Centroamérica y El Salvador enfrentan un desafío fundamental de realizar innovaciones transformativas, provocadoras de dinámicas transicionales a la re-estructuración de un nuevo régimen de desarrollo (económico) territorial (DeT). Este nuevo régimen debería ser innovador en lo económico, tecnológico y empresarial y así competitivo; pero también en lo social para lograr el bienestar inclusivo y sostenible, regenerativo de ecosistemas y paisajes territoriales degradados y contaminados, en el contexto de acelerados cambios climáticos provocados por el calentamiento global.
Los tres paradigmas socio-económicos construido históricamente para beneficiar a diferentes grupos de elites económico-políticos, han generado este estado actual de mal desarrollo; caracterizado por ser inhumano y marginalizador, así como extractivista, destructora de riqueza ecosistemita y generadora de extrema vulnerabilidad socio ambiental frente a los múltiples riesgos existentes, incluyendo las epidemias (Montes, 1979, 1980, 1981, 1986, 1988; Browning 1975; PNUD 2013, Cuellar et. al. de PRISMA 2017).
Su evolución, generó las condiciones que desataron una guerra civil resuelto a través de la negociación y firma de los Acuerdos de Paz, pero sin cambios esenciales en las estructuras de base del paradigma del mal desarrollo que lo generó. En este sentido, Rubio Arriola y Aguilar de la FUNDE revelaron la persistencia de “un proceso de mal desarrollo” generada por múltiples “deformaciones en su estructura socio – económica” que debilitaban las capacidades productivas endógenas, destruían sus ecosistemas y empobrecía y expulsaba a la población, que incluso podrían “volver inviable, a mediano / largo plazo, todo intento de desarrollo del país” (1996: xi).
Sin embargo, lo que, si se logró con los Acuerdos de Paz, fue una transición de la locura de la violencia fratricida, a la generación de condiciones de mayor esperanza y posibilidades de transformación, han emergido coaliciones de actores territoriales, quienes han ido acumulando capacidades de actuación colectiva. Las demandas de la población fueron atendidas de diferentes formas por una diversidad organizaciones de apoyo al desarrollo(Van der Borgh, 2009), inicialmente de la sociedad civil, complementado posteriormente por el Estado, buscando generar oportunidades para familias crear trayectorias de vida digna y sostenibles para estas familias. De este proceso emergieron una diversidad de alternativas con diferentes visiones de desarrollo económico y enfoques territoriales, en muchos casos asociadas a la “economía social” (Castillo Romero, 2018).
Las empresas de economía social están relacionadas con diferentes tipos de actividades económicas que incluyen la producción, transformación y comercialización de café, marañón, miel, panela y cacao, la camaronicultura y pesca artesanal, la manufactura artesanal, cooperativas nuevas y sobrevivientes de la guerra civil, de producción, ahorro y crédito y de vivienda por ayuda mutua, etc. Su diversidad ofrece una potencialidad de aprendizaje conjunto, colaboración para generar sinergias en un proceso de fortalecimiento como sujeto colectivo de innovación transformadora territorial.
Las iniciativas económicas trabajando en conjunto con sus redes de apoyo, demuestran, con diferentes alcances, sus capacidades de innovación para coordinar e integrar sinérgicamente el despliegue de capacidades de innovación, introduciendo novedad con una importancia significativa en sus procesos productivos, organización para la producción y gestión empresarial y generación de nuevos productos y servicios, posicionados en nuevos mercados (Cummings 2007, 2009 y 2019, Cummings y Cogo 2012).
Representan ejemplos de “innovación social transformadoras”, definidos por Haxeltine et. al. como “procesos en los cuales cambios en relaciones sociales entre los diversos actores endógenos y exógenos involucrados, implicando nuevas formas de hacer, organizar, posicionarse y/o saber, que retan, alteran o reemplazan instituciones y arreglos institucionales establecidos (y/o dominantes) en determinados contextos específicos”, siendo en este caso territorios de El Salvador. Individualmente y especialmente considerado como un conjunto, demuestran la ambición y visión, así como el potencial en cuanto a sus capacidades de agencia, para generar impacto transformador, más allá de sus territorios actuales de su micro – localización, hacía ámbitos territorios regionales y nacionales (2016: 21 y 23). Su desempeño innovador no es exclusivamente, ni principalmente, tecnológico y empresarial, sino organizativo y de relacionamiento en redes de cooperación nacionales a internacionales. Retan y buscan transformar las reglas de juego (instituciones) de la competencia espuria de explotación laboral, para ser competitivos con base en cooperación, complementariedad y sinergia en sus coaliciones impulsoras, también en cuanto a priorizar la calidad del trabajo, la equidad de género y etario y la regeneración eco-sistémica.
Sin embargo, su potencial para ser sujetos colectivos de transformación; no solo de las trayectorias de vida de las personas directamente involucradas en sus operaciones, sino de sus territorios de localización, ámbitos regionales, nacionales y centroamericanos, es actualmente latente y por realizar. Su potencialidad innovadora de diseñar y poner en marcha alternativas transformadoras, ha sido demostrado, pero en “nichos” micro – localizados territorialmente. Las iniciativas están dispersas entre sí en toda la diversidad de territorios más rurales y más urbanas; y no logran configurarse, con capacidades de agencia colectiva.
El fortalecimiento de sus capacidades para “la realización histórica de los posible” (Ellacuría 1990: 577), a través de innovaciones transformadoras de las diversas realidades territoriales de El Salvador, no vendrá desde arriba, desde los nodos del poder global ni nacional que se benefician del mal desarrollo; sino desde abajo, del pluriuniverso de los territorios, trabajando en redes horizontales multi – territoriales y verticales multi – nivel, nacionales, del Sur Global y el Norte, con otras iniciativas con aspiraciones similares de impulsar cambios transformadores. A lo largo de todo el proceso se tiene que facilitar diálogos de aprendizaje reflexivo para dinamizar trayectorias de innovación transformadora de forma flexible, frente a las realidades emergentes de las complejidades territoriales.
Referencias bibliográficas
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