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Yo no olvido el año viejo, porque me ha dejado cosas…

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08/01/2022
Flora Blandón de Grajeda. Directora Maestría en Desarrollo Territorial  

Foto por: bgblue en Getty Images

Quisiéramos decir que el año que se fue nos dejó muchas cosas buenas, y puede ser que sea así en la vida personal, pero para el desarrollo territorial es válido decir que estamos iniciando un año en el que se tendrán que enfrentar muchos retos, y no es para menos. El año anterior cambió de manera profunda mucho con lo que los municipios contaban para avanzar en brindar mejores condiciones de vida para las personas que allí habitan. Y ante los anuncios dados esta semana sobre el plan de bacheo a través de la Dirección de Obras Municipales (DOM), es oportuno hacer algunas valoraciones.

Desde la segunda mitad del siglo pasado se dejó de lado que el desarrollo tiene que ver solo con cosas materiales, por eso el concepto que vinculaba el desarrollo con el crecimiento económico ya no fue tomado en cuenta; y como consecuencia se plantea que para hablar de desarrollo se tiene que hablar de múltiples dimensiones, no sólo las tangibles, sino y quizás principalmente, las intangibles. De allí que reivindicar la reparación de calles como una acción emblemática para el beneficio de la población que habita en los 262 municipios no deja de caer hasta el fondo en el saco de necesidades básicas insatisfechas que la gente carga en sus hombros.

No queremos quitar el mérito que tiene reparar las calles maltrechas en muchos lugares, sino llamar la atención que la tan ansiada mejora en las condiciones de vida de la gente va mucho más allá, y que eso no se logra actuando de manera centralizada, como es la práctica actual en este país.

Foto por: Jessye Ann Ilagan / EyeEm en Getty Images

Los municipios necesitan recursos para responder de buena manera a las demandas de la población, los cuales fueron proporcionados al aprobarse la ley del FODES e ir incrementando poco a poco el porcentaje asignado. Con esos recursos se iba más allá de reparar calles; se otorgaban becas a jóvenes que las necesitaban y de esa manera muchos lograron culminar sus estudios, ya sea de bachillerato o universitarios; asimismo, se atendían las necesidades de las personas adultas mayores con la entrega de canastas básicas y atención en salud; también se daba mantenimiento a los espacios públicos, que se convirtieron en una reivindicación de la población frente a sus gobiernos locales, principalmente en los municipios más pequeños; el apoyo a actividades culturales y deportivas era otra de las cosas para las que se utilizaban estos fondos; el fomento a los emprendimientos y la realización de ferias con emprendedores locales habían proliferado en el país como una forma de dinamizar las economías locales; y así podemos seguir contando lo que ha quedado en el pasado.

Por eso, alardear que la DOM será la encargada de llevar el desarrollo a los municipios, es nada más eso, un alarde, lo cual no se traducirá en mejores condiciones de vida de la población, sino en un manejo más centralizado de los recursos que puede derivar en un uso que responda más a intereses políticos partidarios que a la realidad que enfrentan los y las salvadoreñas allí donde viven.

Y sólo para finalizar, retomo lo que una colega decía hace unos días “en este país la gente que migra no lo hace porque las calles no sirven”.

Universidad Centroamericana José Simeón Cañas
Maestría en Desarrollo Territorial
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