La autora es estudiante de la Maestría en Desarrollo Territorial

Desde tiempos antiguos se ha venido planteando la idea de “desarrollo” de los territorios como la utopía social por excelencia. Antes, se consideraba que el desarrollo era resultado del crecimiento económico, sin embargo, con el pasar de los años, la concepción de desarrollo territorial fue cambiando e incluyendo en su concepto diversas dimensiones, tales como la social y la humana, la institucional y cultural, el desarrollo sustentable y económico[1]¿Pero de qué manera se puede lograr dicho desarrollo territorial?

 Este proceso complejo, según Alburquerque & Pérez-Rozzi requiere la activación y canalización de diversas fuerzas sociales. Generalmente puede pensarse que la respuesta va encaminada a la acción del gobierno: el encargado de velar por el bienestar del pueblo, de la mejora de su calidad de vida. Sin embargo, cabe introducir la duda de si el gobierno es en realidad el responsable de construir territorios que eleven la calidad de vida de los ciudadanos y ciudadanas.

  En muchas ocasiones el pueblo ha llegado a pensar que su responsabilidad como ciudadano implica solo el hecho de participar en las elecciones, y que más allá de eso no tiene posibilidad de incidencia. Sin embargo, si la población piensa de esta manera, existe una gran equivocación. Si bien es cierto que en América Latina hemos alcanzado y logrado la democracia electoral, cada vez se hace más evidente que no hemos alcanzado la democracia de la ciudadanía. Dicha democracia se refiere a que cada persona debe de pasar de ser elector a ser ciudadano, y ser ciudadanos significa ser capaces de construir adecuadas estructuras económicas, sociales, políticas y culturales. Estructuras que fomenten el desarrollo sostenible y que aseguren la efectividad de los derechos[2]

 De esta manera, planteo la idea de que el logro del desarrollo en verdad depende de la agencia de los actores territoriales, es decir, de su capacidad de hacer, influir, cambiar y decidir, y, además, de su capacidad de acción colectiva. ¿Pero por qué? Porque los derechos son una construcción social, y, por ende, requieren de la participación constante de los integrantes de dicha sociedad, de la apropiación de los derechos y de la defensa permanente y absoluta de cada uno de ellos. Por ende, los derechos también conllevan deberes. Como lo afirma Castillo no se puede desvincular la conquista de los derechos de los deberes, ya que, sin esa vinculación, los derechos pierden su eficacia.  

 De esta manera, la ciudadanía es más que la participación en las elecciones, es la construcción y práctica constante de ser una persona que luche por la ampliación y conquista de sus derechos, por una mejor distribución de la riqueza, por el logro de una mejor calidad de vida. De esto depende el desarrollo de una verdadera democracia, de la construcción de la ciudadanía, de la construcción de los territorios. Sin embargo, en nuestra sociedad, muchos se han llegado a acomodar. Observan a su país y se quejan de las problemáticas que este acarrea, pero más allá de las quejas, no llegan a la acción. No se acercan a los territorios, no se acercan a otros actores involucrados, no conforman procesos de diálogo social, de resolución conjunta de problemáticas de país, de debate político con miras al desarrollo.   

 Ante esto, se hace evidente la necesidad de una nueva gestión pública focalizada en la construcción de capacidades y de una identidad que posibilite nuevas formas de movilización y activación de fuerzas sociales y de sinergias[3] ya que, claramente, el avance hacia el logro del Desarrollo Territorial, implica más que la simple formulación y aplicación de políticas públicas. El acercamiento a la “utopía social” requiere de la construcción de una ciudadanía que tenga una participación activa en la construcción de sus propios territorios.

[1] Alburquerque, F., & Pérez-Rozzi, S. (2003). El Desarrollo Territorial: enfoque, contenido y políticas. Obtenido de http://www.conectadel.org/wp-content/uploads/downloads/2013/09/EL-ENFOQUE-SOBRE-EL-DESARROLLO-TERRITORIAL-doc-Mesa-de-Programas.pdf

[2] Castillo, J. (2005). La Reconceptualización de un Nuevo Tipo de Ciudadanía Latinoamericana. República Dominicana.

[3] Blanco, I. (2014). Transparencia y Gestión Pública. Sociedad, Estado y Territorio, 3(6), 31-50.

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