La estratificación social y la exclusión social son conceptos interrelacionados que influyen profundamente en la estructura y el funcionamiento de las sociedades (García, 2000).
La exclusión social es un proceso por el cual ciertos individuos o grupos son sistemáticamente marginados y privados de oportunidades, derechos y recursos que son accesibles para otros miembros de la sociedad (García, 2000).
Por otro lado, la estratificación social puede verse como base para la exclusión, debido a que establece jerarquías y desigualdades entre los distintos grupos sociales, lo que a menudo lleva a la exclusión de los estratos más bajos.
Aquellos situados en los estratos más bajos de la pirámide social suelen tener acceso limitado a recursos clave como la educación, la salud, el empleo y la vivienda, lo que a su vez perpetúa su condición de marginación. Esta falta de acceso refuerza las barreras que impiden la movilidad social, atrapando a los individuos en un ciclo de pobreza y exclusión (García, 2000).
La exclusión social también puede verse como un producto de la estratificación. A medida que ciertos grupos son excluidos del acceso a recursos y oportunidades, las desigualdades existentes se profundizan. Los grupos excluidos, a menudo minorías étnicas, mujeres, personas con discapacidades o inmigrantes se encuentran atrapados en una posición de desventaja estructural que es difícil de superar. Esta exclusión se manifiesta en diversas esferas, desde la participación política hasta el acceso a servicios básicos, y perpetúa la marginalización de estos grupos.
Además, la exclusión social puede llevar a la estigmatización y la discriminación, lo que refuerza aún más las divisiones sociales y la estratificación. Los individuos y grupos excluidos a menudo son vistos como “menos merecedores” o “menos capaces”, lo que justifica su marginación y refuerza las estructuras de poder que mantienen la estratificación.
La estratificación social puede tener varios impactos negativos en el desarrollo territorial, especialmente en contextos urbanos y rurales en países en desarrollo. Aquí detallo algunos de ellos:
sectores de mayores ingresos suelen ocupar áreas con mejores condiciones de habitabilidad, mientras que las poblaciones de menores ingresos se ven relegadas a zonas con escasa infraestructura, viviendas de menor calidad, y una menor disponibilidad de espacios públicos. Esto genera una concentración de riqueza en ciertas áreas y la marginación de otras, impidiendo un desarrollo territorial equilibrado.
exacerbar tensiones entre diferentes grupos sociales, especialmente cuando las políticas de desarrollo favorecen a unos sobre otros. Esta desigualdad puede generar conflictos sociales, protestas, y una sensación de injusticia entre las comunidades marginadas, lo que dificulta la cohesión social y el desarrollo territorial inclusivo.
En resumen, la estratificación social es un fenómeno que no solo refleja desigualdades preexistentes, sino que también las amplifica y perpetúa en el territorio. Para lograr un desarrollo territorial más equitativo e inclusivo, es fundamental abordar las raíces de la estratificación social mediante políticas públicas que promuevan la igualdad de oportunidades, la distribución equitativa de recursos, y la cohesión social. Solo así se podrá avanzar hacia territorios más justos y sostenibles, donde todas las personas tengan acceso a las mismas oportunidades de bienestar y desarrollo.
Bibliografía
García, A. I. (2000). La Estratificación Social. Universidad de León, España.