Logo UCA

Análisis y adiciones desde el Sur sobre la Genealogía del pensamiento económico feminista: las mujeres como sujeto epistemológico y como objeto de estudio en economía de Astrid Ajenjo-Calderón

13/06/2025
 
María Fernanda Martínez.
Estudiante de primer año MDT

 Históricamente, el pensamiento económico dominante ha sido construido desde una visión androcéntrica, eurocéntrica y antropocéntrica, tal como menciona la autora, a lo cual se podría agregar, que al ser eurocéntrico, para el sur global, es una visión de colonialidad y racismos, puesto que el proceso de construcción del pensamiento económico clásico se consolidó en contextos de expansión colonial, donde el saqueo de recursos, la esclavitud y la explotación de pueblos latinoamericanos, africanos y de algunas partes de Asia y Oceanía, fue central. Este legado se perpetúa hoy en las relaciones centro-periferia, en las cadenas de valor globales y en la subordinación del Sur Global, dejando aún más afuera a las mujeres de las regiones parte del llamado Tercer Mundo, no solo como objeto de estudio sino como sujeto epistemológico por la colonialidad del saber.

 

 

Asimismo, la construcción incluye una mirada productivista sobre la cual se jerarquiza y se coloca en la punta de la pirámide a la productividad y la acumulación de bienes materiales como sinónimos de bienestar, dejando de lado dimensiones cualitativas de la vida, como el tiempo, el bienestar emocional, las relaciones y la sostenibilidad ecológica.

En este contexto, la economía feminista ha emergido como una corriente crítica que cuestiona los fundamentos del pensamiento económico tradicional, visibilizando la centralidad de los cuidados, la sostenibilidad de la vida en su amplitud, la reproducción social y las desigualdades estructurales de género, clase y raza.

El texto de Agenjo-Calderón, “Genealogía del pensamiento económico feminista: las mujeres como sujeto epistemológico y como objeto de estudio en economía”, constituye una contribución fundamental para el pensamiento económico feminista, al sistematizar aportes históricos de las mujeres y poner sobre la mesa los sesgos que estructuran la disciplina, desde una mirada parcial que se encuentra en el Norte Global, por lo que el presente ensayo tiene como  objetivo principal articular los planteamientos de Agenjo-Calderón con debates primordialmente latinoamericanos y salvadoreños, además de las contribuciones de la Economía Feminista al desarrollo Territorial, bajo lógicas de feminismo decolonial y antirracista que permita analizar las lógicas de organización territorial desde la sostenibilidad de la vida. 

 

Sobre la genealogía del pensamiento económico feminista, el texto de Agenjo-Calderón parte de una crítica a la historia oficial del pensamiento económico, que excluye de forma sistemática las voces, los saberes y las experiencias de las mujeres, especialmente aquellas no blancas, no europeas y no heteronormadas, además se expresa cómo la disciplina económica se constituyó en la Modernidad como ciencia autónoma, desvinculada de la ética y la política y reducida a lo mercantil, monetario y masculinizado, relegando a una posición subordinada y despojadas de valor económico a las esferas reproductivas, de cuidado y comunitarias.

A través de la autora se genera un espacio de recuperación genealógica de resistencias y saberes alternos que ponen en duda este relato hegemónico, abordando las representaciones de las mujeres como objeto de estudio (invisibilizadas, desvalorizadas o relegadas a lo doméstico) y su papel como sujetas epistemológicas, productoras de conocimiento crítico desde la experiencia vivida.

Los inicios en occidente de lo económico como objeto de estudio, de política y como elemento social, son remontados a los tiempos de la Grecia Clásica, donde se reflejaron desde las ideas de Jenofonte y Aristóteles una división clara entre el trabajo de mujeres y hombres enmarcada bajo sus diferencias físicas y mentales, lo cual demuestra como tradicionalmente la desvalorización del trabajo de las mujeres y su hacer se ha encontrado presente.

Esta visión, sin muestras de evolución, fue trasmitida más tarde por Smith, Ricardo, Marx y Becker en el pensamiento clásico y neoclásico, los cuales reflejan a través de su trabajo académico la naturalización de la división sexual del trabajo, justificando la subordinación de las mujeres y su exclusión del ámbito público-productivo por su labor en el matrimonio y en el ámbito familiar, la cual era indispensable para el fortalecimiento de los hombres.

Con las ideas anteriores, la autora compara la historia oficial construida con la economía feminista, la cual en cambio, ha puesto en el centro: el trabajo no remunerado, los cuidados y la sostenibilidad de la vida, desmontando la visión economica hegemónica desde el hombre y desde lógicas meramente productivistas y mercantilistas, la cual ha sido desarrollada desde distintas etapas del feminismo, cada una con aportes específicos que, en conjunto, han contribuido a una transformación del modo de entender la economía.

Durante la primera ola del feminismo, pensadoras como  Harriet Taylor, Charlotte Perkins Gilman y Clara Zetkin pusieron sobre la mesa, a través de cuestionamientos, la subordinación económica de las mujeres, la naturalización del trabajo doméstico y la desigualdad en el acceso a la propiedad y al empleo, planteándose a la estructura del hogar tradicional como un espacio de opresión y con miradas desde el feminismo socialista, que la  emancipación de las mujeres no sería posible sin una transformación profunda del sistema económico. 

Posteriormente, la segunda ola del feminismo permitió consolidar la Economía Feminista como un campo autónomo y crítico, a través de autoras como  Lourdes Benería, Nancy Folbre y Julie Nelson, que desarrollaron aportes fundamentales al desmantelar los supuestos androcéntricos del análisis económico, destacando el valor del trabajo reproductivo y afectivo, abriendo el camino hacia la ética del cuidado y la economía del afecto,, transformando a la economía de un asunto técnico o mercantil a un entramado de relaciones humanas orientadas a sostener la vida.

No obstante, y como también es reconocido por parte de la autora Astrid Agenjo-Calderón en su obra, genealogía crítica, los avances planteados son mayoritariamente desde el Norte Global, lo que deja en apatridia múltiples experiencias, saberes y formas de vida, las cuales deben de recuperarse ya que la economía feminista actual no puede permitir pensarse sin el giro decolonial, antirracista e interseccional, que amplía las fronteras epistémicas.

En este sentido, autoras como Corina Rodríguez Enríquez, desde América Latina, ha trabajado en visibilizar las desigualdades estructurales en los sistemas de cuidados y su centralidad para el bienestar colectivo, especialmente en contextos marcados por la pobreza y la informalidad. Desde África, Lyn Ossome ha aportado miradas críticas sobre el colonialismo epistémico en la economía, reivindicando las formas locales de organización económica y los saberes comunitarios que históricamente han sostenido a los pueblos africanos frente a la devastación del extractivismo y el patriarcado colonial.

Las autoras invitan a colocarse los lentes de la interseccionalidad, integrando además del género y la clase, a la raza, la etnia, la discapacidad, la sexualidad y el territorio, haciendo una crítica integral a todos los sistemas y estructuras que perpetúan las desigualdades.

Estas ideas, en el Sur, apuestan también por repensar el desarrollo territorial descentrando el mercado y recuperando la vida como eje de organización social, económica y política.

Por otra parte, el desarrollo ha sido avistado tradicionalmente desde una lógica tecnocrática y sectorial, enfocada en la acumulación económica y la competitividad productiva, por lo que autores como Boisier o Arocena han abogado por una visión más compleja y relacional desde el desarrollo territorial y local, reconociendo la importancia de los sistemas de actores, la cultura y las capacidades endógenas. Sin embargo, en estas discusiones el enfoque de género permanece como un tema pendiente que puede ser reforzado a través del pensamiento económico feminista que introduce al escenario realidades diversas e históricamente invisibilizadas como el trabajo de cuidados, planteándolo como una labor fundamental para la reproducción de la vida y la sostenibilidad de los territorios, asimismo, introduce asociaciones de interdependencia y cooperación como base del desarrollo en lugar de la competencia, y refuerza términos con el de la economía solidaria y popular, que valorizan experiencias comunitarias y autogestionadas.

Por lo anterior, se entiende que la incorporación del pensamiento económico feminista en el desarrollo territorial implica una transformación epistemológica donde se replantea el territorio como un espacio vivo, donde se entrelazan personas, afectos, recursos, memorias y luchas, que impulsa a los gestionadores de iniciativas a construir diagnósticos territoriales con enfoque de género e interseccionalidad, que integren voces diversas e indicadores sensibles a la equidad, equilibrio y el bienestar.

A continuación, se pretende corroborar los planteamientos dentro de la obra de Ajenjo-Calderón con algunos escenarios dentro del territorio salvadoreño, así como mencionar las aportaciones de algunas economistas salvadoreñas.

En el país, de acuerdo con los datos de la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples (EHPM) de 2022, la Población Económicamente Inactiva (PEI) se estimó en una tasa 37.3 % a nivel nacional, ascendiendo a una cifra de 1,779,743 personas, que se caracterizan por ser mayoritariamente femenina (76.8 %) y estar concentrada en el área urbana (61.7 %). Sobre estos datos es importante señalar que existe una diferencia notable en los motivos por los cuales hombres y mujeres están fuera de la fuerza laboral, puesto que las mujeres reportan obligaciones con el hogar que las obligan a no participar en la vida económica como ha sido tradicionalmente concebida.

Además, es esencial agregar que al revisar los niveles salariales promedio mensuales por grupo ocupacional, se evidencia que las brechas por sexo se mantienen: los hombres perciben salarios más altos que las mujeres, con ciertas excepciones las cuales son las mujeres que se desempeñan como técnicas y profesionales de nivel medio o como científicas e intelectuales. Lo anterior refuerza la necesidad de repensar la economía incluyendo a la mujer y sus actividades.

Por otro lado, se destacan los aportes de economistas como Lorena Valle Cuéllar y Tatiana Marroquín, impulsoras del proyecto la Economía es en femenino, que buscan traducir la economía desde una perspectiva distinta a la tradicional, desde un enfoque feminista. Ambas economistas, al igual que numerosas autoras mencionadas dentro de la obra de Ajenjo-Calderón, plantean ver a la economía desde un ángulo mucho más amplio, es decir, más allá de las finanzas y las transacciones. El proyecto mencionado, responde a las necesidades del salvadoreño y salvadoreña de entender la economía y hacer críticas al discurso limitado de su funcionalidad, a partir del análisis de temas coyunturales y del día a día en El Salvador. Además, secciones como Economía Feminista, del periódico digital Alharaca, permite recopilar, posicionar y visibilizar los saberes y las dinámicas de las mujeres salvadoreñas.

Para concluir, es válido afirmar que la economía feminista, tal como la expone Agenjo-Calderón, es una herramienta vital que permite repensar las ideas tradicionalistas de lo que es y se conoce por economía, ampliando sus fronteras y reconociendo lo invisibilizado. La genealogía de la autora demuestra que los cuestionamientos han estado presentes, sin embargo, estos se han ido realzando con el tiempo. Se buscó incluir de forma delimitada más autoras que repiensen más allá de la academia, desde la práctica, la visión hegemónica con visiones decoloniales y desde el Sur. Además, desde un apartado corto pero sustantivo, se pretendió articular estas propuestas con el desarrollo territorial para avanzar hacia modelos que pongan en el centro los cuidados, la diversidad, la equidad y la sostenibilidad.

Referencias bibliografía

Alharaca. “Economía Feminista,” 2025, https://www.alharaca.sv/category/economia-feminista/.

Arocena, José. “El Desarrollo Local: Un Desafío Contemporáneo,” 2002.

Boisier, Sergio. “DESARROLLO (LOCAL): ¿ DE QUÉ ESTAMOS HABLANDO ?,” n.d.

Enríquez, Rodríguez. Economía Del Cuidado, Equidad de Género y Nuevo Orden Económico Internacional,

n.d.https://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/sur-sur/20100705083822/22RodriguezE.pd f

FOCOS y Alharaca. La Economía Es En Femenino, 2023.

Miñoso, Espinosa, Yuderkys, Gómez Correal, Diana y&nbsp, &nbsp Ochoa Muñoz, and Karina&nbsp. Tejiendo de Otro Modo: Feminismo, Epistemología y Apuestas Descoloniales En Abya Yala, 2014. https://www2.congreso.gob.pe/sicr/cendocbib/con4_uibd.nsf/498EDAE05058753605 2580040076985F/$FILE/Tejiendo.pdf.

Ossome, Lyn. “Imperialism and Crises of Social Reproduction in Africa,” Review of African Political Economy ( 2024). https://doi.org/10.62191/roape-2024-0034.

Perez Orozco, Amaia. Subversión Feminista de La Economía, 2014.

Reserva, Banco Central de. “Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples,” 2023.https://ophi.org.uk/sites/default/files/2023-12/bcr_publicacion_ehpm_2022.pdf.

Universidad Centroamericana José Simeón Cañas
Maestría en Desarrollo Territorial
Tel. 2210-6600 Ext.316
maestria.desarrolloterritorial@uca.edu.sv