Disculpas por el nombre tan dramático de este artículo, pero me parece que no es para menos lo que se está enfrentando como país, y, por ende, en cada una de las localidades que lo componen.

No voy a hacer un diagnóstico sobre el impacto de la pandemia de COVID-19, y las tormentas Amanda y Cristóbal, creo que ya conocemos los datos, así como experiencias de cómo se han estado viviendo las repercusiones de cada uno de los fenómenos anteriores a nivel territorial.

Así que me voy a centrar en mencionar algunos de los elementos que considero clave de ponerle atención, tanto a nivel nacional como municipal, ya no para enfrentar de mejor manera lo que pasó (Amanda y Cristóbal) y lo que aún falta que pase (COVID-19); sino más en una visión prospectiva que ayude a los territorios, y en consecuencia al país, a estar mejor preparados para cualquier eventualidad que surja, de igual o mayor magnitud que las vividas.

Lo haré a modo de un “check list” de aspectos importantes a considerar.

1. Que las políticas nacionales relacionadas con los territorios, tomen en cuenta sus particularidades. No somos un país homogéneo, y por lo tanto no se debe seguir definiendo políticas públicas como si lo fuéramos; de aquí la importancia de desarrollar procesos efectivos de territorialización de las mismas, donde los gobiernos municipales tengan un papel protagónico.
2. Hacer realidad la tan esperada descentralización. Ha quedado en evidencia la inoperancia del aparato estatal nacional, aislado del aparato estatal municipal, para atender de buena manera las situaciones de emergencia que se han presentado en lugares específicos del país. Hay que tener siempre en mente la importancia que reviste el criterio de “subsidiariedad” en la prestación de servicios públicos.
3. Recordar que los territorios son más que espacios físicos, que son el resultado de procesos de construcción histórico-social, en el que el principal motor de las transformaciones surgidas en ellos es el sistema de actores de cada lugar; por lo tanto, hay que conocer profundamente quiénes lo conforman, cómo funciona, cuáles son sus valores territoriales particulares; y ojalá, cuál es su proyecto consensuado para el territorio.
4. Los gobiernos locales deben reflexionar sobre cuál es su verdadero papel. No son un apéndice del gobierno central, son otro nivel de gobierno, y por lo tanto asumirlo y actuar en consecuencia. Si reivindican y demandan autonomía, tienen que demostrar que son capaces de ejercerla, en todo sentido y en función de la población de los lugares que les toca gestionar.
5. Aprovechar la pluralidad que existe en los Concejos Municipales para que la ciudadanía sienta que tiene un referente que la escucha y atiende, y que se dé cuenta que en el gobierno municipal ningún partido político pesa más que el otro, y que han llegado a gobernar el municipio por un interés de servicio a la población que los eligió.
6. Es importante, urgente e imprescindible trabajar en procesos de construcción de ciudadanía. Sólo así se podrán tener genuinos procesos de participación ciudadana. Que los y las ciudadanas actúen sobre la base de reconocerse portadores de derechos y de deberes. Que se conviertan en interlocutores válidos frente a cualquier actor, interno o externo al territorio, en función de buscar lo mejor para el lugar donde viven.

Y podemos seguir con el 7, 8, 9, …, lo importante es reconocer que hay grandes desafíos que atender, tanto a nivel nacional como municipal, para que los nuevos fenómenos naturales y epidemiológicos que nos visiten, nos encuentren mejor preparados y de esa manera minimizar los impactos negativos para los territorios, y de esa manera para el país en su conjunto.

Foto del planeta Tierra con mascarilla COVID 19  Imagen de Omni Matryx en Pixabay

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Foto Twitter @unicef_es (UNICEF, España)