Desde hace varias décadas el tema del desarrollo ha sido de gran discusión en los círculos académicos a lo largo del mundo desde diversas posturas e ideologías, dando como resultado gran variedad de interpretaciones sobre él y otorgándole numerosos apellidos tales como “desarrollo sostenible”, “desarrollo local”, “desarrollo comunitario”, “desarrollo social”, “desarrollo humano”, por nombrar algunos. Todo este debate sobre el desarrollo genera una interrogante sobre aquellos que se dediquen a su estudio: ¿Qué aspecto tiene el desarrollo? ¿Se distingue por los avances tecnológicos?, ¿se ve por medio de grandes proyectos de infraestructura?, ¿por el número de rascacielos?, ¿o por el número de hogares por encima de la pobreza extrema? ¿Es algo tangible siquiera?
Esta es una pregunta de carácter completamente subjetivo y no existe ninguna respuesta única, pues depende de las concepciones previas que cada uno tenga sobre el tema del desarrollo. Pero este es un ejercicio pertinente porque obliga a pensar primero cómo debe ser el desarrollo y qué se quiere de ello, y a partir de ello se puede ir concretizando una visión de él.
Modernidad
Una de las visiones más comunes del desarrollo es el estilo de vida de los países ricos del norte global, el cual se basa en la industrialización, el uso de tecnologías avanzadas y la urbanización (Willis, 2011). Ciertamente la calidad de vida de muchos de los habitantes de estos países ha mejorado, pero lleva a cuestionar porque esto no ocurre en los demás territorios del mundo, a pesar de los múltiples intentos que se han realizado para que estos se asemejen a los países ricos.
La razón de ello es que los países ricos y “desarrollados” son ricos a costa de los países pobres. Ha sido a través de los procesos de colonialismo, extractivismo y dominación política y económica de los países del sur global que los países del norte han podido prosperar (Saito, 2022). Son estos del sur global quienes deben cargar los costos del estilo de vida eurocéntrico. Por ello, los países del sur no prosperan, pues para asemejarse a sus vecinos del norte, deben trasladar sus costos a alguien más; el problema para ellos es que no hay nadie más quien cargue por ellos.
La carga del estilo de vida de los países del norte no solo recae sobre los habitantes de los países del sur, sino también sobre la naturaleza, ya que la modernidad requiere de ella cada vez más y más recursos para hacer frente al creciente consumo que exige dicho estilo de vida (Ellacuría, 2000). Por tanto, esta visión de desarrollo resulta insostenible (Saito, 2022).
Asimismo, la postura de la modernidad infiere que el problema del desarrollo es de carácter meramente económico, pero esto no puede distar más de la realidad.
Más allá de la economía
Durante mucho tiempo, el desarrollo fue sinónimo de crecimiento económico y se deducía que para alcanzarlo, se debe apostar al crecimiento económico. Aunque si bien esta concepción es bastante evidente desde el capitalismo, misma concepción se ha tenido desde el polo opuesto del socialismo (Willis, 2011).
Desde esta concepción del desarrollo se pone énfasis en los procesos económicos, variables e indicadores de dicha índole; ocultando así otro elemento más importante: el ser humano. Se apuesta por un desarrollo que sirva a las personas, el cual su fin ulterior debe ser la satisfacción universal de sus necesidades (Ellacuría, 2000), es decir, gozar de una calidad de vida digna.
El ser humano está lleno de complejidades, de manera que definir un nivel de vida digno es igual de complejo. Desde el enfoque de las capacidades, Nussbaum (2012) propone diez elementos claves que dan luz a que se debe procurar en una vida digna: vida; salud física; integridad física; sentidos, imaginación y pensamiento; emociones; razón práctica; afiliación; otras especies; juego y; control sobre el propio entorno.
Nussbaum (2012) no especifica cuál es el umbral mínimo que debe garantizarse para cada una de estas dimensiones, ya que considera que este debe ser definido por cada nación, considerando para ello su propia historia, cultura y contexto. Asimismo, no determina un peso para cada uno de estos elementos, no obstante, sí enfatiza la necesidad que todas se cumplan.
La particularidad del enfoque de capacidades es que estas no solo se deben garantizar al interior de cada persona, sino también en su entorno. Se busca que dichas capacidades se construyan dentro de cada persona, y además que se cree un entorno en donde se fomenten y sea posible desenvolverlas (Nussbaum, 2012). No basta, por ejemplo, que en una sociedad existan los mecanismos de participación ciudadana, sino también que existan las condiciones necesarias para que el individuo tenga las habilidades que exige tal participación.
De este modo, el desarrollo ya no solo es de carácter económico y pasa a involucrar otras dimensiones como salud (física y mental), seguridad, vivienda, entorno físico, educación, libertad, entre otros. Ciertamente las ideas de Nussbaum han tenido éxito en ampliar el alcance del desarrollo, adaptándose estas nuevas concepciones a nivel internacional; incluso en El Salvador se han visto aplicados, aunque limitadamente (STPP y MINEC-DIGESTYC, 2015).
Ahora bien, si bien se ha redefinido la concepción del desarrollo, persisten las ideas convencionales enfocadas en el crecimiento económico. Es a través de este que se alcanzan el resto de las dimensiones del desarrollo; por tanto, hay que apostar en un primer momento al crecimiento económico. Se plantea una especie de efecto rebalse. Tal fenómeno responde a una característica particular del desarrollo convencional: su resiliencia. Cada cierto tiempo este se renueva bajo un nuevo término o conceptos nuevos, manteniendo en su núcleo el crecimiento económico capitalista (Gudynas, 2011).
* El artículo forma parte de un trabajo presentado en el marco de la asignatura denominada Las teorías del desarrollo y desarrollo territorial.
Referencias
Ellacuría, I. (2000). Escritos Teológicos II. UCA Editores.
Gudynas, E. (2011). Debates sobre el desarrollo y sus alternativas en América Latina: Una breve guía heterodoxa. En Más Allá del Desarrollo (1era ed., pp. 21–53). Abya Yala. https://www.researchgate.net/publication/303543074_Mas_alla_del_desarrollo
STPP y MINEC-DIGESTYC (2015). Medición multidimensional de la pobreza. El Salvador. San Salvador: Secretaría Técnica y de Planificación de la Presidencia y Ministerio de Economía, a través de la Dirección General de Estadística y Censos.
Nussbaum, M. (2012). Crear capacidades: Propuesta para el desarrollo humano (1ra ed.). Paidós.
Saito, K. (2022). El capital en la era del Antropoceno. Ediciones B.
Willis, K. (2011). Theories and Practices of Development (2nda ed.). Routledge.