró que al cambiar la Ley de Creación del Fondo para el desarrollo de los Municipios (FODES) se viola cuatro veces la Constitución, aludiendo a los artículos 86,167 y 226 sobre la facultad del gobierno de decidir sobre el manejo de los fondos públicos. Además, dijo que se violaría el artículo 207 acerca de establecer montos para las alcaldías del país en lugar de porcentajes. Calderón Sol atribuyó inconstitucionalidad al decreto porque la Asamblea Legislativa interviene en atribuciones exclusivas del Ejecutivo. "El Organo Ejecutivo tiene la dirección de la finanzas públicas y con las reformas aprobadas [el pasado julio] a la Ley, la Asamblea se volvería redactora de la finanzas públicas", sentenció un vocero del gobierno. Los jefes alcaldes que conforman el Consejo Departamental de Alcaldes (CDA) de San Salvador lamentaron la resolución presidencial, a la vez que solicitaron a Calderón Sol que "reconsidere esta acción apegado a su condición como fiel creyente del municipalismo y por su experiencia como ex alcalde". Raul Mijanjo, del FMLN, calificó el veto como una "torpeza política" (DH 13.08 p.8 y LPG 13.08 p.4).
REACCIONES. El veto presidencial a las reformas del FODES pasó, el 12.08, como pieza de correspondencia, a la Comisión de Hacienda. Los partidos representados en la Asamblea Legislativa, con excepción de ARENA, se comprometieron a continuar gestionando la asignación de fondos de manera estable para los municipios. Abraham Rodríguez, diputado de la USC, expresó su total rechazo hacia la medida del Presidente, por considerar que no hay una descentralización real de los municipios si no cuentan con autonomía económica. Shafik Handal, del FMLN, advirtió una incongruencia en la política del gobierno, ya que mientras se pronuncia por la asignación de fondos a los municipios, se opone a la asignación del 6%. Asimismo, Kirio Waldo Salgado, del PLD, opinó que con esta actitud el Presidente está facilitando el triunfo electoral del Frente, pues tendría en contra a la población de los municipios. Por su parte, la Corporación de Municipalidades de la República de El Salvador (COMURES) calificó el veto como "golpe bajo para el municipalismo". Por su parte, Calderón Sol se definió como un fiel defensor del Estado de Derecho y la Constitucionalidad de la República. "No se trata de quererles negar el dinero a los alcaldes. Existen intereses de tipo político, que hacen querer ver que el Presidente no quiere apoyar los municipios", aseguró (LPG 13.08 p.4 y 14.08 p.5).
REFORMAS. La Asamblea Legislativa aprobó, el 13.08, la reforma a 6 artículos del Código Penal, con el propósito de aumentar y crear nuevas figuras legales para combatir a la delincuencia. La aprobación de la reformas fue avalada por los 69 diputados presentes en el pleno. La primera reforma tipifica como homicidio agravado el causar la muerte de un funcionario público, autoridad pública o agente de seguridad, cuando estén en el ejercicio de sus funciones. Este delito se sancionará con prisión de entre 25 y 30 años. Como segunda modificación está la falsificación de monedas, sellos oficiales y especies fiscales. La penalización en estos casos será de uno a tres años de prisión. La misma sanción se aplicará contra quien introduzca al país, venda o use tales materias falsificadas. Otro de los cambios tiene que ver con la falsificación de marcas y señas, que será penada con uno a tres años de prisión, con lo que se pretende contrarrestar el robo al ganado. El mismo castigo se impondrá a las personas que voten dos o más veces durante un evento electoral. Asimismo, serán sancionados los funcionarios que impongan a los votantes emitir el sufragio a favor de un determinado partido, entre otras. En cuanto a las reformas del Código Procesal Penal, éstas pretenden facilitar la labor de la Fiscalía y la Policía. Del Código Penal sigue pendiente el artículo 48 que contiene la reducción de la pena (LPG14.08 p.4).
FMLN. La convención a través de la cual se pretendía elegir la fórmula presidencial del FMLN, realizada el 15.08, se vio frustrada luego de que no se obtuviera un resultado definitivo. Los candidatos Héctor Silva, Victoria de Avilés y Salvador Arias anunciaron su disposición para realizar una segunda vuelta electoral que se llevará a cabo a finales del presente mes. En la votación realizada, la ex procuradora Avilés aventajó a Silva por 10 votos; sin embargo, ninguno de los candidatos obtuvo la cantidad de votos necesaria para declararse electos. Los estatutos exigen que los candidatos alcancen 518 votos, como mínimo, de los 1,034 convencionistas registrados. Avilés obtuvo 441 votos, mientras que Silva llegó a los 431. Por su parte, Salvador Arias, según aparentan los resultados preliminares, obtuvo todo el apoyo para la vicepresidencia. Norma Guevara, de la Comisión Electoral, explicó que se llevarán a cabo negociaciones para cambiar el sistema electoral, con lo que se pretende elegir por separado las candidaturas para la presidencia y vicepresidencia, tomando en cuenta el acuerdo de que la fórmula debe ser mixta, hombre y mujer. Los tres candidatos solicitaron a la Comisión reformar los estatutos del partido, para que en la segunda vuelta no se gane por la mitad más uno de los 1,034 convencionistas, sino por mayoría simple (LPG 16.08 p.4 y 17.08 p.4).
PRESIDENCIA. El 17.08, Francisco Merino, del PCN, asumió la Presidencia de la Corte de Cuentas de la República. El cambio institucional se dio en el marco de un escándalo de práctica indebida en un control externo previo que debilitaba el proceso financiero de la entidad. Además, se conoció la irresponsabilidad de los administradores públicos, "contrariando elementales principios de gerencia administrativa, convirtiendo a la Corte de Cuentas en coadministradora de actividades que ella misma está en la obligación de controlar con posterioridad", según expresó el ex presidente de la institución, Hernán Contreras. Asimismo, éste reconoció que están pendientes de fortalecimiento algunas áreas de la entidad consideradas sensibles, como la capacitación del recurso humano. Admitió, por otro lado, que existen debilidades en las áreas de organización, planificación y administrativas de apoyo. El nuevo presidente, por su parte, manifestó el deseo de un cambio sustancial al interior de la institución, a la vez que prometió actuar con ética y transparencia. Según expresó, la sociedad debe ser "el principal motor para combatir la corrupción a través de las denuncias oportunas y que permitan a la institución actuar de manera preventiva". Merino también dijo que no ocultará los informes de auditoría que realice la Corte de Cuentas, a la vez que aplicará acciones preventivas (LPG 18.08 p.6).
LAVADO. La Fiscalía General de la República (FGR), la Policía Nacional Civil (PNC) y la Corte Suprema de Justicia (CSJ) suscribieron, el 18.08, un memorándum de entendimiento para establecer mecanismos conjuntos que faciliten el combate del narcotráfico y el "lavado" de dinero. Las autoridades se reunirán durante la presente semana para afinar aspectos acerca de una estrategia que permita, por un lado, armonizar la legislación penal existente y dirigirla más específicamente hacia los delitos relacionados con estas actividades. Por otra parte, se espera también unir esfuerzos para que el desempleo no sea factor que favorezca al trasiego de estupefacientes. El Director de la PNC, Rodrigo Avila, aprovechó el encuentro para criticar la actual legislación penal por decretar libertad para varios acusados de narcotráfico y por no contemplar la figura del agente encubierto como herramienta de la policía para las investigaciones en estos casos. Asimismo, fuentes de la CSJ afirmaron que intentan coordinar el trabajo de las instancias judiciales del Estado con diversos organismos internacionales, para poder combatir el narcotráfico en el país. Al final del encuentro, los representantes de cada institución coincidieron en señalar la necesidad de una Ley contra el lavado de dinero, para tipificar con mayor precisión los delitos relacionados con esta actividad (DH 19.08, p. 2).