Ahora bien, ¿cómo interpretar lo territorial del desarrollo en términos del sistema de actores? Cuándo decimos enfoque de desarrollo territorial, ¿qué cosas han de tenerse presente? Sin duda, un territorio. No es mero contenedor, porque solo tiene sentido por los actores con los que se supone interacción, y que ese territorio, por la condición de la naturaleza, es también un “actor” – “sujeto” más. Con ello se sigue insistiendo en la condición de actor. Por supuesto, la municipalidad (expresión de poder político-administrativo) y el municipio (expresión de poder espacial-administrativo) siguen siendo clave a condición que sea lean desde el sistema de actores y no al revés. Segundo, una perogrullada, pero que necesita remarcarse continuamente: hablamos de sistema y de enfoque sistémico. Demasiadas veces desprendemos el desarrollo económico territorial, por ejemplo, de sus partes políticas (toma de decisiones) y de las culturas e ideologías construidas (identidad); demasiadas veces nos centramos excesivamente en la figura edilicia (muchas veces reproduciendo esquemas presidencialistas – caciquistas – centralistas, que luego criticamos), olvidando el sistema local de actores: lo que mueve al municipio, es el sistema de actores, no la figura edilicia: los intereses y necesidades diversas de las/los actores entendidas sistémicamente, muchas veces expresadas, dicho sea de paso, en términos de conflicto.
Por tanto, el punto clave son los actores entendidos como sujetos y en modo sistémico: el sistema es esencial, así como la consideración inclusiva de la naturaleza como sujeto, pero obviamente la palabra clave es actores. Así, a la pregunta ¿qué es enfoque de desarrollo territorial?, podría responderse “es la consideración sistémica de actores según unas coordenadas espacio-tiempo específicas” dado que el territorio no sólo es consideración espacial, sino también histórica. Veamos ahora de desgajar las consecuencias de esta consideración.
Una de las consideraciones con mayor énfasis en la literatura especializada es el carácter endógeno de las fuerzas que hacen posible el desarrollo. Son estos actores los que, en su consideración sistémica (codeterminación en espacio-tiempo) los que hacen surgir el desarrollo aquí y ahora. Esto no puede ser lo mismo para todos porque los actores, considerados como sistema, están relacionados (codeterminados) en el espacio-tiempo. Pero, no es el espacio-tiempo lo definitorio esencial, sino los actores. Sin la consideración exhaustiva, sistémicamente hablando, no habría enfoque de desarrollo territorial (EDT) por más que estemos hablando de X municipio. A lo más sería municipalismo – o enfoque de desarrollo municipal, si se quiere, pero no necesariamente EDT.
En este planteamiento hay una consideración que, aunque se suele mencionar, no siempre se extraen todas las consecuencias (y exigencias) que supone el planteamiento. El carácter endógeno del proceso tiende a proponer un modo de hacer las cosas: desde abajo. Cuando el desarrollo se exige local, demanda desconcentración, descentralización, pero sobre todo la posibilidad de tomar decisiones “allá abajo” en contraposición a la experticia y la oportunidad del centro – arriba como ubicación del poder. Por eso decimos que antes que el gobierno central defina, deberíamos dejar que “abajo”, en el nivel municipal, se definan las cosas, al menos aquellas que puedan afectarle directa o indirectamente. El problema, o la limitación, está en suponer que “desde abajo” se reduce a la jefatura edilicia, sin duda importante, pero insuficiente. El/la alcalde-sa puede ser la reproducción en pequeño, con respecto a su municipio, de esa condición verticalista-centralista que se critica del gobierno central, puesto que este municipio supone un sistema de actores, diverso y complejo quien debería tener esa calidad de sujeto en la toma de decisiones.*
Por tanto, al EDT le compete la consideración esencial del sistema de actores, si no hay eso no sería EDT, pero, además, indicando el énfasis de lo endógeno (que heredamos de lo local) como un desde abajo. No basta la referencia al sistema de actores, sea en términos analíticos (cómo entender las cosas) o procedimentales (cómo hacemos las cosas), sino también debería indicarnos cómo proceder: hay un modo de hacer las cosas, por más complicado que resulte el planteamiento. Todo el “poder”, la toma de decisiones sobre el futuro bienestar, le compete al sistema de actores y, dado que es siempre es escalable, siempre hay que mirar hacia abajo. En términos políticos sociales, esto es el equivalente al proponer que los intereses y necesidades de las mayorías oprimidas (o populares) deben, no solo guiar los destinos de la nación, del desarrollo pues, sino también suponen algo más. No son solo instancia de consulta. No es de solo de saber o investigar sus intereses y necesidad; eso ya sería un avance importante. Lo que se quiere indicar con el énfasis en lo endógeno y desde abajo, es que aquellos son sujetos.
Sí, normalmente los denominamos actores, pero hay una triple denominación aquí que podemos recuperar, no por hacer la exquisitez, sino por enfatizar la calidad y radicalidad del ser sujeto.** En términos generales, la personas pueden ir por ahí como si nada, por supuesto, son “más” persona, en su identidad, en su dignidad plena, cuando son autores de su vida, de su historia; también por supuesto, cada persona en tanto autor se encuentra llevando su vida en un marco social de relaciones: esto es lo que puede comprenderse como actores. La denominación “sistema de actores” es precisa, porque estamos hablando de un entorno social, del conjunto de relaciones sociales, pero no habría que perder la perspectiva, si no, todo esto tendería a un cierto colectivismo, que quienes componen ese sistema de actores tienen la posibilidad (¿necesidad?) de ser autores… y, habría que pensar que en la medida que son más auténticamente autores, no solo pueden ser auténticamente actores, sino también y sobre todo autores colectivos (sociales) sin perjuicio del carácter personal. Y precisamente, esta dimensión del autor colectivo apunta a la posibilidad, personal y social, de cambiar e incidir las cosas, la realidad: así no solo se trata de autores y actores, sino también de agentes.
Por tanto, para recuperar la pregunta inicial respecto de la importancia del desarrollo territorial, y habiendo esclarecido el apellido “territorial” que lleva el “desarrollo”, éste es importante en la medida que concede preeminencia al “sistema de actores” al convertirlos, o pretender convertirlos (hará falta decir cómo) en autores, actores y agente, es decir, sujetos efectivos de cambio.
*Se suele escuchar “pero ese conjunto de actores puede aparecer, si no como disperso, sí como contradictorio. Solo políticamente supone gobernar con simpatizantes y no-simpatizantes, así como lidiar con intereses y necesidades diversas y muchas veces contrapuestas. Es decir, ese sistema de actores es casi por definición y por naturaleza, conflictivo… e imposible de manejar. Por tanto, deberíamos dejar las cosas en manos del alcalde-sa”. Esa suele ser la consideración general. El problema está en suponer que por conflictivo es inmanejable. Más bien, lo conflictivo es oportunidad sistémica de transformación. Es asunto que merece toda la consideración como transformación de conflictos y construcción de paz. Baste, al menos por ahora, dejarlo consignado aquí.
**El asunto es propio de la antropología filosófica de X. Zubiri retomada por I. Ellacuría. El concepto es de ellos; la floja interpretación que yo haga, es mi responsabilidad.