El abordaje del desarrollo territorial amerita realizar procesos de reflexión dialogada sobre ciertas temáticas importantes, no sólo para comprender de qué se está hablando, sino, y más importante, para desarrollar acciones orientadas a transformar los territorios en función de mejorar la calidad de vida de las personas que allí viven.
A continuación, y haciendo referencia a nuestro país, se presenta un punteo muy sintético sobre ocho aspectos centrales a considerar para el impulso de procesos de desarrollo territorial.

Abordar el concepto de territorio como un espacio vivo donde interactúan personas, recursos y actividades económicas. Explicar cómo el desarrollo real ocurre cuando se conectan las necesidades de la gente con las soluciones, independientemente de los límites administrativos.
Analizar el impacto operativo y social de la Ley Especial de Reestructuración Municipal vigente desde 2024. Describir el reto monumental que enfrentan las nuevas administraciones para gestionar territorios geográficamente más extensos, diversos y, en muchos casos, desconectados entre sí.
Examinar la nueva dinámica financiera de las municipalidades, marcada por la reducción del FODES (del 10% al 1.5%) y la creación de la Dirección de Obras Municipales (DOM), entre otros. Abordar cómo este cambio de modelo afecta la capacidad de los alcaldes para resolver problemas cotidianos y urgentes de las comunidades.
Ante la creación de distritos y municipios más grandes, existe el riesgo de que la autoridad se sienta “lejana”. Plantear estrategias para asegurar que los directores de distrito tengan capacidad de resolución, evitando que la burocracia centralizada entorpezca la atención a las comunidades.
Hablar sobre la necesidad de que el gobierno local no trabaje aislado. Es importante crear mesas de trabajo donde participen la alcaldía, la empresa privada local, las ONGs, las iglesias y la academia. La premisa es que los recursos limitados rinden más cuando se coordinan esfuerzos.
Hablar sobre la urgencia de identificar qué sabe hacer cada municipio (agricultura, turismo, comercio) para potenciarlo. El objetivo del desarrollo territorial debe ser crear condiciones de vida dignas que reduzcan la necesidad de migrar irregularmente.
Los desastres naturales y las cuencas hidrográficas no respetan límites municipales. Es importante mencionar que la planificación en los nuevos 44 municipios debe priorizar el cuido del agua y la prevención de riesgos con una visión de región, evitando que las decisiones de un distrito afecten negativamente al vecino.
Para ello se necesita generar información, sistematizar, promover buenas prácticas y sobre todo crear nuevos procesos de formación de conocimiento tomando en cuenta el contexto actual. Por ejemplo, la Escuela de Buen Gobierno para el Desarrollo Local que se implementa con apoyo de la Unión Europea en Usulután, Cuscatlán y San Vicente.
Los aspectos antes señalados pueden considerarse como la puerta de entrada al desarrollo de dinámicas de diálogo interinstitucional, público y privado, en función de generar propuestas que abonen al logro de transformaciones en la calidad de vida de las personas en los lugares en los que habitan.