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Heterofobia

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01/04/2022
Luis Antonio Monterrosa. Docente de la Maestría en Desarrollo Territorial.  

Es el miedo a lo distinto, a la diferencia. No está en el diccionario de la Real Academia, aunque sí está en Wikipedia. Podría nombrarse quizá también como alterofobia, si bien tiene una connotación más cultural como la heterofobia más emparentada con la homofobia. Podría haber también un Síndrome de Parménides, ahí donde alternativamente alguno podría formular un Síndrome de Heráclito.

A mi modo de ver está emparentado con la noción y experiencia del conflicto que normalmente tiene una connotación negativa. Evitamos y rehuimos del conflicto porque no suele traernos nada bueno o porque alguien pierde, alguien gana y, por supuesto, no nos gusta perder. Y cuando no queda de otra, si no podemos evitarlo y huir, aplicamos la solución espartana: patada al pecho. La violencia es el instrumento, en diversos grados, preferido para resolver los conflictos.

Pero en realidad, no tendría por qué ser así. El conflicto no es más que la expresión de desacuerdo basado en una diferencia. La reacción debería ser ¡qué bien! ¡pensamos diferente!, pero suele más bien pasar algo distinto ¡Ups! ¡no piensa igual que yo! ¡Algo está mal, algo no entiende! ¡De dónde viene! ¡De qué color es! La vida está llena de diferencias y no hay dos personas idénticas, ni siquiera los gemelos, así que la diferencia es natural y por lo tanto, el conflicto es connatural a la existencia del ser humano. ¿Dónde está el problema entonces? Las diferencias nos permiten ciertos ejercicios de poder también (Foucault): edad, sexo, saberes… frente a la diferencia podemos abrazar o rechazar. Una posible tendencia es normalizar y homogenizar: que sea como yo (nosotros), que piense como yo, que viva como yo. Eso, como sabemos, es unitarismo y colectivismo, muy distinto de la unidad en la diferencia. Y entonces resulta que busco imponer (ejercicio de poder) y cuando no lo logro, hago de la diferencia, el principio de oposición: si no está de este lado (con estos colores), está del otro lado (con otros colores).

¡Pero hasta en el futbol se maneja mejor! A veces… si yo digo que el Real Madrid es un mal equipo (es desacuerdo constante con mi hijo, dicho sea de paso), eso no me hace del Barcelona, aunque, por supuesto, se dan los casos de personas que están no solo convencidas, sino recontra-ultra-super convencidísimos ¡que soy del Barcelona!!!! Terrible el fanatismo pero que en términos de polarización se vuelve real expresión del fenómeno.

En el ámbito político esto tiene sus expresiones, normalmente achacadas a algún autoritarismo en boga o en crecimiento. Siempre he pensado en todo caso que más bien, o además de lo que nos reporte el contexto, en realidad, el autoritarismo es un deporte nacional. Y así como se dice “es que nos quieren obligar a pensar igual”, “nos inhiben a expresarnos de manera distinta”, resulta que hacemos lo mismo en la escuela, en casa o en el trabajo. Es totalmente inadmisible para un maestro/maestra que el alumno/alumna exprese desacuerdo. Más bien se espera que llegue a pensar igual. Pero si corrige (por alguna razón) al maestro-a. Me tocó hacerlo alguna vez y este era maestro de verdad y me lo agradeció. En casa, parecido: “Papá/Mamá: no estoy de acuerdo” y ¡chaflaz!, te cae tu merecido. Sí, claro, también hay casos positivos en los que, si no querés sopa, te pueden ofrecer otra cosa… pero hasta a Mafalda le tocó apechugar la sopa en más de una vez.

Un síntoma de estas cosas, a la hora de la gestión de grupos es el silencio ante la expresión del desacuerdo y la manifestación dulce de lo políticamente correcto. Lo habremos visto o experimentado: ese tipo de Foros donde todos dicen lo mismo y las preguntas del público son para agradecer y confirmar lo dicho. Por ahí no avanzamos a ninguna parte. Y pasa que cuando uno de los ponentes no piensa igual y ofrece lo diferente, o alguien del público se atreve a formular un desafío, se hacen los silencio y aparece el ostracismo indirecto ante la diferencia. Pasa en los grupos de whatsapp… el silencio frente al planteamiento de los cuestionamientos ahí donde debería haber debate y diálogo; en cambio, ante la publicación inocua, todo mundo agradece respetuosamente el compartir.

¡Qué viva la diferencia!

Universidad Centroamericana José Simeón Cañas
Maestría en Desarrollo Territorial
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