Año 20
número 874
octubre 13
1999
ISSN 0259-9864
Editorial Expectativas falsas
Política El Diario de Hoy y los casinos
Economía El Presupuesto Nacional para el año 2000
Sociedad La ciudad fabricada por los medios
Sociedad Para entender la perspectiva de género
Derechos Humanos Hasta pronto...
Expectativas falsas
La elaboración de las listas de los candidatos a diputados para las próximas elecciones ha despertado expectativas en ciertos círculos. La prensa con su poder ha exagerado esas expectativas hasta dar la impresión de que de la renovación o permanencia de los diputados depende la mejora del desempeño legislativo y la renovación interna de los partidos políticos. En términos generales, esto es lo que suele suceder en las democracias desarrolladas, pero no en el caso de El Salvador. La renovación más o menos extensa que los partidos políticos puedan hacer de sus diputados no cambiará mucho el perfil de la Asamblea Legislativa ni su aporte al bien de la comunidad nacional.
Las expectativas de cambio carecen de fundamento, porque la discusión de los asuntos públicos no es libre, sino que se da a lo largo de las líneas establecidas por la dirección de cada partido político, lo cual vale tanto para la derecha como para la izquierda y el centro. Los diputados se oponen o favorecen una determinada legislación o adoptan una determinada postura ante los acontecimientos nacionales e internacionales de acuerdo a lo que sus respectivas dirigencias les indican. Tampoco son libres en el momento de votar. Esto significa que no interesan hombres y mujeres con una buena comprensión de la realidad nacional, sino que sean dóciles a las directrices superiores. A lo más, importa que sepan hablar o tratar con la prensa, pero siempre para sostener en público la línea establecida por el partido.
Ahí donde hay varias corrientes de pensamiento o posturas diversas, la discusión es mayor, pero ésta ocurre casi invariablemente en el interior de la fracción y muy rara vez en las comisiones o en el pleno legislativo. A los diputados no les está permitido informarse para adoptar una postura de acuerdo a su conciencia; tampoco les está permitido pensar por sí mismos y mucho menos expresar en público lo que piensan en realidad; sino que están obligados a responder por el partido que los incluyó en su lista de candidatos, aun en contra de su conciencia o de sus intereses, y si actúan de otra forma, corren el riesgo de ser excluidos de la lista en la próxima elección, tal como algunos lo están experimentando ahora en carne propia.
Por eso, no falta razón a quien propone reducir la actividad legislativa a la reunión periódica de los secretarios generales de los partidos políticos o de sus delegados para decidir entre ellos qué hacer o qué aprobar. De esta manera, la sociedad podría deshacerse de los 84 diputados, sus suplentes, sus asesores, sus técnicos y de toda la burocracia legislativa. En una época de elevado déficit fiscal y de imposición partidaria hasta el extremo de anular la libertad de conciencia, de pensamiento y de expresión, no es mala idea. Tiene una doble ventaja. La primera es que pondría al descubierto la verdad sobre el funcionamiento legislativo y el autoritarismo de los partidos políticos, desenmascarando una de las hipocresías más grandes de la democracia salvadoreña actual. La otra es que ahorraría varios cientos de millones de colones, los cuales estarían mejor empleados en salud, educación, vivienda y trabajo.
Los diputados de ARENA a quienes la dirección del partido no les ha permitido la reelección observan quejosos, pero con mayor verdad de la que ellos se imaginan, que su trabajo en la legislatura actual no ha sido evaluado de manera objetiva. Pareciera que desconocen que su desempeño legislativo importa poco a la hora de decidir su reelección o su baja. Lo que cuenta es su sometimiento a las directrices que emanan de la cúpula del partido y es aquí donde han fallado, puesto que no siempre acataron las órdenes recibidas y, más aún, se atrevieron a manifestar sus diferencias de opinión con sus jefes.
Por qué se molestan entonces los diputados que no han sido incluidos en la lista de candidatos de la próxima elección, si ocupar un puesto en la Asamblea Legislativa significa cumplir las órdenes recibidas, importando poco lo que ellos puedan saber o pensar sobre los asuntos que ahí se deciden. Quizás algunos de ellos, sobre todo aquellos que por primera vez aspiran a ocupar un curul, crean honestamente que sus aportes y opiniones son determinantes a la hora de decidir. Pero un período en la Asamblea Legislativa es más que suficiente para convencerse de lo contrario.
Ser incluido en la lista de los candidatos a diputados es un reconocimiento público de los méritos partidarios y por eso duele no ser considerado. En este sentido, aparecer en esa lista tiene mucho de recompensa y los excluidos tienen razones de sobra para sentirse postergados, más aún si han dedicado al partido sus energías, su tiempo y su dinero. Para quienes cultivan su imagen, ser diputado es una oportunidad para proyectarse, aun cuando sea desde la plataforma del partido, para hacer de portavoz de sus posiciones y opiniones, para defenderlas y atacar las del adversario.
Con todo, no es fácil valorar lo que realmente piensan los diputados de sí mismos y de su curul, pero lo que sí se puede constatar son las prebendas que pierden. Con el curul pierden un salario elevado, muy por encima de los salarios mínimo y promedio y muy por encima de su formación, experiencia y trabajo. Así, pues, devengan mucho más de lo que aportan. Además, con el escaño pierden una serie de prestaciones y privilegios nada despreciables como vehículo, motorista, gasolina, oficina montada con toda clase de facilidades, viajes al extranjero con todo pagado, viáticos elevados, pasaporte oficial e inmunidad incluso para delitos comunes como escándalo público causado por borracheras, infracciones a la ley de tránsito, irresponsabilidad familiar e incluso violación.
Poco tiene que ver el desempeño de la diputación con el servicio al bien común y mucho menos con el cariño que a lo largo de los años se pueda llegar a adquirir a este servicio y a la gente a quien se sirve. Por lo general, el diputado se apega al poder y a sus privilegios. Lo demás es secundario. Poco es, pues, lo que se puede esperar de los diputados que sean electos el próximo año, mientras no cambie la concepción que los partidos políticos tienen sobre el ejercicio del poder y el desarrollo de la actividad legislativa. La democratización de los partidos no debiera limitarse únicamente a la selección de sus candidatos para los cargos de elección popular, sino que también debiera comprender el ejercicio de su poder fuera de los estrechos límites partidarios.
La sociedad salvadoreña es, qué duda cabe, una sociedad convulsionada. Pero los últimos meses han sido particularmente densos en lo que a hechos ventilados en la opinión pública se refiere: denuncias de corrupción en contra de ARENA por parte de los ex patrulleros de APROAS; informes sobre irregularidades en el manejo de fondos y soborno a periodistas en la Federación Nacional de Fútbol (FEDEFUT); cientos de familias afectadas por el temporal en las zonas más vulnerables a los desastres naturales; escándalo por la extracción de la Prueba de Aptitud y Aprendizaje (PAES) para venderla a alumnos de bachillerato; descomunales e injustificables tragedias automovilísticas que han dejado decenas de víctimas... Todo lo cual ha venido a poner una vez más de manifiesto cuán profundos son y qué tan nefastas consecuencias pueden llegar a provocar los males endémicos que están a la base de la estructura social del país.
A esta tristemente ilustrativa lista se añade el escándalo de los casinos, provocado por una exhaustiva investigación periodística sobre el haber de sus propietarios. Llama la atención que, de entre todos los lamentables casos citados, sea a este último al que El Diario de Hoy, uno de los principales rotativos matutinos, haya decidido privilegiar con un mayor interés y preocupación. De hecho, fue en las páginas de uno de sus suplementos—Vértice— en donde el domingo 10 de octubre salieron publicadas las presuntas temerarias biografías de los dueños de las casas de juego que en los últimos años han venido instalándose en El Salvador.
Podría argumentarse contra esta afirmación que no es verdad que El Diario... esté privilegiando esta noticia sobre las demás. Bastaría recordar la amplísima cobertura que sus periodistas dieron a las más recientes inundaciones o el detallado informe que a cerca del drama de los últimos accidentes automovilísticos han presentado para constatar lo insostenible e injusto del señalamiento. Es obvio que ese periódico —podría alegar un hipotético detractor de este análisis— sabe dimensionar correctamente cada noticia y darle su lugar de acuerdo a la relevancia que tiene para el país.
No obstante, una observación más detallada del manejo de la información en El Diario de Hoy fácilmente desdice tal obviedad. Es cierto que durante el periodo más duro del temporal el periódico dedicó varias de sus primeras páginas a cubrir las evacuaciones y la difícil situación de los damnificados. Pero esas varias páginas estaban constituidas en su mayoría por fotos. Los textos prácticamente se limitaron a reproducir las respuestas de la gente ante insulsas preguntas como "¿cuántos de sus animales perdió en la inundación?" o "¿cómo se siente de haber traído a luz a un hijo en plena tragedia?". Una de las pocas noticias "serias" sobre el fenómeno dedicó una página a asegurar que la causa de las inundaciones debía buscarse en la reforma agraria, pues las tierras fueron otorgadas a campesinos carentes de recursos para financiar la infraestructura necesaria para evitar el rebalse de los ríos.
Algo similar ha sucedido con la cobertura de los extraordinarios accidentes de buses. Ha sido tan amplia como pobre. Al parecer los fotógrafos no han podido resistir su fuerte tendencia al sensacionalismo y han tenido que ofrecer exclusivas a todo color de los cuerpos destrozados en el despeñadero. Ese dantesco espectáculo, acompañado de múltiples pequeñas entrevistas en las que la gente repite incansable su condena a los choferes de los buses y exhorta a las autoridades del transporte a regular con mano dura la circulación del transporte colectivo, no puede considerarse profesional. Es superficial, poco creativa y, lo que es peor, irrespetuosa con las víctimas de ese drama.
El informe de Vértice en cuestión nada tiene que ver con esta manera de tratar la información periodística. En él se intenta dar cuenta de la procedencia y trayectoria de los propietarios de los casinos, con el respaldo del ejercicio serio del periodismo informativo. Hay despliegue fotográfico, claro está, pero predomina el texto sobre la imagen. No se ve esa necesidad de competir con los noticieros televisivos que suele acompañar a las demás notas de este calibre. Lo que se ve es una preocupación clara por establecer los nexos entre los dueños de las salas de juego salvadoreñas y las actividades del crimen organizado y el terrorismo internacional.
Esta es una de las razones por las cuales puede afirmarse que el rotativo en cuestión ha dado un tratamiento especial a este caso. Pero ha habido otros reportajes de interés nacional con similar calidad, podría volver a replicarse. Es verdad. Uno que se publicó sobre el asesinato de un grupo de religiosas durante la guerra sería un buen ejemplo de ello. La diferencia es que mientras en aquel se ponía en juego un problema de justicia histórica, un sentido de honestidad con el pueblo salvadoreño con respecto a lo que realmente fue su pasado, este, en cambio, tiene una incidencia directa sobre el presente. En efecto, su publicación obligó a la Fiscalía a iniciar investigaciones judiciales.
Mientras que otro tipo de investigaciones de esta naturaleza no ha pasado de ser la "noticia del día" o a lo sumo ha levantado un aspaviento efímero —como la que se hizo en torno a la presunta política del Ministerio de Salud Pública prohibiendo las cesáreas—, a esta El Diario de Hoy le ha dedicado más de un editorial en la semana y más de una página en la sección de nacionales para resumir o ampliar lo expuesto en el suplemento.
La pregunta espontánea ante semejante revuelo es ¿por qué tanto interés en este que, visto con objetividad, no es más que un posible mecanismo, entre tantos otros, de lavado de dólares o de financiamiento de actividades ilícitas? Instituciones que se dediquen al lavado de dinero hay muchas y de muy diversa naturaleza: hoteles, ventas de autos, restaurantes, almacenes... ¿Por qué hasta ahora se despierta ese afán por indagar a cerca de las fechorías de grandes capos del mundo y de sus nexos con el país?
Por otra parte, ante casos de suma gravedad y de estricto interés nacional como, por ejemplo, la manera fraudulenta en la que Alfredo Cristiani y los suyos se apropiaron de la banca, los vínculos de Mauricio Vargas y Hugo Barrera en los asesinatos de Lorena Saravia y Adriano Vilanova respectivamente, o, sin ir tan lejos, el caso mismo de APROAS o las irregularidades en la Corte de Cuentas, ¿no estaría El Diario de Hoy obligado a hacer investigaciones igualmente exhaustivas, esclarecedoras e influyentes? ¿No tendría que hacer lo mismo que hizo con los archivos y los investigadores de la INTERPOL, con los archivos y funcionarios nacionales?
El que no lo haya hecho da pie a plantear las verdaderas motivaciones a las que responde esta insistencia en la controversia alrededor de los casinos. Tales motivaciones son: el ímpetu moralizador de ese periódico y su interés en desprestigiar a Héctor Silva. Sobre lo primero, de más está decir que, no sólo por sus editorialistas, sino también por muchos de sus redactores, está claro que quienes escriben para El Diario de Hoy se sienten los privilegiados portadores del ideal de ética en base al cual todo salvadoreño debería comportarse.
Actitudes dogmáticas e intolerantes que a diario destilan los textos del rotativo ponen de manifiesto su nula disposición a discutir abierta y racionalmente un problema tan delicado y complejo como es el de la moral pública. Parecen no entender estos, que se perciben a sí mismos como ejemplos de una conducta intachable y ejemplar, que una cosa son los principios con los que los individuos deciden regir sus vidas y otra muy distinta los valores sociales que, en virtud de la heterogeneidad constitutiva a todo conglomerado humano, deben ser construidos con los aportes de todos y teniendo en cuenta las distintas realidades.
Con respecto a lo segundo, el sesgo en contra de Silva es clarísimo. Pese al supuesto profesionalismo de la investigación y a la objetividad con la que se expusieron muchos datos, los periodistas no perdieron oportunidad de incluir entre paréntesis el nombre del alcalde capitalino cada vez que se hablaba de la reciente existencia de casinos en el país y de responsabilizarlo por su autorización. Como si Mario Valiente, el ex alcalde, y la actual alcaldesa de Antiguo Cuscatlán no hubieran hecho lo mismo ignorando —al igual que el edil de San Salvador— los posibles vínculos de los dueños de casinos con la mafia internacional. Es evidente la intención del diario de hacer creer que Silva fue tolerante con los presuntos delincuentes de altos vuelos que invirtieron en territorio nacional. Repetir insistentemente que él los autorizó, al tiempo que se notifica la dudosa procedencia de los propietarios, no puede más que querer enviar el mensaje de que el alcalde respalda criminales.
Nada más alejado de la realidad. En primer lugar, Silva ha expresado su desacuerdo con las salas de juego y ha explicado convincentemente que decidió autorizar la apertura de más de ellas en la capital para evitar el monopolio que la autorizada por Valiente estaba gestando. En segundo lugar, la invitación al plebiscito, lejos de ser el craso error que El Diario de Hoy quería ver en él, era un llamado a la ciudadanía a participar en la toma de decisiones sobre temas en los que nadie puede dar una última palabra sin pecar de subjetivo y parcializado. Es más fácil, claro está, apelar a la unilateralidad de un funcionario. Sin duda, si alguno de los paladines éticos del periódico ocupara un cargo de poder nos veríamos expuestos a prohibiciones de todo tipo que, apelando a una moral que siempre es susceptible de ser cuestionada, coartaría la libertad individual (Mario Acosta Oertel es el típico ejemplo de esta actitud autoritaria).
Para reforzar la hipótesis del interés de El Diario de Hoy en minar la imagen de Silva basta ver las coincidencias entre su discurso y el de Luis Cardenal, quien, en su objetivo de reemplazar al actual alcalde, ha emprendido una campaña de desprestigio en su contra. Cardenal no sólo ha violentado la regulación electoral que prohibe el proselitismo fuera del período estipulado, sino que, además, ha tirado por la borda su declarada intención de realizar una campaña limpia y propositiva.
La derecha teme un nuevo triunfo de Silva y El Diario de Hoy está jugando un papel decisivo en el esfuerzo de obstaculizar a toda costa su reelección. Los casinos es lo único que pueden explotar en su contra. Y eso es justamente lo que están haciendo. De ahí la magnificación del caso. Ahora resulta que en los casinos se encuentran concentradas todas las lacras morales de nuestra sociedad, resulta que los casinos tienen la culpa de todos nuestros males. Y resulta también que Héctor Silva —que en realidad es uno de los únicos funcionarios que hoy en día goza de prestigio por su honestidad y su preocupación real por los problemas de la comuna— es el responsable de que esas lacras invadan a El Salvador. Curiosa manera de defender la moral prestándose a los juegos políticos. Curiosa manera de El Diario de Hoy de aportar a la construcción de la democracia.
El pasado 30 de septiembre fue presentado a la Asamblea Legislativa el Presupuesto General de la Nación para el año 2000. Según el Ministerio de Hacienda, se proyecta un incremento de 6.7% con relación al Presupuesto de 1999, con lo cual se pretendería favorecer principalmente a los ramos de educación y salud. Desde que se conocieron los montos totales del presupuesto, uno de los principales cuestionamientos fue que para financiarlo era necesario incurrir en mayor endeudamiento externo (Proceso, 872). Ahora que se conoce su distribución, este cuestionamiento persiste, pero no es el único, pues existen otros aspectos igualmente importantes y que se relacionan con la distribución del presupuesto entre las diferentes unidades primarias.
Algunas de las principales deficiencias del Presupuesto General de la Nación son la reducción del gasto social y la asignación de importantes recursos para las áreas de administración de la justicia, defensa nacional y seguridad pública. Para el año 2000, se contemplan incrementos para educación y salud que, sin embargo, no cambian significativamente las asignaciones para gasto social. Además de los incrementos mencionados, el Presupuesto del año 2000 proyecta otros en los ramos de servicio de la deuda pública; "apoyo a instituciones adscritas al ramo de Hacienda y otros"; financiamiento para los gobiernos municipales, Ministerio de Economía, Ministerio de Agricultura y Ganadería y Ministerio del Interior. Por otro lado, los rubros que experimentarían disminuciones importantes en sus asignaciones son el ramo de justicia (el cual desaparece) y el financiamiento del Fondo de Inversión Social para el Desarrollo Local (FISDL).
Ramos como administración de justicia, defensa y seguridad pública no recibirían incrementos significativos en el año 2000, pero aun así sus asignaciones reducen la capacidad de dedicar mayores recursos para otros rubros, independientemente de si se justifican o no. El servicio de la deuda es otro rubro que compite por la asignación de recursos, y que se incrementa incesantemente, al mismo ritmo que el saldo de la deuda pública. Sólo para el año 2000, el gobierno estima que esta última experimentará un incremento adicional de 1,150 millones de colones, precisamente para financiar el déficit presupuestario.
Las asignaciones relacionadas con el área social, economía y agricultura absorberían la mayor parte del incremento total del presupuesto, pues, de un incremento total de 1,145 millones de colones, el Ministerio de Educación recibiría 454 millones de colones extra, el Ministerio de Salud 153 millones de colones, el Ministerio de Economía 83.1 millones de colones y el Ministerio de Agricultura y Ganadería 60.8 millones. En conjunto recibirían un 65.5% del incremento total. Esto implica que los ramos de educación y salud eleven su participación en el presupuesto desde 17.2% a 18.6% y de 9.6% a 9.9%, respectivamente.
El presupuesto para el ramo de economía aumentaría significativamente al pasar de 153.3 a 236.4 millones de colones, lo cual implica un alza de 54.2%; mientras que el del MAG se incrementaría de 289.8 a 350.6 millones de colones, lo cual supone un incremento de 21%. Es importante aclarar que en realidad el incremento del presupuesto del MAG sería una recuperación a los niveles de 1996, cuando fue de 352.8 millones de colones. En términos de participación en el total, el MAG ha decaído drásticamente durante la presente década, pasando de representar un 5.3% del total del presupuesto en 1996 a representar solamente un 1.7% en 1999. De aprobarse su presupuesto, para el 2000 alcanzaría el 1.9% del mismo total.
Otra razón para el alza en el presupuesto es el servicio de la deuda, que se incrementa en casi 277 millones de colones (24% del incremento total del presupuesto), lo cual, por ejemplo, supera fácilmente los incrementos de los Ministerios de Salud y de Economía juntos. La mayor parte de este incremento se debe al servicio de la deuda externa, el cual aumentará en 229.7 millones de colones; es decir, cerca de un 83% del incremento total del rubro servicio de la deuda. Así, el servicio de la deuda pública se incrementaría en un 10.2% para alcanzar los 2,983.1 millones de colones, un presupuesto muy similar al recibido por el ramo de educación en 1999 (2931.7 millones de colones).
El financiamiento a los gobiernos municipales pasaría de 502 a 739 millones de colones, lo cual implica un incremento de 47.3% y un 4.1% del presupuesto total. Un porcentaje que, aunque se encontraría por debajo del 6% demandado por los alcaldes, representa una mejoría con relación al 2.9% que se asignó en 1999.
Un incremento de 128 millones de colones también fue asignado para "Apoyo a instituciones adscritas al ramo de Hacienda y otros", por lo cual pasó de 49.7 a 177.7 millones de colones, lo cual implica un incremento de 257.5%. Este rubro pasó de recibir un 0.3% del presupuesto a recibir un 1% del mismo entre 1999 y el año 2000, sin que quede claro el destino de este gasto.
Los ramos de administración de la justicia, defensa y seguridad pública recibieron incrementos modestos o inclusive pequeñas reducciones que, sin embargo, les permite mantenerse en niveles comparables a los del área social. En conjunto, los Ministerios de Defensa y Seguridad Pública recibirían un 13.3% del total del presupuesto, mientras que para salud apenas se asignaría un 9.9%. Por su parte, si se suman los presupuestos del Órgano Judicial, la Fiscalía General de la República y la Procuraduría General se observa que, para el año 2000, estos obtendrían cerca de un 7% del presupuesto, cifra diez veces superior a lo que se asigna para los rubros de trabajo y vivienda, que entre ambos apenas alcanzan un 0.6% del presupuesto total.
Dentro de las reducciones presupuestarias, las más notables son las del Ministerio de Justicia y las del FISDL. El Ministerio de Justicia fue eliminado, pero su carga presupuestaria se mantiene y, aparentemente, se trasladaría para el Ministerio del Interior. Se estima que, para 1999, el Ministerio de Justicia recibió cerca de un 1.7% del presupuesto total. Por otra parte, el presupuesto del FISDL disminuiría notablemente, desde un 1.9% del total del Presupuesto a sólo un 0.8%, lo cual implicaría una reducción de 172.1 millones de colones que, al menos teóricamente, habrían sido utilizados para proyectos de desarrollo social. De ser así, se estaría contrarrestando parte del efecto beneficioso del incremento del gasto asignado para los rubros de educación y salud.
El Presupuesto del año 2000 no cambia significativamente las asignaciones para el área social, pero cuando menos rompe con las tendencias a disminuir las asignaciones de ministerios vinculados a la planificación del desarrollo, como el de Economía y el de Agricultura y Ganadería. Para el año 2000, se estaría asignando un 29.9% para el área social, mientras que en 1999 se asignó un 29.4%.
En términos generales, puede notarse que persisten importantes limitaciones para formular un Presupuesto General de la Nación que contemple mayores incrementos para el área social o para las áreas de apoyo a los gobiernos municipales, sin que ello suponga incrementos notables en la deuda pública y el servicio de la misma. Dos de las mayores limitantes radican en la insuficiente recolección de ingresos tributarios y en la fuerte competencia de otros rubros por la asignación de fondos escasos. Consecuentemente, es necesario que en el corto plazo se formulen e implementen estrategias para incrementar los ingresos tributarios y para redistribuir el Presupuesto en función social, aun cuando ello suponga restringir los fondos de otros rubros menos necesarios.
Presupuesto General de la Nación 1999-2000
(Millones de colones y porcentajes)
Unidades primarias |
Monto 1999 |
Porcentajes 1999 |
Monto 2000 |
Porcentajes 2000 |
Incremento (%) |
Organo Legislativo |
110.0 |
0.6 |
136.4 |
0.7 |
24.0 |
Organo Judicial |
857.6 |
5.0 |
995.9 |
5.5 |
16.1 |
Organo ejecutivo |
10,140.1 |
59.4 |
10,659.7 |
58.5 |
5.1 |
Presidencia |
373.4 |
2.2 |
353.6 |
1.9 |
-5.3 |
Ministerio de Hacienda |
418.5 |
2.5 |
417.5 |
2.3 |
-0.2 |
Ministerio de Rel. Ext. |
192.7 |
1.1 |
187.9 |
1.0 |
-2.5 |
Defensa Nacional |
963.4 |
5.6 |
950.3 |
5.2 |
-1.4 |
Ministerio de Interior |
150.8 |
0.9 |
270.7 |
1.5 |
79.5 |
Seguridad Pública |
1,454.0 |
8.5 |
1,468.4 |
8.1 |
1.0 |
Ministerio de Justicia |
286.4 |
1.7 |
0.0 |
0.0 |
-100.0 |
Ministerio de Educación |
2,931.7 |
17.2 |
3,386.1 |
18.6 |
15.5 |
Ministerio de Salud |
1,647.9 |
9.6 |
1,800.9 |
9.9 |
9.3 |
Ministerio de Trabajo |
66.5 |
0.4 |
60.0 |
0.3 |
-9.8 |
Vivienda y Desarrollo Urbano |
43.7 |
0.3 |
50.2 |
0.3 |
14.9 |
Ministerio de Economía |
153.3 |
0.9 |
236.4 |
1.3 |
54.2 |
Ministerio de Agricultura |
289.8 |
1.7 |
350.6 |
1.9 |
21.0 |
Ministerio de Obras Públicas |
1,105.5 |
6.5 |
1,051.9 |
5.8 |
-4.8 |
Medio Ambiente y Recursos Naturales |
23.7 |
0.1 |
29.6 |
0.2 |
24.9 |
Transporte |
38.8 |
0.2 |
45.6 |
0.3 |
17.5 |
Ministerio Público |
300.9 |
1.8 |
292.1 |
1.6 |
-2.9 |
Fiscalía General |
162.8 |
1.0 |
156.8 |
0.9 |
-3.7 |
Procuraduría General |
104.9 |
0.6 |
103.4 |
0.6 |
-1.4 |
Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos |
33.2 |
0.2 |
31.9 |
0.2 |
-3.9 |
Otras instituciones |
286.4 |
1.7 |
273.8 |
1.5 |
-4.4 |
Corte de Cuentas |
132.9 |
0.8 |
125.3 |
0.7 |
-5.7 |
Tribunal Supremo Electoral |
152.3 |
0.9 |
147.3 |
0.8 |
-3.3 |
Tribunal del Servicio Civil |
1.2 |
0.0 |
1.2 |
0.0 |
0.0 |
Subtotal instituciones |
11,695.1 |
68.5 |
12,357.9 |
67.8 |
5.7 |
Deuda Pública |
2,706.3 |
15.8 |
2,983.1 |
16.4 |
10.2 |
Interna |
1,126.2 |
6.6 |
1,173.1 |
6.4 |
4.2 |
Externa |
1,580.1 |
9.3 |
1,809.8 |
9.9 |
14.5 |
Obligaciones generales |
1,199.3 |
7.0 |
1,248.3 |
6.8 |
4.1 |
Fondo de lisiados |
212.1 |
1.2 |
160.4 |
0.9 |
-24.4 |
Financiamiento a gobiernos municipales |
502.0 |
2.9 |
739.5 |
4.1 |
47.3 |
Gastos imprevistos |
130.1 |
0.8 |
122.5 |
0.7 |
-5.8 |
Fondo de estabilización y fomento económico |
155.0 |
0.9 |
145.0 |
0.8 |
-6.5 |
Apoyo a la reactivación económica y social |
59.2 |
0.3 |
46.6 |
0.3 |
-21.3 |
Asistencia técnica para la modernización del sector público |
53.9 |
0.3 |
40.0 |
0.2 |
-25.8 |
Provisión para Consejo Nacional de la Judicatura |
0.0 |
0.0 |
37.7 |
0.2 |
— |
Programa para la rehabilitación del sector agropecuario |
0.0 |
0.0 |
20.7 |
0.1 |
— |
Apoyo a instituciones adscritas ramo de hacienda y otros |
49.7 |
0.3 |
177.7 |
1.0 |
257.5 |
Financiamiento al fondo de inversión social para el desarrollo local |
316.6 |
1.9 |
144.9 |
0.8 |
-54.2 |
Totales |
17,079.3 |
100.0 |
18,224.3 |
100.0 |
6.7 |
La ciudad de San Salvador no se parece nada a lo que era hace diez o veinte años. En el pequeño espacio que la caracteriza, han tenido que encontrar espacio para sobrevivir y desarrollarse infinidad de actores sociales, organizados o no; algunos enfrentados a variados problemas o amenazas; amparados, algunos otros, en sus privilegios y sus prebendas. No obstante, antes bajo las cotidianas "balaceras", ahora entre piedras y delincuencia, los ciudadanos del San Salvador de fin de siglo no han abandonado este espacio a su propia suerte, sino que se han mantenido atados a él, alimentando su imaginario colectivo con sus historias, sus escenarios y, en definitiva, sus contradicciones. De esta manera, en este espacio complejizado con el pasar de los años, las necesidades de las personas han variado tanto como los tiempos mismos. Necesidades que no sólo se manejan desde el plano material (servicios básicos, seguridad, empleo), sino también desde una dimensión cultural, como la información objetiva, la irrestricta expresión de opiniones y la participación social igualitaria.
En este sentido, la ciudad y sus ciudadanos requieren, al menos, de procesos de información que les ayuden a ubicarse mejor dentro de su acontecer cotidiano. La importancia de los medios de comunicación social en esa tarea es, a todas luces, fundamental. De hecho, desde hace algunos meses, al menos en el caso de los periódicos nacionales (hacia quienes enfocaremos este análisis), esta necesidad ha empezado a obtener ciertos espacios, reducidos sobre todo a la difusión de problemas que afectan a determinadas comunidades. Otras herramientas, tales como el periodismo investigativo o las modalidades de periodismo cívico o localista, han sido muy poco explotadas. Sin embargo, en los últimos días hemos presenciado como un problema que afecta directamente a la dinámica general de la ciudad (y no sólo a la de San Salvador), el de los casinos, ha servido de palanca para una sostenida y crítica investigación sobre posibles actos de corrupción que se ocultan tras estos negocios.
El contexto en el que se produce esta investigación siembra suficientes dudas acerca de sus intensiones últimas: el alcalde capitalino, Héctor Silva, está a punto de efectuar el primer referéndum de la historia de la metrópoli para que los ciudadanos determinen si es conveniente o no que los casinos operen en la municipalidad. Por su parte, el gobernante partido ARENA acaba de nombrar a su candidato a alcalde, con quien pretende retomar el control de esta estratégica comuna, mientras que su frente dentro del parlamento hace todo lo posible por deslegitimar la iniciativa de Silva y, con ella, a toda su gestión edilicia. ¿En qué favorece a la vida de la ciudad, pues, el impulso a "proyectos" de periodismo investigativo que, indiscutiblemente, no hacen más que plegarse a lo que dictan los centros del poder político? Definitivamente en nada.
La investigación periodística orientada hacia la ciudad tendría que presentársele al ciudadano como un instrumento para desvelar las causas de aquellos fenómenos que turban la convivencia pacífica, el respeto mutuo y la inclusión social. Tendrían que servirle para despertar su conciencia y convertirlo, en la medida de sus posibilidades, en sujeto crítico y activo de lo que acontece en su entorno. Esto supone para los medios no sólo dedicarse con más ímpetu a la apertura de espacios de exploración radical de las dinámicas de la sociedad en su conjunto, algo de lo cual ya está siendo apoyado por algunos rotativos, pero que, por sí mismo, es insuficiente. También implica dedicar recursos y espacios de difusión a las investigaciones de problemas que tocan la estructura de esa sociedad. La impunidad, la pobreza, la violencia, la corrupción en las esferas gubernativas... todas estas manifestaciones cotidianas de la vida en sociedad también deberían formar parte de la agenda mediática que se nos ofrece día a día.
En nuestro país, alrededor de nuestra ciudad, los medios de comunicación masiva no intervienen como posibilitantes de la participación ciudadana por medio de la difusión de información objetiva, mínimamente apolítica e incluyente. Y no lo hacen de esta forma porque su evolución no ha avanzado de la mano de los cambios que se han registrado en nuestro país durante la última década. La renovación en el diseño gráfico de sus presentaciones no constituye un progreso significativo; mucho menos lo es la pretensión de alimentar la práctica periodística con la contratación de plumas extranjeras, cuyo aporte más bien puede ser medido en términos de construcción sintáctica que por su independencia política o su capacidad de abrir espacios de difusión para aquellos temas tradicionalmente proscritos de las agendas de los medios.
Lejos de ello, el trabajo de los medios ha sido efectivo en deformar tanto la concepción que se tiene de la ciudad como la que el ciudadano común puede tener de sí mismo. En el primero de los casos, la metrópoli pierde su carácter como tal (ese complejo de interrelaciones entre individuos e instituciones con intereses diferentes) y pasa a convertirse en el llano reflejo de la tendencia ideológica de la administración municipal de turno. A partir de esta deformación, la ciudad bien puede ser la cuna de los desatinos y corrupciones más reprobables o la manifestación más pujante del desarrollo urbano y de la más encomiable lucha contra el casi natural desorden de sus habitantes. Puede ser el infierno creado por una mala conducción o el paraíso en construcción lenta pero segura. En fin, desde esta perspectiva, a la ciudad o se le ataca o se le defiende, todo ello en función de su "cercanía" o "lejanía" con los intereses de los grupos de poder imperantes.
En el segundo de los casos, el ciudadano —por más trillado que pueda parecer el análisis— se convierte en un ser apto únicamente para responder a los designios tácitos de esos grupos poderosos, que se manifiestan contantemente gracias a la colaboración incondicional de los grandes medios. Los procesos de información que están a cargo de estos últimos se convierten en bastones del poder y sustitutos de la participación ciudadana, en la medida en que ponen en boca de unos cuantos lo que tendría que ser expresión de las múltiples manifestaciones sociales que coexisten dentro de la urbe. En consecuencia, se olvida que el éxito de cualquier proyecto social, político, económico o cultural (provenga de núcleo ideológico del cual provenga) depende en gran medida del grado de involucramiento que se geste a su alrededor, no sólo de aquellos que comulgan con la naturaleza y contenido de esos proyectos, sino también de los que se verán indistintamente afectados por su implementación.
Ignorar este trasfondo de múltiples facetas implica, de alguna manera, optar por la manera como tradicionalmente se ha venido administrando la vida de la ciudad y de sus ciudadanos: atendiendo exclusivamente a la solución de sus defectos estéticos; ignorando lo perjudicial de la expansión desordenada de sus límites infraestructurales; desconociendo por completo la necesidad de un entorno limpio en términos de polución ambiental, sonora, visual, etc.; reduciendo a su mínima expresión las necesidades de información–comunicación–expresión de sus habitantes; sometiendo a voluntades políticas centralizadas la vivencia cotidiana de los mismos... Significa, además, asumir como cierta la imagen que los medios fabrican de nuestra ciudad, aun a pesar de que en su elaboración difícilmente se toma en cuenta al sujeto como detentor de derechos y obligaciones. Somos, en última instancia y dentro de esta lógica, un conjunto de individuos que, monedas en mano, consumimos un producto mediático que nos separa cada vez más de lo que, paradójicamente, es nuestro escenario cotidiano de vida.
En la última década, se ha destacado un importante interés por incluir "perspectivas de género" en buena parte de los proyectos y acciones (de diferente índole) que se implementan alrededor del mundo. El Salvador no es la excepción. Aunque no de manera especial, aquí el tema del "género" tiene su reconocimiento y es rescatado por algunas organizaciones no gubernamentales, por ciertos espacios públicos y por unos pocos proyectos gubernamentales. Por "perspectiva de género" se entiende la adopción de una visión abierta hacia las necesidades de las mujeres, a la participación y la búsqueda de soluciones a los diversos conflictos con los que ellas conviven. Pero ante todo, se busca construir un estado de "igualdad" entre hombres y mujeres en los distintos sectores de la vida en sociedad.
Se habla aquí de todo un fenómeno socio-cultural que podría cambiar paulatina, pero definitivamente, la tradición del sometimiento femenino. En este sentido, para entender la importancia de lo que aquí se expone, hay que aclarar ciertos malentendidos que se desprenden al momento de hablar sobre el asunto. El concepto "género", aplicado a estudios o temas sobre las mujeres, es una construcción social que engloba "el conjunto de normas y prescripciones que cada sociedad establece sobre lo que es femenino y lo que es masculino" (Zoila de Inocenti, "Para una definición de género", documento de trabajo para UNICEF, 1992). Es una categoría a partir de la cual se fabrica la "identidad" de hombres y mujeres, según cada cultura o sociedad concretas. El género se aplica a los humanos en el momento de su nacimiento con base a su sexo o apariencia física.
Aquí es donde surge la primera aclaración. Las cualidades biológicas que los clasifican como sexo femenino o masculino, son lo único que los humanos tienen innato y, evidentemente, no son electivas. El sexo es una característica biológica que le otorga a las personas una determinada función reproductiva. Ahora bien, desde que un ser humano nace, inicia un proceso de "socialización de géneros" que lo acompaña durante toda la vida. La sociedad, empezando por la familia, inculca en el niño o la niña pautas de comportamiento relacionadas con lo que convencionalmente "debe ser" una mujer y un hombre. Las reglas están impuestas y quien no las acata sufre la discriminación y el rechazo social.
Los estereotipos juegan un papel fundamental en la construcción de géneros. El rol tradicional de una mujer es que sea madre, esposa, ama de casa o, en el caso de ser profesional, que nunca abandone su papel en la familia, etc. El hombre, por su parte, debe ser jefe del hogar, debe trabajar para asumir todos los gastos familiares, tiene que tomar las decisiones y es el que más tiene que ver con la vida pública. Aunque estos roles han cambiado de alguna manera en la sociedad actual, básicamente, tanto hombres como mujeres responden de alguna manera a estos estereotipos. Aquellos que están fuera de este orden social, como los "anormales", son víctimas de la marginación general.
Es un error pensar que el comportamiento humano es una cuestión "natural". Se cree que hay un fundamento biológico en la forma de vida de las personas. "Si bien las diferencias sexuales son una base sobre la que se asienta una determinada división del trabajo y, por lo tanto, cierta distribución de papeles sociales, esta distribución no es natural" (Ibid.). Segundo punto por aclarar: la dominación tradicional masculina y las desigualdades de género son parte de esta distribución no natural. Han surgido por el histórico patriarcado que en la actualidad es aún imperante, aunque diferente en cada cultura. Para algunos autores, el patriarcado es el precursor de la división sexual entre sensibilidad y razón, entre moral e inteligencia. De nuevo aquí el estereotipo. Las mujeres han estado asociadas con la sensibilidad, los sentimientos, las pasiones y demás ritos espirituales y emocionales; mientras que los hombres fueron identificados con una suprema racionalidad intelectual y conceptual.
De este esquema dicotómico, que enfrenta la racionalidad con la sensibilidad y encasilla a hombres y mujeres respectivamente, surgen todas las desigualdades genéricas propias de las sociedades actuales. A esta "tradición" se debe que las mujeres hayan tenido y tengan tantas dificultades para ingresar en los espacios públicos, para obtener mejores empleos, para optar por no ser madres, para dejar de ser víctimas de la dominación masculina, etc. De esta manera los géneros masculino y femenino fueron creados a lo largo de la historia. Otorgando a cada ser humano, según su sexo, unas responsabilidades y comportamientos para llegar a ser los adultos que la sociedad requiere. Tanto hombres como mujeres "han funcionado a lo largo de la historia a partir de estrategias de complicidad y reproducción del sistema de género, definido sobre la actualidad suprema del varón".
Entender que el género no es una condición natural sino cultural; asimilar que el concepto de género es una definición normativa de lo masculino y lo femenino es la base para reconocer que, tal como fue creado, el género puede ser reestructurado, no buscando simplemente la "igualdad", sino la equidad entre ambos sexos. ¿Cuál es la consecuencia? Si se parte de esta premisa es más fácil comprender que la supuesta inferioridad de las mujeres es también un fenómeno construido por la sociedad, desde que el patriarcado surgió en la historia. Las habilidades de cada género humano son impuestas durante el proceso de socialización y, por tanto, ni la razón ni la sensibilidad son características exclusivas de un solo sexo.
La perspectiva de género es efectivamente tal como se describía al principio de este texto. Pero, como último punto por aclarar, cuando se habla de género hay que tener bien claro que no se está hablando únicamente de mujeres. Se habla de género humano. "Géneros" son hombres y mujeres y lo que se intentan cambiar con la "visión de género" es, precisamente, el clásico encasillamiento estereotipado de ambos.
Parafraseando a Margarita Ortega, autora del artículo "Historia y género": la perspectiva de género permite establecer las pautas de la integración femenina en los procesos históricos; permite un cambio de paradigma histórico que integra a las mujeres como agentes y sujetos de transformación social. Libera, además, a los hombres de rígidos planteamientos normativos que les hurtan la sensibilidad y les otorgan una personalidad estereotipada.
De aquí que el género no sea una cuestión femenina. La sociedad entera necesita ser "desclasificada". Armonizar las relaciones entre hombres y mujeres depende en gran medida de que sus roles continúen evolucionando hacia una equidad. Por ello es que este tema inicia su auge en El Salvador, pues para muchos ya está clara esta necesidad. La perspectiva de género es una categoría que deja abiertas nuevas y mejores posibilidades de relaciones humanas.
Encontrar gente valiosa en los espacios donde se defienden y promueven los derechos humanos es frecuente y reconfortante; aquí y en cualquier lugar del mundo existe gente dispuesta a dar lo mejor de sí para contribuir a la transformación de un mundo que, a todas luces, en estos días no pasa por su mejor momento. Lo que no resulta muy común —después de haber vivido la feliz coincidencia de trabajar al mismo tiempo con varias personas de esa calidad, cada una en su área— es tener que despedir a cinco de ellas casi al mismo tiempo y caer en la cuenta, entonces, de lo que éstas han estado haciendo durante varios años por nuestro país y la región. En este momento, en El Salvador y Centroamérica habemos quienes estamos enfrentando esas separaciones físicas y es justo que compartamos algunas reflexiones —quizás bastante íntimas— sobre ello.
"Si estamos lejos como un horizonte, si allá quedaron árboles y cielo, si cada noche es siempre alguna ausencia y cada despertar un desencuentro, Usted preguntará por qué cantamos". El mismo Benedetti se responde: "Cantamos porque el niño y porque todo, y porque algún futuro y porque el pueblo; cantamos porque los sobrevivientes y nuestros muertos quieren que cantemos... Cantamos porque el grito no es bastante, y no es bastante el llanto ni la bronca; cantamos porque creemos en la gente y porque venceremos la derrota..."
Esos versos del uruguayo se asoman de inmediato cuando —con la diferencia de algunos días— nos ha tocado ir despidiendo a Tina, Anne Marie, Irma, Anamaría y Juan; despedida que, seguramente, no tiene la etiqueta de un "hasta nunca" pero que siempre pesa en el ánimo generando tristeza. Porque estas cinco personas cantaron y seguirán cantando, creyendo en la gente y venciendo la derrota que representa cada violación a la dignidad de cualquiera en cualquier parte.
Tina Lundh de Estocolmo, Suecia, con más de diez años riendo y recorriendo por las tierras centroamericanas. Llegó por primera vez a la región en 1988, para trabajar con refugiados salvadoreños que vivían en Costa Rica; de 1989 al 1990, su labor fundamental consistió en coordinar actividades de intercambio de información entre refugiados guatemaltecos y retornados salvadoreños. Tras una breve visita a su lugar de origen, en 1991 volvió a Nicaragua para trabajar durante cuatro meses en la Costa Atlántica; luego, otra nueva vuelta a Suecia, donde estuvo relacionada con organizaciones de la sociedad involucradas en la cooperación a Centroamérica.
De nuevo se vino al área, en concreto a El Salvador, donde en 1992 dedicó sus principales esfuerzos a la preparación de la persona que estaría coordinando una pequeña organización sueca llamada "Las Golondrinas"; después, viajó a Nicaragua para asumir la coordinación de las y los cooperantes de su país hasta el comienzo de 1993. A finales de 1993, regresa a Suecia a laborar con cooperantes para los países centroamericanos. Finalmente, desde 1996 hasta la fecha, se instaló en la Embajada de su país para El Salvador y Guatemala con el Programa de la Agencia Sueca de Desarrollo Internacional (ASDI).
Sin temor a equivocarnos, Tina ha sido de las personas que —desde cualquiera de los lugares que ocupó durante su larga estadía en la región— mejor llegó a conocer el trabajo por la defensa y promoción de los derechos humanos. Su alto nivel de sensibilidad la comprometió incondicionalmente con los distintos esfuerzos realizados en esos terrenos: acompañando a las víctimas más desprotegidas en los momentos más difíciles de los conflictos armados y políticos cuando, fuera de su país, buscaban amparo; formando a sus colegas de Suecia para garantizar la calidad de su cooperación; intentando por todos los medios posibles el fortalecimiento de una institucionalidad que pretendía ser "democrática", pero incipiente y sometida a demasiados peligros; y asumiendo de lleno la tarea de garantizar la seguridad de las personas que ahora —en esta nuestra "maquillada" Centroamérica— se esfuerzan por combatir la impunidad en su calidad de víctimas denunciantes, testigos o defensoras de los derechos humanos.
Anne Marie Chagnon, canadiense, llegó a El Salvador en mayo de 1996 para ocupar el cargo de directora del Programa de Reconstrucción Social (PRS). Durante el tiempo que permaneció en el puesto se caracterizó por ser una persona abierta que siempre buscó —de manera creativa e inteligente— ayudar. Sin lugar a dudas, Anne Marie se fue metiendo poco a poco en las entrañas de El Salvador y sus problemas a través de los ejes del Programa que tan atinadamente condujo hasta su cierre: derechos humanos, alivio a la pobreza y desarrollo democrático.
Terminó su estadía en el país sintiéndose identificada plenamente —de eso no nos cabe duda— con nuestras angustias y esperanzas; reconociendo las graves situaciones que aquejan a la mayoría de nuestra población pero animándonos siempre a mantener en alto la utopía. Sus compañeras y compañeros de trabajo que ahora la extrañan la describen como una persona con calidad y calidez humana; nunca prepotente y más bien sencilla, humilde, respetuosa, ecuánime y serena. En pocas palabras, sostienen, "con mucho amor al prójimo".
Desde el IDHUCA cumplimos gustosamente con un elemental deber al expresarle —con motivo de su retiro— un merecido reconocimiento a la valiosa labor que realizó en la dirección del PRS, la cual conocimos de cerca por haber participado en el comité asesor del mismo. Además, le expresamos nuestro agradecimiento por la confianza y el incalculable apoyo a nuestras actividades, lo que nos permitió cumplir con las metas institucionales y acompañar a numerosas personas en su esfuerzo por hacer valer sus derechos.
Irma de Vilanova, salvadoreña, comenzó a trabajar en la Oficina Internacional de Migraciones (OIM) en 1983 cuando ésta fue instalada en su país por personal procedente de Ginebra, Suiza. Su incorporación, durante septiembre de ese año, fue en calidad de colaboradora directa de la Misión; para entonces, las reglas eran claras: la jefatura de la misma debía estar ocupada por una persona extranjera debido a las condiciones de la época y con el objeto de "garantizar" su neutralidad. Desde entonces, Irma se dio a conocer por su capacidad mediadora frente a las entidades gubernamentales y su fraterna actitud hacia la gente que la buscaba solicitando apoyo para abandonar el territorio nacional. En 1996, en otras condiciones y modificada la política del organismo, Irma asumió la jefatura de la Misión.
Hablando por las personas que buscaron refugio durante las épocas más duras de la violencia política y la guerra, el IDHUCA agradeció a Irma su labor desarrollada aun a costa de su seguridad y la de los suyos; paradójicamente, los peligros se hicieron más grandes cuando —finalizada la guerra— Irma continuó poniendo su grano de arena para contribuir en lo posible a la protección de quienes, en la "paz", exigieron justicia o quisieron colaborar para que otras personas la recibieran. Por esto último y en representación de periodistas, funcionarios, testigos y víctimas en el "nuevo" El Salvador, el IDHUCA también reconoció la labor de Irma.
A la hora de la despedida, le manifestamos a ella lo siguiente: "Es, entonces, ocasión propicia para expresarte un sincero agradecimiento por tu compromiso con las causas humanitarias; esas que tú y nosotros conocemos, y las que día a día nos plantearon y nos seguirán planteando enormes desafíos, sea cual sea el espacio en que nos encontremos. Han sido situaciones difíciles las que tuvimos que enfrentar; si bien estuvieron marcadas por la tragedia a diversos niveles, también contaron con la ventaja de una feliz unión: una herramienta universitaria trabajando por los derechos humanos y la representación de una oficina internacional dirigida bajo un alto sentido humano, buen juicio y experiencia, capaz de tender su mano y realizar responsablemente la parte del trabajo que le correspondía".
Anamaría Méndez, es una joven abogada costarricense y —hasta hace unos días— eficaz funcionaria de la oficina mesoamericana del Centro por la Justicia y el Derechos Internacional (CEJIL, por sus siglas en inglés); en adelante, se mantendrá en la región pero desarrollando otro tipo de funciones en un espacio diferente. A su empuje y terquedad, a sus conocimientos y paciencia, a su entusiasmo y compromiso le debemos mucho. Porque, precisamente, para la defensa y promoción de los derechos humanos en nuestro país significa mucho —en la hora actual— el caso "García Prieto": es un símbolo de la lucha permanente contra la impunidad que cobija a los criminales del pasado y del presente; se alza como una clara señal de que es posible impedir que el olvido y la sinrazón se instalen definitivamente en nuestra sociedad; es un ejemplo valiente del necesario esfuerzo que debemos realizar, sin importar los obstáculos, para lograr que la justicia brille en El Salvador.
Y Anamaría es una de las personas que más pesaron para lograr que la demanda de los padres de Ramón Mauricio García Prieto —asesinado por un "escuadrón de la muerte" el 10 de junio de 1994— fuese aceptada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Al igual que en el caso "Romero" —sobre el cual se acaba de pronunciar favorablemente la Comisión— y tantos otros, el camino de esta familia ha sido y seguirá siendo difícil; pero Anamaría les ayudó y les seguirá ayudando a avanzar en él hasta lograr sus objetivos.
Juan E. Méndez, argentino que hasta el lunes 11 de octubre se desempeñó como director del Instituto Interamericano de Derechos Humanos (IIDH). En adelante ocupará un sitio en la CIDH, como uno de sus miembros recién electos, y se encargará de dirigir el Centro de Derechos Humanos de la Facultad de Derecho en la Universidad de Notre Dame. A él nos dirigimos de la siguiente manera, al momento del adiós:
"Durante los años que dirigiste el Instituto, tuvimos la oportunidad de compartir en él un importante espacio de reflexión sobre los desafíos que enfrentamos en la actualidad y los que enfrentaremos más adelante para «mantener la vigencia de los derechos humanos en todas sus dimensiones y enfoques, en un lugar alto de la agenda de políticas públicas de América Latina y el Caribe». Las comillas encierran el final de la presentación que, en diciembre de 1997, hiciste del libro-homenaje a don Fernando Volio Jiménez titulado —precisamente— «Presente y futuro de los Derechos Humanos»".
"Ahora, al final de tu administración en el IIDH y después de cosechar muy buenos frutos de ella, queda en nosotras y nosotros una idea clara: que el gran reto continúa siendo la realización de aquel sueño por el cual entregaron todo —en nuestro país— Romero, Marianella, Montes y tantas otras buenas personas que ahora, sin duda, continúan presentes en este esfuerzo permanente y nos infunden vida a los que participamos en él.
"Vos, Juan, con tu labor larga y continua, persistente e indeclinable —siempre caracterizada por tu actitud serena y objetiva— has evitado que se hunda en el asfalto la belleza de trabajar por la construcción de una sociedad como la imaginada por tantas y tantos mártires en la región. Vos, ahora, al salir del Instituto y seguir en otros espacios comprometido con las aspiraciones de justicia y dignidad de nuestros pueblos —en un mundo donde han pretendido proclamar el fin de las utopías— seguirás contribuyendo a mantener en alto esas banderas. Ello nos anima y compromete más.
"Conscientes de la pérdida por tu salida pero también de la ganancia por lo que harás en tus nuevos cargos, en esta hora debemos agradecer tu participación activa y ejemplar en el bello quehacer de mantener viva la esperanza".
A Tina, Anne Marie, Irma, Anamaría y Juan desde el IDHUCA, El Salvador y Centroamérica: ¡gracias!