Sin duda hay que comenzar diciendo que no están nada bien las operaciones militares que Rusia desarrolla contra Ucrania. Pero esto no debería significar, nunca, estar de parte de Ucrania. Este nunca es válido para quienes creemos firmemente en la cultura de paz y en la noviolencia (que es más que meramente decir “no” a la violencia… pero no es momento de extenderse en esto). De lo contrario estar a favor de la cultura de paz sería un asunto meramente cosmético.
Como típico conflicto, los términos de polarización fácilmente nos arrastran al alineamiento: ¿A favor de Rusia y contra Ucrania o a favor de Ucrania y contra Rusia? Pues no debería ser así. Hay que estar contra la guerra y a favor de una salida negociada tan pronto como sea posible… incluso, esa debería haber sido la respuesta inicial frente a las posibilidades de la guerra, pero sigue siendo una opción absolutamente válida y necesaria. Es una insensatez esférica estar a favor de la guerra, no importa quien lo diga. Y no nos confundamos: dar armas, aunque sea para defenderse, es estar a favor de la guerra y contra la paz.
Esto da pie al título de este breve artículo. Europa se manifiesta a favor de la violencia, a favor de la guerra. Y en “Europa” incluyo a Rusia y a Ucrania. Es resabio de la Guerra Fría contraponer Rusia a Europa/USA. Rusia siempre fue considerada una potencia europea. Estas aparentemente disparatadas afirmaciones suscitan algunas preguntas de fondo, así como la necesidad de revisar un poco la historia. Revisaremos algunas.
Europa siempre fue escenario de situaciones bélicas destacadas, al menos los últimos 200 años. Y casi siempre fueron las mismas “potencias”: Inglaterra (o Gran Bretaña), Francia, Alemania, Rusia. Le seguían por supuesto potencias aliadas menores Si uno revisa cualquier libro decente de historia del siglo XX se da cuenta que la Guerra Mundial que va desde 1914 hasta 1945 fue librada fundamentalmente en el espacio europeo (sí, claro extendió prácticamente por todo el mundo) y fue básicamente europeo su origen, esencialmente en el enfrentamiento de las potencias históricas ya antes mencionadas.
Todo esto es en buena parte consecuencia del espíritu expansionista de Europa al menos desde el 2005-2006 con el ofrecimiento a los Balcanes tanto que incluso J. Habermas invita a reflexionar a Alemania y a Europa en cuanto al nivel de involucramiento y el mismo Papa Francisco sospecha que la desmedida expansión de la OTAN tiene que ver precisamente con la reacción rusa sobre Ucrania. Europa tiene sus líos… a pesar de desarrollo, se ve continuamente amenazada desde dentro (Le Pen en Francia o Vox en España o AfD en Alemania por ejemplo), persiste en anomalías frente a la democracia que pretende reivindicar (¿cómo es posible que subsista la monarquía en algunos países europeos por muy “simbólica” que sea… los recientes líos de la monarquía española son un buen ejemplo) y la violencia está a la orden del día bien a nivel político pero también en otros órdenes sociales… las escenas recientes Sevilla a propósito del encuentro entre el Frankfurt Eintracht y el Rangers de Escocia, son un buen ejemplo.
Sin duda, Europa ya ha olvidado la dimensión catastrófica que tuvo la guerra entre 1914 y 1945… tanto, que parece estar dispuesta a una nueva ¡con los mismos actores!, si bien ahora en dimensión nuclear… Más todavía cuando además se ven alentados a ello por un EEUU que arrastrando su debilidad pretende reivindicarse como líder-gendarme mundial. Hace más de cien años W. Wilson ganó la reelección en USA con un discurso a favor de la neutralidad frente a la guerra en Europa, una guerra en la que terminó entrando, a pesar de los consejos de no meterse en asuntos europeos. Ahora debería ser al revés: Europa no debería permitir que USA defina la agenda política en suelo europeo. Un paso definitivo en esa dirección (errónea) fue el llamado de Trump en 2019 a Europa para que incrementara su gasto en defensa… Lo logró. Por supuesto, USA tiene sus problemas. Y graves. Por ello le es importante la guerra porque es su momento de reivindicación. Por supuesto, la industria militar aquí y allá gana muchísimo también.
De modo que, si va a estar contra algo, que sea contra la guerra. Cómo se puede defender un pueblo y un territorio sin las armas es un asunto propio de las estrategias de lucha noviolenta para lo que hay cuantiosa bibliografía y experiencias históricas. Y a propósito del territorio, ¿qué tiene que ver todo este artículo en un blog de desarrollo territorial? Varias cosas. La primera, como se puede ver, el desarrollo no trae necesariamente aparejada. Aquellos países del Norte que consideramos desarrollados y civilizados hoy por hoy, están dispuestos a la catástrofe nuclear. Segundo, el desarrollo ha de incluir la permanente revisión de nuestra memoria histórica. Solo los que no han estado en guerra, como civiles o combatientes, están dispuestos a la guerra. Nosotros en El Salvador, creo, todavía tenemos memoria de ello y en general, a pesar de los términos de la violencia, no estamos inclinados a “otra guerra”, exceptuando a algunos calenturientos por aquí y por allá… pero ¿Europa? Parece que la memoria histórica de aquellos acontecimientos que iniciaron en 1914 como enfrentamiento entre potencias, ha terminado de caerse de su identidad.