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Cambios en la planificación del desarrollo territorial*

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02/07/2023
Alondra Avendaño. Estudiante de 2.º año de la Maestría en Desarrollo Territorial  

Introducción

El presente ensayo muestra, a rasgos generales, el desarrollo de distintos enfoques de la planificación del territorio, sus propuestas centrales, el rol del planificador y las críticas de las mismas.

En la primera parte se explica uno de los enfoques iniciales de la planificación urbana y territorial, el enfoque racional de la planificación. Seguidamente se esbozan algunos de los riesgos y críticas de este paradigma que devienen en un enfoque alternativo, la planificación comunicativa. Finalmente, se establecen algunas similitudes al campo de los estudios de paz y críticas a este paradigma. 

Desarrollo de la planificación territorial

Uno de los enfoques que más ha calado en los planes de desarrollo urbanos y territoriales hasta la actualidad es la visión racional o técnica de la planificación. Desde esta perspectiva, el rol del planificador es el de un experto que se rige por la imparcialidad, el método científico y su conocimiento experto por encima del consenso democrático para la elaboración de la propuesta del plan de desarrollo (de Córdoba, 2016).

Asimismo, el planificador racional va a diferenciar entre medios y fines, entre la planificación como instrumento y la toma de decisión como política. Por consiguiente, esta objetividad no toma en cuenta la influencia de factores externos como procesos económicos, valores, relaciones de poder, lo importante es la decisión más racional posible (de Córdoba, 2016).

Sin embargo, esta perspectiva conlleva una serie de críticas desde otros enfoques. Siguiendo a Forester (1993 como se citó en Rodríguez-Vásquez et al. 2013), este paradigma puede llevar a que el plan no sea coherente con la vivencia y realidad de las personas; la identificación de problemáticas parcializadas y sesgadas ante el desconocimiento del tipo de relaciones y actores sociales involucrados; la reducción técnica de problemas éticos y políticos. Estos riesgos pueden llevar al rechazo del plan y a la poca identificación de la población con el mismo.

Así también, desde una óptica de la planificación urbana integrada, es un derecho de los habitantes su participación en las decisiones que afecten su territorio; ellos son quienes mejor conocen su hábitat; la factibilidad de la implementación del plan es mayor si parte de un trabajo consensuado (Herrmann, 2014).

Ante el planteamiento racional surge la planificación comunicativa. Siguiendo a Rodríguez-Vásquez et al. (2013), el ideal de este enfoque es acercarse a la racionalidad comunicativa o colaborativa a través del diálogo. El diálogo requiere la participación de todos los actores, que los actores sean competentes, la horizontalidad en la participación y la construcción de consensos. En otras palabras, el rol del planificador se traslada de una visión técnica hacia un rol de mediador entre diferentes actores para la elaboración del plan. 

Desde esta perspectiva, se pone de relieve las relaciones, los conflictos y los intereses de los distintos actores, pero, con la posibilidad de establecer acuerdos en las condiciones adecuadas; además del cuestionamiento de la neutralidad del técnico para “reconocer las asimetrías de poder, información y conocimiento” (Forester, 2012 como se citó en Ferrufino, 2021, p.504).

Por lo tanto, un elemento clave en esta perspectiva es la negociación. En este punto, la planificación comunicativa se entrecruza con los estudios de la paz. De acuerdo a Curle (1994), el estudio de la paz no consiste en la ausencia de guerra, refiere a intervenir en el status quo que mantiene la injusticia social. De acuerdo a este autor, las relaciones pacíficas son aquellas que permiten a individuos o grupos alcanzar determinados objetivos, por el contrario, las relaciones hostiles median el daño mutuo.

Una de las etapas para la transición de relaciones hostiles a relaciones pacíficas es la correlación de poder, es decir, intentar cambiar la percepción y el entendimiento de la realidad social, y también, el cambio de la estructura que permite a algunos estar por encima de otros (Curle, 1994).

El hecho de que el paradigma comunicativo proponga un proceso deliberativo como la forma más viable para la generación de consensos no significa que automáticamente los actores dejarán de lado sus intereses o que las relaciones de poder (riqueza, dinero, recursos) no estén implícitos en el proceso (Huxley, 1987 como se citó en de Córdoba, 2016).

Por consiguiente, aunque la planificación comunicativa realiza énfasis en el diálogo y la planificación ciudadana, el análisis de las relaciones de poder no puede desviarse; una alternativa es el establecimiento de principios éticos y generales que deben respetarse en todo el proceso (Flyvberg y Richardson, 2002 como se citó en de Córdoba, 2016). 

 

Este análisis de las relaciones de poder es tanto más importante si se toma en cuenta que en nombre de la participación ciudadana se puede llevar a una instrumentalización de la misma en los planes de desarrollo (Rodríguez-Vásquez et al. 2013). No es posible ignorar el hecho de grupos desfavorecidos quienes encuentran en la alianza y la movilización la posibilidad de “Situarse en pie de igualdad no se produce por una decisión altruista de los otros, sino por obtener unos recursos de acción eficaces que les doten de capacidad de transformación, que produzca efectos relevantes en los demás actores, pues solo de esta manera podrán ser oídos” (de Córdoba, 2016, p.364). Un ejemplo de ello son las organizaciones ciudadanas que se oponen a proyectos urbanísticos NIMBY (Not in my backyard) (Herrmann, 2014).

 

 

 

Conclusiones

La planificación urbana racional se enfoca en la imparcialidad y la objetividad, pero puede llevar a planes que no se ajustan a la realidad de las personas y a la falta de identificación con el plan. La planificación comunicativa propone el diálogo y la participación de todos los actores para llegar a acuerdos y considera las relaciones de poder. Es importante establecer principios éticos y generales para evitar la instrumentalización de la participación ciudadana. 

 

Referencias Bibliográficas

Curle, A. (1994). El campo y los dilemas de los estudios por la paz. Centro de Investigación por la Paz” Gernika Gogoratuz”.

de Córdoba, M. B. F. (2016). Teorías de la planificación territorial: métodos de decisión. Ciudad y Territorio Estudios Territoriales, 353-368.

Ferrufino, C. E. (2021). Planificación territorial en Centroamérica en el siglo XXI: avances y limitaciones para la construcción de resiliencia. ECA: Estudios Centroamericanos, 76(767), 501-524. https://doi.org/10.51378/eca.v76i767.6474

Herrmann, G. (2014). Hacer ciudad: problemas y desafíos de la participación ciudadana en la planificación territorial de Santiago. Revista 180, (34), 36-41. http://64.76.96.48/index.php/revista180/article/view/44

Rodríguez-Vásquez, J. C., Giménez-Mercado, C.,y González-Téllez, S. (2013). De la planificación urbana normativa a la planificación comunicativa. El caso del Plan de Desarrollo Urbano Local del Municipio El Hatillo, Caracas-Venezuela. La gestión urbana silenciada. Quivera Revista de Estudios Territoriales, 15(1), 9-36.

Imágenes retomadas de https://www.freepik.es 

 

*Este artículo es un trabajo desarrollado en el marco de la asignatura Planificación del Desarrollo Territorial.

Universidad Centroamericana José Simeón Cañas
Maestría en Desarrollo Territorial
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