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El 22 de enero: memoria y desde abajo

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21/01/2022
Luis Antonio Monterrosa. Docente de la Maestría en Desarrollo Territorial.  

El 22 de enero ya es fecha sobresaliente en la historia nacional y este año 2022 se suman más acontecimientos dignos de desatacar sin necesidad que unos opaquen a otros. Para la actualidad, la fecha será recordada como el día de la beatificación de cuatro personas dignas de memoria, especialmente para aquellas personas que ven precisamente la justicia como una exigencia de la fe. La beatificación es un proceso formal según el que la Iglesia Católica prevé canonizar a alguien denominándole santo. Tendríamos así un san Rutilio o un san Cosme, por ejemplo. En todo caso, antes de cualquier proceso formal eclesial destaca las figuras de estos cuatro, Rutilio, Nelson, Cosme y Manuel como representantes de muchísima gente que desde los setenta perdió la vida (o se la quitaron) por esta búsqueda de la justicia que brota de la fe. ¡Qué bueno que hay un joven incluido! ¡Qué lástima que siguen siendo invisibilizadas las mujeres!

Estos cuatro tienen sus particularidades. Aunque hay dos sacerdotes, hay dos laicos. Esto es importante por la tendencia que tenemos a adjudicar santidad solo a los “religiosos” olvidando que Rutilio y Cosme son destacadas figuras de fe por que son hombres de fe antes que sacerdotes de fe… por eso vale la pena destacar a Nelson y Manuel. En segundo lugar, estos no tienen la relevancia nacional de nuestro arzobispo mártir, san Oscar Arnulfo. Son gente de parroquias de pueblos más o menos conocidos, territorios más o menos referidos. ¿El Paisnal? ¿san Juan Nonualco? Aguilares es un poquitín más conocida por ser territorio de paso de San Salvador al norte del país… pero eso es su virtud: reivindicar lo pequeño, lo ignorado, desde abajo. Tenemos la tendencia a creer que lo urbano, la capital, el concreto es más importante, moderno y desarrollado frente a lo “rural”, periferia, natural que lo consideramos atrasado o poco desarrollado.

Y esto me lleva al segundo gran momento para recordar que es más del pasado remoto. El 22 de enero de 1932, ¡se cumplen ahora 90 años!, dio inició la gran sublevación indígena y campesina que terminó con un fatídico saldo de 30 mil muertos y que colocó en la memoria pueblos como Izalco, Tacuba, Nahuizalco, etc. Es más, la guerra civil de los ochenta y la represión de los setenta (de los que los cuatro beatificados el día 22 son una pequeña muestra) es consecuencia indirecta de la situación reprimida en 1932. Las condiciones de exclusión y desigualdad condujeron al levantamiento. Este fue reprimido y las voces silenciadas… pero progresivamente fueron recuperando voz y organización y en un nuevo intento por cambiar las cosas, vino la represión y se hizo inevitable la guerra civil.

Muchas de estas condiciones han cambiado, pero el fondo sigue siendo más o menos el mismo. Han pasado, y pasarán, caudillos y partidos, de los colores más diversos, ofreciendo, proclamando, posibilitando… pero la salvación, o la liberación, dicho de modo más “civil” y “laico” pero equivalente, no va a venir de afuera, ni de arriba, sino de desde abajo, justo como dice aquella preciosa canción de la misa popular salvadoreña (¿por qué cada vez se oye menos?): “cuando el pobre crea en el pobre”. La pregunta que sigue es ¿qué estamos haciendo para ayudar que el pobre crea en el pobre? Porque a veces nos perdemos en trámites, en burocracias, en los formatos, en los discursos, en lo permitido.

A mucha gente le desagrada escuchar la palabra populismo. Alguna vez escribí sobre el populismo de Ellacuría. Como se sabe, hay diversidad de colores en el populismo, de izquierda, de derecha, de arriba y de abajo. Muchas modalidades son absolutamente reprochables. Pero en su esencia es creer realmente que quien tiene la clave de la historia, de lo político y de la salvación es el pueblo. ¿No es eso el fondo de aquello de “felices los pobres porque de ustedes es el reino”?… Lo que pasa es que, creo yo, no nos lo creemos. Pero cuando esa fe anida, es cuando brota la justicia… y brota desde abajo.

Que este 22 de enero nos permita reenfilar nuestras esperanzas por un mundo mejor, por un El Salvador que se convierta en un “lindo y (sin exagerar) serio país”… siempre y cuando se cumplan las condiciones del poeta.

Universidad Centroamericana José Simeón Cañas
Maestría en Desarrollo Territorial
Tel. 2210-6600 Ext.316
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