El martes 16 de junio dio inicio a la Fase 1 del plan de reapertura de las actividades económicas y de vuelta a lo que se llama e intenta ser “nueva normalidad”. Pueden confirmarse con ellos ciertas antinomias que se han gestado y aparecido a lo largo de estos días de cuarentena y pos-cuarentena. Estas antinomias al invitan a pensar qué estamos haciendo…
Cuarentena sí, cuarentena no. Los medios de comunicación serios y la OMS alertan en cuanto al estado de desarrollo de la pandemia: Las Américas son ahora el epicentro. Es reconocible la diversidad de planes y sus intensidades desde México hasta Argentina. Más curioso, en ese contexto, si comparamos Nicaragua con El Salvador. La Dupla Ortega – Murillo no ha querido reconocer la amenaza de la pandemia y ha tomado cero medidas oficiales, muy a pesar de los signos expresos de crisis en el sistema de salud. Ahí la Sociedad Civil, incluido el COSEP, hermanos de gremio de la ANEP son los que han estado demandando al gobierno que declare cuarentena y ante su silencio, los que hacen el llamado a la población a realizar una cuarentena voluntaria, además del uso de mascarilla, etc. En contraposición, el Ejecutivo en El Salvador viene insistiendo en la realización de una cuarentena estricta mientras las organizaciones sociales y la ANEP, ya no me atrevo a llamar a ese conjunto Sociedad Civil, insisten una y otra vez en el reinicio de las actividades económicas y el fin de la cuarentena por restringir las libertades individuales y económicas. ¿Cómo habría sido si Nicaragua llevara 90 días de cuarentena y El Salvador hubiese tomado cero medidas?
Cuarentena que nunca fue. Si somos serios tenemos que admitir que cuarentena nunca hubo y si alcanzó a haber, fue al principio, hasta antes de semana santa, es decir principios de abril y bajo un sinnúmero de protestas, reclamos y denuncias. He escuchado voces diversas de gente que reclamaba continuamente el fin de la cuarentena, por diversas razones, valga la aclaración, sea por hambre, por atentar derechos constitucionales o por razones empresariales; es curioso cómo esa misma gente dice ahora que se abrió en el peor momento… ¿y no exigían y terminaron imponiendo el inicio de la apertura? Es más, tendían a enarbolar la bandera de las libertades frente al autoritarismo de turno: la cuarentena violaba sus más preciadas e íntimas libertades y ¡no podía ser! Ahora que no hay restricciones de movilidad, no hay buses pero hay taxis, ni limitación por DUI, etc., resulta que no quieren salir ¡van a hacer cuarentena voluntaria! Me parece bien. Podemos asumir una decisión responsable y voluntaria. Lo que pasa es que su palabra tiende a estar magnificada por las redes sociales como “influencers” y, al tenor de MT 18,6 pueda que hay tenido un efecto pernicioso.
Apocalípticos vrs. Integrados. Hace varias semanas me referí a estas dos actitudes, tomando las categorías de U. Eco, y cómo debíamos preferentemente movernos hacia un enfoque apocagrado o intelíptico. Los términos de polarización política se han exacerbado hasta llegar a cierta inmovilización aparente del Ejecutivo y del Legislativo a pesar del modo cómo ha terciado en el asunto el Judicial… pero sigue siendo insuficiente sin una tercera fuerza con capacidad de poner en su lugar a ambos bandos, colocar en la prioridad correspondiente los intereses de las mayorías, sin politizarse en tanto movimiento social. Esto es importante porque en el transcurso han aparecido diversas voces que con pretensión de representación parecen más interesados en el juego político que en el tratamiento de las cosas. Una gráfica de la evolución cuantitativa de los casos de covid1 de marzo a la fecha señalando los diversos momentos de confrontación de la clase política podría evidenciar el impacto nefasto de los operadores políticos.