En su momento histórico los grandes “patriarcas” de la teología de la liberación fueron capaces de abrirse a la “irrupción de los pobres”, “cargar con la realidad”, dar la repuesta teológicamente adecuada a esta irrupción desde lo mas hondo del evangelio y de la herencia jesuánica y confirmar esta respuesta con el testimonio de sus vidas coherentes hasta el martirio.
La “Maestría en Teología Latinoamericana” quiere servir como puente entre el pasado de “una historia de liberación” y un futuro todavía no conocido y a veces amenazador. Tenemos la responsabilidad de entregar el legado teológico recibido a las siguientes generaciones de un modo fiel y creativo. No sirve petrificar la herencia repitiendo las fórmulas de una manera “fundamentalista”, sino que hace falta una fidelidad creativa, una lucha apasionada por un nuevo lenguaje que para los seres humanos de hoy tenga fuerza liberadora y redentora.
Por eso consideramos fundamental estudiar las fuentes, Medellín y los textos de los “padres” de la teología latinoamericana, de manera extensa y con rigor científico. Sin embargo estos textos por su propia naturaleza nunca permiten un “trato de museo”, sino que empujan hacia un modo específico de hacer teología.
Fiel a la hermenéutica peculiar de la teología de la liberación el punto de partida es necesariamente el análisis profundo y sin reservas del momento histórico actual. El primer resultado de este análisis es – inmediatamente evidente – que los pobres siguen muriendo, que el mundo sigue siendo un lugar de desigualdad e injusticia escandalosa y mortal.
Por eso el desenmascaramiento de los mecanismos opresores y la opción por los pobres no ha perdido nada de su urgencia y de su prioridad. El sistema capitalista neoliberal sigue produciendo la muerte y la esclavitud de miles de millones de seres humanos. Y la occidentalización agresiva del mundo (disfrazada bajo el eufemismo de la globalización) lleva a la alienación cultural de una gran parte de la humanidad.
La generación actual de la Teología Latinoamericana se puede considerar como un “enano en los hombros de gigantes” (Walter Benjamín). Esto hace posible que quizá vea un poco más adelante que los gigantes mismos respecto de la complejidad de las raíces hondas de los mecanismos de opresión, por ejemplo la profunda ambigüedad de la mentalidad occidental y su dinámica imperialista. Reconocer a los “otros” en su diferencia de género, etnia, cultura y religión, respetar su dignidad sin condición alguna y renunciar a todo gesto de superioridad es una de las exigencias indispensables a la cual la teología de la liberación actual tiene que responder.
Esto significa en concreto “desoccidentalizar” la teología, tomar en serio la sabiduría espiritual de las tradiciones indígenas, su cosmología, su énfasis en el equilibrio y en la relación y su humildad en la que el ser humano se reconoce como creatura entre otras creaturas. Descubrimos la cercanía de esta visión al mundo bíblico y a la visión y al lenguaje de Jesús y con modestia teológica aprendemos de estas tradiciones para desarrollar una teología de la creación que ofrezca sanación al desastre ecológico actual.
La “teología india” no puede ser ya algo que concedemos a los “pueblos autóctonos” en un acto de generosidad y que no tiene ninguna relevancia teológica universal. Más bien, para liberar el evangelio, secuestrado por una tradición racionalista e imperialista, hace falta la profecía de estas tradiciones.
Es un desiderátum urgente para una “teología de la liberación” del siglo XXI hacer el esfuerzo serio de aprender de las tradiciones feministas – dentro y fuera de la teología. La teología de la liberación fue desarrollada principalmente en conceptos y en un lenguaje masculino. Esto por sí mismo siempre lleva consigo el peligro de transmitir el mito de la “superioridad del hombre sobre la mujer”.
Dentro de una “teología de la liberación” auténtica las mujeres no necesitan “nichos ecológicos protegidos”, sino que esta teología se realice en un esfuerzo común y en respeto mutuo de mujeres y hombres. Entre muchos otros avances esto va a superar el “docetismo teológico” y contribuir a la “encarnación” del evangelio en los ámbitos del cuerpo y de la sexualidad, realidades primordiales de cada ser humano. Sin la integración de estas dimensiones no se pueden humanizar las relaciones sociales ni es posible combatir la violencia.
Entrar en un dialogo respetuoso con las tradiciones protestantes y evangélicas es un desafío urgente. La Maestría en Teología Latinoamericana se entiende como un proyecto ecuménico, abierto a todas las denominaciones cristianas, para contribuir a un verdadero conocimiento mutuo y así superar las asperezas y los prejuicios del pasado. La ruta que buscamos es una “ecumene de acción” en que las Iglesias Cristianas unan sus voces y sus energías en la lucha en contra de la violencia y en la propuesta de una cultura de la paz y de la justicia.
Evangelizar el mundo digital y las nuevas mentalidades que nacen de este mundo es una tarea inevitable para una teología de liberación integral. También los medios tradicionales de comunicación de masas están transformando la conciencia de los seres humanos de una manera agresiva. Ofrecen grandes oportunidades pero también amenazan con su fuerza de manipular políticamente y de trivializar todos los ámbitos de la vida. Con el surgimiento de Internet esta ambigüedad dio un salto cualitativo. Asumimos el reto de “evangelizar” el mundo digital, en que hoy en día transcurre una buena parte de la vida de los jóvenes.